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Maíces azules, potencialmente más resistentes al ataque de gorgojos

Uno de los principales problemas que enfrentan los productores al almacenar el grano de maíz es la pérdida ocasionada por plagas, principalmente por el gorgojo de maíz (Sitophilus zeamais Motsch.), que causa pérdidas hasta del 80% y es en las regiones del trópico donde se observa mayor el daño debido a las condiciones ambientales que favorecen el desarrollo del insecto. Al momento de la cosecha se estima que 10% de los granos presentan signos de infestación y si la contaminación no se controla las pérdidas en el almacén ascienden hasta 70% al cabo de seis meses.

Existen maíces nativos que por sus mecanismos bioquímicos y características fisicoquímicas particulares (como la dureza del grano o el tipo y cantidad de almidón), son tolerantes al ataque del gorgojo. No obstante, aún es necesario identificar adecuadamente estas variedades regionalmente, así como el grado de susceptibilidad de los granos a la plaga de almacén. 

Debido a lo anterior, investigadores de la Sociedad Agroecológica de la Costa de Oaxaca evaluaron dos tipos de maíces nativos (blanco y azul) con la finalidad de observar qué maíz es menos susceptible al ataque de plagas de almacén y encontrar alternativas que permitan mantener la calidad del grano, reducir el daño de plagas y reducir el uso de productos químicos en la Costa de Oaxaca. 

La evaluación se realizó en el marco de MasAgro-Cultivos para México, iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Para desarrollar la evaluación se estableció una plataforma de manejo poscosecha en la comunidad de El Zapotal, municipio de San Pedro Pochutla, Oaxaca. Allí, junto con agricultores locales, se evaluaron diversas alternativas para la conservación de grano de maíz nativo: bolsa plástica hermética tipo zipper en comparación con el almacenamiento en costales de polipropileno con polvos inertes (cal estándar y tierra de diatomeas).

Después de seis meses de almacenado con los diferentes tratamientos, el maíz blanco presentó mayor daño por insectos (encontrándose mayor cantidad de insectos dentro del contenedor con cal estándar). En contraste, los tratamientos con maíces azules presentaron menor daño y la presencia de insectos vivos fue baja, por lo que es posible concluir que la composición del grano tiene influencia en la preferencia y alimentación de los insectos.

Estos resultados son fundamentales porque permiten definir proyectos de investigación más integrales para determinar, por ejemplo, la influencia de los compuestos del grano sobre la susceptibilidad al ataque de plagas, así como el papel específico de los polvos inertes. 

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Con tecnologías herméticas poscosecha, las tortillas sí conservan su sabor, aseguran estos productores

Después de escuchar las propuestas de manejo poscosecha que el colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Jacinto Rafael Valor, relató a productores de Arroyo Grande, comunidad de Jalapa de Díaz, Narciso Alejo Contreras no paró hasta verlo llegar a El Progreso, en el municipio de San Pedro Ixcatlán que forma parte de la mazateca baja de Oaxaca.

La insistencia de Narciso permitió que un grupo de 50 productores recibieran la asesoría que el CIMMYT brinda gracias al proyecto conjunto con Walmart Foundation: Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche.

La capacitación que comenzó a impartir Jacinto Rafael posibilitó también “que entre ellos puedan asociarse para la compra de algunos insumos agrícolas” y dejen de intentar resolver de manera independiente otras problemáticas, como la comercialización de sus productos.

En esta parte del estado donde la región de la Cañada y la Cuenca llegan a su límite, el clima permite a las familias cosechar diversidad de productos, como maíz, cacao, jengibre, café, cúrcuma y vainilla.

La parcela de Narciso está a cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Desde su casa debe caminar durante 40 minutos y si requiere transportar su cosecha, sólo puede hacerlo en el lomo de un animal, recorriendo las accidentadas veredas.

“Antes yo trabajaba solo”, reconoce Narciso, para quien lo más valioso de la asesoría comenzó al aprender a combatir la aparición del gusano cogollero en la planta.

Para evitar que los roedores o insectos dañen su cosecha, Narciso ahora usa bolsas plásticas herméticas. Por el momento así conserva su grano, pues todavía no ha podido comprar un silo metálico donde el volumen de almacenamiento puede ser mayor.

