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La importancia de identificar las mejores rotaciones

Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para quienes se dedican al campo la agricultura de conservación es un término que probablemente hayan escuchado alguna vez. Este hace referencia a un sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua, reducir costos de producción y, con una implementación adecuada, mejorar la producción en varios sentidos.

La agricultura de conservación tiene tres componentes básicos: la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. Este tercer componente, la diversificación de cultivos, tiene amplios beneficios.

Cuando un agricultor siembra lo mismo cada año, es común que se presenten problemas de enfermedades, malezas y plagas que son muy específicas para cada cultivo. Por eso es que, mediante rotaciones, asociaciones, relevos y otras formas de diversificar cultivos, es posible romper ciclos de enfermedades y malezas y así generar plantas más sanas con menos uso de herbicidas.

Cuando las malezas están bajo control, incluso es posible incrementar los rendimientos. Además, la diversificación de cultivos posibilita una diversificación productiva y comercial. No obstante, aún es necesario entender mejor cómo funciona y cuales son las mejores rotaciones para cada región y sistema de producción.

Así, en la plataforma de investigación Mixquiahuala —carretera Mixquiahuala- Tezontepec, Km 3.5, en Hidalgo, México— investigadores del Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico Valle del Mezquital (CIDT) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran para identificar las rotaciones más adecuadas y convenientes para los productores de la región.

La plataforma está ubicada a una altitud 2012 metros sobre el nivel del mar (msnm), el régimen hídrico es de riego con aguas residuales provenientes de la Ciudad de México y actualmente se encuentra en su décimo primer año de operación. Allí, recientemente se realizó un estudio “en el área de validación de componentes, evaluando rotación de trigo, maíz y girasol en dos sistemas de producción: agricultura de conservación y labranza convencional”, señalan los responsables de la plataforma.

“En los parámetros evaluados en cada uno de los cultivos en rotación, así como los dos sistemas de producción, se puede mostrar la eficiencia del sistema de agricultura de conservación en el cultivo de maíz”, manifiestan los investigadores, puntualizando que el tratamiento con labranza convencional registró 12 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento con agricultura de conservación registró 12.5 (t/ha), además que permitió reducir los costos de producción por el menor movimiento del suelo.

Adicionalmente, el tratamiento de girasol con agricultura de conservación reportó un rendimiento cercano a las cuatro toneladas por hectárea (3.9 t/ha), lo que lo convierte en un cultivo de interés para nuevos estudios y para su probable adopción como un cultivo alternativo en la zona debido a su versatilidad, ya que, dependiendo de la variedad, este cultivo puede usarse para consumo humano (la semilla como botana), forraje, flor de corte, especie melífera (polen) o como cultivo de cobertura.

La plataforma de investigación Mixquiahuala forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Más de tres décadas de agricultura de conservación

Ensayo D5 muestra las diferencias entre agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha), luego de más de 30 años. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Ensayo D5 muestra las diferencias entre agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha), luego de más de 30 años. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

De acuerdo con el Estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura (FAO, 2021), la degradación del suelo inducida por el ser humano afecta al 34 % de las tierras agrícolas en el mundo. Por esta razón, diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la población mundial actual y en el futuro.

Por décadas, los suelos de los Valles Altos de México se han preparado para la siembra con barbecho y pasos de rastra. Este movimiento continuo destruye la estructura del suelo, diluye la materia orgánica y acelera su oxidación, incrementa el escurrimiento y favorece la compactación.

Además, prevalece la práctica de retirar los rastrojos para usarlos como forraje. En muchos casos, persiste el libre pastoreo después de la cosecha, lo cual reduce la cantidad de residuos de los cultivos que se reincorpora al suelo. Esta forma de producción agrícola, al practicarse de forma sistemática por años, desgasta el potencial productivo de los suelos y reduce su fertilidad y —en consecuencia— el volumen de las cosechas.

La agricultura de conservación es un sistema que permite acumular materia orgánica en el suelo, así como reducir la erosión eólica e hídrica —al proteger la superficie del terreno—. Estos y otros efectos de la agricultura de conservación son documentados en parcelas experimentales como las que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) monitorea en su sede global en Texcoco, Estado de México.

