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Investigación colaborativa brinda opciones a agricultores de Iguala

Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para los agricultores de Iguala, en Guerrero, México, la rentabilidad es un tema importante a la hora de adoptar prácticas sustentables. Por esta razón, en la plataforma de investigación de Iguala se ha estado evaluando, desde hace cinco años, el efecto de los tipos de labranza y el manejo de rastrojo en el rendimiento y rentabilidad del maíz de temporal en rotación con crotalaria y soya.

En la plataforma de investigación de Iguala, ubicada en un campo experimental del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y pecuarias (INIFAP), colaboran tanto investigadores de este instituto como del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Juntos, en el ciclo primavera-verano 2022 establecieron siete tratamientos (cinco con maíz y dos con soya) a partir de los cuales evaluaron prácticas de agricultura de conservación y prácticas convencionales de la zona. 

Si bien no se observaron diferencias estadísticamente significativas para grano de maíz y soya, sí se observó que dos tratamientos mostraron los rendimientos más altos (7.87 y 7.74 toneladas por hectárea, respectivamente). Estos fueron la rotación de maíz con soya, y el tratamiento donde se integraron todos los componentes de la agricultura de conservación, así como siembra de crotalaria en el ciclo otoño-invierno. Por su parte, la práctica convencional de los productores locales fue la que obtuvo el menor rendimiento de grano de maíz. 

Con respecto a la rentabilidad se obtuvieron mejores resultados con las propuestas de agricultura de conservación, sistema de producción que confirma ser “una alternativa viable y sustentable en el cultivo de maíz y soya”, señala Roció Toledo Aguilar, investigadora del INIFAP.

Sobre el impacto de la plataforma de investigación , la investigadora comenta que además de la rentabilidad hay otros como “la capacitación de técnicos y productores, la restauración los suelos degradados, la ampliación del menú de cultivos, destacando los forrajeros porque se trata de una zona ganadera. A partir de estos, los productores pueden equilibrar la alimentación del ganado”.

La relevancia de la plataforma, como yo lo percibo, es que es un espacio donde se pueden obtener resultados y estos pueden ser difundidos a productores y productoras para que los sistemas agroalimentarios sean más resilientes, puedan conservar el suelo y puedan seguir contribuyendo a la alimentación de la sociedad”, concluye Rocío Toledo. 

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¿Cuál es la condición corporal ideal del ganado?

Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

México cuenta con una importante actividad ganadera en distintas escalas. La producción ganadera en pequeña escala, realizada principalmente en el ámbito familiar, es muy importante porque contribuye al abasto alimentario de pequeñas y medianas poblaciones.  

Dada la importancia de este tipo de ganadería, en la que destaca la presencia de borregos y cabras, es importante que los productores conozcan la condición corporal de sus animales, es decir, que sepan cómo determinar de forma práctica el estado físico del ganado —midiendo las reservas corporales en forma de grasa y músculo— y así evaluar el nivel nutricional para determinar, por ejemplo, si es necesario darle otros alimentos. 

La condición corporal es un reflejo de la alimentación que están recibiendo los animales. Por ejemplo, al tener una dieta basada en esquilmos o rastrojos y largas caminatas se genera una pérdida de peso. Esto trae como consecuencia animales bajos de peso y periodos entre cría y cría más largos. 

Al conocer la condición corporal del ganado es posible saber si es necesario suministrar otros alimentos que aporten diferentes nutrientes. Si bien la idea es simple, la pregunta es: ¿cómo se determina la condición corporal?

Para esta estimación primero se debe observar desde atrás del animal la pelvis o anca y las costillas. Estos huesos regularmente son visibles siempre, pero si estuvieran muy marcados indicaría que el animal está bajo de peso y por tanto su condición corporal es baja.

Posteriormente se debe palpar en zonas específicas del animal: el lomo, la zona de la inserción de la cola, la región del flanco y cadera; una vez que se realiza esta evaluación se asigna un valor en una escala del cero al cinco donde el cero corresponde a un animal extremadamente delgado y cinco a un animal obeso. Un número intermedio sería la condición ideal del animal. 