Rosalinda Macario Marín, esposa de Narciso, es la responsable de elaborar los alimentos de la familia y sabe diferenciar las ventajas de almacenar el maíz en bolsas herméticas de usar únicamente un costal al que se le suelen añadir algunos productos químicos, como las pastillas de fosfuro de aluminio, potencialmente tóxicas para la salud humana. 

Si Narciso opta por guardar el maíz de manera convencional, es decir, en costales de polipropileno, cuando Rosalinda lo convierte en tortilla “ya no tiene sabor”; en cambio sí usa una tecnología hermética que ahora tiene a su alcance, “aguanta tres años” y el grano sigue fresco, está mejor cuidado para garantizar la alimentación familiar.

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Construcción de silos metálicos herméticos, un gran emprendimiento

A sus 24 años Ricardo Aguirre San Juan ya lidera un equipo de unos doce técnicos en hojalatería que en un solo día pueden producir cien silos metálicos con capacidad para almacenar 500 kilogramos de grano cada uno.

Su taller de herrería, que incluye un espacio para la exhibición y venta de silos “Agrolaminados y Equipos Agrícolas Agrogan” (Agrogan), se ubica en San Juan Bautista Tuxtepec, en la Cuenca de Papaloapan y, a través de un proyecto que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han recibido capacitación para optimizar el proceso de producción e impulsar su vinculación con posibles consumidores.

“Agradezco a este proyecto la vinculación y capacitación brindada en la fabricación de silos bajo la norma oficial mexicana vigente. Los conocimientos que yo he adquirido los he podido compartir con mis demás compañeros, de igual manera los modelos de agronegocios que nos han ofertado nos han ayudado mucho”, afirma Ricardo.

La vinculación que le ha ofrecido el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche ha incluido a Agrogan en una red de productores a nivel nacional, lo que permite que los silos que producen lleguen a productores de diversos estados como Chihuahua, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y, por supuesto, Oaxaca.

De manera manual, con un mínimo de maquinaria, el equipo de Ricardo Aguirre corta con precisión láminas de aluminio inoxidable y con soldadura y martillo dan forma a un cilindro con una cúpula que en la parte superior tiene una entrada que se sella con una tapa de bronce.

En la parte inferior del silo hay una segunda perforación que conforma una salida, también cerrada con una tapa de bronce que el productor puede manipular para extraer el grano fresco y limpio, ya que está es una tecnología hermética que facilita el tratamiento poscosecha y permite que las familias dispongan de grano sano e inocuo.

Dependiendo de la demanda, la producción de este taller en la región de la Cuenca de Papaloapan, en Oaxaca, varía y de requerirse acuden a las comunidades a ensamblar el material para construir silos de mayor capacidad que permitan a los productores un almacenamiento efectivo que no necesita ningún tipo de plaguicidas para que las semillas se conserven por largo tiempo y garantice el autoconsumo.

“Estoy satisfecho por la colaboración con el proyecto, por divulgarnos y hacer una cadena de trabajo que genera mayor bienestar para colaboradores y productores que adquieren los silos”, expresa este fabricante que por tres años ha recibido capacitación para fortalecer su pequeña empresa.

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La importante labor de devolver fertilidad al suelo

Oaxaca.- Como si fuera un médico cuyo paciente es la tierra, antes de hacer un diagnóstico de la fertilidad del suelo que debe restaurarse, Jonatan Villa Alcántara, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), saca su instrumental.

Un determinador de compactación, otro de pH y uno más de la conductividad eléctrica de los suelos le permiten medir el nivel de deterioro de una parcela antes de que un productor la siembre.

Su trabajo es parte del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.

La zona de acción de Jonatan Villa está en el Bajo Mixe, esa parte del territorio de Oaxaca donde hay una transición entre las regiones de la Cuenca y el Istmo, caracterizada décadas atrás por la alta producción de maíz, cuando todavía la ganadería no desplazaba a la agricultura debido, en gran parte, a los bajos precios del maíz.

La presencia del ganado compacta al suelo e impacta en su fertilidad natural al reducir la cantidad de nutrientes. La ganadería ha impactado también en la disminución de la diversidad de especies vegetales y ha aumentado la erosión.

