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Avena y ebo, una alternativa que brinda servicios al medioambiente

Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)
Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)

En las áreas de riego de Guanajuato, México, se demanda gran cantidad de forraje, particularmente durante el ciclo otoño-invierno. La alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros por excelencia en esta zona —se siembran un poco más de 44 mil hectáreas de alfalfa y cerca de nueve mil de avena (SIAP, 2021)—; no obstante, la alfalfa es perenne —su ciclo es muy largo, pudiendo crecer durante todo el año—, demanda gran cantidad de agua y reduce su producción en otoño-invierno. La avena, por su parte, a pesar de ser buena alternativa forrajera, es más nutritiva para los animales al mezclarse con ebo.

Ante este panorama en que se requieren alternativas de cultivo que puedan rotarse con el maíz y el sorgo producidos en primavera-verano, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cultivaron avena y ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación a fin de validar si dicho cultivo es una opción viable para la producción de forraje en el contexto de la zona.

Con camas anchas permanentes y el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie, la investigación se desarrolló durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato.

“Cuando el ebo llegó a floración y la avena a llenado de grano se realizó un corte a cuatro centímetros del suelo para inducir el rebrote de estos cultivos. Después del primer corte el rebrote de avena-ebo se utilizó como cultivo de cobertura y la siembra del maíz se realizó sobre el 100 % de dicho rebrote. Todos los datos sobre costos de producción, rentabilidad, producción de forraje y los asociados a los servicios ecosistémicos fueron registrados en una bitácora”, señalan los responsables de la plataforma de investigación.

“El costo total de producción hasta el empacado fue de cerca de 22 mil pesos (22 153 MXN), donde la fertilización y la cosecha corresponden al 42 y 25 %, respectivamente. Con respecto a la producción de forraje, el rendimiento de materia de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad fue de un poco más de 13 mil kilogramos por hectárea (13 089 kg/ha), lo cual, al empacarse en pacas de 40 kilogramos en promedio, resultó en 327 pacas por hectárea”.

Para los productores, la venta de las pacas significaría un beneficio económico, pero más allá de este, “el rebrote de avena-ebo contribuye a lograr la cobertura del suelo, lo cual impide la erosión y la emergencia de malezas. Además, al ser una leguminosa, el ebo ayuda a la fijación de nitrógeno, por lo que para el siguiente ciclo es posible obtener un mayor rendimiento de maíz”.

Cabe mencionar que en el ciclo primavera-verano 2019, en la misma plataforma, se sembró maíz sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo, entonces el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó 16 % el rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional (15.13 t/ha) y en 1,6 % al tratamiento con agricultura de conservación donde no se realizó la práctica de sembrar sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo.

Por lo anterior, los investigadores de la plataforma concluyen que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje, siendo una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. “De igual manera, la siembra de avena-ebo es una alternativa de cultivo de servicio que sirve como cobertura del suelo, impide la emergencia de maleza y contribuye a la fijación de nitrógeno atmosférico”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Conocer el suelo para regenerarlo

Cultivo de trigo en el norte de México. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de trigo en el norte de México. (Foto: CIMMYT)

Actualmente se estima que el 52 % de la tierra utilizada para la agricultura está moderada o severamente afectada por la degradación (ONU, 2020), por lo que, a medida que la población mundial aumenta y las necesidades de abastecimiento de alimentos también, regenerar los suelos se vuelve una tarea cada vez más urgente.

Regenerar los suelos agrícolas no es una tarea sencilla, pero tampoco es imposible. Proyectos como Trigo Regenerativo Bimbo lo están haciendo realidad de la mano de cientos de agricultores mexicanos que están adoptando prácticas de agricultura de conservación con el acompañamiento del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con el cual Grupo Bimbo colabora para esta iniciativa.

Uno de los primeros pasos para regerar los suelos es conocer sus características. Hay una gran diversidad de suelos y cada uno de estos facilita o dificulta la actividad agrícola. En el Bajío —una de las regiones donde se desarrolla el proyecto en mención— predominan los suelos tipo vertisol, cuya capacidad de retención de nutrientes y humedad puede  ayudar a incrementar la  fertilidad del cultivo, pero también afectarlos si estos no son manejados adecuadamente.