Para facilitar que los productores que trabajan en sistemas agropecuarios estimen la condición corporal del ganado, se pone a su disposición la siguiente infografía sobre Condición corporal en ovinos, caprinos y vacunos. 

Esta infografía es parte de los contenidos generados en el marco del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, el cual promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

 

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Digestibilidad de forrajes

Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Uno de los aspectos que suele limitar la productividad en los sistemas agropecuarios en zonas como la Mixteca de Oaxaca es la falta de información sobre aspectos básicos referentes a la nutrición del ganado. Por ejemplo, si se desconoce la proporción de nutrientes que incorpora o asimila efectivamente el ganado cuando consume forrajes —es decir, la digestibilidad de los forrajes—, es posible que los productores carezcan de elementos para seleccionar los forrajes más adecuados o los mejores momentos para proporcionárselos.

La digestibilidad, en términos generales, representa el porcentaje de alimentos que el animal consume, pero que no elimina; en otras palabras, es una forma de medir el aprovechamiento de un alimento y de estimar la energía disponible que tiene. Entre los factores que afectan la digestibilidad de los forrajes están el estado de madurez de las plantas, el nivel de procesamiento y la composición química, aspecto que además está relacionado con el valor nutricional del forraje.

Otro aspecto importante a considerar es la propia naturaleza del ganado. Los rumiantes (bovinos, ovinos y caprinos), en particular, se caracterizan por tener un estómago con cuatro divisiones que, a diferencia de otros mamíferos, les permiten aprovechar más las plantas que comen, por lo que su alimentación está basada forrajes. 

A través del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— se han desarrollado diversas actividades de investigación y capacitación para hacer sostenibles a los sistemas agropecuarios. Varios de estos esfuerzos han estado relacionados con los forrajes. 

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. En este sentido, la productividad referente al ganado también es de particular atención para la iniciativa y por ello se han desarrollado diversos materiales, como la infografía Digestibilidad de Forrajes que se presenta a continuación y que esperamos les sea de utilidad. 

 

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Agricultura sustentable proporciona una mejor nutrición al ganado

Ensayos de agricultura y ganadería en el marco del proyecto CLCA, implementado en Oaxaca (México) por el CIMMYT, en el campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán. (Foto: Hub pacífico Sur-CIMMYT)
Ensayos de agricultura y ganadería en el marco del proyecto CLCA, implementado en Oaxaca (México) por el CIMMYT, en el campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán. (Foto: Hub pacífico Sur-CIMMYT)

La actividad agrícola, ganadera y la gestión del sistema alimenticio actual generan cerca del 23% de los gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global y contribuyen al cambio climático, por lo que la transformación de este sector hacia sistemas más sostenibles debe ser una prioridad. 

Además del impacto ambiental, la relación entre agricultura y ganadería en términos de productividad y rentabilidad no siempre es la más adecuada: el sobrepastoreo propicia la compactación del suelo, la alimentación del ganado no permite conservar el rastrojo como cobertura del suelo —dificultando la implementación de prácticas sustentables para incrementar la cantidad de materia orgánica y mejorar las propiedades del suelo—, etcétera. 

Aunque da la impresión de que combinar agricultura y ganadería no es lo más conveniente, esto no es necesariamente así. De hecho, es posible crear sinergias muy positivas entre ganadería y agricultura, específicamente si se toma como base la agricultura de conservación, tal y como lo hace el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—.

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. 

En Oaxaca (México), uno de los lugares donde se desarrolla el proyecto, recientemente el Hub Pacífico Sur del CIMMYT ha realizado diversos ensayos, por ejemplo, combinando la siembra de diferentes  cultivos para fijar nitrógeno atmosférico en el suelo y proporcionar al ganado un mejor forraje, es decir, una alimentación más balanceada y completa comparada con los sistemas convencionales en donde el ganado pastorea lo que encuentra.

