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Chícharo gandul, una alternativa para rotarse con maíz

Reproducción de semillas de chícharo gandul en Oaxaca, México. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)
Reproducción de semillas de chícharo gandul en Oaxaca, México. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)

De entre el amplio número de especies cultivadas en el estado mexicano de Oaxaca, el chícharo gandul (Cajanus cajan) destaca por su adaptación y amplia integración a la gastronomía, e incluso a la cultura y la medicina tradicional local. 

El chícharo gandul es una leguminosa arbustiva originaria de la India. En el ámbito nutricional esta planta posee un alto aporte de proteínas, por lo que es una buena opción para complementar la dieta de las familias productoras y también para la obtención de forraje para la ganadería. 

En el ámbito agronómico el chícharo gandul es capaz de mejorar la estructura de los suelos compactados gracias a su raíz pivotante ―es robusta y crece en línea recta hacia abajo―. Además, no requiere agua en abundancia, es resistente a la sequía y tiene cualidades alelopáticas ―inhibe el crecimiento de las malezas―, favorece la infiltración de agua y, por ser una leguminosa, aporta nitrógeno al suelo, siendo una fuente de nutrientes de la milpa o los frutales.

Por sus diversas cualidades, el chícharo gandul es promovido como una opción para diversificar cultivos en la región del Papaloapan, en Oaxaca. Esto, en el marco de la iniciativa Cultivos para México que promueven la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

El equipo técnico de Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja, organización que colabora con el CIMMYT en la región, comenta que el manejo agronómico del chícharo gandul “es mínimo en cuanto a control de plagas y enfermedades, su desarrollo ha sido óptimo y productivo en nuestra región, también se ha estado introduciendo en los primeros dos años de desarrollo en plantaciones de limón persa, que es un frutal rector de importancia económica, ocupando los espacios entre surco y surco, pero también aportando nutrientes a estos frutales de manera natural”. 

Cultivado en zonas de laderas, el chícharo gandul contribuye a la retención del suelo, por esta razón es promovido como un cultivo para intercalarse con maíz, en relevo o en rotación. Para este propósito, Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja y el Hub Pacífico Sur del CIMMYT actualmente desarrollan acciones para producir semilla de chícharo gandul y seguir compartiéndola con productores de esta región. 

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Fauna silvestre, reto para las familias agricultoras de la Sierra Mazateca

Cultivo de maíz en zona serrana de Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Cultivo de maíz en zona serrana de Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Los bosques mesófilos de montaña (o de neblina) son ecosistemas muy ricos en diversidad biológica. El de la Sierra Mazateca de Oaxaca, México, es el hogar de muchas especies, incluidos roedores, conejos, ardillas, armadillos, zorras, águilas, halcones, víboras, etcétera. 

Para algunas poblaciones, ciertas especies de fauna silvestre forman parte de la dieta, mientras que para otras, de acuerdo con la cosmovisión indígena, estos animales representan vidas que conviven con los humanos en el mismo territorio. 

Desde hace algunos años, sin embargo, la modificación del ecosistema ha provocado que para muchas familias agriculturas de la Sierra Mazateca esta convivencia genere dificultades, específicamente porque algunas zonas dedicadas a la agricultura se han convertido en el refugio de varias especies de animales que huyen a causa de los incendios forestales, el incremento del área agrícola y la caza indiscriminada.

Así, para estas familias la convivencia con la fauna silvestre representa un reto cada año. En los municipios de Santa María Teopoxco, San Pedro Ocopetatillo y San Jerónimo Tecoatl, por ejemplo, las aves, conejos y ardillas se han convertido en una amenaza para los cultivos tanto de maíz en los ciclos de primavera-verano, como de haba y chícharo en el ciclo otoño-invierno. 

En algunos casos el abandono de las actividades agrícolas —ya sea por migración o porque la actividad económica principal ahora son los servicios en lugar de la agricultura— ha provocado que crezca el bosque. Aunque esto es positivo en términos biológicos, para los agricultores cuyas parcelas quedan aisladas al ser rodeadas por el bosque, esto representa que muy probablemente no lograrán obtener cosechas pues sus cultivos servirán para alimentar a la fauna silvestre.

