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Milpa, un sistema fundamental para la seguridad alimentaria

La productora Lidia María González Hernández, de Santa María Teopoxco, en Oaxaca, México, muestra su milpa en donde cultiva variedades de maíz nativas. (Foto: CIMMYT)
La productora Lidia María González Hernández, de Santa María Teopoxco, en Oaxaca, México, muestra su milpa en donde cultiva variedades de maíz nativas. (Foto: CIMMYT)

En México y otros países de Latinoamérica, el maíz, además de ser un alimento fundamental, forma parte de un entramado cultural rico y diverso. De hecho, el maíz se desarrolló en un sistema agrícola y cultural único en el mundo: la milpa, o más precisamente las milpas, ya que, desde el punto de vista cultural, este sistema de policultivo está encarnado en la cosmovisión propia de cada comunidad, por lo que al sistema de maíz-frijol-calabaza —las llamadas tres hermanas— se le agregan otros cultivos —como chile, maguey, chilacayote, café, etcétera— además de sus respectivas tradiciones, mitos y ritos.  

La milpa surgió en Mesoamérica y, por diversos procesos históricos y socioeconómicos, en los países que comprendía esta antigua zona cultural —gran parte de México y hasta Costa Rica— se ha ido perdiendo para dar paso a los monocultivos. Para contrarrestar esta situación, actualmente diversas organizaciones y gobiernos impulsan la revitalización de la milpa porque este sistema es, potencialmente, una de las mejores vías para lograr la seguridad alimentaria y nutricional en la región. 

El sistema milpa es un ejemplo de un sistema eficiente de cultivos múltiples/mixtos que tiende a ser más productivo y eficiente en el uso de luz, nutrientes y agua que los sistemas de monocultivo, dada su dinámica interna de complementariedad, competencia y facilitación”, refiere un estudio desarrollado y publicado por un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.

El estudio refiere que, en condiciones específicas, la milpa de maíz-frijol-calabaza puede ser entre 60 y 90% más productiva que un monocultivo de maíz. Para el caso de análisis del estudio —desarrollado en milpas de Guatemala—, detallan, los sistemas de milpa produjeron significativamente más otros nutrientes esenciales, de manera que las asociaciones maíz-frijol-faba, maíz-papa y maíz-frijol-papa proporcionaron la mayor cantidad de carbohidratos, proteínas, zinc, hierro, calcio, potasio, ácido fólico, tiamina, riboflavina, vitamina B6, niacina y vitamina C.

De acuerdo con los autores del artículo, una hectárea de milpa puede satisfacer las necesidades anuales de carbohidratos de más de 13 adultos y brindar suficiente proteína para casi 10 adultos. Basado en datos de casi mil hogares en 59 localidades de Guatemala, el estudio es el primero en relacionar la diversidad de cultivos de milpa con la capacidad nutricional, utilizando múltiples parcelas y combinaciones de cultivos.

Este estudio de 2021 es producto del trabajo del proyecto BuenaMilpa —que se desarrolló en Guatemala impulsado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y el CIMMYT— y es una de las diversas muestras de investigación colaborativa referida en el más reciente reporte anual del CIMMYT, institución de investigación internacional a través de la cual México mantiene una importante colaboración científica con el mundo. 

En un contexto mundial donde prevalecen los conflictos, el calentamiento global, la subida de precios, y las desigualdades y tensiones internacionales, el trabajo de instituciones como el CIMMYT y sus colaboradores a través de investigaciones y proyectos conjuntos se vuelve crucial para la seguridad alimentaria. Te invitamos a leer el informe completo aquí. 

 

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Diversificar para nutrir

La productora Petronila Chan, de Campeche, México, muestra la diversidad de semillas que resguarda y cultiva. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La productora Petronila Chan, de Campeche, México, muestra la diversidad de semillas que resguarda y cultiva. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Octubre es un mes importante para la seguridad alimentaria global: el 16 de ese mes se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, el 17 el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y el 18 el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza. 

No es casual que estas conmemoraciones sean consecutivas. Hambre, pobreza y recursos naturales están íntimamente ligados y son un recordatorio de que las sociedades deben impulsar más que nunca la adopción de prácticas más sustentables para preservar los recursos de la Tierra, la salud de la población y el clima.

A través de proyectos como ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— muchas comunidades están creando sistemas de producción más sostenibles al aumentar la agrobiodiversidad de sus parcelas.

Cultivar una mayor variedad de especies vegetales impacta positiva y directamente en la seguridad alimentaria. Lamentablemente, la diversidad vegetal de los campos agrícolas ha disminuido mucho —desde 1900 se ha perdido alrededor de 75% de la diversidad de cultivos—. En la actualidad, de las 6 mil especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66% de la producción total de cultivos en el mundo.

