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Diversificar cultivos es diversificar beneficios

Cultivo de maíz con mínima labranza y rastrojos sobre la superficie. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Cultivo de maíz con mínima labranza y rastrojos sobre la superficie. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

Aunque actualmente hay más información disponible sobre la agricultura de conservación, siguen existiendo muchas dudas por parte de los agricultores quienes, al desconocer información específica sobre cómo implementar este sistema, muchas veces optan por no hacerlo ante el temor de perder su inversión. 

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que permite mejorar los suelos agrícolas de muchas maneras, optimizar el uso del agua, reducir los costos de operación e incluso se ha documentado su potencial para incrementar los rendimientos bajo ciertas condiciones en el campo. 

Este sistema de producción tiene tres componentes básicos: 1) la cobertura del suelo con rastrojo, 2) la mínima labranza, y la diversificación de cultivos. Estos componentes aportan sus mejores beneficios cuando se implementan en conjunto. 

“Un beneficio de tener la cobertura del suelo y la rotación de cultivos, por ejemplo, es que estos dos componentes de la agricultura de conservación hacen que no tengamos malezas. Como pueden ver aquí básicamente no hay ninguna mientras que donde tenemos agricultura convencional está lleno de malezas”, menciona el investigador Simon Fonteyne mientras señala dos parcelas experimentales del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México, que contrastan notablemente. 

“Aquí tenemos labranza convencional sin residuos; como no tenemos cobertura, el suelo está cubierto con oxalis (Oxalis corniculata) o acederilla, uno de sus nombres comunes; algunos pastos, coquillo (Cyperus esculentus). Lo que ocurre es que la labranza controla las malezas al momento de las siembras, pero después también genera condiciones para que las malezas prosperen. En cambio, donde tenemos la agricultura de conservación vemos que no tenemos casi nada de malezas”, continúa Fonteyne, quien es el coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT.

Además de ayudar a controlar malezas, la diversificación de cultivos permite que los suelos estén en un mejor estado general porque ayuda a reponer las capacidades del suelo en medida que cada cultivo tiene necesidades y aportaciones de nutrientes diferentes (por ejemplo, las leguminosas ayudan a reponer los niveles de nitrógeno del suelo); o bien, algunos cultivos tienen propiedades agronómicas particulares que resultan útiles en ciertos contextos (el girasol, por ejemplo, ayuda a descompactar el suelo gracias a sus raíces pivotantes).

Diversificar cultivos (a través de rotaciones, asociaciones o relevos) permite también romper con los ciclos de diversas plagas y enfermedades. Ya que cada plaga tiene hábitos o un comportamiento específico asociado a un cultivo particular, al variar los cultivos estos ciclos pueden romperse. 

En el plano de la comercialización y la seguridad alimentaria la diversificación de cultivos también tiene beneficios, ya que incrementa la variedad de las dietas de las familias productoras, o bien, contribuye a tener una producción adicional en distintos momentos. 

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Diversificar cultivos promueve una mejor dieta y salud en las zonas rurales

Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Una dieta en transición 

Con un consumo por persona de alrededor de 200 kg de granos cada año, el maíz es la base de la alimentación de los mexicanos. El frijol y la calabaza también son alimentos básicos en el país, y lo han sido desde tiempos prehispánicos, ya que eran parte del sistema ancestral de la milpa. 

Si bien la dieta tradicional en México está basada en granos, leguminosas y vegetales, existe una la tendencia mundial de modificación de dietas por la globalización, la urbanización y el cambio en los estilos de vida. De acuerdo con la organización mundial de la alimentación (FAO), se ha observado esta transición alimentaria tanto en las zonas rurales como en las zonas urbanas, lo que se ha reflejado en un aumento en la demanda de carnes, lácteos y productos procesados, por encima de alimentos como cereales, leguminosas y verduras. 

Así, por ejemplo, entre 1970 y 2013 en México se ha observado una reducción de más de la mitad del consumo de los frijoles. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2018 también revela que 75 % de la población mexicana no come suficientes leguminosas de acuerdo con las recomendaciones del grupo EAT-Lancet para una dieta sostenible y saludable. Entre los factores que han contribuido a esta disminución están aspectos socioculturales, donde el consumo de frijoles se ha asociado, erróneamente, a la pobreza. 

