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Producción sustentable de trigo con dosis adecuadas de nitrógeno

Uso de sensores ópticos para la determinación de dosis de nitrógeno. (Foto: Hub Bajío / CIMMYT)
Uso de sensores ópticos para la determinación de dosis de nitrógeno. (Foto: Hub Bajío / CIMMYT)

La producción del trigo depende, entre otros factores, del manejo de la fertilidad de los suelos. Así, independientemente de la fuente utilizada, se deben suministrar nutrientes en cantidades adecuadas para obtener los rendimientos esperados. La manera más adecuada para conseguir estos rendimientos se basa en cuatro principios básicos de fertilización: fuente, dosis, momento y lugar. La aplicación de estos cuatro pasos permite incrementar y mantener la producción.

Otro aspecto a considerar en la fertilización es que los requerimientos nutritivos de las plantas no son fijos, sino que cambian con las diferentes etapas de crecimiento de la planta, las características físicas y químicas del suelo, la disponibilidad de agua, luz, temperatura y otros factores. En este sentido es importante tener claro cuál es la dosis adecuada que debemos aplicar al cultivo dependiendo su etapa fenológica y su requerimiento de algún nutriente en específico.

En el caso del nitrógeno, que es un elemento indispensable en la producción de granos, su correcta aplicación y dosificación depende de diversos factores, principalmente abióticos —es decir, los elementos no vivos que interactúan con los cultivos, como el suelo, el clima, el agua—, lo que contribuye a que los productores no logren aplicar en la mayoría de los casos una dosis adecuada de este elemento, derivando muchas veces en una sobre dosificación que, además de encarecer los costos de producción, no se refleja en un aumento del rendimiento.

Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y CIMMYT cuyo propósito es impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano, particularmente en los estados de Guanajuato y Michoacán. En Valle de Santiago, Guanajuato, por ejemplo, se está brindando acompañamiento técnico a 15 productores de trigo de riego de diversas localidades, entre ellas La Isla, Charco de Pantoja, Cerro Colorado y San Isidro del Pitayo, donde se establecieron módulos demostrativos en colaboración con productores locales que son reconocidos en la zona por su apertura a la innovación y altos rendimientos de producción.

Con prácticas sustentables, se logró bajar hasta un 20% la cantidad de nitrógeno a aplicar, sin afectar el rendimiento de trigo” comenta Arturo Buenavista, especialista técnico de Agriba Sustentable. De esta forma se puede mejorar tanto la sustentabilidad como la rentabilidad para los productores.

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Con sensores ópticos cuidan el medioambiente y sus bolsillos

Medición de los valores NDVI de un cultivo con el uso del sensor óptico GreenSeeker®. (Foto: Salvador Ramos)
Medición de los valores NDVI de un cultivo con el uso del sensor óptico GreenSeeker®. (Foto: Salvador Ramos)

El nitrógeno (N) es un elemento indispensable para el crecimiento y la fotosíntesis vegetal, por esta razón la fertilización nitrogenada es esencial en la agricultura; sin embargo, cultivos como el trigo solo absorben entre 20 y 35 % del fertilizante nitrogenado. El resto se pierde porque se volatiliza o escurre, ocasionando pérdidas económicas y contaminación ambiental —se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18 %—. 

Gran parte del problema con la fertilización nitrogenada se relaciona con el manejo inadecuado del fertilizante y la falta de herramientas prácticas que permitan determinar las cantidades adecuadas que cada cultivo necesita, por lo que es fundamental optimizar su aplicación. Herramientas de diagnóstico como el sensor GreenSeeker® permiten determinar la cantidad correcta de unidades de nitrógeno requeridas para el cultivo establecido, por lo que su uso contribuye a una agricultura más sustentable. 

Los sensores ópticos son una de las tecnologías que se están promoviendo entre los agricultores que participan en el proyecto Agriba Sustentable, una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cuyo propósito es impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano que abastecen con su grano a Grupo Trimex, acercándoles tecnologías pertinentes y sostenibles para minimizar el impacto ambiental además de reducir sus costos de producción, tal es el caso de los sensores GreenSeeker®.

