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Fertilidad Integral para el Altiplano Cebadero

Toma de muestras de suelo en el Altiplano. (Foto: CIMMYT)
Toma de muestras de suelo en el Altiplano. (Foto: CIMMYT)

La fertilidad del suelo es un factor clave para la productividad agrícola y la sostenibilidad del campo. En el Altiplano cebadero, una región fundamental para la producción de cebada, Grupo Modelo y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han desarrollado un mapeo de fertilidad sin precedentes, cuyo objetivo es generar estrategias agrícolas mejor fundamentadas y adecuadas a las condiciones específicas del suelo.

«Este es el primer mapeo de la zona con la mayor cantidad de puntos de muestreo y, hasta ahora, el mapeo de fertilidad con mayor cobertura o alcance desarrollado por parte de la iniciativa privada a nivel nacional«, señala Francisco López Olguín, coordinador técnico del Hub Valles Altos del CIMMYT.

La estrategia, financiada por Grupo Modelo en el marco del proyecto Aguas Firmes —el cual contribuye a la recarga del acuífero de Apan, en Hidalgo—, inició en 2024 y ha logrado establecer alrededor de 800 puntos de muestreo en cuatro estados clave para la producción de cebada: Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y el Estado de México. Estos puntos están distribuidos en 29 municipios seleccionados por su relevancia en la producción cebadera y porque la transición hacia una agricultura sustentable en ese perímetro tiene el potencial de contribuir a la recarga y preservación del acuífero de Apan, principal recurso hídrico para la agricultura de esa zona.

Puntos de muestreo para la estrategia de fertilidad impulsada por Grupo Modelo y el CIMMYT. (Imagen: Laboratorio de SIG-CIMMYT)
Puntos de muestreo para la estrategia de fertilidad impulsada por Grupo Modelo y el CIMMYT. (Imagen: Laboratorio de SIG-CIMMYT)

«Para lograr esto, generamos una estrategia y metodología en conjunto con Grupo Modelo, obteniendo los permisos y autorizaciones necesarias para la toma de muestras. Parte del proceso incluyó el contacto con ayuntamientos y comisarías ejidales, quienes facilitaron las autorizaciones y la información a los productores», explica López.

La recolección de muestras fue realizada por un laboratorio especializado en análisis agrícola. Para garantizar la representatividad del mapeo, se diseñó una malla de muestreo a una escala que permitió que la distribución de los puntos fuera homogénea en un territorio caracterizado por su heterogeneidad.

El CIMMYT jugó un papel clave en la gestión del muestreo y en el procesamiento y análisis de la información obtenida. Una vez que el laboratorio generó los resultados, el equipo de fertilidad y la unidad de Sistemas de Información Geográfica (GIS, por sus siglas en inglés) del CIMMYT analizaron los datos y elaboraron 21 mapas con 17 parámetros diferentes, abarcando propiedades físicas y químicas del suelo.

La finalidad de estos mapas es proporcionar recomendaciones agronómicas útiles para los productores de la región. «El gran reto es que cada productor requiere un análisis específico de su suelo, lo cual representaría una inversión considerable. Sin embargo, con esta metodología de distribución de puntos, hemos logrado generar recomendaciones regionales y municipales que pueden adaptarse a cada contexto particular», destaca López.

Los mapas permiten clasificar la disponibilidad de nutrientes en cinco categorías: muy bajo, bajo, medio, alto y muy alto. Esta información facilita la toma de decisiones para mejorar la fertilidad del suelo bajo principios agronómicos clave como la fuente correcta, la dosis adecuada, el momento oportuno y el lugar preciso. Estos factores determinan cuán eficientemente los cultivos pueden absorber nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio.

Además de su utilidad para los productores, estos mapas abren una gran oportunidad para la capacitación de técnicos y agricultores en el manejo de la fertilidad del suelo. Asimismo, representan una herramienta clave para los proveedores de fertilizantes, permitiendo que las mezclas físicas de nutrientes sean formuladas de manera más precisa y adaptada a las necesidades reales del suelo y los cultivos.

El mapeo de fertilidad del Altiplano es una muestra del impacto que puede tener la ciencia aplicada en la agricultura. Con una base de información detallada y estrategias de manejo sustentable, esta iniciativa contribuye a mejorar la productividad del campo y a fortalecer la agricultura sustentable en la región.