Los vertisoles son suelos arcillosos, albergan una alta proporción de arcillas expansivas, es decir, se hinchan en contacto con el agua —como el barro, que con agua se vuelve un material moldeable—. Esto tiene consecuencias en el proceso productivo: en condiciones de sequía, las arcillas se contraen y el suelo se agrieta, provocando ruptura de raíces; por el contrario, con la presencia de lluvias frecuentes o riegos abundantes, el suelo retiene demasiada humedad llegando a provocar asfixia en las raíces de los cultivos; es decir que la baja disponibilidad de oxígeno en el suelo debido al exceso de humedad dificulta la respiración de la planta a través de las raíces.

De acuerdo con un muestreo para análisis de fertilidad en el marco del proyecto, más de la mitad de los terrenos que participan en él, en Guanajuato, presenta textura arcillosa y también sodio en una proporción que podría acentuar el problema de asfixia radicular. Además, la baja permeabilidad que presentan también tiene repercusión en la biología del suelo, así como en el ciclo de algunos nutrientes: un ambiente con baja oxigenación favorece la presencia de patógenos —como Fusarium, que puede provocar enfermedades en una amplia gama de cultivos, incluyendo maíz y trigo— y provoca la pérdida de nitrógeno dando como resultado la formación de oxido nítrico y oxido nitroso, gases que favorecen de forma importante el calentamiento global.

Para asegurar un buen desarrollo de los cultivos en este tipo de suelos con alto contenido de arcilla es crucial que se formen agregados, es decir, partículas de suelo, materia orgánica y otros componentes minerales unidos en una especie de bloques que le dan al suelo su estructura, porosidad y permeabilidad.

La incorporación de materia orgánica y el mínimo movimiento del suelo favorecen la formación de agregados, la porosidad y la oxigenación interna del suelo. Por esta razón, con los productores que participan en el proyecto de Grupo Bimbo y el CIMMYT se están impulsando prácticas de agricultura regenerativa que se basan en la agricultura de conservación —sistema donde la mínima labranza y la cobertura del suelo son fundamentales para mejorar la estructura y calidad del suelo—, así como en estrategias de fertilidad integral.

Como punto de partida para el análisis de fertilidad se han hecho muestreos de suelos para saber si existe alguna limitante para que los cultivos absorban los nutrientes o cuáles de estos nutrientes están o no disponibles, entre otros aspectos. Así, ha sido posible identificar que en ciertos casos ha sido necesario suplementar algunos minerales vía foliar  —aplicando directamente a las hojas— o aplicar yeso agrícola para mejorar las propiedades del suelo.

Así, para el pasado ciclo otoño-invierno 21/22 más de mil hectáreas implementaron prácticas encaminadas a optimizar la fertilidad. Estos resultados sólidos, que muestran el compromiso de los impulsores del proyecto con la regeneración suelo, son también el testimonio de que la agricultura regenerativa ofrece amplios beneficios a los agricultores que la implementan.

Trigo Regenerativo Bimbo es un proyecto de Grupo Bimbo que cuenta con el soporte científico del CIMMYT para fomentar prácticas sustentables que permiten regenerar los suelos y conservarlos, dándole valor a la producción sustentable a fin de mejorar las condiciones de vida de los productores.  Esta iniciativa contribuye a generar sistemas agroalimentarios para la nutrición y la conservación de medioambiente a través del abastecimiento de trigo producido localmente bajo criterios de sustentabilidad.

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Gobernador de Guanajuato visita el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo

El gobernador de Guanajuato y el director general del CIMMYT en la sede global del centro de investigación. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
El gobernador de Guanajuato y el director general del CIMMYT en la sede global del centro de investigación. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Este 21 de junio Sinuhe Rodríguez Vallejo, gobernador de Guanajuato, visitó las instalaciones de la sede global del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en Texcoco, Estado de México, donde se reunió con Bram Govaerts, director general de dicho centro de investigación para delinear una agenda de trabajo conjunto que permita consolidar sistemas agroalimentarios sustentables en la entidad guanajuatense, la cual es clave para la producción agrícola nacional y ha sido punta de lanza en la difusión, implementación y adopción de tecnologías para una producción sostenible en México.