La fauna silvestre llega a consumir más de la mitad de la cosecha o, en su caso, más de la mitad de la plantación. Para enfrentar esta situación la población ha recurrido a la caza, a la colocación de trampas, al empleo de venenos sin control y, en algunos casos, al abandono de la siembra. Además, si se considera que la mayoría de estos productores siembra para el autoconsumo y muchas veces obtienen bajos rendimientos debido a la prevalencia de prácticas inadecuadas, entonces la situación se torna aún más difícil.

En el marco de la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) trabaja en la búsqueda de alternativas para que las familias productoras de la Sierra Mazateca obtengan mejores rendimientos de forma sustentable y no pierdan sus cosechas a causa de la fauna silvestre, pero procurando el menor impacto al ecosistema. 

Para incrementar los rendimientos la AMDSL ha trabajado desde hace algunos años con el sistema milpa intercalada con árboles frutales con buenos resultados. Con respecto al tema de la fauna silvestre, la organización continúa en la identificación de las mejores opciones. A la fecha, se  han colocado cintas de caset y discos reutilizados para que reflejen la luz solar y se ahuyente así a los animales. También, se ha colocado cal en las plantas de las orillas de las parcelas con la finalidad de que al probarlas los animales desistan en su intento por consumirlas.

Todos estos intentos han presentado resultados, sin embargo, aún son mínimos y por eso en las reuniones de la AMDSL con la comunidad se ha acordado que en el siguiente ciclo se probarán otras alternativas y se tratará de identificar a los enemigos naturales de la fauna que está afectando los cultivos. Por supuesto, se trata de un gran reto que implica poner la mirada no solo la parcela y las actividades socioeconómicas, sino también en el entendimiento de que las comunidades forman parte de un ecosistema. 

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Cultivos diversos, grandes beneficios

Cultivos de girasol y frijol mungo en la parcela del productor Germán Cruz Ibarra, en Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)
Cultivos de girasol y frijol mungo en la parcela del productor Germán Cruz Ibarra, en Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)

Oaxaca es uno de los estados más vulnerables al cambio climático en México. De acuerdo con el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, de los 83 municipios más afectados por este fenómeno a nivel nacional, 30 se encuentran en Oaxaca. Sequías, inundaciones, deslaves, aumento de la temperatura y del nivel del mar son algunos de los efectos que ya se registran en este estado. 

“El cambio climático ya nos alcanzó y sus efectos son evidentes en algunas variables como la distribución de la lluvia y la temperatura. Esto trae como consecuencia movimientos en las fechas de siembras y condiciones más favorables para la propagación de plagas y enfermedades”, comentan técnicos de Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real (DAICR), organización que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para difundir prácticas sustentables en Oaxaca. 

Recientemente, el equipo técnico de DAICR realizó muestreos en cultivos de maíz para determinar la presencia de insectos plaga en el cultivo. “Monitorear es muy importante para el manejo agroecológico de plagas, ya que al hacerlo no solamente determinamos cómo se están comportando las poblaciones de plagas, sino también el comportamiento de poblaciones de insectos benéficos”, menciona Clara Santos Rodríguez, de DAICR. 

El muestreo es determinante para tomar decisiones de manejo o de control, “por eso se recomienda realizarlos cada semana, porque los ciclos de las plagas son cortos y no son las mismas condiciones de la plaga en la primera semana que en la segunda o tercera. Las condiciones cambian y por lo tanto su manejo también”, comenta Clara. 

“Hay un método que consiste en muestrear al azar 10 sitios de 10 plantas, o bien, cinco sitios de 20 plantas, de tal forma que se tomen 100 muestras por hectárea. Esto se puede hacer caminando sobre un surco y elegir al azar plantas. Una vez tomada la muestra, se cambia de sitio o de dirección. Será el grado de daño o infestación lo que determine el tipo de control más conveniente, por ejemplo, si es menor a 5 %,  es injustificado querer controlar la plaga; si es de entre 5 y 10 %, se pueden usar extractos vegetales; y si hay un 15 % de daño o infestación se pueden usar productos de bajo impacto”. 

