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Agricultura sustentable, esencial para la reducción de emisiones de CO2

Muestreo para determinar la densidad aparente en dos estratos del suelo, en la plataforma Venustiano Carranza, Chiapas, México. (Foto: CIMMYT)
Muestreo para determinar la densidad aparente en dos estratos del suelo, en la plataforma Venustiano Carranza, Chiapas, México. (Foto: CIMMYT)

Las emisiones de gases de efecto invernadero están directamente relacionadas con el aumento de la temperatura media mundial y contribuyen a agravar la actual crisis climática. Para tomar conciencia de lo importante que es reducir estas emisiones, el 28 de enero de cada año se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2. 

Actualmente se estima que el sector agropecuario es responsable de hasta el 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero ya que en este persisten diversas fuentes contaminantes: la quema de residuos agrícolas y el uso de combustibles fósiles para diversos procesos —que generan dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero implicado en el cambio climático—, el uso de insumos potencialmente contaminantes —como los fertilizantes nitrogenados que producen óxido nitroso (N2O), gas relacionado con el deterioro de la capa de ozono— y el metano y amoníaco que genera la ganadería.

De acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), hay una diferencia minúscula en las emisiones previstas y concluye que la sociedad global está lejos del objetivo del Acuerdo de París por el cual se busca limitar el calentamiento global. El informe, también señala que únicamente la transformación urgente en todos los niveles permitirá lograr la enorme reducción necesaria en las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030: un 45 % de disminución en relación con las proyecciones de las políticas actuales para encaminarse a la meta de 1,5 °C y 30 % para la meta de 2 °C. 

A través de diversos proyectos con los sectores público, privado, social y académico, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve diversas prácticas sustentables para reducir el impacto ambiental de la agricultura. El uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo —en lugar de su quema—, y otras prácticas de agricultura de conservación son una vía útil para lograr una agricultura que contribuya a que la sociedad global se encamine a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. 

La agricultura de conservación ofrece diversos beneficios para la atmósfera: al no quemar residuos de cultivos —una práctica común en regiones de alta productividad con altos niveles de producción de residuos— se reduce la contaminación del aire. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con este sistema agrícola se debe tanto al uso reducido de combustible como al secuestro de carbono en la materia orgánica del suelo. 

Con prácticas de agricultura de conservación se podrían dejar de utilizar arriba de cinco millones de litros de combustible solo en Sinaloa”, comenta Jesús I. Madueño Martínez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y quien promueve, en colaboración con el Hub Pacífico Norte del CIMMYT, la agricultura sustentable en esa entidad.

De forma paralela a la promoción de mejores prácticas agrícolas, investigadores del CIMMYT en colaboración con otras instituciones buscan identificar las mejores prácticas para capturar carbono en el suelo y evitar que este llegue a la atmósfera: “Recientemente se realizaron muestreos de suelo en las plataformas de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT, ubicadas en los municipios de Villa Corzo, Venustiano Carranza y San Andrés Larráinzar, en Chiapas. Estas plataformas nos pueden ayudar a entender que prácticas capturan más carbono, y por eso estamos desarrollando investigación en ellas, determinando el contenido de materia orgánica, carbón orgánico del suelo y su densidad”, comentan los investigadores

Así, la agricultura de conservación representa una gran oportunidad para la reducción de gases de efecto invernadero. Además, se puede complementar con el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, así como con el uso de fertilizantes nitrogenados más eficientes y las rotaciones de cultivos —que son un componente importante para el manejo del nitrógeno en los sistemas de agricultura de conservación— que, en conjunto, permiten incluso reducir las emisiones de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero más potente que el CO2.