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Morelos Agroecológico

Jelle Van Loon, director asociado SAS-CIMMYT, y Margarita González Saravia, gobernadora de Morelos. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Jelle Van Loon, director asociado SAS-CIMMYT, y Margarita González Saravia, gobernadora de Morelos. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

En una ceremonia realizada este 28 de octubre en Cuautla, Morelos, el Gobierno del estado de Morelos y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) consolidaron una alianza para desarrollar la primera fase de una innovadora estrategia de fertilidad, mediante la cual se generarán mapas de fertilidad en la entidad. Este convenio busca posicionar a Morelos como el primer estado agroecológico del país, al integrar ciencia y tecnología en el campo, orientando la producción agrícola hacia la sostenibilidad y la productividad.

La colaboración entre el Gobierno de Morelos y el CIMMYT se enfoca en tres líneas estratégicas: el mapeo de suelos, la capacitación de técnicos y el acompañamiento técnico a productores. Mediante un exhaustivo análisis del suelo de las tierras agrícolas de Morelos, se crearán mapas de fertilidad que serán un referente para las recomendaciones nutrimentales, optimizando el uso de fertilizantes y mejorando los rendimientos de cultivos en función de las necesidades específicas de cada región del estado.

La gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, resaltó la importancia de esta alianza para el desarrollo del campo morelense: “Morelos es un Estado donde el 70% de la tierra es rural, con una gran tradición agropecuaria. Este convenio es una oportunidad para hacer más productiva nuestra tierra, que hemos heredado de nuestros abuelos. Hoy, con este mapeo de fertilidad, tenemos la posibilidad de conocer mucho más sobre el tipo de suelo que tenemos y cómo mejorar nuestros cultivos. Queremos llegar a ser el primer estado agroecológico del país, producir los alimentos que realmente necesitamos en las mejores condiciones”.

Por su parte, Jelle Van Loon, director asociado del Programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables del CIMMYT, destacó la relevancia de esta iniciativa: “La integración y elaboración de mapas de suelos va más allá de solo generar un mapa. Es para entender cómo impulsar juntos la agricultura sustentable en Morelos. Desde 1969 con la estación experimental de Tlaltizapán, y más recientemente con otras plataformas de investigación instaladas con diversos colaboradores, el CIMMYT ha impulsado la búsqueda de soluciones adecuadas al contexto local. Con este esquema de mapeo, buscamos brindar recomendaciones específicas y optimizar el uso de fertilizantes, fortaleciendo la rentabilidad de las parcelas y la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios del estado”.

Además, Margarita Galeana Torres, secretaria de Desarrollo Agropecuario de Morelos, explicó que el proyecto responde a una solicitud histórica de los productores locales: “Morelos por fin tendrá un mapa completo de fertilidad, el primero en su tipo en el país. Este esfuerzo conjunto no solo incluye la toma de muestras y elaboración de los mapas, sino también la capacitación y el acompañamiento a técnicos y productores para maximizar el rendimiento de los cultivos, optimizar la rotación y mejorar las prácticas agronómicas”.

La iniciativa contempla el mapeo de los suelos de los 29 municipios del estado, cubriendo una superficie agrícola de más de 152 mil hectáreas. Los mapas se convertirán en una herramienta clave para una mejor planificación de los cultivos y el monitoreo constante de la fertilidad del suelo. Asimismo, se planea la implementación de infraestructura productiva que beneficie a los agricultores en sus prácticas diarias.

Entre los asistentes al evento se encontraban funcionarios como Javier Bolaños Aguilar, secretario ejecutivo de la Comisión Estatal del Agua; Alan Dupré Ramírez, secretario de Desarrollo Sustentable; diputados locales y federales; presidentes municipales de Morelos, y representantes del sector agrícola, técnicos y productores. Este amplio respaldo subraya la importancia de la colaboración interinstitucional y comunitaria en el proceso de transformación hacia una agricultura más sustentable y resiliente en el estado.

El proyecto de fertilidad en Morelos se estará implementando mediante la metodología de los hubs que impulsa el CIMMYT y sus colaboradores, la cual se enfoca en llevar la ciencia directamente al servicio de los productores, generando beneficios tangibles para ellos y sus familias. Enrique Rodríguez Barrera, productor innovador de Cuautla y quien ha participado en diversas iniciativas con el Hub Pacífico Centro del CIMMYT —el cual abarca el territorio de Morelos—, invitó a otros agricultores a «evolucionar la forma de trabajar el suelo» mediante las prácticas sustentables que se impulsan en el hub, como agricultura de conservación, mecanización a escala adecuada, diversificación de cultivos y otras que han despertado el interés en la entidad.