Resultado de los monitoreos, el equipo técnico de DAICR y los agricultores del municipio Ciénega de Zimatlán han instalado trampas con feromonas para el control del gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), una de las plagas que más afecta al maíz y que más se ha propagado debido a la variabilidad climática. 

El uso de trampas con feromonas ha disminuido las aplicaciones de insecticidas químicos que impactan negativamente al ambiente y aumentan los costos de producción. “Si antes el productor realizaba de dos a tres aplicaciones, en los ciclos recientes ya no se ha realizado ninguna aplicación con insecticidas químicos. Esto contribuye a hacer más sustentable el control de la plaga, pero también se evita matar a los insectos benéficos o enemigos naturales de las plagas que pudiera haber en la parcela”, menciona Clara. 

Otra de las prácticas que se han promovido —en el marco de Cultivos para México, iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— para ayudar a controlar las plagas ha sido la diversificación de cultivos, la cual “promueve una mayor diversidad biológica, mejora el uso de los recursos naturales, disminuye el riesgo de pérdida total de la cosecha y proporciona protección contra daños por plagas y enfermedades”. 

En los municipios oaxaqueños de Trinidad Zaachila y San Juan Cotzocón, por ejemplo, se ha promovido el cultivo de girasol, soya, canavalia, frijol mungo, chícharo gandul, canola, crotalaria, jamaica, entre otros. Allí, se ha observado que, en comparación con los monocultivos, en las parcelas diversificadas “las producciones son siempre mayores y los problemas de plagas y enfermedades son menos, en gran medida porque los insectos benéficos que controlan las plagas son más abundantes cuando hay diversidad de cultivos que les brindan refugio para su reproducción o su alimentación”, puntualiza Clara. 

En las parcelas donde se diversifican los cultivos es posible hacer un mejor uso del agua y del espacio. En estos espacios diversificados “se regulan mejor las malezas y algunas especies en rotación o asociación se benefician mutuamente. En general, las parcelas son más rentables, pues tienen dos cultivos en un mismo terreno, por lo tanto, las familias productoras no solo diversifican sus ingresos, sino también aprovechan los beneficios que los cultivos como las leguminosas le aportan al suelo y a la restauración de la diversidad funcional para el manejo agroecológico de las plagas”, concluye Clara. 

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Frijol caupí, un cultivo alternativo con amplios beneficios

Cultivo de caupí en San Pedro Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur/CIMMYT)
Cultivo de caupí en San Pedro Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur/CIMMYT)

Originaria de África central, esta leguminosa es considerada actualmente una fuente de proteína vegetal de alta calidad que se consume en muchas partes del mundo. Se trata del cowpea o caupí (Vigna unguiculata), el cual también es un buen forraje y aporta diversos beneficios al suelo donde se cultiva.

El frijol caupí, frijol chino o chícharo de vaca, como también se le conoce, no es muy explotado en México, pero debido a sus diversas propiedades nutricionales, características agronómicas y a que se adapta a suelos de todas las texturas y a altitudes que van de los cero a los 1 500 metros sobre el nivel del mar, representa una buena alternativa para diversificar cultivos en el país. 

En el estado mexicano de Oaxaca, como parte de las acciones de diversificación de cultivos impulsadas en el marco de Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se han establecido parcelas con caupí para evaluar su comportamiento bajo condiciones de riego y temporal, evaluando además diferentes líneas de diferentes colores. 

Los resultados en San Pedro Pochutla, Oaxaca, muestran que el caupí tiene un excelente desarrollo y rendimiento, es tolerante a la sequía, a suelos poco fértiles y temperaturas altas, lo que lo reafirma al cultivo como una alternativa para incorporar en los sistemas de producción de amplias zonas de Oaxaca donde, en años recientes, las lluvias han sido muy erráticas y la producción de maíz ha sido limitada. 

El caupí se puede utilizar como grano seco, grano tierno y vainas para el consumo humano. Esto es importante ya que constituye una fuente de proteína, fibras, carbohidratos, minerales y vitaminas que perfilan al cultivo como una opción relevante para la dieta en comunidades con poblaciones vulnerables.