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Sinaloa tiene nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable

Egresados del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, edición Hub Pacífico Norte 2021-2022, Sinaloa, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Egresados del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, edición Hub Pacífico Norte 2021-2022, Sinaloa, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Este 24 de noviembre 14 profesionistas de Sinaloa, uno de Sonora y una de Yucatán se graduaron como técnicos certificados en agricultura sustentable, acreditación —y estrategia formativa— impulsada a nivel nacional por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) a fin de impulsar sistemas de producción sólidos y sostenibles, asegurar la calidad en el acompañamiento técnico, y fortalecer la producción sustentable en cada estado.

Gracias a la inversión de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS) y la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP), y al apoyo de diversas instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), la edición 2021-2022 del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable permitió formar a los recién graduados de forma intensiva durante un año con clases teórico-prácticas impartidas por expertos nacionales e internacionales.

En la ceremonia de graduación estuvieron presentes Víctor Manuel Ahumada, secretario de la AARSP; Heriberto Lizardi, gerente de estrategias agrícolas de la AARFS; José Luis Alcántar, residente estatal de FIRA Sinaloa; Miguel Ángel Vera, agente de FIRA Los Mochis; Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del CIMMYT; Eliud Pérez, gerente del Hub Pacífico Norte del CIMMYT; Carolina Cortez y Nehemías Buitimea, coordinadores técnicos del Hub Pacífico Norte del CIMMYT.

“El curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable busca contribuir con el desarrollo de técnicos como agentes de cambio para implementar y difundir sistemas de producción de granos básicos (maíz, trigo, frijol y cultivos asociados) con base en una intensificación sustentable”, aseveró Eliud Pérez, haciendo un reconocimiento especial al grupo de productores que cooperaron para el desarrollo de las prácticas de los nuevos técnicos certificados. 

Entre los temas abordados durante la formación de los nuevos técnicos certificados destacan: diagnóstico de parcela, manejo integrado de malezas, manejo de residuos, manejo agroecológico de plagas, manejo integral de enfermedades, fertilidad, perfil de variedades, maquinaria especializada para agricultura de conservación, monitoreo y análisis de datos, poscosecha y calidad de grano, vinculación de productores con mercados, entre otros.

Al pertenecer, varios de ellos, a organizaciones públicas y privadas —como el Fondo de Aseguramiento Agrícola (FAAS), la Secretaría del Bienestar, AARFS , AARSP, entre otras— que tienen un papel importante en el campo sinaloense, se amplían las posibilidades de que la agricultura sustentable también se adopte con mayor amplitud en dicho estado. 

A la red de técnicos certificados a nivel nacional, que hasta el momento está conformada por 461 profesionales, se suman: Irene Isabel Che Cih, Valeria Gómez Pérez, Ariel Castro Hernández, Horacio Galaz Ramos, Iván Francisco Pérez Villarreal, Aniceto de la Puente Llanos, Hilario Cristian Flores Ahumada, Jaime Guzmán Uriarte, Franky Mayel Muñoz Urias, Roberto Galaviz Leyva, Adrián Pérez Villarreal, Ángel Guadalupe Cira, Juan Jesús Valdez Valdez, Rasiel Omar Gaxiola Atala, Carlos Alfredo Manzanares Fitch y Fernando López Beltrán. 

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Las ventajas de sembrar en camas permanentes

Cultivo de trigo en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Cultivo de trigo en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En el Valle del Yaqui, en Sonora, México, este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece. 

En la plataforma Cajeme II, por ejemplo, investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) comparan la práctica convencional de la región con el tratamiento que incluye los tres componentes de agricultura de conservación. 

Reducir la intensidad de la labranza puede reducir los costos de producción por la disminución en operaciones y puede ayudar a conservar el suelo. Para conocer el efecto de la reducción de la labranza, en la plataforma se compara la siembra de trigo en monocultivo bajo labranza convencional y en camas permanentes. La labranza convencional en la región consiste en dos pasos de rastra y la formación de camas, mientras que las camas permanentes se forman en el año inicial del ensayo y después cada año solo se hace una reformación de los fondos, sembrándose directamente en las camas del año anterior”, comenta Nele Verhulst, investigadora del CIMMYT. 