“Este es el ensayo a largo plazo D5. Tiene más de 30 años de operación aquí en el CIMMYT y nos permite ver la diferencia entre la labranza convencional —en la que se siembra maíz cada año y se remueve todo el rastrojo para usarlo como forraje— y la agricultura de conservación —donde se rota maíz con trigo, no se hace labranza y se deja todo el rastrojo en la superficie—”, comenta Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del CIMMYT.

Las parcelas que muestra Verhulst son evidentemente diferentes. Mientras en una —donde se ha hecho la práctica convencional de la región— las plantas de maíz apenas se han desarrollado, en la otra —donde se ha trabajado agricultura de conservación por más de tres décadas— las plantas han crecido notablemente mejor.

La doctora Nele Verhulst muestra el ensayo D5, donde son visibles las diferencias luego de 30 años de agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha). (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
La doctora Nele Verhulst muestra el ensayo D5, donde son visibles las diferencias luego de 30 años de agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha). (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“Claramente vemos la diferencia. Mientras con la práctica convencional el cultivo está sufriendo mucho con la sequía, con la agricultura de conservación tenemos un desarrollo vegetativo del cultivo casi normal”.

La agricultura de conservación ha mostrado ser un sistema particularmente útil en tiempos de sequía. En momentos como el actual en que el cambio climático agudiza sus efectos, esto es de suma importancia pues permite que los agricultores logren rendimientos razonables y estables gracias a que este sistema de producción sustentable ayuda a mejorar el suelo, a infiltrar agua y hacer el sistema más resiliente.

“En este experimento estamos investigando los principios de la agricultura de conservación. En total tenemos 32 tratamientos divididos en dos grupos y dos repeticiones para asegurar que el efecto que vemos en una parcela no es solo por la parcela, si no por el tratamiento que se le está dando. Así, los tratamientos que estamos investigando tienen diferentes prácticas de labranza. Aquí específicamente estamos comparando cero labranza —agricultura de conservación— contra labranza convencional y también con una variante de la cero labranza que son las camas permanentes, donde solo se reforma el fondo entre los surcos”.

Además de este factor, en las parcelas que Verhulst muestra también se estudia el efecto del manejo de rastrojo porque en muchos sistemas de producción estos residuos de cosecha se usan como forraje, así que además de dejar todo el rastrojo como cobertura del suelo —agricultura de conservación— o incorporarlo —práctica convencional—, “tenemos algunos tratamientos intermedios donde dejamos una parte del rastrojo para ver si tenemos los mismos efectos si se deja todo o solo una parte”.

“El tercer factor que estamos investigando es la rotación de cultivos. En el caso de la práctica convencional tenemos monocultivo, luego tenemos la rotación de cultivos —que puede ser un año de maíz y luego un año con trigo— y tenemos algunas opciones más diversas que incluyen una rotación con frijol, por ejemplo, o con un cultivo forrajero como la cebada forrajera o el grasspea”.

Las parcelas experimentales que muestra la doctora Verhulst son un ejemplo de un ensayo a largo plazo útil para identificar el efecto de diversas prácticas agrícolas, pero también forman parte de una plataforma de investigación que, a su vez, está integrada a la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores la cual se extiende por todo el territorio nacional y, más recientemente, a otros países de América Latina.

“Las plataformas de investigación forman parte de los Hubs, que son sistemas de innovación que estamos operando en diferentes regiones geográficas tanto en México como en Guatemala y Honduras. Ahora estamos enfocados en cómo podemos acercarnos a los productores y hacer que estas tecnologías o las prácticas que estamos desarrollando no se queden solamente en la investigación o en las estaciones experimentales y que realmente respondan a las necesidades de los productores”, concluye la doctora Verhulst.

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¿Por qué optar por prácticas innovadoras en agricultura?

Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)

Hace más de tres décadas (desde 1991) que en esta plataforma de investigación se evalúa el efecto del tipo de labranza, manejo de rastrojo y rotación de cultivos en condiciones de temporal. Específicamente “el sistema convencional de barbecho, monocultivo de maíz y remoción de rastrojo se compara con prácticas innovadoras como cero labranza, camas permanentes, retención de rastrojo y rotación con trigo, frijol o cebada con chícharo forrajero”, mencionan los responsables de la plataforma de investigación Texcoco I, en el estado de México.

Hacer este tipo de evaluaciones es importante en un contexto donde la adopción de prácticas agrícolas sustentables sigue siendo baja y los desafíos que el cambio climático y diversos fenómenos socioeconómicos imponen a la producción global de alimentos van en aumento.

“Con una sequía inicial en mayo, junio y la primera quincena de julio que redujo el desarrollo de los cultivos, más una granizada que dañó al maíz a mediados de julio”, señalan los investigadores, es importante identificar los sistemas de producción más resilientes, es decir, aquellos que le permitan a los agricultores locales minimizar los daños por los distintos eventos climatológicos adversos.

La agricultura convencional de la zona, basada en un movimiento continuo y excesivo del suelo, así como en la remoción de los rastrojos, ya no es una opción: en el ciclo primavera-verano los rendimientos promedio del maíz con este tipo de labranza fueron de tan solo 3.8 toneladas por hectárea (t/ha). En contraste, aquellas parcelas donde se han aplicado una o varias prácticas de agricultura de conservación, o sus combinaciones, reportaron desde las 6.2 t/ha —rotación con trigo—, hasta las 7.6 t/ha —cero labranza o camas permanentes con rotación y suficiente rastrojo en la superficie—.

Con respecto al cultivo de trigo, con labranza convencional sus rendimientos fueron menores, contrario a los rendimientos obtenidos con cero labranza, donde el rendimiento fue más alto con alguna rotación y dejando todo o de manera parcial el rastrojo. Así, “con rotación de cultivo en cero labranza, el rendimiento es menor donde se remueve el rastrojo (1.6 t/ha) que cuando se deja todo sobre la parcela (5.2 t/ha) o de manera parcial (promedio de 4.6 t/ha)”, puntualizan los investigadores.

La plataforma de investigación Texcoco I forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Glomalina, un bioindicador del efecto de la agricultura de conservación sobre la calidad del suelo

Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La materia orgánica tiene un papel fundamental en la calidad y la salud del suelo. Los niveles de carbono, la presencia de ácidos húmicos —sustancias que resultan de la descomposición de la materia orgánica y favorecen el crecimiento de las plantas—, y la glomalina, por ejemplo, son algunos indicadores del estado de los suelos que están relacionados con la presencia de materia orgánica.

La glomalina, específicamente, es una proteína implicada en la simbiosis entre las plantas y algunos hongos benéficos. La glomalina tiene efectos positivos sobre las propiedades físicas y químicas de los suelos, ya que esta sustancia pegajosa favorece la formación de conglomerados o agregados, una etapa fundamental en la creación del suelo.

El contenido de glomalina es un bioindicador del mejoramiento en la calidad del suelo que promueve la agricultura de conservación”, señalan los investigadores responsables de la plataforma de investigación Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí, donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Para evaluar el efecto de la agricultura de conservación en el contenido de glomalina en el suelo, los investigadores evaluaron siete tratamientos: barbecho más rastra, rastra, multiarado, labranza cero sin rastrojos, labranza cero con 33 % de rastrojo como cobertura, labranza cero con 66 % de rastrojo como cobertura y labranza cero con la totalidad de los rastrojos como cobertura del suelo.

El efecto acumulado de 25 años continuos con agricultura de conservación permitió incrementar en un 34 % la glomalina total con respecto al barbecho más rastra —práctica convencional que prevalece en la zona—. Al incrementarse la glomalina, se mejoró la estructura del suelo y se facilitó un mejor desarrollo de la raíz del cultivo para lograr rendimientos de maíz superiores a las 10 toneladas por hectárea contra 6.5 toneladas por hectárea que se obtuvieron con el método tradicional de barbecho más rastra”, puntualizan los responsables de la plataforma.