La tarea de impulsar la diversificación de cultivos estaría incompleta si antes de sembrar el productor no conoce qué tanta fertilidad se le debe devolver al suelo y cuáles son los cultivos ideales para este propósito.

“Con el pisoteo que hacen, el ganado compacta el suelo”, detalla al mostrar un penetrómetro manual que, si marca verde, significa que no hay compactación; si es amarillo los problemas empiezan a presentarse y si rojo entonces es señal de que la compactación en el suelo es fuerte.

La misma acción la repite en varios puntos de la parcela y luego la complementa midiendo el pH (para saber si el cultivo del maíz puede absorber los nutrientes en el suelo) y la conductividad eléctrica: “si esta es muy baja existe muy poco movimiento de los nutrientes en el suelo”, puntualiza Jonatan. 

Estos tres parámetros físicos le permiten a Jonatan realizar un plan de intervención con los productores y sugerir acciones para mejorar la conductividad de los suelos u ofrecer otros cultivos que además de reducir la compactación del suelo pueden aportar ingresos y mejorar la alimentación de las familias.

“Este trabajo nos va a ayudar para que los productores conozcan cuánta fertilidad han perdido sus suelos y establecer alternativas de solución real”, ya que como buen especialista no puede recetar si no diagnostica el nivel de deterioro en la salud del suelo.

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Conservando su maíz también han conservado su cultura

Tanto Esteban Jiménez Cervantes como su esposa Lidia María González Hernández tratan de cambiar el panorama del maíz en México, sembrando maíces nativos, o criollos, como base de la nutrición de las comunidades y como elemento fundamental de la identidad cultural. 

Por años en Santa María Teopoxco, un municipio de la Sierra Mazateca donde la población habla náhuatl, se han sembrado maíces nativos de diversos colores: blanco, rosa, rojo y amarillo, aunque más para el auto consumo y de la manera tradicional, sin incluir un manejo poscosecha que evite pérdidas.

“Si vemos que nos sobra algo lo vende uno, aunque no da resultado el precio en comparación con lo que se gasta en el campo”, comentan los productores quienes, por kilo de maíz, reciben ocho pesos.

Para Alejandrina García Dávila, quien a través proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —asesora a productores en esta zona, Esteban y Lidia han sido los más receptivos a aplicar las innovaciones tecnológicas en el campo.

A través del diálogo, Alejandrina les ha compartido muchos conocimientos, entre ellos cortar la mazorca cuando el maíz alcanzó su madurez fisiológica, para después cuidar un proceso de secado que, por las condiciones de humedad en la zona, puede durar hasta dos meses.

Convencionalmente el almacenaje implica guardar el grano en un coscomate, un granero pequeño que se construye con una estructura de tiras de madera y techo de palma o láminas, conocida también como troje.

El problema recurrente con esta forma de almacenar el grano, comentan los productores, es que los excedentes “se picaban” o se llenaban de gorgojos, lo que los llevó a buscar una forma que evitará las pérdidas. 

Así, un primer cambio que Esteban y Lidia debieron hacer es guardar el grano seco y limpio en bolsas herméticas que evitan que requieran utilizar productos químicos “que pueden afectar después la calidad del grano”. Al comprobar la efectividad de las tecnologías herméticas decidieron guardar su maíz en un silo metálico hermético.

Para Lidia y Esteban la implementación de estas innovaciones ha representado además una forma de conservar su identidad cultural basada en las distintas variedades de los maíces nativos que cultivan. Además, la implementación de un mejor manejo de su cosecha reduce las dificultades que en sí representan para Lidia trabajar en el campo, de donde muchas veces no veía retribuido su esfuerzo.

“Es difícil trabajar en el campo y a veces no sale”, pero ahora que cuentan con asesoría ese panorama va cambiando: “Ahorita más o menos, pues, guardamos el maíz, ya no se pudre” y tienen más tiempo para poder consumirlo.

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Así se produce el whisky hecho con maíces nativos de Oaxaca

Jonathan Hernández, representante de Ricinomex, y Rausel Ovando, del Hub Pacífico Sur del CIMMYT en las instalaciones de Ricinomex. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Cuando a los 15 años Ángel Chonteco Márquez se convirtió en productor, no imaginó que el maíz podría tener otros usos, además de ser la materia prima para las tortillas, la base de la alimentación de las familias de La Pe y el resto de municipios oaxaqueños.