“Aquí muchas semillas se han perdido, como el Xmejen nal. Yo no lo tengo ya, aunque un tío mío todavía lo tiene. Es un elote que solo tarda dos meses en darse. El Sak tu’ux tampoco ya lo tenemos, ese lo tenían mis padres, ellos lo sembraban”, comenta Petronila Chan —doña Petro, como le gusta que le llamen—, una productora de Campeche que participa en el proyecto de diversificación de cultivos que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.

A través del proyecto se promueve la diversificación sustentable de cultivos y la asociatividad como base para fortalecer a las comunidades en su tejido social. Con énfasis en temas de género y el desarrollo de habilidades financieras, el proyecto contribuye a incrementar la resiliencia de las comunidades.  

Al diversficar cultivos, por ejemplo, los productores pueden disponer de alimentos más variados y más oportunidades para comercializar sus excedentes. También se promueven tecnologías herméticas poscosecha —como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas— para disminuir la pérdida de granos por plagas de almacén y se contribuye al rescate de semillas nativas.

Yo trabajo la tierra y esto es mi cosecha, esto es lo que nos ha dado la vida. Lo que tenemos aquí es sikil —pepita molida—, se come con tortilla hecha a mano. Esto es la semilla de makal (Xanthosoma yucatanense), esto se siembra uno por uno; después de mover la tierra se pone a una distancia porque esto crece, y crece grande debajo de la tierra. Esto, me enseñaron mis papás, que cuando a veces no se da bien el maíz, el makal se revuelve con un poco de masa y con eso se puede alimentar a los hijos”.

Como doña Petro, los agricultores familiares de todo el mundo —casi 800 millones de personas— han sido durante mucho tiempo los principales proveedores de alimentos de sus comunidades: trabajan el 75% de las tierras agrícolas del planeta y producen alrededor del 80 % de los alimentos del mundo. Ellos trabajan constantemente para adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas y sociales y, algunos de ellos, como doña Petro, se esfuerzan cada día para preservar la diversidad biológica de los cultivos.

“Esto es íis (Ipomea batatas), que también se puede sembrar con el maíz. Ahí puedes tener comida en un terreno pequeño. El trabajo del campo hay que vigilarlo, cuando agarras el lóobche (coa) trabajas con todo tu cuerpo y tu mente. Esta es la herencia de mis padres y no me gustaría que se pierda. Con orgullo esto me lo dejaron mi papá y mi mamá que en paz descansen y esto es lo que tengo que cuidar. Aquí están las semillas y no quisiera que se pierdan porque tienen un procedimiento y si nadie lo trabaja se pierden y pues sin esta semilla dichosa cómo iremos a vivir”.

En momentos como el actual donde se ha incrementado el número de personas con hambre debido a los conflictos y la recesión económica global existe la oportunidad de adoptar soluciones innovadoras basadas en evidencia científica para mejorar los sistemas alimentarios. Por esta razón, este proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT visualiza a la agricultura alineada con la naturaleza, lo cual implica considerar el aprovechamiento de las sinergias entre la innovación sustentable y la agrobiodiversidad.

“Gracias a estos ingenieros ahorita nos han dado una experiencia de cómo cuidar la semilla, cómo hacer para que no le entre bicho. Mis compañeras de trabajo son seis señoras mayores que yo. Ellas me ayudan y con ellas escuchamos los consejos que nos vienen. A veces no conocemos bien lo que son las plagas, pero ellos sí lo conocen, o a qué tiempo se debe fertilizar, a qué tiempo se puede cosechar, o las bolsas para que no entre el gorgojo… por eso es importante escuchar lo que ellos dicen”.

Convencida de que la innovación fortalece la tradición, doña Petro concluye: “me gustaría que esta herencia la reciban los jóvenes para que puedan vivir mejor, para que se ocupen y puedan tener una vida bonita. Ese es mi propósito, decirle a mi hija que se ocupe en algo y cuide esta semilla para que viva bien, por eso le digo «apréndela a cuidar y aprende a cosechar, no a trabajar la tierra fácil, sino a trabajarla como es debido»”.

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Cultivos diversos, grandes beneficios

Cultivos de girasol y frijol mungo en la parcela del productor Germán Cruz Ibarra, en Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)
Cultivos de girasol y frijol mungo en la parcela del productor Germán Cruz Ibarra, en Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)

Oaxaca es uno de los estados más vulnerables al cambio climático en México. De acuerdo con el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, de los 83 municipios más afectados por este fenómeno a nivel nacional, 30 se encuentran en Oaxaca. Sequías, inundaciones, deslaves, aumento de la temperatura y del nivel del mar son algunos de los efectos que ya se registran en este estado. 

“El cambio climático ya nos alcanzó y sus efectos son evidentes en algunas variables como la distribución de la lluvia y la temperatura. Esto trae como consecuencia movimientos en las fechas de siembras y condiciones más favorables para la propagación de plagas y enfermedades”, comentan técnicos de Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real (DAICR), organización que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para difundir prácticas sustentables en Oaxaca. 

