Parcela con cultivos diversificados en la que destaca el cultivo de cempasúchil, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Parcela con cultivos diversificados en la que destaca el cultivo de cempasúchil, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Aunque en México está estrechamente relacionada con su uso ritual el Día de Muertos, la flor de cempasúchil (Tagetes erecta y Tagetes patula) tiene usos muy variados y es una planta de gran interés a nivel internacional. De hecho, en India, China y Perú se concentra la producción mundial de cempasúchil, básicamente para la extracción de sus pigmentos —sus flores son ricas en carotenoides que proveen el característico color anaranjado vibrante—, siendo utilizada para dotar de color a la yema de huevo, pastas y otros productos.
Esta llamativa y comestible flor mexicana, destaca también por su uso para elaborar saborizantes y aromatizantes, tiene diversas aplicaciones médicas —además de su uso en medicina tradicional— e industriales y es apreciada como flor de ornato en Estados Unidos, Europa e India, donde se le cultiva extensamente para decorar festivales religiosos y eventos festivos, especialmente en la festividad hindú de Diwali.
Otro importante uso del cempasúchil es en la agricultura, donde su cultivo constituye una opción viable para contextos donde hay poca disponibilidad de agua debido a que su requerimiento hídrico es menor que otros cultivos. También es un abono verde notable. Es decir, que su cultivo ayuda a mejorar las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo; brinda refugio a insectos benéficos; ayuda a controlar malezas y protege al suelo de la erosión, ya que funciona como cubierta vegetal.
El cempasúchil es una planta anual que crece mejor en climas cálidos y soleados, requiriendo suelos bien drenados y tolerando condiciones de sequía moderada, de manera que su introducción, y la de otras especies de plantas cultivables con menor requerimiento hídrico, tiene la intención de que los productores se adapten y sean resilientes ante los efectos del cambio climático.
El cempasúchil brinda beneficios más allá de lo agronómico: la venta de flores para la temporada de Día de Muertos puede representar un ingreso adicional para las familias productoras, así como una forma de hacer más rentables sus parcelas gracias a la diversificación de cultivos; también se fortalecen las tradiciones e incluso se promueve el turismo porque las parcelas de cempasúchil se convierten en auténticos jardines de color naranja que florecen en un contexto de clima cambiante.
Adicionalmente, por sus propiedades insecticidas, larvicidas y nematicidas —los nematodos son un tipo de gusanos redondos o cilíndricos que en su mayoría se alimentan de la materia orgánica en descomposición, pero algunos basan su modo de vida en el parasitismo—, la planta es considerada una alternativa potencial en el manejo de plagas y enfermedades, ya sea a través de la asociación de cultivos —se ha documentado que en rotación con maíz en tierras templadas con antecedentes de gallina ciega, reduce notablemente las poblaciones de ese insecto— o mediante el uso de bioplaguicidas y repelentes hechos a partir de esta emblemática planta.
Con respecto a sus propiedades para el control de plagas, la parte con más propiedades es la raíz. La planta se puede utilizar de diferentes maneras: abonos orgánicos para control de nematodos, extractos acuosos y polvos de diferentes partes de la planta —raíces, tallos, hojas, inflorescencias o toda la planta— para repeler o matar insectos tanto en cultivos en pie como en granos almacenados (si quieres conocer más sobre este enfoque, te recomendamos descargar la edición especial de Manejo Agroecológico de Plagas de la Revista EnlACe, en él encontrarás dos métodos simplificados para elaborar extracto de cempasúchil).
Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
La región de Ocosingo juega un papel importante para el estado mexicano de Chiapas y, en general, para el sur de México. Ahí se encuentra la Reserva de la Biosfera Montes Azules, la reserva ecológica de selva alta perennifolia —que se caracteriza por tener el tipo de vegetación más exuberante de todos los ecosistemas existentes— que constituye el principal pulmón para la producción de oxígeno de la región.
En el plano cultural la región es rica y diversa: habitan diferentes grupos étnicos, como lacandones, tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales, principalmente. Para estos grupos el maíz y la milpa son fundamentales para su alimentación, sin embargo, prevalece la práctica de la roza, tumba y quema con notables efectos, como la degradación de los suelos y la contaminación ambiental.