En el plano agronómico, el caupí es un abono verde que se puede incluir para el mejoramiento y la conservación de suelos ya que es un excelente fijador de nitrógeno. Así mismo, al incluirse en los sistemas de producción como rotación puede ser una alternativa de ingreso económico para las familias productoras. 

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Alternativas para el control de la catarina azul que afecta el frijol

Daño causado por el coquito azul en frijol, en Santa María Teopoxco, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)
Daño causado por el coquito azul en frijol, en Santa María Teopoxco, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)

En la región mazateca de Oaxaca, México, la presencia de un insecto conocido como coquito azul o catarina azul (Diphaulaca aulica) ha ocasionado en años recientes graves afectaciones a las plantas de frijol, impactando significativamente en su producción.

Las personas que trabajan el sistema milpa —donde se asocia maíz, frijol y calabaza— en esta región relatan que este insecto afecta a las plantas de frijol cuando están en pleno desarrollo, ocasionando daño principalmente al follaje y con ello la disminución de los rendimientos del cultivo. 

La rápida reproducción de este insecto favorece que se disemine a áreas que no habían sido afectadas y, para su control, los productores regularmente utilizan productos químicos, específicamente insecticidas de amplio espectro que afectan a otros organismos diferentes de los que buscan controlar, incluyendo organismos benéficos, como parasitoides y depredadores naturales de las plagas. 

La dependencia de tratamientos químicos para el control de este insecto ha generado otros problemas, entre ellos, la resistencia a insecticidas comunes. Por esta razón, la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) ha colaborado con los productores de la zona en la búsqueda de métodos alternativos que minimicen los daños y los impactos indeseables por el uso y abuso de plaguicidas. 

Así, y en el marco de la iniciativa Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se ha promovido el manejo agroecológico de plagas, sistema que se sustenta en una restauración de la biodiversidad funcional con la finalidad de reactivar el control biológico natural. 

El manejo agroecológico de plagas se complementa con otras prácticas, como las asociaciones y rotaciones de cultivos, el manejo de arvenses, las trampas con feromonas de confusión sexual, el uso de semioquíomicos —sustancias químicas naturales utilizadas en la comunicación entre organismos vivos—, extractos de plantas con propiedades plaguicidas, insecticidas biológicos, entre otras alternativas. 

A partir de estas alternativas, en la región mazateca se han hecho rotaciones de cultivos con girasol y canola; se ha difundido información sobre el ciclo biológico del insecto —con la finalidad de hacer el control en el momento oportuno—; se ha empleado cal micronizada y tierra de diatomeas —que por su acción abrasiva dañan al insecto que eventualmente muere—; y también se han empleado extractos de plantas como el orégano, el tabaco, el cempasúchil y el ajo, cuya mezcla tiene propiedades insecticidas. 

En los módulos y áreas de extensión —parcelas de productores que deciden implementar las innovaciones— donde se han probado las distintas alternativas se han observado resultados positivos; sin embargo, aún falta que las propuestas sean adoptadas con mayor amplitud y constancia; así mismo, es necesario difundir más la información con la finalidad de que las alternativas para controlar a la catarina azul sean replicadas por más personas.

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Qué son los abonos verdes y los cultivos de cobertura 

Cultivo de cobertura en los Valles Centrales de Oaxaxa, México. Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real
Cultivo de cobertura en los Valles Centrales de Oaxaxa, México. Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real

Los cultivos extraen los nutrientes del suelo durante su desarrollo. Si no se adoptan prácticas para mantener y mejorar la fertilidad —como mantener los residuos de cosecha como cobertura—, este desgaste continuo y la erosión disminuyen la fertilidad y la profundidad de los suelos, ocasionando que el rendimiento sea cada vez menor. 

En los Valles Centrales de Oaxaca, México, la aplicación de fertilizantes químicos no es sostenible debido, entre otros factores, a la alta variabilidad del temporal y la escasez de recursos económicos. Por lo tanto, es necesario identificar y promover prácticas para que los productores de pequeña escala reduzcan la dependencia de estos insumos y mejoren la biodiversidad en sus parcelas. 

