Categorías
Noticias

Enfoques agroecológicos en el Bajío mexicano

La catarinita (Hippodamia convergens), un insecto benéfico que ayuda al control del pulgón en el cultivo de trigo. (Foto: Salvador Ramos)
La catarinita (Hippodamia convergens), un insecto benéfico que ayuda al control del pulgón en el cultivo de trigo. (Foto: Salvador Ramos)

“Muchas veces uno aplica insecticidas sin realizar los monitoreos, solo aplicamos por aplicar y no nos damos cuenta de los insectos benéficos que podemos encontrar dentro de las parcelas”, comenta Luis Celedón, productor de trigo de Guanajuato, México, con respecto a las acciones en materia de manejo agroecologico de plagas en las que ha participado al formar parte de Agriba Sustentable.

Agriba Sustentable es un proyecto impulsado por PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que busca impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano. 

Entre las prácticas promovidas en el marco del proyecto se encuentra el manejo agroecologico de plagas. En este sentido, recientemente en la parcela del productor Luis Celedón se hizo una liberación de larvas de coccinélidos, una familia de insectos conocidos comúnmente como catarinas que son depredadores naturales de pulgones, una de las plagas que más afectan al trigo en la región. 

“Poco a poco vamos conociendo un poco más del campo, las prácticas han cambiado y no podemos seguir haciendo lo mismo de cada año”, menciona el productor quien reconoce que con estas prácticas la incidencia de la plaga en su parcela ha sido baja. Otra ventaja de este enfoque es que se logran reducir las aplicaciones de insecticidas químicos bajando así el costo de producción de grano.

Otras prácticas orientadas hacia un manejo agroecologico de plagas son el establecimiento de cultivos que atraen insectos depredadores y funcionan como de barreras físicas de las plagas, el uso de extractos vegetales para aplicarse como insecticida orgánico, así como el uso de feromonas de confusión sexual, particularmente útiles en el manejo del gusano cogollero en maíz, cultivo en el que esta plaga puede ocasionar pérdidas de hasta el 50% de la producción.

La forma en la que actúan las dispensadores de feromonas que se promueven en el marco del proyecto es mediante la liberación prolongada del aroma que produce la hembra para atraer al macho hasta producir una nube invisible en el cultivo, confundiéndolo en su propósitro de encontrar y aparearse con la hembra, evitando así su reproducción y reduciendo la aparición de nuevas generaciones de la plaga. 

Una de las ventajas de estos enfoques agroecológicos es que no se afecta a las poblaciones de insectos benéficos, ni se impacta negativamente en los ecosistemas o en la salud de los agricultores quienes, además, pueden producir granos de mejor calidad e inocuos que redundan en mejores productos para los consumidores finales. 

Categorías
Noticias

Suelos sanos permiten aprovechar mejor el agua de riego

Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)
Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)

“Con este tipo de agricultura ahora puedo pasar la Navidad y otras fiestas con la familia, porque antes solo me pasaba preparando la tierra, sembrando o regando junto con mi papá y nos perdíamos de estar reunidos”, comenta Ernesto Guerrero, productor de maíz y cebada de Cueramaro, en Guanajuato, México, a partir de haber adoptado la agricultura de conservación como sistema de producción. 

La decisión de Ernesto de optar por un sistema de producción sustentable estuvo motivada por su padre, Ramón Guerrero, de quien recuerda que antes de morir tenía la inquietud de sembrar la cebada con agricultura de conservación porque veía como otros agricultores en la región sembraban sin preparar la tierra y, sin embargo, lograban buenas cosechas y con solo dos riegos.

Actualmente, Ernesto participa en el proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— mediante el cual ha accedido a capacitaciones sobre agricultura de conservación, un sistema que tiene a la mínima labranza, la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior y la diversificación de cultivos como sus componentes básicos. 

Durante las capacitaciones, comenta Ernesto, se dio cuenta de que sí podía establecer el sistema dadas las condiciones de sus parcelas —cuenta con buen drenaje, siembra en surcos de menos de 200 metros de largo, hay un desagüe, no está desnivelada, etcétera— y ahora estas se ven diferentes a las de otros productores a su alrededor: “a grandes rasgos veo que el suelo guarda más humedad por el aspecto del cultivo y está menos compactado que el de los vecinos”, cuenta. 

