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Recomendaciones para optimizar la fertilización nitrogenada

 

Segunda fertilización enterrada en el fondo de los surcos en el cultivo de trigo en el Valle del Yaqui, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Segunda fertilización enterrada en el fondo de los surcos en el cultivo de trigo en el Valle del Yaqui, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

Con los precios del fertilizante cada vez más elevados es muy importante para los agricultores hacer un uso racional de este insumo. Además, el excesivo uso de fertilizante inorgánico afecta al medioambiente. Al utilizar menos fertilizante se reducen las emisiones contaminantes, pero ¿cuál es la cantidad de fertilizante nitrogenado que realmente se necesita y cómo deben los agricultores aplicarlo para aprovecharlo al máximo? 

Aquí se resumen unas lecciones aprendidas de la investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en el Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), en Ciudad Obregón, en el estado mexicano de Sonora, en las últimas décadas. Aunque la investigación se ha enfocado en agricultura de conservación y sus componentes, las recomendaciones generales de fertilización nitrogenada también son válidas para sistemas con labranza convencional. 

1. Hay que enterrar el fertilizante inorgánico y evitar aplicaciones al voleo o en agua de riego por gravedad

La aplicación al voleo resulta en la volatilización del fertilizante —este se pierde en forma de gases que contribuyen al cambio climático— y con la aplicación de gas en el agua de riego la pérdida de nitrógeno en forma gaseosa es aún más grande que con la aplicación al voleo.

En un ensayo de cuatro años en el CENEB la aplicación de nitrógeno al voleo bajó el rendimiento tanto con camas permanentes como con camas con labranza convencional. Por esto, la recomendación es enterrar el fertilizante.

En presiembra el fertilizante se puede enterrar con un disco cortador en la parte superior de la cama y la segunda fertilización se puede enterrar en el fondo de los surcos. Así también se evita el contacto entre el rastrojo y el fertilizante, lo que reduce la inmovilización del nitrógeno. La única excepción a esta regla es aplicación de nutrientes en agua de riego por goteo, donde va directo a la zona radicular. 

2. Parte del fertilizante inorgánico se puede reemplazar con composta

En un experimento en el CENEB se evaluó, desde 2016, si se puede reemplazar parte del fertilizante inorgánico con fertilizante orgánico, en este caso composta de origen bovino. Se observó que sí es posible reemplazar parte de la primera aplicación de nitrógeno con composta, pero es mejor usar también una parte de fertilizante inorgánico porque esto permite asegurar que los nutrientes estén disponibles cuando el cultivo los necesita —la composta es de liberación más lenta que el fertilizante inorgánico—.

Es posible aplicar la composta en la superficie en banda encima de la cama cuando el fertilizante inorgánico se incorpora con un disco cortador para asegurar que no haya contacto entre el fertilizante inorgánico y la composta. Esto porque el contacto entre ambos puede resultar en una inmovilización del nitrógeno, ya que los microorganismos pueden usar el nitrógeno de la urea para la mineralización de la materia orgánica en la composta.

3. Para mantener rendimientos altos de trigo a largo plazo se necesitan entre 150 y 300 unidades de nitrógeno por hectárea 

La dosis de nitrógeno necesaria depende del potencial de rendimiento del suelo, del nitrógeno almacenado y liberado del suelo, y del clima que varía entre ciclos. Por la combinación de estos factores, la dosis exacta de nitrógeno necesario cambia y toda recomendación será un aproximado. Así, lo mejor que se puede hacer es llegar a un aproximado que permita alcanzar lo más que se pueda de rendimiento, sin aumentar demasiado los costos y la cantidad de nitrógeno que se pierde en el ambiente. 

Los suelos del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo (Sonora, México) son, en su mayoría, suelos arcillosos que pueden almacenar cantidades grandes de nitrógeno. Por ende, en campos donde se ha sobrefertilizado por muchos años es posible que por unos años se requieran dosis más bajas de entre 50 y 150 kilogramos de nitrógeno por hectárea. Desde la experiencia del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, aplicar más de 300 kilogramos de nitrógeno por hectárea no es necesario y resulta en pérdidas de este fertilizante al medioambiente, además de elevar los costos de producción. 