Cambios como estos han empeorado el problema de malnutrición, generando una doble carga que se traduce en la coexistencia de la desnutrición, así como el sobrepeso y obesidad. Esta compleja situación también es factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes y distintos tipos de cáncer. Por esto es importante cambiar este patrón y promover dietas saludables y sostenibles ya que, además, se proyecta que el cambio climático empeorará la situación, particularmente en las zonas rurales con más vulnerabilidad. Los frijoles, y las leguminosas en general, tienen el potencial para cambiar esto. 

¿Cuáles son las ventajas de comer frijoles y las leguminosas en general? 

Los frijoles y las leguminosas son una buena fuente de varios micronutrientes como potasio, magnesio, ácido fólico, hierro y zinc, y son fuente importante de proteínas de origen vegetal. En particular, se encuentran entre los únicos alimentos vegetales que proporcionan cantidades significativas de lisina, unos de los aminoácidos esenciales para los seres humanos —el maíz, por ejemplo, es deficiente en lisina por lo que combinar maíces y frijoles es una forma de remediar la carencia en aminoácidos esenciales—. 

Las leguminosas también son una buena fuente de fibras y almidón resistente —un tipo de carbohidrato que aporta múltiples beneficios para la salud—, con implicaciones positivas en la prevención de enfermedades crónicas como cáncer o diabetes. Las fibras, al regular el tránsito gastrointestinal contribuyen a que los frijoles tengan un índice glicémico bajo —es decir, que su capacidad de aumentar el nivel de azúcar en la sangre es bajo—, en comparación a otros grupos de alimentos. 

Además, las leguminosas contienen fitoquímicos (polifenoles) y antioxidantes —compuestos  relacionados con la reducción de enfermedades cardiovasculares, de tumores y de enfermedades neurodegenerativas—, y están asociadas a la reducción del riesgo de enfermedades crónicas. De hecho, se ha demostrado en varios estudios que el consumo de leguminosas puede contribuir a disminuir el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

¿La diversificación de cultivos puede incidir sobre la dieta y la salud de los productores? 

La diversificación de cultivos en las parcelas de los pequeños productores tiene muchas ventajas, entre ellas la reducción de los riesgos de malas cosechas debido al cambio climático, plagas o enfermedades; una mejora de la salud del suelo; así como mayor rendimiento y sostenibilidad ambiental. 

Diversificar cultivos contribuye también a reducir los riesgos de desarrollo de hongos y la producción de micotoxinas, sustancias potencialmente dañinas para la salud. Las ventajas además pueden reflejarse en la dieta de las familias productoras que integran una mayor diversidad de cultivos a su alimentación.

Estudios en África, por ejemplo, han demostrado que la promoción de la diversificación de cultivos puede tener un impacto positivo sobre la salud de los adultos y los niños, además de contribuir al reducción de los riesgos de ingestión de micotoxinas, particularmente para los productores que viven en zonas remotas y que tienen poco acceso al mercado. 

Promover la diversificación de cultivos es entonces una forma de lograr sistemas agroalimentarios locales resilientes y la seguridad alimentaria de los productores de pequeña escala. Así, es importante que los programas de diversificación estén acompañados de actividades de educación nutricional —para demostrar a las comunidades los beneficios asociados al consumo de frijoles y leguminosas en general— y estén soportados con actividades de empeoramiento de mujeres y jóvenes.

En el sur y sureste de México, Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están impulsando la diversificación de cultivos a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’. Con esta iniciativa se promueve la diversificación de cultivos, la asociatividad en el medio rural y los liderazgos comunitarios. Además, se impulsa la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, de la que se desprende este artículo.  

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Beneficios de establecer nuevos cultivos

Leguminosas en un sistema de cultivos diversificados. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Leguminosas en un sistema de cultivos diversificados. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

“Si siempre tenemos el mismo cultivo, este ya tiene plagas y enfermedades asociadas, tiene malezas que ya están adaptadas a crecer en conjunto. Y si se continúa con un solo cultivo, entonces vamos a aumentar la cantidad de semillas de esas malezas, la cantidad de esporas, la cantidad de insectos-plaga y tendremos cada vez más problemas que generalmente los productores intentan resolver usando cada vez más agroquímicos”, comentó Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Durante su ponencia en el marco de Expoceres 2023 —uno de los eventos del sector agrícola más importantes del país, organizada por Grupo Ceres—, el investigador del CIMMYT señaló que ante esta problemática existen soluciones, como la diversificación de cultivos, que, “en cambio, nos permiten disminuir la incidencia de esas plagas, reducir la semilla de maleza y reducir la dependencia de agroquímicos”. 

