Categorías
Especiales Noticias

Vocaciones científicas que transforman el futuro alimentario de la humanidad

María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).
María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).

El avance de la ciencia y la tecnología depende de la diversidad de talentos que contribuyen a su desarrollo. Sin embargo, en áreas como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), la participación femenina continúa siendo reducida. En México, solo el 22 % de las mujeres matriculadas en educación superior estudian carreras STEM y, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), solo el 13.5 % egresa.

Esta situación presenta tanto desafíos como oportunidades. La ciencia, particularmente en sectores esenciales como la seguridad alimentaria y la nutrición, requiere una mayor presencia de mujeres que impulsen cambios significativos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado la urgencia de integrar a más investigadoras en el ámbito de las ciencias agrícolas con el fin de acelerar innovaciones que mejoren la producción y el bienestar de las comunidades rurales.

Un ejemplo del impacto transformador de las mujeres en la ciencia es María Luisa Cabrera Soto. Desde su infancia, Luisa se sintió inspirada por mujeres científicas que aparecían en los medios de comunicación, lo que la motivó a soñar con trabajar en un laboratorio. “Esas mujeres fueron mi referencia, mi fuente de inspiración. Me visualicé a mí misma y dije: «Quiero trabajar en un laboratorio»”. No obstante, su camino no fue sencillo. Proveniente de una familia con expectativas centradas en roles tradicionales de género,  enfrentó resistencia a su deseo de dedicarse a la ciencia.

El primer obstáculo que encontró fue la negativa rotunda de su familia. “Provengo de una familia con seis mujeres y una figura patriarcal. Escuchar frases como «no estás capacitada para estudiar algo tan complejo como la ciencia o las matemáticas», representó la primera barrera que debí superar”, relata.

“Tuve que romper con esos estigmas familiares, con esas tradiciones y decirme a mí misma: «Soy capaz de estudiar lo que me motiva, lo que me gusta y apasiona, que es la ciencia». «Ser mujer no me limita a realizar exclusivamente actividades domésticas»”.

Hoy, la niña que soñó trabajar en un laboratorio forma parte del equipo de investigación del CIMMYT y, como asistente de investigación, su trabajo en el área de cromatografía —procedimiento que permite separar, identificar y cuantificar los componentes químicos de diversas mezclas— permite evaluar la calidad nutricional de diversos cultivos, principalmente el maíz. Su labor tiene un impacto directo en la alimentación y la salud de diversas poblaciones, así como en la actividad de los productores agrícolas.

La historia de María Luisa se ha convertido en un referente para sus hermanas, quienes también han incursionado en el mundo de la ciencia, demostrando que una decisión personal puede transformar generaciones. “Rompí ese paradigma en mi familia y, afortunadamente, mis cuatro hermanas menores, también optaron por la ciencia. Fue un cambio que derribó una gran barrera en mi hogar”.

A través de su quehacer científico, Luisa y otras investigadoras del CIMMYT contribuyen significativamente a la mejora de las condiciones humanas en un sector donde las mujeres desempeñan un papel fundamental en la producción y seguridad alimentaria, desde el campo hasta el laboratorio.

El escaso porcentaje de mujeres en carreras STEM en México y a nivel mundial, no solo representa un problema de equidad, sino también un obstáculo para el desarrollo de soluciones innovadoras en sectores clave. De acuerdo con la UNESCO, solo el 33.3 % de los investigadores en el mundo son mujeres. En este sentido, el mensaje de Luisa para las niñas y jóvenes de México es claro: «Sigan sus sueños, cuestionen el mundo y no permitan que su curiosidad y entusiasmo se apaguen por ideologías sociales o tradiciones familiares. Cada vez somos más mujeres en este ámbito y debemos apoyarnos mutuamente».

Categorías
Noticias

Sembrar juntos, una pasión que crece en el corazón del campo

De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

Originario de la región de Papaloapan, Oaxaca, Jacinto Rafael Valor nació entre montañas y sembradíos. Desde muy pequeño descubrió que su lugar estaba en el campo, ya que este fue su hogar, su entretenimiento, su escuela y, con el tiempo, su vocación. Como ingeniero agrónomo especializado en fitotecnia, recorrió durante años las comunidades de Oaxaca como extensionista, y se dedicó a enseñar a los campesinos a aprovechar sus tierras y a sembrar con conocimiento. No había en él mayor felicidad que compartir lo que sabía sobre su gran pasión, y, a la par, ayudar a su gente, pero la vida le tenía preparado un reto inesperado.

En 2008, Jacinto notó que su vista comenzó a nublarse. Los médicos le explicaron que era una enfermedad congénita que avanzaba poco a poco. Para él, acostumbrado a ver hasta los últimos detalles de las plantas y las parcelas, fue como perder una parte de sí mismo. Pero Jacinto no estaba solo, su esposa Celia y su hija Linaxi decidieron ayudarlo a seguir adelante. “No tienes que dejar el campo, nosotras te vamos a acompañar para que sigas siendo extensionista”, le dijeron.

Celia, con una fuerza admirable, no solo aprendió a manejar para llevar a Jacinto a sus reuniones, cursos y visitas a las parcelas, sino también se puso a estudiar para entender los apuntes que hacía en las sesiones de sus capacitaciones. Linaxi, entonces en la preparatoria, se sintió tan inspirada que decidió sumarse también. Y lo que empezó como un acto de apoyo familiar se convirtió en una vocación compartida. La hija de Jacinto al finalizar sus estudios de contaduría se inscribió en agronomía, decidida a ser parte del cambio que su padre impulsaba en la región.