El incremento de la glomalina como resultado de los efectos acumulados de la agricultura de conservación es relevante porque, además de lo descrito, esta proteína está asociada al almacenamiento de carbono en el suelo. De hecho, existen programas de investigación que la estudian como una opción para indicar la cantidad del elemento en programas de comercio de créditos de carbono.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Soledad de Graciano Sánchez— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Alternativas para una agricultura sustentable en el Valle del Mezquital

Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)

El Valle del Mezquital es considerado el granero de Hidalgo. A pesar de ser una zona árida tiene una importante producción agrícola debido a la presencia de canales de riego de aguas residuales provenientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.

En esta región alrededor de 60% de la población —con notable presencia de la comunidad otomí— se dedica a la agricultura. Los productores, sin embargo, enfrentan numerosos problemas, como la poca rentabilidad, la pérdida de la calidad de los suelos y la consecuente disminución del tonelaje de producción.

“La agricultura en el Valle del Mezquital se basa en la labranza convencional donde se utiliza una cantidad excesiva de maquinaria debido a la escasez de mano de obra en la región. Esto ha provocado la compactación de los suelos y el incremento en los costos de producción por hectárea cultivada”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Francisco I. Madero, en el estado mexicano de Hidalgo, donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Además de la compactación del suelo, el riego en la zona es por inundación —una de las formas de riego donde más agua se desaprovecha— y se utilizan aguas residuales provenientes del Valle de México —lo cual implica riesgos sanitarios potenciales—, así que se unen varios efectos adversos que hacen necesario impulsar una agricultura sustentable para mantener o incrementar el rendimiento, generar el bienestar en la región y conservar los recursos naturales”, enfatizan los responsables de la plataforma.

Para brindar alternativas a los productores a fin de que adopten las prácticas sustentables más adecuadas para sus sistemas productivos, en la plataforma se validan distintas tecnologías. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el efecto de la rotación de los cultivos, la práctica de labranza y el manejo del rastrojo.

En el año 2021 el tratamiento que reportó el mayor rendimiento de maíz —16.6 toneladas por hectárea (t/ha)— fue el de la rotación de maíz en primavera-verano y avena en otoño-invierno, con cero labranza y dejando la totalidad de rastrojos sobre la superficie como cobertura; el tratamiento con el menor rendimiento (14 t/ha) fue el de maíz en primavera-verano y un cultivo de cobertura en otoño-invierno, con labranza convencional y removiendo todos los rastrojos.

En el año 2022 los resultados fueron similares, observándose que el tratamiento con la rotación de maíz-avena con cero labranza y cobertura del suelo con rastrojos tuvo un rendimiento de alrededor de dos toneladas por hectárea superior al del tratamiento de maíz con cultivo de cobertura, labranza convencional y sin rastrojos —21.1 y 18.8 t/ha, respectivamente—.

Con estos resultados, los responsables de la plataforma señalan que “la implementación de la agricultura de conservación permite incrementar y mantener el rendimiento del maíz. Dejar los cultivos de cobertura sobre el suelo permite que año con año el rendimiento se mantenga”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Francisco I. Madero— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Cielos azules y sistemas agroalimentarios

Colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT muestra una parcela donde se practica agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT muestra una parcela donde se practica agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El Día Internacional del Aire Limpio es un llamado de las Naciones Unidas a poner fin a la contaminación atmosférica que cada año es responsable de alrededor de 6,5 millones de muertes en todo el mundo. Además de la salud humana, la contaminación atmosférica tiene un severo impacto en la economía, afectando incluso a sectores como el turismo, donde el goce de los cielos azules es importante.

Disfrutar de un cielo azul no es simplemente una idea romántica asociada a las vacaciones, forma parte del derecho de todos los seres humanos a un medioambiente limpio, saludable y sostenible que, a su vez, está relacionado con una amplia variedad de iniciativas, desde aquellas que buscan eliminar la contaminación lumínica hasta aquellas asociadas a la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios.

¿Cómo nuestros patrones de producción y consumo alimentarios están relacionados con la contaminación atmosférica? Un dato clave para comprender esta asociación es que el sector agropecuario, se estima, es el responsable de hasta el 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociados con el calentamiento global y el cambio climático.

