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Cambios en el clima los conducen a buscar nuevas formas de cultivar

Productores de maíz en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Productores de maíz en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

“Mi hija me convenció de poner una parcela demostrativa con tecnologías que está promoviendo el CIMMYT y Walmart Foundation. Ahí hemos tenido buenos resultados, tenemos buenos rendimientos y hay incluso plantas de maíz con dos mazorcas”, comenta el señor Andrés Porras, agricultor de Oaxaca, México. 

Andrés es uno de los agricultores que participan en el proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—. A través de esta iniciativa recibe asesoría para la implementación de prácticas de agricultura sustentable. 

Concepción, la hija de Andrés, es ingeniera agrónoma y actualmente la organización para la que trabaja está colaborando con el proyecto que impulsan el CIMMYT y Walmart Foundation. “Estamos trabajando sobre parcelas demostrativas con la intención del que el productor adquiera nuevos conocimientos, y así mismo comparta sus conocimientos con los demás productores, para su seguridad alimentaria y para tener un mejor rendimiento en sus cultivos”, menciona Concepción. 

“Normalmente en mi comunidad siembran la mayor parte de maíz en temporal, y muchos siembran el maíz criollo, pero lo siembran a la suerte, a ver si llueve o a ver si no. Yo le decía a mi papá que está bien siempre mantener nuestras semillas criollas, pero también pensar que en el futuro que va a llover menos.  Ahorita que no quiere llover, por ejemplo, hay que buscar maíces mas resistentes, más tolerantes ala sequía”, comenta Concepción. 

Así, sin abandonar el cultivo de maíces criollos, “Le dije a mi papá que hay otras variedades de maíz que han tenido buenos rendimientos. Le dije «anímese a sembrar un poco», pero mi papá siempre ponía un poquito de resistencia, hasta que lo convencí. Después, con base en los resultados, es que los productores van compadres con los vecinos, con los tíos, con otras personas a compartir la experiencia y los resultados que han en sus parcelas demostrativas”, señala Concepción. 

Para que haya buenos resultados el acompañamiento técnico constante que ofrece el proyecto ha sido fundamental. “Es una responsabilidad muy grande ir con el productor, convencerlo de que hay formas diferentes y buenas de que tenga una mejor cosecha, y siempre tratando de cuidar la salud de los productores y de su familia. Es una responsabilidad muy grande, pero también es una actividad muy bonita porque realmente nunca terminamos de aprender, vamos aprendiendo con el productor y el productor va aprendiendo con nosotros”, menciona Concepción. 

Así, mediante el acompañamiento técnico la identificación de variedades de maíz más resistentes a las nuevas condiciones climáticas ha ido acompañada también de mejores prácticas de fertilización y manejo adecuado de plagas y enfermedades, prácticas particularmente importantes para evitar pérdidas que pongan en riesgo la seguridad alimentaria de los agricultores porque, como señala el señor Andrés, “lo utilizamos para autoconsumo, aquí en la zona es realmente difícil encontrar productores que tengan superficies grande,  entonces la mayoría siembra para su consumo y muy pocas son las personas que venden el producto”. 

El proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT también contempla el impulso a la asociatividad y a los líderes comunitarios, siendo la agricultura sustentable la base para lograrlo. Como menciona Concepción, “Este proyecto nos ayuda a que nuestras comunidades sean resilientes ante todos los problemas que estamos enfrentando ahorita, como el cambio climático y las guerras”. 

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Forrajes sustentables

El productor Jerónimo Díaz de la Ciénega de Zimatlán, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
El productor Jerónimo Díaz de la Ciénega de Zimatlán, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“Hace tres o cuatro años empezamos a hacer unas plantaciones innovadoras para forraje. En invierno fue canola, grass pea [léase ‘graspi’], avena y alfalfa; se tuvieron muy buenos rendimientos, los ingenieros lo midieron, los productores no medimos, pero si nos damos cuenta del rendimiento que se tiene y lo que si les puedo decir es que fue un forraje muy bueno en cuestión de producción de leche”, comenta Jerónimo Díaz Celaya.

Jerónimo produce forraje para vacas en la Ciénega de Zimatlán, en el estado mexicano de Oaxaca. Él, como otros productores que participan en el proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´ —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, recibe asesoría para diversificar cultivos de forma sustentable. 

