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Un mensaje a las niñas y mujeres del campo hondureño

Raquel Herrera en actividades en campo. (Foto: Raquel Herrera)
Raquel Ferrera en actividades en campo. (Foto: Raquel Ferrera)

Hay distintos sistemas que influyen en el estado del mundo, pero la ciencia es actualmente uno de los agentes de cambio más universal y dominante. La ciencia ha transformado el paisaje social, político, económico, estético e intelectual de las sociedades; está cambiando nuestra forma de entender quiénes somos y de dónde venimos, nuestro sistema de valores, la forma en que producimos nuestros alimentos, el modo en que consideramos al planeta y la forma en que nos consideramos unos a otros.

A pesar de los avances, aún hay mucho trabajo por hacer para que el conocimiento científico y sus beneficios lleguen a toda la sociedad. La desigualdad de género, por ejemplo, representa un freno a la ciencia y esto tiene implicaciones para toda la sociedad porque los beneficios del quehacer científico también quedan limitados.

De acuerdo con la ONU, en promedio las mujeres representan un 33,3 % de las plantillas de investigadores existentes en el mundo y la brecha se amplía cuanto mayor es el nivel alcanzado en el escalafón. Como ejemplo, solo el 3 % de los Premios Nobel en ciencias ha sido otorgado a mujeres y en el campo de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas solo el 35 % de los estudiantes de carreras y programas de este campo son mujeres.

La igualdad de género en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, no solo por la necesidad de robustecer la búsqueda de soluciones científicas a los desafíos más apremiantes de la humanidad, sino para difundir el conocimiento científico ya existente entre la sociedad.

“Con el proyecto de AgriLAC, con el grupo de mujeres con el que trabajo, instalamos un módulo de extensión. Con este proyecto hay muchas prácticas que realmente ayudan al productor, ya sea mujer u hombre. Entonces este proyecto tiene un buen enfoque y le ayuda bastante al productor”, comenta Raquel Ferrera, quien actualmente forma parte del equipo técnico del InnovaHub Occidente de Honduras, integrado a partir de la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Los InnovaHubs son un modelo de gestión de la innovación basado en una metodología desarrollada en México a partir de iniciativas impulsadas por CIMMYT y sus colaboradores. Para este enfoque, el acompañamiento técnico es fundamental para que el conocimiento científico generado y validado en plataformas de investigación llegue efectivamente, y de una manera socialmente pertinente, a los agricultores.

“Estudié ingeniería agronómica en la Universidad Nacional de Agricultura. Solo éramos 10 mujeres de 50 que nos graduamos en 2011”, comenta Raquel, quien a partir de su participación con el CIAT se vinculó a AgriLAC Resiliente y recibió capacitación para impulsar la innovación a través del modelo del Hub: “parte del curso era montar módulos o áreas de extensión, entonces yo, que soy parte de una caja rural —financiada con fondos de un proyecto que ejecutaba el CIAT— en donde trabajamos 21 mujeres y un hombre, fundamos el módulo de extensión donde sembramos maíz y luego frijol”.

“Realmente es muy importante ayudar a los grupos de las áreas rurales con conocimiento porque ellos, ya sea en caja rural o grupo, ellos van formándose, entonces ahí resalta el tema de la mujer, la importancia que tiene la mujer porque en muchos lugares rurales el machismo sigue presente, no las dejan salir, no les dan el derecho cuando las mujeres tenemos un alto potencial que a veces no es descubierto, pero mediante estos proyectos la mujer desempeña ese papel importante”.

En Honduras, donde el porcentaje de mujeres en el número total de investigadores se estimaba en 36,4 % hacia 2018, de acuerdo con el más reciente Informe sobre Ciencia de la UNESCO, iniciativas como AgriLAC Resiliente están contribuyendo a cambiar el panorama para decenas de niñas y mujeres que hoy por hoy ven en profesionistas como Raquel una figura que las anima a ir más allá de los roles tradicionalmente asignados.