Al trabajar junta, la familia se integró en proyectos clave como Sembrando Vida y en diversos proyectos implementados por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT. Estos espacios de aprendizaje y colaboración comunitaria les dieron herramientas que fueron más allá del cultivo. Jacinto, Celia y Linaxi participaron en capacitaciones de temas agronómicos y de género, que les ayudaron a entender el trabajo en el campo como algo integral, donde las técnicas agrícolas se combinan con el bienestar social. Cada visita al Hub es una oportunidad para aprender algo nuevo, fortalecer sus lazos familiares y transmitir esos conocimientos a los productores de Papaloapan.

Para Jacinto, las sesiones de trabajo con el Hub, tanto capacitaciones como eventos demostrativos en temas relacionados con prácticas sostenibles, han sido relevadoras. En su curso como técnico certificado, entendió que su trabajo podía tener un respaldo científico que fortaleciera sus recomendaciones. Las reglas de disciplina y puntualidad que aprendió en las capacitaciones del CIMMYT le hicieron aún más consciente de la responsabilidad de su rol como líder rural. De hecho, la puntualidad se convirtió en su sello: nunca llegaba tarde a una reunión y sus colaboradores sabían que podían confiar en él.

Linaxi, quien en un principio se había sentido nerviosa al cambiar de carrera, pronto encontró en el modelo del Hub impulsado por el CIMMYT una fuente de inspiración. Le sorprendió la manera en que el CIMMYT explicaba cada técnica y la claridad con la que mostraban que el campo no era solo sudor y trabajo físico, sino un espacio donde el conocimiento podía transformar vidas. Para ella, su familia ya no era solo su apoyo, sino su equipo y su red de colaboración. En cada capacitación, han logrado aprender conjuntamente, para después llevar esas ideas a los pequeños productores, que ahora ven en ellos una familia comprometida y profesional.

A través de los programas estatales donde participa y al ser parte del Hub PSUR, Jacinto y su familia contribuyen a promover prácticas sostenibles, ayudar a pequeños agricultores a mejorar sus tierras y cultivar una relación cercana con cada productor. Al involucrarse con los miembros de sus familias, comenzaron a abrir puertas en zonas donde tradicionalmente el trabajo agrícola era exclusivo para los hombres. La presencia de Celia y Linaxi en el campo ha inspirado a otras mujeres a unirse y a aprender que la agricultura es una actividad donde todas las personas integrantes de una familia pueden participar.

Asimismo, el hijo menor de Jacinto también se interesó por el campo, en la actualidad estudia en Veracruz y sigue los pasos de su padre y su hermana. Así, la pasión de Jacinto se convirtió en un legado familiar. Cada miembro aporta algo único: Celia con su organización y dedicación, Linaxi con sus conocimientos de contaduría y agronomía, y su hijo con la visión fresca de la nueva generación.

En cada capacitación, en cada encuentro con los campesinos, Jacinto recuerda su primer amor por el campo y se siente orgulloso de ver a su familia trabajar a su lado. Para él, el campo no es solo una profesión, es la base de la vida y del futuro. Y sabe que el modelo del Hub ha permeado su estructura familiar. El enfoque de colaboración y acción participativa de un Hub ha consolidado una nueva visión en su familia, donde las capacidades de cada integrante, al sumarse, favorecen la innovación y el impacto. La familia, en cierta forma, es una analogía para explicar el Hub: todos comparten una visión común y colaboran para lograrla, cada uno aporta sus habilidades y fortalezas. En el caso de la familia de Jacinto, esa visión es regenerar la tierra, transformar la vida de los campesinos de Oaxaca y ayudarlos a ser resilientes ante el cambio climático.

Hoy, la familia Valor es mucho más que un equipo técnico; son una verdadera inspiración para su comunidad. En cada parcela y en cada reunión siembran conocimiento, esperanza y una nueva forma de ver la agricultura: no solo como un medio de subsistencia, sino como un espacio donde la familia, la innovación y el compromiso se entrelazan para dar vida a los anhelos más profundos.

Categorías
Noticias

Mujeres, potenciales promotoras de la agricultura sustentable

Mujeres participantes en el taller de inclusión social y género en la agricultura sustentable en Campeche. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Mujeres participantes en el taller de inclusión social y género en la agricultura sustentable en Campeche. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En zonas caracterizadas por la degradación del suelo, la falta de acceso a tecnologías agrícolas sustentables y la baja diversificación de cultivos, la capacitación en género e inclusión social cobra una relevancia especial en torno a la seguridad alimentaria, ya que  son las mujeres quienes toman decisiones clave en la producción y selección de alimentos, por lo que tienen el potencial de fomentar prácticas agrícolas sustentables que pueden mejorar significativamente la calidad de vida de las familias rurales.

Así, en el marco del proyecto Seguridad Alimentaria y Nutricional para Comunidades Rurales del estado de Quintana Roo, especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impartieron una capacitación en el estado de Quintana Roo con el objetivo de reforzar la inclusión social y de género en la agricultura sustentable. Esta formación, dirigida a productoras del municipio de Felipe Carrillo Puerto, subrayó la importancia del rol de las mujeres en la seguridad alimentaria y el bienestar de sus comunidades.