Recientemente, el equipo técnico de DAICR realizó muestreos en cultivos de maíz para determinar la presencia de insectos plaga en el cultivo. “Monitorear es muy importante para el manejo agroecológico de plagas, ya que al hacerlo no solamente determinamos cómo se están comportando las poblaciones de plagas, sino también el comportamiento de poblaciones de insectos benéficos”, menciona Clara Santos Rodríguez, de DAICR. 

El muestreo es determinante para tomar decisiones de manejo o de control, “por eso se recomienda realizarlos cada semana, porque los ciclos de las plagas son cortos y no son las mismas condiciones de la plaga en la primera semana que en la segunda o tercera. Las condiciones cambian y por lo tanto su manejo también”, comenta Clara. 

“Hay un método que consiste en muestrear al azar 10 sitios de 10 plantas, o bien, cinco sitios de 20 plantas, de tal forma que se tomen 100 muestras por hectárea. Esto se puede hacer caminando sobre un surco y elegir al azar plantas. Una vez tomada la muestra, se cambia de sitio o de dirección. Será el grado de daño o infestación lo que determine el tipo de control más conveniente, por ejemplo, si es menor a 5 %,  es injustificado querer controlar la plaga; si es de entre 5 y 10 %, se pueden usar extractos vegetales; y si hay un 15 % de daño o infestación se pueden usar productos de bajo impacto”. 

Resultado de los monitoreos, el equipo técnico de DAICR y los agricultores del municipio Ciénega de Zimatlán han instalado trampas con feromonas para el control del gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), una de las plagas que más afecta al maíz y que más se ha propagado debido a la variabilidad climática. 

El uso de trampas con feromonas ha disminuido las aplicaciones de insecticidas químicos que impactan negativamente al ambiente y aumentan los costos de producción. “Si antes el productor realizaba de dos a tres aplicaciones, en los ciclos recientes ya no se ha realizado ninguna aplicación con insecticidas químicos. Esto contribuye a hacer más sustentable el control de la plaga, pero también se evita matar a los insectos benéficos o enemigos naturales de las plagas que pudiera haber en la parcela”, menciona Clara. 

Otra de las prácticas que se han promovido —en el marco de Cultivos para México, iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— para ayudar a controlar las plagas ha sido la diversificación de cultivos, la cual “promueve una mayor diversidad biológica, mejora el uso de los recursos naturales, disminuye el riesgo de pérdida total de la cosecha y proporciona protección contra daños por plagas y enfermedades”. 

En los municipios oaxaqueños de Trinidad Zaachila y San Juan Cotzocón, por ejemplo, se ha promovido el cultivo de girasol, soya, canavalia, frijol mungo, chícharo gandul, canola, crotalaria, jamaica, entre otros. Allí, se ha observado que, en comparación con los monocultivos, en las parcelas diversificadas “las producciones son siempre mayores y los problemas de plagas y enfermedades son menos, en gran medida porque los insectos benéficos que controlan las plagas son más abundantes cuando hay diversidad de cultivos que les brindan refugio para su reproducción o su alimentación”, puntualiza Clara. 

En las parcelas donde se diversifican los cultivos es posible hacer un mejor uso del agua y del espacio. En estos espacios diversificados “se regulan mejor las malezas y algunas especies en rotación o asociación se benefician mutuamente. En general, las parcelas son más rentables, pues tienen dos cultivos en un mismo terreno, por lo tanto, las familias productoras no solo diversifican sus ingresos, sino también aprovechan los beneficios que los cultivos como las leguminosas le aportan al suelo y a la restauración de la diversidad funcional para el manejo agroecológico de las plagas”, concluye Clara. 

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El amaranto más allá de la alegría

Cultivo de amaranto en Guatemala. Foto: CIMMYT
Cultivo de amaranto en Guatemala. Foto: CIMMYT

Considerado uno de los mejores alimentos de origen vegetal para consumo humano debido a su alto contenido y calidad de proteína, el amaranto o huautli (Amaranthus spp.) es uno de los cultivos más antiguos de Mesoamérica y, de hecho, para las antiguas civilizaciones de esta región llegó a ser tan importante como el maíz y el frijol. 

Luego de haber sido un cultivo de gran importancia alimenticia y ritual, el amaranto dejó de cultivarse en México a partir de la época colonial. Pese a ello, el cultivo persistió en pequeñas regiones —principalmente con presencia de comunidades indígenas— y, desde hace algunos años, el interés por el amaranto ha resurgido debido a sus amplios aportes nutricionales, sus características de adaptación climática y beneficios agronómicos. 

Desde el punto de vista nutricional, el amaranto está muy cerca de lo que se considera la proteína ideal para el consumo humano tanto por su calidad como por su alto contenido proteínico (del 15 al 17%).  La planta, además, tiene un importante contenido de lisina, un aminoácido esencial para la alimentación que comúnmente es limitado en otros cereales —en sentido estricto el amaranto no es un cereal, sino un pseudocereal, es decir, que a pesar de no ser una gramínea su uso es igual o muy similar al de los auténticos cereales―. 