Con esta colaboración y la infraestructura de investigación del CIMMYT —tanto con la estación experimental de Tlaltizapán, plataformas de investigación y áreas de extensión en varios puntos del estado—, la estrategia de fertilidad es además un modelo innovador para consolidar sistemas agroalimentarios resilientes que contribuyen a la adaptación al cambio climático y a la sostenibilidad del campo, siendo un ejemplo tangible de la ciencia colaborativa que impulsa el CIMMYT, centro de investigación internacional que, en el marco de esta colaboración, pone a disposición su experiencia para acompañar al gobierno de Morelos en la implementación de acciones prioritarias en el campo.

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Rotación de cultivos, una práctica que cuida la salud del suelo y las familias productoras

Frijol ayocote en sistema de cultivos diversificados en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Frijol ayocote en sistema de cultivos diversificados en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El principal objetivo de la agricultura es obtener alimentos de buena calidad de forma sustentable para el autoconsumo o la comercialización. La diversificación de cultivos mediante la rotación es una forma de acercarse a este objetivo. Además, al rotar cultivos se contribuye a solucionar diversos problemas, como la pérdida de fertilidad del suelo o infestaciones por plagas y enfermedades en el plano agronómico, y el incremento de la seguridad alimentaria de las familias productoras. 

El concepto de rotación de cultivos se refiere a la práctica de cultivar más de un tipo de cultivo de forma rotativa en una misma superficie durante el ciclo productivo (primavera-verano y/o otoño-invierno). La importancia de esta práctica radica en que así es posible obtener más de un producto en los periodos de cultivo y aprovechar los momentos en los que el cultivo principal no está generando producción. Esto es muy útil para la economía de los productores. 

Además, entre los principales beneficios de la rotación de cultivos se encuentra la fijación de nitrógeno, la optimización del gasto, la protección del suelo, el aumento de la infiltración y retención de agua, la reducción del uso de pesticidas, el aumento de la producción, la reducción de la incidencia de pudrición de mazorcas, y el incremento de la actividad biológica del suelo.

Recientemente, debido al aumento de los costos de los fertilizantes nitrogenados se ha producido un renovado interés por la rotación de cultivos como una fuente de nitrógeno. Y es que esta práctica permite recuperar y mantener la fertilidad del suelo. Las leguminosas, por ejemplo, ayudan a reponer los niveles de nitrógeno en las parcelas y plantas como el cempasúchil apoyan en la solubilización del fósforo —es decir, ayudan a que se disuelva y sea aprovechado por las plantas—. 

Con esta práctica hay beneficios adicionales, pues es posible aumentar la biomasa —materia orgánica que se genera tras un proceso biológico, como los residuos de la cosecha, por ejemplo—, misma que puede contribuir a disminuir la presencia de malezas, bajando así las dosis o eliminando el uso de herbicidas.

Otro efecto de la rotación es que, gracias a los diferentes sistemas de raíces de las plantas empleadas se pueden mejorar las condiciones del suelo —reduciendo la compactación e incrementando la infiltración, por ejemplo—. Esto también tiene un efecto positivo en la biodiversidad de los microoganismos que viven en el suelo y que, a su vez, apoyan las funciones del mismo y la salud de la planta.

La inclusión de diferentes tipos de cultivos es una efectiva forma de controlar enfermedades y plagas: cuando se incluye un cultivo que no es susceptible a una determinada plaga o enfermedad, se reduce el inóculo —microorganismos o sus partes, como esporas, que pueden provocar la infección o contaminación— presente en el suelo, ya sea por carencia de alimento, depredación o deterioro natural. Así, por ejemplo, con relación a los problemas de enfermedades de la mazorca en el cultivo de maíz, el girasol o el cempasúchil son una buena opción para reducir estos problemas.

Para comenzar con esta práctica es importante tener la parcela ya acondicionada y tener un plan de cultivo. La secuencia de establecimiento de cultivos a largo plazo debe determinarse antes de que el plan entre en acción —todo plan de rotación de cultivos que se maneje deberá ser lo suficientemente flexible para mantener al mismo tiempo la salud del suelo y la economía del sistema de producción agrícola—. Por norma general, leguminosas y gramíneas se van alternando para reponer nutrientes y evitar la consolidación de plagas. 