En pruebas realizadas junto con los especialistas que le brindan acompañamiento técnico como parte del proyecto, “la diferencia de dureza entre donde se aplicó agricultura de conservación y donde no fue de 50 a 100 psi  (unidad de medida de la resistencia a la tracción), esto implica que este suelo, donde se implementa el sistema sustentable, ha mejorado su estructura y ahora puede aprovechar mucho mejor el agua de lluvia y guardarla para las plantas, lo que también se traduce en riegos más rápidos y menos gasto de agua en comparación con la agricultura convencional”.

A diferencia de la agricultura convencional que implica el uso de muchos insumos —varios de los cuales disminuyen su efectividad con el paso del tiempo—, la agricultura de conservación permite disminuir la demanda de estos, reduciendo los costos de producción y otimizando los recursos y el tiempo destinado a las labores del campo. 

Por sus beneficios económicos y para la salud del suelo, Ernesto sigue las recomendaciones de los técnicos de Cultivando un México Mejor, que incluyen dejar la paja o rastrojo sobre la superficie de la parcela, evitar mover el suelo (solo remarca los surcos), cuidar que la parcela no se encharque y aplicar la nutrición necesaria para el cultivo establecido de acuerdo con en el análisis de suelo.

Categorías
Noticias

Fertilidad integral en cultivo de cebada

Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)
Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)

La región del Bajío, en México, es una de las zonas productoras de cebada maltera más importantes del país. Allí, los agricultores suelen utilizar diferentes fuentes de fertilizante y se ha detectado que aplican cantidades excesivas de nitrógeno. Esto trae como consecuencia altos costos de producción, emisión de gases que contribuyen al cambio climático y cebadas de baja calidad.

Tomando en cuenta este contexto, el equipo técnico del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), sugiere aplicar las denominadas 4R planteadas por el International Plant Nutrition Institute (IPNI), que son cuatro recomendaciones fundamentales para la fertilidad integral, referidos a la fuente, la dosis, el tiempo y el lugar de aplicación correctos.

Los cuatro requisitos del manejo responsable de nutrientes muestran, en términos generales, la importancia de usar adecuadamente los insumos que son aplicados para aprovechar su efecto al máximo. Con esto, se busca que los productores adopten las mejores prácticas de aplicación de fertilizantes para asegurar que su inversión realmente les brinde beneficios. De manera práctica, estos principios son más claros planteándose unas preguntas básicas:

Fuente correcta: ¿Qué voy a aplicar? Es importante conocer las propiedades (físicas y químicas) del suelo para tener datos sobre la disponibilidad de nutrientes, su interacción, así como posibles limitantes del suelo para usar alguna fuente de fertilizante. Esto puede evitar que, aunque sea la dosis adecuada, se presenten inconvenientes por la susceptibilidad del cultivo al nutriente o la fuente. 

Dosis correcta: ¿Cuánto voy a aplicar? Una vez definidas las fuentes de fertilizantes disponibles para el cultivo se requiere hacer un balance con los nutrientes aportados por los abonos orgánicos (compostas, residuos de cultivos). Esto permitirá disminuir la dosis de uno o más nutrimentos a suministrar en el programa de fertilización. El uso de herramientas como los sensores ópticos son útiles para calcular la cantidad adecuada de nutriente para la planta. Asimismo, el análisis de suelo antes de establecer el cultivo es fundamental. 

Tiempo correcto: ¿Cuándo lo voy a aplicar? Para maximizar la toma de nutrientes por parte de las plantas, la decisión del tiempo de aplicación determina el momento en que la planta acepta y utiliza los nutrientes. Por esta razón, para elegir la fecha adecuada es importante conocer cuándo las plantas absorben los nutrientes, es decir, cuál es la demanda por etapa de crecimiento, ya que cada nutriente es requerido en mayor o menor cantidad durante ciertas etapas del cultivo. 

Lugar correcto: ¿Dónde lo voy a aplicar o colocar? La colocación adecuada de los nutrientes se refleja en una mayor cobertura y homogeneidad al proveer fertilizantes. En este sentido, se debe tomar en cuenta el tamaño y dirección del crecimiento de las raíces, así como la variabilidad del suelo pues cada tipo de suelo tiene características específicas, con diferentes capacidades de retención o susceptibilidad a la pérdida de nutrientes.

