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Con Agricultura de Conservación mejoran sus fechas de siembra

Juan Enrique Habermann Gastélum es un agricultor sinaloense reconocido en la zona de Culiacán por su producción de frijol ejotero. Desde hace cuatro años ha adaptado su sistema de producción de frijol ejotero en el ciclo otoño-invierno para compartirlo con maíz blanco en primavera-verano bajo el sistema de Agricultura de Conservación.

“Inmediatamente acabando el cultivo del ejote entramos con sembradoras con disco cortador enfrente; siembra directa totalmente. No se hace ningún movimiento y así tenemos un ahorro significativo. Además, ganamos mucho tiempo porque antes teníamos que sacar la manguera, rastrear, volver a marcar, etcétera. También estamos dejando el rastrojo que es muy importante, porque año con año va incrementando el porcentaje de la materia orgánica en el terreno; ayuda a controlar malezas también”, comenta Juan Enrique refiriéndose a la Agricultura de Conservación que ha implementado.

Además de que reduce los costos de preparación del terreno y evita la extracción e instalación de las cintas de riego (riego por goteo) al sembrar directo, la Agricultura de Conservación le ha permitido a Juan Enrique optimizar la fecha de siembra para el cultivo de maíz y obtener rendimientos más altos mejorando las condiciones del suelo: “hemos tenido rendimientos superiores al promedio de otros años y podemos tener cultivos dentro del ciclo otoño-invierno”, comenta. 

Como comenta el productor Juan Enrique Habermann, el uso de la maquinaria adecuada es muy útil para implementar la Agricultura de Conservación; sin embargo, también es posible hacer adapataciones para aprovechar la maquinaria con la que ya se cuenta. Ese es el caso de José Antonio Hernández, un agricultor pionero en la Agricultura de Conservación en Angostura quien, bajo el lema “cada quien puede adaptar sus propios fierros”, ha hecho modificaciones muy simples y económicas a la maquinaria convencional que posee y así realizar las prácticas de la Agricultura de Conservación. 

Para José Antonio, “Pepe” Hernández como es conocido, no hay necesidad de comprar maquinaria nueva o equipo especializado para cultivar de forma sustentable. Dentro de sus logros comparte que tiene un lote con 14 cultivos consecutivos en Agricultura de Conservación, en los cuales cultiva sorgo y garbanzo, pero mayoritariamente maíz, cultivo en el que sus rendimientos han aumentado de 10 a 14 toneladas por hectárea. 

Ya sea con maquinaria especializada o adaptando la disponible, estos dos productores sinaloenses quienes colaboran con el Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) son un ejemplo de que con prácticas sustentables es posible transitar hacia una agricultura de alta productividad sostenible ambientalmente. 

https://www.youtube.com/watch?v=EQGRXL8Z3I4

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Sensores ópticos, aliados del medioambiente y del bolsillo

Sinaloa es el principal productor de maíz a nivel nacional; sin embargo, bajo condiciones intensivas, la agricultura del estado demanda una gran cantidad de insumos agrícolas (agroquímicos), predominantemente fertilizantes nitrogenados que contribuyen a la degradación ambiental por su uso excesivo, aumentan los costos de producción y ocasionan una disminución significativa de la rentabilidad. 

Las pérdidas de nutrientes de las plantas hacia el ambiente son preocupantes. Estas se originan a través de la lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— hacia aguas subterráneas y las emisiones a la atmósfera. Además, los nutrientes aplicados a los cultivos y no utilizados constituyen una pérdida financiera para el agricultor y una considerable pérdida económica en el ámbito nacional.

Una de las alternativas para hacer más eficientes las adiciones de nitrógeno es el uso de sensores ópticos. Con ellos, se puede calcular el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés) —que es una estimación del “verdor” de las plantas, es decir, de su actividad fotosintética y su estado de nutrición— y así determinar el requerimiento de fertilizante nitrogenado más adecuado.

Si bien esta tecnología ya se trabaja en algunas zonas de Sinaloa, no hay referencia de la calibración de sensores específicamente para el Valle de Culiacán, de tal manera que mediante la colaboración de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la plataforma de investigación de Culiacán —ubicada en los terrenos de la Facultad de Agronomía de la UAS— se trabaja para lograr este propósito. 

Recientemente en parcelas con distintas dosis de nitrógeno —de 0 hasta 350 kg por hectárea— e híbridos de maíz amarillo (DK 1050 y P3201) y blanco (DK 4050 y P 3289) —ocho tratamientos con tres repeticiones cada uno—, se tomaron lecturas con el sensor GreenSeeker® en distintas etapas de crecimiento de las plantas —desde V4 hasta la etapa reproductiva VT, o espigamiento—, se observó su población y su rendimiento.