Estos dispositivos tienen un sensor óptico y funcionan emitiendo destellos de luz roja e infrarroja que permiten medir la biomasa y la condición de las plantas. Debido a que la vegetación sana absorbe más luz roja y refleja más luz verde e infrarroja, el sensor lee la cantidad de luz que regresa y arroja valores del Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés), los cuales son una estimación del “verdor” de las plantas y la densidad del follaje. Estos valores varían entre 0,00 y 0,99, siendo un indicador de plantas en buenas condiciones los valores entre 0,8 y 0,9. 

Para que la medición sea confiable, esta se debe realizar máximo tres días antes de la primera aplicación de reabone nitrogenado en el cultivo y mediante muestreos en forma de zigzag en toda la parcela. Después de que el sensor arroja la lectura del estado del cultivo —la cual queda registrada en el dispositivo—, los técnicos pueden sugerir con mayor precisión una dosis de fertilización nitrogenada al productor. Con esto se consigue una mayor uniformidad del cultivo, un ahorro importante de fertilizante y en general una optimización de proceso. 

Después de la medición se ejecuta un algoritmo —que en este caso específico fue elaborado por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) Bajío— para calcular las unidades de nitrógeno que demanda el cultivo.

Gracias a esta práctica de fertilidad integral, productores que participan en Agriba Sustentable han logrado reducir significativamente sus costos de producción. En el reciente ciclo de maíz —es decir, el segundo cultivo del ciclo primavera-verano al que se le da seguimiento para evaluar su aportación al lote de producción que posteriormente será sembrado con trigo—, por ejemplo, redujeron entre 80 y hasta 150 kilogramos de urea —uno de los fertilizantes nitrogenados más usados a nivel global— por hectárea, lo que equivale un ahorro de entre $1 326 y $2 475 pesos (1 326 – 2 475 MXN) por cada hectárea sembrada. Adicionalmente, la siembra con base en análisis de suelo les ha permitido lograr mayores ahorros, impactando positivamente en el medioambiente. 

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La investigación agrícola en Guasave

Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)
Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)

Conocido como el corazón agrícola de México por su alta productividad, Guasave es el municipio con la mayor superficie de siembra bajo riego a nivel nacional. No obstante, debido a la prevalencia de prácticas agrícolas inadecuadas, los suelos en la región presentan bajos porcentajes de materia orgánica. Además, el alto uso de insumos —como herbicidas, insecticidas, fertilizantes y semillas mejoradas de alto rendimiento— impacta en la rentabilidad de los sistemas productivos. 

Para buscar soluciones al alto impacto ambiental y la baja rentabilidad de la agricultura en la región, la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP) —que concentra aproximadamente a 1 200 productores de la zona como socios— y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran en la plataforma de investigación de Guasave, establecida en 2011 para evaluar sistemas de producción alternativos a fin de identificar aquellos que ofrezcan un menor impacto ambiental y también mayor rentabilidad. 

Así, en la plataforma se han comparado métodos de labranza —sistema convencional y agricultura de conservación mediante camas permanentes—, se ha evaluado la fertilización nitrogenada con base en la recomendación del sensor GreenSeeker® y se han validado diversos híbridos de maíz blanco y amarillo de compañías nacionales y transnacionales.

Con respecto a los métodos de labranza, en la plataforma se ha documentado que, como alternativa al sistema convencional que prevalece en la región —en el que se realiza barbecho y de tres a cinco pasos de rastra como preparación del suelo, propiciando la pérdida de materia orgánica—, la siembra en camas permanentes podría eliminar casi toda la labranza y sus efectos negativos. Además, en el periodo comprendido entre 2011 y 2021, en promedio el rendimiento fue ligeramente mayor en camas permanentes —13,6 toneladas por hectárea con labranza convencional y 14,1 toneladas por hectárea con camas permanentes—.

Además del rendimiento ligeramente mayor, las camas permanentes reducen los costos de producción: en la plataforma, al evitar los pasos de maquinaria, la siembra en camas permanentes es, en promedio, cuatro mil pesos (4 000 MXN) por hectárea menos costosa que la siembra en camas con labranza convencional. Debido al rendimiento similar o mayor —a largo plazo— y la reducción en costos de labranza, la siembra de maíz en camas permanentes es una opción más rentable para el productor y, al mismo tiempo, más amigable con el medioambiente.

En la plataforma también se ha observado que, con respecto a la forma convencional, las camas permanentes con rastrojo sobre la superficie requieren de hasta 15 días más para dar “punto de siembra”, por lo que si se originara alguna situación que alargue el tiempo entre riegos en el cultivo establecido, el sistema convencional presentaría un mayor estrés hídrico con respecto a las camas permanentes que, en cambio, podrían beneficiar al cultivo en casos donde hay un retraso en la disponibilidad del agua para el riego. 