Al tener más de un cultivo en un mismo terreno a lo largo de los años, la diversificación con cultivos alternativos ofrece amplios beneficios, como romper los ciclos de plagas, malezas y enfermedades; fijar nitrógeno —si se incluyen leguminosas—; mejorar la fertilidad; obtener mayores rendimientos; incrementar la biodiversidad; diversificar las cargas de trabajo y reducir los riesgos climáticos.

“No todos los cultivos florecen o maduran en el mismo momento, así que si tenemos diferentes cultivos se reducen los riesgos climáticos. Por ejemplo, si llega una granizada o una sequía y tenemos un solo cultivo, entonces puede ser que todo se pierda, pero si tenemos diferentes cultivos no todos van a tener la misma susceptibilidad al mismo tiempo. Puede ser que la sequía afecte al maíz, pero no al frijol, y así no vamos a perder todo si tenemos varios cultivos”, puntualizó Simon Fonteyne.

Para algunos productores en el norte de México optar por cultivos alternativos suele ser una decisión compleja porque a veces no es tan fácil encontrar cultivos que tengan una ganancia similar a los cultivos de alto rendimiento que acostumbrar establecer. No obstante, la diversificación de cultivos puede aportar otro tipo de ganancias.

“Los resultados que hemos visto en diversos ensayos con relevo de dolicos o canavalia, por ejemplo, es que los rendimientos con 80 unidades de nitrógeno son casi los mismos que con 160 unidades. Esto significa que podríamos reducir la fertilización nitrogenada hasta la mitad teniendo los mismos rendimientos. Además, con los precios del nitrógeno actuales, eso se vuelve una propuesta bastante viable para la economía del productor”, refirió el investigador. 

“En parcelas de investigación la rotación maíz-trigo ha aumentado el rendimiento del maíz una tonelada por hectárea en promedio; y tratamientos de rotación maíz-frijol han aumentado el rendimiento del maíz 1,5 toneladas por hectárea en promedio”, señaló Simon Fonteyne, quien refirió que estos resultados positivos también se han observado en las parcelas de los productores que han adoptado alguna de las varias formas de diversificar: rotaciones —diferentes cultivos cada año—, policultivo —diferentes cultivos en conjunto, como la milpa—, cultivos de relevo —otro cultivo sembrado antes de la cosecha del cultivo anterior—, cultivos de cobertura —sembrado después de los cultivos principales, sin objetivo de cosecharlo, pero sí para fijar materia orgánica o nitrógeno— o agroforestería —inclusión de árboles en la agricultura—.

Este es un extracto de la ponencia ¿Por qué establecer nuevos cultivos? Ventajas de los cultivos alternativos en el norte de México. Te invitamos a verla completa dando clic aquí.

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Las micotoxinas, un peligro invisible para la salud del consumidor

Aspecto de una mazorca de maíz contaminado con micotoxinas. (Foto: CIMMYT)
Aspecto de una mazorca de maíz contaminado con micotoxinas. (Foto: CIMMYT)

Durante el crecimiento de la planta de maíz y durante la poscosecha, las plantas y los granos pueden ser colonizados por una serie de hongos, algunos de ellos produciendo metabolitos secundarios —sustancias que las plantas liberan cuando se encuentran en condiciones de estrés causadas por diversos factores, como otros organismos o por condiciones climáticas adversas— conocidos como micotoxinas. 

La contaminación por micotoxinas puede suceder a cualquier etapa de la cadena de producción, empezando con el tipo de semillas usado, las prácticas de campo (fecha de siembra, manejo de fertilidad y de plagas y enfermedades) y las prácticas poscosecha (fecha de cosecha, secado, limpieza, almacenamiento y el procesamiento). 