El amaranto también tiene propiedades que ayudan a la prevención de la diabetes y la regulación de la presión arterial y, desde el punto de vista gastronómico, se puede consumir como verdura cuando está tierno y como cereal cuando alcanza su madurez. Esta dualidad le confiere una gran vérsatil en cuanto a modos de preparación. 

Las hojas del amaranto se conocen como quintoniles —una clase de quelites— y se consumen frescas durante la estación de lluvias; las semillas, por su parte, pueden ser reventadas sometiéndolas a temperaturas de alrededor de 220 grados Celsius para elaborar las tradicionales alegrías —dulce típico mexicano—, cereal de desayuno, harina, atoles, tamales, pinole, galletas, mazapanes, botanas, entre otros muy diversos productos. 

La planta del amaranto llega a medir hasta tres metros de altura y se puede aprovechar íntegramente: además de la alimentación humana es una buena opción de forraje, una fuente de colorantes (amarantina y betalaina) y también una planta de ornato.

En México hay al menos 11 especies de amaranto, tanto en zonas templadas como cálido húmedas y cálido secas. Su resistencia a la sequía y al calor, y el hecho de que requiere menos cantidad de agua, representa una gran ventaja porque puede prosperar en regiones con pocas lluvias donde los cultivos básicos suelen tener poco éxito —de ahí que haya sido nombrado amaranto, que en griego hace referencia a algo eterno o que no se marchita—.

Por sus ventajas agronómicas y sus aportes nutricionales, el amaranto es una de las especies promovidas para diversificar cultivos en el marco del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Amaranto (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).
Amaranto (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).
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Canícula: qué es y cómo se pueden minimizar sus efectos

Después de 24 días de canícula que provocaron estrés hídrico en los cultivos de productores de la región Valles Centrales, en Oaxaca, México, se observó que la sombra que el maíz brindó al frijol disminuyó el estrés de dicho cultivo. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Efecto de la canícula en los Valles Centrales de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

La canícula (sequía intraestival o veranillo) es un caso particular de sequía que ocurre en una amplia región de Mesoamérica y el Caribe. Se trata de un fenómeno climático que constituye una amenaza regional, pues sus impactos —amplificados por el inadecuado uso de la tierra y el cambio climático— pueden ser tan grandes que históricamente han provocado el desplazamiento de miles de personas, muerte de ganado y pérdidas de cultivos a gran escala.

Llamada así porque hace muchos años el fenómeno coincidía con la aparición de la constelación Canis Maior en el firmamento, la canícula se origina regularmente en medio del verano porque es cuando las condiciones climáticas en la región propician la aparición de algunos anticiclones. Si los ciclones ocasionan lluvias torrenciales, los anticiclones hacen lo contrario, y es por eso que en los llamados 40 días más calurosos del año —de acuerdo con los registros históricos, pueden ser entre 30 y 60— se observan cielos muy despejados.

Este fenómeno, en el que se conjugan lluvias mínimas y altas temperaturas que pueden llegar hasta los 50 grados Celsius, se presenta entre julio y agosto. No obstante, su duración, intensidad y severidad varían dependiendo de la región y la aparición de otros fenómenos climáticos, por lo que incluso puede extenderse hasta septiembre.

Su estudio científico es muy reciente, pero hoy se sabe que la canícula es más intensa en la parte oriental del Pacífico (el Corredor Seco) y que está asociada a otros fenómenos meteorológicos, como el Monzón de América del Norte, la corriente en chorro de bajo nivel del Caribe e incluso la llegada del polvo del Sahara, el cual contribuye a la supresión de las lluvias.

La agricultura de temporal es la más vulnerable ante este fenómeno, pues ocasiona un bajo nivel productivo —comparado con las zonas de riego— y un aumento de plagas. Desde el punto de vista agronómico, la severidad del efecto de la canícula no solo depende de la temperatura y la precipitación, sino del tipo de suelo, el cultivo establecido, la etapa de desarrollo en que se encuentre dicho cultivo, la variedad y —sobre todo— las medidas y prácticas agronómicas que se realicen.

De acuerdo con los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se prevé que este año la canícula se presente sobre todo en estados del noreste —en Chihuahua, Durango, Sinaloa y Sonora las lluvias se incrementan durante julio y agosto, debido a la presencia del Monzón de Norteamérica, por lo que la canícula no se percibe en estos estados— y en las costas de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca, y con menor intensidad en los estados del centro y sur-sureste. 

¿Cómo pueden los productores hacerle frente?

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve la agricultura de conservación como un sistema efectivo para hacer frente a la sequía. Debido a que este sistema agrícola contempla la cobertura del suelo con rastrojos o residuos agrícolas del ciclo anterior, el suelo queda protegido y conserva mayor humedad. En este sentido, no es exagerado decir que el rastrojo es un héroe en años secos.