4. Colectar datos y experimentar dentro de la parcela puede ayudar a mejorar la fertilización año con año

Si existe duda sobre la dosis apropiada se puede hacer una franja dentro de la parcela, en donde se aumente la dosis de la segunda fertilización. Aparte de la dosis de fertilización, el manejo debe de ser igual que en el resto del campo. Al final del ciclo se determina por separado el rendimiento en la franja con dosis alta y el resto del campo, pudiéndose evaluar si conviene aumentar la dosis para el resto del campo al siguiente ciclo. De la misma forma, se puede hacer una franja con una dosis más baja, para evaluar si se puede reducir la dosis de fertilizante. De esta manera se puede ir afinando la fertilización en el transcurso de los años.

Con medidas sencillas como estas es posible hacer más eficiente el uso de fertilizante nitrogenado y evitar gastos innecesarios y daño al medioambiente.

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¿Sembrar trigo en dos o tres hileras?

Ambiente con tres hileras por cama (izquierda) y dos hileras por cama (derecha) el 12 de febrero de 2019 en el ensayo establecido en Ciudad Obregón, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Ambiente con tres hileras por cama (izquierda) y dos hileras por cama (derecha) el 12 de febrero de 2019 en el ensayo establecido en Ciudad Obregón, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

La agricultura de conservación es un sistema sustentable con grandes beneficios. En México, este sistema es promovido por instituciones de investigación científica como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y se ha implementado principalmente bajo un sistema de camas permanentes, es decir, de un conjunto de surcos cuya parte elevada —donde se siembra— no se labra.

En el año 2013, en una reunión con productores del Valle del Yaqui y el Valle del Mayo (Sonora, México), se identificó que el hecho de que los ensayos del CIMMYT se siembran con dos hileras por cama de 80 centímetros, mientras que los agricultores siembran con tres o cuatro hileras, constituía una barrera para la adopción de la agricultura de conservación en la región. 

El CIMMYT había hecho comparaciones entre siembras con dos y tres hileras en los años ochenta, identificando el sistema más práctico y rendidor para la agricultura de conservación, pero no se habían repetido los estudios con los materiales genéticos actuales. 

Para brindar a los productores del norte de México información actualizada sobre el efecto del número de hileras en el rendimiento del trigo, investigadores del CIMMYT establecieron un ensayo para evaluar el rendimiento de variedades de trigo sembradas a dos hileras (27 centímetros entre ellas) y tres hileras (13 centímetros entre ellas) en camas permanentes, evaluándose el rendimiento y el contenido de nitrógeno en todas las variedades. 

Los materiales que se evaluaron durante varios años (en ciclos de otoño-invierno comprendidos entre 2015 y 2021), corresponden a cuatro materiales de trigo duro (Cirno, Sawali, Quetchehueca y Baroyeca) y cuatro de trigo harinero (Borlaug, Onavas, Roelfs y Villa Juárez). Los rendimientos promedio tanto del trigo duro como del trigo harinero fueron similares o ligeramente más elevados cuando el trigo se sembró con dos hileras en lugar de tres. 

Nele Verhulst, investigadora del CIMMYT responsable de este estudio, comenta que “también con las variedades actuales de trigo se obtienen rendimientos similares con dos y tres hileras por cama, entonces los agricultores pueden elegir la opción más práctica para ellos, sin repercusión en rendimiento”. 

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Disminuir los costos, mejorar los suelos

Cultivo de maíz amarillo en el marco del proyecto entre Ingredion y el CIMMYT. (Foto: Leonardo Lugo/CIMMYT)
Cultivo de maíz amarillo en el marco del proyecto entre Ingredion y el CIMMYT. (Foto: Leonardo Lugo/CIMMYT)

Sinaloa es un estado clave para la agricultura de México. De hecho, la mayor parte de su territorio es destinado a esta actividad y el maíz y el trigo son cultivos clave para la entidad. No obstante, las circunstancias actuales han forzado a técnicos y agricultores a buscar alternativas que les permitan que su actividad siga siendo rentable. Algunos han optado por nuevas formas de cultivar con las que han disminuido las labores y el consumo de combustible, reduciendo así sus costos de producción.

