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Innovaciones de postal

En las verdes laderas de Danlí, Honduras, se despliegan paisajes que no solo resaltan por su belleza, sino también por el impacto positivo que la innovación agrícola está generando en las comunidades locales. Estas áreas productivas, con sus parcelas de maíz y frijol, son testigos del avance de las tecnologías agrícolas sustentables promovidas por centros de investigación, como CIMMYT y CIAT, y diversas organizaciones que trabajan en conjunto en el InnovaHub Oriente de Honduras, a partir de la iniciativa regional AgriLAC Resiliente.

Los InnovaHubs son una metodología que, al articular los esfuerzos de diversos actores del sector agroalimentario, permite fortalecer la resiliencia de los sistemas agrícolas locales y mejorar la vida de cientos de productores. También son espacios de colaboración y experimentación donde agricultores, técnicos y organizaciones trabajan en equipo para probar y difundir innovaciones agrícolas.

Así, a través de módulos de innovación —parcelas donde se implementan innovaciones sustentables y se comparan con las prácticas convencionales locales—, los productores pueden observar los beneficios de nuevas prácticas en comparación con las convencionales, adoptando aquellas que les permiten mejorar la productividad y enfrentar los retos del cambio climático. Estas experiencias no solo transforman parcelas, sino también comunidades enteras al convertirlas en áreas de impacto donde las innovaciones se replican.

 

Cultivo de frijol en laderas de Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)
Cultivo de frijol en laderas de Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)

En el Oriente de Honduras, específicamente en Danlí y Teupacenti, CECRUCSO, una central de cajas rurales que forma parte del InnovaHub Oriente, ha sido un claro ejemplo del poder de estas metodologías. «Actualmente hemos llegado a 21 comunidades, fomentando actividades para una agricultura resiliente», señala el equipo técnico de CECRUCSO. «Hemos logrado capacitar a 162 productores, identificando limitantes y oportunidades para alcanzar mejores rendimientos y dar respuesta a los riesgos actuales de producción«.

La participación de CECRUCSO ha sido crucial para que más productores de granos básicos como el frijol adopten tecnologías sustentables en la región. Entre los logros más destacados se encuentran la implementación de cinco módulos de innovación que, a través de buenas prácticas agrícolas, han permitido aumentar la productividad. «Hemos aprendido que los desafíos de la producción agrícola se pueden enfrentar planificando, observando, y usando eficientemente nuestros recursos. Aceptamos e innovamos en nuestras parcelas y compartimos el conocimiento en nuestras comunidades», enfatiza el equipo técnico.

Parcelas de frijol de productores asociados a CECRUCSO. (Foto: CECRUCSO)
Parcelas de frijol de productores asociados a CECRUCSO. (Foto: CECRUCSO)

Uno de los casos más inspiradores es el de Cindy Marbeli Torres, una productora en la comunidad de San Francisco de Cuapa. Ella implementó un módulo de innovación y un área de extensión, adoptando prácticas como la preparación del terreno en camas y la fertilización óptima. Diana Carolina Salinas, representante de CECRUCSO, comenta: «Podemos ver entre el módulo y el área testigo la diferencia a la vista. Vamos a entrar a cosecha y podremos ver los resultados en términos de rendimiento».

Las innovaciones implementadas en las comunidades de Ocotillo Villa Santa, donde se estableció un módulo con el productor César Isidro Peña, son otro ejemplo. En esta comunidad varios miembros de CECRUCSO han adoptado prácticas sustentables que han resultado en un aumento de la productividad. «Se ha visto la respuesta positiva por parte de los productores en adoptar las innovaciones y el acompañamiento técnico también ha sido muy importante«, destaca Salinas.

Productoras de CECRUCSO en parcelas de frijol, Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)
Productoras de CECRUCSO en parcelas de frijol, Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)

Las fotografías que CECRUCSO ha compartido en el reciente Hub Meeting del InnovaHub Oriente no solo documentan el éxito de las innovaciones, sino que también resaltan la belleza de las parcelas, que parecen postales de lo bien cuidadas y productivas que lucen. Estas imágenes son un recordatorio del impacto positivo que las tecnologías agrícolas sustentables están teniendo en la vida de los productores.