Aunque cada agricultor puede establecer los cultivos que más se adapten a sus condiciones, en diferentes regiones de Oaxaca, Chiapas y Campeche se han establecido diversos cultivos en rotación o en asociación al maíz con buenos resultados para la región, entre ellos: canavalia (Canavalia sp.), dólicos (Dolichos lablab), chícharo gandúl (Cajanus cajan), girasol (Helianthus annuus), cempasúchil (Tagetes erecta), frijol mungo (Vigna radiata) y otras vignas locales, ibes o patashete (Phaseolus lunatus L.), bótil o ayocote (Phaseolus coccineus), trigo (Triticum), triticale (×Triticosecale), haba (Vicia faba) y frijol (Phaseolus vulgaris). 

En suma, la rotación de cultivos tiene un impacto positivo sobre la salud del suelo, pero también sobre la nutrición de las familias productoras ya que la variedad de leguminosas, por ejemplo, contribuye a una dieta más completa y nutritiva debido a los altos niveles de proteína y otros nutrientes que aportan. Por supuesto, la rotación de cultivos también beneficia a los productores que cuentan con ganado, porque la dieta de los animales también se ve enriquecida. 

Esta información forma parte de la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, que se desarrolla en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, desarrollado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

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Agricultura y ganadería, binomio sustentable en la Mixteca de Oaxaca

Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

Cada que el equipo técnico del proyecto CLCA invita a algún productor a sumarse a dicho proyecto —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, trata de demostrarle cómo la agricultura y la ganadería pueden convivir sin impactar negativamente en la fertilidad del suelo.

Adaptar los sistemas de producción a las condiciones actuales de cambio climático es uno de los principales objetivos del acompañamiento técnico que brinda el proyecto.

“En Oaxaca, a través del trabajo con el CIMMYT y CLCA estamos tratando de hacer que la agricultura y la ganadería, y la fertilidad del suelo, no estén peleadas, sino integradas y podamos generar alimentos sanos y suficientes para las familias”, asegura Carlos Barragán, quien forma parte del equipo técnico que promueve CLCA.

Antes de dejarse guiar por los técnicos del proyecto CLCA, Félix Betanzos Benítez ya intentaba intercalar haba y alverjón con la siembra del maíz, pero ahora suma el trigo, la avena y el ebo, cultivos de los que procura obtener su propia semilla para reducir gastos.

“Es un beneficio para nosotros porque así se alimentan nuestros animales” y “estamos guardando un poquito de ebo, un poquito de semilla de avena para la próxima temporada que viene para seguir teniendo pastura para que crezca el ganado”.

Así como Félix, Anselmo Ramírez, un productor de San Marcos Monte de León, también se convenció de los beneficios de mantener cubierto el suelo de su parcela la mayor parte del año y de que se puede producir maíz y forrajes al mismo tiempo.

El suelo de Alselmo ha sido degradado por la erosión, por eso tomó el consejo de cubrirlo con rastrojos de la cosecha anterior y moverlo lo menos posible. De cada cosecha que logra Anselmo con agua de temporal “sale para los animales y para uno, para comer” porque “donde dejo el rastrojo no meto a los animales para que no lo acaben y así poco a poco el rastrojo se va pudriendo y nutriendo al suelo”.

Además de reducir gastos, Anselmo ha descubierto que es más práctico sembrar en la misma parcela maíz y otros cultivos como avena, ebo, canola y triticale, semilla que le otorgó Fondo para la Paz, una organización que se sumó a la implementación del proyecto de CLCA en la Mixteca de Oaxaca. 

Óscar Mejía, supervisor de esa organización puede contabilizar en números las mejoras en rendimientos que la parcela de Anselmo ha alcanzado al implementar la agricultura de conservación y la introducción de forrajes en al menos el 80 % de los módulos y áreas de extensión donde se implementa el proyecto de CLCA.

“Con agricultura convencional —con movimientos excesivos del suelo y sin cubrirlo con rastrojos— en promedio se consiguen entre 600 y 800 kilos de maíz, pero con la agricultura de conservación hemos registrado que esa cantidad se eleva a 1,2 o hasta 2,2 toneladas, así que dejar el rastrojo, no mover el suelo y rotar cultivos nos ha permitido que incrementemos hasta en un 40 % los rendimientos, tanto de maíz como en nuevos cultivos alternativos para la parte pecuaria”, resalta Óscar.