A las mujeres, a las niñas, yo siempre que tengo oportunidad de conversar con ellas mi consejo es estudien, para que mañana usted no dependa de nadie, usted pueda trabajar, usted pueda generar ingresos que le van a ayudar cuando forme un hogar, una familia. Le va a permitir salir adelante, tener visión, que es lo que se necesita para ayudar a su comunidad, para ayudar a su familia”, concluye Raquel.

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Sinergias sustentables en Honduras

Reuniones para el establecimiento de InnovaHubs en Honduras. (Foto: Marlon Duron / Alliance Biodiversity-CIAT)
Reuniones para el establecimiento de InnovaHubs en Honduras. (Foto: Marlon Duron / Alliance Bioversity-CIAT)

Al impulsar la generación de tecnologías, los sistemas de innovación en la agricultura tienen un papel importante en la transformación de las sociedades. La adopción de estas tecnologías por parte de los agricultores es un ejemplo de esto, donde la motivación ha surgido, generalmente, de procesos lineales que surgen desde las instituciones hacia los distintos usuarios.

Los diversos retos asociados al clima, la degradación de los servicios medioambientales, los altos costos de producción, las dificultades de acceso a mercados, entre otros, han sido factores desencadenantes para el desarrollo de nuevos abordajes como respuesta a las necesidades y oportunidades en el sector agroalimentario. Así, la incorporación de enfoques participativos surge como una alternativa para la evolución de los sistemas de innovación.

Un ejemplo de estos enfoques participativos son los servicios agroclimáticos en Honduras que, desde el 2016 —como parte de una iniciativa liderada por la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y con el apoyo de la Alianza Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT)—, incluyen las Mesas Agroclimáticas Participativas (MAPs), cuyo objetivo es fortalecer el acceso y uso de información agroclimática para que los agricultores tomen las mejores decisiones en sus parcelas y reduzcan así los riesgos asociados al clima.

Como parte del proceso fueron conformadas 10 MAPs regionales, 16 Mesas Municipales, y también fueron elaborados y compartidos boletines agroclimáticos correspondientes a los ciclos anuales productivos específicos para cada una de las regiones de Honduras. También se han establecido redes comunitarias de pluviómetros en manos de agricultores, quienes a su vez validan y retroalimentan la información generada por las instituciones.

Dentro de esta misma lógica de necesidades y oportunidades, durante 2022 se inició la conformación de dos redes de innovación agrícola, o “InnovaHubs”, para las regiones del oriente y occidente de Honduras, con el objetivo de promover la innovación participativa e investigación aplicada a los contextos locales, vinculando a múltiples actores y colaboradores como ejecutores de los procesos de innovación mediante una base conceptual y metodológica en gestión del conocimiento y agricultura sustentable adaptada al clima, la cual ha sido desarrollada por CIMMYT y sus colaboradores y facilitada por la Iniciativa Regional AgriLAC Resiliente de CGIAR.

Durante el proceso han sido fortalecidas las capacidades técnicas de las organizaciones miembros de los InnovaHubs, con quienes ha sido dirigida la construcción de su propia infraestructura física, actualmente constituida por dos plataformas de investigación, 16 módulos de innovación y 49 áreas de extensión en donde a la fecha se han establecido decenas de ensayos agronómicos y cerca de un centenar de eventos de capacitación impartidos a más de 750 agricultores cabezas de hogar.

Estos, son fuerzos colectivos que, de manera inicial, han permitido consolidar ambos InnovaHubs, encaminando sinergias con las MAPs que, en su conjunto, se constituyen como nodos territoriales que facilitan la integración de los servicios agroclimáticos a procesos de investigación aplicada, innovación participativa y desarrollo de soluciones digitales que impulsan la transformación de los sistemas agroalimentarios en Honduras.

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Avanza el impacto de AgriLAC Resiliente en el oriente de Honduras

Día de campo en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Día de campo en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)

En muchas parcelas del oriente de Honduras se comienza a observar una gran movilización: agricultores, técnicos, investigadores y representantes de diversas organizaciones participan en reuniones, capacitaciones y días de campo. Análisis de suelos, muestreos y otras prácticas para identificar los problemas y el potencial de esas tierras son parte de estos esfuerzos por impulsar el desarrollo del campo latinoamericano en el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, del CGIAR.