Resultado de este proceso de identificar cuáles son los forrajes que nutren de mejor manera a los animales se han elaborado distintos materiales, entre ellos un Manual de bloques multinutricionales  —un bloque multinutricional es un compuestos alimenticio sólido y balanceado que fue diseñado para que el ganado lo consuma de forma gradual en el corral— que los promotores del proyecto CLCA comparten en espera de que sea de utilidad para técnicos y productores agropecuarios en condiciones similares a las existentes en la Mixteca de Oaxaca. 

https://repository.cimmyt.org/handle/10883/22497

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Forraje y grano en la misma superficie

Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que a mayor movimiento de la tierra en una parcela la fertilidad y la humedad se pierden, pero una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que afecten la estructura del suelo que cultiva, como el barbecho con tractor, aunque esto le implique disminuir sus ingresos por la renta de la maquinaria que posee en San Francisco Chindúa, en la Mixteca de Oaxaca, México.

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo y, a principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz que espera crezca con el temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar —pasar la yunta con el arado por dónde ya se pasó cuando se labró— porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Si barbecha una parcela —voltear una capa de suelo de 30 centímetros—, Mario cobra por la renta de su tractor y su mano de obra de 800 a mil pesos, aunque todavía faltaría una rastra —para mover una capa de suelo de 10 centímetros— antes de hacer los surcos.

“Antes hacía ambas cosas e incluso dos rastras para que quedara molida la tierra”, pero Mario ha comprobado que si deja el rastrojo o los residuos de la cosecha anterior “se mantiene más la humedad, pero la gente se aferra, cuando está húmedo, la tierra se pega mucho en los discos del tractor, por eso siguen prefiriendo echar lumbre”, sin comprender que esa práctica solo demerita la capacidad de la tierra de producir alimento.

Desde hace siete años Mario ha visto que el temporal en la Mixteca “se ha retrasado, porque llueve muy poco”, un cambio muy radical de clima en todo el mundo por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, es decir, con movimientos excesivos del suelo que afectan su estructura y sus funciones. 

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT) que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario han dejado de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

El proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores— promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

“Estamos utilizando diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservarlo y mantener o mejorar la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Para ello estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”, explica Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y usar abonos orgánicos que ellos mismos realizan son parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

Con este tipo de prácticas, el potencial productivo de los suelos agrícolas se puede incrementar considerablemente.Tan solo en el distrito de Nochixtlán, al que pertenece San Francisco Chindúa, suman 15 mil 790 hectáreas cultivables con maíz en las que se puede diversificar la siembra para hacer más rentable esta actividad y reducir el impacto al medio ambiente.

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Agricultura de conservación brinda amplios beneficios a los sistemas ganaderos

Evaluación de forrajes en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Evaluación de forrajes en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

“Aquí estamos probando qué mezclas de cultivo de forrajes permiten incrementar el rendimiento bajo el sistema de agricultura de conservación”, comenta Leodegario Osorio Alcalá, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y responsable del campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán, ubicado en la región de la mixteca oaxaqueña, en el sur de México. 

Con financiamiento del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— el investigador ha centrado su labor en el establecimiento de siete tratamientos de diferentes especies forrajeras para identificar con cuáles se produce forraje de mejor calidad para el ganado ovino, caprino, vacuno o de otros tipos.

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. 

A diferencia de la siembra convencional de cereales donde se destina una superficie para un solo tipo de cultivo, Leodegario refiere que las prácticas sustentables que se impulsan a través del proyecto permiten obtener mejores resultados. El investigador ha comprobado, por ejemplo, que en una siembra en surcos y “en el mismo momento” de avena mezclada con triticale es posible cosechar 24,5 toneladas por hectárea materia verde y 7,8 toneladas en materia seca, además de que “la calidad de forraje es mayor a que si se sembrara avena sola”.