En la comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, los cultivos de cobertura y los abonos verdes han sido ampliamente adoptados por los productores. En sus parcelas es posible observar, además de maíz, canavalia, dolichos, ayocote, frijol y otros cultivos con los que los productores han observado mejores rendimientos que cultivando únicamente maíz. 

Estas opciones para diversificar cultivos forman parte de las acciones promovidas por Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real (DAIRC) y el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en el marco de Cultivos para México, iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT. 

Con parcelas más diversas los productores de San Miguel Tlanichico también han disminuido la cantidad de fertilizante químico que aplicaban. Una vez cosechado el maíz y, en su caso, su cultivo asociado, los cultivos de cobertura se dejan sobre la superficie para aportar materia orgánica al suelo y, sobre todo, para conservar la humedad. 

Los cultivos de cobertura son cultivos adicionales que se pueden integrar junto con el cultivo principal o se pueden establecer para cubrir la tierra a fin de proteger al suelo de los efectos erosivos del viento, la lluvia y las altas temperaturas fuera del ciclo productivo principal. 

Por lo tanto, los abonos verdes también son considerados cultivos de cobertura, pero su fin primordial es mantener o incrementar el contenido de materia orgánica del suelo y elevar su nivel general de fertilidad. En general, se trata de especies de crecimiento rápido que se cortan en el mismo lugar en el que crecen, lo cual se hace antes de florecer porque esto desviaría la concentración de nutrientes a las semillas o el fruto. 

Los cultivos de cobertura y los abonos verdes tienen ventajas similares y complementarias, incluyendo:

  • Proteger al suelo de la erosión y de que se seque, mejorando los niveles de humedad y la circulación del agua.
  • Impedir el desarrollo de malas hierbas, ya sea directamente al bloquear la luz, o indirectamente en el caso de algunas especies que actúan como herbicidas.
  • Enriquecer el suelo con nitrógeno —particularmente cuando se trata de leguminosas por su efecto de fijación de nitrógeno— y otros nutrientes.
  • Hospedar a enemigos naturales de las plagas. 
  • Contribuir a mejorar la estructura y el contenido orgánico del suelo como resultado de una mayor actividad biológica.
  • Proporcionar un entorno más húmedo que contribuye a degradar los residuos.

Las especies más comúnmente usadas como cultivos de cobertura o abonos verdes son generalmente los frijoles u otras leguminosas, los pastos y también cultivos de la familia de las cucurbitáceas, como las calabazas y chilacayotes. En general, los cultivos de cobertura y los abonos verdes tienen la característica de poder crecer en suelos de mala calidad, producir grandes volúmenes de biomasa verde en corto tiempo, necesitar poca agua y tener un denso sistema de raíces.

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De la roza, tumba y quema a la roza, tumba y pica

Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)
Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)

En la región Mixe del estado de Oaxaca, en México, la agricultura de tala y quema se sigue practicando y constituye un modo de subsistencia que prevalece para la producción de alimentos básicos como el maíz, frijol y calabaza. 

La roza, tumba y quema es un método actualmente asociado a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y a los incendios forestales. No obstante, también es un método que se ha transformado profundamente con el tiempo, de manera que los periodos de descanso para que los suelos se regeneren y las medidas cautelares para evitar que el fuego se salga de control que estaban asociados originalmente a la práctica han quedado, muchas veces, en el olvido.

Aunque se cree que es una técnica obsoleta, persiste como práctica común en muchas comunidades, pues está arraigada en su cultura. Este hecho brinda a los investigadores agrícolas la oportunidad de buscar nuevas opciones para uso y manejo, para identificar puntos claves en la secuencia de las prácticas agrícolas, las formas de conservación del germoplasma in situ y las de organización para la producción.   

A partir del conocimiento tradicional es posible identificar elementos para mejorar la producción de los granos básicos en condiciones de laderas, la generación de ingresos y el manejo sustentable de los recursos naturales. En este sentido, una opción a la roza, tumba y quema es la roza, tumba y pica, la cual consiste en incorporar materia orgánica al suelo en lugar de quemarla, evitando así los incendios forestales que arrasan vastas extensiones de bosque en la región. 