Un reto adicional para la agricultura en Ocosingo es que el 90 % de los terrenos se ubican en laderas con pendientes mayores a 20 % —es decir que por cada 100 metros que se avanza horizontalmente, se suben 20 metros—, ocasionando erosión por las fuertes lluvias y dejando suelos con baja fertilidad que resultan en bajos rendimientos que, en muchas ocasiones, no cubren las necesidades de alimento para las familias productoras.
Para incrementar la sustentabilidad y contribuir a la seguridad alimentaria de estas familias, en la plataforma de investigación Ocosingo —ubicada en el rancho San José, comunidad de San Miguel El Grande del municipio en mención— se buscan alternativas para fortalecer el sistema milpa. Así, en 2022, y luego de cuatro años de intervención, se evaluó la respuesta de diversos sistemas de producción a través de agricultura de conservación y otras prácticas sustentables.
“La plataforma se diseñó con el enfoque de la milpa biodiversificada —con asociaciones de maíz y leguminosas como dolichos y chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo— bajo el esquema de agricultura de conservación y milpa intercalada con árboles frutales. El diseño experimental incluyó la siembra de monocultivo de maíz, que es la práctica convencional en la región y que funcionó como testigo para ser contrastado con las innovaciones sustentables en donde no se quema, sino que se deja la totalidad del rastrojo”, señalan los investigadores responsables de la plataforma.
Al comparar los rendimientos de cuatro años de ser implementadas, la agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales confirmaron ser “una buena alternativa para fortalecer el sistema milpa, sobre todo para las familias de escasos recursos económicos”, señalan los investigadores quienes puntualizan que el tratamiento con monocultivo de maíz con quema de rastrojos reportó un rendimiento de 1,18 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento de maíz en rotación con chícharo gandul de ciclo corto en franjas de doble hilera reportó 3,38 t/ha.
“Los ensayos que se están evaluando nos indican que sí es posible mejorar la producción de alimentos con el sistema milpa, beneficiar la biodiversidad tanto superficial como la del subsuelo, generar ingresos, capturar de carbono y, sobre todo, practicar una agricultura amigable con el medioambiente”, concluyen los investigadores.
La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Maíz y leguminosas en la plataforma de investigación de San Juan Cotzocón. (Foto: Jonatán Villa)
Maíz y leguminosas en la plataforma de investigación de San Juan Cotzocón. (Foto: Jonatán Villa)
Las arvenses son plantas silvestres que crecen en los campos de cultivo, se les considera una forma de vegetación altamente exitosa, a la vez que problemática, porque crecen sin haber sido sembradas y compiten por luz, espacio, agua y nutrientes con los cultivos. Estas plantas, conocidas comúnmente como malezas o “malas hierbas”, prosperan sobre todo en ambientes que han perdido su biodiversidad, como los monocultivos.
Ya que el manejo de arvenses suele ser una problemática considerable para los agricultores, sobre todo los de pequeña escala —porque implica muchas veces un trabajo manual exhaustivo para controlarlas—, en la plataforma de investigación San Juan Cotzocón (Oaxaca, México) se desarrolló un ensayo para evaluar el comportamiento de las arvenses en diferentes sistemas de labranza.
“Esta plataforma de investigación es un espacio para identificar prácticas que les permitan a los agricultores del trópico húmedo ser resilientes ante los retos del cambio climático”, señalan los responsables de la plataforma quienes explican que el experimento incluyó el establecimiento de cuatro tratamientos con agricultura de conservación —donde se hizo labranza mínima, se establecieron rotaciones y relevos de maíz con leguminosas (canavalia y frijol), y se mantuvo el rastrojo como cobertura del suelo— que fueron comparados con un quinto tratamiento con labranza convencional, es decir, con monocultivo de maíz, movimiento del suelo y remoción de los rastrojos.
“A los 56 días después de la siembra, el número de arvenses en los diferentes sistemas de labranza confirmaron que la agricultura de conservación es una alternativa viable para mejorar la gestión de malezas en el trópico húmedo —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 162 y 311 arvenses por metro cuadrado, mientras que la labranza convencional reportó 1 185 arvenses—”, señala el equipo técnico de las plataformas.