Junto con otras prácticas sustentables derivadas y asociadas —como la elección de fechas de siembra y variedades adecuadas (particularmente de ciclo corto), la diversificación de cultivos (donde en las rotaciones o asociaciones una especie puede proporcionar sombra a otra, o compensar las posibles pérdidas, por ejemplo) y los cultivos de cobertura (que funcionan como una trampa de humedad, ya que retienen rocío y evitan que se pierda por evaporación)—, la agricultura de conservación contribuye a minimizar los impactos de la canícula. 

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Agricultura y apicultura van de la mano en el segundo boletín agroclimático de Yucatán

El segundo boletín de la Mesa Técnica Agroclimática de Yucatán agrupa, por primera vez, la agricultura con la apicultura, con el fin de difundir los pronósticos climatológicos de junio a agosto, así como recomendaciones técnicas para productores. 

Este boletín es producto de la alianza entre la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la Secretaría de Desarrollo Rural de Yucatán (SEDER), la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) de Yucatán, y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Ya que Yucatán tiene condiciones muy particulares, donde gran parte de los productores tienen sistemas complejos donde producen granos básicos, pero también solares con hortalizas y árboles frutales, e incluso abejas para la producción de miel (como se mencionó en el primer boletín que puedes leer aquí), se decidió desarrollar esta versión del boletín.

El documento describe las condiciones climatológicas para el periodo mencionado, entre las que destacan: precipitación menor a lo habitual durante junio para las cuatro regiones del estado (Ticul, Valladolid, Tizimín y Mérida). Precipitación mayor a lo habitual durante julio para las cuatro regiones, y durante agosto se pronostican lluvias en general similares a los años anteriores.

Las recomendaciones que se hacen están basadas en investigaciones realizadas por el INIFAP, el CIMMYT y otros aliados. En el caso del Hub Península de Yucatán, del CIMMYT, se han podido validar algunas recomendaciones técnicas que están incluidas en este boletín gracias a proyectos como Milpa Sustentable, Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas, y MasAgro-Cultivos para México, financiados por Citibanamex, Fundación Haciendas del Mundo Maya, Walmart Foundation y el Gobierno Federal, respectivamente. 

Entre las recomendaciones técnicas validadas se encuentran la selección de variedades adecuadas de maíces según la duración de su ciclo (destacando variedades de ciclo corto y largo), el uso de biofertilizantes para reducir el uso de productos químicos, la aplicación de microorganismos mejoradores de suelo, y la colocación de trampas con feromonas (para monitorear la presencia del gusano cogollero) como componente de un manejo agroecológico de plagas. 

En paralelo a la construcción de este boletín, el pasado 7 de junio se realizó una sesión en línea donde participaron productores agrícolas, apícolas, investigadores y otros actores clave. Durante la sesión se presentaron los pronósticos climatológicos por parte de la CONAGUA y posteriormente se desarrolló un diálogo entre productores para reflexionar sobre el pronóstico, lo que implica para sus sistemas de producción y cómo el boletín puede ser utilizado como una herramienta que les ayude a anticipar y facilitar su proceso de toma de decisiones en este ciclo. En este sentido, coincidieron, es importante difundirlo y hacerlo llegar al mayor número de productores posible. 

Finalmente, es importante mencionar que el Hub Península de Yucatán del CIMMYT sigue validando y difundiendo innovaciones tecnológicas acordes a las características regionales, entre ellas la diversificación de cultivos (donde se promueve la incorporación de leguminosas y oleaginosas en sistemas de maíz), el manejo de malezas y alternativas de maquinaria pequeña (como la desbrozadora o el rototiller) para contribuir a resolver problemáticas complejas de sistemas de producción de la Península de Yucatán, ayudando a la agricultura y protegiendo a la apicultura.

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Diversificar cultivos les permitió pasar del autoconsumo a la comercialización de sus productos

Aceptar sembrar cultivos que antes no había probado ha hecho que Jacobo Tanislado Benítez González sea un productor innovador en su comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, Oaxaca, donde combina la siembra de cinco variedades de frijol, girasol de ornato y cuatro variedades de maíz nativo o criollo.

Cuando habla del trabajo con Jacobo, la colaboradora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Clara Santos Rodríguez —quien le ha brindado acompañamiento técnico al productor—, inevitablemente recuerda la resistencia que anteponía creyendo que los abonos que utilizaba eran suficientes.

Él se resistía mucho, decía que con sus abonos era suficiente. Pusimos un módulo o parcela demostrativa y vio la diferencia, cuánto rendía en forraje cada uno de los cultivos y él empezó a sembrar por su cuenta. Ahora siembra tres variedades de frijol, además de que otro cultivo que le gustó mucho es el girasol”, comenta Clara Santos. 