A medida que los agricultores continúan recibiendo capacitaciones y apoyo técnico, se espera que los resultados sean aún más significativos. CECRUCSO, con su compromiso con la agricultura resiliente, sigue siendo un referente en la región, demostrando que la innovación, el trabajo en equipo y el conocimiento compartido son claves para enfrentar los desafíos de la producción agrícola en Honduras.

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El papel de las leguminosas en la agricultura sustentable de Honduras

Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)
Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)

Las leguminosas son plantas pertenecientes a la familia Fabaceae o Leguminosae, una de las más grandes y diversificadas del reino vegetal. Esta familia incluye una amplia gama de plantas, desde árboles y arbustos hasta hierbas. Las leguminosas se caracterizan principalmente por su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico y producir frutos en forma de vainas que contienen semillas. Entre las más conocidas están los frijoles, los chícharos, las lentejas y las habas, pero también son leguminosas árboles como las jacarandas o las acacias.

En la agricultura, las leguminosas son fundamentales por varias razones, “ya sea que las utilicemos como cobertura de suelo, fijadoras de nitrógeno, forraje para ganado o algunas para consumo humano, las leguminosas se adaptan bien a suelos pobres y funcionan como elemento esencial de la diversificación de cultivos, o bien, para hacer barbechos mejorados”, comenta José Francisco Guillén Álvarez, quien forma parte del equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras.

Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)
Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)

El InnovaHub Oriente de Honduras articula los esfuerzos de un conjunto de organizaciones y actores relacionados con los sistemas agroalimentarios a fin de impulsar la innovación y la sustentabilidad del campo hondureño en el marco de AgriLAC Resiliente, iniciativa impulsada por CGIAR a través de centros de investigación científica internacionales como la Alianza Bioversity-CIAT (ABC), con sede en Colombia, y CIMMYT, con sede en México.

Las leguminosas, particularmente ciertas variedades de frijoles, forman parte sustancial de la dieta de los hondureños, ya que son una fuente rica en proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales. No obstante, uno de los desafíos de los productores es la conservación del grano, ya que las condiciones climáticas favorecen la aparición de plagas de almacén.

Para brindar alternativas que no requieren plaguicidas, recientemente especialistas de CIMMYT impartieron la capacitación Manejo poscosecha de granos básicos en las oficinas de ARSAGRO —una de las organizaciones que colabora en el InnovaHub Oriente—, en Danlí, El Paraíso.

“El objetivo de esta capacitación fue desarrollar capacidades y habilidades en los técnicos para implementar y difundir prácticas y tecnologías poscosecha sustentables en su región. Abordamos el sistema poscosecha, plagas y daños causados, así como métodos de control en campo y almacén. También realizamos prácticas de acondicionamiento de grano, clasificación de daños y humedad y el uso de tecnologías herméticas”, detalla Rodolfo Vilchis, especialista en poscosecha del Hub Chiapas de CIMMYT.

Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)
Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)

Además del manejo poscosecha, a través de AgriLAC Resiliente se impulsan otras acciones clave donde las leguminosas tienen un rol protagónico: desde la producción de semilla y fertilización adecuada hasta la implementación de camas permanentes —una forma de minimizar la labranza para favorecer la estructura del suelo— y pruebas de calidad en frijol, destaca Edy Rafael López, del equipo técnico del InnovaHub Oriente, quien además destaca el papel de variedades de frijol que se adaptan a condiciones climáticas difíciles, como el frijol Rojo Chortí, desarrollado y validado por instituciones de investigación hondureñas como una respuesta ante la intensificación de fenómenos climatológicos extremos.

El potencial de las leguminosas es amplio. Orson Hernández, también del equipo técnico del InnovaHub Oriente, por ejemplo, las ha incorporado en sus trabajos con agricultores para retener el suelo y retomar su función como cultivos de cobertura porque además las leguminosas mejoran la estructura del suelo y reducen la necesidad de fertilizantes químicos.

 

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El maíz criollo en rotación con frijol, gran opción para la Mixteca Poblana

Maíz nativo cultivado con prácticas sustentables. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Maíz nativo cultivado con prácticas sustentables. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

En la Mixteca Poblana la mayoría de los agricultores siembran maíces y frijoles criollos para el autoconsumo. El rendimiento promedio de maíz, sin embargo, es bajo —de 0.8 a 1.3 toneladas por hectárea (t/ha)— y, adicionalmente, se reporta que cada ciclo aproximadamente el 50 % de la superficie sembrada termina siniestrada (SIAP, 2021).