Aunque en la plataforma no se ha cuantificado este efecto, ya que se suele tener un suministro de agua asegurado, es probable que en los campos de los productores este efecto sea visible o más pronunciado. Además, el rastrojo sobre la superficie del suelo tiene el beneficio adicional de reducir la incidencia de malezas durante el verano, que es la época de descanso. 

La mejora del suelo que se observa sembrando en camas permanentes es un efecto que se nota a largo plazo ya que, en general, la degradación del suelo por la labranza y pérdida de materia orgánica, al igual que la mejora del suelo bajo camas permanentes, son procesos lentos que tardan algunos años en acumular diferencias suficientemente grandes para ser notables, de ahí la importancia de plataformas como la Guasave que permiten desarrollar ensayos de largo plazo para generar recomendaciones puntuales a los productores. 

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Agricultores sinaloenses ayudan al medioambiente mientras reducen sus costos de producción

Etapa reproductiva del cultivo de maíz en la plataforma Ahome, Sinaloa. (Foto: AARFS)
Etapa reproductiva del cultivo de maíz en la plataforma Ahome, Sinaloa. (Foto: AARFS)

La región del Valle del Fuerte, en el norte del estado mexicano de Sinaloa, tiene una superficie aproximada de 230 mil hectáreas que se distribuyen en los municipios de Ahome, El Fuerte, Guasave y Sinaloa de Leyva. Allí, el principal cultivo es el maíz blanco que se establece en condiciones de riego durante el ciclo otoño–invierno y cuya producción está destinada al mercado nacional y a la exportación. 

En 2018, el municipio de Ahome produjo el 19 % del maíz de Sinaloa y el 4 % del maíz a nivel nacional, con un rendimiento promedio de 11,7 toneladas por hectárea. La región es altamente productiva, pero el uso de insumos como herbicidas, insecticidas y fertilizantes químicos son también muy elevados, lo que conlleva altos costos de producción y un alto impacto ambiental. 

Frente a este y otros retos, la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur (AARFS) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) establecieron en 2014 una plataforma de investigación en el Valle del Fuerte donde se buscan las mejores prácticas para los 2 500 productores de la zona que concentra la AARFS.

De manera general, en la plataforma se compara la agricultura de conservación con camas permanentes —donde solo se reforma el fondo del surco para conducir el riego y se mantiene el rastrojo o paja sobre la superficie— y la labranza con camas convencionales —la práctica del productor donde se dan varios pasos de maquinaria para mover el suelo e incorporar la paja—, la fertilización con base en el diagnóstico del sensor GreenSeeker® en comparación a la práctica de fertilización más común en la zona y, en últimos años, se han incluido tratamientos de validación de diferentes métodos de labranza mínima. 

Al analizar los resultados de seis años de investigación, los responsables de la plataforma encontraron que la siembra de maíz en camas permanentes disminuyó los costos de preparación de suelo —al dejar de hacer labores como subsuelo y rastreos— en más de dos mil pesos (2 396 MXN) por hectárea en promedio y sin disminuir los rendimientos. Por su menor costo de producción, rendimiento similar y menor impacto ambiental, la siembra en camas permanentes es la opción más recomendable para la zona.

Con respecto a la fertilización, que es el factor más costoso en la producción de maíz al representar entre el 30 y el 40 % de los costos de producción, los resultados reafirman que aumentar la fertilización nitrogenada no necesariamente aumenta el rendimiento pues, además, una sobredosis de nitrógeno puede impedir a que la planta obtenenga otros nutrientes necesarios y sea más susceptible a plagas y enfermedades. En este sentido, la fertilización con base en las lecturas del GreenSeeker® no solo fue las más económica, también permitió obtener rendimientos altos. 

En esta investigación también se observó que aumentar la densidad de siembra más allá de lo recomendable no aumenta el rendimiento, pero sí aumenta los costos de producción. De las tres densidades de siembra evaluadas (93 mil, 106 400 y 120 mil semillas por hectárea), la densidad de 106 400 semillas por hectárea fue la que obtuvo los mayores rendimientos en general), por lo que es la más recomendable para la zona. 