En estas semanas, mientras algunos técnicos y técnicas, como Miriam Torres del grupo Gualiqueme (en el Valle de Jamastrán, municipio de Danlí, departamento de El Paraíso), continúan analizando los resultados de los análisis de suelos junto con los agricultores —a fin de tomar mejores decisiones en conjunto y gestionar la intervención técnica—; otros acuden a entrenamientos sobre temas diversos o preparan material didáctico para replicar los aprendizajes y llevarlos hasta el agricultor.

“En el día de campo identificamos plagas y enfermedades en parcelas de frijol”, señala Ronix Madariaga de ARSAGRO —una de las organizaciones que integran el InnovaHub Oriente de Honduras—. “En el entrenamiento sobre plagas y enfermedades participaron técnicos de 25 comunidades de cuatro municipios del departamento de El Paraíso”, puntualiza Edy Rafael López, también del equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras.

Trabajo con productores en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Trabajo con productores en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)

Con sus nuevos aprendizajes, los técnicos se despliegan en las comunidades para trabajar hombro a hombro con los agricultores de la región: “En Las Minas, El Obraje, tenemos problemas de trips —insectos pequeños de forma alargada y plana de la familia Thripidae—. Visitamos a productores de frijol y vemos problemas con el trip. Nos dicen los productores que es hasta ahora que se está presentando el problema y ellos lo atribuyen a cierto material de semilla que han comprado”, comenta Olvine Amador, señalando que es importante identificar adecuadamente los factores relacionados con la plaga para poder emitir las recomendaciones más pertinentes.

Así, gracias al impulso de la iniciativa AgriLAC Resiliente, la cotidianidad en el InnovaHub Oriente de Honduras comienza a delinear un nuevo panorama para el campo y, aunque este solo es el principio, las actividades no se detienen pues el equipo técnico tiene delante de sí variados retos, correspondientes a los principales problemas que enfrentan los agricultores en la región.

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México, Noruega y CIMMYT impulsarán la innovación agrícola en el sur de México y Centroamérica

De izquierda a derecha: Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; y Bram Govaerts, Director General del CIMMYT, durante la firma de la Carta de Intención en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
De izquierda a derecha: Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; y Bram Govaerts, Director General de CIMMYT, durante la firma de la Carta de Intención en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Para impulsar el desarrollo sustentable del campo en el sur de México, Guatemala y Honduras, el Gobierno de México, a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID); el Gobierno de Noruega, a través de su embajada en México; y CIMMYT, suscribieron una alianza de cooperación triangular que busca establecer un marco de colaboración cuyas acciones y estrategias permitan mejorar el estado nutricional, económico y social en la región mediante una transición hacia una agricultura sostenible.

La firma del instrumento se realizó en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y contó con la presencia de Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Ulises Canchola, Embajador de México en Noruega; y Bram Govaerts, Director General de CIMMYT.

«Los esfuerzos de cooperación entre Noruega, CIMMYT y México, con esta carta de intención, marcan el inicio de una relación innovadora entre estos tres socios de cooperación que beneficiará a la población del Sur-Sureste de nuestro país y a Centroamérica. La cooperación triangular ofrece una oportunidad única para combinar conocimientos, recursos y experiencias en beneficio de todos», comentó la Directora Ejecutiva de la AMEXCID.

Por su parte, la Embajadora de Noruega en México mencionó que “todos compartimos los mismos retos y compromisos, a mediano y largo plazo, así que necesitamos aumentar la producción local de alimentos, para crear cadenas de valor locales y regionales. Sabemos que colaboración internacional y la participación activa de los centros de investigación internacionales y nacionales es clave para cumplir con nuestros objetivos. Por esto, me emociona mucho la perspectiva de establecer una cooperación trilateral entre México, Noruega y CIMMYT, y quiero felicitar a AMEXCID y a CIMMYT por firmar esta carta de intención para priorizar el trabajo colaborativo en temas agrícolas”.