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Agricultura de conservación, forrajes y variabilidad climática

Aspecto general de parcela en la Mixteca de Oaxaca, México, donde se integra agricultura y ganadería. (Foto: CIMMYT)A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que, a mayor movimiento de la tierra en su parcela, la fertilidad y la humedad se pierden. No obstante, una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que implican un movimiento excesivo del terreno y, en consecuencia, una pérdida de la estructura del suelo, como el barbecho con tractor. 

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo en San Francisco Chindúa, en la Mixteca oaxaqueña. A principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz de temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Los efectos del cambio climático son diferentes para las distintas regiones, pero los agricultores de todo el mundo, como Mario, están sujetos cada vez a una mayor incertidumbre. Mario, por ejemplo, desde hace siete años ha visto que el temporal en su comunidad “se ha retrasado, porque llueve muy poco”.

Estos cambios radicales de clima en todo el mundo, sin embargo, son propiciados por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, en la que los suelos se dejan sin cobertura, favoreciendo su erosión. 

“Antes hacía hasta dos rastras para que quedara molida la tierra, pero dejando el rastrojo de la cosecha anterior se mantiene más la humedad. La gente se aferra a esas prácticas, siguen prefiriendo echar lumbre, pero debemos comprender que esa práctica solo le quita al suelo su capacidad para producir”, comenta Mario.

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario dejan de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

CLCA es un proyecto impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores con el objetivo de impulsar el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, comenta que, en el marco del proyecto se están empleando “diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservar el suelo y así mismo la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y sustituir el uso de fertilizantes sintéticos por los abonos orgánicos que ellos mismos elaboran, es parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

“Hacemos nuestros propios abonos orgánicos, nuestras compostas que sirven para nutrir la raíz; también elaboramos algunos productos que se aplican directo a la hoja para aplicar nutrientes específicos que le falten a la planta”, expresa satisfecho de producir desde la conciencia ambiental que recién ha adquirido.

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Agricultura de conservación, idónea para la Mixteca oaxaqueña

Productores de pequeña escala de Oaxaca, México, con ganado caprino. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Productores de pequeña escala de Oaxaca, México, con ganado caprino. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Por su altitud, temperatura, baja precipitación y los graves problemas de erosión, la región Mixteca en el estado mexicano de Oaxaca fue seleccionada, junto con el atiplano sur de Bolivia y algunas regiones de África, para un proyecto de aceleración de la agricultura de conservación y la producción agropecuaria sustentable: CLCA. 

Tanto en África como en América Latina se proyecta una reducción del 10 % de la producción de maíz para el año 2055, lo que equivale a una pérdida de dos billones de dólares anuales, ya que está probado que la agricultura convencional, como se realiza mayoritariamente en el mundo, duplica la pérdida natural de suelo superficial alcanzado 26 toneladas al año y afectando particularmente a las zonas áridas donde la degradación del suelo es notable. 

Ante este panorama que pone en riesgo la autosuficiencia alimentaria de quienes producen a pequeña escala en estas regiones, el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

Partiendo de un objetivo común (mejorar las condiciones de los agricultores locales), CLCA impulsa acciones específicas y adaptadas para cada contexto particular de las tres zonas del mundo en donde opera. 

En Oaxaca, el proyecto contempla la identificación y promoción de “alternativas de producción forrajera que permitan generar una asociación y una intensificación con los sistemas de maíz. Esto implica desarrollar y validar una variedad de soluciones viables en plataformas de investigación, módulos de innovación y áreas de extensión, que son los tres espacios que conforman el modelo del Hub del CIMMYT”, señala Jaime Leal, gerente del Hub Pacífico Sur del centro de investigación en mención. 

“Todas las prácticas, tecnologías o cultivos que se validan en la plataforma de investigación se llevan a los módulos de innovación donde se comparan con las prácticas del productor. Así es posible identificar qué manejo es el más conveniente y nos da la pauta para establecer áreas de extensión, que son parcelas de productores que deciden innovar”, menciona Leal, enfatizando que los procesos de capacitación y aprendizaje permiten identificar qué prácticas son las que se pueden extender, dando la guía para un posterior escalamiento. 

Uno de los colaboradores del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Carlos Barragán García, destaca la relevancia del proyecto para quienes poseen parcelas pequeñas en zonas con fuertes problemas de erosión hídrica: “estos  terrenos con pendiente tienen suelos que han ido perdiendo su fertilidad, se han ido empobreciendo”, además, menciona que en Oaxaca más del 70 % de la población se encuentra en situación de pobreza, lo cual ha propiciado que las familias opten por tener animales, “ya sea como una inversión o una fuente de ahorro por si surge algún imprevisto, en cuyo caso venden los animales y pueden salir de ese aprieto momentáneo”.