Para producir cebada de alta calidad es importante implementar prácticas de fertilidad integral que permitan incrementar los rendimientos y hacer más eficientes el uso de los fertilizantes, reduciendo los costos de producción y haciendo más rentable las unidades de producción. Los análisis de suelo, las enmiendas, el uso de sensores ópticos, la fertilización enterrada (particularmente en la siembra y segunda fertilización) y el fraccionamiento del fertilizante nitrogenado (70% a la siembra y el 30% en la segunda fertilización) son recomendaciones útiles para este propósito. 

Categorías
Noticias

Productores de trigo del Bajío buscan opciones ante efectos del cambio climático

Detalle de una planta de trigo en parcela de Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)
Detalle de una planta de trigo en parcela de Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)

El cambio climático es una realidad y representa una seria amenaza para la seguridad alimentaria global.  De acuerdo con la evidencia acumulada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce un 5 % aproximadamente.

En México, los estados del sur y sureste son los que presentan mayor vulnerabilidad al cambio climático; no obstante, este fenómeno también constituye una problemática para las principales regiones productoras de trigo en el norte del país y en El Bajío, ya que este cultivo requiere al menos entre 500 y 600 horas frío —tiempo por debajo de los 7 grados Celsius— para que tenga un buen desarrollo, pero el cambio climático está haciendo que las temperaturas se eleven, comprometiendo la producción del cereal. 

En el estado de Guanajuato, por ejemplo, los cambios en los patrones del clima y los altos costos de producción han hecho que muchos agricultores busquen alternativas para mantener la rentabilidad de sus cultivos. Para algunos productores que han encontrado en la agricultura de conservación una alternativa para hacer frente a los efectos del cambio climático, este sistema de producción sustentable ha representado un cambio radical, pero muy positivo, en su forma de trabajar la tierra. 

Productores de Cuchicuato —en el municipio guanajuatense de Irapuato— que han apostado por la agricultura de conservación comentan que preparar su parcela con este sistema solo hacen una labranza mínima y además aprovechan el rastrojo para proteger al suelo de la erosión, lo que no ocurre con el sistema convencional que aún prevalece en la zona y que consiste en barbechar, pasar la rastra y realizar el surcado para dejar la superficie del suelo completamente libre de residuos del cultivo anterior, pero a merced del efecto erosivo del viento, la lluvia y otros factores. 

“Las consecuencias de realizar estas prácticas se notan en la cosecha del cultivo siguiente, ya que al retirar el rastrojo se deja al suelo sin protección y, con los cambios en el patrón del clima que se han presentado aquí en la región, en la mayoría de las parcelas el trigo no se desarrolla de forma óptima, por lo que la meta de rendimiento suele no alcanzarse”, comenta el equipo técnico que le brinda asesoría y acompañamiento al señor Tomás en el marco del proyecto Agriba Sustentable.

Agriba Sustentable es una iniciativa impulsada por PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Su propósito es impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano mediante un conjunto de buenas prácticas y tecnologías agrícolas, como la agricultura de conservación y el manejo agroecológico de plagas. 

El resultado del primer ciclo con agricultura de conservación fue positivo para los productores de Cuchicuato que participan en el proyecto: “fue muy notable el cambio, tanto en peso como en calidad de grano. El proceso de la trilla en el sistema convencional debió́ ser adelantado hasta 10 días ya que el grano presentaba bajo contenido de humedad y no logró obtener peso, mientras que el sistema de conservación mantuvo alto contenido de humedad y permitió a las plantas desarrollar el ciclo completo, generando mayor peso y calidad de grano”, comenta uno de ellos. 

Además de permitirle a los agricultores disminuir sus costos de producción y conservar sus suelos, haciendo que sus sistemas de producción sean más capaces de enfrentar los efectos del cambio climático, la agricultura de conservación les permitió producir hasta 1,5 toneladas más en comparación las prácticas convencionales. Por esto, los productores de Cuchicuato concluyen que “ahora que estamos haciendo agricultura de conservación con el proyecto de Agriba Sustentable estamos más que satisfechos con los resultados”.