Mediante el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —, hoy, los maíces nativos que Ángel cosecha tienen como fin último la destilación. 

Carlos Galván García, técnico de Ricinomex y colaborador del CIMMYT, comenta que el proceso de asociatividad se liga a compras consolidadas a un precio por arriba del mercado local: “Los productores podrán comercializar en grupo, con un precio estable y sin tanta variación, tendrán un mercado seguro”, como ya lo tienen tres mil productores de Valles Centrales que venden su maíz a Ricinomex, biorefinería que se encarga de la destilación.

El whisky que se produzca con el maíz criollo cosechado en La Pe, Ejutla, tiene miras de exportación: “Este producto también se va a comercializar fuera de México, en Estados Unidos, e irá creciendo año con año para abastecer el mercado de whisky”, afirma Carlos Galván.

De entre las prácticas y tecnologías promovidas por el proyecto se encuentran los silos metálicos herméticos y otras soluciones poscosecha. Gracias a estas opciones el maíz puede ser almacenado antes de ser comercializado, conservando su calidad sin necesidad de usar agroquímicos. 

El señor Ángel Chonteco, quien también funge como Comisariado de Bienes Comunales, cuenta con tres silos metálicos herméticos que le permiten conservar su cosecha, minimizando las pérdidas por plagas de almacén porque, cuando el maíz recién cosechado solo se guarda en bolsas o costales carentes de hermeticidad, las posibilidades de pérdida aumentan notablemente. 

Comercializar el maíz que ahora sabe “no solo es para tortillas, si no para otras cosas más”, significa para Ángel un bienestar familiar, ya que aparte de cosechar para el autoconsumo, “va a salir para la economía de nosotros”, comenta el productor. 

En Ricinomex trabajamos con productores en más de 60 comunidades de Valles Centrales de Oaxaca. Nosotros les brindamos capacitación sobre las tecnologías que promueve el CIMMYT para que ellos hagan un mejor aprovechamiento de sus tierras. Nosotros les compramos toda su producción de higuerilla y, actualmente, con este nuevo producto que es el whisky, también el maíz criollo oaxaqueño”, refiere Jonathan Hernández Díaz, representante de Ricinomex. 

La diversificación comercial de Ricinomex, junto con el proyecto de diversificación de cultivos y vinculación a mercados de Walmart y el CIMMYT están impactando favorablemente en la región: “Nos dimos cuenta de que la mayoría de nuestros agricultores siembran la higuerilla intercalada con maíz, frijol o calabaza. Y fue por la broma de un productor que surgió la idea de convertir un maíz criollo en una bebida. Así lanzamos Deidades, que es un whisky 100% hecho con maíces nativos de los Valles Centrales de Oaxaca”, enfatiza el representante de Ricinomex.

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Diversificar cultivos ha hecho más rentable su parcela

Parcela de San Juan Guichicovi, en Oaxaca, México, con cultivos diversificados. (Foto: CIMMYT)
Parcela de San Juan Guichicovi, en Oaxaca, México, con cultivos diversificados. (Foto: CIMMYT)

Simón Martínez López conoció las trampas de feromonas para gusanos cogolleros y otros insectos plaga porque el colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Jonatan Villa Alcántara, las llevó hasta su parcela en la comunidad de El Zapote, en el municipio de San Juan Guichicovi, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. 

Por ser la principal plaga del maíz y la que lo obligaba a utilizar “una gran cantidad de agroquímicos para su combate”, el manejo agroecológico del gusano cogollero fue el punto de partida de la participación de Simón en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el CIMMYT.

El Manejo Agroecológico de Plagas es una de las diversas innovaciones agrícolas que Jonatan le compartió a Simón, en cuyas tierras se facilitó la diversificación de más de diez cultivos en dos hectáreas y media: maíz (nativo o criollo) blanco, girasol, ajonjolí, soya, frijol mungo, chícharo gandul, quinoa, chile habanero, tomate criollo, yuca y camote. 

Por ser una zona ganadera, los productores de San Juan Guichicovi acostumbran sembrar sus tierras uno o dos ciclos y después “meter pastos” para que pueda comer el ganado. Cuando entra el ganado, sin embargo “la tierra queda compactada y se va todo el abono”, comenta Simón. 