La roza, tumba y pica se realiza un año antes de la siembra para lograr la descomposición de la mayor cantidad de hojas y tallos. Se extraen los tallos gruesos o troncos para aprovecharlo como combustible en los hogares de las familias para la preparación de alimentos. 

Una vez hecha la apertura de nuevos campos de cultivo es importante aprovechar el suelo bajo un enfoque integral para evitar el abandono de estas áreas, aspecto fundamental porque actualmente no es posible recurrir a más zonas con vegetación virgen, ya que en la zona la fragmentación de las tierras es cada vez mayor con superficies de un cuarto de hectárea en promedio. 

Posteriormente, el segundo cultivo se establece antes de cosechar el maíz y se siembran leguminosas como el chícharo que se desarrolla en los meses de septiembre-abril, para aprovechar la humedad residual. Al mismo tiempo se genera materia orgánica y se fija nitrógeno atmosférico que le sirve al cultivo mismo o al subsecuente. 

La agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales son prácticas de mucha utilidad en este esquema de producción propuesto para la región Mixe, ya que contribuyen a evitar el deterioro de los suelos en ladera. 

Por supuesto, es fundamental que todo nuevo modelo de producción sea consultado con los propios agricultores. Las prácticas sustentables que han sido validadas por la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas —a través de MasAgro-Cultivos para México, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— han permitido observar que los agricultores de pequeña escala logran mayor variación de productos.

Cuando una parcela cuenta con uno o dos cultivos diferentes secuenciados, a veces imbricados y asociados en un esquema de producción donde los conocimientos tradicionales son renovados y fortalecidos, es posible lograr una alta rentabilidad de la tierra a pesar de la reducida extensión que caracteriza a la agricultura en la región Mixe. 

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Aparición masiva de gallina ciega hace que agricultores busquen alternativas para su manejo

Larva de gallina ciega. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Larva de gallina ciega. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Durante el ciclo primavera-verano 2021 en Santa María Tlahuitoltepec, en el estado mexicano de Oaxaca, ocurrió un fenómeno poco común: la aparición de grandes masas de gallina ciega (Phyllophaga spp.) que perjudicaron la producción de maíz y otros cultivos.  

En esta zona de Oaxaca la plaga no se había presentado con tal intensidad —en los muestreos se encontraron de 16 a 20 larvas por metro cuadrado— y se especula que la alta precipitación favoreció el desarrollo de las larvas a una tasa mayor en fechas que coincidieron con el desarrollo vegetativo del maíz. La afectación se agudizó en fechas de siembras tardías, impactando sobre todo en las partes bajas del municipio, donde el 40% de las parcelas se siniestraron.

La llamada gallina ciega es un amplio grupo de insectos y no todos son una plaga. De hecho, en México solo un 10% de las especies registradas de este insecto actúan como plaga del sistema de raíces o del follaje, pero pueden provocar la muerte hasta del 50% de las plantas.

Ya que en Santa María Tlahuitoltepec los agricultores no se enfocan a obtener ingresos económicos, en muchas ocasiones no realizan actividades preventivas para evitar el daño de plagas y enfermedades. Considerando que la producción que obtienen de sus parcelas les permite subsistir aproximadamente por cinco meses y el resto del año deben comprar granos, a veces a precios elevados, fenómenos como este ponen en serio riesgo la seguridad alimentaria de la comunidad. 

La gallina ciega deposita sus huevecillos en la zona de raíces, normalmente en los meses de mayo a junio y su incubación dura en promedio 15 días. Las larvas son de color blanco cremoso con cabeza café rojiza y llegan a medir de cinco a siete centímetros de largo. En su estado adulto son un escarabajo de color café rojizo de hábitos nocturnos.

Si bien es necesario identificar qué especies específicas de gallina ciega son las que están afectando los cultivos en esta zona de Oaxaca, es importante que los agricultores reconozcan cuándo podrían estar teniendo un problema con esta plaga porque varios de sus principales daños en los cultivos podrían confundirse con una deficiencia de nutrientes. 