El taller abordó la manera en que las mujeres rurales contribuyen significativamente a la producción y preparación de alimentos en sus hogares derivado de la producción de maíz. “Ustedes deciden qué alimentos se incorporan a la dieta, qué maíz es adecuado para sus tortillas o tamales. Esa es una decisión clave en la seguridad alimentaria de sus familias”, destacó Eugenio Telles, facilitador del taller, al inicio de la jornada. Este enfoque subraya la relevancia de las mujeres en la cadena alimentaria, desde la selección de las semillas hasta la preparación de alimentos.

La capacitación también incluyó una introducción a la agricultura sustentable y sus beneficios para el medio ambiente y la salud de las familias. Se recalcó la necesidad de emplear variedades locales de maíz y otros cultivos adaptados a la región, además de prácticas agroecológicas que contribuyan a la resiliencia comunitaria ante los cambios climáticos. La biofábrica local, donde se producen abonos orgánicos, fue mencionada como un ejemplo exitoso de estas prácticas en la comunidad.

Durante el taller, las productoras participaron activamente en una dinámica que les permitió reflexionar sobre su papel en la toma de decisiones agrícolas. Jesús Núñez, otro de los capacitadores, destacó: “Ustedes, como mujeres rurales, toman decisiones fundamentales en la seguridad alimentaria. A veces, el hombre cosecha, pero ustedes son quienes saben qué maíz se cocina más rápido o cuál es más adecuado para ciertos platos tradicionales”. Estas palabras resonaron entre las asistentes, quienes compartieron sus experiencias y conocimientos sobre las variedades de maíz más utilizadas en la región.

Mujeres participantes en el taller sobre agricultura sustentable e inclusión social. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Mujeres participantes en el taller sobre agricultura sustentable e inclusión social. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Este esfuerzo del CIMMYT en colaboración con el gobierno estatal no solo fomenta la equidad de género, sino que también refuerza la autosuficiencia alimentaria en las comunidades rurales de la Península de Yucatán. Al reconocer y valorizar el trabajo de las mujeres en la producción y preparación de alimentos, la capacitación busca generar cambios duraderos en las prácticas agrícolas y alimentarias, asegurando una mejor calidad de vida para las familias rurales.

La capacitación contribuyó a que las participantes reafirmaran su papel esencial en la seguridad alimentaria de sus hogares. Como mencionó una de las productoras, doña Justina: “Aunque el trabajo en el campo lo hacen los hombres, nosotras sabemos qué maíz es mejor para cocinar y qué alimentos son los más nutritivos para nuestras familias. Este taller nos hace sentir más seguras de nuestra labor en el campo y su importancia”.

Así, al incorporar a las mujeres en el diseño e implementación de soluciones, proyectos como este fortalecen la resiliencia comunitaria frente a los retos alimentarios y ambientales, promoviendo un impacto positivo y duradero en la región.

Categorías
Blogs

Un sentido de pertenencia: fomentando la igualdad de género y la inclusión social en la investigación agrícola

Los esfuerzos para alcanzar la igualdad de género y la inclusión social están siendo el enfoque en diferentes lugares de trabajo alrededor del mundo.

CIMMYT, donde los valores de trabajo en equipo, excelencia e integridad guían a la organización mediante su Estrategia 2030, comprometidos con la creación de un lugar de trabajo inclusivo, está cambiando la cara de la investigación científica.Trabajo inclusivo que está transformando el panorama de la investigación científica.

Siguiendo el Plan de Acción de Género, Diversidad e Inclusión (GDI) del CGIAR para 2023-2024 con el objetivo de lograr la paridad de género, CIMMYT ha implementado múltiples iniciativas para realizar mejoras en todas sus áreas de trabajo y ubicaciones geográficas.

«Este es el comienzo de un viaje para aprovechar y potenciar el talento de todos los empleados de CIMMYT», dijo el director general, Bram Govaerts. «A través de las acciones descritas a continuación, CIMMYT aspira a convertirse en un líder en la promoción de la igualdad de género y la inclusión social en la investigación y el desarrollo agrícola».

Empoderar a las mujeres

En CIMMYT, nuestro compromiso con la igualdad de género se refleja en todo nuestro personal a nivel mundial. Durante el primer semestre de 2023, las mujeres representaban uno de cada tres miembros del personal. En todos los niveles, la tasa de contratación de mujeres en 2023 fue del 43%, en comparación al 21% en 2020, mostrando una tendencia especialmente positiva en nuestras oficinas regionales, donde el porcentaje aumentó del 24% en 2021 al 43% en 2023. También se observan mejoras anuales en el número de mujeres contratadas para puestos internacionales, alcanzando el 46% en 2023, frente al 19% en 2022.

En nuestra sede en México, la brecha de género no supera el 10%, ni siquiera en los niveles más altos, y entre el 35 y el 40% de nuestros empleados son mujeres. El 50% de los miembros del equipo directivo superior son mujeres, y un número significativo de mujeres de diversos orígenes forman parte de nuestra estructura directiva más amplia. Los avances también son evidentes en nuestras oficinas regionales. En Kenia y Turquía, el 43% y el 40% de los miembros del equipo, respectivamente, son mujeres, y ambos países han alcanzado el objetivo de paridad 40/40/20 del GCIAI. Por primera vez, en 2023, las mujeres representaron al menos el 20% de los empleados en Bangladesh y Nepal.