Existe diferentes tipos de micotoxinas. El maíz y los granos básicos, en general, son susceptibles a la infección por hongos de géneros como Aspergillus, Fusarium y Penicillium, los cuales pueden producir diversos grupos de micotoxinas, como las aflatoxinas, las fumonisinas, el deoxinivalenol, los tricotecenos y la zearalenona. 

Las aflatoxinas en particular son un potente tipo de micotoxina y la exposición directa a estas sustancias, a través del consumo de alimentos contaminados, puede resultar nociva para la salud de humanos y animales, pudiendo ocasionar retraso de crecimiento en los niños, inmunosupresión —disminución o supresión de las defensas del organismo—, e incluso enfermedades como el cáncer de hígado. Lo más peligroso con las aflatoxinas y las micotoxinas es que son difíciles de detectar porque no tienen olores o sabores. 

En México y Centroamérica se tiene registro de poblaciones con exposición crónica a estas sustancias. No obstante, se han registrado brotes de contaminación de aflatoxinas en todo el mundo, particularmente en países de África como Kenia, Tanzania y Nigeria, donde se han reportado casos de exposición crónica y aguda. Sin embargo, no se han identificado con precisión las zonas afectadas. También se proyecta que los brotes de contaminación empeoran con el calentamiento global y los eventos climáticos extremos. 

Para mitigar la proliferación de hongos y la contaminación por micotoxinas se requiere un acercamiento integrado que incluya la combinación de varias prácticas, empezando con la selección de variedades resistentes, las buenas prácticas de cultivo, el control biológico de los hongos productores de aflatoxinas y las buenas prácticas poscosecha y de procesamiento. 

La diversificación de cultivos, por ejemplo, es una de las prácticas que permite minimizar los riesgos de desarrollo de los hongos, ya que producir una variedad de cultivos en una misma parcela ayudar a romper los ciclos de desarrollo de los hongos y sus poblaciones en el suelo. 

Otras formas de diversificar cultivos, como las rotaciones o los cultivos intercalados también ayudan a mejorar la salud del suelo, lo que beneficia igualmente a las plantas en el siguiente ciclo, minimizando las condiciones de estrés que pueden conducir al desarrollo de hongos. Además, estas prácticas también contribuyen a la diversificación de la dieta de las familias productoras y a una mejora en la inocuidad de los alimentos y la nutrición en general.

Para proporcionar opciones de diversificación de cultivos a los productores del sur y sureste del país —donde las condiciones climáticas favorecen la presencia de los hongos descritos—, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation promueven el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’. 

En el marco del proyecto en mención, en las siguientes semanas se desarrollará la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, con la que se compartirá información útil y accesible para que técnicos, productores y población en general conozca cómo mitigar el riesgo de contaminación por micotoxinas. Los invitamos a estar pendientes de estas publicaciones y a compartir esta importante información, misma que se pondrá a disposición a través del Boletín EnlACe y los canales de ACCIMMYT en Facebook, Twitter y YouTube. 

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Liderazgos comunitarios facilitan el acceso a financiamiento

Productores de Larráinzar, Chiapas (México) y técnicos del Hub Chiapas del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales)
Productores de Larráinzar, Chiapas (México) y técnicos del Hub Chiapas del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales)

Para muchos agricultores acceder a un financiamiento puede ser muy complejo y, en muchas ocasiones, poco conveniente si no se toman las consideraciones necesarias. Para facilitar a los productores del sur y sureste de México el acceso a financiamiento sin que represente una complicación para ellos, un proyecto impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) está promoviendo el desarrollo de capacidades en temas de asociatividad y educación financiera. 

“El financiamiento que promovemos en el marco de este proyecto es a través de FIRA o de Financiera Nacional, con porcentajes de alrededor del 17 % de interés anual, cuando con un intermediario financiero o un particular están cobrando el 15 % mensual”, comenta Jorge García, gerente del Hub Chiapas del CIMMYT.

Recientemente en el estado mexicano de Chiapas se realizaron jornadas con líderes comunitarios donde se compartieron experiencias exitosas de productores que han integrado prácticas de agricultura sustentable —particularmente la diversificación de cultivos— y han apostado por la asociatividad para realizar acciones en conjunto, como las compras consolidadas.