Adicionalmente, en este ensayo se observó que la agricultura de conservación mejoró los rendimientos de manera sustancial y por lo tanto la rentabilidad del cultivo del maíz —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 3,8 y 4,5 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que la labranza convencional reportó 3,5 t/ha—.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Respuesta del cultivo de maíz a tres dosis de nitrógeno en el sistema de producción maíz-dolichos en la plataforma Villa Corzo, Chiapas. Ciclo PV 2021. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Respuesta del cultivo de maíz a tres dosis de nitrógeno en el sistema de producción maíz-dolichos en la plataforma Villa Corzo, Chiapas. Ciclo PV 2021. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
El nitrógeno es un elemento necesario para que las plantas se desarrollen adecuadamente. Las plantas lo usan para producir proteínas y clorofila, sin la cual la fotosíntesis no sería posible. Aunque el nitrógeno es el mayor componente de la atmósfera —se estima que constituye hasta 78 % del aire atmosférico—, la mayoría de las plantas no puede absorberlo —por lo que este elemento debe estar en el suelo— y, de hecho, de entre las pocas especies capaces de hacerlo se encuentran las leguminosas.
Tomando en cuenta los altos costos de los fertilizantes nitrogenados y las considerables pérdidas de este elemento que ocurren durante la fertilización, es importante identificar y promover prácticas que reduzcan u optimicen la fertilización con nitrógeno. Las rotaciones con leguminosas son una de esas vías y, para este propósito, en la plataforma de investigación Villa Corzo, en Chiapas, México, se han evaluado distintos sistemas de producción con distintas dosis de nitrógeno, a fin de identificar las mejores prácticas.
“El ensayo se inició en el ciclo agrícola primavera-verano del año 2016 para evaluar el comportamiento del maíz en monocultivo y tres relevos al maíz —con frijol, canavalia y dolichos, todas leguminosas—, empleando tres dosis de nitrógeno —18, 90 y 180 kilogramos por hectárea—”, puntualiza Rubén de la Piedra, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) quien es responsable de la plataforma de investigación Villa Corzo.
Con respecto al manejo agronómico, menciona Rodolfo Vilchis —coordinador de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT—, se estableció el sistema de cero labranza con rastrojo como cobertura del suelo (parcial) para contrastarlo con los tratamientos de monocultivo de maíz, donde se siguió implementando el sistema de labranza convencional que prevalece en la zona, el cual consiste en dos pasos de rastra sin dejar rastrojo como cobertura.
«Al ciclo 2021 los mejores rendimientos de maíz fueron obtenidos con los sistemas donde se sembró canavalia y dolichos, los cuales obtuvieron en promedio rendimientos de 6,3 y 6,2 toneladas por hectárea, superando ampliamente al sistema convencional con la siembra en monocultivo de maíz, el cual obtuvo solo 2,8 toneladas por hectárea”, precisa el responsable de la plataforma de investigación.
“Con estos resultados se infiere que ambas leguminosas han tenido una mayor fijación de nitrógeno atmosférico y han aportado mayor cantidad de biomasa al suelo, lo cual ha permitido conservar y mejorar la fertilidad del mismo”, comenta Rubén de la Piedra.
Con respecto a las dosis de nitrógeno, los investigadores señalan que los mayores rendimientos fueron obtenidos con 180 kilogramos de nitrógeno por hectárea (kg N/ha); sin embargo, puntualizan que la dosis de 90 kg N/ha, aplicada en los sistemas sembrados con leguminosas, superaron en rendimiento al sistema convencional fertilizado con 180 kg N/ha.
“Es muy importante destacar que la dosis de 18 kg N/ha aplicada en los relevos con canavalia y dolichos tuvo muy buena respuesta, con rendimientos de 4,8 y 4,9 toneladas de grano por hectárea, respectivamente, superando el rendimiento alcanzado por el monocultivo de maíz con 180 kg N/ha, el cual obtuvo 4,1 toneladas por hectárea. Estos resultados representan una alternativa rentable y sustentable que permite bajar la dosis de 180 kg N/ha que normalmente aplica el productor, a 90 o inclusive a 18 kg N/ha sembrando canavalia y dolichos”.
“Considerando los resultados de cinco años de evaluación ha sido posible observar que, a partir del segundo año, los mayores rendimientos de maíz han sido obtenidos en donde se ha sembrado en relevos con canavalia y dolichos. Con respecto a las dosis de nitrógeno, la de 90 kg N/ha aplicada en los sistemas maíz-canavalia y maíz-dolichos, a partir del segundo año, ha superado el rendimiento del maíz en monocultivo fertilizado con 180 kg N/ha; y destaca también que la dosis de 18 kg N/ha aplicada en maíz-canavalia, a partir del tercer año, ha superado el rendimiento alcanzado por el maíz en monocultivo con dosis de 180 kg N/ha”, enfatiza el responsable de la plataforma.