Categorías
Noticias

Ahorrar tiempo, dinero y agua con prácticas sustentables

Rastrojo como cobertura del suelo en cultivo de cebada. (Foto: CIMMYT)
Rastrojo como cobertura del suelo en cultivo de cebada. (Foto: CIMMYT)

En el municipio de Cuerámaro, San José de Ramales, en el estado de Guanajuato, se siembra principalmente trigo y cebada en el ciclo otoño-invierno. A pesar de las limitaciones de agua en la región, destaca el cultivo de Esperanza de Heineken, una variedad de cebada que ha ido creciendo en superficie cada año debido a que el ciclo biológico de la cebada es más corto, comparado con el trigo. 

Refugio Botello Rodríguez es uno de los productores de cebada de San José. Debido a la necesidad de hacer un uso más eficiente del agua en la región y con la intención de mejorar sus costos de producción, optó por poner en práctica la agricultura de conservación «esperando tener la humedad suficiente debajo de los rastrojos para que la planta llegue a cosecha sin dificultad», comenta el productor. 

Fue a través del proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— que el señor Refugio recibió capacitación y acompañamiento técnico para establecer este sistema de producción sustentable basado en un mínimo movimiento del suelo y en su cobertura con rastrojo para protegerlo de la erosión, mejorar su estructura, su capacidad de infiltración de agua y de retención de humedad. 

«Hasta la fecha se han aplicado dos riegos, el de nacencia y el primer auxilio. Lleva ahorrado, en promedio, 1 300 metros cúbicos de agua por hectárea que bien pueden servir para otro riego. La cebada se encuentra en mejores condiciones de porte y se ha desarrollado más que con la agricultura convencional basada en movimiento continuo del suelo y sin dejar rastrojo sobre la superficie», puntualiza el equipo técnico de Cultivando un México Mejor que asesora al señor Refugio. 

 Optar por una agricultura sustentable ha tenido otros beneficios. Refugio hace cuentas: lleva ahorrados tres pasos de rastra más el surcado, lo que asciende a aproximadamente a 2 800 pesos (MXN) por hectárea. 

Por cómo se ve su cultivo, el señor Refugio ahora está convencido de que la agricultura de conservación es una buena alternativa: «la semilla sí nace entre la paja (rastrojo) y el agua avanza bien», menciona. Incluso ya está pensando cómo mejorar algunos aspectos el siguiente ciclo en el que tiene la intención de desvarar después de sembrar o sembrar sin desvarar y solo reformar el surco a poca profundidad.

Las prácticas que ahora hace el señor Refugio también le han representado mayor tiempo y recursos disponibles para dedicarlos a su familia: “Mi hijo está enfermo y he visto cómo esta práctica me puede hacer ahorrar tiempo y dinero. A veces me siento cansado para andar arriba del tractor a vuelta y vuelta. Mi hijo me ayudaba, pero ahora necesita atención médica y le digo «vámonos a descansar, hijo, y a cuidarnos». También le digo «¿ves hijo?, no necesitamos mover el suelo» porque ahora vemos que la cebada está bien desarrollada donde solo se ha sembrado entre los rastrojos”. 

Categorías
Noticias

Ebo común, un cultivo muy útil para rotarse con maíz

Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

La producción anual de maíz y trigo en El Bajío, en México, se basa en un sistema de rotación de cultivos cereal-cereal y tasas de fertilizante nitrogenado anuales en constante aumento. El uso indiscriminado de fertilizantes nitrogenados y su precio elevado —durante este año se ha registrado un incremento de hasta 180 % con respecto a su precio en 2021— pone de manifiesto la necesidad de evaluar alternativas sostenibles y de menor costo para aportar los nutrientes que aseguren un mayor rendimiento en los cultivos de cereal. 

Una alternativa económica y ecológicamente viable para la fertilización orgánica es el uso de cultivos de cobertura o de servicio, específicamente de especies leguminosas con capacidad para fijar biológicamente el nitrógeno atmosférico.

En diversas partes del mundo los cultivos de leguminosas se incluyen dentro de los sistemas de rotación gramínea–leguminosa que han aportado buenos resultados; sin embargo, en El Bajío, debido al alto nivel productivo de los cereales, la rotación con leguminosas es una alternativa económicamente poco atractiva para los agricultores. 

Debido a esto, en la plataforma experimental de Acámbaro —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se realizó una evaluación para determinar la mejor especie, de entre tres leguminosas, para establecer como cultivo de servicio intercalado con maíz, así como determinar la mejor etapa para el establecimiento de dicho cultivo.