Tenemos el caso de un grupo de productores que el año pasado ahorraron cien mil pesos en la compra de fertilizante porque lo hicieron de manera conjunta, eso ya es un recurso considerable. También hemos hecho algunos ejercicios de comercialización de manera conjunta con algunas instituciones locales y compradores locales, y esas experiencias exitosas las estamos difundiendo a través de los líderes comunitarios”, puntualiza el gerente del Hub Chiapas del CIMMYT.

“En esta tercera fase del proyecto estamos trabajando en este componente financiero, en el tema de desarrollo de modelos de mercado y manejo de riesgos. Lo que se busca es dinamizar la economía de las comunidades, dinamizar los mercados, crear condiciones propicias para generar empleo rural y, sobre todo, ampliar la capacidad productiva a través de la inversión y el desarrollo de capacidades”, menciona Ramiro Ortega, especialista en finanzas rurales del CIMMYT.

Para promover mejores prácticas agrícolas que amplíen la capacidad productiva y desarrollar capacidades en las comunidades es fundamental impulsar los liderazgos comunitarios porque “a través de ellos llega información a las comunidades, y esto es muy importante en términos tecnológicos y de capacitación porque no solo se involucra a los grupos de productores a quienes el proyecto brinda acompañamiento técnico directo, sino que es toda la comunidad la que puede acceder a la información, al conocimiento y la tecnología”, puntualiza Jorge García.  

Además del acompañamiento técnico en temas agronómicos, el acceso al financiamiento y las compras consolidadas, se propicia también que los productores líderes establezcan vínculos con puntos de maquinaria especializada para desarrollar agricultura de conservación, que es otra de las estrategias que se están promoviendo en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, de Walmart Foundation y el CIMMYT. 

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Construir confianza, desde las parcelas y hasta las comunidades

Productor de Chiapas trabajando milpa intercalada con árboles frutales. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Productor de Chiapas trabajando milpa intercalada con árboles frutales. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para las comunidades rurales la agricultura y el desarrollo van de la mano. Si las personas no encuentran en la agricultura un medio de vida adecuado el mismo tejido social corre el riesgo de fracturarse. 

“Una de las actividades del proyecto con Walmart Foundation es fortalecer comunidades rurales y es a través de los líderes comunitarios que estamos trazando las actividades de capacitación, procesos de seguimiento técnico y establecimiento de parcelas demostrativas; y con ellos también se hace todo el proceso de gestión de asociatividad”, comenta Jorge García, gerente del Hub Chiapas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ es el proyecto al que se refiere Jorge, opera desde 2017 promoviendo la diversificación de cultivos y la asociatividad como punto de partida del desarrollo rural y, a cinco años de haber iniciado, el proyecto ahora centra sus esfuerzos para consolidar liderazgos comunitarios que permitan potenciar los beneficios de la iniciativa.

“En muchas comunidades ya hay avances notables en el tema agronómico, por lo que ahora estamos poniendo el foco de atención en temas como asociatividad, acceso a financiamiento, compras consolidadas de insumos y procesos de comercialización”, puntualiza el gerente del Hub Chiapas del CIMMYT. 

“Quienes ya han hecho ejercicios de compras consolidadas pueden tener ahorros muy importantes. Tenemos el caso de un grupo de productores que el año pasado ahorró cien mil pesos en la compra de fertilizante de manera conjunta, eso ya es un recurso considerable. Lo que hacemos entonces es vincular a los productores que van iniciando con estos que ya van más avanzados, llevarlos a que los visiten y platiquen y poco a poco llevarlos en el proceso. Así es como construimos confianza”. 

Buscando fortalecer a estas personas en sus habilidades tanto técnicas, como asociativas y para la toma de decisiones, el Hub Chiapas del CIMMYT realizó, durante dos semanas, encuentros con estos productores líderes —las jornadas se desarrollaron Villaflores, Chiapa de Corzo, Comitán, Larráinzar, Zintalapa y otros lugares estratégicos de Chiapas— a fin de promover el intercambio de experiencias y “construir de manera conjunta un codiseño de los planes de trabajo que se van a hacer en cada comunidad”, enfatiza el gerente del Hub. 

“Con ellos tuvimos una reunión, hicimos un taller, platicamos con ellos sobre el objetivo del proyecto en esta etapa, lo que se quiere lograr y la importancia de su participación porque a través de ellos se hacen todas las actividades y lo que se buscó en las jornadas es que de manera conjunta decidieran qué es lo más prioritario para sus comunidades en términos de las actividades a desarrollar”, señala Jorge. 