La propuesta, mencionó el Director General de CIMMYT durante su intervención, “busca construir paz, desarrollo y prosperidad a través del desarrollo agrícola y tiene como base el proyecto de cooperación triangular Avanzando hacia Sistemas Integrados de Innovación Agroalimentaria en Guatemala, Honduras y los estados del sur de México: Chiapas, Oaxaca y Yucatán, de manera que busca desarrollar una iniciativa de sistemas agroalimentarios integrados para aumentar su resiliencia y crear estabilidad social y económica entre la población rural y urbana en situación de pobreza en Guatemala, Honduras y el sur de México”.

Esta alianza estratégica tiene antecedentes en la iniciativa Agricultura para la Paz, de la SRE, la Embajada de México en Noruega, el Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, CIMMYT y diversos colaboradores. Ésta considera que los contextos adversos pueden ser transformados a través de la ciencia colaborativa y por ello promueve alrededor del mundo un modelo de innovación agrícola, denominado Hub, que en México permitió, por ejemplo, impactar positivamente a más de 300 mil agricultores en más de un millón de hectáreas como parte del programa MasAgro-Cultivos para México.

La experiencia de México con la metodología del Hub se ha replicado y se replica con éxito en distintas regiones de África, así como en Guatemala y Honduras, donde CIMMYT y otros centros de investigación internacional del CGIAR desarrollan trabajos como parte de la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Con cerca de seis décadas de labor en México y una innovadora Estrategia 2030 orientada hacia un futuro con seguridad alimentaria y nutricional, CIMMYT se suma a esta alianza estratégica con los gobiernos de México y Noruega para impulsar, en un contexto de cambio climático y de sucesivas crisis, ideas, proyectos e innovaciones que permitan multiplicar los beneficios de una paz construida sobre la base de sistemas alimentarios resilientes.

La transición hacia una agricultura sustentable, concordaron las instituciones firmantes, significa aumentar la productividad, rentabilidad y competitividad de los productores para evitar la migración forzada en las zonas afectadas por el cambio climático, el conflicto y el encarecimiento de los alimentos e insumos productivos como el combustible y los fertilizantes, por lo que la relevancia de este instrumento y de esta colaboración es un ejemplo de cómo las alianzas resultan indispensables para lograr la adopción de sistemas de producción sustentables que a su vez refuercen la paz y la estabilidad social.

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Innovar en el campo latinoamericano a través de la diversificación de cultivos

El técnico Ronix Madariaga muestra su parcela con asociación de cultivos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Ronix Madariaga)
El técnico Ronix Madariaga muestra su parcela con asociación de cultivos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Ronix Madariaga)

En la zona Villanueva El Águila (en el oriente de Honduras), a 1 350 metros sobre el nivel del mar, no es común ver calabaza y yuca como cultivos asociados con el maíz; sin embargo, esta asociación de cultivos brinda notables beneficios para la salud del suelo, la alimentación de las familias productoras e incluso representa un potencial ingreso adicional para los agricultores.

La calabaza sembrada en asociación cubre ampliamente el suelo y limita el desarrollo de malezas, de manera que es una gran opción como cultivo de cobertura. A su vez, la yuca funciona como una barrera de retención y contribuye a reducir los problemas de compactación del suelo.

Ronix Maradiaga implementó en su parcela, en Villanueva El Águila, esta innovación agronómica y los resultados son alentadores.

“Se instaló un módulo de 0.12 hectáreas (1 200 m2) cada parcela. En una se estableció maíz Tuxpeño y cobertura con calabaza y yuca; en la otra, la parcela testigo, solo maíz sin cobertura”, detalla Ronix, quien forma parte del equipo técnico de la Asociación Regional de Servicios Agropecuarios de Oriente (ARSAGRO), una de las organizaciones que integra el InnovaHub Oriente de Honduras, en el marco de AgriLAC Resiliente.