En materia de sustentabilidad agrícola, Guanajuato y el CIMMYT tienen una amplia trayectoria de colaboración. Destaca el programa MasAgro Guanajuato que el gobierno de la entidad impulsó desde 2014 con el respaldo científico del CIMMYT para promover prácticas sostenibles, particularmente el sistema de agricultura de conservación para que los agricultores guanajuatenses puedan ser resilientes ante las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático y las coyunturas socioeconómicas globales.

Como muestra del impacto positivo de una intervención efectiva mediante MasAgro Guanajuato, en el territorio del estado se instalaron siete plataformas de investigación agrícola que, mediante investigación colaborativa, acompañamiento técnico y la vinculación con más de un centenar de actores de las cadenas de valor, permitieron hacia 2020 impactar positivamente en más de 148 mil hectáreas, donde los productores que han adoptado las prácticas sustentables promovidas por el programa  produjeron 14 % más de trigo en riego —aumentando su rentabilidad en 48 %—, 28 % más de frijol en temporal, 155% más de maíz nativo y 190% más de maíz híbrido en temporal —aumentando su rentabilidad en 47 %—.

En la entidad, la colaboración entre el Gobierno de Guanajuato y el CIMMYT también ha permitido consolidar una novedosa estrategia de fertilidad integral —la cual ha permitido mapear más de 100 mil hectáreas para que los productores disminuyan costos de producción y se mejore la eficiencia en el uso de fertilizantes—, disminuir las quemas agrícolas que impactan negativamente en la calidad del aire, instalar puntos de maquinaria para impulsar la adopción de prácticas sustentables, consolidar proyectos con la agroindustria —actualmente Nestlé, Kellogg y Heineken impulsan proyectos de sustentabilidad agrícola con la asesoría científica del CIMMYT—, entre otras acciones.

La visión del Gobierno de Guanajuato hacia un futuro sostenible, mencionó el doctor Bram Govaerts, se alinea con la estrategia del CIMMYT hacia 2030, la cual busca hoy las soluciones a los problemas del mañana. En este sentido, se coincidió en que se continuarán sumando esfuerzos para que Guanajuato consolide su posición como un referente nacional en la conformación de sistemas agroalimentarios sólidos y beneficiosos para los productores de todas las escalas.

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Reducir el consumo de agua sin afectar la productividad sí es posible

Medición de la presión en cintilla de riego del sistema de riego por goteo y aforo de emisores. Ciclo otoño-invierno 22-23, plataforma de investigación Irapuato I. (Foto: Daniel Sandoval)
Medición de la presión en cintilla de riego del sistema de riego por goteo y aforo de emisores. Ciclo otoño-invierno 22-23, plataforma de investigación Irapuato I. (Foto: Daniel Sandoval)

En México la situación del agua es crítica, particularmente para la agricultura en donde se estima que un poco más del 70 % de las aguas extraídas se ocupan para el riego, pero donde factores como la ineficiencia en este proceso hacen que las pérdidas del líquido sean notables y preocupantes.

Para identificar las prácticas más pertinentes que permitan optimizar el riego en el cultivo de trigo, en la plataforma de investigación Irapuato I —donde colaboran el Distrito de Riego 011 y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— recientemente se evaluaron dos sistemas de riego —riego por goteo y riego superficial— en combinación con dos sistemas de labranza —un sistema híbrido (que combina remoción de rastrojos y labranza en el ciclo otoño-invierno y cobertura con rastrojos sin labranza en el ciclo primavera-verano) y un sistema de agricultura de conservación donde se establecen camas anchas permanentes (las cuales minimizan el movimiento del suelo y mejoran su estructura)—.

“El riego superficial se realizó de forma convencional durante todo el ciclo, aplicando un riego de nacencia y tres riegos de auxilio. Para el manejo de riego por goteo se evaluaron metodologías para conocer el comportamiento del agua dentro del sistema y poder realizar mejoras con el fin de incrementar la eficiencia de aplicación. Para calcular el requerimiento de agua al momento de regar, por ejemplo, se usaron herramientas digitales y también se midieron los metros cúbicos requeridos dentro del sistema híbrido y camas permanentes”, señala el equipo técnico de la plataforma.