Si se combina la siembra de ebo junto con canola, avena, girasol y cebada se logra un doble propósito: proporcionar proteína para el forraje y fijar nitrógeno atmosférico, “el cual va a estar disponible en el suelo, para que el cultivo que se siembre posteriormente pueda nutrirse”.

Para identificar qué mezcla de forraje nutre de mejor manera a los animales, en el campo de experimentación donde está Leodegario se hace un manejo controlado de 21 cabezas de ganado que pastorean “directamente en el cultivo”.

Con ayuda de un cerco eléctrico móvil que funciona mediante un sistema alimentado por un panel solar, por tres días los 21 borregos pastan en un área de 720 metros cuadrados, en donde el 50 % es una siembra de mezcla de especies como la avena, cebada y triticale, mientras que en el resto hay arbustos y árboles de guaje que les proporcionan sombra y una fuente de proteína.

“Eso hace que la alimentación de este ganado sea más balanceada, más completa comparado con un sistema convencional en donde el ganado va a pastorear lo que encuentra”, resalta Leodegario.

Que el ganado llegue al terreno a comer la avena le permite consumir “lo más digerible, lo más suave: el grano” y “la parte más lignificada del tallo, es decir, la parte más leñosa” se queda en la superficie sembrada como una cobertura que ayuda a conservar humedad, además de la descomposición que se logra con el tiempo “puede contribuir con materia orgánica”.

Los investigadores que participan en el proyecto han comprobado que este sistema de pastoreo controlado “también permite controlar la maleza porque los borregos la comen, reducimos así el uso de herbicidas, a la vez de que se reducen gastos al no requerir de una persona que les cuide todo el día, ya que este cerco eléctrico se va moviendo de acuerdo con la cantidad de pastura que haya y al número de animales”.

La investigación colaborativa que promueve el CIMMYT con instituciones como el INIFAP es parte de la vinculación para implementar con éxito el proyecto CLCA, permitiendo enlazar los sistemas agropecuarios de agricultura de conservación con alternativas viables para los productores que necesitan forraje para sus animales.

Los resultados de esta plataforma de investigación cobran más relevancia ante la discusión de si es mejor retirar el rastrojo —conjunto de tallos y hojas que quedan tras la cosecha— para que lo consuma el ganado o dejarlo en la parcela como cobertura para retener humedad y proteger al suelo de la erosión. 

Son “alternativas que nos van a permitir entonces mostrar cómo podemos hacer un uso equilibrado del rastrojo, tanto para los animales como para el suelo y de esta manera ir viendo cómo podemos acelerar la adopción de la agricultura de conservación, que por una parte mejora la estructura del suelo y por otra hace sostenible la producción pecuaria de ovinos con un manejo mucho más adecuado que si solo hiciéramos pastoreo extensivo”.

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La importancia del valor nutricional del maíz para ensilaje

La actual y creciente demanda de alimentos ha causado que los sistemas tanto agrícolas como pecuarios se intensifiquen, esto ha exigido que los cultivos se vuelvan más eficientes, intensivos y sustentables. En el caso del maíz forrajero, se requieren los más altos estándares para mejorar su calidad nutricional, favorecer al ganado y la producción de carne y lácteos.

La generación de forrajes óptimos depende en gran medida tanto de la selección de la semilla adecuada para cultivar, como el proceso de ensilaje, el cual consiste en conservar los forrajes mediante fermentación para mantenerlos en un estado semejante al que poseen cuando están frescos. Estos factores son fundamentales y determinan su valor nutricional. Hay cuatro factores esenciales que deben contemplarse:

  • Energía: un buen maíz para ensilaje va definido por su alto contenido energético y proporciona energía a partir de dos fuentes: el rastrojo, compuesto principalmente por fibra y una energía digestible de entre 40-80%; y la mazorca, compuesta por almidón y con una energía digestible casi al 100%.
  • Almidón: es la fuente principal de energía del maíz y procede exclusivamente del grano. Durante el ensilado sus niveles deben ser de 27-35% y, a partir de eso, se definen la raciones para el ganado.
  • Composición de fibra: la pared de las células de las plantas están formadas por componentes como hemicelulosa, celulosa y lignina, juntas conforman la fibra mediante la cual los rumiantes, como las vacas, obtienen energía adicional. 
  • Digestibilidad de las paredes celulares: solo una parte de la fibra logra ser digerida por el ganado, por eso es importante medir la proporción que puede ser asimilada. Generalmente esto se mide en laboratorio y el valor ideal debe rondar entre 50-60%.