Manuel López López es uno de esos agricultores sinaloenses que ha buscado nuevos caminos en la producción agrícola. Como productor de maíz amarillo que practica la agricultura de conservación —sistema cuyos componentes básicos son el mínimo movimiento del suelo, la cobertura con rastrojo y la diversificación de cultivos—, asegura que la agricultura sustentable sí es rentable.

En el primer ciclo agrícola (otoño-invierno 2021-2022) que Manuel estableció maíz con agricultura de conservación disminuyó sus costos de producción, pasando de tres a cuatro mil pesos (de 3 000 a 4 000 MXN) por hectárea en el rubro de preparación del suelo. Además, el productor ha notado “lo blanda que se vuelve la textura del suelo y la excelente retención de humedad que presenta al dejar el rastrojo sobre la superficie”. 

Manuel es uno de los productores que gracias a su disposición para innovar se ha sumado al proyecto ´Desarrollo de un Entorno Propicio para la Originación Sustentable de Maíz Amarillo en México´, que la empresa Ingredion impulsa con el respaldo científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) a fin de promover una producción más rentable y sustentable. 

Manuel produce su maíz cerca del poblado de Sánchez Celis, en Culiacán, Sinaloa. Este maíz, y el de otros productores que participan en el proyecto, es acopiado posteriormente por la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC) y entregado a la empresa Ingredion, la cual, con este grano producido sustentablemente,  elabora una gran diversidad de alimentos y dulcificantes.

Otro de los beneficios de este sistema es que permite aprovechar al máximo los riegos aplicados, conservando de mejor manera la humedad del suelo y ayudando a un mejor desarrollo del cultivo. El acompañamiento técnico que nos da el proyecto es bueno, ya que recibimos un trato más directo y mejor atención a nuestros cultivos”, comenta el agricultor.

Con más de 20 años de experiencia como productor de maíz, Manuel afirma que dio un gran paso al emplear este sistema de agricultura y manifiesta su intención de “seguir en este proyecto de abastecimiento responsable de maíz amarillo, empleando este tipo de agricultura —con la que obtuvo 13 toneladas por hectárea—, ya que es una mejor opción que reduce los costos de producción y permite obtener mejores ganancias para el sustento familiar”. 

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No quemar da vida a los suelos

Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT
Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT

En el municipio de Huatabampo, en el estado mexicano de Sonora, la colaboración entre Granera del Noroeste y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha hecho posible el establecimiento de una plataforma de investigación que se está perfilando como un espacio clave para que los agricultores de la zona mejoren su rentabilidad de forma sustentable. 

“Empezamos hace cuatro años en esta plataforma de investigación. De la mano del CIMMYT estamos haciendo agricultura de conservación, la cual facilita la siembra en seco. Este sistema nos brinda un ahorro considerable: tres rastreos, un cinceleo y entre 70 y 80 litros de diésel por hectárea que no consumimos. Así estamos siendo empáticos con el medioambiente, igualmente con el uso de maquinaria, evitamos desgastes; optimizamos el recurso humano y lógicamente tenemos un ahorro económico importante”, menciona Ariel Espinoza, de Granera del Noroeste. 

La empresa comercializa granos y brinda servicios de almacenaje y logística; también cultiva, brinda asesoría en agricultura sustentable y produce biofertilizantes. “Estamos comprometidos con el medioambiente y lógicamente con nuestro entorno inmediato que es el Valle del Mayo. Nosotros apostamos por este modelo de agricultura porque el planeta nos lo está exigiendo. Tenemos que ser responsables con nuestro entorno y ver qué le vamos a heredar a las futuras generaciones”, comenta Ariel. 

Desde hace aproximadamente 12 años la empresa inició con prácticas de agricultura sustentable, pero fue hace cuatro que Granera del Noroeste, representada por Jesús Atanasio Capaceta, su director general, que inició colaboración con el CIMMYT para establecer la plataforma de investigación. Ahí se validan y promueven prácticas de agricultura de conservación, se han liberado insectos benéficos para el control biológico y otras prácticas que les permiten a los productores reducir costos y hacer un uso más eficiente del sistema de riego de agua. 