Para monitorear adecuadamente las variables consideradas en el experimento, los investigadores se apoyaron de la estación agroclimática que la Fundación Produce Guanajuato ha dispuesto en la zona. Así, con investigación colaborativa, se logró observar que “el volumen de agua aplicado al cultivo de trigo durante el ciclo otoño invierno 2022-2023 fue menor usando riego por goteo y el sistema de camas permanentes anchas”, puntualizan los investigadores.

Los resultados anteriores suman evidencia de con prácticas sustentables sí es posible reducir el consumo de agua sin perder la productividad. El uso de riego por goteo y camas anchas permanentes, por ejemplo, permitió en este caso “ahorrar 12.6 % de agua en comparación con el uso de riego superficial. Esto, más la implementación de láminas de riego adecuadas, monitorear las condiciones del clima y considerar las etapas fenológicas del cultivo son actividades de suma importancia para generar riegos con eficiencias de más de 90 %”, concluye el equipo técnico de la plataforma.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Mejores suelos para las próximas generaciones

Parcela con cobertura de rastrojo en el Bajío. (Foto: Hub Bajío / CIMMYT)
Parcela con cobertura de rastrojo en el Bajío. (Foto: Hub Bajío / CIMMYT)

De acuerdo con las Naciones Unidas, a causa de la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía cada año se pierden más de 12 millones de hectáreas de tierra —superficie similar a la de Corea del Norte— afectando a más de 3 mil millones de personas, particularmente en comunidades pobres y rurales. Con estos números, se estima que en los próximos 25 años la degradación de las tierras podría reducir la productividad agrícola hasta en un 12 %, haciendo que los precios de los alimentos aumenten hasta en 30 %. 

En este contexto, donde más de la mitad de los terrenos agrícolas del mundo presenta algún tipo de daño, y donde la conversión de terrenos en tierras de cultivo y la prevalencia de prácticas agrícolas inadecuadas favorece la liberación a la atmósfera de gases de efecto invernadero, es urgente impulsar acciones que permitan tener suelos sanos y alimentos de mejor calidad de manera sostenible. 

Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A través de esta iniciativa se promueve entre los productores del Bajío mexicano prácticas sustentables —como la agricultura de conservación— que permiten cuidar el suelo y facilitan que el productor tenga mayores ganancias en comparación con las prácticas convencionales.

“Yo creo que es nuestra responsabilidad como agricultores dejarles a las próximas generaciones un mejor suelo. Con agricultura de conservación yo he estado viendo que el cultivo sufre menos, es más natural la fertilización, la nutrición del cultivo como que se hace más natural”, comenta Manuel Valerio, uno de los productores del Bajío que participa en el proyecto. 

La agricultura de conservación es un sistema sustentable que tiene como componentes básicos la mínima labranza, la cobertura del suelo con residuos agrícolas (rastrojos) y la diversificación de cultivos. Al implementar este sistema se pueden observar diversos beneficios: menos gasto de diésel, uso más eficiente del agua, menos malezas, suelos más sanos —con mejor estructura, mejor infiltración de agua y más materia orgánica— y ahorros en costos de producción en general. 

En el primer ciclo de Agriba Sustentable han participado más de doscientos productores, implementando en un poco más de dos mil hectáreas prácticas sustentables enfocadas a la conservación del suelo, el uso eficiente del agua y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero —al reducirse la labranza se favorece que los suelos cumplan con funciones ambientales importantes como la captura de carbono, y también se disminuye el número de pasos de maquinaria, lo que permite reducir el uso de combustibles fósiles—. 

En las parcelas que participaron en Agriba Sustentable durante este primer ciclo se redujo casi en 18 % la emisión de gases de efecto invernadero y se contribuyó a la optimización del consumo de agua. Además, los productores participantes tuvieron ahorros del 22 % en los costos de producción por hectárea. 