“El maíz se sembró con distanciamiento de 80 cm entre surco y 20 cm entre planta a dos granos por postura. Los resultados de la producción de maíz fueron de nueve quintales (900 kilos) en la parcela de innovación y ocho (800 kilos) en la parcela testigo. En la parcela de innovación se cosecharon además 150 unidades de calabaza y 300 libras de yuca”, precisa Ronix

Si se considera que en mercado cada calabaza tiene un costo aproximado de 30 lempiras ($20.8 MXN), la cosecha en la parcela de innovación de Ronix permitiría un ingreso de alrededor de 4,500 lempiras. La yuca, por su parte, tiene un precio en el mercado de entre siete y 10 lempiras por libra.

“Con la diversificación de cultivos podemos generar un ingreso extra, además de aportar materia orgánica al suelo y cobertura para evitar la erosión, igual con las barreras de yuca que sirven para retener el suelo”, concluye Ronix, quien muestra los evidentes beneficios de la diversificación de cultivos en su propia parcela a fin de que los productores de las comunidades en donde brinda acompañamiento técnico las implementen con confianza.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR orientada a transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región. Es operada por centros del CGIAR como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Alianza d de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), con la colaboración de diversas organizaciones locales a través de los InnovaHubs.

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Conocer las propiedades del suelo, el inicio de una agricultura sustentable

Análisis de parcela en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Análisis de parcela en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)

La conductividad eléctrica es un parámetro importante que brinda información para determinar el estado de los suelos y la calidad de los cultivos. Esta medida cuantifica la capacidad de un suelo para conducir corriente eléctrica, y se expresa en decisiemens por metro (ds/m). La relación entre la conductividad eléctrica y el contenido de sales en el suelo es de gran relevancia en la agricultura.

Todas las tierras agrícolas contienen ciertas cantidades de sales, las cuales son esenciales para el desarrollo de las plantas. Sin embargo, un exceso de sales puede resultar perjudicial, inhibiendo el crecimiento de los cultivos.

Siendo la conductividad eléctrica un indicador químico de calidad del suelo, esta medida es de vital importancia en el contexto agronómico y puede proporcionar información valiosa sobre la fertilidad y la capacidad de un suelo para soportar el crecimiento de los cultivos.

Medición del contenido de sales y la conductividad eléctrica en parcelas con y sin cobertura vegetal. El Paraíso, Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Medición del contenido de sales y la conductividad eléctrica en parcelas con y sin cobertura vegetal. El Paraíso, Honduras. (Foto: Olvine Amador)

Así, la medición de la conductividad eléctrica es esencial porque revela la capacidad del suelo para conducir corriente eléctrica, lo que refleja directamente la cantidad de sales solubles presentes en la solución del suelo. Valores más altos de conductividad eléctrica indican una mayor concentración de sales, lo que puede ser perjudicial para los cultivos.

Los valores de conductividad eléctrica se interpretan de la siguiente manera:

  • Menos de 2 ds/m: Suelo ideal para la producción de diversos cultivos.
  • Entre 2 y 4 ds/m: Suelo ligeramente salino, lo que puede afectar el rendimiento de ciertos cultivos sensibles.
  • Entre 4 y 6 ds/m: Suelo moderadamente salino, con efectos adversos en la mayoría de los cultivos.
  • Entre 6 y 8 ds/m: Suelo salino, donde el rendimiento de la mayoría de los cultivos se ve afectado.
  • Entre 8 y 12 ds/m: Suelo muy salino, difícil de explotar en estas condiciones y requiere un tratamiento de lavado.
  • 12 ds/m o más: Suelo extremadamente salino, donde el crecimiento de cultivos es prácticamente imposible sin un lavado utilizando agua baja en sales.

En el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, la Asociación Regional de Servicios Agropecuarios de Oriente (Arsagro) ha implementado diagnósticos de parcela en el departamento de El Paraíso, Honduras. Estos diagnósticos incluyen la medición de la conductividad eléctrica de los suelos, y son parte de la capacitación brindada a técnicos que trabajan en la iniciativa. Cada técnico atiende a 20 productores en 25 comunidades de cuatro municipios. Esta medición es esencial para definir estrategias agrícolas efectivas y sostenibles.