El objetivo de este estudio es analizar todos los datos que surjan y elaborar un modelo matemático que permita generar recomendaciones de fertilización nitrogenada adecuadas y específicas para los agricultores del Valle de Culiacán. Aunque actualmente se plantea continuar con los ensayos para acumular más datos y desarrollar una mejor calibración del sensor óptico, el estudio ha arrojado datos de utilidad para los productores de la zona. 

Estadísticamente las dosis que oscilan entre los 250, 300 y 350 kilogramos de  nitrógeno por hectárea (kg N/ha) no presentaron diferencias significativas en el rendimiento de grano, aunque el tratamiento con 300 kg N/ha registró el mayor rendimiento en general para los cuatro híbridos evaluados —para el resto de los tratamientos se observaron diferencias significativas conforme disminuyó la dosis de nitrógeno—. 

Con relación al rendimiento de grano se observó que el maíz amarillo DK 1050 obtuvo el mayor rendimiento. Su comportanmiento fue estadísticamente significativo en la mayoría de los tratamientos con diferentes niveles de nitrógeno —incluso en los tratamientos con 0 y 50 Kg N/ha su rendimiento fue aceptable y superior al resto de los materiales (figura 1)—. No obstante, en términos generales, los híbridos amarillos y blancos presentaron comportamientos muy similares, esto significa que se pueden usar los sensores ópticos para lograr una mejor eficiencia en el uso del nitrógeno en ambos maíces sin necesidad de realizar un modelo matemático específico para cada uno.

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Figura 1. Rendimiento de grano obtenido en los diferentes tratamientos e híbridos evaluados

 

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La agricultura del sur de Sonora, pilar de la alimentación en el futuro

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), si las tendencias poblacionales continúan como hasta ahora, hacia el año 2050 se necesitarían casi tres planetas Tierra para mantener el estilo de vida de las sociedades contemporáneas. La presión sobre los sistemas agroalimentarios es tal, que en los próximos 10 años será necesario duplicar la productividad agrícola, hacerlo además con cada vez menos recursos naturales disponibles.

Un estudio del Departamento de Ciencias Geográficas de la Universidad de Maryland, (d’Amour, C. B., et. al., 2017), señala que para el año 2030 las áreas urbanas en expansión absorberán casi 300 mil kilómetros cuadrados  de tierras de cultivo fértiles en el mundo —lo que equivale a cerca de la superficie de Chihuahua y Campeche juntos—, siendo probable que esta pérdida vaya acompañada de otros riesgos de sostenibilidad.

Así, la expansión urbana pone en riesgo los medios de vida de muchas comunidades, particularmente las rurales, pues disminuye la probabilidad de que la agricultura familiar y a pequeña escala pueda mantenerse como la principal generadora de los alimentos que se consumen en el mundo en desarrollo —las tierras de cultivo de pequeñas extensiones atomizadas son más susceptibles de ser consumidas por la urbanización—. 

Las grandes áreas agrícolas de alta productividad serán, en este escenario, auténticos oasis agrícolas y pilares de la alimentación mundial, por lo que desde ahora se ven obligadas a reconfigurar desde sus sistemas de producción hasta su conformación socioorganizativa. 

En México, el sur de Sonora destaca como una de esas grandes áreas agrícolas de alta productividad. Para impulsar su camino hacia la sustentabilidad —que le permita afianzarse como uno de los pilares agrícolas ante los cambios poblacionales y la variabilidad climática—, el Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), promueven prácticas de Agricultura Sustentable cuyos resultados muestran que una agricultura rentable y sustentable sí es posible. 

Por mucho tiempo la agricultura del sur de Sonora ha sido tomada como ejemplo de alto desarrollo agrícola, pero la explotación intensiva de sus suelos ha tenido un costo y hoy se refleja en su erosión que, sumada a los bajos precios de los granos y los altos costos de producción, hace que la rentabilidad para el productor sea cada más baja, limitando los recursos que debería destinar a la rehabilitación y mejora de sus suelos. 

En este contexto, muchos agricultores del sur de Sonora se siguen limitando a producir granos bajo los esquemas convencionales —con laboreo excesivo y fertilización sintética que dañan la estructura de los suelos, haciéndolos menos productivos—, pero también son cada vez más los productores que adoptan prácticas sustentables en su búsqueda de alternativas para hacer más rentable su actividad y, también, obligados por las fuertes limitaciones en la disponibilidad del agua de riego actuales.