Sin embargo, reconocemos que todavía hay áreas en las que CIMMYT debe mejorar la paridad de género. Aunque la equidad de género sigue mejorando en general, la proporción de mujeres que trabajan en CIMMYT a nivel mundial es del 32,5%, una estadística que puede incrementar aún más. Se observan brechas de género que superan el 10% en la India y Nepal, donde se están realizando esfuerzos para reducir las diferencias y crear entornos en los que el talento no esté limitado por el género.

Fomentar la igualdad por región

La impresionante diversidad de nuestro personal es una de nuestras mayores fortalezas. En CIMMYT siempre buscamos nuevas formas de apoyar a nuestro personal. Como organización global con presencia en 88 países, adaptamos los beneficios a cada región para satisfacer las necesidades específicas de los empleados en cada localidad.

  • La creación de un Fondo Fiduciario de Gratificación y Previsión en Bangladesh promueve la igualdad de género al brindar igualdad de oportunidades para la estabilidad financiera y el crecimiento.
  • En la India, se han implementado prestaciones tales como, un subsidio de transporte uniforme y un subsidio de vivienda mejorado, garantizando así prestaciones económicas justas para todos los empleados, independientemente de su categoría laboral.
  • En México, se han mejorado los fondos de ahorro y vales de comida para los empleados, además de implementar un programa extraescolar para los hijos de los colaboradores que trabajan en la sede central.
  • En respuesta a los desafíos económicos en Pakistán, se ha realizado un aumento salarial general del 20%, se ha otorgado una bonificación de 400 dólares y se ha introducido un subsidio de transporte sin distinción de género.
  • Un aumento en los apoyos a la educación infantil en Zimbabue.

Además, los Acuerdos de trabajo flexible (FWA), permiso de paternidad, las mejoras en el acceso para personas con discapacidad y los servicios de traducción reflejan el compromiso de CIMMYT con la igualdad y la inclusión.

Carreras enriquecedoras para todos

Invertir en nuestra gente significa garantizar que las oportunidades de aprendizaje sean igualmente accesibles para todos, permitiendo a los empleados alcanzar sus máximas capacidades. «Trabajamos activamente para fomentar una cultura y un entorno en el que todos los empleados se sientan seguros compartiendo sus puntos de vista, se valoren sus contribuciones y vean una vía de crecimiento dentro de la organización», afirma Jean-Flavien Le Besque, director adjunto de recursos humanos.

En 2023, 1.189 miembros del personal participaron en 431 cursos de formación, con un aumento en el número de participantes de casi el 23% en el mismo año. Las oportunidades adicionales de aprendizaje en línea, disponibles tanto en inglés como en español, ofrecen posibilidades de desarrollo profesional en materia de salud y seguridad, comunicaciones, eficacia personal y pensamiento crítico, todo lo cual ayuda al personal en el desarrollo de valiosas competencias. Estos cursos en línea complementan la formación habitual sobre trabajo en equipo, sensibilización sobre entornos hostiles, diversidad, equidad e inclusión.

CIMMYT Academy también desempeña un papel importante en la formación del personal para que sean futuros líderes. En 2022, 52 estudiantes se matricularon en la Academia; el 52% de estos estudiantes son mujeres, lo que subraya el compromiso por parte de CIMMYT con el desarrollo del talento de todos. El personal también puede acceder a un programa de becas para obtener un título de nivel superior.

Próximos pasos

Aunque estas iniciativas han fortalecido la igualdad de género y la inclusión social en CIMMYT, se requieren mayores esfuerzos para lograr una verdadera equidad en todos los rincones de la organización. Hasta el momento, estos proyectos son apenas un indicio del trabajo en curso para alcanzar los objetivos de la IDG del GCIAI y se desarrollarán a partir de la retroalimentación de los empleados y los conocimientos especializados.

«Estos logros son solo el comienzo de nuestro compromiso para garantizar que CIMMYT sea inclusivo y seguro para todos», afirmó Mazvita Chiduwa, científica asociada e ingeniera agrónoma en sistemas de cultivo. «Queremos ser una organización reconocida no solo por su excelencia científica, sino también por la forma en que defendemos a todos los grupos para que alcancen su máximo potencial, prosperen en el lugar de trabajo y disfruten de un equilibrio positivo entre el trabajo y la vida personal”

Categorías
Noticias

Yo decidí estudiar agronomía

Concepción Porras Arango y su papá. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Concepción Porras Arango y su papá. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Dos de de sus hermanos decidieron dedicarse a la música, otro a la construcción y el último se fue a buscar el “sueño americano”. Ella, sin embargo, decidió estudiar agronomía inspirada por una amiga. Cuando su papá se enteró de esta decisión, le dijo a Concepción “pues qué bueno, porque en el campo necesitamos gente que esté realmente interesada en ayudar a los productores. Tú sabes que las cosas van cambiando, el clima va cambiando, todo va cambiando y, ¿por qué no tener una agrónoma aquí en el pueblo que pueda ayudar a quienes trabajamos la tierra?”.

Concepción Porras Arango es una joven de 27 años de Maguey Largo, Oaxaca. A pesar de no haber ingresado a la universidad que inicialmente deseaba, perseveró y se formó como agrónoma y, al día de hoy, ha trabajado en diversos proyectos, impulsando la siembra de maíz con métodos sostenibles. También ha participado en capacitaciones con especialistas de CIMMYT y ha aprendido a calibrar maquinaria para siembra y fertilización, temas de poscosecha y control de plagas.