Resultados como estos suman evidencia sobre los beneficios de la agricultura de conservación —sistema sustentable donde la diversificación de cultivos, a través de relevos, rotaciones, asociaciones, entre otros, es un componente básico—, así como de la utilidad de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial que es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Con los resultados de seis años de estudios en la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, en Oaxaca, Fermín Martínez ha documentado que no es suficiente dejar los residuos agrícolas sobre las parcelas de la zona, sino también es necesario diversificar los cultivos para que los productores del municipio vean mejores resultados al optar por sembrar con agricultura sustentable.
Fermín es profesor investigador del Centro Regional Universitario Sur de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y responsable de la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, que está en la costa del estado mexicano de Oaxaca. Allí, en dicha plataforma, colaboran la UACh y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para generar recomendaciones pertinentes, basadas en evidencia científica, para que los agricultores de la zona mejores sus cosechas.
“Trabajamos para agricultores de pequeña escasa, entonces prácticamente lo que ellos buscan es producir alimentos para el autoconsumo, así que nos hemos enfocado en eso, pero cuidando el suelo, con coberturas, con diversificación de cultivos con lo que prácticamente hemos logrado que reduzcan significativamente las quemas agrícolas que prevalecen en el sistema convencional”, señala Fermín.
“Al trabajar en laderas tenemos un fuerte problema que es la erosión, por eso dentro de las prácticas que promovemos están las coberturas para proteger el suelo. Si el suelo está descubierto la lluvia provoca escurrimientos que se llevan el suelo, lo que no ocurre con un suelo cubierto”, enfatiza el investigador.
“Además de las coberturas implementamos fertilización fraccionada —aplicando el fertilizante en los periodos de mayor consumo de nutrientes—, fertilización orgánica, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, conservación de granos almacenados con tecnologías herméticas poscosecha y la diversificación de cultivos que tiene diversos beneficios”.
“El hecho de que aparte del maíz los agricultores locales puedan producir otros alimentos como frijoles, ajonjolí o jamaica, ya tiene un impacto positivo en la seguridad alimentaria de las familias, pero también a otros niveles. Un ejemplo: en la región se cultiva ajonjolí y el ajonjolí tenía la problemática de una enfermedad causada por hongos que ellos le llaman “pata negra” y, bueno, a través de la colaboración en esta plataforma encontramos soluciones”, relata Fermín.
Sobre el papel de las plataformas de investigación, señala: “Es fundamental que la investigación que se hace en estos espacios responda a las problemáticas de los agricultores locales porque, si bien es cierto que en ocasiones esas problemáticas nos llegan de manera directa a través de los técnicos, nosotros debemos buscar las soluciones tanto para los técnicos como para los agricultores. Entonces, ahí precisamente radica la importancia de estos espacios porque son un puente entre la ciencia y los productores”, concluye Fermín.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
De acuerdo con el Instituto Tata-Cornell de Agricultura y Nutrición (TCI, por sus siglas en inglés), casi el 90% de las 570 millones de unidades de producción agrícola alrededor del mundo tienen un tamaño menor a dos hectáreas. Esto contribuye a que los pequeños productores tengan serias desventajas para acceder a mercados, créditos, insumos y tecnología.
Una de las alternativas para superar estas desventajas son las organizaciones de productores agrícolas. Cuando estas organizaciones son incluyentes y funcionales, ofrecen diversos beneficios a los pequeños productores, entre ellos: la vinculación con mercados formales, el aprovechamiento de programas de apoyo públicos, el acceso a servicios a un costo reducido, la implementación de nuevos cultivos y el aumento de los niveles de profesionalización de sus integrantes.
Para aumentar la eficiencia de las organizaciones de productores agrícolas, Walmart Foundation promueve en distintos países iniciativas de acceso a mercados para pequeños productores. En México, junto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), impulsa el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’.