De acuerdo con los investigadores, en la plataforma el trigo en camas permanentes tuvo mayor rendimiento que en camas con labranza convencional. En promedio, con cuatro riegos de auxilio, se obtuvo un rendimiento de 7,3 toneladas por hectárea con labranza convencional, mientras que el promedio en camas permanentes fue de 8,1 toneladas por hectárea, una diferencia promedio de 0,8 toneladas por hectárea a favor de la siembra en camas permanentes. 

De acuerdo con Manuel Ruiz, otro de los investigadores que trabaja en la plataforma, “cuando se siembra en camas permanentes es mejor dejar el rastrojo sobre la superficie que removerlo, ya que el rastrojo impide la evaporación del agua, protege al suelo contra el sol y la lluvia, reduce el crecimiento de malezas y aporta materia orgánica”, por esto, continúa, “para sacar el mejor provecho de las camas permanentes se recomienda dejar el rastrojo sobre la superficie; pero incluso sin cobertura las camas permanentes rindieron en los primeros seis años del ensayo igual o más que con labranza convencional”.

El trigo es un cultivo que gracias al amacollamiento puede dar rendimientos similares sin ser afectados por la diversidad de arreglos topológicos —distribución de las plantas en la superficie sembrada— y densidades de siembra —cantidad de semillas que se depositan por hectárea—. En este sentido, en camas permanentes con rastrojo no se observó diferencia en el rendimiento entre el tratamiento con dos hileras y el tratamiento con tres hileras.

En promedio, se obtuvo un rendimiento de 7,3 toneladas por hectárea con el sistema convencional, mientras que el sistema de agricultura de conservación rindió en promedio 8.6 toneladas por hectárea. La agricultura de conservación entonces rindió en promedio 1,3 toneladas por hectárea más que el sistema convencional.

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Control de pulgón en trigo con productos de bajo impacto

Pulgones en planta de trigo. (Foto: Salvador Ramos/Hub Bajío-CIMMYT)
Pulgones en planta de trigo. (Foto: Salvador Ramos/Hub Bajío-CIMMYT)

El pulgón es la principal plaga que se presenta en el cultivo del trigo en el Valle del Yaqui (Sonora, México). Generalmente los productores la controlan con insecticidas de alto impacto ambiental que no solamente eliminan áfidos (pulgones), sino también insectos benéficos como abejas o enemigos naturales de las plagas como catarinas, sírfidos (una familia de insectos que liba el néctar de las flores) y avispas parasitoides. 

Eliminar a los enemigos naturales de las plagas implica que estas pueden regresar más fácilmente después de la aplicación, ya que tienen una mayor capacidad de reproducción que sus enemigos. Esto puede traer como consecuencia que se requiera hacer aplicaciones subsecuentes de insecticidas. Además, imidacloprid, el insecticida que más comúnmente se aplica, también es considerado tóxico para la salud humana, así que es necesario buscar alternativas que sean más amigables con el medioambiente y la salud, pero que también tengan la misma eficiencia de control de áfidos.

En el Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB) en Ciudad Obregón, Sonora, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES) desarrollaron un ensayo durante dos ciclos consecutivos para evaluar estrategias para el control del pulgón con productos más amigables con el medioambiente que aquellos que comúnmente se utilizan. 

Para este ensayo en cultivo de trigo harinero se utilizaron seis tratamientos con diferentes productos: tanto el convencional de imidacloprid, productos de bajo impacto ambiental (neem, flupiradifurone, sulfoxaflor y spirotetramat) y un testigo sin aplicación. Los productos fueron aplicados después de la observación de pulgones en la parcela (aproximadamente a los dos meses después de realizada la siembra) y se hicieron muestreos por parcela el día antes de la aplicación de productos, 24 horas después de la aplicación, y otros a los 10 y 20 días después de las aplicaciones. 