Finalmente, el análisis de los resultados de la plataforma muestra que las liberaciones de insectos benéficos, junto con otras técnicas de manejo integrado de plagas, hacen posible reducir a una las aplicaciones de insecticidas de origen químico, hecho que es muy significativo porque en la región se hacen hasta cinco aplicaciones de origen químico durante el ciclo agrícola. 

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El potencial del maíz amarillo en el Valle de Culiacán

Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)
Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)

Con una superficie aproximada de 500 mil hectáreas de maíz, Sinaloa es el principal productor de esta gramínea en México. La mayoría de esta superficie se siembra con maíz blanco, variedad que llega a ocupar hasta el 99 % del área sembrada con maíz, mientras que solo el 1 % se siembra con maíz amarillo. 

El maíz blanco se usa principalmente para el consumo humano, mientras que el maíz amarillo está destinado a la alimentación de animales o usos industriales. La preferencia de sembrar maíz blanco provoca que en algunos años los productores tengan problemas para asegurar la venta de su cosecha. En contraste, la industria local prefiere el maíz amarillo, principalmente para satisfacer sus necesidades de materia prima para la elaboración de alimento forrajero. 

La agricultura que se practica en la región donde se encuentra la plataforma de investigación Culiacán —donde colaboran la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— es intensiva, con uso de semillas mejoradas, un alto consumo de insumos —lo que provoca altos costos de producción y afectaciones al medioambiente— y con sistema de riego, pero con un abastecimiento de las presas de riego inseguro.

Por lo anterior, es necesario buscar cultivos que usen menos agua. Si se pueden encontrar materiales amarillos con un buen rendimiento, entonces se tendría una opción para ciclos con menos disponibilidad de agua.

Así, en la plataforma de investigación se han establecido diferentes ensayos, entre ellos, la evaluación de híbridos de maíz amarillo con alto potencial de rendimiento —en camas permanentes y dejando el rastrojo en la superficie—, o el ensayo de la validación del sensor GreenSeeker® para el diagnóstico de una fertilización más eficiente y sustentable, principalmente con relación al uso de los fertilizantes nitrogenados.

Aunque aún es necesario seguir evaluando materiales por más tiempo para determinar los más rendidores, derivado de estos ensayos se ha observado que el rendimiento de los híbridos de maíz amarillo demuestra que sí existen materiales en el mercado capaces de competir con los híbridos de maíz blanco. Además, dado que los materiales de maíz amarillo de la región suelen ser hasta 25 días más precoces que los blancos, es posible disminuir un riego. 

Con respecto a los costos de producción, en la plataforma de investigación se lograron buenos rendimientos en camas permanentes, comparables a la media regional. La utilidad promedio de todos los materiales de maíz amarillo en camas permanentes fue de un poco más de 16 mil pesos (16 413 MXN) por hectárea. Además, el mayor rendimiento se logró en el tratamiento de más baja densidad de semilla (93 100 semillas por hectárea), mientras que el costo por este concepto fue el más bajo en este tratamiento. 

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No quemar da vida a los suelos

Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT
Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT

En el municipio de Huatabampo, en el estado mexicano de Sonora, la colaboración entre Granera del Noroeste y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha hecho posible el establecimiento de una plataforma de investigación que se está perfilando como un espacio clave para que los agricultores de la zona mejoren su rentabilidad de forma sustentable. 

“Empezamos hace cuatro años en esta plataforma de investigación. De la mano del CIMMYT estamos haciendo agricultura de conservación, la cual facilita la siembra en seco. Este sistema nos brinda un ahorro considerable: tres rastreos, un cinceleo y entre 70 y 80 litros de diésel por hectárea que no consumimos. Así estamos siendo empáticos con el medioambiente, igualmente con el uso de maquinaria, evitamos desgastes; optimizamos el recurso humano y lógicamente tenemos un ahorro económico importante”, menciona Ariel Espinoza, de Granera del Noroeste. 

La empresa comercializa granos y brinda servicios de almacenaje y logística; también cultiva, brinda asesoría en agricultura sustentable y produce biofertilizantes. “Estamos comprometidos con el medioambiente y lógicamente con nuestro entorno inmediato que es el Valle del Mayo. Nosotros apostamos por este modelo de agricultura porque el planeta nos lo está exigiendo. Tenemos que ser responsables con nuestro entorno y ver qué le vamos a heredar a las futuras generaciones”, comenta Ariel. 