El Sur y Sureste de México conforman un espacio donde la diversidad cultural y la complejidad socioorganizativa demandan acciones diferenciadas y pertinentes para cada entorno: mientras que en algunos lugares hay fuertes vínculos comunitarios, en otros el tejido social se ha erosionado. ¿Cómo impulsar la asociatividad en estos entornos? Aún más, ¿pueden estas acciones abordar la inequidad de género para apoyar tanto a hombres como mujeres en un contexto donde, históricamente, las mujeres han tenido bajos niveles de afiliación y liderazgo dentro de las organizaciones de productores agrícolas?
La falta de tenencia de la tierra, las limitaciones de tiempo debido a las responsabilidades familiares y otras normas culturales dificultan la participación de las mujeres en las organizaciones de productores agrícolas. Además, la falta de mujeres líderes da como resultado un menor acceso a la información para las mujeres en general y una menor capacidad para influir en las decisiones que afectan sus medios de vida, señala el estudio Sembrando el avance de las mujeres en la agricultura en pequeña escala: conocimientos de la cartera de acceso a los mercados de Walmart Foundation.
El estudio indica que las barreras para acceder a financiamiento son significativamente más altas para las mujeres y también refiere que un equipo multidisciplinario del CIMMYT —el cual ofreció asesoría sobre inclusión financiera a 1,425 agricultores en el Sur-Sureste de México entre 2018 y 2020— encontró que solo seis créditos de 331 préstamos otorgados a participantes de capacitación se ofrecieron a mujeres agricultoras, solo tres mujeres pudieron contratar un seguro agrario y 29 abrieron una cuenta de ahorro después de 30 meses de trabajo de campo, frente a 110 y 171 hombres, respectivamente.
A la par del impulso a la asociatividad, el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT ha trabajado en la diversificación de cultivos como una estrategia para para facilitar el acceso a mercados (si la producción no satisface las necesidades de autoconsumo o se centra en un solo cultivo, dificilmente habrá excendentes o variedad para comercializar), para promover el empoderamiento de las mujeres y mejorar las condiciones del suelo agrícola.
Derivado de los patrones socioculturales y la normatividad que prevalece, la participación de las mujeres en los temas relacionados con las finanzas sigue teniendo barreras: “Las agricultoras se han interesado más en las opciones de almacenamiento poscosecha que en las estrategias de inclusión financiera porque rara vez tienen una garantía para otorgar un préstamo, aunque es menos probable que incumplan”, señala el equipo técnico del CIMMYT que impulsa el proyecto.
La falta de titularidad de las tierras también ha limitado que las mujeres escalen la diversificación de cultivos que podría aumentar la sostenibilidad de las parcelas y ayudar a acceder a los mercados. A pesar de los obstáculos —particularmente de la falta de garantía derivada de los sesgos estructurales que impiden a las mujeres poseer activos o que les exigen que paguen tasas de interés significativamente más altas cuando optan por microfinanciamientos—, los resultados del proyecto indican que la diversificación de cultivos es clave para propiciar cambios positivos.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres son las encargadas de preparar hasta el 90% de las comidas en los hogares de todo el mundo; sin embargo, en tiempos difíciles, las mujeres y las niñas son las primeras en comer menos. Por esta razón ha sido tan importante para Walmart Foundation y el CIMMYT identificar los cultivos alternativos (que además se adapten a las nuevas condiciones climáticas) más pertinentes para contribuir a garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de las familias.
En este sentido, en el marco del proyecto destacan diversos estudios hechos con chícharo gandul, caupí, cacahuate, girasol y frijol mungo, los cuales han tenido buena adaptación y aceptación en la región por constituir alternativas para diversas situaciones, tanto propias del suelo —como la erosión o el control de malezas—, como referentes a la nutrición de las familias, la rentabilidad de las parcelas o la mitigación y adaptación al cambio climático.
Ensayos recientes en Campeche —en los municipios de Calkiní, Calakmul, Champotón y Campeche—, por ejemplo, muestran que el chícharo gandul, de ciclo corto y de ciclo largo, tiene una gran adaptación y potencial productivo tanto como cultivo único como en estrategias de asociación e intercalado. Además, este cultivo tiene un efecto notable en la supresión de malezas durante las etapas de secado de maíz y es una opción valiosa y productiva en suelos afectados por los escurrimientos causados por tormentas tropicales.
Para difundir los cultivos alternativos validados —que además representan un valioso menú de opciones para establecer y consolidar los sistemas agrícolas como la milpa intercalada con árboles frutales (MIAF)— se instalan vitrinas agronómicas con productores y se comparten con ellos semillas de las variedades sobresalientes en los ensayos de validación. También se coordinan esfuerzos con otros programas que han iniciado operación en la zona —como Sembrando Vida—.