“La canola nada más da un corte, el grass pea igual, la avena nos da un segundo y tercer corte, y de la alfalfa yo lo que vi fue un rendimiento mayor de como normalmente la sembramos porque las raíces de los cultivos quedan en distintas profundidades, de tal forma que al secarse esas raíces se generan esos huequitos que le dan una oxigenación a la tierra y eso favorece a la planta. Por eso se veía mucho que la alfalfa crecía mas que la de las parcelas de al lado”, continúa Jerónimo, quien, entusiasta, comparte los conocimientos que ha adquirido con otros productores que se acercan a preguntarle. 

Para Jerónimo, los nuevos cultivos que ha implementado le han dado “muy buenos resultados en cuestión de producción de leche y en producción de carne y en rendimiento en forraje”. Las asesorías que ha recibido también le han ayudado a establecer “crotolaria, junto con maíz, esto fue para ensilar, fue un forraje que se mezcló porque al ser una planta gramínea con una leguminosa, pues esto le ayuda en cuestión de fertilización y se hace un mejor forraje”, explica. 

“Los ingenieros del CIMMYT fueron los que me proporcionaron las semillas y los que nos dieron las asesorías de cómo las tenía que trabajar. Ellos dieron la explicación en una parcela demostrativa y pues ya en nuestras parcelas vemos los rendimientos. Era tanto el rendimiento que parecía que no acababa de cortar el forraje de esa parcela”, comenta el productor. 

“Las semillas son buenas, están comprobadas y para mí fueron muy buenos resultados. Ahorita nos estamos poniendo de acuerdo para repetir el siguiente ciclo y medir en cuestión de producción de leche. Yo estoy en la mejor disponibilidad para que en mis terrenos los ingenieros hagan todo eso, y porque además van a estar a la vista los resultados. Yo espero que se despierte el interés y que otros productores hagan lo mismo porque esta forma de cultivar tiene muchos beneficios”, concluye Jerónimo. 

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Parcelas más diversas, comunidades más resilientes

Productor de maguey espadín en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Productor de maguey espadín en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Soy productor de maguey espadín y actualmente estamos implementando la siembra de garbanzo entre las líneas de maguey, así estamos aprovechando todo el espacio de la parcela”, comenta Claudio Salas Vázquez, productor de San Pedro Guegorexe, localidad del municipio de Ocotlán de Morelos, en Oaxaca, México. 

Aunque pareciera algo simple, esta innovación les permite a familias productoras, como la de Claudio, mejorar su nutrición y sus ingresos: “Aquí tenemos maguey ya de tres años, de dos años y un año, porque el maguey lleva sus años, pero la ventaja es que el terreno sigue produciendo, los espacios que quedan se siguen aprovechando. Este garbanzo ya pronto lo estaremos sacando y eso nos deja un reembolso económico mientras el maguey sigue creciendo”, comenta Claudio. 

Antes del maguey Claudio trabajaba la milpa, pero, como él dice, “actualmente la siembra de temporal no es tan segura como otros años. Anteriormente era segura la cosecha, pero ahora nos está perjudicando mucho mucha la falta de agua. Este año, por ejemplo, no llovió. Y muchos vecinos que sembraron maíz de la forma que siempre lo han hecho, pues se fueron a la quiebra”. 

Así, buscando alternativas para que su parcela siguiera produciendo aún ante el embate del cambio climático, Claudio decidió dedicarse de lleno al cultivo del maguey en 2019. Lamentablemente, las cosas no empezaron del todo bien. 

“Estoy trabajando con este grupo de productores desde hace un año. El señor Claudio tenía magueyes muy enfermos, con problemas para la producción de hojas y penca. Parte del problema es que los productores aquí siembran maguey porque lo aprendieron de sus papás, sus abuelos, pero no le dan un manejo como se le tiene que dar ahora por la evolución de plagas y enfermedades y también por el mercado que ahora exige piñas con características muy específicas”, apunta Yashim Reyes Castañón, quien le brinda acompañamiento técnico al señor Claudio. 