Los productores del Valle del Yaqui y Valle del Mayo —quienes cultivan maíz, trigo, frijol, sorgo, cártamo, soya, girasol, hortalizas, algodón y ajonjolí—, por ejemplo, han practicado una agricultura convencional por muchos años, con buenos resultados, pero los altos costos de insumos como diésel, fertilizantes, semillas, insecticidas, herbicidas, fungicidas y agua, han impactado fuertemente en sus ingresos y sus perspectivas de crecimiento.

Junto con varios de estos productores, el PIEAES y el CIMMYT han trabajado en plataformas de investigación y han instalado módulos y áreas de extensión con prácticas de Agricultura Sustentable. Los resultados que se han reportado son muy satisfactorios: si bien los rendimientos promedio obtenidos no son muy diferentes de los que se obtienen de forma convencional —con 6.8 a 7.8 toneladas por hectárea en el cultivo de trigo, por ejemplo—, los ahorros promedio son de $2,800 a $3,000 por hectárea.

Además de la considerable disminución de los costos por concepto de laboreo, consumo de agua y operación, esta Agricultura Sustentable que se desarrolla en el sur de Sonora tiene otros beneficios ambientales que también se reflejan en la calidad de los alimentos producidos. Por todo esto, varios productores del sur de Sonora ya han adquirido maquinaria especializada para Agricultura de Conservación y otros han adaptado la que ya tienen.

Aunque aún falta mucho por hacer, los cimientos para hacer de la agricultura del sur de Sonora uno de los pilares de la alimentación del futuro están puestos. Si más productores adoptan prácticas sustentables, entonces muy probablemente la zona destaque no solo por su alta productividad, sino también por sus aportaciones medioambientales. 

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Alimentar a México es una satisfacción

Vicente Quintero Gil es un productor del valle agrícola de Recoveco, en Mocorito, Sinaloa, quien participa en el Programa de Abastecimiento Responsable en México —impulsado por la Compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, a través del cual se promueve la producción sustentable de maíz amarillo.

La agricultura es parte de su herencia familiar. Con el conocimiento y la experiencia que ha acumulado al trabajar en el surco día con día, Quintero Gil indica que estableció maíz amarillo que, una vez cosechado, es acopiapo por la empresa sinaloense Grupo SACSA, la cual participa en el programa como transformador del grit (materia prima). Este es el primer paso para elaborar el cereal de hojuela de maíz. 

La ventaja de participar en el programa, comenta el productor, “ha sido el valor agregado que la empresa otorga por producir de forma sustentable y que alcanza los $300 por tonelada”. Además, las prácticas sustentables a las que se refiere Vicente —las cuales ha implementado de la mano del CIMMYT— le permiten disminuir costos, sin afectar el rendimiento. 

Al minimizar el movimiento del suelo y protegerlo con los residuos de la cosecha anterior se mejora el suelo y se disminuyen costos de producción: “la labranza ha disminuido en el sentido que dejamos de usar las rastras, como comúnmente las conocemos, ahora solo nos dedicamos a incorporar el rastrojo una vez que cosechas, y ya nada más remarcamos la surquería sin necesidad de borrarla”, comenta Vicente. 

Además, las prácticas sustentables que el productor ha implementado le han permitido lograr buenos rendimientos y mitigar la escasez de agua: “los rendimientos en maíz amarillo son similares a los del maíz blanco, esto ha sido posible gracias al manejo que se la ha dado a la parcela; se ha logrado incluso disminuir la cantidad de riegos, una necesidad ante las pasadas épocas de sequía”. 

Asimismo, el productor destaca que “al participar en el programa se evitan las complicaciones de comercializar la cosecha, pues ya se cuenta con un precio pactado y diversos incentivos otorgado por la empresa. Además, el CIMMYT nos han apoyado en el área técnica. Su participación es importante para esta labor que estamos logrando como es el desarrollo sustentable; es una institución que nos ha apoyado bastante”. 

Finalmente, Vicente Quintero habla sobre lo que para él significa formar parte de un proyecto que valora la producción sustentable de maíz amarillo el cual es transformado en cereal para consumo humano: “es una satisfacción y un gusto para mi porque como agricultor estoy contribuyendo a la labor de Kellogg y el CIMMYT para promover la producción de alimentos sanos que también benefician al mismo agricultor”. 