Edy Rafael López, técnico del InnovaHub Oriente de Honduras, establecido en el marco de AgriLAC Resiliente, destaca la importancia de esta capacitación: “Los técnicos hemos sido entrenados en el uso de equipos esenciales para la realización de diagnósticos de parcela, incluyendo el medidor de pH, el penetrómetro, equipo para medir la infiltración de agua, la medición de porcentaje de cobertura y el medidor de conductividad eléctrica”.

La medición precisa de la conductividad eléctrica es un paso crucial para promover una agricultura más sostenible y resistente, y gracias a estas iniciativas, Honduras avanza hacia un futuro agrícola más saludable y productivo.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forman parte el CIAT, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), el Instituto Internacional de la Papa (CIP), de Perú, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), de México, entre otros— para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

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Agricultores de Honduras impulsan la innovación apoyados por centros internacionales

Campo agrícola en Honduras. (Foto: Instituto Nacional Agrario de Honduras)
Campo agrícola en Honduras. (Foto: Instituto Nacional Agrario de Honduras)

De acuerdo con el informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2022, de las Naciones Unidas, el 22,5 % de las personas en América Latina y el Caribe no cuenta con los medios suficientes para acceder a una dieta saludable. Esto significa que en la región es urgente, entre otros aspectos, transitar hacia sistemas agroalimentarios sustentables, rentables y resilientes. Hacerlo, sin embargo, exige considerar las particularidades de las muy diversas zonas agroecológicas existentes en la región.

“Cada una de las zonas es totalmente diferente, tiene su particularidad y debemos atender esas necesidades específicas. En Honduras, por ejemplo, actualmente el InnovaHub de Oriente se ha orientado al mercado y el InnovaHub de Occidente a la agricultura familiar”, comenta Óscar Amado Martínez Castillo, quien forma parte del equipo de acción climática de la Alliance Bioversity-CIAT, organización basada en Colombia, y quien actualmente participa en AgriLAC Resiliente.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forman parte el CIAT, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), el Instituto Internacional de la Papa (CIP), de Perú, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), de México, entre otros—  para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

Esta iniciativa “es una oportunidad para que converjan todas las instituciones que están trabajando en la región, o es a lo que buscamos, que todas estas instituciones se sumen a esta red de innovaciones, a esta red de instituciones para que su experticia y conocimiento sea llevado a las plataformas, luego a los módulos y a los productores para que ellos puedan ver resultados”, señala Óscar, haciendo referencia a la metodología de los InnovaHubs, un modelo de innovación surgido en México a partir de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México del CIMMYT y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Entre las acciones que la iniciativa ha promovido en Honduras destacan las capacitaciones en agricultura sustentable que se han dirigido inicialmente a técnicos de todo el país: “en el InnovaHub de Oriente, por ejemplo, hay técnicos de alrededor de unas siete instituciones las cuales también integran las mesas agroclimáticas que el CIAT ha impulsado en toda Latinoamérica. Así, vemos que el trabajo tanto del CIMMYT como del CIAT siempre se encontrará presente de alguna forma u otra”, comenta Óscar.

Otras de las acciones impulsadas en Honduras mediante AgriLAC Resiliente es el diagnóstico de parcela, el cual es “uno de los elementos fundamentales para definir las prácticas agrícolas más adecuadas para cada una de las parcelas participantes. En este momento, por ejemplo, se están realizando el perfil o el modelo de cultivos que los técnicos van a implementar junto con cada uno de los productores con los que van a estar trabajando en parcelas representativas del territorio”.

“Estas actividades se hacen en conjunto con los productores, siempre se pide la participación de la persona a la que se le está brindando el acompañamiento y también es un a convocatoria abierta, si más personas de la comunidad quisieran participar son bienvenidos para que puedan conocer para qué y cómo se hace y puedan aplicarlo en sus parcelas, porque también es un efecto bola de nieve: nosotros, con el equipo del CIMMYT, estamos capacitando al técnico, el técnico le da seguimiento al productor y ahí mismo, de forma indirecta, pueden llegar a más productores”, concluye Óscar.