En un escenario donde el cambio climático se acelera, la degradación de los suelos aumenta y el suministro de agua es incierto, y donde además los medios de subsistencia y la capacidad de hacer frente a los desastres naturales y los fenómenos meteorológicos extremos también son afectados, proyectos como Agriba Sustentable contribuyen a hacer un uso más eficiente de los recursos (particularmente suelo y agua) en la producción de alimentos, permitiendo además que los productores participantes tengan ahorros en sus costos de producción. 

“Me gustó lo que hice con agricultura de conservación y voy a seguir implementando esa parte e invitando a otros productores a que prueben este sistema y verán que se ahorran y económicamente les va a ir mejor”, concluye Carlos Verdín, otro de los productores que participan en Agriba Sustentable.

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Con sensores ópticos cuidan el medioambiente y sus bolsillos

Medición de los valores NDVI de un cultivo con el uso del sensor óptico GreenSeeker®. (Foto: Salvador Ramos)
Medición de los valores NDVI de un cultivo con el uso del sensor óptico GreenSeeker®. (Foto: Salvador Ramos)

El nitrógeno (N) es un elemento indispensable para el crecimiento y la fotosíntesis vegetal, por esta razón la fertilización nitrogenada es esencial en la agricultura; sin embargo, cultivos como el trigo solo absorben entre 20 y 35 % del fertilizante nitrogenado. El resto se pierde porque se volatiliza o escurre, ocasionando pérdidas económicas y contaminación ambiental —se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18 %—. 

Gran parte del problema con la fertilización nitrogenada se relaciona con el manejo inadecuado del fertilizante y la falta de herramientas prácticas que permitan determinar las cantidades adecuadas que cada cultivo necesita, por lo que es fundamental optimizar su aplicación. Herramientas de diagnóstico como el sensor GreenSeeker® permiten determinar la cantidad correcta de unidades de nitrógeno requeridas para el cultivo establecido, por lo que su uso contribuye a una agricultura más sustentable. 

Los sensores ópticos son una de las tecnologías que se están promoviendo entre los agricultores que participan en el proyecto Agriba Sustentable, una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cuyo propósito es impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano que abastecen con su grano a Grupo Trimex, acercándoles tecnologías pertinentes y sostenibles para minimizar el impacto ambiental además de reducir sus costos de producción, tal es el caso de los sensores GreenSeeker®.

Estos dispositivos tienen un sensor óptico y funcionan emitiendo destellos de luz roja e infrarroja que permiten medir la biomasa y la condición de las plantas. Debido a que la vegetación sana absorbe más luz roja y refleja más luz verde e infrarroja, el sensor lee la cantidad de luz que regresa y arroja valores del Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés), los cuales son una estimación del “verdor” de las plantas y la densidad del follaje. Estos valores varían entre 0,00 y 0,99, siendo un indicador de plantas en buenas condiciones los valores entre 0,8 y 0,9. 

Para que la medición sea confiable, esta se debe realizar máximo tres días antes de la primera aplicación de reabone nitrogenado en el cultivo y mediante muestreos en forma de zigzag en toda la parcela. Después de que el sensor arroja la lectura del estado del cultivo —la cual queda registrada en el dispositivo—, los técnicos pueden sugerir con mayor precisión una dosis de fertilización nitrogenada al productor. Con esto se consigue una mayor uniformidad del cultivo, un ahorro importante de fertilizante y en general una optimización de proceso. 

Después de la medición se ejecuta un algoritmo —que en este caso específico fue elaborado por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) Bajío— para calcular las unidades de nitrógeno que demanda el cultivo.

Gracias a esta práctica de fertilidad integral, productores que participan en Agriba Sustentable han logrado reducir significativamente sus costos de producción. En el reciente ciclo de maíz —es decir, el segundo cultivo del ciclo primavera-verano al que se le da seguimiento para evaluar su aportación al lote de producción que posteriormente será sembrado con trigo—, por ejemplo, redujeron entre 80 y hasta 150 kilogramos de urea —uno de los fertilizantes nitrogenados más usados a nivel global— por hectárea, lo que equivale un ahorro de entre $1 326 y $2 475 pesos (1 326 – 2 475 MXN) por cada hectárea sembrada. Adicionalmente, la siembra con base en análisis de suelo les ha permitido lograr mayores ahorros, impactando positivamente en el medioambiente. 