Yashim forma parte del equipo técnico que impulsa el proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“Este proyecto busca hacer que los productores y sus comunidades sean más resilientes ante los cambios sociales, económicos y ambientales que se van presentado. Los apoyamos para que diversifiquen sus cultivos, para que se asocien, para que tengan más opciones de nutrición para ellos y sus familias, y cuidando los recursos naturales para que tengan algo que heredarle a las futuras generaciones y no les entreguen tierras erosionadas, sino suelos productivos”, menciona Yashim.

Así, para Claudio y su familia el cultivo de maguey intercalado con garbanzo ha sido una innovación favorable porque el garbanzo “controla la maleza y apoya al maguey en su crecimiento, le deja nutrientes al terreno. Ya son dos años que yo le estoy metiendo garbanzo y un poco de frijol delgado y sí me ha dejado un poco más de ganancia. Ahora que el garbanzo ya tenga la semilla, que esté verde, en la familia tomamos la determinación de tostarlo en el comal y venderlo, y es así como le sacamos un poquito más de ganancia”. 

“En la zona normalmente ven al garbanzo como un cultivo que no necesita nada porque crece con la humedad residual y se va manteniendo con rocío, pero si aumentamos el rendimiento aumentamos sus ingresos y por eso, a partir de los diagnósticos que hicimos, vimos que era viable aprovechar más el terreno y darle un manejo diferente al cultivo para incrementar el rendimiento”, puntualiza Yashim. 

Para Claudio lo más importante es que su tierra sigue siendo productiva porque “sí hay muchos compañeros que optan por irse a Estados Unidos o buscar otros trabajos porque piensan que el campo ya no es opción”, comenta el productor, resaltando uno de los aspectos más relevantes del proyecto que, en voz de Yashim, es que “todas estas opciones para hacer más productivas las parcelas ayudan a una mayor resiliencia y, como en el caso de esta localidad, pueden ayudar a disminuir los índices de migración”.

Además de la diversificación de cultivos, el proyecto promueve soluciones poscosecha, capacitación en materia de asociatividad y fomento al liderazgo comunitario. La idea central es que las comunidades se apropien del conocimiento y lo usen a su favor: “Yo me he dado cuenta de que, con el apoyo de la ciencia a través de este proyecto, hemos encontrado soluciones. Hemos tenido éxito. Sí hay dificultades, pero con el apoyo de los especialistas yo en lo personal he encontrado un poco de alivio a mis preocupaciones”, finaliza Claudio. 

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Productoras innovadoras están incrementando la seguridad alimentaria de sus comunidades

Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Yo trabajo el maíz y el frijol. Anteriormente solo lo guardamos en botes, pero actualmente aprendimos a guardarlos en bolsa hermética o en el silo metálico hermético, para que no se echen a perder”, relata Luisa Chonteco, una agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

Cargando a su hijo pequeño con un rebozo, Luisa toma asiento para escuchar con atención una nueva capacitación en manejo poscosecha impartida por técnicos de Ricinomex, un colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Oaxaca que además impulsa el comercio justo. 

Este tipo de capacitaciones le han permitido a Luisa mejorar la alimentación de su familia, comenta. Como ella, muchas mujeres en el medio rural cultivan, preparan y distribuyen los alimentos. En muchos sentidos, el trabajo de las mujeres en el campo alimenta a las familias, a las comunidades y al mundo. No obstante, con frecuencia su trabajo encuentra poco reconocimiento y apoyo y, como consecuencia, suelen obtener menos ingresos y experimentar una mayor inseguridad alimentaria.

De acuerdo con las Naciones Unidas, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, incluida la tierra y el agua, podrían aumentar notablemente los rendimientos de sus parcelas, contribuyendo a reducir la hambruna en el mundo entre 12 y 17 %.

En este sentido, y considerando que el conocimiento es uno de esos valiosos recursos que puede transformar el papel de la mujer en el medio rural, Walmart Foundation y el CIMMYT impulsan el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, a través del cual se promueve la agricultura sustentable, las buenas prácticas poscosecha, la asociatividad y los liderazgos comunitarios, particularmente el de las mujeres. 

“Nosotras somos parte de este proyecto y con las capacitaciones estamos mejorando la calidad del maíz. Lo mejoramos preparando la tierra como debe ser, dejando el rastrojo para abono. A mi parecer es mejor porque no lleva químicos”, comenta Plácida Flaviana López, otra de las productoras que participa en el proyecto. 