Específicamente en agricultura, el uso de fertilizantes químicos, plaguicidas, las quemas agrícolas, así como el uso de combustibles fósiles para la puesta en marcha de la maquinaria son algunas de las actividades que mayor contaminación generan y donde es necesario transitar hacia esquemas sostenibles.

Si bien los reflectores de la opinión pública se han centrado en los efectos del dióxido de carbono (CO2), este no es el único de los GEI que es urgente disminuir, ya que el óxido nitroso, por ejemplo, tiene un potencial de calentamiento global 300 veces superior al del dióxido de carbono y está asociado al uso de fertilizantes nitrogenados en agricultura.

Usar concienzudamente los fertilizantes e identificar fuentes y prácticas que permitan lograr una fertilización adecuada con el menor impacto ambiental es entonces una actividad de primer orden de importancia en la investigación agrícola, donde también es necesario alcanzar un conocimiento minucioso de las fuentes de producción de gases de efecto invernadero a través de los distintos procesos que ocurren en el suelo.

En México, la adopción de sistemas sustentables, como la agricultura de conservación, representa una alternativa viable para lograr una fertilización menos dependiente de fuentes químicas, ya que una “fuente de nutrientes son los rastrojos del cultivo, por ejemplo, cinco toneladas de rastrojo tienen cerca de 25 kg de nitrógeno. Esto es prácticamente un saco de urea”, señalan investigadores del CIMMYT.

Los residuos de cultivo son solo una de las opciones de fertilizantes de origen orgánico que existen. Otras alternativas son los cultivos de cobertura, particularmente las leguminosas. En los casos donde es necesario recurrir a fertilizantes procesados, entonces existen alternativas para optimizarlos, como es el uso de los sensores ópticos que ayudan a determinar las cantidades adecuadas de fertilizante nitrogenado para minimizar así sus pérdidas y posibles afectaciones al medioambiente.

A través de iniciativas como Excellence in Agronomy se están identificando las mejores prácticas agronómicas orientadas a solucionar problemáticas diversas. El propósito es evaluar y adaptar soluciones para las más diversas agroecologías a fin de brindar recomendaciones puntuales basadas en evidencia científica que permitan, entre otros aspectos, reducir el impacto de la agricultura en la calidad del aire.

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Innovación con perspectiva de género

Taller con productoras de Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)
Taller con productoras de Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)

Cuautempan ​ es uno de los 217 municipios del estado mexicano de Puebla. Se localiza en el norte de la entidad, en la Sierra Norte, donde las pendientes pronunciadas y la producción de maíces nativos para el autoconsumo son características de la agricultura local. Allí, se encuentra la plataforma de investigación Cuautempan, donde investigadores del CIMMYT y sus colaboradores evalúan y promueven innovaciones agrícolas pertinentes para la región.  

“Aquí en Cuatempan, en Tetela de Ocampo, y en toda la región de la Sierra Norte de Puebla, muchos de los hombres que normalmente trabajarían el campo tienen que migrar o están desempeñando otras labores, entonces las mujeres son quienes se han hecho cargo de las tareas agrícolas, muchas de ellas son quienes toman las decisiones de lo que se hace en el campo y, en ese sentido hemos trabajado en generar, a través del conocimiento, empoderamiento con perspectiva de género”, refieren colaboradores del Hub Valles Altos del CIMMYT.  

“A través de la iniciativa Excellence in Agronomy buscamos hacer transversal el conocimiento, donde los sistemas de escala baja, como lo que vemos en esta plataforma, interactúan y se retroalimentan con otros, a veces muy diferentes a ellos, como los de alta productividad del Bajío o el norte del país. Esa es la ventaja de formar parte de una red de investigación más amplia”, comentan los investigadores de la plataforma.  

Junto con las productoras y productores locales “desarrollamos un taller para reflexionar sobre qué tanto los tratamientos agronómicos que tenemos en la plataforma siguen siendo vigentes para atender las problemáticas y necesidades actuales, y lo hicimos desde la perspectiva de género porque estas productoras también son amas de casa, se encargan de los niños, crían gallinas, borregos y otras labores, entonces desde la ciencia aplicada al campo tratamos de dar respuesta a esas dinámicas locales, eso puede hacer la diferencia cuando la producción se va al autoconsumo o sirve de fuente económica alterna, así que verse involucradas y tomando decisiones para mejorar su sistema, eso contribuye a su empoderamiento”.  