Desde hace aproximadamente 12 años la empresa inició con prácticas de agricultura sustentable, pero fue hace cuatro que Granera del Noroeste, representada por Jesús Atanasio Capaceta, su director general, que inició colaboración con el CIMMYT para establecer la plataforma de investigación. Ahí se validan y promueven prácticas de agricultura de conservación, se han liberado insectos benéficos para el control biológico y otras prácticas que les permiten a los productores reducir costos y hacer un uso más eficiente del sistema de riego de agua. 

“Aquí nada más se dieron dos riegos de auxilio —a diferencia del sistema convencional en el que se requieren más riegos—. Igualmente hicimos uso de tecnologías como el sensor GreenSeeker® para optimizar la fertilización nitrogenada y metimos las aplicaciones con drones para no pisar la siembra y así evitar el uso de los tractores y reducir el consumo de diésel”, comenta Ariel. 

Para la organización y su concepto de granja integral la agricultura de conservación ha sido clave: “Hemos tenido mejores resultados, el hecho de tener esta soca como cobertura del suelo, por ejemplo, pues ya ahí se tiene materia para abonar el suelo que a la postre va a generar más beneficios. Nosotros hemos obtenido ya excelentes resultados, por eso invitamos a los productores a que se sumen y que vean que la rentabilidad sí va de la mano de la sustentabilidad”. 

“Nosotros invitamos a todos los productores a que eviten todo lo posible la quema de la soca. Para empezar, se provoca una fuerte contaminación del aire. Es mejor tenerla como cobertura en tu parcela porque te mantiene humedad; esto es vida en la tierra, entonces no la quemen, aprovéchenla porque es materia orgánica que con las lluvias se va a descomponer, integrándose a los suelos que van a quedar más blandos”, finaliza Ariel. 

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Sensores ópticos, herramienta clave para optimizar la fertilización agrícola

Plataforma de Investigación DR011, en Irapuato, Guanajuato, México. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Plataforma de Investigación DR011, en Irapuato, Guanajuato, México. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

En el sector agrícola de México persiste la aplicación de fertilizantes sin un sustento científico, lo que conlleva a una baja rentabilidad para los productores, particularmente ahora que el considerable aumento en los precios de los fertilizantes ha hecho que la adquisición de nutrientes básicos para los cultivos como el nitrógeno, fósforo y potasio, eleve significativamente los costos de producción.

Los métodos agrícolas convencionales necesitan una aplicación regular y constante de fertilizante, a menudo sin tomar en cuenta los diversos factores ambientales, como la temperatura, la humedad o la dosis, que pueden causar lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— u otras formas en que los nutrientes se pierden.

Para abordar esta problemática, el pasado 28 de junio dio inicio una serie de capacitaciones con el equipo técnico de los diversos proyectos que operan en el Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El punto de partida de estas capacitaciones fue el uso de sensores ópticos, una de las diversas tecnologías y métodos que se evalúan constantemente en el CIMMYT para brindar soluciones a las problemáticas de los productores. 

Conocer el protocolo de uso de sensores ópticos como el GreenSeeker® es importante para los técnicos que brindan acompañamiento a los productores porque este tipo de equipos portátiles “nos permite medir el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés), en esta ocasión enfocado al cultivo de maíz; este índice nos permite conocer la respuesta fisiológica de las plantas a los nutrientes básicos, el estado del cultivo, el estrés, la eficacia de los herbicidas, etcétera”, comentan los instructores de la capacitación.

Los valores NDVI son una estimación del “verdor” de las plantas —una planta sana tiene un color característico, señal de una actividad fotosintética y una nutrición adecuadas—, que el sensor procesa mediante un modelo matemático para después arrojar una recomendación. En este sentido, el principal objetivo de esta capacitación es que los técnicos aprendan a realizar mediciones correctas para un manejo eficiente del nitrógeno y así desarrollar un plan integral de fertilidad para los productores.

“El uso de esta tecnología nos permite optimizar el uso de los fertilizantes nitrogenados, minimizando su impacto al medioambiente y reduciendo los costos de producción a fin de que los productores tengan mayor rentabilidad, por ello se realizaron prácticas de campo con sensores en la plataforma de investigación que está ubicada en el Distrito de Riego 011, en Irapuato (Guanajuato, México)”, puntualizan los organizadores del Hub Bajío del CIMMYT. 