“Cuando ya juntamos el maíz lo vendemos, anteriormente lo vendíamos muy barato, ahora con lo que nos han enseñado invertimos menos y lo damos a mejor precio. La verdad es que han crecido nuestros ingresos, hemos avanzado y por eso yo le platico a la gente de mi comunidad de lo que aprendemos y pues mis conocidos me están haciendo caso”, menciona Plácida, quien enfatiza que “las mujeres somos muy importantes y por eso es bueno que nos estén enseñando a nosotras todos esos procesos”. 

En un contexto donde las desventajas en materia de educación, formal o informal, se traducen en falta de capacitación y, por tanto, en falta de oportunidades para acceder a mejores condiciones de vida, el empoderamiento de las mujeres y niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo rural, particularmente en lo relacionado con la seguridad alimentaria: “Estas semillas de maíz y de frijol significan mucho para mi porque son las que nos alimentan a diario y almacenando así no se pica ni el frijol ni el maíz”, comenta Reyna Jiménez, otra productora que participa en el proyecto.

Para Reyna, el aprendizaje de prácticas y tecnologías sustentables es fundamental para las nuevas generaciones: “Lo que yo hago es un beneficio para dejárselo a mi hijo, para que el aprenda a cultivar las cosas del campo y que todo sea más sano. Todas las mamás deberíamos cultivar en el campo y explicarles a nuestros hijos cómo guardar el maíz para que no estemos usando tantos químicos, por eso me gustaría invitar a todas las mujeres de la comunidad para que ellas también aprendan esto”.

El Día Internacional de la Mujer 2023 (8 de marzo) es una oportunidad para que las organizaciones y los individuos revisen críticamente cómo se pueden utilizar las innovaciones y tecnologías para lograr la igualdad de género. Desde el CIMMYT, centro de investigación perteneciente al CGIAR, se impulsan proyectos con un importante componente de género, como este y otros desarrollados en conjunto con diversos colaboradores y socios, donde se busca que la ciencia contribuya a cerrar las brechas de género en el campo.

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Digestibilidad de forrajes

Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Uno de los aspectos que suele limitar la productividad en los sistemas agropecuarios en zonas como la Mixteca de Oaxaca es la falta de información sobre aspectos básicos referentes a la nutrición del ganado. Por ejemplo, si se desconoce la proporción de nutrientes que incorpora o asimila efectivamente el ganado cuando consume forrajes —es decir, la digestibilidad de los forrajes—, es posible que los productores carezcan de elementos para seleccionar los forrajes más adecuados o los mejores momentos para proporcionárselos.

La digestibilidad, en términos generales, representa el porcentaje de alimentos que el animal consume, pero que no elimina; en otras palabras, es una forma de medir el aprovechamiento de un alimento y de estimar la energía disponible que tiene. Entre los factores que afectan la digestibilidad de los forrajes están el estado de madurez de las plantas, el nivel de procesamiento y la composición química, aspecto que además está relacionado con el valor nutricional del forraje.

Otro aspecto importante a considerar es la propia naturaleza del ganado. Los rumiantes (bovinos, ovinos y caprinos), en particular, se caracterizan por tener un estómago con cuatro divisiones que, a diferencia de otros mamíferos, les permiten aprovechar más las plantas que comen, por lo que su alimentación está basada forrajes. 

A través del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— se han desarrollado diversas actividades de investigación y capacitación para hacer sostenibles a los sistemas agropecuarios. Varios de estos esfuerzos han estado relacionados con los forrajes. 

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. En este sentido, la productividad referente al ganado también es de particular atención para la iniciativa y por ello se han desarrollado diversos materiales, como la infografía Digestibilidad de Forrajes que se presenta a continuación y que esperamos les sea de utilidad. 

 

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Aprendizajes que se comparten en comunidad

Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Muchos pequeños agricultores del sur y sureste de México enfrentan numerosas dificultades para lograr una producción suficiente para cubrir las necesidades de consumo de sus familias o lograr algunos excedentes para vender. Lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, suelos erosionados, altos costos de insumos son algunas de esas dificultades, pero incluso una vez lograda la cosecha los retos continúan y en muchas zonas las pérdidas poscosecha pueden llegar a ser de hasta 40 %. 