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Mejorar la producción, cuidando los suelos con agricultura de conservación

Rastrojo dejado como cobertura del suelo en el sistema de agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)
Rastrojo dejado como cobertura del suelo en el sistema de agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)

“No es lo mismo cosechar mucho y gastar mucho, que cosechar mucho y gastar lo necesario”, comenta Felipe Juárez, quien brinda acompañamiento técnico a productores de Cebada en Guanajuato, México, en el marco del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

“Dadas las circunstancias que hoy se viven se requiere buscar otra forma de producción para que la agricultura siga siendo rentable y que los productores puedan ofrecer a sus familias condiciones para una vida próspera”, continúa Felipe, quien señala que el tipo de agricultura que predomina actualmente en el Bajío demanda el uso de muchos insumos que elevan los costos de producción y, en algunos casos —particularmente cuando se usan desmesuradamente—, contribuyen a la degradación de los suelos agrícolas. 

“El problema con varios productos es que, en la mayoría de casos, solucionan un problema por temporadas, pero su efecto disminuye con el paso del tiempo. Otro problema es el uso desmedido de los mismos, como los fertilizantes. Al usar fertilizantes inadecuados o dosis inadecuadas se propicia la pérdida de la calidad del suelo. Con suelos degradados la producción agrícola es costosa y poco amigable con el medioambiente y, además, es muy probable que el grano cosechado no tenga las condiciones adecuadas para la industria alimenticia o los consumidores”. 

Para el técnico de Cultivando un México Mejor es fundamental que los productores conozcan las propiedades de sus suelos porque “el pH en las zonas cebaderas tiene una tendencia a ser alcalino y algunos micro elementos, como el hierro (Fe), cobre (Cu) y manganeso (Mn), no están lo suficientemente disponibles, esto trae como consecuencia que el agricultor los compre y aplique vía foliar, generando un gasto más en su manejo agronómico. Esto no está mal, pero si no se aplica en el momento y la forma adecuada, entonces ese recurso se habrá desperdiciado”. 

Ante la pregunta sobre las alternativas que tienen los agricultores para cuidar sus suelos y mejorar su producción, Felipe menciona que “para el caso de la cebada maltera hemos documentado que en aquellas parcelas donde se practica la agricultura de conservación, particularmente por varios años, la demanda de insumos no es amplia, disminuye, y se pueden obtener buenos rendimientos sin requerir de una alta economía”. 

“Con la agricultura de conservación que se ha estado desarrollando en el Bajío guanajuatense hay trabajos, comprobados mediante análisis de suelo, donde después de tres años continuos de dejar los rastrojos o paja como cobertura los suelos degradados se logran recuperar notablemente en lo que respecta a su pH, fauna, materia orgánica y salinidad. Esto es relevante porque la salinidad y la poca materia orgánica en el suelo son factores que limitan el desarrollo y producción de varios de los cultivos acostumbrados en el Bajío”. 

“Los productores que participan en Cultivando un México Mejor reciben capacitaciones sobre el uso de fertilizantes químicos y los efectos negativos que puede tener su uso excesivo. También revisamos con ellos cómo afecta el pH en el suelo agrícola, cuáles son los fertilizantes adecuados, los momentos correctos para aplicar enmiendas, entre otros temas”, puntualiza Felipe. 

Finalmente, el técnico de Cultivando un México Mejor recomienda a los productores que “si no son ganaderos, dejen la paja o rastrojo en la superficie de la parcela; remarquen surcos y eviten mover demasiado el suelo; cuiden que la parcela no se encharque; hagan análisis de suelo y apliquen la nutrición necesaria para el cultivo que se estableció”. De esta manera, señala, estarán encaminándose a una agricultura más sustentable que les permitirá cuidar y mejorar sus suelos, a la vez que su producción. 

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La importancia del rastrojo en tu parcela

Parcela con residuos de cosecha como cobertura. (Foto: CIMMYT)
Parcela con residuos de cosecha como cobertura. (Foto: CIMMYT)

Los altos costos de los insumos agrícolas que se observan en la actualidad, principalmente de los fertilizantes, ha hecho que entre muchos productores mexicanos impere un ambiente de desánimo por las bajas ganancias que se obtendrían con las cosechas que se obtengan del presente ciclo agrícola.