Los bajos rendimientos se deben principalmente a la escasez de lluvia, a los suelos degradados y a la prevalencia de prácticas convencionales —como labranza excesiva y remoción del rastrojo (el cual se emplea para alimentar ganado caprino)— que contribuyen a la degradación de los suelos.

Para generar opciones que permitan a los agricultores de esta zona incrementar el rendimiento y la rentabilidad del maíz y el frijol y, al mismo tiempo, conservar y mejorar el suelo, en la plataforma de investigación Molcaxac —donde colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y CIMMYT— se evalúan distintos tipos de labranza y manejos de residuos, a fin de identificar aquellas prácticas que le ayuden a los agricultores a superar las principales limitantes del rendimiento del cultivo del maíz en la región.

Considerando que en la región es más aconsejable sembrar maíz criollo que maíz híbrido —su mayor adaptación a las condiciones del clima y los suelos de esta zona específica ha contribuido a que su rendimiento promedio sea mayor—, destaca que tras seis años de evaluación el rendimiento promedio de maíz criollo es mayor al rotarlo con frijol (1.7 t/ha) que al tenerlo como cultivo único (monocultivo) (1.1 t/ha).

Con respecto al rendimiento promedio de grano de maíz, este fue mayor (0.92 t/ha) con labranza mínima —siembra directa con aporque en V8— que con labranza convencional —barbecho, dos pasos de rastra, surcado y aporque— (0.69 t/ha); y también mayor en camas permanentes —otra forma de reducir la labranza— (1.31 t/ha) que de la forma convencional (0.64 t/ha).

Adicionalmente, sembrar en camas permanentes dejando el rastrojo sobre la superficie del terreno resultó en un incremento en el rendimiento y, por tanto, de los ingresos —para el caso de esta evaluación, en el orden de los tres mil pesos por hectárea (2,924 MXN/ha) —. Además, al solo hacer reformación de camas (800 MXN/ha) y manejo de rastrojo (350 MXN/ha), los costos de producción disminuyeron (2,950 MXN/ha) al evitar dos pasos de rastra, barbecho, surcado y primera labor lo cual hace que, en promedio, en la zona los tratamientos con camas permanentes sean casi seis mil pesos (5,900 MXN/ha) más rentables que la práctica convencional.

En suma, usando en conjunto los tres componentes básicos de la agricultura de conservación —labranza mínima, cobertura del suelo con rastrojo y diversificación de cultivos— el rendimiento promedio de maíz criollo fue mayor (1.7 t/ha) que con labranza convencional (0.7 t/ha) durante seis años de evaluación.

El presente, forma parte de los Avances en Agricultura Sustentable. Resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021, de CIMMYT, editado en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía de CGIAR.

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Frijoles, tradición y nutrición de Oaxaca

Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)
Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)

El arte culinario es un componente fundamental de la identidad cultural de los pueblos y la cocina oaxaqueña es prueba de ello. Uno de los principales ingredientes de esa cocina son los frijoles y, sin estos, delicias como las tlayudas, las enfrijoladas, las memelas, xhobetas, entre otras, no serían las mismas. 

La tercera parte de las más de 150 variedades de frijoles se encuentran en México y la mayoría de estas se cultivan en Oaxaca. Uno de los guardianes de esa agrobiodiversidad es Jacobo Tanislado Benítez González, o simplemente don Jacobo, un agricultor de la comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, en el estado mexicano de Oaxaca. 

Don Jacobo siembra más 30 variedades de cultivos, incluidas varias de frijoles entre las que destacan tres variedades altamente apreciadas en su localidad: el frijol Ayocote (Phaseolus coccineus) y los nativos Morado San Miguel y Delgado San Miguel. 

El frijol Ayocote tiene la semilla más grande de todos los frijoles. Su nombre proviene del náhuatl ayecotli, que significa “frijoles gordos”. 

“En San Miguel Tlanichico el Ayocote tiene un ciclo de producción de aproximadamente siete meses (mayo a noviembre) y puede alcanzar una producción de 300 kilos en un cuarto de hectárea, esto es un rendimiento de 1 200 kilos por hectárea. Comercializamos nuestros granos por almud —una antigua unidad de medida arraigada en algunas localidades de México que es equivalente a 3,8 kilogramos—, el cual lleno de frijol Ayocote cuesta de 200 a 250 pesos (MXN)”, comenta don Jacobo. 