“Aquí nada más se dieron dos riegos de auxilio —a diferencia del sistema convencional en el que se requieren más riegos—. Igualmente hicimos uso de tecnologías como el sensor GreenSeeker® para optimizar la fertilización nitrogenada y metimos las aplicaciones con drones para no pisar la siembra y así evitar el uso de los tractores y reducir el consumo de diésel”, comenta Ariel. 

Para la organización y su concepto de granja integral la agricultura de conservación ha sido clave: “Hemos tenido mejores resultados, el hecho de tener esta soca como cobertura del suelo, por ejemplo, pues ya ahí se tiene materia para abonar el suelo que a la postre va a generar más beneficios. Nosotros hemos obtenido ya excelentes resultados, por eso invitamos a los productores a que se sumen y que vean que la rentabilidad sí va de la mano de la sustentabilidad”. 

“Nosotros invitamos a todos los productores a que eviten todo lo posible la quema de la soca. Para empezar, se provoca una fuerte contaminación del aire. Es mejor tenerla como cobertura en tu parcela porque te mantiene humedad; esto es vida en la tierra, entonces no la quemen, aprovéchenla porque es materia orgánica que con las lluvias se va a descomponer, integrándose a los suelos que van a quedar más blandos”, finaliza Ariel. 

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¿Cuál es el futuro del trigo en México?

Cultivo de trigo en Texcoco, Estado de México. Foto: Fernando Morales/CIMMYT
Cultivo de trigo en Texcoco, Estado de México. Foto: Fernando Morales/CIMMYT

El trigo es uno de los cultivos más importantes para la seguridad alimentaria global. El aumento de su rendimiento en los últimos 60 años ha sido invaluable para este propósito, permitiendo que los precios de este grano básico se mantengan en niveles razonables. 

Fue en el Valle del Yaqui, en el estado mexicano de Sonora, donde se desarrollaron por primera vez tecnologías que permitieron que tanto en México como en otros países el rendimiento del trigo aumentara alrededor de 250% durante los 60 años comprendidos entre 1960 y 2019 (años de cosecha). Este aumento en el rendimiento se debe, en gran medida, a la propagación de las variedades y tecnologías desarrolladas por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en colaboración con el Gobierno de México. 

¿Hacia dónde se dirige el rendimiento del trigo en el Valle del Yaqui en los próximos 20 años, considerados actualmente como el período de mayor desafío para la seguridad alimentaria mundial? A partir de esta pregunta un grupo de investigadores del CIMMYT se dio a la tarea de revisar los múltiples factores que durante 60 años han influido en el comportamiento de los rendimientos del trigo en el Valle del Yaqui. Esto, con el fin de conocer las perspectivas y la sostenibilidad del cultivo en la región, pero también para tratar de entender un poco más el panorama mundial del trigo y visualizar cuáles serán los escenarios de la seguridad alimentaria global en las siguientes décadas.  

Los cambios tecnológicos, el clima, las variedades de trigo mejoradas y el mejoramiento mismo, así como las prácticas agronómicas, son algunos de los factores considerados en el análisis, en el que también es posible revisar el papel que ha tenido el uso de los fertilizantes, particularmente los nitrogenados que aumentaron constantemente y que han conducido, debido a su uso ineficiente, a las floraciones de algas en el Golfo de California, un serio problema ambiental derivado de prácticas agrícolas no sustentables. 

Con respecto a los beneficios referentes a costos, energía y sostenibilidad que brinda la siembra en camas permanentes (labranza cero) con retención de rastrojos —sistema conocido como agricultura de conservación, el documento menciona que estos han sido claramente demostrados por investigaciones previas; sin embargo, puntualiza que la adopción de esta práctica sigue siendo limitada.

Por otro lado, el estudio señala que la disponibilidad de agua es un importante problema de sostenibilidad en los sistemas de riego: “el agua para la agricultura será más escasa con el crecimiento de la población en el estado de Sonora. Existen opciones para gestionar mejor la escasa agua de riego; sin embargo, es posible que el trigo no pueda competir a largo plazo por el agua con cultivos como verduras y frutas”. 