José Rausel Ovando, coordinador técnico del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, señala que además de la prevalencia de prácticas agrícolas indadecuadas, uno de los factores que ha agudizado la degradación del suelo en la Mixteca es el cambio climático, cuyos efectos se resienten más cuando se practica el monocultivo. En este sentido, resalta que además de conservar el rastrojo en la parcela para retener humedad, se impulsa la siembra de avena, trigo, triticale o ebo como fuente de forraje para el ganado.

“Con esto lo que buscamos es que en un mismo espacio el productor obtenga más de un producto durante el ciclo y además rotar cultivos para que se haga un manejo más sustentable del suelo y el agua”, explica Ovando, enfatizando que el proyecto CLCA promueve la agricultura de conservación por ser un sistema que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático y por aportar diversos beneficios al productor, entre ellos menores costos de producción.

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La importante labor de devolver fertilidad al suelo

Oaxaca.- Como si fuera un médico cuyo paciente es la tierra, antes de hacer un diagnóstico de la fertilidad del suelo que debe restaurarse, Jonatan Villa Alcántara, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), saca su instrumental.

Un determinador de compactación, otro de pH y uno más de la conductividad eléctrica de los suelos le permiten medir el nivel de deterioro de una parcela antes de que un productor la siembre.

Su trabajo es parte del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.

La zona de acción de Jonatan Villa está en el Bajo Mixe, esa parte del territorio de Oaxaca donde hay una transición entre las regiones de la Cuenca y el Istmo, caracterizada décadas atrás por la alta producción de maíz, cuando todavía la ganadería no desplazaba a la agricultura debido, en gran parte, a los bajos precios del maíz.

La presencia del ganado compacta al suelo e impacta en su fertilidad natural al reducir la cantidad de nutrientes. La ganadería ha impactado también en la disminución de la diversidad de especies vegetales y ha aumentado la erosión.

La tarea de impulsar la diversificación de cultivos estaría incompleta si antes de sembrar el productor no conoce qué tanta fertilidad se le debe devolver al suelo y cuáles son los cultivos ideales para este propósito.

“Con el pisoteo que hacen, el ganado compacta el suelo”, detalla al mostrar un penetrómetro manual que, si marca verde, significa que no hay compactación; si es amarillo los problemas empiezan a presentarse y si rojo entonces es señal de que la compactación en el suelo es fuerte.

La misma acción la repite en varios puntos de la parcela y luego la complementa midiendo el pH (para saber si el cultivo del maíz puede absorber los nutrientes en el suelo) y la conductividad eléctrica: “si esta es muy baja existe muy poco movimiento de los nutrientes en el suelo”, puntualiza Jonatan. 

Estos tres parámetros físicos le permiten a Jonatan realizar un plan de intervención con los productores y sugerir acciones para mejorar la conductividad de los suelos u ofrecer otros cultivos que además de reducir la compactación del suelo pueden aportar ingresos y mejorar la alimentación de las familias.

“Este trabajo nos va a ayudar para que los productores conozcan cuánta fertilidad han perdido sus suelos y establecer alternativas de solución real”, ya que como buen especialista no puede recetar si no diagnostica el nivel de deterioro en la salud del suelo.

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Cómo evitar los daños al suelo causados por quemas agrícolas

La agricultura, vista como el conjunto de técnicas agronómicas para cultivar la tierra y obtener cosechas, se ha convertido en la base de la alimentación y el desarrollo de la sociedad; sin embargo, con el paso del tiempo, de esta actividad se han derivado prácticas que generan un impacto no tan favorable al medioambiente, como la generación de gases de efecto invernadero derivados de la quema de residuos agrícolas —pastos, tallos, hojas, cáscaras, etcétera—.

Históricamente el fuego ha sido considerado una “herramienta” y aún en la actualidad es ampliamente usado en la preparación de las tierras para la siguiente siembra, aunque con consecuencias: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las miles de hectáreas quemadas anualmente no solo emiten contaminantes, sino que son en gran medida la causa de numerosos incendios forestales. 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México se registran en promedio 8 mil incendios forestales cada año, ocasionando pérdidas de flora, fauna, económicas, así como la erosión y daño del suelo. Además, esta práctica emite una gran cantidad de dioxinas a la atmósfera. Estas partículas derivadas de la presencia de cloro y agroquímicos, así como fertilizantes sintéticos, señala la organización Mundial de la Salud, tienen elevada toxicidad y se acumulan en la cadena alimentaria.