Don Jacobo añade que “los frijoles nativos Morado y Delgado San Miguel tienen un ciclo de 90 días y un precio de 65 pesos el kilo”. El Delgado, comenta el productor, es el más apreciado por él y su familia por su rico sabor y fácil cocción. 

A don Jacobo le interesa también producir de manera sustentable. Colaborando con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desde hace ya años, ha adoptado la agricultura de conservación, elabora su propia lombricomposta y lixiviados —un biofertilizante natural que contiene nutrientes importantes para el crecimiento de las plantas, en este caso se obtiene del proceso de lombricompostaje—para fertilizar sus cultivos. 

Después de las cosechas, don Jacobo almacena sus granos con el principio de hermeticidad —ausencia de oxígeno—, utilizando desde recipientes de PET de diferentes tamaños, hasta silos metálicos herméticos. Así, con los conocimientos que ha adquirido, aprovecha la amplia agrobiodiversidad de la localidad y combina saberes tradicionales e innovaciones tecnológicas para lograr una producción sustentable en sus parcelas.

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Frijol, una legumbre que da identidad a los pueblos de México

Productor de Larráinzar, en el estado mexicano de Chiapas, muestra una de las variedades de frijol que cultiva en su milpa. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Productor de Larráinzar, en el estado mexicano de Chiapas, muestra una de las variedades de frijol que cultiva en su milpa. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Las legumbres son los frutos —semillas contenidas en una vaina— que producen las leguminosas —frijoles, habas, lentejas, cacahuates, etcétera—.  Son una gran fuente de proteínas vegetales y, en el plano agronómico, mejoran con sus propiedades la tierra en la que se cultivan pues poseen la singular capacidad de aportar nitrógeno a la tierra de cultivo. 

La fijación biológica del nitrógeno proporciona muchos beneficios funcionales para los agroecosistemas y ayuda en los esfuerzos para reducir los efectos ambientales negativos por el uso de fertilizante nitrogenado. 

En los sistemas de cultivo de cereales, las leguminosas, en simbiosis con rizobios —bacterias fijadoras de nitrógeno—, aportan la mayor entrada de nitrógeno fijado mediante esta vía. 

En México el frijol es la leguminosa por excelencia. Aunque el país cubre la mayor parte de su demanda de frijol, entre 2003 y 2019 importó alrededor de 123 mil toneladas anuales para complementar la demanda interna. En 2021 se registraron importaciones históricas, y en 2022 los menores niveles desde 2015 debido a significativos excedentes en la cosecha nacional.

El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

Componente esencial de la milpa, el frijol ha formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forma parte de la cultura gastronómica del país.

“El pueblo mixe (ayuukjä’äy) —en el estado mexicano de Oaxaca— posee una cultura rica y distintiva. Su organización social, sincretismo cultural, música y gastronomía son característicos, así como su lengua (ayuuk) y su milpa, cuyos productos, particularmente el frijol, forman parte de su identidad y sus manifestaciones culturales”, comenta Zenaida Pérez Martínez, de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL).

“Preparado en tamales, el frijol es el acompañante indispensable del caldo mixe, un aromático y tradicional platillo que se consume en fiestas patronales y ocasiones especiales. También en la alimentación cotidiana es fundamental: con el grano seco se elaboran el “frijol en amarillo”, la pasta de frijol para la infaltable tortilla embarrada y el frijol caldoso, que es uno de los platillos comunes en la zona”, puntualiza Zenaida. 

La ingesta de frijol es una forma de completar la calidad proteica de una dieta basada en maíz, ya que su proteína es deficiente en lisina y triptófano y el frijol contiene una cantidad de lisina suficiente para compensar esto.

En la región mixe se cultivan diversos frijoles en el sistema milpa. Destaca el ‘Frijol Gordo’ (Phaseolus dumosus) —que también se aprovecha en ejotes— y  el frijol ‘Ayocote’ (Phaseolus coccineus). 

Además de estos frijoles, hay otra leguminosa que comúnmente se establece en la región mixe: el chícharo. Este “se siembra en septiembre como cultivo de invierno porque es resistente a las heladas y se desarrolla bien con la humedad residual; se consume hervido o en guisos, tamales y las típicas empanadas de chícharo de la región”.