Con la finalidad de nutrir mejor a los animales y evitar que pasten libremente en las parcelas, la diversificación de cultivos también brinda opciones para los productores que tienen ganado. Ampliar el menú de forrajes con especies que además sirven como cobertura verde del suelo, por ejemplo, es una de esas opciones. 

Simón, sin embargo, renunció a la ganadería y apostó completamente por la Agricultura Sustentable para evitar lo más posible el deterioro y la compactación de su suelo. Al diversificar cultivos, además de ayudar a la regeneración de la tierra para que la calidad de su producción mejore, el productor también busca mejorar el ingreso y la dieta de su familia. 

Así, decidido a seguir cultivando las dos hectáreas y media de tierra en las que ahora evita sembrar solo maíz, Simón está conociendo nuevos cultivos, como el ajonjolí y el girasol, de los cuales está generando semilla para compartir con otros productores a fin de que, como él, también aprendan a utilizarlos como cultivos de rotación en el ciclo otoño-invierno.

Dejar una cubierta vegetal en el suelo ha ayudado a Simón a guardar la humedad y evitar la erosión en suelos que se caracterizan por sus pronunciadas pendientes debido a que se encuentran en pequeños lomeríos donde las lluvias son constantes. “Si dejamos un colchón de residuos de la cosecha anterior, ese colchón evita que el agua arrastre el suelo”, explica el técnico Jonatan.

Con estas innovaciones, Simón ha notado una diferencia en este primer año de trabajo con el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT, pues califica que su siembra estuvo “bonita” porque en vez de quemar el rastrojo lo dejó como abono y el suelo no se ha erosionado por las condiciones climáticas.

De acuerdo con Melchor García Vásquez, líder comunitario en la zona donde está Simón, construir una visión diferente de cómo trabajar el campo impacta positivamente en la comunidad y en las familias de 25 productores que, como Simón, aceptaron la asesoría que brinda el proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT.

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Tecnologías herméticas mejoran las posibilidades de comercialización

Viliulfo Vásquez Mendoza es un productor del municipio de Trinidad, Zaachila, a 16 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Hace 15 años una sequía prolongada le hizo perder sus tres ciclos de cultivos de maíz y calabaza, haciéndole pensar en dejar de sembrar y “tomar un oficio”, porque la precariedad familiar le impidió una formación académica profesional. 

“Ni para aprovechar el zacate”, recuerda el productor cuyo panorama familiar cambió desde que empezó a diversificar cultivos y almacenar el grano en silos metálicos herméticos para esperar a venderlos cuando el precio por kilogramo fuera bueno.

Los gorgojos y las ratas mermaban la mitad de la cosecha y en estos silos el maíz puede durar hasta dos años”, dice satisfecho Viliulfo, quien aceptó la asesoría de los técnicos del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

La colaboradora del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Clara Santos Rodríguez, destaca la emoción que al productor le significó comenzar a diversificar cultivos porque plantas como la crotalaria, por ejemplo, ayudan a fijar nitrógeno al suelo y al mismo tiempo puede servir como alimento para el ganado.

Para incrementar la producción de forraje, en el reciente ciclo Viliulfo empezó a sembrar maíz híbrido, pero al ver cómo se desarrolló definió que tendrá un doble propósito: aprovechará el grano de la mazorca y el resto de la planta para alimentar a sus animales de traspatio.

En una sola parcela Viliulfo logra producir varios cultivos: maíz, crotalaria, jamaica y tres variedades de calabaza. “La semilla de calabaza la toma como un ingreso extra y el fruto lo aprovecha para alimentación de su ganado. Aquí se están diversificando muy bien los cultivos que tienen propósitos bien establecidos”, explica Clara Santos. 

Viliulfo cuenta que por necesidad se volvió productor a los 18 años en una familia donde fue el séptimo de ocho hijos y el primer hijo hombre después de seis hijas. Sonia López Cruz, la esposa de Viliulfo, también es productora. Lo es desde que se casaron hace 19 años.

Hasta ahora, ni Viliulfo ni Sonia habían recibido alguna asesoría técnica. La que recibieron como parte del proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT les permitió cambiar la idea de que sembrar maíz “ya no es redituable, más con el fertilizante caro y la maquinaria igual”.