Así, ampliando la agrobiodiversidad se amplian también las opciones para solventar las distintas necesidades, intereses y gustos: una variedad de caupí (blanco), por ejemplo, ha sido de particular interés por su sabor. También está el caso del girasol —promovido por mejorar la calidad del suelo, ser tolerante a sequías y ser buena opción de forraje—, el cual ha sido aprovechado por muchos productores, particularmente mujeres, para comercializar como flor de ornato.
La diversidad de cultivos contribuye entonces a aumentar la tasa de participación de las mujeres en la agricultura y, al mismo tiempo, permite aprovechar sinergias que no serían posibles en los sistemas de monocultivo que prevalecen, tal es el caso de la intensificación sustentable de la ganadería de pequeña escala —ovinos y caprinos—, donde una adecuada gestión de este tipo de sistemas permite disponer de un menú de forrajes más amplio —con mezclas de forrajes de gramíneas, oleaginosas y leguminosas como cultivos de relevo— y aprovechar al mismo tiempo el estiércol del ganado para fertilizar el suelo.
Por supuesto, el aprovechamiento de las sinergias entre el suelo y la agrobiodiversidad —y las posibilidades que ofrecen para que los pequeños productores accedan a mercados— serviría de muy poco sin un enfoque de inclusión social. En este sentido, refiere el informe de Walmart Foundation, el modelo de innovación del CIMMYT es prometedor al proporcionar un acceso más equitativo al soporte técnico, tanto en el aspecto agronómico como comercial, para que hombres y mujeres puedan adquirir el conocimiento y las herramientas para aplicar buenas prácticas agrícolas.
“Aquí vemos que las matas de chícharo ya están floreando. A mí me gustaría que otras personas también vean estos cultivos y los siembren para que tengamos una mejor producción. Yo en este pueblo de Paraíso Nuevo le he dicho a muchas mujeres; hemos hecho reuniones con las mujeres porque nosotros hemos ido a capacitación a otros lados para impulsar a que las mujeres también participen, a que no nada más se queden en la casa, a que los maridos tomen conciencia y las mujeres salgan al campo a sembrar y a cosechar lo que se siembra”, comenta Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT.
“Aquí en este pueblo también trabajamos con borregos. Muchas mujeres ya me han imitado, porque yo les he dicho compren dos tres borreguitos y ya cuando vean tienen 10, 15, 30 borregos y si no hay de donde agarrar dinero, vendemos un borreguito y ya tenemos para pasar la semana. Ahorita ya hay algunas mujeres que se han puesto las pilas y ya tienen sus animales y ya también tienen su pedazo de tierra donde hacen sus cultivos; siembran girasoles, maíz, frijol, chícharo…”, continua la señora Miriam, quien ejemplifica cómo la diversificación de cultivos puede aumentar las tasas de participación y empoderamiento agrícola de las mujeres.
Si bien son necesarios nuevos enfoques para fomentar el acceso de las mujeres a la financiación, el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT muestra que la diversificación de cultivos contribuye significativamente a avanzar hacia esa meta, aumentando la inclusión de la mujer en los sistemas agrícolas, brindando beneficios ecológicos, y proporcionando cultivos que representan alimentos altamente nutritivos para las personas y/o la ganadería.
Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Para los agricultores de Iguala, en Guerrero, México, la rentabilidad es un tema importante a la hora de adoptar prácticas sustentables. Por esta razón, en la plataforma de investigación de Iguala se ha estado evaluando, desde hace cinco años, el efecto de los tipos de labranza y el manejo de rastrojo en el rendimiento y rentabilidad del maíz de temporal en rotación con crotalaria y soya.
En la plataforma de investigación de Iguala, ubicada en un campo experimental del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y pecuarias (INIFAP), colaboran tanto investigadores de este instituto como del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Juntos, en el ciclo primavera-verano 2022 establecieron siete tratamientos (cinco con maíz y dos con soya) a partir de los cuales evaluaron prácticas de agricultura de conservación y prácticas convencionales de la zona.