Para brindar a estos productores herramientas y conocimientos que les permitan lograr una mejor producción y contribuir a una mayor resiliencia comunitaria, el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— imparte diversos talleres en materia de diversificación de cultivos, almacenamiento adecuado de granos y semillas, asociatividad y otros. 

Tomamos un taller de conservación de semillas para almacenarlas con tecnologías herméticas para que así que no se nos echen a perder por las plagas, y también para mantenerlas de una manera que no nos dañen la salud, porque a lo largo de los años las hemos conservado con productos químicos, y con el paso de los años esos productos nos pueden acarrear alguna enfermedad”, comenta Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

“Estas capacitaciones nos las han dado dos o tres veces por temporada. Para mí esto es muy bueno y es importante. Esta de cómo almacenar adecuadamente las semillas, por ejemplo, es bueno darlo a conocer y nosotros llevarlo a nuestra localidad para que allá sepan cómo se hace y que se haga bien por el bien de todos, que se riegue más la información”, señala Maximino pensando en un sentido de comunidad.  

“De esta forma en que ahora se van a almacenar las semillas —en silos metálicos herméticos y bolsas plásticas herméticas— va a haber más seguridad de tenerla disponible, también nos va a rendir más ya no se nos va a echar a perder y así más personas, si no tienen semilla, pueden sembrar y así podemos hacer más grande nuestra siembra o el mercado”, comenta Maximino.

Como ejemplo de los diversos aprendizajes que el productor ha obtenido, Maximino señala un cúmulo de residuos agrícolas y comenta: “Esta es la vaina, o el residuo que queda una vez que se le quita el frijol, pero a la vez es fertilizante. Este tipo de abonos los reincorporamos al terreno porque son de gran utilidad. Nos han dicho los ingenieros  que también contiene mucho nitrógeno para el terreno. Lo hemos comprobado porque, por ejemplo, donde se cosecha este año frijol, el siguiente año el maíz se da muy bien y prácticamente sin fertilizante”. 

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Agricultura y ganadería, binomio sustentable en la Mixteca de Oaxaca

Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

Cada que el equipo técnico del proyecto CLCA invita a algún productor a sumarse a dicho proyecto —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, trata de demostrarle cómo la agricultura y la ganadería pueden convivir sin impactar negativamente en la fertilidad del suelo.

Adaptar los sistemas de producción a las condiciones actuales de cambio climático es uno de los principales objetivos del acompañamiento técnico que brinda el proyecto.

“En Oaxaca, a través del trabajo con el CIMMYT y CLCA estamos tratando de hacer que la agricultura y la ganadería, y la fertilidad del suelo, no estén peleadas, sino integradas y podamos generar alimentos sanos y suficientes para las familias”, asegura Carlos Barragán, quien forma parte del equipo técnico que promueve CLCA.

Antes de dejarse guiar por los técnicos del proyecto CLCA, Félix Betanzos Benítez ya intentaba intercalar haba y alverjón con la siembra del maíz, pero ahora suma el trigo, la avena y el ebo, cultivos de los que procura obtener su propia semilla para reducir gastos.

“Es un beneficio para nosotros porque así se alimentan nuestros animales” y “estamos guardando un poquito de ebo, un poquito de semilla de avena para la próxima temporada que viene para seguir teniendo pastura para que crezca el ganado”.

Así como Félix, Anselmo Ramírez, un productor de San Marcos Monte de León, también se convenció de los beneficios de mantener cubierto el suelo de su parcela la mayor parte del año y de que se puede producir maíz y forrajes al mismo tiempo.

El suelo de Alselmo ha sido degradado por la erosión, por eso tomó el consejo de cubrirlo con rastrojos de la cosecha anterior y moverlo lo menos posible. De cada cosecha que logra Anselmo con agua de temporal “sale para los animales y para uno, para comer” porque “donde dejo el rastrojo no meto a los animales para que no lo acaben y así poco a poco el rastrojo se va pudriendo y nutriendo al suelo”.

Además de reducir gastos, Anselmo ha descubierto que es más práctico sembrar en la misma parcela maíz y otros cultivos como avena, ebo, canola y triticale, semilla que le otorgó Fondo para la Paz, una organización que se sumó a la implementación del proyecto de CLCA en la Mixteca de Oaxaca. 