Las leguminosas evaluadas fueron el ebo velloso (Vicia villosa), el ebo común (Vicia sativa) y la esparceta (Onobrychis viciifolia). De estas, el ebo común se desarrolló mejor en las condiciones de humedad y temperatura al intercalarse como cultivo de servicio con maíz en el sistema de agricultura de conservación.

Así, establecer el ebo común en la etapa de hoja bandera del maíz permite aprovechar la humedad del suelo para su germinación, la entrada de luz en este momento promueve un desarrollo más rápido, además de que el periodo que permanece la leguminosa en campo es suficiente para llegar a la etapa de mayor fijación biológica de nitrógeno.

Categorías
Noticias

El manejo integrado de malezas no es una receta

Productor retirando malezas en su parcela. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Productor retirando malezas en su parcela. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

El manejo integrado de malezas no es una receta, sino es un reto que implica entender lo que está pasando con el ecosistema, lo que pasa una vez que lo hemos transformado a través de la agricultura y posteriormente cuál es la respuesta de las malezas ante el uso constante de uno o varios herbicidas, o de uno o varios métodos de control”, mencionó Fernando Urzúa Soria, científico responsable del Curso de Especialización en Manejo Integrado de Malezas, impartido recientemente a un grupo de técnicos vinculados al Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

El curso se enmarca en la creciente necesidad en la región de El Bajío, en México, de contar con asesoría técnica especializada debido a los retos que han impuesto los efectos del cambio climático. En este caso particular, el incremento de la incidencia de malezas.

Con la finalidad de que los técnicos participantes obtuvieran herramientas para diseñar estrategias de manejo en función del sistema agrícola, integrando prácticas —como la agricultura de conservación— que ayudan a reducir malas hierbas, el curso abordó temas como la biología de las malezas, el manejo de sus poblaciones, el control químico adecuado, el manejo de herbicidas y su debida selección, la tecnología de aplicación de plaguicidas, entre otros. 

Debido a las restricciones derivadas de la pandemia, el curso se desarrolló de manera híbrida. De las 10 sesiones realizadas en los cinco meses que duró, seis fueron a distancia mediante plataformas digitales y el resto en las instalaciones del Campo Experimental Bajío del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) en Celaya, Guanajuato, gracias al apoyo de Sarahyt Santamaría González Figueroa, investigadora de dicha institución. 

“La adaptación de este curso a una modalidad híbrida nos permitió realizar varios recorridos de campo, a pesar de la pandemia por COVID-19. El curso nos permitió adquirir experiencia sobre los momentos adecuados para el control de malezas, la correcta elección de herbicidas de acuerdo a cada cultivo y etapa de desarrollo, entre otros aprendizajes para generar una intervención técnica adecuada para los diversos escenarios que se pueden presentar en el campo”, comentó Luis Ángel Meléndez Martínez, uno de los técnicos que recibieron su constancia aprobatoria.

Además de Luis Ángel, acreditaron el curso Leonardo García Torres y Juan Pablo Paredes Laguna, de Guanajuato; Norma Roldan Peña, de Hidalgo; y Manuel Almanza Ojeda y Lorenzo Guadalupe Abelino, de Querétaro, quienes, en sus actividades presenciales, desarrollaron prácticas en las plataformas y áreas de extensión en los municipios de Irapuato y Salamanca, en Guanajuato, que forman parte de la infraestructura del Hub Bajío del CIMMYT. 

Con esta capacitación, el CIMMYT busca formar técnicos capacitados en la elaboración e implementación de estrategias de manejo integral de malezas que contemplen los aspectos ecológicos, económicos y sociales para impulsar una agricultura sustentable que ayude a los productores de manera acertada, mediante una asesoría técnica especializada que brinde respuestas a problemáticas específicas. 

Categorías
Noticias

Ajusta tu tractor y reduce la compactación

El productor Rodolfo Aguilar junto con maquinaria especializada para agricultura de conservación, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/Hub Bajío-CIMMYT)
El productor Rodolfo Aguilar junto con maquinaria especializada para agricultura de conservación, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/Hub Bajío-CIMMYT)

La compactación en el suelo es la disminución del espacio poroso —en especial de los poros más grandes o macroporos— que se traduce en menor aireación, baja retención de agua y nutrientes y mayor resistencia al desarrollo de las raíces.