Aunque es necesario seguir investigando, hay resultados que considerar: con el mismo número de pulgones por planta que el imidacloprid (ocho pulgones a los seis días de la aplicación, en comparación con los 137 del testigo sin aplicación; y solo un pulgón luego de 18 días, en comparación con los 428 del testigo) el sulfoxaflor mostró potencial para el control de áfidos y, debido a su modo de acción y bajo impacto en las poblaciones de insectos benéficos podría ser una alternativa viable para usarse en las estrategias de manejo integrado de plagas. 

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Alternativas para hacer un uso más eficiente del agua en la agricultura

Trilla de trigo con el cártamo en floración en el fondo, en la plataforma Cajeme II, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trilla de trigo con el cártamo en floración en el fondo, en la plataforma Cajeme II, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Fenómenos como el cambio climático y la urbanización creciente han contribuido a que la disponibilidad de agua dulce disminuya notablemente en muchas partes del mundo. Para la agricultura esto implica hacer un uso más eficiente del agua. 

La región del Valle del Yaqui es una de las principales regiones agrícolas de México. Se encuentra en el sur del estado de Sonora con una extensión aproximada de 450 mil hectáreas y su principal cultivo es el trigo duro, aunque además se producen oleaginosas, hortalizas y otros cereales, como el maíz y el trigo harinero. Toda la producción se hace en condiciones de riego.

En el Valle de Yaqui regularmente hay agua disponible para cuatro riegos de auxilio para el cultivo de trigo, sin embargo, también hay una recurrente escasez de agua con ciclos cuando hay que reducir el uso de agua de riego. 

Para identificar las mejores prácticas que permitan hacer un uso más eficiente del agua, en la plataforma Cajeme II, en Sonora, investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) evalúan, entre otros aspectos, el rendimiento del trigo con solo tres riegos de auxilio en vez de cuatro, como es la práctica común. 

La siembra en camas permanentes con cobertura de rastrojo —agricultura de conservación— puede aumentar la cantidad de materia orgánica, mejorar la infiltración de agua y reducir la evaporación. Estos factores ayudan a retener por más tiempo la humedad del suelo, por lo que es posible que el trigo en camas permanentes tenga mayor rendimiento bajo condiciones de riego reducido. 

De acuerdo con lo observado en la plataforma de investigación, con tres riegos de auxilio el rendimiento fue significativamente más bajo que en todos los tratamientos con cuatro riegos de auxilio —promedio de 6,9 toneladas por hectárea— y similar en camas permanentes y camas con labranza convencional. 

Si bien el rendimiento con tres riegos en camas permanentes no fue mayor que en labranza convencional, el beneficio generado por el cuarto riego es mayor en camas permanentes. La siembra en camas permanentes es más eficiente en el uso de agua, con un mayor rendimiento por el mismo número de riegos y, por tanto, se recomienda para hacer un óptimo uso del agua disponible. 

Además, se recomienda la rotación con un cultivo que use menos agua que trigo, como garbanzo o cártamo. De esta manera se puede dividir el área para dar un cuarto riego de auxilio en trigo que se aprovechara más en agricultura de conservación, y compensarlo con área de cártamo o garbanzo donde solo se dan uno o dos riegos de auxilio.

En la plataforma Cajeme II se siguen evaluando estos tratamientos para observar si a largo plazo hay algún cambio. En este sentido, también es necesario hacer experimentos para medir el consumo de agua por parcela y así tener un mejor entendimiento de cómo se puede ahorrar agua en el Valle de Yaqui.

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La investigación agrícola en Guasave

Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)
Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)

Conocido como el corazón agrícola de México por su alta productividad, Guasave es el municipio con la mayor superficie de siembra bajo riego a nivel nacional. No obstante, debido a la prevalencia de prácticas agrícolas inadecuadas, los suelos en la región presentan bajos porcentajes de materia orgánica. Además, el alto uso de insumos —como herbicidas, insecticidas, fertilizantes y semillas mejoradas de alto rendimiento— impacta en la rentabilidad de los sistemas productivos. 