Su experiencia en el campo le ha enseñado que el acompañamiento continuo a los productores es crucial. “Hacer las cosas con ellos, sembrar, aplicar los productos, pero haciéndolo, no solo dándoles instrucciones”, comenta Concepción. Este enfoque práctico y colaborativo ha sido fundamental para ganar la confianza de las personas dedicadas al campo.

El impacto de Concepción en su comunidad no se limita a la producción agrícola. Ella cree firmemente que trabajar con jóvenes en las escuelas puede motivar a más personas, hombres y mujeres, a interesarse por el campo. “Yo he vivido en el campo, y quiero la libertad de andar en el campo”, afirma. Su pasión por la agricultura y su compromiso con su comunidad la han llevado a emprender proyectos innovadores, como el cultivo de fresas en su parcela, demostrando que las mujeres pueden ser líderes en el sector agrícola.

La historia de Concepción subraya la importancia de integrar la perspectiva de género en la agricultura. Las mujeres en el campo enfrentan barreras significativas, desde el acceso limitado a recursos hasta la falta de reconocimiento de su labor. Al empoderar a las mujeres y promover su participación activa en la agricultura se fortalece la resiliencia y la sostenibilidad de las comunidades rurales.

El trabajo inspirador de mujeres como Concepción Porras Arango demuestra que la inclusión y el empoderamiento son caminos hacia un futuro más equitativo y próspero para las comunidades rurales. Por esta razón, la historia de Concepción es una de las que especialistas en género de la AgriLac Resiliente, de CGIAR, ha documentado para impulsar cambios en amplias regiones de Latinoamérica, desde México hasta Guatemala y Honduras, región donde la agricultura sigue enfrentando desafíos significativos en términos de sostenibilidad y equidad.

Categorías
Noticias

Flores, aprendizajes y enfoque de género

Doña Juanita, indígena Tzeltal, La Providencia, Ocosingo, Chiapas. (Foto: García, Ramírez y Meentzen)
Doña Juanita, indígena Tzeltal, La Providencia, Ocosingo, Chiapas. (Foto: García, Ramírez y Meentzen)

Para la Iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, el género y la inclusión social es un tema fundamental, de manera que ha seleccionado varias regiones rurales fronterizas de Guatemala y Honduras para desarrollar acciones prioritarias con perspectiva de género.

Para integrar una guía que permita explicar por qué el género y la inclusión social es un tema relevante en sí mismo, así como para incorporar esta perspectiva en todas las demás actividades de los InnovaHubs en Guatemala y Honduras, especialistas en género e inclusión social de Agrilac han implementado un proceso participativo en los hubs hub Pacífico Sur y Chiapas, a fin de recopilar información sobre sus experiencias en el tema y documentar los resultados, facilitando así la replicación del modelo del hub (desarrollado en México por CIMMYT y sus colaboradores) en otros países.

Así, Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, desarrollaron entrevistas individuales y con grupos focales para aprender más sobre cómo los diferentes actores involucrados en los hubs perciben su propia participación: agricultores, hombres y mujeres, colaboradores, gerentes y personal de los hubs, así como aliados en estas regiones, fueron parte de este proceso participativo.

«Hay muchos casos de éxito sobre la participación de mujeres rurales en los hubs de Oaxaca y Chiapas que fueron recogidos en este proceso. Está previsto que estos estudios de caso formen parte de un anexo a la guía para ilustrar por qué la participación de las mujeres rurales es tan importante desde su propia perspectiva”, comenta Ángela Meentzen, quien destaca el caso de doña Juanita, una indígena Tzeltal de la comunidad La Providencia, en Ocosingo, Chiapas.

“Inicié hace cinco años a trabajar con CIMMYT. Antes de conocerlos solo sembrábamos maíz y frijol, pero ya no se daba, las plantas ya no crecían, teníamos muchos problemas de plagas y quemábamos todo el rastrojo. Cuando vinieron los ingenieros nos invitaron a participar con ellos. Al principio como que no nos interesó mucho, pero nos dejamos enseñar. Nos enseñaron a sembrar otros cultivos como el girasol, el cacahuate, otras verduras y los frutales como el limón y las guanábanas”, comenta doña Juanita.

Ahora ya no quemamos el rastrojo, tenemos cultivos durante todo el año, sembramos otras especies, utilizamos muchos productos orgánicos que nos enseñaron a preparar, aumentó nuestra producción y vendemos más cosas en el mercado. Yo y mi hija nos ocupamos de la venta de los productos (frijol, maíz, verduras, calabacitas, elotes y flores); sobre todo la venta de flores nos ha dado muy buen resultado y hemos sacado un buen dinerito”, narra la productora.

“Los beneficios del campo nos permitieron darles estudios a nuestros hijos, algunos ya terminaron su carrera y ahora están trabajando, otros están por terminar, pero a todos les enseñamos el trabajo del campo. Se siente un poco pesado el trabajo, pero yo sostuve las dos cosas, la casa y el campo, no sé cómo le hice, pero lo logré”, dice orgullosa de sí misma doña Juanita, para quien el conocimiento científico generado en plataformas de investigación y módulos del hub se ha traducido en impacto real y positivo para ella y su familia.