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Garbanzo, una buena alternativa de rotación

Desarrollo de garbanzo en el sistema de labranza mínima con cobertura en la plataforma de investigación de San Francisco Lachigoló, Oaxaca, México. (Foto: Samuel Randy Aracen)
Desarrollo de garbanzo en el sistema de labranza mínima con cobertura en la plataforma de investigación de San Francisco Lachigoló, Oaxaca, México. (Foto: Samuel Randy Aracen)

El garbanzo (Cicer arietinum) es un cultivo que resulta una excelente opción de alimentación en la dieta de la población —tiene entre 18 y 21 % de contenido de proteína—. Además, esta especie tolera muy bien condiciones de poca disponibilidad de agua y genera una relación simbiótica con bacterias y microorganismos que fijan nitrógeno y lo incorporan al suelo. 

Por sus beneficios como cultivo para consumo humano (grano), forraje y fijación de nitrógeno, en distintos puntos del sur-sureste de México se ha sembrado garbanzo a fin de identificar las mejores condiciones y prácticas agronómicas para su desarrollo. 

En el estado mexicano de Oaxaca, por ejemplo, se sembraron 342 hectáreas de garbanzo en —117 de ellas en la región Valles Centrales—, con un rendimiento promedio de 0,6 toneladas por hectárea (t/ha) durante el ciclo otoño-invierno a partir del mes de septiembre y mayormente con humedad residual. 

No obstante, durante los cuatro años en que se ha hecho investigación ha sido posible evaluar el comportamiento del garbanzo en condiciones de temporal bajo con un adecuado manejo agronómico, obteniéndose hasta 2,2 t/ha lo que permite generar  una utilidad de hasta  66 mil pesos (66 000 MXN), con un costo de producción reducido en un sistema de labranza mínima, por lo cual resulta una buena alternativa para los productores, además de que se trata de un cultivo con bajo requerimiento de agua, tolerante a sequía y con baja susceptibilidad a enfermedades y plagas. 

Debido al potencial de este cultivo, actualmente se evalúa en tres sistemas de labranza  —labranza convencional, con barbecho y rastra; labranza mínima, con subsoleo y rastrojo como cobertura;  y cero labranza, en el cual no se ha realizado alguna actividad mecanizada—, con la finalidad de impulsarlo como alternativa en la reconversión de cultivos en la región. 

Con los avances obtenidos hasta el momento es posible determinar que el cultivo de garbanzo se desarrolla muy bien en los sistemas donde se trabaja con agricultura de conservación, por lo que ahora el reto es promover entre los agricultores este cultivo como una alternativa viable para mejorar la fertilidad de suelo y una opción para generar ingresos. 

Por sus ventajas agronómicas y sus aportes nutricionales, el garbanzo es una de las diversas especies promovidas para diversificar cultivos en el marco del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

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Líderes comunitarios impulsan agricultura sustentable en Chiapas

Jornada con líderes comunitarios en el municipio de Villaflores, en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Jornada con líderes comunitarios en el municipio de Villaflores, en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

Muchos de estos agricultores eran vecinos, pero no habían trabajado de forma organizada. Otros sembraban solo maíz, y otros más no alcanzaban una producción suficiente para alimentar a sus familias todo el año. Hoy, gracias a que optaron por capacitarse en temas de asociatividad, diversificación de cultivos y agricultura sustentable, estos agricultores chiapanecos trabajan organizados, cultivan diversas especies, tienen excedentes que les permiten obtener ingresos adicionales y también refuerzan sus liderazgos comunitarios. 

Se trata de productores que participan en el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado en México por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

En el inicio de su tercera fase (la iniciativa se desarrolla desde 2017), el proyecto está impulsando el liderazgo comunitario y, en este marco, los equipos técnicos del CIMMYT en los respectivos estados donde tiene presencia el proyecto están realizando una serie de jornadas con líderes comunitarios, elegidos por los propios grupos de productores que participan en el proyecto. 