Las prácticas convencionales de preparación del suelo que aún se realizan en distintas partes de México producen compactación y afectan la densidad aparente del suelo —medida que refleja el contenido total de su porosidad—. De acuerdo con el nivel del suelo donde se presente, se puede distinguir entre compactación superficial (de 0 a 10 centímetros) y compactación profunda (mayor a 10 y hasta 40 centímetros).

En la superficie del suelo, la compactación está en función de la carga aplicada, de la presión ejercida por el rodado del tractor, del grado de humedad y de la intensidad de tránsito recibida. En este sentido, las llantas del tractor, que son el vínculo entre el vehículo y el suelo, tienen el objetivo de brindar una superficie de contacto que no exceda la capacidad portante del suelo —máxima presión que se puede ejercer sobre un terreno o estructura sin peligro alguno— y, a su vez, lograr una tracción que garantice el arrastre de los implementos en el suelo.

Considerando que un tractor es un bien de alto valor y que para el agricultor de pequeña o mediana escala resulta inviable tener un vehículo con características específicas para cada actividad agrícola, ¿es posible reducir de manera práctica los efectos no deseados del tránsito de la maquinaria? Existen diferentes opciones de adaptación y, con mínimos ajustes, es posible optimizar la calidad de trabajo de la maquinaria, favoreciendo una menor compactación del suelo.

La forma en que se distribuye una fuerza sobre una superficie es lo que se conoce como presión. Al caminar sobre arena muy suelta o nieve, por ejemplo, es común quedar con los pies enterrados, pero al usar patines de esquiar esto no sucede ya que se que aumenta la superficie de contacto y la fuerza o peso se distribuye mejor, disminuyendo la presión. 

La presión tiene una fórmula matemática, siendo esta igual a la fuerza ejercida por un cuerpo sobre un área específica (P=F/A). Así, la fuerza que el tractor ejerce sobre el suelo está relacionada con su peso y la superficie o área de contacto de las llantas con el suelo.

La presión de inflado de las llantas o neumáticos del tractor es clave para optimizar la superficie de contacto tractor-suelo. Un “tip” sencillo que los agricultores pueden seguir para verificar que la presión de inflado sea la correcta es asegurarse que solo tres “aspas” de cada una de las llantas de tracción estén en contacto con el suelo. 

Otro factor determinante en la variación de la presión ejercida por el tractor sobre el suelo y que es de fácil configuración por parte del agricultor, es el peso del equipo, específicamente del “lastre” o contrapesos adicionados al tractor. Es importante comprender que no todas las labores agrícolas requieren alta fuerza de tracción, así que es posible retirar contrapesos adicionales, de manera que el patinaje no sea excesivo (mayor a un 15% aproximadamente).

Otro aspecto a considerar al momento de realizar las labores agrícolas mecanizadas es el ancho del neumático o llanta del tractor, pues este parámetro representa un área mayor o menor de contacto con el suelo que puede maximizar o minimizar el efecto de la presión que ejerce el peso propio del tractor.

El agricultor, entonces, tiene tres parámetros principales a configurar en su tractor: 1) la presión de inflado de las llantas, 2) la colocación o retiro de contrapesos traseros y delanteros, y 3) el ancho del rodado de tracción; esto, por su puesto, dependerá de las condiciones de humedad del suelo, de la potencia motriz requerida por el implemento acoplado, del cultivo establecido y del arreglo topológico de la parcela. 

Categorías
Noticias

Sensores ópticos, herramienta clave para optimizar la fertilización agrícola

Plataforma de Investigación DR011, en Irapuato, Guanajuato, México. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Plataforma de Investigación DR011, en Irapuato, Guanajuato, México. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

En el sector agrícola de México persiste la aplicación de fertilizantes sin un sustento científico, lo que conlleva a una baja rentabilidad para los productores, particularmente ahora que el considerable aumento en los precios de los fertilizantes ha hecho que la adquisición de nutrientes básicos para los cultivos como el nitrógeno, fósforo y potasio, eleve significativamente los costos de producción.

Los métodos agrícolas convencionales necesitan una aplicación regular y constante de fertilizante, a menudo sin tomar en cuenta los diversos factores ambientales, como la temperatura, la humedad o la dosis, que pueden causar lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— u otras formas en que los nutrientes se pierden.