Diversificar los cultivos en una parcela permite a un productor como Jacobo tener alimento para autoconsumo, forraje para alimentar sus animales de traspatio y un ingreso extra al comercializar flores de ornato y granos que su esposa Francisca Cantón vende los jueves en el mercado de la Villa de Zaachila, a 15.5 kilómetros de la ciudad de Oaxaca.

El cambio es que ya salen más centavitos. Con su operación —de la próstata y luego del apéndice— Jacobo ya no puede trabajar más, nos ayudamos con lo de la flor y el frijol”, dice Francisca, cuya labor no se limita a vender y preparar los alimentos en la casa, pues lo mismo se encarga de la fertilización, de preparar el abono o limpiar el frijol, el cual pasa de un recipiente a otro tantas veces como sea posible —hasta que el viento se lleva toda la basura que se queda de su baya seca— antes de salir de casa a venderlo.

Francisca y Jacobo son adultos mayores, las innovaciones que han incorporado han fortalecido sus aprendizajes sobre la producción en el campo, los cuales se asientan en la labor tradicional —incluyendo el arado “sobre puro caballo”—. Así, después de varios años de dejarse guiar por los conocimientos de la colaboradora del CIMMYT, se sienten orgullosos de cultivar maíz y, también, de hacerlo cuidando suelo y agua.

Como campesinos no nos dábamos cuenta de lo que pasaba con nuestro suelo. Teníamos la costumbre de sacar la hierba y echarle lumbre, ahora la dejamos y sirve como abono”, expresa el productor que ya puede mantenerse de los ingresos por la venta de frijol y, desde hace cuatro años, girasol dólico que en este 2021 logró vender como flor de ornato.

“La flor la estamos vendiendo a $80 o $90 la docena” —cuando el año anterior solo lograba que le pagaran $25 o $30 por docena—. Además de servir para ornato, el girasol le sirve a Jacobo como forraje y, con el maíz, “es mejor, todavía más nutritivo, porque les sirve a los animales”, comenta el productor. 

Los trabajos con Jacobo han servido para que otras personas comiencen también a sembrar el girasol en la Villa de Zaachila y otras comunidades aledañas donde la colaboradora del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Clara Santos Rodríguez, brinda también acompañamiento técnico.

Tlanichico es una comunidad rural en la que estamos implementando la diversificación de cultivos —uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación—, en este caso mediante la asociación de maíz con girasol, incorporación de leguminosas, semillas mejoradas y fertilización orgánica”,  comenta Clara Santos.

Estas acciones para promover la diversificación de cultivos forman parte del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. 

Normalmente en el ciclo primavera-verano en Tlanichico solo se cultivaba maíz con calabaza, pero con el proyecto se comenzó a impulsar el cultivo asociado con leguminosas, “para aprovechar al máximo las lluvias y que el productor tenga un poco más de forraje para su ganado”, comenta Clara, quien menciona que también se están utilizando bioinsecticidas elaborados con plantas de la región como el toloache, el chile y la higuerilla.

Así, entre ciclo y ciclo, en Tlanichico ahora se rotan cultivos, se siembran leguminosas que funcionan como abonos verdes o cultivos de cobertura para que el suelo no se quede desprotegido, sino para que se aproveche, fijando además nitrógeno atmosférico a un suelo pobre por encontrarse principalmente en lomeríos, muy susceptibles a la erosión.

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Un muy buen primer año de innovación en familia

Comenzar a estudiar la ingeniería en Sistemas de Producción Agroecológica hizo que Marco Antonio Rodríguez Pedro facilitara a su familia —en San Miguel Figueroa, Pochutla, en la costa de Oaxaca— abrir la puerta a la innovación agrícola que le ofreció Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Él fue la pieza clave para que su padre Vicente Rodríguez Rodríguez, su madre Juana Pedro De la Rosa, su hermana Maribel de 17 años, e incluso su hermano Brian de nueve años, cambiaran la forma convencional de sembrar —la cual propiciaba la degradación de sus suelos— por fertilización fraccionada con dos aplicaciones, el manejo de cobertura del suelo y el control oportuno de malezas.

Es el primer año Marco Antonio y su familia implementan estas prácticas sustentables, las cuales incluyen la diversificación de cultivos. Anteriormente ellos sembraban solo cuatro cultivos. Hoy, siembran ocho distintos: frijol ejotero —conocido como blanco—, frijol caupí negro, canavalia, calabaza, ajonjolí, jícama, jamaica de cáliz rojo y maíz.

Vicente Rodríguez reconoce que, a pesar de trabajar las tierras desde “chiquillo”, ha sido su hijo Marco Antonio quien lo ha motivado a echarle ganas e implementar nuevas prácticas con la asesoría técnica que le brinda el proyecto. Juana Pedro, la mamá de Marco Antonio y responsable de la comercialización de la producción familiar, comenta en este sentido que: “a mí me gusta venir al campo y ahora que mi hijo está estudiando nos motiva”. 