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Agricultores apuestan por la ciencia para elevar su rentabilidad

Ahome, Sin.- La agricultura en Ahome, Sinaloa, es una de las más relevantes a nivel estatal y nacional. Sin embargo, existen diversos problemas para los productores de esta zona, como el alto uso de insumos (semillas, fertilizantes y agroquímicos), los elevados costos de producción, el alto consumo de agua, la incertidumbre del mercado y la resistencia hacia la Agricultura Sustentable.

Para impulsar las buenas prácticas agrícolas que permitan solucionar estos problemas, preservar los suelos, hacer uso eficiente del agua y generar productos que cumplan con estándares de calidad que demanda el mercado, la plataforma de investigación de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS) —instalada en 2014 en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— evalúa diversas prácticas agrícolas a fin de que los productores locales adopten las más adecuadas y sustentables. 

Para los productores de la AARFS es indispensable contar con alternativas de producción que sean sustentables ambientalmente, pero también que les permitan ser rentables y lograr una producción de calidad. Para este propósito, actualmente en la plataforma de investigación se validan prácticas como la Agricultura de Conservación (contrastándola con la labranza convencional de la región), la programación y gestión del riego (a través de un software especializado), la siembra en hileras, el control biológico de plagas y la optimización de la fertilización nitrogenada mediante el uso de sensores ópticos. 

Con respecto a los rendimientos con labranza convencional (caracterizada por movimientos excesivos del suelo) y Agricultura de Conservación (para la que el mínimo movimiento del suelo y la cobertura con residuos agrícolas son componentes básicos), estos han sido similares en varios ciclos agrícolas. La diferencia principal está en que la Agricultura de Conservación permite reducir los costos de producción debido al menor laboreo del suelo. Como ejemplo, en el ciclo otoño-invierno 2018-2019 el ahorro fue de casi $4,000 por hectárea con Agricultura de Conservación.

Para los productores de la AARFS, otra ventaja de la Agricultura de Conservación (además de producir lo mismo a menores costos) es que constituye un importante vehículo para preservar y enriquecer la capacidad productiva de los suelos, así como para reducir las emisiones de gases contaminantes (por el menor número de pasos de maquinaria). En este sentido, la Agricultura de Conservación ha despertado interés en la comunidad agrícola regional, de tal forma que ya se ha adoptando en aproximadamente 1,000 hectáreas.

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Más rentabilidad y menos impacto ambiental con sensores ópticos

Sinaloa.- Hace ocho años la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) establecieron una plataforma de investigación con la finalidad de que el conocimiento científico allí generado se difunda entre los productores y así puedan tomar decisiones apropiadas con respecto a sus cultivos.

La plataforma de investigación permite que los productores adopten innovaciones agrícolas con mayor confianza y rapidez, ya que pueden observar los resultados directamente en la plataforma, ahorrando tiempo y dinero en el proceso de adopción de prácticas sustentables.

Entre las tecnologías que recientemente se han validado y promovido en la plataforma de investigación está el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada. Esta tecnología, al igual que la Agricultura de Conservación que ya se maneja, se ha estudiado y validado no solo para obtener mayores utilidades, sino para minimizar el impacto ambiental.

Debido a diversos factores, una importante cantidad de fertilizantes nitrogenados se pierde durante su aplicación (se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18%), potenciando el riesgo de contaminación ambiental, sobre todo de cuerpos de agua.

¿Es posible reducir el uso de fertilizantes nitrogenados sin que se afecte el rendimiento? En la plataforma de investigación los resultados de diversos estudios indican que con el uso del sensor GreenSeeker® es posible ahorrar entre 150 y 180 unidades de nitrógeno (equivalente a ahorrar un poco más de $3,000 por hectárea) sin afectar los rendimientos.

Junto con el uso de sensores ópticos, la Agricultura de Conservación (sistema de producción sustentable que tiene a la cobertura del suelo con rastrojo y a la mínima labranza entre sus componentes básicos) contribuye a la obtención de una mayor utilidad: ha permitido reducir los costos de producción en al menos 15% (para el caso particular de la plataforma de investigación y su zona de influencia) manteniendo los rendimientos.

 

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Para garantizar la rentabilidad, productores de frijol optan por la Agricultura Sustentable

Villa Juárez, Son.- Los Enríquez Corrales son una familia productora de Villa Juárez que desde hace dos años ha elegido cultivar frijol de una manera diferente: con Agricultura de Conservación. La razón de optar por esta innovación es que los precios del grano son muy variables en el mercado (van de los $12,000 a los $30,000 por tonelada), así que para garantizar la rentabilidad del cultivo y obtener ganancias suficientes, buscaron un esquema de costos de producción mínimos y así encontraron la Agricultura de Conservación.