El amarillamiento —característica similar a la deficiencia de nitrógeno—, un débil desarrollo de las plantas, estrés hídrico, achaparramiento y acame, son los principales efectos de la plaga sobre el cultivo, por lo que es común que los productores los confundan con otros síntomas y consideren que eliminando las malezas y fertilizando sus cultivos mejorarán, pero esta confusión podría ser muy costosa, porque si fertilizan no habría ningún efecto; al contrario, desperdiciarían recursos. 

Ante este contexto, en el marco de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) promueve diversas prácticas y tecnologías sustentables a fin de mitigar la incidencia de las plagas en la región. 

La incorporación de materia orgánica al suelo mediante abonos naturales, rastrojos o cultivos de cobertura, por ejemplo, promueve el alojamiento de otros microorganismos u hongos que pueden depredar a las larvas de la gallina ciega. También es viable el trampeo de gallina ciega en estado adulto antes de la siembra (de abril a junio) o, en su caso, el uso de entomopatógenos, es decir, microorganismos capaces de causar enfermedades a los insectos plaga. 

El manejo de las plagas de los cultivos demandan estrategias que involucren diferentes actores a nivel local y regional. Prácticas como las que promueve la AMDSL y el CIMMYT a través de MasAgro-Cultivos para México abren la posibilidad de desarrollar sistemas de combate y detección temprana o preventiva para evitar daños de alta magnitud y costos muy elevados para los agricultores.

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El cambio climático pone en riesgo la producción de cempasúchil

Campos de cempasúchil en el municipio de Magdalena Apasco, en Oaxaca, México. (Foto: Carlos Barragán/Agricultura Familiar y Agronegocios)
Campos de cempasúchil en el municipio de Magdalena Apasco, en Oaxaca, México. (Foto: Carlos Barragán/Agricultura Familiar y Agronegocios)

En México, el estado de Oaxaca se encuentra entre los 10 de mayor producción de cempasúchil (Tagetes erecta), la flor con más demanda para las celebraciones de Todos los Santos y Fieles Difuntos (1 y 2 de noviembre, respectivamente), mejor conocidas como Día de Muertos.

En consecuencia, el cempasúchil tiene un periodo de venta muy específico, así que los productores, a partir de su experiencia, han definido fechas de siembra para lograr flores de calidad a finales del mes de octubre. No obstante, en años recientes se ha detectado un incremento en la temperatura que repercute en el desarrollo y floración de esta emblemática flor mexicana. 

Sin estrategias de adaptación de los cultivos al cambio climático, las consecuencias para los productores podrían ser severas. Para el caso específico del cempasúchil, la variabilidad climática registrada da una flor de menor calidad que es castigada por el mercado con un menor precio y, en algunos, con la negación de la compra. 

El cambio climático también está haciendo necesario hacer ajustes en otros cultivos de importancia económica para Oaxaca, incluido el maíz: de acuerdo con Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) de México, en los próximos 24 años Oaxaca presentará mayor aridez en todo su territorio, afectando particularmente a los productores de temporal (actualmente más del 90% de la superficie agrícola cultivada con maíz en Oaxaca es de temporal). 

Ante la necesidad de ajustar fechas de siembra para reducir los impactos del cambio climático (y de otros fenómenos como la canícula) y aprovechar las lluvias que se presentan en el mes de septiembre en la región de Valles Centrales en Oaxaca, Agricultura Familiar y Agronegocios A.C. y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), evalúan opciones viables para los agricultores oaxaqueños. 

Ajustar fechas de siembra es un proceso complejo porque existe una serie de factores culturales que se deben considerar. En las distintas comunidades de los Valles Centrales, por ejemplo, las fechas de siembra están asociadas con festividades religiosas: las siembras del Día de la Santa Cruz (3 de mayo), las siembras de San Isidro (15 de mayo), las siembras de San Pedro (29 de junio) o las siembras de San Juan (24 de junio), por citar algunos ejemplos.  