Para el técnico y colaborador del CIMMYT, Omar Francisco Sánchez Ríos, “con la Agricultura de Conservación podemos tener sistemas que se adapten o tengan cierta tolerancia a la sequía”. Además, la inclusión de leguminosas permite mejorar la calidad nutricional de los alimentos, mejorar la estructura del suelo e interferir en los ciclos de vida de plagas y malezas, disminuyendo su incidencia en la parcela. 

Junto con la diversificación de cultivos, en la parcela de la familia Rodríguez Pedro se incluyó la asociatividad y la medición de las precipitaciones pluviales —ya que las condiciones climáticas han vuelto a las lluvias muy erráticas—, lo cual le permite a Marco Antonio afirmar que en la temporada de lluvias de este 2021 el agua fue muy escasa, a pesar de momentos nublados en los que aparentaban fuertes lluvias.

Tenemos intervalos muy secos y aún con esa escasez de lluvia hemos tenido buena producción de maíz y productos en general porque trabajamos con la Agricultura de Conservación. Este sistema nos ha permitido optimizar el uso de fertilizante y reducir los gastos excesivos porque implica el mínimo movimiento del suelo, la incorporación de residuos de cosecha y la rotación de cultivos”, afirma Marco Antonio. 

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Agricultura de Conservación y Milpa Intercalada con Árboles Frutales, una buena combinación

En Oaxaca, más del 60% de los suelos están erosionados y los cambios en el uso del suelo han favorecido ciclos de barbecho más cortos, empeorando la degradación. En el caso de los agricultores en laderas, la Agricultura de Conservación y la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) pueden combinarse exitosamente para reducir la erosión y mejorar la seguridad alimentaria, refiere un nuevo estudio de un grupo de investigadores de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), publicado recientemente.

El estudio es relevante en muchos sentidos. Primero, porque son pocos los estudios científicos orientados a identificar y/o evaluar prácticas adecuadas y viables para los pequeños productores en laderas. Segundo, porque se llegó a considerar que la Agricultura de Conservación y la agrosilvicultura ―la combinación de árboles y cultivos agrícolas, como en el sistema MIAF― no eran compatibles. 

Gracias a este estudio se confirma que la Agricultura de Conservación ―sistema que tiene por componentes básicos la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos― y el MIAF no solo son prácticas complementarias como algunos autores ya habían sugerido, sino que constituyen una vía para la intensificación sostenible y adaptada localmente del sistema de producción tradicional a través de cambios de bajo costo que se encuentran dentro de las posibilidades de los agricultores. 

Los investigadores establecieron, desde 2014, el mismo diseño experimental en dos lugares de Oaxaca ―en los municipios de Santa María Teopoxco y Tamazulápam del Espíritu Santo― para evaluar la Agricultura de Conservación con MIAF junto con agricultores locales. La diversificación de cultivos ―a través de la rotación de cultivos, cultivos múltiples, cultivos de relevo o agrosilvicultura― fue lo que más incrementó los rendimientos del sistema, hasta 1.4 toneladas por hectárea (t/ha) en Teopoxco y 1.7 t/ha en Tamazulápam. 

El estudio señala que el mayor uso de insumos a través de una mayor fertilización o encalado no incrementó la rentabilidad lo suficiente como para justificar su uso. En cambio, la labranza cero y la retención de residuos aumentaron los rendimientos y redujeron los costos de producción. En suma, la Agricultura de Conservación con MIAF resultó un sistema rentable y de alto rendimiento que también redujo el riesgo de los agricultores al proporcionar varias cosechas al año. 

En este sentido, el estudio destaca que en los ciclos en que la cosecha principal fracasó, los árboles frutales pudieron producir debido a su diferente estación de crecimiento en comparación con el maíz. Ya que el cambio climático aumentará la frecuencia de tales temporadas de cultivo, la diversificación de cultivos mejoraría la resiliencia de la producción de los pequeños agricultores, reduciendo el riesgo de fracaso general de los cultivos. En el caso de este estudio, la inclusión de un cultivo de relevo de chícharos en Teopoxco y el multicultivo de maíz-hoja de higuera-calabaza-frijol en Tamazulápam permitieron que los sistemas fueran más productivos.

Los investigadores concluyen que la rotación de cultivos y la labranza cero fueron las prácticas que más aumentaron los rendimientos del maíz, y señalan que los rendimientos de las variedades de maíz autóctonas se pueden aumentar de forma sostenible en los sistemas de cultivo de laderas de pequeños agricultores sin necesidad de insumos costosos. Por supuesto, las investigaciones para identificar y/o validar las mejores prácticas agrícolas para los sistemas en laderas aún debe continuar, pero este estudio sin duda representa un gran avance en la materia.