Para buscar soluciones al alto impacto ambiental y la baja rentabilidad de la agricultura en la región, la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP) —que concentra aproximadamente a 1 200 productores de la zona como socios— y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran en la plataforma de investigación de Guasave, establecida en 2011 para evaluar sistemas de producción alternativos a fin de identificar aquellos que ofrezcan un menor impacto ambiental y también mayor rentabilidad. 

Así, en la plataforma se han comparado métodos de labranza —sistema convencional y agricultura de conservación mediante camas permanentes—, se ha evaluado la fertilización nitrogenada con base en la recomendación del sensor GreenSeeker® y se han validado diversos híbridos de maíz blanco y amarillo de compañías nacionales y transnacionales.

Con respecto a los métodos de labranza, en la plataforma se ha documentado que, como alternativa al sistema convencional que prevalece en la región —en el que se realiza barbecho y de tres a cinco pasos de rastra como preparación del suelo, propiciando la pérdida de materia orgánica—, la siembra en camas permanentes podría eliminar casi toda la labranza y sus efectos negativos. Además, en el periodo comprendido entre 2011 y 2021, en promedio el rendimiento fue ligeramente mayor en camas permanentes —13,6 toneladas por hectárea con labranza convencional y 14,1 toneladas por hectárea con camas permanentes—.

Además del rendimiento ligeramente mayor, las camas permanentes reducen los costos de producción: en la plataforma, al evitar los pasos de maquinaria, la siembra en camas permanentes es, en promedio, cuatro mil pesos (4 000 MXN) por hectárea menos costosa que la siembra en camas con labranza convencional. Debido al rendimiento similar o mayor —a largo plazo— y la reducción en costos de labranza, la siembra de maíz en camas permanentes es una opción más rentable para el productor y, al mismo tiempo, más amigable con el medioambiente.

En la plataforma también se ha observado que, con respecto a la forma convencional, las camas permanentes con rastrojo sobre la superficie requieren de hasta 15 días más para dar “punto de siembra”, por lo que si se originara alguna situación que alargue el tiempo entre riegos en el cultivo establecido, el sistema convencional presentaría un mayor estrés hídrico con respecto a las camas permanentes que, en cambio, podrían beneficiar al cultivo en casos donde hay un retraso en la disponibilidad del agua para el riego. 

Aunque en la plataforma no se ha cuantificado este efecto, ya que se suele tener un suministro de agua asegurado, es probable que en los campos de los productores este efecto sea visible o más pronunciado. Además, el rastrojo sobre la superficie del suelo tiene el beneficio adicional de reducir la incidencia de malezas durante el verano, que es la época de descanso. 

La mejora del suelo que se observa sembrando en camas permanentes es un efecto que se nota a largo plazo ya que, en general, la degradación del suelo por la labranza y pérdida de materia orgánica, al igual que la mejora del suelo bajo camas permanentes, son procesos lentos que tardan algunos años en acumular diferencias suficientemente grandes para ser notables, de ahí la importancia de plataformas como la Guasave que permiten desarrollar ensayos de largo plazo para generar recomendaciones puntuales a los productores. 

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Sinaloa impulsa el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable

Aspirantes de Sinaloa a técnico certificado en Agricultura Sustentable en el CENEB, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Aspirantes de Sinaloa a técnico certificado en Agricultura Sustentable en el CENEB, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

El pasado 23 de septiembre, en el Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), en Ciudad Obregón, Sonora, 16 aspirantes a técnico certificado en agricultura sustentable presentaron su evaluación final para obtener dicha acreditación que los posicionará como agentes de cambio que impulsarán sistemas de producción sólidos y sostenibles para responder a los retos actuales del campo mexicano. 