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Productores menonitas de Chihuahua apuestan por la Agricultura Sustentable

En los 15 años recientes la superficie agrícola de Chihuahua ha tenido un crecimiento muy importante, impulsado en buena medida por la comunidad menonita que ha generado, principalmente en el norte del estado, nuevas “colonias y campos agrícolas”, como ellos llaman a sus centros de población.

Los menonitas son un grupo étnico-religioso que tiene raíces en Alemania y Holanda y que, por diversos factores sociopolíticos —entre ellos la Primera Guerra Mundial—, llegaron a México entre 1922 y 1940 provenientes sobre todo de Canadá y Estados Unidos, y estableciéndose principalmente en el estado de Chihuahua. 

El fuerte vínculo con la tierra es característico de la comunidad menonita. Muchas de sus áreas de cultivo actualmente se distinguen por tener una tecnología vanguardista debido, en gran parte,  a que los integrantes de estas unidades de producción son jóvenes agricultores, más abiertos al uso de la computadora, internet y a dispositivos electrónicos encaminados a practicar la agricultura de precisión.

Así, en sus tierras de cultivo es fácil encontrar sistemas GPS instalados en tractores para hacer las labores culturales más precisas, también se pueden encontrar equipos que, instalados en las cosechadoras, les permiten medir la producción con gran exactitud. 

En la “Colonia Pestañas”, ubicada en el municipio de Buenaventura, al noreste del estado, conocí a un joven productor menonita: Ronny Enns quien, junto con su esposa, inició una empresa familiar hace nueve años y, ahora, con dos hijos, Ronny cuenta cómo se dio cuenta de que quemar los rastrojos no era una buena idea. 

“Hace 25 años mi papá compró estos terrenos, que eran parte de un rancho ganadero. Tuvo que trabajar mucho para convertirlos en terrenos agrícolas porque originalmente estaban muy pedregosos y poco a poco fue quitando las piedras de encima pues no podía cultivar el terreno. Se usaba el subsoleo, arado y rastra y las piedras volvían a salir una y otra vez hasta que dejo de usar esas herramientas. Fue el inicio para encaminar sus esfuerzos para hacer menos daño al suelo y poder sacar cultivos buenos y rentables”, relata Ronny. 

“Mi papá fue dejando poco a poco los trabajos agrícolas para dedicarse de lleno al comercio y yo tuve que tomar las riendas del rancho casi al mismo tiempo que me casaba, y con mi familia recién formada nos dedicamos cien por ciento al campo, que es mi pasión”.

El joven productor comenta que las tareas no fueron sencillas al comienzo, primero transitaron de un riego rodado a un riego por aspersión y, después de muchos intentos, lograron una producción que les permitió cubrir los gastos de operación: “Con trabajo y esfuerzo fuimos haciendo ahorros para tener mejores resultados y creo que esto puede lograrse con sistemas de producción que nos permita hacer mejor uso de los recursos y que no desperdiciemos nuestros esfuerzos; así que se compró un equipo GPS y compramos una estación meteorológica para tomar decisiones y alcanzar mayores producciones”, comenta Ronny. 

Actualmente este productor cultiva maíz, trigo, sorgo, algodón, frijol, centeno y triticale. Además, trabaja la tierra de forma sustentable: “Por pláticas que tuvimos con otros agricultores llegamos a la conclusión que no es bueno hacer las quemas del rastrojo. Así comenzamos a hacer un manejo más cuidadoso del suelo. En principio no volvimos a quemar y ahora hemos estado platicando con gente de MasAgro-Cultivos para México, ellos nos explican que es mejor dejarlo encima”. 

“Visitamos a otros agricultores con la gente de MasAgro-Cultivos para México y vimos que tienen un magnífico resultado dejando encima el rastrojo, teniendo ahorros de dinero, agua y esfuerzo. También hemos estado haciendo unos ensayos para manejar el sensor GreenSeeker®, que es un aparato desconocido para nosotros pero que nos permitirá tener ahorros en el fertilizante y con producciones semejantes a las que hemos tenido”. 

De esta manera, la Agricultura Sustentable que se impulsa a través de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— ha ido permeando entre la comunidad menonita del norte de Chihuahua. Como concluye Ronny, es importante “conservar los recursos que nos fueron prestados con mucha responsabilidad para que por mucho tiempo podamos seguir siendo agricultores”. 