Categorías
Noticias

Enfoque de género, fundamental para el campo

Grupo focal con mujeres en Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)
Grupo focal con mujeres en Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)

De acuerdo con el censo agropecuario de 2022, en México hay un poco más de cinco millones de unidades de producción agropecuaria, donde las unidades activas reportan 20.5 millones de superficie sembrada y 5.6 millones de hectáreas no sembradas. De acuerdo con el INEGI, cerca de 3 millones de hectáreas no se siembran “por mal temporal, por falta de crédito, por enfermedad, por falta de dinero o apoyos o porque no hubo quien sembrara” (INEGI, 2022).

“Ya casi no hay trabajadores hombres, se van a trabajar a la ciudad, a veces, si no hay hombres nos organizamos entre nosotras y vamos deshierbando las parcelas entre nosotras. Si le metemos frijol es cuando se requiere más trabajo manual, en cambio sí metemos sólo maíz para matar las hierbas ya hay químicos que venden”, comenta una de las agricultoras que participaron en los grupos focales organizados por la plataforma de investigación Cuautempan.

Aunque las causas son variadas y están relacionadas con situaciones socioeconómicas complejas, el papel de las mujeres y los jóvenes es crucial en lo referente a la situación del campo, donde es fundamental “comprender que la complejidad del manejo de los sistemas agroalimentarios locales se asocia a las dinámicas del contexto social, lo cual incluye los roles de género, la migración y la participación de las mujeres en la conservación, manejo y uso de la agrobiodiversidad local”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Cuautempan, Puebla.

En esta plataforma de investigación, que forma parte de la red de plataformas de CIMMYT y sus colaboradores, se están incluyendo metodologías con perspectiva de género en el diseño de la investigación. Esto, porque a pesar de que las estadísticas suelen subrepresentar la participación de las mujeres en el campo —la mano de obra de mujeres en actividades agropecuarias en 2022 fue de 16.2 % (4.4 millones), pero se estima que podría ser de hasta 43% (ONU Mujeres)—, son ellas quienes están trazando nuevos caminos para el campo mexicano.

“Aquí vemos que las matas de chícharo ya están floreando. A mí me gustaría que otras personas también vean estos cultivos y los siembren para que tengamos una mejor producción. Yo en este pueblo de Paraíso Nuevo le he dicho a muchas mujeres; hemos hecho reuniones con las mujeres porque nosotros hemos ido a capacitación a otros lados para impulsar a que las mujeres también participen, a que no nada más se queden en la casa, a que los maridos tomen conciencia y las mujeres salgan al campo a sembrar y a cosechar lo que se siembra”, comenta Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien ha participado en iniciativas de CIMMYT y sus colaboradores en el estado.

Las contribuciones de la mujer al campo son enormes —cultivan la tierra, crían animales de traspatio, procesan y distribuyen diversos productos en el mercado— y, sin embargo, suelen pasar desapercibidas porque gran parte de este trabajo es considerado como ayuda familiar que no siempre es remunerada. Además, realizan trabajo doméstico del hogar, cuidan a niños y personas mayores o enfermas, entre otras labores.

Por lo anterior, es fundamental identificar, desde la investigación científica y hasta la operación en campo, aquellas prácticas y tecnologías que respondan a las necesidades de quienes trabajan la tierra; así mismo, impulsar estrategias que contribuyan al empoderamiento económico de las mujeres porque, como lo señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, la cantidad de personas con hambre en el mundo se reduciría hasta en 150 millones.

Así, además de la inclusión de la perspectiva de género en el diseño de los objetivos de investigación de sus plataformas, CIMMYT y sus colaboradores impulsan diversas iniciativas para fomentar el acceso de las mujeres a la financiación, donde prácticas sustentables como la diversificación de cultivos está contribuyendo significativamente a avanzar hacia esa meta, aumentando la inclusión de la mujer en los sistemas agrícolas, brindando beneficios ecológicos, y proporcionando cultivos que representan alimentos altamente nutritivos para las personas y/o la ganadería.

Categorías
Noticias

Un cambio cultural desde el campo hondureño

Judith Pineda en actividades de asesoría agrícola en campo. (Foto: Judith Pineda)
Judith Pineda en actividades de asesoría agrícola en campo. (Foto: Judith Pineda)

“La importancia de compartir el conocimiento científico con las mujeres en comunidades como Copán Ruinas radica en la necesidad de superar las barreras que enfrentan en el acceso a la formación universitaria y al conocimiento diversificado, especialmente en sectores históricamente liderados por hombres. Estas mujeres, debido a limitaciones en oportunidades educativas, a menudo se ven excluidas de ámbitos donde la presencia masculina ha sido dominante”, comenta Judith Pineda.

Judith es ingeniera agrónoma, se ha desempeñado en diferentes proyectos del área agrícola enfocados en temas de cambio climático, agricultura de conservación, agricultura orgánica, así como el enfoque de género y la promoción de los derechos humanos. Actualmente colabora con la Comisión de Acción Social Menonita (CASM) que, en el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, promueve la agricultura sustentable como parte del InnovaHub Occidente de Honduras.

Como parte del equipo técnico de esta iniciativa del CGIAR —que es puesta en marcha por centros de investigación internacional como CIMMYT y la Alianza Bioversity y CIAT— Judith considera que el conocimiento científico, “transmitido mediante el modelo de los InnovaHubs, permite generar nuevas o mejores alternativas de producción para un desarrollo sostenible de la comunidades y familias del Occidente de Honduras”.