Aunque la sostenibilidad se extiende más allá de los campos cultivados, en general es probable que el trigo siga siendo el cultivo principal durante otro período de 20 años en el Valle de Yaqui, pero el cierre de la brecha de rendimiento se está volviendo limitado. 

“Es probable que la sostenibilidad biofísica del sistema de cultivo de trigo del Valle del Yaqui mejore a través de una mejor gestión de los fertilizantes nitrogenados. Las mejoras también son posibles a través de una mayor diversidad de cultivos, la gestión integrada de las amenazas bióticas y la aceptación de la labranza cero, la retención de residuos y el tráfico controlado”, concluye el estudio. 

 


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Sixty years of irrigated wheat yield increase in the Yaqui Valley of Mexico: Past drivers, prospects and sustainability

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El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Emigdio Méndez es un productor de maíz de Mocorito, en el estado mexicano de Sinaloa. Quienes lo conocen, lo describen como trabajador y ‘echado para adelante’. Por ello, en una zona que tiene problemas de escasez de agua para riego y los suelos son de mediana calidad, decidió apostar por hacer las cosas diferentes al implementar agricultura de conservación. 

Este ciclo (otoño-invierno 2021-2022) Emigdio comenzó su participación en Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —proyecto de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el cual la empresa SACSA participa en el acopio y transformación del grano—, cuyo objetivo principal es producir cereales de manera sustentable.  

“Estoy contento y satisfecho con las bondades que brinda el sistema de producción que nos están enseñando a desarrollar”, comenta Emigdio, refiriéndose a la agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. 

Implementando este sistema de siembra y manejo de cultivo —cuyos mayores beneficios se observan al paso de los años—, el rendimiento en el terreno de Emigdio fue de 9,5 toneladas por hectárea; esto es una buena producción para una zona en la que hay escasez de agua y la calidad de los nutrientes suele limitar el crecimiento de la planta.

Con respecto a los costos de producción, Emigdio comenta que estos fueron menores, ya que pudo ahorrarse en promedio tres mil pesos (3 000 MXN) por hectárea. Esto es bastante significativo en estos tiempos en que los insumos, particularmente los fertilizantes, han aumentado mucho.

Adicionalmente, gracias al acompañamiento técnico que ha recibido, el productor hizo un mejor uso del agua, ya que pudo sembrar el maíz amarillo con la humedad residual de las lluvias —con esta práctica los agricultores pueden tener buenos resultados a pesar de estar en zonas donde el agua es escasa—.

En conjunto con el equipo técnico que le brinda acompañamiento por parte del proyecto, el productor busca aprovechar las tierras en verano, estableciendo así dos ciclos anuales en lugar de uno: maíz amarillo en otoño-invierno y ajonjolí o frijol guar en primavera verano. O bien, sembrar soya a finales de mayo si las condiciones lo permiten.

Al implementar un nuevo cultivo, menciona el equipo técnico que asesora a Emigdio, “se cumplirán los tres componentes básicos de la agricultura de conservación; mismos que nos ayudarán mejorar las condiciones del suelo, mitigar las malas hierbas y disminuir la incidencia de plagas; por ende, se obtendrán mejores resultados en el cultivo de maíz y si las condiciones de lluvias en verano son favorables se podrá obtener algo de grano e ingresos con los cultivos de rotación, porque actualmente la soya, el frijol guar y el ajonjolí tienen excelentes precios”. 

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Producción sustentable y abastecimiento responsable, una buena combinación

Irene Lerma, directora general de Grupo SAFINSA. (Foto: CIMMYT)
Irene Lerma, directora general de Grupo SAFINSA. (Foto: CIMMYT)

“Queremos conservar suelos fértiles para el futuro, para nuestros hijos”, dice con énfasis Irene Lerma Chin y aclara que no solo es el futuro lo que le debe preocupar a la sociedad, sino también el presente: “Si queremos seguir viviendo, tener una vida sana, definitivamente necesitamos cultivar con prácticas sustentables, no podemos seguir trabajando con agricultura convencional. Esto es indispensable”. 