Buscar la forma de adquirir un primer silo para almacenar su maíz llevó a Viliulfo a encontrar a la colaboradora del CIMMYT, Clara Santos, quien facilitó que ahora tenga cuatro silos que en conjunto le permiten almacenar más de tres toneladas y media. Esto le permite tener maíz todo el año y venderlo en el mercado local cuando el precio mejora.

Ahora, una vez que con el proyecto ha visto la posibilidad de seleccionar semilla y duplicar el volumen de producción con maíz híbrido amarillo, Viliulfo dice que “quisiera poder almacenar cinco o seis toneladas”, además de contar con nuevos silos para almacenar los 200 kilos de semilla de calabaza que tiene en costales.

Con buena producción de granos Sonia López Cruz considera que la inversión que hicieron fue buena: “Si nos resultó, porque el producto no se desperdicia, no se echa a perder, se conserva libre de gorgojos y con las ratas mermaba mucho, el recurso ya no llegaba como era. Lo guardamos y buscamos cuando el producto tenga un mejor precio porque se le invierte mucho. No resulta venderlo muy barato”.

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Variedades de frijol para los Valles Centrales de Oaxaca

Los frijoles han formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forman parte de la cultura gastronómica del país y, aunque México cubre la mayor parte de su demanda de frijol, entre 2003 y 2019 ha tenido que importar alrededor de 123 mil toneladas anuales para complementar la demanda interna. 

El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

En Oaxaca se siembran en promedio unas 38 mil hectáreas al año, pero su rendimiento es bajo —únicamente se cosechan cerca de 700 kilos por hectárea—, por lo cual la leguminosa se produce básicamente para autoconsumo. 

Los problemas que enfrentan los productores de frijol de temporal en regiones como Valles Centrales —que a nivel estatal ocupa el segundo lugar en superficie sembrada de frijol— son bajos rendimientos por falta de agua, densidades de siembra inadecuadas, fertilización inoportuna o deficiente, desconocimiento de los métodos de control de plagas y enfermedades, así como el bajo contenido de materia orgánica de los suelos —por la falta de incorporación de residuos de cosecha—.

Como respuesta a esta problemática el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural,  a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México, impulsa la adopción de prácticas sustentables y, recientemente, estableció un ensayo en la localidad de San Miguel Tlanichico donde se evaluaron nueve variedades de frijol mejorado y siete materiales de frijoles nativos criollos con el objetivo de conocer su potencial productivo.

La variedad RB-200 alcanzó su madurez fisiológica a los 81 días, seguido de las variedades Criollo Delgado, Criollo Morado de San Miguel Tlanichico y Verdín, las tres con 82 días. Por el número de granos por planta destacaron las variedades Negro Guanajuato y Comapa; por el número de vainas por planta sobresalieron el Negro Guanajuato, Comapa y Criollo Morado de San Miguel Tlanichico; y por el peso de 100 granos destacaron las variedades Flor de mayo y Negro Otomí —lo que quiere decir que son granos más grandes—.

Con respecto al rendimiento, los materiales más rendidores fueron Comapa, seguido de Flor de Mayo y Negro Otomí (gráfica 1).

Cabe mencionar que el manejo agronómico para todas las variedades fue el mismo. Así, de todas las variedades evaluadas, dos no germinaron —Negro 8025 y Negro Primavera— y de tres no se obtuvieron rendimientos —Criollo Vaina Blanca, Criollo Tiltepec y Criollo Rojo de Guía— porque son de zonas con ciclos de lluvias más largos y el temporal de lluvia en la zona evaluada es muy corto.

Cabe mencionar que las variedades con mayor aceptación fueron Criollo Piñero y RB-200. Los productores mencionan que estas les gustaron por su precocidad y, sobre todo, por que su cocción es rápida y su caldo es negro espeso.

Independientemente de los criteriores que intervienen en la adopción de las variedades, la instalación de este tipo de trabajos es muy importante porque se muestran alternativas a los productores y abren la posibilidad de instalar parcelas que funcionen como módulos demostrativos o áreas de impacto para que más productores adopten prácticas sustentables y variedades acordes a sus propios gustos o necesidades. 