Todas estas características, cuando son vigiladas rigurosamente, se traducen en un mayor éxito y rentabilidad de la producción tanto agrícola como ganadera y, por ende, impacta al crecimiento económico.

Organizaciones como Semillas Ceres cuentan con rigurosos procesos de investigación y mejoramiento para ofrecer insumos que permiten cumplir con las exigencias nutricionales de los establos. Junto con prácticas sustentables como la Agricultura de Conservación —que permite reducir costos de producción sin afectar los rendimientos—, los insumos de calidad contribuyen a mejorar significativamente los sistemas de producción. 

Fuente:

Jiménez, M. C., Bourrillón, A. R., & WingChing-Jones, R. (2009). Valor nutricional del ensilaje de maíz cultivado en asocio con vigna (Vigna radiata). Agronomía costarricense: Revista de ciencias agrícolas33(1), 133-146.

 

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Nuevas variedades de maíz para mejorar la producción de leche y carne

León, Gto.- La plataforma de investigación de León es un espacio donde actualmente se están evaluando nuevas variedades de maíz con la finalidad de mejorar el panorama agropecuario de Guanajuato. En la plataforma ya se ha logrado incrementar alrededor de 45% la producción de maíz forrajero con respecto al rendimiento promedio en la región, pero los nuevos estudios buscan además identificar aquellas variedades de maíz que después de su cosecha y su proceso de ensilaje den forrajes de mayor calidad a fin de favorecer la producción de leche y carne. 

La plataforma de investigación de León forma parte de la red de plataformas de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— y en ella colaboran investigadores de la Universidad De La Salle Bajío y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). La plataforma incluye un área de validación o vitrina de maíces en la que se están evaluando 16 variedades de maíz, aproximadamente. De estas se están recolectando datos como el rendimiento final en forraje verde, materia seca, el rendimiento en grano, así como parámetros importantes de calidad como los relacionados con los almidones, las fibras y la digestibilidad del ensilaje. 

La alianza estratégica del centro de investigación científica internacional y la institución de educación superior, mediante MasAgro Guanajuato, tiene el objetivo de facilitar la difusión del conocimiento científico entre los productores. En este sentido, recientemente se realizó un recorrido de campo donde se mostraron los resultados preliminares de las nuevas variedades comerciales de maíz sembradas con prácticas de Agricultura de Conservación —en el cual también estuvieron presentes representantes de diversas casas comerciales de semillas—.

En la plataforma, los estudiantes de la Escuela de Agronomía realizan, entre otras, prácticas enfocadas al muestreo de diversos componentes, parámetros o características como la densidad de población, altura de planta, altura de mazorca, peso de mazorca, ancho de las hojas, entre otras; así se colectan diversas muestras que se ensilan en micro silos que tiene la universidad para su fermentación; después se vuelven a tomar muestras y estas se llevan al laboratorio para realizar análisis bromatológicos —evaluación de las propiedades químicas y calidad de los nutrientes— con los cuales se pueden obtener datos sobre rendimiento y calidad final del grano y del forraje.

Otro de los objetivos fundamentales de la plataforma es la generación de datos e información para apoyar a los agricultores locales en temas como el manejo agronómico de sus cultivos, los diversos tipos de labranza y la calidad de ensilaje. Atendiendo estos aspectos, la Agricultura de Conservación ha demostrado ser un sistema relevante para aumentar el potencial productivo de forraje en la zona, permitiendo pasar de 64 toneladas por hectárea (t/ha), que es el rendimiento promedio de maíz forrajero en León, hasta datos promedio de 108 t/ha de forraje verde que se han obtenido en la plataforma.