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La Agricultura Sustentable, una alternativa para disminuir el calentamiento global

Las recientes investigaciones científicas detallan cómo el cambio climático se agrava, incluso mucho más rápido y de forma global con respecto a lo que se pronosticaba. En ese sentido, es fundamental disminuir las  emisiones de gases de efecto invernadero —como el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso y el ozono— generadas por los procesos productivos de nuestra sociedad.

La actividad que más gases de efecto invernadero genera a nivel mundial es la sobreutilización de combustibles fósiles para la generación de energía. No obstante, otras actividades productivas también aportan este tipo de gases —incluidas la agricultura, la ganadería, la deforestación, el manejo de los residuos y otros procesos industriales—.

Con respecto a las consecuencias del cambio climático, se espera que se agudicen las temperaturas extremas, la escasez de agua y las inundaciones. Con relación a la agricultura y la ganadería se pronostica que algunas especies de plantas y animales reducirán drásticamente su número debido a las altas temperaturas y a las menores precipitaciones, lo que limitará la disponibilidad de fuentes alimentarias esenciales para el ser humano. 

El cambio climático está afectando seriamente a la agricultura a nivel mundial: al incrementarse la probabilidad de que disminuyan los rendimientos de los cultivos debido a las crecientes temperaturas y menores precipitaciones, se agudiza la inseguridad alimentaria. Otras de las consecuencias esperables son la disminución de la calidad de los cultivos, una mayor lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— de nitrógeno y erosión del suelo, así como una menor disponibilidad de suelos y agua para la actividad agropecuaria.

La relación entre cambio climático y agricultura es compleja, pero se ha demostrado que las actividades agropecuarias sustentables pueden desempeñar un papel importante en la mitigación del efecto invernadero causante del cambio climático.

Actualmente, la agricultura comercial que se practica en el noroeste de México atraviesa por una gran problemática. Esto es producto de la interacción negativa de varios factores: el esquema intensivo de producción que se realiza de forma convencional implica prácticas inadecuadas como la quema de rastrojo, la nula incorporación de residuos de cosecha y abonos verdes, el excesivo número de pasos de maquinaria, además de la baja eficiencia en el uso del agua. Todo esto ha provocado el deterioro del ambiente y del suelo.   

Diversos estudios que se han realizado en diferentes tipos de suelo que se dedican a la actividad agrícola en la región Pacífico Norte indican que los factores antes mencionados favorecen la pérdida de calidad de los suelos de primera clase en 0.56% por año.

Ante esta situación, la Agricultura Sustentable se convierte en unas de las alternativas más viables para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a él. Algunas recomendaciones para transitar hacia este esquema sostenible son:

Cambio gradual del sistema de labranza convencional por mínima labranza

Con prácticas de Agricultura de Conservación se pueden reducir de dos a tres pasos de maquinaria, esto reduce significativamente el consumo de diesel (entre 10 y 12 litros por hectárea). Mediante un ejercicio teórico, pero posible y viable, si se trasladan estos números a la superficie destinada al cultivo de maíz en Sinaloa, se podrían dejar de utilizar arriba de cinco millones de litros de combustible solo en ese estado. 

Fertilización eficiente mediante análisis del suelo y uso de sensores ópticos 

Actualmente es común que productores apliquen hasta 400 kg de nitrógeno por hectárea, lo cual incrementa el riesgo de contaminación de mantos acuíferos, así como los costos de producción, ya que el fertilizante es de los insumos más caros en el proceso productivo (representa el 40% de los costos de producción). Los análisis de suelo y el uso de sensores ópticos como el SPAD o Greenseeker® permiten realizar fertilizaciones más eficientes.

Uso y manejo eficiente del agua de riego

El cultivo de maíz es de sensibilidad media al estrés por déficit de agua, por lo que no debe faltarle principalmente en el periodo que va desde la floración femenina hasta el grano masoso. Para optimizar el uso del agua es conveniente nivelar los terrenos porque así se mejora la uniformidad del riego y los ahorros de agua se incrementan sustancialmente. Estas son algunas técnicas parcelarias potencialmente aplicables al cultivo de maíz:

Riego en camas: Antes de realizar el primer riego de auxilio se recomienda hacer camas anchas, estas permiten un rápido mojado horizontal y tener un ahorro aproximado de entre 20 y 30% de agua.