Gráfica 1. El material más rendidor fue el Comapa con 1.87 ton/ha, seguido de Flor de Mayo con 1.83 ton/ha y Negro Otomí con 1.82 ton/ha.

 

Fuentes:

  • Sangerman-Jarquín, D. M., Acosta-Gallego, J. A., Schwenstesius de Rindermann, R., Damián Huato, M. Á., & Larqué Saavedra, B. S. (2010). Consideraciones e importancia social en torno al cultivo del frijol en el centro de México. Revista mexicana de ciencias agrícolas1(3), 363-380.
  • SIAP. (2020) Avances de siembras y cosechas. Resumen por cultivo. México: Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
  • CEDRSSA. (2020). Mercado del frijol, situación y prospectiva. México: Cámara de Diputados-Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria.
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Malezas, labranza y rendimiento de maíz

Las malezas son la limitación biológica número uno en los rendimientos de maíz en todo el mundo. Se estima que en Norte América pueden causar pérdidas de más del 50% y, de hecho, de acuerdo con un estudio reciente de un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en lugares como Oaxaca, donde hay agroecologías tan diversas, las malezas pueden reducir el rendimiento del maíz hasta en 63% en la región cálida y húmeda del Papaloapan; hasta en 65% en la región semiárida de Valles Centrales y hasta en 92% en región templada de la Mixteca. 

Aunque existe evidencia sólida de que es posible reducir la presión de malezas con Agricultura de Conservación, aún se desconoce mucho sobre los mejores métodos de manejo de malezas, particularmente si se considera que los cambios en la labranza podrían requerir cambios en el manejo de malezas. 

En este sentido, el estudio en mención evaluó la dinámica de las malezas y el rendimiento del maíz en temporal bajo cinco tratamientos de manejo de malezas ―herbicida de preemergencia, herbicida de postemergencia, herbicida de preemergencia más postemergencia, control manual de malezas y sin control― y tres métodos de labranza —convencional, mínima y labranza cero— en tres regiones agroecológicamente distintas de Oaxaca ―la Mixteca, Valles Centrales y el Papaloapan―.

El estudio, que se desarrolló en el marco de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT, señala que en la zona templada de la Mixteca las aplicaciones de herbicidas de postemergencia fueron muy importantes, en el cálido y húmedo Papaloapan las aplicaciones de preemergencia fueron cruciales y en los Valles Centrales semiáridos no hubo diferencia entre los métodos de manejo de malezas, ya que todos tuvieron efectos menores en el rendimiento del maíz. 

Si bien los resultados no son concluyentes y muestran que no hay una única o mejor opción para el manejo de malezas en los sitios o sistemas de labranza evaluados, sí señalan que el beneficio económico del manejo de malezas fue mayor con labranza reducida ―labranza mínima o cero―. Así, para obtener los beneficios a largo plazo de la Agricultura de Conservación, señala el estudio, es clave un manejo adecuado de malezas en los primeros años. 

Los científicos concluyen que se necesita más investigación para determinar el nivel óptimo de labranza en cada región ya que, dependiendo de las condiciones locales, la labranza cero o una forma de labranza mínima ―como la labranza vertical o camas elevadas permanentes― podría funcionar mejor, o podría ser necesario practicar labranza mínima en las primeras temporadas de crecimiento para preparar el terreno para la implementación exitosa de la Agricultura de Conservación. 

En Oaxaca, donde los agricultores con frecuencia manifiestan una falta de conocimiento sobre el manejo de malezas, especialmente bajo labranza reducida, se debe usar un enfoque flexible, aplicando herbicidas antes y después de la emergencia y controles manuales según sea más adecuado para cada caso porque las poblaciones de malezas y su dinámica cambian con sistemas como la Agricultura de Conservación ―a mediano y largo plazo, con un manejo adecuado, las poblaciones de malezas pueden disminuir con este sistema― y por eso los métodos de control deben ajustarse, concluye el estudio. 

Te invitamos a leer este estudio en el siguiente enlace:

Verhulst, N., Fonteyne, S., Leal González, A. J., Osorio Alcalá, L., Villa Alcántara, J., Santos Rodríguez, C., … & Singh, R. G. (2022). Weed management and tillage effect on rainfed maize production in three agro‐ecologies in Mexico. Weed Research. https://doi.org/10.1111/wre.12530