A pesar de la diversidad, los rendimientos no siempre son adecuados. En ocasiones, las familias productoras apenas alcanzan a cubrir sus necesidades de consumo debido a diversos factores: las pendientes pronunciadas que predominan en la región, la labranza convencional que prevalece, las lluvias irregulares de ciclos recientes y fechas de siembra que no aprovechan todo el potencial de los cultivos.

Para que las leguminosas sigan siendo parte de la cultura del pueblo mixe, la AMDSL y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueven innovaciones sustentables en la región: se han establecido barreras vivas —plantas que se colocan perpendiculares a la pendiente— para evitar la pérdida de suelo, se han ajustado las fechas de siembra y se ha promovido la agricultura de conservación.

Así, también se busca fortalecer la seguridad alimentaria y potenciar los beneficios de las leguminosas para mejorar los suelos —ya que además son un abono verde con grandes aportes de biomasa— y para que sigan siendo parte de la identidad, alimentación y cultura de los pueblos de México.

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Alternativas para el control de la catarina azul que afecta el frijol

Daño causado por el coquito azul en frijol, en Santa María Teopoxco, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)
Daño causado por el coquito azul en frijol, en Santa María Teopoxco, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)

En la región mazateca de Oaxaca, México, la presencia de un insecto conocido como coquito azul o catarina azul (Diphaulaca aulica) ha ocasionado en años recientes graves afectaciones a las plantas de frijol, impactando significativamente en su producción.

Las personas que trabajan el sistema milpa —donde se asocia maíz, frijol y calabaza— en esta región relatan que este insecto afecta a las plantas de frijol cuando están en pleno desarrollo, ocasionando daño principalmente al follaje y con ello la disminución de los rendimientos del cultivo. 

La rápida reproducción de este insecto favorece que se disemine a áreas que no habían sido afectadas y, para su control, los productores regularmente utilizan productos químicos, específicamente insecticidas de amplio espectro que afectan a otros organismos diferentes de los que buscan controlar, incluyendo organismos benéficos, como parasitoides y depredadores naturales de las plagas. 

La dependencia de tratamientos químicos para el control de este insecto ha generado otros problemas, entre ellos, la resistencia a insecticidas comunes. Por esta razón, la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) ha colaborado con los productores de la zona en la búsqueda de métodos alternativos que minimicen los daños y los impactos indeseables por el uso y abuso de plaguicidas. 

Así, y en el marco de la iniciativa Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se ha promovido el manejo agroecológico de plagas, sistema que se sustenta en una restauración de la biodiversidad funcional con la finalidad de reactivar el control biológico natural. 

El manejo agroecológico de plagas se complementa con otras prácticas, como las asociaciones y rotaciones de cultivos, el manejo de arvenses, las trampas con feromonas de confusión sexual, el uso de semioquíomicos —sustancias químicas naturales utilizadas en la comunicación entre organismos vivos—, extractos de plantas con propiedades plaguicidas, insecticidas biológicos, entre otras alternativas. 

A partir de estas alternativas, en la región mazateca se han hecho rotaciones de cultivos con girasol y canola; se ha difundido información sobre el ciclo biológico del insecto —con la finalidad de hacer el control en el momento oportuno—; se ha empleado cal micronizada y tierra de diatomeas —que por su acción abrasiva dañan al insecto que eventualmente muere—; y también se han empleado extractos de plantas como el orégano, el tabaco, el cempasúchil y el ajo, cuya mezcla tiene propiedades insecticidas. 

En los módulos y áreas de extensión —parcelas de productores que deciden implementar las innovaciones— donde se han probado las distintas alternativas se han observado resultados positivos; sin embargo, aún falta que las propuestas sean adoptadas con mayor amplitud y constancia; así mismo, es necesario difundir más la información con la finalidad de que las alternativas para controlar a la catarina azul sean replicadas por más personas.

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Variedades de frijol para los Valles Centrales de Oaxaca

Los frijoles han formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forman parte de la cultura gastronómica del país y, aunque México cubre la mayor parte de su demanda de frijol, entre 2003 y 2019 ha tenido que importar alrededor de 123 mil toneladas anuales para complementar la demanda interna. 

El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

En Oaxaca se siembran en promedio unas 38 mil hectáreas al año, pero su rendimiento es bajo —únicamente se cosechan cerca de 700 kilos por hectárea—, por lo cual la leguminosa se produce básicamente para autoconsumo. 