El estudio completo puede ser consultado gratuitamente en la revista Frontiers in Agronomy, la cual publica investigaciones rigurosamente revisadas por pares sobre temas relacionados con la agronomía: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fagro.2021.787507/full

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Cuidar sus suelos les ha abierto la puerta a nuevos mercados

Villaflores es uno de los municipios más representativos de la Frailesca. Esta región llegó a ser conocida como el “granero de Chiapas”, pero por diversas circunstancias actualmente la región tiene suelos degradados, una superficie agrícola más reducida y una creciente vulnerabilidad de los pequeños agricultores cuyas organizaciones, con frecuencia, tienen dificultades de capital, capacitación organizativa y técnica, acceso a crédito, liderazgo, información de mercados y migración. 

Para contribuir a cambiar esta situación, el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), impulsa en Villaflores la adopción de prácticas de Agricultura Sustentable —particularmente la diversificación de cultivos— y promueve la asociatividad. 

“Trabajo el campo con mi familia, con mis hijos. Antes lo que hacíamos era levantar el rastrojo y luego meter ganado. Ahora ya cambiamos, ya no movemos la tierra. Entre menos movimiento es mejor. Hacemos camas permanentes y dejamos el rastrojo como cobertura. A mucha gente le ha gustado la forma cómo vamos trabajando porque cosechamos más y nos queda un poquito más de recurso. Así ya hasta podemos hacernos de otra maquinaria, aunque sea año con año, ya tenemos una seguridad para irla pagando”, comenta don Víctor Manuel Martínez Durán, productor de El Rancho El Vergel, en Villaflores, Chiapas, quien participa en el proyecto. 

“Nos llamó mucho la atención las compras consolidadas —un esquema de compras en conjunto que permite obtener precios más bajos—, que eso nos vino a beneficiar mucho, nos dieron buen precio”, comenta don Víctor, quien también ha encontrado ahorros significativos en la nueva forma de trabajar la tierra: “En lo que es Agricultura de Conservación sí es un buen beneficio para nosotros como campesinos, porque ya no aramos, solo hacemos camas una vez y les damos mantenimiento los siguientes años. Así ya no gastamos en el arado que es caro, que nosotros lo hacemos, pero es un costo”. 

La salud del suelo también es fundamental para asegurar que los beneficios se sostengan en el tiempo y por eso “los ingenieros del proyecto vinieron con la mira de que nosotros hiciéramos el análisis de suelo, y aquí nadie lo hace, porque nosotros no sabíamos para qué podría ser útil. Se hacía la agricultura convencional, sin ningún estudio. Ya con el análisis de suelo ya nos dieron el resultado y vimos cómo íbamos a fertilizar y qué es lo que les hacía falta a los suelos. Ahora pues el cultivo es más sano, más uniforme. Esa es una ventaja pues se ve el cambio que ha tenido la tierra”, señala el productor. 

Muy cerca de El Rancho El Vergel, en el Ejido Villa Hidalgo, miembros de la Sociedad de Producción Rural Las Casitas —quienes también participan en el proyecto— coinciden en la utilidad de apostar por la salud de los suelos. Don Rigoberto Alfaro Rosales, por ejemplo, comenta que “la conservación de suelos nos ha dado muchos resultados porque hemos invertido menos y hemos producido más; la materia orgánica que estamos dejando nos ayuda a que la maleza no salga. Hemos visto el beneficio que nos ha dado estos cursos, de todo lo que es asociatividad, subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— que es primordial, porque los terrenos estaban muy compactados”.

El proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT busca desarrollar y fortalecer las capacidades de los productores: “los ingenieros nos apoyan no solo en la teoría, también en la práctica. Gracias a ese apoyo lo que hoy este grupo está haciendo es cuidar los suelos. La materia orgánica se queda en el terreno, así brota menos ‘monte’ y hay más productividad” —los rendimientos de la sociedad pasaron de alrededor de cuatro a siete y media toneladas por hectárea gracias a la diversificación de cultivos con leguminosas, comentan—, comenta Adaín Vázquez Sánchez, miembro de la sociedad Las Casitas. 

“Eso impacta más porque no es solo una familia, sino un grupo de compañeros y amigos y nuestras familias los que estamos siendo beneficiados y que llevamos una vida mejor porque otro de los beneficios que hemos obtenido como Sociedad de Producción Rural ha sido el acceso a nuevos mercados. El impacto del proyecto es una mejor economía y más salud por consumir alimentos menos contaminados”, enfatiza Adaín. 

Finalmente, Hermilo González Gómez y Eliobenay López Cruz, también parte de la Sociedad de Producción Rural Las Casitas, expresan que es importante estar dispuestos al cambio: “Estamos en toda la disponibilidad de seguir adelante con el proyecto y que nos sigan asesorando, queremos avanzar, queremos innovar más que nada, tener nuevos conocimientos para que esto mejore y que el día de mañana las nuevas generaciones tengan esto como una plataforma de cambio”.