En el estado de Chiapas, “las jornadas iniciaron en Villaflores el 16 de noviembre, también estuvimos en Trinitaria, en Ocosingo, y esta semana estaremos en Cintalapa, Chiapa de Corzo, y Tapalapa, que es una zona de autoconsumo”, comenta Jorge García, gerente del Hub Chiapas del CIMMYT.

“Esta fase del proyecto se ha podido construir gracias a los aprendizajes y resultados de las etapas previas. Desde su inicio, el objetivo del proyecto ha sido apoyar a los productores de pequeña escala y sus comunidades, para aumentar su productividad, mejorar sus medios de vida e integrarlos de forma eficaz en el mercado”, señala el gerente del Hub Chiapas. 

“Se ha trabajado dos líneas estratégicas, la primera es el fortalecimiento de la parte agronómica a través de innovaciones como la diversificación de cultivos, conservación de granos, entre otras. Y la segunda, el fortalecimiento organizativo como base para los procesos de búsqueda de mercados, modelos de negocio e inclusión financiera”, continua el gerente. 

“Se han obtenido resultados importantes en ambas líneas de trabajo, y por eso estas jornadas con productores líderes son para dar a conocer los avances y resultados logrados hasta la fecha en cada una de sus regiones y de manera conjunta revisar, analizar y ajustar los planes de trabajo para sus comunidades en esta nueva fase del proyecto”, enfatiza Octavio García. 

En Chiapas hay productores tanto con enfoque comercial y producción intensiva en las zonas de Villaflores, Cintalapa y Chiapa de Corzo, pero también hay zonas de autoconsumo, como en Ocosingo, Comitán, Larráinzar y Tapalapa y, para todos ellos, el proyecto que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT, junto con diversos colaboradores locales, brinda alternativas para hacer de la producción agrícola sustentable un motor del desarrollo de las comunidades. 

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Inician jornadas con líderes comunitarios

Jornadas con líderes comunitarios en Oaxaca, México. (Foto: Rausel Ovando/CIMMYT)
Jornadas con líderes comunitarios en Oaxaca, México. (Foto: Rausel Ovando/CIMMYT)

Desde el año 2017, la diversificación de cultivos y la asociatividad para facilitar el acceso a mercados han sido los motores de un proyecto en beneficio de las comunidades dedicadas a la agricultura de pequeña escala en el sur y sureste de México. A cinco años de haber iniciado, el proyecto ahora centra sus esfuerzos para hacer de esos motores la base del empoderamiento de las comunidades. 

Se trata de ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que, en el marco de su tercera fase, busca impulsar el desarrollo de líderes comunitarios, particularmente mujeres. 

“El día de ayer trabajamos con alrededor de 21 líderes comunitarios, cada uno representa una comunidad rural. Son productores de San Mateo del Mar, Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec y otros municipios de la región que se conoce como el Itsmo seco, que tiene zonas planas y temporal errático. El día de hoy se trabajó con aproximadamente 40 líderes del Bajo Mixe, donde hay zonas planas y lomeríos. El día de mañana vamos a otra comunidad donde se espera que haya entre 25 y 30 líderes de zonas de laderas, con pequeñas superficies de cultivo y alta presencia de comunidades indígenas”, comenta José Rausel Ovando, coordinador técnico del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Estas jornadas con líderes comunitarios que comenzaron esta semana se extenderán hasta haber recorrido todas las regiones donde el proyecto ha tenido alcance, prácticamente en todo el estado y con productores que, ahora y en buena medida debido a esta iniciativa, producen una gran diversidad de cultivos: ajonjolí, jamaica, limón, diversas leguminosas y maíces nativos, entre muchos otros. 

En estas jornadas los líderes comunitarios “comparten sus experiencias y resultados tanto en el aspecto agronómico como en los temas de asociatividad, mercado, también cómo les ha ido con los productos que han vendido, si se han asociado para hacer compras consolidadas o ventas consolidadas. Igualmente, los colaboradores que nos ayudan a implementar el proyecto comparten sus experiencias y, al final, los líderes comunitarios validan o adecúan los planes de trabajo que en conjunto se han desarrollado para sus comunidades en esta nueva fase del proyecto”, señala José Rausel. 