Para AgriLAC Resiliente el papel del equipo técnico, del cual forma parte Judith, es esencial para transmitir el conocimiento científico en comunidades donde, en general, prevalecen circunstancias que limitan el acceso a la educación superior. En este sentido, los InnovaHubs —cuya metodología fue desarrollada por CIMMYT y sus colaboradores mediante diversas iniciativas en México— facilitan esta transmisión y diálogo de conocimientos.

Yo decidí estudiar esta carrera (ingeniería agronómica) para aportar al trabajo que realizaba mi papá en campo. Mi familia estaba compuesta por cinco hermanas, mi mamá y mi papá. En ese momento consideré que estudiando esta carrera podría compensarle a mi papá la ayuda que necesitaba. Yo era la única que me involucraba en temas de la agricultura y la ganadería. Esto fue lo que me impulsó porque sí hubo detractores, entre ellos se podría mencionar los chistes o comentarios despectivos e incómodos por el hecho de ser mujer”, relata Judith sobre su formación universitaria.

Así, para Judith, iniciativas como AgriLAC Resiliente “no solo se abren oportunidades individuales, sino que se sientan las bases para un cambio cultural y comunitario más amplio, que a su vez fortalece el sector agrícola y aprovecha todo el potencial de cada miembro, independientemente de su género”.

“Así que, puedo concluir, que al compartir el conocimiento científico con las mujeres de estas comunidades no solo es un acto de justicia social, sino también una inversión en el desarrollo sostenible y la prosperidad de la comunidad en su conjunto”, menciona Judith quien, dirigiéndose a las niñas y a las jóvenes de Honduras, enfatiza en que estas deben “confiar en su potencial y no temer a desafiar las expectativas de género. Creo fielmente que las mujeres contamos con habilidades y capacidades que nos permiten lograr cosas increíbles si nos lo proponemos, por eso, las invitaría a cultivar una red de apoyo, para enfrentar desafíos y avanzar en sus metas profesionales”.

Categorías
Noticias

El impacto del conocimiento científico más allá de las parcelas

Mujeres participando activamente en los procesos de capacitación de las organizaciones que integran los InnovaHubs en Honduras. (Foto: CASM)
Mujeres participando activamente en los procesos de capacitación de las organizaciones que integran los InnovaHubs en Honduras. (Foto: CASM)

En América Latina las mujeres han avanzado en el campo científico, pero la representación sigue siendo desigual en comparación con sus colegas masculinos. Fomentar vocaciones científicas en niñas y mujeres jóvenes, en este sentido, es importante tanto para lograr la equidad en todos los campos, como para hacer extensivos los beneficios del conocimiento científico entre la sociedad.

“Yo estudié ingeniería agroindustrial en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Yo decidí estudiar esto porque mi familia es una familia de productores”, comenta Lourdes Jimena Sosa, quien actualmente forma parte del equipo técnico de los recientemente instalados InnovaHubs de Honduras, a través de los cuales decenas de organizaciones están trabajando en equipo para consolidar sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes.

“Yo vivo en Arauli, aquí está la Asociación de Productores Agropecuarios de Oriente (APAO) que surgió después del huracán Mitch. Después de esos desastres los productores de la comunidad se reunieron y decidieron hacer esa sociedad, sabiendo que todo en conjunto es mucho mejor. Hoy APAO tiene 22 años y yo ya tengo tres años de estar trabajando y colaborando con ellos”, relata Lourdes, quien además de ser socia, es responsable de la tienda de insumos de la APAO.

“A finales de 2020 llegó un proyecto de insumos agrícolas por parte del gobierno. Entonces APAO decidió, con esos insumos, tener una tienda aquí en Arauli para los asociados y productores de la zona, pero quería que la atendiera una persona que fuera de la propia asociación. Yo ya tenía mi título. Entonces decidieron que yo administrara esa tienda de insumos”, comenta Lourdes, destacando que para este propósito también tuvo que estudiar mucho.

Cuando se unió a los esfuerzos de CIMMYT y otros centros de CGIAR —junto con una gran diversidad de organizaciones locales— para el establecimiento de los InnovaHubs en Honduras, Lourdes fue convocada a tomar un curso de agricultura sustentable: “Ingresamos tres por parte de la asociación, de los cuales eran dos varones. Solo yo continué. Yo decidí no salirme y aprendí muchísimo durante ese año”.

Con respecto a cómo la metodología de los hubs permite que el conocimiento científico llegue a los productores, Lourdes señala que “todo lo que aprendimos lo estamos implementando en nuestras comunidades. Yo, por ejemplo, trabajé con girasoles, maíz y frijol, y a los productores se les hacía raro ver esa innovación, entonces iba yo y les explicaba en qué consistía y les llamaba la atención. Esto para mí ha servido como experiencia personal y les hemos ayudado a los productores de la asociación. Entonces el impacto de esto muy importante”.

Aunque en la organización de la que forma parte Lourdes hay una gran apertura a la innovación y a la incorporación de mujeres y jóvenes a sus proyectos, en la región aún prevalecen condiciones adversas para estos sectores de la población. De ahí la importancia de iniciativas como AgriLAC Resiliente —a través de la cual CIMMYT y otros centros de CGIAR están colaborando en Honduras, Guatemala y otras latitudes de América Latina—, la cual apuesta por sistemas agroalimentarios sólidos y sensibles a temas como el género.