Irene es la directora general del Grupo SAFINSA, un grupo de empresas con diferentes giros basados en agricultura: “tenemos una parafinanciera, damos créditos de avío —para financiar necesidades de capital de trabajo— a productores, les compramos el grano, hacemos la comercialización, tenemos un fondo de aseguramiento agrícola y sembramos, también somos agricultores”.  

La organización cuenta con más de ocho años de operación y, desde su creación, se ha involucrado en diferentes actividades para mejorar el medioambiente y la calidad de vida de los productores: “cuando empezó SAFINSA siempre esa fue la idea, trabajar con agricultura sustentable y responsabilidad social. Y así nos acercamos al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ya hace como seis o siete años. Desde entonces hemos estado trabajando con ellos de la mano en diferentes actividades”, comenta Irene. 

Para SAFINSA una agricultura con responsabilidad es aquella en la que el productor puede cultivar a un menor costo, con buenos rendimientos, mejores ingresos y menor impacto ambiental, pero también donde se producen alimentos más sanos para la sociedad. Por esta razón “la colaboración con Grupo Bimbo ha sido un apoyo enorme”, comenta Irene sobre el proyecto de abastecimiento responsable que impulsa el Grupo Bimbo con el soporte científico del CIMMYT.

El CIMMYT ha compartido “nuevas tecnologías a nuestros técnicos de campo y ellos las han implementado junto con todos los productores que traemos dentro de nuestra base”, comenta la representante de SAFINSA, agregando que sumado al conocimiento “la comercialización para nosotros es importante. Y por eso la participación de Grupo Bimbo en esto le da seguridad a todo el esquema que queremos tener como agricultores”. 

Un ejemplo de cómo las prácticas de agricultura sustentable y la vinculación a mercados pueden generar grandes oportunidades es el cultivo de ajonjolí que, en el caso de los productores del Valle del Carrizo y las zonas donde opera SAFINSA, se propuso como una opción para evitar el monocultivo de cereales. 

Ahora el ajonjolí es cultivado con todas las prácticas sustentables. Desde ahí ya valoramos cómo va a llegar a la mesa de los consumidores. Eso es lo más importante y realzo la labor de Grupo Bimbo que vieron la oportunidad y nos dijeron «mira, aquí podemos tener una planta (para procesar el ajonjolí), una industria», que hoy es la primera que hay en todo Sinaloa. Eso motivó también a los productores a hacer rotación de cultivos, a sembrar ajonjolí. Además, promovemos que no se queme la soca y sobre eso siembran el ajonjolí”. 

Con mejores prácticas agrícolas y empresas que valoran la producción sustentable las oportunidades se multiplican: “Como productores estamos contentos porque nos están dando la oportunidad de una comercialización segura en su momento. Además, los productores van a reducir costos, van a tener una mejor producción y los recursos naturales se van a cuidar. Eso es de lo más importante que llevan estos esquemas de trabajo para ellos”, finaliza Irene. 

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Los beneficios de la agricultura de conservación de la voz de un productor de trigo

El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Alfonso Romo es un productor de trigo y cártamo en el Valle del Mayo, una de las zonas agrícolas más representativas del estado de Sonora, en México. Él es parte de la segunda generación de una familia de agricultores y, de los 34 años que lleva siendo productor de tiempo completo, hace alrededor de doce que incursionó en la práctica de la agricultura de conservación. 

El productor comenzó a practicar ese sistema de producción “buscando cómo bajar los costos sin perder las producciones que ya se tenían. Y así nos empezamos a involucrar. Poco a poco hemos ido aumentando el área sembrada con agricultura de conservación. Hemos tenido dificultades en el camino para llegar a producir lo mismo que con la agricultura convencional, pero hemos visto los beneficios y buscamos incrementar la superficie con este sistema sustentable”, comenta. 

La agricultura convencional en la región implica mucho movimiento del suelo y la aplicación de altas dosis de fertilizantes, pero a través de la adopción de prácticas sustentables de la mano del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Alfonso comenta que se ha dado cuenta que “no necesitamos tirar todo el fertilizante como se hace normalmente en la agricultura convencional. Podemos bajar las dosis, bien respaldados con un análisis de suelo, con el uso de sensores ópticos y drones”. 