Surcos alternos: Cuando la planta es pequeña sus requerimientos de agua son bajos, por lo que en el primer riego de auxilio se pueden hacer surcos alternos. En estudios realizados se ha observado que estos permiten reducir entre 20 y 30% la lámina de agua aplicada.

Riego con gasto reducido: Cuando el agua haya avanzado 75% del surco con la ayuda de dos sifones, se quita  uno para completar el riego con un solo sifón. Por ejemplo, si el surco tiene 1,000 m, se inicia el riego con dos sifones y cuando el agua avance 750 m se quita un sifón, dejando un solo sifón para terminar el riego.

Incorporación eficiente de los residuos de cosecha

Al terminar las labores de cosecha se recomienda incorporar al suelo los residuos triturados. La materia orgánica se degrada más rápidamente y aumenta la fertilidad del suelo, así como también disminuye la posibilidad de la erosión hídrica o eólica del suelo.

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Sensores ópticos, aliados del medioambiente y del bolsillo

Sinaloa es el principal productor de maíz a nivel nacional; sin embargo, bajo condiciones intensivas, la agricultura del estado demanda una gran cantidad de insumos agrícolas (agroquímicos), predominantemente fertilizantes nitrogenados que contribuyen a la degradación ambiental por su uso excesivo, aumentan los costos de producción y ocasionan una disminución significativa de la rentabilidad. 

Las pérdidas de nutrientes de las plantas hacia el ambiente son preocupantes. Estas se originan a través de la lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— hacia aguas subterráneas y las emisiones a la atmósfera. Además, los nutrientes aplicados a los cultivos y no utilizados constituyen una pérdida financiera para el agricultor y una considerable pérdida económica en el ámbito nacional.

Una de las alternativas para hacer más eficientes las adiciones de nitrógeno es el uso de sensores ópticos. Con ellos, se puede calcular el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés) —que es una estimación del “verdor” de las plantas, es decir, de su actividad fotosintética y su estado de nutrición— y así determinar el requerimiento de fertilizante nitrogenado más adecuado.

Si bien esta tecnología ya se trabaja en algunas zonas de Sinaloa, no hay referencia de la calibración de sensores específicamente para el Valle de Culiacán, de tal manera que mediante la colaboración de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la plataforma de investigación de Culiacán —ubicada en los terrenos de la Facultad de Agronomía de la UAS— se trabaja para lograr este propósito. 

Recientemente en parcelas con distintas dosis de nitrógeno —de 0 hasta 350 kg por hectárea— e híbridos de maíz amarillo (DK 1050 y P3201) y blanco (DK 4050 y P 3289) —ocho tratamientos con tres repeticiones cada uno—, se tomaron lecturas con el sensor GreenSeeker® en distintas etapas de crecimiento de las plantas —desde V4 hasta la etapa reproductiva VT, o espigamiento—, se observó su población y su rendimiento.

El objetivo de este estudio es analizar todos los datos que surjan y elaborar un modelo matemático que permita generar recomendaciones de fertilización nitrogenada adecuadas y específicas para los agricultores del Valle de Culiacán. Aunque actualmente se plantea continuar con los ensayos para acumular más datos y desarrollar una mejor calibración del sensor óptico, el estudio ha arrojado datos de utilidad para los productores de la zona. 

Estadísticamente las dosis que oscilan entre los 250, 300 y 350 kilogramos de  nitrógeno por hectárea (kg N/ha) no presentaron diferencias significativas en el rendimiento de grano, aunque el tratamiento con 300 kg N/ha registró el mayor rendimiento en general para los cuatro híbridos evaluados —para el resto de los tratamientos se observaron diferencias significativas conforme disminuyó la dosis de nitrógeno—. 

Con relación al rendimiento de grano se observó que el maíz amarillo DK 1050 obtuvo el mayor rendimiento. Su comportanmiento fue estadísticamente significativo en la mayoría de los tratamientos con diferentes niveles de nitrógeno —incluso en los tratamientos con 0 y 50 Kg N/ha su rendimiento fue aceptable y superior al resto de los materiales (figura 1)—. No obstante, en términos generales, los híbridos amarillos y blancos presentaron comportamientos muy similares, esto significa que se pueden usar los sensores ópticos para lograr una mejor eficiencia en el uso del nitrógeno en ambos maíces sin necesidad de realizar un modelo matemático específico para cada uno.

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Figura 1. Rendimiento de grano obtenido en los diferentes tratamientos e híbridos evaluados