Óscar Mejía, supervisor de esa organización puede contabilizar en números las mejoras en rendimientos que la parcela de Anselmo ha alcanzado al implementar la agricultura de conservación y la introducción de forrajes en al menos el 80 % de los módulos y áreas de extensión donde se implementa el proyecto de CLCA.

“Con agricultura convencional —con movimientos excesivos del suelo y sin cubrirlo con rastrojos— en promedio se consiguen entre 600 y 800 kilos de maíz, pero con la agricultura de conservación hemos registrado que esa cantidad se eleva a 1,2 o hasta 2,2 toneladas, así que dejar el rastrojo, no mover el suelo y rotar cultivos nos ha permitido que incrementemos hasta en un 40 % los rendimientos, tanto de maíz como en nuevos cultivos alternativos para la parte pecuaria”, resalta Óscar.

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Ventajas de diversificar cultivos

Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Actualmente en los Valles Centrales de Oaxaca, en México, el cultivo de maíz es la opción número uno para establecer bajo condiciones de temporal. Sin embargo, existen otros cultivos que se adaptan a sus condiciones agroclimáticas y no se han tomado en cuenta para la diversificación de cultivos, muchas veces porque se desconoce si estos también pudieran diversificar los ingresos del productor en caso de existir mercado y buen precio de compra.

Uno de esos cultivos alternativos que se adaptan bien a la zona es la higuerilla (Ricinus communis). De hecho, entre 1940 y 1980 la región de Valles Centrales del estado de Oaxaca destacó por ser una buena productora de semilla de esta planta oleaginosa —cuya importancia económica deriva del hecho que de ella se obtiene el aceite de ricino, con muchos usos farmacéuticos e industriales—. Después de ese periodo, sin embargo, la demanda de higuerilla disminuyó, por lo que las localidades de Valles Centrales, como la Ciénega de Zimatlán, dejaron de producirla. 

Actualmente, en los Valles Centrales se ha revitalizado la cadena de valor de la higuerilla gracias a empresas jóvenes como Ricinomex que están apostando por la diversificación de cultivos mediante la producción sustentable tanto de higuerilla para la elaboración del aceite de ricino, como de maíces nativos para la elaboración de productos innovadores como el whisky.

Ya que muchas veces la higuerilla —también conocida como tártago o grillal— es vista como una maleza que debe eliminarse de las parcelas, técnicos de Ricinomex, en colaboración con el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han establecido parcelas demostrativas o módulos de innovación junto con productores que deciden diversificar cultivos de forma sustentable.   

En la parcela de don “Rafa”, por ejemplo, se estableció un híbrido de higuerilla y también crotalaria (Crotalaria juncea), que es una leguminosa que sirve como abono verde y forraje. Don “Rafa” asegura que “en esos terrenos crecían unos buenos grillales criollos” y recuerda ir a pizcar con su papá cuando la temporada de cosecha de la higuerilla llegaba.

Después del corte de racimos don “Rafa” ha comprobado que la producción de higuerilla es una buena opción para la zona. Actualmente en su parcela se realizan ensayos para determinar las mejores alternativas de fertilización, así como el efecto de la crotalaria, la cual, a la fecha, ha mostrado un buen crecimiento y desarrollo en suelos franco arenosos y los animales de traspatio la han aceptado bien como forraje, de manera que se busca incrementar la superficie de siembra en ciclos próximos.

Con esta innovación se está generando un aporte considerable de residuos vegetales, mismos que sirven de material de cobertura pues, durante el ciclo de cultivo de la oleaginosa, el follaje viejo queda en la parcela. Este abono verde contribuye además en la fijación biológica de nitrógeno y es un excelente forraje, brindando hospedaje a insectos benéficos, ayudando en el control malezas —por efecto de cobertura— y reduciendo la presencia de nematodos, un tipo de gusanos que pueden ser perjudiciales para los cultivos. 

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Forraje y grano en la misma superficie

Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que a mayor movimiento de la tierra en una parcela la fertilidad y la humedad se pierden, pero una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que afecten la estructura del suelo que cultiva, como el barbecho con tractor, aunque esto le implique disminuir sus ingresos por la renta de la maquinaria que posee en San Francisco Chindúa, en la Mixteca de Oaxaca, México.