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Cerrando la brecha de rendimiento con datos para cada región

General view of the experimental field in Lempira, Honduras. (Photo: Nele Verhulst/CIMMYT)
Vista general del campo experimental en Lempira, Honduras. (Foto: Nele Verhulst/CIMMYT)

Las poblaciones en América Central están aumentando rápidamente, pero la producción de cultivos básicos parece incapaz de mantenerse al día con la creciente demanda de alimentos.

Los rendimientos de maíz son particularmente bajos en comparación con otras regiones. De manera acumulativa, los agricultores de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua producen maíz en casi 2.5 millones de hectáreas, y una gran proporción de estos sistemas de maíz también incluye frijol, ya sea mediante cultivos de relevo o cultivos intercalados. Aunque los rendimientos potenciales se estiman en hasta 10 toneladas métricas por hectárea, la producción promedio sigue siendo baja, alrededor de 2.28.

Claramente, hay una oportunidad inmensa para mejorar, pero no siempre es obvio qué problemas deben abordarse.

El análisis de la brecha de rendimiento, que mide la diferencia entre el rendimiento potencial y real, es un punto de partida útil para abordar el problema e identificar las perspectivas de intensificación. No es un concepto nuevo en agronomía aplicada, pero no se ha aplicado adecuadamente en muchas regiones. Por ejemplo, los análisis de América Central tienden a agruparse con el resto de América Latina, lo que dificulta proporcionar recomendaciones adaptadas a los contextos locales.

Veo una mayor comprensión de las limitaciones específicas de producción de cultivos de la región como el primer paso para mejorar la seguridad alimentaria.

En conjunto con investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y otras instituciones, trabajamos en identificar los principales factores que limitan la producción en estas áreas. Establecimos ensayos de campo en seis regiones productoras de maíz y frijol en El Salvador, Guatemala y Honduras, que representan aproximadamente las tres cuartas partes del área productora de maíz. Evaluamos factores como el estrés hídrico, la deficiencia de nutrientes, las plagas y las enfermedades, y los cultivos de cobertura, con la hipótesis de que la fertilización optimizada y el riego suplementario tendrían mayores efectos en los rendimientos.

A maize cob in La Libertad, El Salvador, shows kernels affected by tar spot complex which have not filled completely (Photo: Nele Verhulst/CIMMYT)
Una mazorca de maíz en La Libertad, El Salvador, muestra granos afectados por el complejo mancha de asfalto. (Foto: Nele Verhulst/CIMMYT)

Descubrimos que, si bien la fertilización mejorada mejoró los rendimientos de maíz en un 11% en promedio, no tuvo un efecto significativo en la producción de frijol. El riego no tuvo ningún efecto, aunque esto se debió principalmente a la buena distribución de la lluvia durante la temporada de crecimiento en el año de estudio. En promedio, los arreglos de plantación optimizados aumentaron los rendimientos de maíz en un 18%, lo que lo convierte en el factor más prometedor que evaluamos.

Fue interesante, aunque quizás no sorprendente, observar que la contribución de cada factor limitante a las brechas de rendimiento en todos los sitios y ningún tratamiento individual aumentó de manera efectiva los rendimientos en todos los sitios. Los resultados del ensayo confirmaron que las limitaciones de producción dependen en gran medida de las prácticas de gestión local y la ubicación agroecológica.

Con esto en mente, recomendamos que los actores de desarrollo que buscan aumentar la producción de cultivos comiencen realizando experimentos participativos de varios años para comprender las causas principales de las brechas de rendimiento e identificar las limitaciones específicas de las áreas en cuestión, ya que esto permitirá una mayor efectividad de esfuerzos de investigación y política.

Lea el artículo completo «Los factores que contribuyen a las brechas de rendimiento de maíz y frijol en América Central varían según el sitio y las condiciones agroecológicas» en The Journal of Agricultural Science.