En el proceso de tratar de entender qué factores son los que intervienen y qué tan compatibles pueden ser con la producción de maíz en un contexto de cambio climático es que se ha llegado a considerar al cempasúchil y la borla (Celosia cristata) como cultivos potencialmente útiles para desarrollar estrategias en este sentido. 

Así, de acuerdo con datos climáticos proporcionados por el CIMMYT, en el municipio oaxaqueño de Magdalena Apasco (de 2007 al 2020) se observó un incremento de dos grados en el promedio de la temperatura máxima mensual de los meses de julio a octubre, que es precisamente el periodo de siembra, desarrollo y cosecha del cempasúchil en la zona. 

Identificar estas variaciones climáticas permite explicar no solo por qué existe la percepción de más calor en la comunidad, sino que constituye el punto de partida para el desarrollo de estrategias de adaptación agronómicamente viables y culturalmente pertinentes para los productores. 

Igual que ocurre en el municipio de Magdalena Apasco, donde se han ido documentando los cambios en las actividades desarrolladas por los productores y sus efectos en el rendimiento de los cultivos, esta situación no es exclusiva de ese lugar y en diferentes zonas de México y el mundo los productores requieren alternativas de adaptación al cambio climático. 

El caso del cempasúchil muestra cómo el mercado juega un papel clave y cómo la demanda de productos de calidad en periodos específicos, así como la elección del consumidor por productos con responsabilidad social y pertinencia ecológica, pueden influir en la adaptación de sistemas de producción de maíz y en el desarrollo de sistemas agroalimentarios integrales. 

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Milpa, frutales y asociatividad

El productor Aquilino García en su parcela en Santa Catarina Tecoatl, Oaxaca, México. (Foto: Nadia Altamirano)
El productor Aquilino García en su parcela en Santa Catarina Tecoatl, Oaxaca, México. (Foto: Nadia Altamirano)

Con pendientes en contra por encontrarse en laderas, productores como Aquilino García Reyes que intercalan la milpa con los árboles frutales, han demostrado que se puede elevar la producción si se opta por prácticas sustentables.

Alejandrina García Dávila es colaboradora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) e implementa en la región de la Cañada el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, que impulsa Walmart Foundation.

Alejandrina reconoce a Aquilino como un productor que ha implementado con éxito el sistema Milpa Intercalada con Árboles Frutales, práctica estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de México (INIFAP) a partir del conocimiento tradicional y mejorada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. 

Su ejemplo ha ayudado a que otros productores se motiven a implementar este sistema porque les permite cosechar los granos básicos como maíz y fríjol, al mismo tiempo que frutales que les dan ingresos adicionales.

A los árboles de durazno, el ejote, calabaza, frijol y maíz que suele sembrar en su parcela que tiene en la ladera de un cerro, hace dos años Aquilino sumó el girasol porque ha implementado el sencillo método de curvas a nivel.

Esta práctica que implementa Aquilino y demás productores de Santa Catarina Tecóatl impide que el suelo se erosione y en vez de eso retenga agua, elevando la producción.

Los factores a favor aumentan porque dejó prácticas agrícolas que degradaban el suelo, como quemar el rastrojo que ahora utiliza como una cobertura vegetal que aporta nutrientes al suelo.

“La ingeniera (Alejandrina) nos ha apoyado, nos ha dicho cómo sembrar, nos orienta en lo qué hay que hacer, las podas y evitar la erosión de la tierra, no quemar el rastrojo que sirve como abono”, expresa Aquilino.

Sabe que por estar en laderas es preferible cosechar si la tierra cuenta con curvas a nivel porque su parcela está en una ladera con mucha inclinación.

El trabajo productivo de Aquilino se complementa con el vivero que tiene, donde comercializa árboles frutales como los que él siembra.

La colaboradora de CIMMYT se ha encargado de difundir los beneficios de utilizar el sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales, el cual estaría incompleto si no se impulsa la asociatividad.

“Al terminar de cosechar él puede vender sus productos a otras personas que los transforman y le dan el valor agregado”, un impulso para recuperar la idea de que el trabajo en el campo es redituable si se hace de manera agroecológica.