Para contrarrestar esto, actualmente organizaciones como Grupo Ceres y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan la migración de los agricultores hacia sistemas de producción sustentables como la Agricultura de Conservación. Esto, a fin de evitar daños a corto y mediano plazo en los suelos agrícolas como, por ejemplo: pérdida de nutrientes, muerte de organismos y microorganismos que descomponen materia orgánica, pérdida de producción de gases nitrogenados y carbonados, así como la falta de humedad.

A la par, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en coordinación con el Centro CIMMYT, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y otras organizaciones, fomentan la reducción de la quema de pajas o rastrojos en predios de cultivo posterior a las cosechas. 

Entre las recomendaciones que plantean seguir, están las siguientes:

  • Reincorporar el rastrojo en las parcelas como medio para reducir el uso de insumos como fertilizantes o herbicidas.
  • Emplear estos residuos como forraje para el ganado de modo que se disminuye el gasto en alimentos para animales.
  • Distribuir los remanentes de cosechas anteriores para así aumentar la fertilidad, el porcentaje de materia orgánica, proteger el suelo de rayos solares y mejorar el pH del suelo.
  • Complementar el aprovechamiento del rastrojo usándolo para hacer composta o como abono.

Es importante mencionar que, aunque hay especificaciones técnicas establecidas para realizar las quemas agrícolas, el aprovechamiento de los residuos agrícolas tiene mayores beneficios que su quema. Esto, por supuesto, requiere de capacitar a los agricultores en técnicas de manejo de los restos agrícolas, de tal manera que conozcan otras alternativas que no involucren usar fuego y, de esa manera generen valor agregado durante el levantamiento de sus cosechas y sobre todo cuando preparan el suelo para el siguiente ciclo agrícola.

Si tienes interés en el manejo de rastrojos y su aprovechamiento, los equipos técnicos de Grupo Ceres y del CIMMYT pueden asesorarte, contáctalos. 

Fuente:

Programa Mi parcela no se quema: https://www.gob.mx/agricultura/acciones-y-programas/miparcelanosequema 
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Plantas que controlan otras plantas

De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2003 en Magdalena Apasco, Oaxaca, se sembraban 1,664 hectáreas de maíz para grano; sin embargo, para el 2020 solo se sembraban 780 hectáreas. Esta reducción del 53% se explica por diversos factores, como los cambios en la dinámica poblacional y la tasa de urbanización, pero también debido a una sistemática disminución de los rendimientos. 

Los bajos rendimientos actuales se deben a diversos factores, entre ellos afectaciones por sequías, degradación de la fertilidad del suelo, el incremento de los costos de producción y la presencia de plagas y malezas. Por esta razón es importante buscar alternativas que permitan enfrentar varios problemas a la vez, con impactos en el corto plazo, pero que también sean sostenibles en el tiempo. 

Lo anterior significa que la producción debe percibirse ahora como un sistema mucho más vasto, con muchas partes en constante interacción. En México, por ejemplo, el 59% de las unidades de producción agrícola a cielo abierto usan herbicidas químicos, pero solo el 18.48% practica la rotación de cultivos (INEGI, 2020) cuando diversificar y rotar cultivos ayuda a controlar malezas debido, entre otros aspectos, a un efecto conocido como alelopatía. 

La alelopatía es definida como la influencia directa de un compuesto químico liberado por una planta sobre el desarrollo y crecimiento de otra planta. Las sustancias alelopáticas son inducidas por estreses ambientales y las plantas pueden liberarlas al ambiente por medio de la exudación de las raíces, lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales, o en este caso las sustancias alelopáticas, son arrastradas por el agua—, volatilización y descomposición de los residuos de las plantas en el suelo. 

Las sustancias alelopáticas presentes en diversas plantas cultivadas pueden reducir la necesidad del manejo de malezas, especialmente el uso de herbicidas y, aunque la alelopatía por si sola no resuelve el problema de malezas, sí es una herramienta útil para para su manejo. 

En trabajos de diversificación de cultivos recientemente hechos con el señor Antonio Chávez Jiménez —productor de Magdalena Apasco y quien participa en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, por ejemplo, se ha identificado el potencial del girasol en el control de malezas de hoja ancha.