“Hemos aprendido mucho y este año logramos producir lo mismo que estamos produciendo con agricultura convencional, pero con menos cantidad de fertilizante — hasta 100 unidades de nitrógeno menos—. Con los costos de los fertilizantes como están, ha sido un gran ahorro: en los lotes donde aplicamos todas las prácticas sustentables tuvimos ahorros de fertilizantes desde un 30 hasta un 40%”, puntualiza Alfonso. 

Para el productor, los sensores ópticos han sido una pieza clave para optimizar la aplicación de fertilizantes: “Así como nos dio las lecturas se fue aplicando el fertilizante y tuvimos muy buenos resultados. No sobrefertilizamos y tuvimos producciones excelentes. Las sobrefertilizaciones van y terminan en el mar. Y en estos momentos además tiene mucho que ver con la economía, con el costo de los fertilizantes”. 

El ahorro en fertilizantes no es el único: “En cuestión de trabajos, como en las 50 hectáreas donde hemos implementado agricultura de conservación ya no se mueve el suelo, hemos tenido más ahorros, un ahorro del costo total de producción de entre 10 y 14%”.

Dejar de mover el suelo y cubrirlo con residuos de la cosecha anterior ha tenido beneficios adicionales para el productor, quien manifiesta que otro de los problemas que tenía en sus lotes era la poca materia orgánica; sin embargo, “con el rastrojo dejas protegida la tierra todo el verano y las malezas no salen tan fácil. Y al momento de las siguientes siembras uno va a tener mayor captación de agua y mayor duración de la humedad. Esto con los años ayuda a subir la materia orgánica y las producciones”, comenta. 

Por los diversos beneficios observados, el productor continúa implementando prácticas sustentables. Actualmente está rotando cultivos y manifiesta que ha tenido buenas experiencias con el cultivo del ajonjolí y con diversas prácticas que ha aprendido para optimizar el riego. Por esta razón, menciona, desea ir aumentando la superficie cultivada con agricultura de conservación.

“Hemos logrado cosas muy buenas, hemos batallado en otras, pero ahí vamos. Mi invitación es que los productores se acerquen con la gente que sabe de esto, que se asesoren un poco y aprendan, ir aprendiendo poco a poco y van a ver los beneficios de la agricultura de conservación, no se van a arrepentir”. 

Finalmente, Alfonso comenta que más allá del beneficio económico, la adopción de prácticas de agricultura sustentable responde a los grandes desafíos de la humanidad: “Un reto que tenemos es el clima. Cómo nos ha estado cambiando, la escasez de lluvias, los fríos intensos en ocasiones y la falta de frío en otros momentos exige también que cambiemos nuestros sistemas de producción”.  

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El otro costo de los incendios forestales

Quema de residuos agrícolas. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Quema de residuos agrícolas. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Cada año en México se registra un promedio de un poco más de 7 mil incendios forestales que afectan a cerca de 271 mil hectáreas. El Estado de México, Michoacán, Jalisco y Chiapas se encuentran entre los estados con mayor incidencia y afectación por los incendios que, de acuerdo con los registros históricos, son causados principalmente por actividades ilícitas (32%) y por actividades agrícolas (27%). 

Las quemas agrícolas no controladas, o que se salen de control, son peligrosas en términos ambientales porque generalmente coinciden con los momentos más secos en el territorio nacional, marcando así la presencia de dos temporadas de mayor incidencia: la primera inicia en enero y concluye en junio (en las zonas centro, norte, noreste, sur y sureste del país); y la segunda inicia en mayo y termina en septiembre (en el noroeste del país). 

Además de la afectación a los ecosistemas, los incendios forestales tienen un costo adicional muy grave y lamentable: la pérdida de vidas humanas. Y es que controlar un incendio forestal es una actividad de alto riesgo que requiere de una gran cantidad de personas y esfuerzo: tan solo en lo que va de este año se han requerido más de 288 mil días/persona para combatir los incendios. 