Por el contexto de la región el enfoque de la plataforma ha sido investigar el sistema milpa: “actualmente estamos investigando maíces criollos —se ha observado que los de la región son resistentes a enfermedades y con hojas bien cerradas que evitan la pudrición en los meses más lluviosos— y aspectos como el arreglo topológico, porque anteriormente aquí se sembraba de metro por metro y se ponían hasta seis semillas por golpe. Actualmente en el sistema se está modificando y hemos logrado buenos resultados con 75 cm entre surco y 60 cm entre mata, impactando favorablemente en el rendimiento”, comenta Fidelia González, responsable de la plataforma.  

“Aquí a las señoras les gusta echar tortillas con el maíz criollo porque tiene mayor elasticidad y rinde más, así que el objetivo es seguir mejorando este maíz en aspectos de selección masal —mejoramiento basado en la selección de los mejores ejemplares—, identificando los maíces más precoces y bajar los portes porque las milpas llegan a medir de tres hasta seis metros y aquí en temporada de lluvias hay mucho aire y eso nos afecta en los rendimientos. Eso es lo que estamos haciendo junto con la comunidad, mejorando los maíces criollos que tenemos”, menciona Fidelia, quien agrega que también hace falta un banco de semillas porque muchos productores están perdiendo sus maíces nativos.  

Sobre el aspecto de género, Fidelia señala que “aquí hay mucha migración temporal, las señoras se quedan solas, los hombres se van al norte a trabajar dos o tres meses, por ello estamos incluyéndolas en las capacitaciones. Afortunadamente hablo náhuatl, soy originaria de aquí, entonces les hago reflexionar mucho sobre la importancia de que tengan maíz para su consumo, de que ya no tengan que comprar para sus animales, y aparte que diversifiquen con otros cultivos, eso les ayuda a ahorrar y a que dispongan de más alimentos para su familia”.  

La capacitación de mujeres en agricultura puede disminuir los efectos negativos en tiempos adversos: “desafortunadamente con la pandemia los hombres no tenían trabajo y en muchos lugares no había maíz, entonces la mujer tenía que ver la manera de cómo alimentar a la familia.  Eso lo que me ha motivado a seguir trabajando con las señoras, porque ellas son clave para lograr la seguridad alimentaria”, sostiene Fidelia.  

“Aquí vienen mujeres jóvenes, mujeres de treinta años en adelante, y hasta las abuelitas porque quieren aprender, quieren innovar. Es gratificante encontrar señoras que ya te preguntan y que se preocupan de alguna forma por querer cambiar su sistema. Ya han probado y puesto en práctica lo que ven en los talleres de capacitación en donde te dicen «inge, antes yo no podía producir en mi suelo porque estaba pobre y ahora que dejo todo el rastrojo logré cosechar mejor maíz que en otros años». Así, entre ellas se platican sus experiencias; y ese es el propósito de la plataforma, facilitar el intercambio de experiencias”, concluye Fidelia.  

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Identifican insectos que ayudan al control biológico de plagas

De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo: ejemplares adultos de: Polydontomia curvipes, Paragus sp., Toxomerus mutuus, Eupeodes sp., Leucopodella sp., y Toxomerus politus capturados en el Batan, Texcoco, Estado de México. (Foto: Abel Saldivia)
De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo: ejemplares adultos de: Polydontomia curvipes, Paragus sp., Toxomerus mutuus, Eupeodes sp., Leucopodella sp., y Toxomerus politus capturados en el Batan, Texcoco, Estado de México. (Foto: Abel Saldivia)

Los sírfidos son una familia de moscas que se cuenta entre las más numerosas, pues se reconocen 284 géneros y 6 674 especies a nivel mundial. En México, se conocen 58 géneros y 325 especies. La mayoría de los sírfidos adultos visitan las flores para alimentarse de polen y néctar, y es común que se les confunda con abejas y avispas; sin embargo, se les puede distinguir por el tamaño de sus ojos y que solo presentan un par de alas. Además, muchos sírfidos presentan rayas, bandas o patrones en el cuerpo, con combinaciones de colores brillantes (amarillo, rojo) y tonos oscuros (que pueden ser metálicos).  