Para abordar esta problemática, el pasado 28 de junio dio inicio una serie de capacitaciones con el equipo técnico de los diversos proyectos que operan en el Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El punto de partida de estas capacitaciones fue el uso de sensores ópticos, una de las diversas tecnologías y métodos que se evalúan constantemente en el CIMMYT para brindar soluciones a las problemáticas de los productores. 

Conocer el protocolo de uso de sensores ópticos como el GreenSeeker® es importante para los técnicos que brindan acompañamiento a los productores porque este tipo de equipos portátiles “nos permite medir el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés), en esta ocasión enfocado al cultivo de maíz; este índice nos permite conocer la respuesta fisiológica de las plantas a los nutrientes básicos, el estado del cultivo, el estrés, la eficacia de los herbicidas, etcétera”, comentan los instructores de la capacitación.

Los valores NDVI son una estimación del “verdor” de las plantas —una planta sana tiene un color característico, señal de una actividad fotosintética y una nutrición adecuadas—, que el sensor procesa mediante un modelo matemático para después arrojar una recomendación. En este sentido, el principal objetivo de esta capacitación es que los técnicos aprendan a realizar mediciones correctas para un manejo eficiente del nitrógeno y así desarrollar un plan integral de fertilidad para los productores.

“El uso de esta tecnología nos permite optimizar el uso de los fertilizantes nitrogenados, minimizando su impacto al medioambiente y reduciendo los costos de producción a fin de que los productores tengan mayor rentabilidad, por ello se realizaron prácticas de campo con sensores en la plataforma de investigación que está ubicada en el Distrito de Riego 011, en Irapuato (Guanajuato, México)”, puntualizan los organizadores del Hub Bajío del CIMMYT. 

Categorías
Noticias

De fertilidad y fertilizantes

Prácticas de agricultura de conservación implementadas en una parcela de Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)
Prácticas de agricultura de conservación implementadas en una parcela de Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)

Hoy, ante el elevado costo de los fertilizantes, es muy importante que los productores apliquen los nutrientes en la cantidad, en el momento y la forma correcta. Existen además estrategias para optimizar el uso de los fertilizantes. Una de ellas es, mediante análisis de suelos en parcelas —con una ubicación estratégica—, generar mapas de fertilidad y recomendaciones puntuales para fertilizar de manera adecuada. 

Los mapas de fertilidad permiten visualizar, incluso a nivel de municipios, la situación particular de la fertilidad de los suelos. Esta es información valiosa para generar mezclas diferentes para cada zona o región, de acuerdo con las necesidades específicas de cada una. 

Normalmente la oferta comercial de fertilizantes no considera estas necesidades particulares, pero “un ejemplo de lo importante que es generar una mezcla diferente para cada zona es que si aplicamos fósforo a una que ya tiene mucho fósforo, creamos un banco de este nutriente y podemos generar un bloqueo de zinc. Esto puede desfavorecer los rendimientos”, comenta Francisco Buenrostro, técnico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la región de El Bajío, en México.

Dependiendo de los resultados que arroje el análisis de suelo hay otras opciones y áreas de oportunidad para realizar una fertilización balanceada. El suministro de nutrientes en forma foliar, el uso de sensores ópticos o la aplicación de yeso agrícola —que se considera un mejorador de suelos— son algunos ejemplos. 

Desarrollar e implementar estrategias de fertilidad integral permite, además de ahorrar en el tema de fertilizantes, tener otros beneficios: “También podemos impactar en la calidad del grano porque al aplicar nutrientes en los momentos adecuados es posible incrementar significativamente los niveles de proteína, en el caso del grano de trigo esto se logra con la aplicación de nitrógeno en el momento adecuado”, menciona Francisco. 

Al comparar el esquema convencional de fertilización contra la propuesta de fertilidad integral en las parcelas demostrativas de El Bajío, donde se ha implementado la estrategia,  se ha encontrado que con las prácticas para optimizar el uso de fertilizantes ha habido un incremento de la producción de hasta 15%, lográndose reducir la cantidad de aplicación de fertilizantes entre 30 y 40% por tonelada producida.  

En un contexto como el actual, donde los conflictos y el cambio climático imponen nuevos retos a la producción agrícola, estrategias como esta merecen ser consideradas para replicarse y escalarse en beneficio de los agricultores y de la sociedad en general.