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo y, a principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz que espera crezca con el temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar —pasar la yunta con el arado por dónde ya se pasó cuando se labró— porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Si barbecha una parcela —voltear una capa de suelo de 30 centímetros—, Mario cobra por la renta de su tractor y su mano de obra de 800 a mil pesos, aunque todavía faltaría una rastra —para mover una capa de suelo de 10 centímetros— antes de hacer los surcos.

“Antes hacía ambas cosas e incluso dos rastras para que quedara molida la tierra”, pero Mario ha comprobado que si deja el rastrojo o los residuos de la cosecha anterior “se mantiene más la humedad, pero la gente se aferra, cuando está húmedo, la tierra se pega mucho en los discos del tractor, por eso siguen prefiriendo echar lumbre”, sin comprender que esa práctica solo demerita la capacidad de la tierra de producir alimento.

Desde hace siete años Mario ha visto que el temporal en la Mixteca “se ha retrasado, porque llueve muy poco”, un cambio muy radical de clima en todo el mundo por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, es decir, con movimientos excesivos del suelo que afectan su estructura y sus funciones. 

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT) que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario han dejado de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

El proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores— promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

“Estamos utilizando diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservarlo y mantener o mejorar la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Para ello estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”, explica Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y usar abonos orgánicos que ellos mismos realizan son parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

Con este tipo de prácticas, el potencial productivo de los suelos agrícolas se puede incrementar considerablemente.Tan solo en el distrito de Nochixtlán, al que pertenece San Francisco Chindúa, suman 15 mil 790 hectáreas cultivables con maíz en las que se puede diversificar la siembra para hacer más rentable esta actividad y reducir el impacto al medio ambiente.

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Aumenta uso de tecnologías herméticas poscosecha en Oaxaca

Productor de San Pedro Ixcatlán almacena grano de café en bolsa plástica hermética. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)
Productor de San Pedro Ixcatlán almacena grano de café en bolsa plástica hermética. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)

Las pérdidas poscosecha en México se estiman en alrededor de 25 % en promedio, pero suelen ser mayores en regiones tropicales dónde la temperatura y la humedad favorecen la proliferación de insectos y hongos, dejando más propensos a los granos que se almacenan de manera incorrecta.

Las tecnologías herméticas poscosecha permiten contrarrestar las pérdidas durante el almacenamiento y son efectivas ya que mantienen la calidad de los granos. Una tecnología hermética la podemos definir como un contenedor que se sella para crear una atmósfera modificada en su interior, es decir que la ausencia de oxígeno permite controlar las plagas”, menciona Omar Francisco Sánchez Ríos, técnico certificado en agricultura sustentable quien colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas sustentables en Oaxaca, México. 

Las tecnologías herméticas poscosecha, particularmente el silo metálico hermético y la bolsa plástica hermética, son tecnologías que funcionan a través del principio de hermeticidad (ausencia de oxigeno). 

“Es importante que los productores conozcan el funcionamiento de este principio y, por eso, a través de diversos proyectos que impulsan el CIMMYT y sus colaboradores hemos brindado capacitación a productores de maíz de distintas comunidades. La intención es que los productores identifiquen qué recipientes cumplen con esta característica para evitar el uso de productos químicos y tener granos sanos, libres de plaguicidas”, comenta Katy Guadalupe Gutiérrez López, técnica certificada en agricultura sustentable quien brinda acompañamiento técnico a los agricultores del municipio oaxaqueño de San Pedro Pochutla. 

Como en Pochutla, técnicos de Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja —organización que colabora con el CIMMYT en Oaxaca— promueven en San Pedro Ixcatlán y San José Tenango el uso de tecnologías herméticas poscosecha: “con estas tecnologías es posible conservar la semilla de un ciclo agrícola a otro minimizando el uso de plaguicidas. Así, los productores tienen la posibilidad de ofrecer sus productos con mayor valor por kilogramo, mejorando las condiciones de comercialización”. 

“En las regiones del Papaloapan y Cañada hemos trabajado con productores de maíz quienes, aparte de este cultivo, producen café y cacao, granos con los que también se han estado utilizando las bolsas plásticas herméticas con buenos resultados. Con estas tecnologías se ha reducido sustancialmente la pérdida de granos por plagas y enfermedades, así que es importante seguirlas promoviendo”, finalizan los especialistas.