A través de la evaluación de las nuevas variedades es posiblemente identificar aquellas que después de su cosecha y su proceso de ensilaje den un forraje de alta calidad. Este es un punto clave para los productores —tanto pequeños o medianos productores que producen solo maíz para silo, o medianos o grandes productores y ganaderos que se enfocan a la producción de leche o carne—, ya que la calidad de un buen ensilaje se traduce en una mayor cantidad de kilogramos de peso en ganado para producción de carne o en más litros de leche en ganado lechero. 

Con este tipo de estudios, MasAgro Guanajuato busca que el sistema de los productores locales ya no se enfoque exclusivamente en el rendimiento en toneladas, sino también en una mayor calidad en su ensilaje a partir de la elección de variedades más adecuadas y de prácticas más sostenibles. En este sentido, es importante destacar que durante el recorrido de campo se habló del uso de drones para fumigar o fertilizar grandes extensiones de cultivo, así como del uso de feromonas de confusión sexual como una alternativa real para contrarrestar el uso de sustancias químicas para combatir al gusano cogollero, entre otras prácticas sustentables.

Así, a través de la plataforma de investigación de León, ubicada en el rancho Los Ramírez, los productores pueden tener acceso a las diversas evaluaciones —los datos de la evaluación aquí referida serán públicos y estarán disponibles una vez concluido el análisis de todos los datos, los cuales podrán ser recabados en su totalidad hasta la cosecha— para elegir aquellas variedades adecuadas que, al final, se traducirán en un aumento en carne de su ganado o el aumento de producción de litros de leche. 

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Agricultura y ganadería en la Mixteca de Oaxaca

Oaxaca.- De acuerdo con el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la actividad agrícola, ganadera y la gestión del sistema alimenticio actual generan el 23% de los gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global y contribuyen al cambio climático. Esta cifra ha hecho que a nivel global la transformación de este sector hacia sistemas más sostenibles se tenga como una acción prioritaria para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en materia ambiental. 

Además del impacto ambiental, la relación entre agricultura y ganadería en términos de productividad y rentabilidad no siempre es la más adecuada: el sobrepastoreo propicia la compactación del suelo —y esto afecta sus funciones y el desarrollo de las plantas—, la alimentación del ganado no permite conservar el rastrojo como cobertura del suelo —dificultando la implementación de prácticas sustentables para incrementar la cantidad de materia orgánica y mejorar las propiedades del suelo—, etcétera. 

Aunque da la impresión de que combinar agricultura y ganadería no es lo más conveniente, esto no es necesariamente así. De hecho, es posible crear sinergias muy positivas entre ganadería y agricultura, específicamente si se trata de Agricultura de Conservación. 

El Hub Pacífico Sur, del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) documentó recientemente el sistema de producción agrícola-ganadero en la región Mixteca de Oaxaca y nos comparte una fotogalería que da cuenta de cómo se pueden aprovechar las sinergias entre los recursos naturales y la agrobiodiversidad. 

En Villa de Chilapa de Díaz, por ejemplo, la preparación de los terrenos sería muy complicada si no fuera por el uso adecuado de los animales de tiro. Allí mismo, el pastoreo controlado permite aprovechar las excretas del ganado para abonar la tierra.

En San Mateo Etlatongo, perteneciente al municipio de Nochixtlán, la producción de ovinos como actividad complementaria a las actividades agrícolas ha sido fundamental para la generación de ingresos para las familias productoras, particularmente aquellas encabezadas por mujeres. 

En otras comunidades de la Mixteca el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y sus colaboradores han trabajado para ampliar el menú de forrajes con intención de brindarle a los animales alimentos más adecuados y nutritivos, permitiendo a la vez aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo y, en otros casos, siendo los cultivos forrajeros la misma cobertura del suelo después de la cosecha del maíz o bien, estableciendo mezclas de forrajes intercaladas con maíz y sin disminuir la superficie de este que es el cultivo principal en la región. 