Una alternativa para minimizar el impacto del aumento en el costo de los fertilizantes es aprovechar los beneficios de mantener los residuos de la cosecha anterior (rastrojos) como cobertura del suelo. Esta es una de las prácticas que más ha investigado el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y que, por sus beneficios comprobados, se promueve en el marco de diversos proyectos, como Agriba Sustentable, impulsado por PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT. 

“Dejar el rastrojo como cobertura del suelo sirve como una protección natural contra la erosión y también se ha documentado que contiene una cantidad significativa de nutrientes que regresan al suelo durante su descomposición. Con estas aportaciones podemos dejar de depender del 100 % de la fertilización inorgánica”, comenta el equipo que brinda acompañamiento técnico a los productores participantes de Agriba Sustentable en el Bajío mexicano.

El rastrojo puede aportar 35 % de nitrógeno, 12 % de fósforo, 80 % de potasio y hasta 95 % del calcio de la cantidad total que aplicamos de fertilizante en nuestros cultivos. Como vemos, el rastrojo tiene un gran valor y lo podemos aprovechar para el cultivo del ciclo siguiente. Estos datos son importantes porque las prácticas comunes que realizan los productores es empacarlo para forraje o, simplemente, quemarlo —práctica que en lo últimos años ha disminuido considerablemente— para dejar limpia la parcela, sin saber el verdadero valor monetario que tienen en sus parcelas gracias al rastrojo”, enfatizan.

De hecho, de acuerdo con una estimación elaborada por el Hub Bajío del CIMMYT, el rastrojo de 13,5 toneladas de maíz por hectárea sería equivalente a fertilizantes con un valor aproximado de entre 15 y 16 mil pesos por hectárea.

Además de reducir el impacto al medioambiente por la quemas agrícolas, el valor del rastrojo tiene un equivalente monetario. En este sentido, aprovecharlo como cobertura del suelo es una alternativa viable y pertinente para los productores de Agriba Sustentable y de México en general.  

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Un recorrido por parcela dice más que mil palabras

Recorrido por parcelas de productores participantes en el proyecto Agriba Sustentable en el Bajío (México) (Foto: Agriba Sustentable)
Recorrido por parcelas de productores participantes en el proyecto Agriba Sustentable en el Bajío (México) (Foto: Agriba Sustentable)

“Agricultores, representantes de la agroindustria, técnicos e investigadores nos dimos cita para recorrer parcelas de trigo donde se ha implementado agricultura de conservación como base para una agricultura sustentable”, comenta Arturo Ortiz, quien brinda acompañamiento técnico a productores del Bajío en el marco del proyecto Agriba Sustentable. 

Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Su propósito es impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano que abastecen con su grano a Grupo Trimex, acercándoles tecnologías pertinentes y sostenibles para minimizar el impacto ambiental y reducir sus costos de producción.

“En la parcela del señor Jesús Porras, por ejemplo, lo interesante es que se trata del primer ciclo bajo el sistema de agricultura de conservación, pero en comparación con el resto de sus parcelas con manejo convencional —donde se extraen los residuos de la cosecha del ciclo anterior para venta de forraje y hay un mayor trabajo de suelo — en esa parcela se nota un desarrollo óptimo y podría igualar o mejorar la rentabilidad y el rendimiento con respecto a las otras”.

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza —que mejora la estructura del suelo—, la cobertura del suelo con rastrojo —para protegerlo de la erosión y conservar humedad— y la diversificación de cultivos. Sus beneficios son notables sobre todo después de varios años de practicarse, pero, como en el caso del señor Jesús, esos beneficios pudieron ser  visibles desde el primer ciclo de haberse implementado. 

“La parcela del señor Marcelino Vázquez tiene más de 10 ciclos ininterrumpidos en el sistema de agricultura de conservación. En los tres recientes, además, se ha incluido la siembra de veza (Vicia sativa) como cultivo de servicio, dando como resultado una tonelada más de grano en la zona del cultivo de servicio”, precisa Arturo Ortiz.