Entre el personal participante en el combate a los incendios se encuentran propietarios y poseedores de terrenos forestales, combatientes oficiales de la Comisión Nacional Forestal de México (CONAFOR), una gran cantidad de voluntarios, personal de Protección Civil, militares, combatientes rurales, entre otros. 

Lamentablemente, de 2010 a 2020, cerca de 100 personas han perdido la vida combatiendo incendios forestales (esto sería un promedio de 10 personas por año). A este costo social se le suman los lesionados y también el potencial incremento del riesgo de mortalidad atribuible a la contaminación relacionada con incendios forestales.

Ante este contexto, dejar de quemar los rastrojos se convierte en un acto de responsabilidad ambiental y humana. Por ello, para preservar la vida de bomberos y voluntarios hay que aprovechar los rastrojos en lugar de quemarlos.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en las distintas regiones del país impulsan campañas, como Sinaloa No Quema, para que los productores conozcan los múltiples beneficios de dejar el rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo.

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Crisopas, aliadas en el control de pulgones que atacan el trigo

(De izquierda a derecha) Pascual Moroyoqui, Ariel Espinoza y José Luis Velasco en parcela de Sonora, México, donde colaboran la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo, Granera del Noroeste y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Cuando los esfuerzos para fomentar una agricultura sustentable se juntan, también se potencializan. Ejemplo de esto es la colaboración entre la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo, Granera del Noroeste y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que impulsan en el estado mexicano de Sonora acciones para mejorar la productividad del trigo a través de la adopción de sistemas como la agricultura de conservación y el control biológico de plagas. 

“El objetivo es bajar los costos de producción en el cultivo del trigo, porque los productores buscan la forma de invertir menos y tener buenas utilidades en beneficio de sus familias”, comenta Pascual Moroyoqui Yin, de la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo.

“Nosotros tenemos un laboratorio de reproducción de insectos benéficos donde reproducimos crisopa y Trichogramma. También estamos iniciando con la reproducción de la catarina y estamos buscando la forma de reproducir tamarixia, que de hecho ya la estamos reproduciendo artesanalmente porque es uno de los parasitoides más útiles para el control de Diaphorina citri, una plaga que tenemos aquí en la región, transmisora del HLB (Huanglongbing, enfermedad que afecta particularmente a los cítricos)”, refiere Moroyoqui.

La reproducción de estos cuatro organismos busca incrementar el control biológico en la región: “hay que tratar de hacerlo de manera natural para incrementar las poblaciones de estos insectos benéficos, porque permiten hacer un control bastante bueno y en esta región tenemos esa gran diversidad de insectos benéficos, solo que a veces los productores no se dan cuenta”, menciona el especialista. 

La intención de la colaboración entre las organizaciones es impactar positivamente en las más de 35 mil hectáreas que conforman el área de influencia de la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo porque, señala Moroyoqui, “los productores requieren de nuevas tecnologías para producir igual o más a costos más bajos y con menor impacto ambiental. Son aspectos que mediante la investigación se tienen que ir cubriendo para tratar de incrementar el potencial productivo de la región”.  

La crisopa es un depredador muy eficaz para controlar los pulgones que se presentan en el cultivo del trigo. Las liberaciones de este insecto benéfico inician “a mediados de enero, cuando van empezando las plagas de pulgones, ya que este insecto trabaja mucho mejor cuando las poblaciones de pulgón son bajas”. La liberación debe hacerse temprano porque “porque una vez que rebasa los umbrales de acción se tienen que hacer aplicaciones químicas y eso no es lo deseable. Lo que se busca es tener un equilibrio ecológico entre insecto benéfico e insecto plaga”. 

En un centímetro cúbico, que es la dosis utilizada, hay alrededor de 5 mil huevecillos de crisopa. “Ese huevecillo lo mezclamos con salvado para que se adhiera y así hacemos la liberación en los campos donde hay problema de plagas. En la iniciativa con el CIMMYT y Granera del Noroeste intervinieron varios productores. Hicimos liberaciones de crisopa, mostrándole al productor que no es necesario hacer tantas aplicaciones químicas para tener una buena producción”, concluye Moroyoqui.