Los problemas que enfrentan los productores de frijol de temporal en regiones como Valles Centrales —que a nivel estatal ocupa el segundo lugar en superficie sembrada de frijol— son bajos rendimientos por falta de agua, densidades de siembra inadecuadas, fertilización inoportuna o deficiente, desconocimiento de los métodos de control de plagas y enfermedades, así como el bajo contenido de materia orgánica de los suelos —por la falta de incorporación de residuos de cosecha—.

Como respuesta a esta problemática el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural,  a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México, impulsa la adopción de prácticas sustentables y, recientemente, estableció un ensayo en la localidad de San Miguel Tlanichico donde se evaluaron nueve variedades de frijol mejorado y siete materiales de frijoles nativos criollos con el objetivo de conocer su potencial productivo.

La variedad RB-200 alcanzó su madurez fisiológica a los 81 días, seguido de las variedades Criollo Delgado, Criollo Morado de San Miguel Tlanichico y Verdín, las tres con 82 días. Por el número de granos por planta destacaron las variedades Negro Guanajuato y Comapa; por el número de vainas por planta sobresalieron el Negro Guanajuato, Comapa y Criollo Morado de San Miguel Tlanichico; y por el peso de 100 granos destacaron las variedades Flor de mayo y Negro Otomí —lo que quiere decir que son granos más grandes—.

Con respecto al rendimiento, los materiales más rendidores fueron Comapa, seguido de Flor de Mayo y Negro Otomí (gráfica 1).

Cabe mencionar que el manejo agronómico para todas las variedades fue el mismo. Así, de todas las variedades evaluadas, dos no germinaron —Negro 8025 y Negro Primavera— y de tres no se obtuvieron rendimientos —Criollo Vaina Blanca, Criollo Tiltepec y Criollo Rojo de Guía— porque son de zonas con ciclos de lluvias más largos y el temporal de lluvia en la zona evaluada es muy corto.

Cabe mencionar que las variedades con mayor aceptación fueron Criollo Piñero y RB-200. Los productores mencionan que estas les gustaron por su precocidad y, sobre todo, por que su cocción es rápida y su caldo es negro espeso.

Independientemente de los criteriores que intervienen en la adopción de las variedades, la instalación de este tipo de trabajos es muy importante porque se muestran alternativas a los productores y abren la posibilidad de instalar parcelas que funcionen como módulos demostrativos o áreas de impacto para que más productores adopten prácticas sustentables y variedades acordes a sus propios gustos o necesidades. 

Gráfica 1. El material más rendidor fue el Comapa con 1.87 ton/ha, seguido de Flor de Mayo con 1.83 ton/ha y Negro Otomí con 1.82 ton/ha.

 

Fuentes:

  • Sangerman-Jarquín, D. M., Acosta-Gallego, J. A., Schwenstesius de Rindermann, R., Damián Huato, M. Á., & Larqué Saavedra, B. S. (2010). Consideraciones e importancia social en torno al cultivo del frijol en el centro de México. Revista mexicana de ciencias agrícolas1(3), 363-380.
  • SIAP. (2020) Avances de siembras y cosechas. Resumen por cultivo. México: Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
  • CEDRSSA. (2020). Mercado del frijol, situación y prospectiva. México: Cámara de Diputados-Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria.
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Nuevos conocimientos para mejorar la producción de maíces nativos

En el continente americano se han contabilizado alrededor de 300 razas de maíz y 64 de ellas están en México. De estas, 59 se consideran nativas y 35 tienen presencia en Oaxaca. 

Cayetano Limón Sánchez, un productor de maíces nativos en Santa Ana Zegache, Oaxaca, siembra cuatro variedades: Negrito —que se cultiva en zonas altas de la Mixteca y en Valles Centrales—, Belatove —que se identifica por su color rojo—, así como una variedad amarilla y otra blanca. 

Además de la relevancia que los maíces nativos tienen para la biodiversidad mexicana y para la seguridad alimentaria, Cayetano se comienza a beneficiar del interés gastronómico que estos maíces están despertando. Actualmente, por ejemplo, cada vez más restaurantes incluyen en sus menús platillos hechos con maíces de colores. 