Otra característica de los sírfidos es que durante el vuelo pueden quedar suspendidos en el aire y desplazarse rápidamente de un lado a otro. Muchas especies son reconocidas como polinizadores esenciales en ambientes naturales y agrícolas. Las larvas, por otro lado, son importantes depredadores de pulgones, trips —insectos plaga que se alimentan de la savia de las plantas— y gusanos de cuerpo blando. Una larva de tercer instar —etapa de desarrollo—, que es la más voraz, puede consumir hasta 168 pulgones en un día, aunque este número depende de varios factores como la especie de sírfido o la temperatura ambiental.  

Durante el ciclo primavera-verano 2021, en la estación experimental de El Batán, en Texcoco, Estado de México, se desarrolló un estudio para medir la diversidad de artrópodos —categoría de animales invertebrados entre los que están los insectos, arácnidos y crustáceos— en un campo de maíz donde se plantó también un borde de plantas que producen abundante floración para propiciar la diversidad de especies de artrópodos. 

En dicho espacio se instalaron 15 trampas malaise —un tipo de trampas diseñadas para insectos voladores— a diferentes distancias del borde de flores y se dejaron expuestas durante un periodo de dos a siete días, cada semana. Así, se encontró una cantidad importante de sírfidos. Aunque esta familia (Diptera, Syrphidae) se encuentra presente durante todo el año, lo estuvo en mayor proporción durante los meses de agosto a noviembre cuando el borde de flores presentaba mayor cantidad de plantas con abundante floración (mostaza y eneldo) —aunque los campos contiguos se siembran principalmente con maíz y trigo, también hay campos de girasol y alfalfa que sirven de alimento y refugio a una amplia diversidad de artrópodos—. 

La trampa malaise está diseñada para captura de insectos voladores y consisten en una malla de interceptación de vuelo, con un recipiente donde se almacenan los insectos en alcohol. (Foto: Abel Saldivia)
La trampa malaise está diseñada para captura de insectos voladores y consisten en una malla de interceptación de vuelo, con un recipiente donde se almacenan los insectos en alcohol. (Foto: Abel Saldivia)

Los artrópodos recolectados fueron clasificados. Esto permitió conocer que hay especies que se encuentran en algunas fechas de captura y en otras no, además de la abundancia de cada una de estas. En total, se identificaron 15 morfoespecies —grupos de organismos que pueden ser de una o de diferentes especies, pero que comparten características comunes—.  

La especie que predominó fue Polydontomia curvipes, la cual se presentó durante todo el periodo de captura. El género más diverso es Toxomerus, donde se han identificado tres especies y varios individuos solo a nivel de género. La especie más abundante de este género fue T. marginatus, seguido por T. politus, la cual generalmente se encuentra en asociación con maíz ya que el adulto se alimenta de polen y sus larvas se han reportado como depredadoras de larvas de gusano cogollero y pulgones. También se encontró la presencia de T. mutuus y se encontraron dos especies del género Allograpta (A. obliqua y A. exotica) que son importantes depredadores de pulgones.  

Existen programas de control biológico de plagas agrícolas que consideran la liberación de sírfidos, pero para su establecimiento se requieren condiciones adecuadas. Reconocer la diversidad de organismos que ayudan al control biológico de plagas en los agroecosistemas permite también establecer medidas para su reproducción y preservación; en este sentido, la diversidad de especies vegetales se traduce también en diversidad de artrópodos, que como en el caso de los sírfidos, brindan diversos servicios ambientales.  