También en Magdalena Apasco, Soledad y María Chávez Pineda —quienes también participan en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT— trabajan junto con su papá un conjunto de pequeñas parcelas donde producen alfalfa y maíz nativo que usan para alimentar su ganado bovino y ovino. La necesidad de forraje dio la oportunidad de experimentar en el pasado ciclo otoño-invierno con diversos cultivos de grano pequeño: alpiste, canola, tritricale y avena, sembrados en camas anchas o melgas para subir la densidad de siembra y conocer su efecto en el control de malezas de hoja angosta.

El cultivo que presentó mejor desempeño en rendimiento y el control de malezas fue la avena —que además puede dar una segunda cosecha de forraje—, seguido de la canola, y el alpiste. En el caso de los maíces que se establecieron como testigo, y a pesar de haber incrementado su densidad de población y haber realizado un paso de yunta para controlar malezas a los 40 días de la siembra, se observó presencia de malezas de hoja ancha y hoja angosta. 

Cabe señalar que posteriormente, en el ciclo primavera-verano, Soledad y María sembraron su habitual maíz nativo blanco raza Bolita y la disminución de malezas en la parte de la parcela donde se validaron los cultivos de grano pequeño fue notable en comparación donde se sembró maíz. Este hecho confirma que, efectivamente, la diversificación de cultivos —a través de rotaciones, asociaciones, relevos, etcétera— ayuda al manejo de malezas y contribuye a que el sistema de producción sea más rentable, con efectos positivos sostenibles en el tiempo. 

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Guanajuato, hacia un campo sustentable y de alta productividad

Guanajuato.- Guanajuato es un estado estratégico para el sector agrícola nacional: es el principal productor de cebada —con 32.5% del total nacional—, el segundo principal productor de trigo y sorgo, y también destaca en la producción de agave, fresa, diversas hortalizas, garbanzo y maíz —Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), 2020—

A pesar de su relevancia en el panorama agropecuario nacional, el campo guanajuatense tiene muchos retos en la actualidad. Entre los principales problemas que los productores de Guanajuato —y del país en general— enfrentan están los altos costos de insumos y servicios, la dificultad para comercialización debido a precios bajos, la falta de capacitación y asistencia técnica, así como la pérdida de fertilidad del suelo —Encuesta Nacional Agropecuaria 2019 (ENA, 2019)—.

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir costos de producción y mejorar la calidad y fertilidad del suelo, por lo que su difusión e implementación, señalan organizaciones como la FAO, es una vía para construir sistemas agroalimentarios más sólidos, ambientalmente sustentables y rentables. Es decir, que la amplia adopción de este sistema puede contribuir a solucionar diversas problemáticas del campo en Guanajuato. 

El programa MasAgro Guanajuato se encamina precisamente en esa vía y promueve la Agricultura de Conservación y el desarrollo de capacidades para un campo sustentable y rentable en la entidad. Es impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR), cuenta con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A la fecha, articula los esfuerzos de más de 110 actores de los sectores público —incluyendo la participación de 21 gobiernos municipales—, privado, social y académico. 

Desde 2013 que el programa inició operaciones ha ido ampliando tanto su red de colaboradores como la superficie impactada con prácticas de Agricultura Sustentable —mismas que son validadas en siete plataformas de investigación en todo el estado  y difundidas a los productores a través de diversos mecanismos—, contribuyendo así a que actualmente en el estado se realice Agricultura de Conservación en 19% de la superficie dedicada a la agricultura a cielo abierto —ubicándose por arriba del promedio nacional que es de 16% (ENA 2019)—. 

Gracias a la articulación de esfuerzos que hace posible MasAgro Guanajuato, alrededor de 145 mil hectáreas en el estado implementaron alguna innovación sustentable durante 2020. De entre las innovaciones sustentables destacan las que constituyen la estrategia de fertilidad integral que ha permitido mapear más de 100 mil hectáreas agrícolas para ayudar a mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, disminuir costos de producción e incrementar los rendimientos. 

También destaca la vinculación con la agroindustria con la que se han implementado diversos proyectos de abastecimiento responsable y Agricultura Sustentable. Estas iniciativas abren las opciones de venta de los productores guanajuatenses, dándole valor a la producción sustentable y, además de abrir nuevas oportunidades comerciales, han permitido disminuir significativamente las quemas agrícolas, así como el volumen de agua aplicado en las parcelas de los productores participantes. 

La red de innovación de MasAgro Guanajuato es amplia. El esfuerzo de cada integrante es por sí mismo una historia de éxito que merece ser reconocida y contada. Le invitamos a conocer estas historias a través de @masagro.guanajuato.