Hoy, Cayetano selecciona su semilla, utiliza abonos orgánicos e intercala cultivos que elevan la cantidad de nutrientes en el suelo, pero esto no siempre fue así: “No tenía la capacitación para preparar la tierra”, admite al mostrar su parcela y enlistar diversas prácticas que ha adoptado como participante del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Antes Cayetano sembraba el maíz junto con el frijol, pero ahora lo hace por separado, entre un ciclo y otro. “Cuando siembro el frijol se queda abono para cuando siembro maíz y una chulada que se da, estoy agarrando la experiencia de sembrar puro frijol y al otro año maíz”, describe.

La producción mejora si la tierra de su parcela la nutre con abono que obtiene de la composta, la gallinaza —esa mezcla de excremento de gallinas ponedoras junto con desperdicios de alimentos y a veces también plumas— o el biol que obtiene de la fermentación del estiércol.

“Me han enseñado a trabajar los abonos orgánicos o con estiércol de animal que requiere la milpa cuando está chica, sin necesidad de ponerle químico, como antes”, expresa con la claridad de que antes de la asesoría del proyecto sembraba el maíz sin saber cómo combatir las plagas.

Es un trabajo paciente, añade, pues desde que se siembra hay que “tirarle biol a la planta, después a la hoja, dos veces por semana, de preferencia temprano o por la tarde cuando abre sus poros”.

Así, de una hectárea sembrada puede obtener de dos a tres toneladas de maíz nativo, “pero bien dado”, lo que antes no lograba por falta de capacitación que ahora le permite “preparar la tierra bien y fortalecer el suelo” para que el rastrojo conserve la humedad, sobre todo cuando no llueva lo suficiente.

“Este año no llovió mucho y aguantó la milpa, por eso no se dieron muy bien las cosechas”, resalta Cayetano quien, además ha aprendido a guardar sus granos en silos herméticos que impiden que se piquen y puedan permanecer hasta tres años frescos.

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Cosechando a tiempo 

Si bien el rendimiento del maíz (y en general de todos los cultivos) ya no se altera una vez que la planta alcanzó su madurez fisiológica, es necesario sacar la producción del campo oportunamente para mantenerla hasta su consumo o comercialización. No hacerlo significa un deterioro en la cantidad y calidad del grano. Por esta razón, la cosecha es muy importante.

La cosecha es el proceso que permite separar las mazorcas de la planta. Se recomienda que los granos se cosechen tan pronto como lleguen a su madurez fisiológica (cuando el grano llega a su máximo contenido de materia seca) y que se apliquen métodos de secado porque en ese momento los granos siguen estando demasiado húmedos (alrededor de 35% en el caso del maíz) y requieren alcanzar niveles seguros de humedad para ser almacenados.

Además, dejar los granos en el campo durante mucho tiempo los hace más vulnerables a las pérdidas por plagas, daños causados por aves u otros animales, lluvias inesperadas que favorecen el desarrollo de hongos, e incluso pérdidas por robo. 

Se debe tomar en cuenta que las plantas deben permanecer el mayor tiempo posible en el campo antes de cosecharlas (de tal modo que se produzca un secado natural del grano a través de una pérdida gradual y uniforme de humedad), pero considerando que la cosecha debe hacerse antes de que los granos se sequen demasiado y haya pérdidas por desgrane. Si cosechan demasiado tiempo después de la madurez fisiológica los granos estarán más secos, pero tendrán muchos daños causados por insectos, aves, hongos, roedores, etc. 

Por lo anterior, es importante identificar la madurez fisiológica de los granos. En el caso del maíz, se puede observar que ha llegado a su madurez fisiológica porque la planta se vuelve color paja (marrón claro) y las hojas que cubren la mazorca se secan. También se puede identificar este momento porque algunas de las mazorcas se caen y en la base de los granos (donde se conectan con el olote) se forma una capa negra.

El trigo llega a su madurez cuando la planta cambia su color verde por el blanquecino o amarillento, hay una pérdida completa del color verde de las glumas (hojitas que rodean las espiguillas) y el grano es duro, firme y no es posible partirlo transversalmente con la uña. En el caso del frijol, este llega a la madurez fisiológica cuando el color de la planta cambia de verde a amarillo; las vainas se vuelven amarillas, quebradizas y las hojas inferiores empiezan a caerse. 

Otras recomendaciones son cosechar en un momento soleado, colocar las mazorcas y las vainas de frijol sobre lonas limpias o directamente en costales (para evitar la absorción de humedad del suelo, la generación de manchas o el crecimiento de hongos) y doblar las plantas de maíz para evitar la entrada de agua en las mazorcas en caso de que la cosecha se retrase por la lluvia (aunque es muy importante no dejar las plantas en esta condición durante mucho tiempo y cosechar lo más pronto posible después de la lluvia).