Canola, ebo, avena, triticale, cebada, sorgo, leguminosas y otros cultivos figuran en este menú extendido de forrajes que, además de alimentar al ganado, brindan otros beneficios a los suelos.  Esperamos que esta fotogalería les resulte ilustrativa:

Sistema agrícola-ganadero en la Mixteca

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Sustituyen fertilizantes químicos con estiércol de bovino

San Pedro, Coah.- La Comarca Lagunera (Coahuila y Durango) es considerada la cuenca lechera más importante del norte de México, cuenta con alrededor de 450 mil cabezas de ganado bovino que demandan una alta cantidad de granos y forraje para su alimentación y que a su vez producen anualmente cerca de un millón de toneladas de estiércol. Con estas cifras, ¿cómo es posible hacer que en esta región la producción de forrajes sea sostenible?

La Agricultura de Conservación —sistema sustentable basado en el mínimo movimiento del suelo, la cobertura con rastrojo y la diversificación de cultivos— y el uso de residuos orgánicos (estiércol) como fuente de fertilización son una opción viable y mediata para implementarse en la Comarca Lagunera y lograr que producción de forrajes sea efectivamente sostenible. La aplicación de estiércol en tierras de cultivo proporciona un beneficio ecológico al depositar nutrientes como nitrógeno y fósforo en el suelo (el nitrógeno del estiércol se encuentra principalmente en forma de amoniaco y las plantas lo usan como nutriente).  

Para evaluar este sistema de labranza y compararlo con la labranza convencional de la región —basada en un continuo movimiento del suelo que favorece la erosión—, investigadores de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que colaboran en la plataforma de investigación San Pedro, Coahuila, establecieron un experimento con maíz forrajero antes de establecer el sistema de Agricultura de Conservación, evaluando dos sistemas de labranza (labranza reducida y labranza convencional) y dos fuentes de fertilización (inorgánica y estiércol) —el acondicionamiento en labranza reducida se preparo con rastreo doble y la labranza convencional se realizo subsuelo, barbecho y rastreo doble—.

En las parcelas con fertilización orgánica se aplicaron 90 toneladas por hectárea de estiércol bovino previo a la siembra de maíz (incorporándose al suelo con dos pasos de rastra). En las parcelas con fertilización química se aplicaron 300 kg de nitrógeno por hectárea (utilizando al sulfato de amonio como fuente). Luego de la cosecha, se evaluó el rendimiento de forraje.

Si bien la siembra de agricultura convencional y de labranza reducida con fertilización inorgánica dieron los mayores rendimientos de materia seca, los rendimientos con fertilización orgánica fueron aceptables para ambos sistemas. La literatura existente reporta que es posible aportar todo el requerimiento de nitrógeno para los cultivos con la aplicación de estiércol, lográndose rendimientos similares o mayores que con el uso de fertilizantes inorgánicos. Por lo que, en el caso del sistema de Agricultura de Conservación y fertilización con estiércol bovino, es necesario aplicaciones adicionales de fertilizantes inorgánicos durante los primeros tres años para ayudar a la liberación del nitrógeno contenido en los residuos de cosechas. 

La reducción de labranza es una necesidad para minimizar la erosión del suelo; sin embargo, se requiere la incorporación de materia orgánica para reducir la compactación. La aplicación de estiércol como fuente de nutrientes y como mejorador de suelo por la aportación de materia orgánica es una opción para el aprovechamiento de los residuos de la industria lechera en la Comarca Lagunera. Además, esto  ayuda a mitigar la contaminación por estos desechos. A pesar de que los rendimientos fueron menores que con las fuentes inorgánicas, la mineralización del estiércol es un proceso relativamente lento por lo que los mejores efectos se esperan a mediano y largo plazo.