“El señor Juan Solís ya tiene varios ciclos trabajando con agricultura de conservación, él incluso ha adaptado su maquinaria y ha tenido rendimientos en trigo superiores al promedio regional. Y señor Ignacio Guillen, él ha mejorado sus suelos significativamente con agricultura de conservación ya que en su zona hay problemas de sodicidad, suelos delgados y degradados. Incluso había zonas de sus parcelas donde no se desarrollaban los cultivos y ahora ni se notan”. 

Arturo Ortiz explica que este tipo de recorridos permite a otros agricultores observar de forma directa los beneficios de la agricultura de conservación y escucharlos en voz de los productores que participan en Agriba Sustentable. Además, durante los recorridos los datos sobre rendimientos, costos de producción y rentabilidad adquieren otro sentido, al igual que las tecnologías que se promueven en el proyecto y entonces la agricultura de conservación, las curvas a nivel, la fertilidad integral, el manejo agroecológico de plagas, entre otras, dejan de ser conceptos abstractos para reflejarse en resultados concretos. 

Con los agricultores como protagonistas, estos recorridos en el marco de Agriba Sustentable se replican por todo el Bajío mexicano y dan testimonio de la asesoría de calidad que brinda el proyecto. Así, con resultados visibles, otros agricultores pueden darse cuenta de la importancia de realizar una agricultura sustentable que, además de ser amigable con el medioambiente, es más rentable para ellos y mejora significativamente la fertilidad y calidad de sus suelos para la producción agrícola, finaliza Arturo Ortiz.

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Un cambio radical y necesario

Rastrojo usado como cobertura de suelo en parcela de productor participante en el proyecto Agriba Sustentable. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Rastrojo usado como cobertura de suelo en parcela de productor participante en el proyecto Agriba Sustentable. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

Jaime Elías Echeverría es un agricultor de Guanajuato, México. Desde hace 12 años se encarga de los terrenos de su padre. Así conoció las prácticas convencionales que prevalecen en su región, las cuales incluyen, en su mayoría, la quema de los rastrojos. Aunque Jaime tenía en mente aplicar alguna innovación en su actividad agrícola, cuenta, siguió realizando las mismas prácticas que todos a su alrededor.  

Fue hace algún tiempo que lo invitaron a algunos eventos demostrativos organizados por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cuando Jaime se interesó por la agricultura sustentable. Al inicio, implementar esas prácticas fue complicado porque representaban para él un cambio radical con respecto a años de realizar prácticas convencionales. Hoy, sin embargo, las prácticas sustentables que ha implementado ya también han sido replicadas por sus vecinos cercanos.

Aprovechar los rastrojos en lugar de quemarlos, minimizar el movimiento del suelo, entre otras prácticas asociadas a la agricultura de conservación le han permitido tener mejores suelos, regenerarlos de alguna manera. Esto, a su vez, lo ha conducido a nuevos proyectos, como el de Agriba Sustentable, en el que actualmente participa y en el que ha sido pieza importante para sumar a nuevos productores a este proyecto que impulsa PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT.

Agriba Sustentable es un proyecto que busca impactar positivamente y de manera directa a los productores del Bajío mexicano, particularmente a través del desarrollo de capacidades. Así, por ejemplo, junto con productores innovadores como Jaime se han establecido parcelas-escuela en las que otros agricultores pueden conocer y aprender cómo implementar prácticas sustentables. 

Además, con el proyecto, productores como Jaime tienen mayor certeza a la hora de comercializar su producción y también mayores herramientas para hacer frente a los efectos del cambio climático que afectan al sector agrícola. 

“Las prácticas promovidas por el proyecto abarcan la mínima labranza para evitar la compactación del suelo y la cobertura del suelo con rastrojos para retener humedad, limitar el crecimiento de malezas, regenerar el suelo y aportarle nutrientes. Además, con este sistema se disminuyen los costos generados por el consumo de gasolina o la renta de maquinaria y de productos químicos que habitualmente se usan con la agricultura convencional”, enfatiza el equipo técnico que opera el proyecto y brinda acompañamiento técnico constante a los productores participantes.