Los aspirantes, procedentes de Sinaloa, son profesionistas en el campo de la agronomía y áreas afines que han sido capacitados intensivamente durante un año en el marco del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, una estrategia formativa impulsada a nivel nacional por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

En Sinaloa, la edición 2021-2022 del curso se ha desarrollado gracias a la inversión de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur (AARFS) y la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP), al apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y al creciente interés por esta certificación que incluye sesiones teórico-prácticas impartidas por expertos nacionales e internacionales. 

De acuerdo con los organizadores del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, “el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable busca contribuir con el desarrollo de técnicos como agentes de cambio para implementar y difundir sistemas de producción de granos básicos (maíz, trigo, frijol y cultivos asociados) con base en una intensificación sustentable”. 

Con el objetivo de asegurar la calidad en el acompañamiento técnico para fortalecer la producción sustentable en Sinaloa, los aspirantes a técnico certificado se han formado en temas como el diagnóstico de parcela, manejo integrado de malezas, manejo de residuos, manejo agroecológico de plagas, manejo integral de enfermedades, fertilidad, perfil de variedades, manejo de agua y suelo, maquinaria especializada para agricultura de conservación, monitoreo y análisis de datos, poscosecha y calidad de grano, vinculación de productores con mercados, entre otros. 

Al pertenecer, varios de ellos, a organizaciones públicas y privadas —como el Fondo de Aseguramiento Agrícola (FAAS), la Secretaría del Bienestar, FIRA, AARFS , AARSP, entre otras— que tienen un papel importante en el campo sinaloense, se amplían las posibilidades de que la agricultura sustentable también se adopte con mayor amplitud en dicho estado. 

De acuerdo con los organizadores del curso, una vez que se cuente con resultados de la evaluación final y de todo el proceso formativo, se podrá conocer los nombres de los asesores técnicos que formarán parte de la red de técnicos certificados que hasta el momento está conformada por 462 profesionales a nivel nacional.

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Cultivos de valor para diversificar el campo

Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)
Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)

El cambio climático, los efectos de la pandemia y la reciente crisis de fertilizantes están perjudicando la capacidad productiva de las naciones. Por esto, es apremiante impulsar un cambio integral en los sistemas agroalimentarios para así garantizar la producción y suministro sustentable de alimentos. Ante esto, conceptos como la agricultura de conservación y sus prácticas asociadas, cada día cobran mayor relevancia a nivel mundial.

En México el cambio ha sido lento y hasta 2021, de un poco más de tres millones y medio de unidades de producción agrícola a cielo abierto, menos del 20 % optaron por prácticas de agricultura de conservación a pesar de que brinda un alto impacto potencial en la sustentabilidad. Ejemplo de ello son los altos rendimientos obtenidos en cultivos de maíz sembrados con este sistema en distintos valles de México, los cuales rondan las 18 toneladas por hectárea y que van acompañados de ahorros de hasta 30 % en términos de costos.

A pesar de que cultivos básicos como el maíz o el trigo representan un ingreso seguro para el productor —aunque limitado, debido a los altos costos de producción y la alta volatilidad del mercado de granos—, en distintas zonas del país se ha optado por el cultivo de berries—zarzamora, arándano, frambuesa, fresa—, las cuales  ofrecen un alto margen de ganancia al ser sumamente buscadas en el mercado internacional para su uso en la industria alimenticia, farmacéutica o cosmética, posicionándoles en los primeros lugares de exportación.

Ejemplo de lo anterior es que en la última década en Jalisco, que es el mayor estado productor de berries, la superficie destinada a la siembra de maíz disminuyó un 6,5 %, es decir, pasó de 7,7 millones a 7,2 millones de hectáreas; en cambio, la destinada a frutillas se triplicó, pasando de una superficie prácticamente nula a inicios de los 2000, a 17 mil hectáreas en 2011 y a 55 mil hectáreas al cierre de 2021; es decir, tan solo en diez años aumentó 69 %. 