Con el acompañamiento técnico de la red de colaboradores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la familia Enríquez estableció frijol sobre soca (rastrojo o residuos agrícolas) de cártamo durante dos ciclos consecutivos (2017-18 y 2018-19) en una superficie de 10 hectáreas (en el block 2118, en una zona conocida como “el pozo arenero”).

Destaca que se usó una variedad (‘Azufrado Higuera’) adecuada para las características de la zona, se buscaron fechas de siembra óptimas (para reducir el riesgo de afectaciones por heladas) y se realizaron tres riegos de auxilio después de la siembra. Por supuesto, se cubrió el suelo con los residuos del cultivo anterior y se realizó mínima labranza (ambos componentes básicos de la Agricultura de Conservación).

Los rendimientos obtenidos fueron muy similares (2.2 y 2.3 toneladas por hectárea [t/ha], respectivamente) y la calidad y el tamaño del grano fueron buenos, con el color amarillo firme característico de la variedad sembrada y el tamaño requerido en el mercado.

El precio de venta durante el primer ciclo fue de $23,000 por tonelada y en el ciclo posterior fue de $20,000, comprado directamente en el campo, sin cribar, lo cual también significó un ahorro considerable. De esta manera, la familia notó un incremento en su utilidad, ya que si bien los rendimientos en frijol en la zona fueron de alrededor de 2.2 t/ha con labranza convencional, los Enríquez tuvieron la ventaja de reducir sus costos de producción (que con labranza convencional son de alrededor de $3,000 por hectárea debido a las labores de preparación del suelo: rastreos, emparejes, zanjeos, etc.).

La rotación con cártamo y frijol se ha constituido como una buena alternativa para los productores de Villa Juárez. Algunos, al igual que la familia Enríquez Corrales, han comenzado a adoptar la Agricultura de Conservación para reducir costos, optimizar sus fechas de siembra y conservar el suelo (el principal recurso del que disponen para seguir presentes en el mercado de frijol).

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Cuidar el suelo permite ahorrar dinero

Guachochi, Chih.- La Agricultura de Conservación tiene diversos beneficios. Dependiendo de las condiciones y circunstancias específicas de cada productor y parcela, los resultados varían, pero si se implementa adecuadamente, son siempre positivos. Para los productores de Nacachi, municipio de Guachochi, Chihuahua, el primer acercamiento con este sistema de producción ha sido satisfactorio y motivador.

En esta localidad la forma de convencional de cultivar es con dos barbechos y un pase de rastra para preparar el suelo; el costo aproximado de estas labores es de alrededor de $3,000 por hectárea, según los costos de maquila y combustible que estén vigentes. Con Agricultura de Conservación, estos costos se reducen, ya que se minimiza el movimiento del suelo para —entre otras cosas— mejorar su estructura.

Los productores de Nacachi que decidieron innovar implementando Agricultura de Conservación en el ciclo primavera-verano 2019 (evaluando tres variedades de avena) tuvieron que hacer un barbecho y un pase de rastra solamente en una ocasión para rehabilitar la tierra e incorporar la semilla (ya que no se cuenta con una sembradora de siembra directa para granos finos), pero aun así tuvieron un ahorro de 49% en sus costos de producción.

Si se considera que el área cultivada no se había usado para fines agrícolas en cuatro años (de manera que el suelo estaba excesivamente compactado por el ganado que ahí pastaba), que se presentaron algunas heladas que obligaron a anticipar el corte de la avena sembrada y que después hubo fuertes lluvias que impidieron empacarla oportunamente para forraje (perdiendo su calidad y disminuyendo su precio de venta), los ahorros son todavía más relevantes.

Para la zona —donde los suelos son ligeramente ácidos y están visiblemente compactados, predomina el monocultivo, no se incorpora materia orgánica y convencionalmente se siembra al voleo sin fertilizar en fechas adecuadas (los productores esperan a que el cultivo se desarrolle hasta que, a su parecer, sea conveniente invertir en fertilizante)—, la Agricultura de Conservación es además una alternativa para mejorar los suelos.