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Multiplicando semillas, multiplicando oportunidades

Calkiní, Camp.- El pasado 22 de octubre se realizó el recorrido “Propagación de semilla de cultivos alternativos” en diversas localidades de Campeche. La actividad forma parte de las acciones para fortalecer las competencias de los técnicos de la región Peninsular en el marco del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

El recorrido, que formó parte de un curso organizado por el Hub Península de Yucatán y la Unidad de Capacitación del CIMMYT centrado en el desarrollo competencias para la propagación de semilla de cultivos alternativos, tuvo como objetivo observar, precisamente, diversas parcelas ―a cargo de Eugenio Telles, coordinador técnico del Hub Península de Yucatán― donde se han implementado ensayos de cultivos alternativos y multiplicación de sus semillas.  

En Calkiní, donde inició el recorrido, se observó la producción de cultivos alternativos mediante la asociación y el intercalado. Los resultados en estas parcelas dan muestra del beneficio potencial que la diversificación de cultivos representa para los productores. El chícharo gandul ―o lenteja de milpa― intercalado con maíz, por ejemplo, contribuye a reducir la presencia de malezas.

En Calkiní también se observó el trabajo de producción de frijol Jamapa para semilla como alternativa para los productores y se visitó una parcela donde se implementa una interesante estrategia de producción de semilla en bordos, es decir, ¡bordos productivos! Un ejemplo es el uso de canavalia, la cual puede contribuir con servicios ecosistémicos como la cobertura de suelo, la regulación de fauna benéfica y la fijación de nitrógeno atmosférico con apoyo de microorganismos. 

Cabe mencionar que, durante esta primera parte del recorrido en la localidad de Becal, municipio de Calkiní, participaron de manera activa estudiantes de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ) de ese municipio. Los estudiantes explicaron el trabajo de aprendizaje y promoción de la Agricultura Sustentable que han hecho en colaboración con el CIMMYT, destacando su participación durante el ciclo primavera-verano 2021 en varias actividades del ensayo, como la siembra, la toma de datos y la cosecha; reforzando así sus conocimientos teóricos.

La segunda parada del recorrido fue a unos 116 km de Becal, en Uayamón, municipio de Campeche. Allí, el productor Marcial Ortega Trujillo les mostró a los técnicos cómo con Agricultura Sustentable ha “podido observar cómo el suelo va cambiando” ―te invitamos a leer Cultivos multipropósito, que abunda en la experiencia de don Marcial y de los investigadores del CIMMYT que han trabajado en la validación de innovaciones para este proyecto―.  En el ensayo que se tiene con don Marcial, de hecho, se pueden apreciar los beneficios del Manejo Agroecológico de Plagas ―estrategia implementada bajo la supervisión del doctor Martín Jerezano Orduña―, el uso de microorganismos, la asociación y el intercalado de cultivos alternativos, y los bordos productivos. 

El paso por Uayamón finalizó con la visita a las parcelas donde se regeneran y multiplican variedades nativas de maíz obtenidas a través de la alianza con el grupo de productores Maíz Criollo Kantunil ―en el caso de maíces palomeros― y otros productores locales, como el señor Marino Cruz Cruz, quien proporcionó una variedad de maíz morado intenso. 

La tercera y última parada del recorrido estuvo a 48 km hacia el sur, en la localidad de Hool, municipio de Campeche. Allí se observó el trabajo de la asesora técnica Thelma Ucan quien, como parte del curso de Propagación de Semilla de Cultivos Alternativos, multiplica semillas mediante una estrategia centrada en maíz sembrado junto con cuatro variedades de frijol mucuna, cada una de ellas separadas por bordos para propiciar la llegada de insectos benéficos y para separar o contener las plantas de cada variedad de mucuna. 

Otro aspecto relevante de este trabajo es que también aborda los siguientes retos: combatir una alta incidencia de malezas o arvenses ―para evitar así el uso excesivo de agroquímicos―, mejorar el suelo compactado y demostrar que un manejo adecuado antes de cualquier siembra es fundamental para obtener semilla de calidad, pero, sobre todo, contribuir para que otros productores se sensibilicen sobre lo perjudicial de las quemas agrícolas y de los beneficios amplios de la Agricultura Sustentable.