“Las comunidades, representadas por estos líderes comunitarios, tienen intereses diversos, algunas más en temas de comercialización y precios justos, algunas más quieren seguir con la diversificación porque quieren continuar probando nuevos cultivos, o bien, algunas otras comunidades buscan resolver situaciones específicas de cultivos que ya producen”, comenta el especialista del CIMMYT, enfatizando en que también se abordan con ellos las particularidades de los componentes del proyecto: producción sustentable y liderazgo, acceso o inclusión financiera, mercados y modelos de negocios, y una novedosa propuesta sobre centros de semillas. 

Sobre cómo se eligieron a estos líderes comunitarios y cuál es su papel en el proyecto, José Rausel señala que “han sido los propios grupos de productores los que han elegido a sus representantes, por una parte, porque son conocidos en sus comunidades y participan activamente en las actividades tradicionales propias de cada localidad, pero también porque ya tienen experiencia con los trabajos que hemos venido realizando con el proyecto en las fases pasadas”. 

Estos líderes son personas que se han involucrado notablemente, comparten el conocimiento que adquieren en las actividades de capacitación, e incluso nos han dado semilla de la que han producido para compartir con otros agricultores. Además, tienen otras características importantes para representar a sus comunidades:  saber leer y escribir, tienen facilidad de palabra para comunicarse con sus demás compañeros y, en general, el interés y compromiso con el desarrollo de sus comunidades”, finaliza José Rausel. 

 

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Cempasúchil y cambio climático

Flor de cempasúchil en ofrendas de la Mixteca. (Foto: Gabriel Estrada)
Flor de cempasúchil en ofrendas de la Mixteca. (Foto: Gabriel Estrada)

Las cadenas de suministro de los productos del campo y los medios de vida de los agricultores se ven alterados cada vez más por los efectos del cambio climático. Las sequías prolongadas, las lluvias fuera de ciclo o torrenciales y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos constituyen la nueva normalidad climática que pone a prueba la capacidad de adaptación de los hogares rurales, particularmente de las familias dedicadas a la agricultura en pequeña escala. 

“Desde el 2016 hemos detectado la necesidad de modificar fechas de siembra para menguar los impactos de la canícula en los cultivos y aprovechar mejor las lluvias. Así fue como llegamos al cempasúchil (Tagetes erecta) y la borla (Celosia cristata)”, comenta Carlos Barragán, técnico de Agricultura Familiar y Agronegocios, una de las organizaciones que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas agrícolas más sustentables. 

Desde el punto de vista agronómico, el cempasúchil tiene propiedades para el control de plagas y es un abono verde notable. Además, su cultivo constituye una opción viable para contextos donde hay poca disponibilidad de agua debido a que su requerimiento hídrico es menor que otros cultivos. Aún así, encontrar las fechas óptimas de siembra en un contexto de cambio climático es todo un reto para los productores. 

Venta de cempasúchil, proveniente de Oaxaca, en el mercado de Jamaica de la Ciudad de México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Venta de cempasúchil, proveniente de Oaxaca, en el mercado de Jamaica de la Ciudad de México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

El cambio climático pone en riesgo la producción de cempasúchil: “Al ser la flor con mayor demanda para la celebración del Día de Muertos, tiene un periodo de venta muy específico, así que los productores a partir de su experiencia han definido fechas de siembra que les permita tener flor de calidad a finales del mes de octubre. No obstante, en los últimos años se ha detectado un incremento en la temperatura que repercute en el desarrollo y floración del cempasúchil, por lo cual una de las estrategias que se han implementado es modificar la fecha de siembra y el manejo del cultivo”, señala Barragán.

“Cuando no se realizan actividades de adaptación de los cultivos al cambio climático se obtienen resultados negativos para el productor. Para el caso específico del cempasúchil se obtiene flor de menor calidad que es castigada por el mercado con un menor precio o haciendo más difícil la venta”, menciona el técnico, enfatizando en que además existen factores culturales, como diversas festividades religiosas, que es necesario tomar en cuenta para brindar a los productores opciones viables. 

De acuerdo con el Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación más reciente publicado por la FAO, diversificar los cultivos ayuda también a diversificar los riesgos y reducir la vulnerabilidad a las perturbaciones y tensiones generadas por la variabilidad climática. En este sentido, es necesario seguir promoviendo la diversificación de cultivos a la vez que realizar actividades de adaptación de estos al cambio climático.