“Aquí, en esta zona del altiplano, hemos integrado bastante a las mujeres en todos los trabajos. Hay muchas mujeres que debido a la necesidad económica han decidido trabajar en lo que sea, por eso las hemos ido integrando, o nos hemos ido integrando poco a poco, porque también podemos y tenemos que ir dejando el machismo atrás, pero para eso estamos, y en la asociación ya hay de hecho varias mujeres que están impulsando sus propios proyectos”.

Finalmente, Lourdes se dirige a todas las niñas, particularmente a las niñas de su región: “si quieren estudiar algo que les gusta, no se detengan; porque uno tiene que trabajar en lo que a uno le apasiona o si no se va a sentir frustrada toda la vida. Así que hay que seguir estudiando, adquirir conocimiento y experiencia”.

Categorías
Noticias

Un mensaje a las niñas y mujeres del campo hondureño

Raquel Herrera en actividades en campo. (Foto: Raquel Herrera)
Raquel Ferrera en actividades en campo. (Foto: Raquel Ferrera)

Hay distintos sistemas que influyen en el estado del mundo, pero la ciencia es actualmente uno de los agentes de cambio más universal y dominante. La ciencia ha transformado el paisaje social, político, económico, estético e intelectual de las sociedades; está cambiando nuestra forma de entender quiénes somos y de dónde venimos, nuestro sistema de valores, la forma en que producimos nuestros alimentos, el modo en que consideramos al planeta y la forma en que nos consideramos unos a otros.

A pesar de los avances, aún hay mucho trabajo por hacer para que el conocimiento científico y sus beneficios lleguen a toda la sociedad. La desigualdad de género, por ejemplo, representa un freno a la ciencia y esto tiene implicaciones para toda la sociedad porque los beneficios del quehacer científico también quedan limitados.

De acuerdo con la ONU, en promedio las mujeres representan un 33,3 % de las plantillas de investigadores existentes en el mundo y la brecha se amplía cuanto mayor es el nivel alcanzado en el escalafón. Como ejemplo, solo el 3 % de los Premios Nobel en ciencias ha sido otorgado a mujeres y en el campo de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas solo el 35 % de los estudiantes de carreras y programas de este campo son mujeres.

La igualdad de género en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, no solo por la necesidad de robustecer la búsqueda de soluciones científicas a los desafíos más apremiantes de la humanidad, sino para difundir el conocimiento científico ya existente entre la sociedad.

“Con el proyecto de AgriLAC, con el grupo de mujeres con el que trabajo, instalamos un módulo de extensión. Con este proyecto hay muchas prácticas que realmente ayudan al productor, ya sea mujer u hombre. Entonces este proyecto tiene un buen enfoque y le ayuda bastante al productor”, comenta Raquel Ferrera, quien actualmente forma parte del equipo técnico del InnovaHub Occidente de Honduras, integrado a partir de la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Los InnovaHubs son un modelo de gestión de la innovación basado en una metodología desarrollada en México a partir de iniciativas impulsadas por CIMMYT y sus colaboradores. Para este enfoque, el acompañamiento técnico es fundamental para que el conocimiento científico generado y validado en plataformas de investigación llegue efectivamente, y de una manera socialmente pertinente, a los agricultores.

“Estudié ingeniería agronómica en la Universidad Nacional de Agricultura. Solo éramos 10 mujeres de 50 que nos graduamos en 2011”, comenta Raquel, quien a partir de su participación con el CIAT se vinculó a AgriLAC Resiliente y recibió capacitación para impulsar la innovación a través del modelo del Hub: “parte del curso era montar módulos o áreas de extensión, entonces yo, que soy parte de una caja rural —financiada con fondos de un proyecto que ejecutaba el CIAT— en donde trabajamos 21 mujeres y un hombre, fundamos el módulo de extensión donde sembramos maíz y luego frijol”.

“Realmente es muy importante ayudar a los grupos de las áreas rurales con conocimiento porque ellos, ya sea en caja rural o grupo, ellos van formándose, entonces ahí resalta el tema de la mujer, la importancia que tiene la mujer porque en muchos lugares rurales el machismo sigue presente, no las dejan salir, no les dan el derecho cuando las mujeres tenemos un alto potencial que a veces no es descubierto, pero mediante estos proyectos la mujer desempeña ese papel importante”.

En Honduras, donde el porcentaje de mujeres en el número total de investigadores se estimaba en 36,4 % hacia 2018, de acuerdo con el más reciente Informe sobre Ciencia de la UNESCO, iniciativas como AgriLAC Resiliente están contribuyendo a cambiar el panorama para decenas de niñas y mujeres que hoy por hoy ven en profesionistas como Raquel una figura que las anima a ir más allá de los roles tradicionalmente asignados.

A las mujeres, a las niñas, yo siempre que tengo oportunidad de conversar con ellas mi consejo es estudien, para que mañana usted no dependa de nadie, usted pueda trabajar, usted pueda generar ingresos que le van a ayudar cuando forme un hogar, una familia. Le va a permitir salir adelante, tener visión, que es lo que se necesita para ayudar a su comunidad, para ayudar a su familia”, concluye Raquel.