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Producción de ajonjolí con Agricultura Sustentable

Sonora.- Ante la recurrente amenaza de sequía cada ciclo agrícola, desde hace varios años los productores del Valle del Yaqui y el Valle del Mayo buscan cultivos que puedan establecerse con una menor cantidad de agua y que al mismo tiempo sean rentables y les permitan recuperar la deteriorada biodiversidad de sus suelos. Una alternativa es el cultivo de ajonjolí durante el ciclo primavera-verano, pues exige un mínimo de humedad en el suelo, por lo que se puede establecer en condiciones de temporal (dependiendo del tipo de suelo agrícola, podría requerir riego de auxilio en la etapa de floración).

Con fecha de siembra en junio (posterior a la cosecha del trigo), el ajonjolí logra un buen desarrollo y —ya que se cosecha en el periodo de octubre a noviembre— permite el establecimiento de un cultivo en el ciclo otoño-invierno. Los costos de producción (en la zona) son de alrededor de $9,000 y los precios de cosecha oscilan entre $18,000 y $30,000 por tonelada, por lo que es un cultivo rentable, especialmente si se establece con Agricultura de Conservación.

La Agricultura de Conservación —sistema sustentable cuyos principios básicos son la mínima labranza, la diversificación de cultivos y la cobertura del suelo— permite tener ahorros notables en los costos de producción, potenciando así los beneficios del ajonjolí, entre los que destaca una baja incidencia de plagas y enfermedades.

Cuando por las lluvias (que cada vez son más escasas) aparecen plagas como la chinche Lygus, el gusano telarañero o el gusano de la cápsula, las liberaciones masivas (semanales) de insectos benéficos como la crisopa o las avispas Trichogramma son un buen apoyo para su manejo.

Con rendimientos en la zona que van de 900 kilogramos hasta 1.5 toneladas por hectárea, el cultivo de ajonjolí es una alternativa importante para los productores del sur de Sonora, particularmente en etapas críticas de sequía, cuando es fundamental realizar una #AgriculturaConCiencia.

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Agricultura Sustentable al pie del cerro Tetakawi

Etchojoa, Son.- El cerro Tetakawi está cerca del poblado Buaysiacobe, en Sonora. Al pie de esta peculiar formación rocosa, el productor David Rochín Ley ha encontrado en la Agricultura de Conservación una solución a diversas dificultades que se le presentaban al cultivar trigo y soya.

David Rochín preside el consejo directivo de la Unión de Crédito Agrícola del Mayo (Ucamayo) —organización a la que está agremiado desde hace varios años— y explica que el poco margen de tiempo que se tiene entre las trillas del cultivo de trigo y la siembra de soya limita considerablemente el establecimiento del cultivo dentro de las fechas autorizadas por el Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Sonora, que van del 1 al 31 de mayo.

Las fechas de siembra oficialmente recomendadas tienen un propósito: evitar las siembras tardías, debido a que propician la infestación de plagas (como la mosquita blanca, que limita considerablemente el rendimiento) y —además— hacen que la cosecha coincida con la época de lluvias y ciclones, lo cual pone en riesgo la recolección del cultivo.

Ante estas limitaciones, el productor buscó alternativas y rompió paradigmas al implementar la Agricultura de Conservación (sistema sustentable que tiene como componentes básicos la cobertura del suelo, la diversificación de cultivos y el mínimo movimiento del suelo). Ya lleva dos ciclos agrícolas estableciendo soya en seco con este sistema de producción y ha obtenido buenos resultados.

Actualmente, busca mejorar sus prácticas y, de hecho, ha adaptado su maquinaria para realizar la siembra en seco. De acuerdo con el productor, ese método de siembra —con el cual las semillas se colocan más profundamente que en la siembra normal para poder sembrar antes de que lleguen las lluvias— le ha traído diversos beneficios, aunque aún sigue trabajando para mejorar algunos aspectos.

El productor comenta que su experiencia con la Agricultura de Conservación ha sido buena y que el estrés hídrico del cultivo de soya se ha reducido considerablemente gracias a la cobertura del suelo (con la paja del cultivo anterior). También destaca que con Agricultura de Conservación la incidencia de plagas (como la mosquita blanca) ha sido notoriamente baja en comparación con la labranza convencional.

Para David Rochín, las innovaciones agrícolas que ha implementado implican una #AgriculturaConCiencia y un aprendizaje continuo: sigue perfeccionando sus equipos de siembra; cada vez hace labores de cultivo más apropiadas; ha optimizado sus fechas de siembra; busca establecer nuevos cultivos; y —sobre todo— ha bajado sus costos de producción debido a que ha reducido el laboreo de la tierra y ahora hace un uso más eficiente del agua, lo cual es una ventaja ante los altos precios de los insumos (como el diésel, los fertilizantes y el agua).