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Cultivos alternativos para mejorar la fertilidad de los suelos

Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)
Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)

La Meseta Comiteca es una región en el estado mexicano de Chiapas que destaca por su diversidad cultural y riqueza natural —allí se encuentra, por ejemplo, la Reserva de la Biosfera Lagunas de Montebello—. En esta región, la agricultura se desarrolla en condiciones de temporal, siendo el maíz y el frijol los cultivos principales cuyos esquilmos o rastrojos suelen quemarse o removerse total o parcialmente, o bien, sirven de alimento para ganado. 

Además de la poca diversidad de cultivos —el maíz y el frijol se establecen regularmente como unicultivos o intercalados—, el hecho de quemar o remover los residuos de cosecha contribuye a la disminución de contenido de la materia orgánica del suelo y, a largo plazo, repercute en la disminución de la fertilidad y la productividad. De hecho, este agotamiento de los suelos constituye actualmente una de las limitantes para la agricultura de la región. 

Para ofrecer soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Comitán —donde colabora el Instituto Tecnológico de Comitán y el CIMMYT— se evalúan diversos sistemas de producción y tecnologías agrícolas. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el aporte de biomasa seca (residuos de cosecha) de distintos cultivos alternativos a fin de identificar aquellos que representen opciones viables para incrementar el contenido de materia orgánica de las parcelas de forma natural.  

Los cultivos establecidos fueron dólicos, chícharo gandul rojo, chícharo gandul negro, girasol, grasss pea, garbanzo y veza. Durante el ciclo agrícola, las condiciones de precipitación que se presentaron en la región afectaron negativamente el crecimiento y desarrollo de las plantas, lo que se manifestó en bajos rendimientos de grano y de biomasa. No obstante, uno de los cultivos que sobresalió en producción de biomasa seca bajo las condiciones prevalecientes fueron los dólicos”, señalan los responsables de la plataforma.  

Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.  

De acuerdo con los resultados del ensayo, para la región el girasol también es una opción viable, seguido del chícharo gandul. No obstante, mencionan los investigadores, aún es necesario continuar con las evaluaciones de cultivos alternativos para la región.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. 

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La apropiación social de la ciencia en las plataformas de investigación agrícola

Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)
Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)

La agricultura en el municipio de Molcaxac, en el estado mexicano de Puebla, se caracteriza por la prevalencia de prácticas convencionales —principalmente una labranza excesiva— bajo condiciones de temporal en suelos con un alto índice de degradación. Como consecuencia, los productores de la zona obtienen bajos rendimientos.

Para brindar soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Molcaxac se buscan las mejores prácticas agrícolas para hacer frente a los efectos de la constante degradación del suelo. En esta plataforma, que cuenta con más de una década de promover sistemas sustentables, colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“En el ciclo primavera-verano 2021 se desarrolló un experimento bajo condiciones de temporal en el que se evaluó el efecto de la agricultura de conservación en comparación con la labranza convencional. Los 10 tratamientos establecidos incluyeron distintas combinaciones de estos sistemas: camas permanentes o labranza, cobertura del suelo o remoción del rastrojo, monocultivo de maíz o rotación con leguminosas, etcétera”, comentan los responsables de la plataforma.

“A pesar de las condiciones climáticas adversas, los tratamientos bajo agricultura de conservación mostraron los mejores resultados. El tratamiento bajo agricultura de conservación —camas permanentes, rotación de maíz criollo-frijol y cobertura del suelo con rastrojo—, en particular, mostró el rendimiento de maíz más alto en comparación con el tratamiento bajo labranza convencional en monocultivo”, puntualizan los investigadores.

Ensayos como el descrito confirman que la agricultura de conservación permite mejorar los rendimientos y hacer frente a los efectos del cambio climático en la producción de maíz. Además, reafirman el importante papel de las plataformas de investigación para brindar soluciones a las problemáticas de los productores locales.

Además de desarrollar y validar prácticas útiles que contribuyen a la solución de los problemas que los productores plantean, esta plataforma de investigación ha permitido desarrollar capacidades entre los jóvenes estudiantes de las carreras técnicas de Agricultura Sustentable y Producción Industrial de Alimentos que se imparten en el CBTA 305. Así, la plataforma impacta positivamente en la formación de los alumnos quienes contribuyen a difundir entre los productores locales (a veces sus propias familias) prácticas agrícolas sustentables e innovadoras.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.