Además, datos del Banco de México muestran que tan solo en 2021, el país desembolsó más de cinco mil millones de dólares para importar maíz amarillo y poder cubrir el déficit de producción y la demanda nacional —esto es el mayor monto de la historia—. En cambio, en el primer trimestre de 2022, las berries se convirtieron en el primer producto agroalimentario con mayor registro de ingresos por su venta al extranjero, generando mil 385 millones de dólares —22,5 % más que en 2021— y desplazando a productos que estaban en los primeros lugares de exportación, como el aguacate y la cerveza.

Sin embargo, los beneficios económicos no son los únicos que se deben considerar al comercializar nuevos productos, ya que una adecuada y viable reconversión de cultivos depende de la zona geográfica, el medioambiente local o las condiciones y requerimientos fitosanitario para reducir el riesgo de que plagas y enfermedades se vuelvan inmunes o resistentes a insumos para su control. 

Por ejemplo, en el Valle del Yaqui, una de las principales zonas agrícolas del país con más de 250 mil hectáreas cultivables y donde se siembra y producen más de un millón y medio de toneladas anuales de trigo, desde 2017 a la fecha, los agricultores han apostado al cultivo de productos frutícolas innovadores como el mango Calypso y el aguacate Hass, del cual se han reconvertido un poco más de 355 hectáreas. 

Si bien iniciar muchos de estos cultivos puede implicar una inversión mayor, es importante que el productor conozca y esté seguro de que lo que va a sembrar será viable tanto desde el punto de vista agronómico como económico en la zona en la que desarrolla su negocio. Por ello, no debe centrarse en un solo cultivo, la recomendación es diversificar, de modo que es posible conseguir rentabilidad tanto con cultivos básicos mediante la mecanización adecuada e incorporación de agricultura de conservación, como al apostar a varios tipos nuevos de cultivo.

En Sinaloa, ante las condiciones climáticas de la región, nuevas alternativas de alto valor han comenzado a despuntar, una de ellas es el espárrago, que ha demostrado ser buena

oportunidad de negocio. También está el higo, establecido desde 2018, principalmente en la zona norte del estado, reconocida internacionalmente como zona libre de moscas de la fruta, lo que permite su comercialización sin ninguna restricción hacia el extranjero, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Actualmente, también se contempla al agave ya que no requiere grandes inversiones y puede establecerse de manera natural en zonas con poca humedad, por lo que se adapta a las zonas de temporal en las que se produce principalmente sorgo, cacahuate, ajonjolí y, al ser resistente a la sequía, ofrece una mejor alternativa económica por su gran demanda en el mercado nacional e internacional.

Hoy por hoy la agricultura ofrece un abanico de opciones que, si bien no reemplazarán a los básicos, sí representan una opción para mitigar los riesgos dadas las adversidades presentes en la agricultura.  

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Buenas cosechas con menos agua

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El contenido de humedad del suelo es un factor muy importante para que los cultivos crezcan adecuadamente. Además de las condiciones atmosféricas y las características propias de los cultivos —como su capacidad de absorción y transpiración—, la cantidad de agua que fluye a través de las plantas, desde el suelo hasta la atmósfera, depende en gran medida de la oferta de agua del suelo, de su estructura que influye en la capacidad de absorción, y de si tiene o no una cubierta que le ayude a retener humedad. 

Una de las razones por las que optamos por trabajar la tierra de esta manera es la escasez de agua que se está presentando en la zona”, comenta Raúl Sotelo, agricultor de Navolato, en Sinaloa, México, quien desde hace tres ciclos agrícolas participa en el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Este proyecto tiene entre sus objetivos producir maíz amarillo de manera sustentable. Por ello promueve un sistema de producción que permite aprovechar todas las precipitaciones que caen en la temporada de lluvias y conservar la humedad en el suelo para así poder establecer el cultivo de maíz en fechas óptimas.

Estas prácticas sustentables permiten además sembrar sin tener que regar. Para los productores, esto significa que pueden ahorrarse el llamado riego de asiento que representa más del 30 % del total de agua usada para producir el maíz.

El proyecto, en el que la empresa sinaloense SACSA funge como acopiadora y transformadora, brinda a los productores participantes acompañamiento técnico permanente. A través de este, se les apoya para que tomen las mejores decisiones desde antes de la siembra. En el caso del señor Raúl, por ejemplo, se le apoyó para monitorear la humedad del suelo y establecer así las fechas más idóneas para la siembra del maíz.   

“En general este ciclo se observaron condiciones buenas para el cultivo, la incidencia de plagas fue baja, las malezas se tuvieron controladas y las humedades aprovechables en el suelo fueron óptimas, ya que se sacó adelante el cultivo de buena manera con solo tres riegos de auxilio”, puntualiza el equipo técnico que le brinda acompañamiento al productor.  

Los resultados son excelentes, el rendimiento fue bueno, de 13 toneladas por hectárea y el precio estuvo mejor. Estoy muy contento con esta forma de producir, más económica y que respeta el medioambiente, cuidando también la escasa agua que tenemos, por eso pienso seguir produciendo maíz amarillo para este proyecto, y sin trabajar de manera excesiva la tierra, ya que eso cuesta mucho y no es necesario para levantar buenas cosechas”, concluye el productor. 

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El potencial del maíz amarillo en el Valle de Culiacán

Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)
Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)

Con una superficie aproximada de 500 mil hectáreas de maíz, Sinaloa es el principal productor de esta gramínea en México. La mayoría de esta superficie se siembra con maíz blanco, variedad que llega a ocupar hasta el 99 % del área sembrada con maíz, mientras que solo el 1 % se siembra con maíz amarillo. 

El maíz blanco se usa principalmente para el consumo humano, mientras que el maíz amarillo está destinado a la alimentación de animales o usos industriales. La preferencia de sembrar maíz blanco provoca que en algunos años los productores tengan problemas para asegurar la venta de su cosecha. En contraste, la industria local prefiere el maíz amarillo, principalmente para satisfacer sus necesidades de materia prima para la elaboración de alimento forrajero. 

La agricultura que se practica en la región donde se encuentra la plataforma de investigación Culiacán —donde colaboran la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— es intensiva, con uso de semillas mejoradas, un alto consumo de insumos —lo que provoca altos costos de producción y afectaciones al medioambiente— y con sistema de riego, pero con un abastecimiento de las presas de riego inseguro.

Por lo anterior, es necesario buscar cultivos que usen menos agua. Si se pueden encontrar materiales amarillos con un buen rendimiento, entonces se tendría una opción para ciclos con menos disponibilidad de agua.

Así, en la plataforma de investigación se han establecido diferentes ensayos, entre ellos, la evaluación de híbridos de maíz amarillo con alto potencial de rendimiento —en camas permanentes y dejando el rastrojo en la superficie—, o el ensayo de la validación del sensor GreenSeeker® para el diagnóstico de una fertilización más eficiente y sustentable, principalmente con relación al uso de los fertilizantes nitrogenados.

Aunque aún es necesario seguir evaluando materiales por más tiempo para determinar los más rendidores, derivado de estos ensayos se ha observado que el rendimiento de los híbridos de maíz amarillo demuestra que sí existen materiales en el mercado capaces de competir con los híbridos de maíz blanco. Además, dado que los materiales de maíz amarillo de la región suelen ser hasta 25 días más precoces que los blancos, es posible disminuir un riego. 

Con respecto a los costos de producción, en la plataforma de investigación se lograron buenos rendimientos en camas permanentes, comparables a la media regional. La utilidad promedio de todos los materiales de maíz amarillo en camas permanentes fue de un poco más de 16 mil pesos (16 413 MXN) por hectárea. Además, el mayor rendimiento se logró en el tratamiento de más baja densidad de semilla (93 100 semillas por hectárea), mientras que el costo por este concepto fue el más bajo en este tratamiento.