Si bien no se observaron diferencias estadísticamente significativas para grano de maíz y soya, sí se observó que dos tratamientos mostraron los rendimientos más altos (7.87 y 7.74 toneladas por hectárea, respectivamente). Estos fueron la rotación de maíz con soya, y el tratamiento donde se integraron todos los componentes de la agricultura de conservación, así como siembra de crotalaria en el ciclo otoño-invierno. Por su parte, la práctica convencional de los productores locales fue la que obtuvo el menor rendimiento de grano de maíz.
Con respecto a la rentabilidad se obtuvieron mejores resultados con las propuestas de agricultura de conservación, sistema de producción que confirma ser “una alternativa viable y sustentable en el cultivo de maíz y soya”, señala Roció Toledo Aguilar, investigadora del INIFAP.
Sobre el impacto de la plataforma de investigación , la investigadora comenta que además de la rentabilidad hay otros como “la capacitación de técnicos y productores, la restauración los suelos degradados, la ampliación del menú de cultivos, destacando los forrajeros porque se trata de una zona ganadera. A partir de estos, los productores pueden equilibrar la alimentación del ganado”.
Capacitación en análisis de datos climáticos dirigida al equipo técnico que implementa el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Capacitación en análisis de datos climáticos dirigida al equipo técnico que implementa el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
“La idea de que los técnicos que participan en este taller construyan un climograma a partir de los datos climáticos existentes es que, con esa información, ellos vean cómo ha sido el comportamiento del clima histórico y así,junto con los agricultores, se tomen decisiones para que ante los escenarios de cambio climático adopten una estrategia que les permita ser resilientes”, comenta Cristian Alejandro Reyna Ramírez, uno de los especialistas que participó en la más reciente jornada de capacitación dirigida a técnicos y colaboradores del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´.
El proyecto, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) tiene el objetivo de promover entre los agricultores de pequeña escala del sur y sureste de México una agricultura más sustentable, rentable y que también les permita adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas para asegurar la alimentación propia, de sus familias y comunidades. Por esta razón, brinda capacitaciones constantes dirigidas tanto a técnicos como a productores. Recientemente, se desarrolló una jornada de capacitación que incluyó el análisis de datos climáticos, entre ellos los resultantes de los climogramas.
Un climograma es un gráfico que muestra el comportamiento del clima en una localidad a través del tiempo. Este tipo de gráficos son útiles a la hora de tomar decisiones en agricultura: “Entender las variaciones que ha tenido el clima, como técnico, como agricultor, te hace cuestionar eso que ya estaba dado y pensar en nuevas estrategias. Hay agricultores que lo notan y dicen «es que ya me di cuenta que en los últimos tres años si siembro en tal fecha no me va a dar». Si eso lo podemos complementar con un análisis numérico abre la posibilidad de incorporar más herramientas porque no solo son las fechas de lluvia lo que ha cambiado, sino también la cantidad de agua que cae”, señala Cristian.
Las estrategias para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas son amplias: “Tal vez dos fechas de siembra, tal vez no pensar en cultivos de ciclos tan largos, sino más cortos, porque las variaciones climáticas siempre van a existir. Algo que es importante dentro del análisis del clima es que permite tener herramientas para replantear aspectos que ya estaban dados, como que el 3 de mayo iban a empezar las lluvias y por eso se levanta la Cruz, pero que ahora con el cambio climático no pasa necesariamente así en muchas regiones”, continúa Cristian.
“Los agricultores no saben si llueve más o menos, pero los análisis del clima permiten saberlo; o si la temperatura aumento. El agricultor percibe que la temperatura aumentó, pero no sabe qué tanto. Entonces ahí es donde el trabajo tanto de los científicos, como de los técnicos en campo y los agricultores puede construir una realidad diferente, porque el agricultor ya está viviéndolo, el científico tiene la intención de entender qué es lo que está pasando, y el técnico es ese vínculo entre ambos que puede hacer posible un frente común ante el cambio climático”.
Con el conocimiento construido de esa manera se pueden generar estrategias de resiliencia climática que ayudarían a mejorar la producción en los sistemas agrícolas. Además, este tipo de información apoya lo que ya muchos agricultores perciben en la práctica: “en algunos casos a los agricultores les sorprende que lo que ellos han percibido efectivamente sí esté pasando, como en el caso de los desplazamientos de las fechas de lluvia. Entender esto permite dialogar con los productores y juntos tomar decisiones sobre qué cultivos establecer”, enfatiza Cristian, en referencia a los diversos cultivos alternativos que también se promueven en el marco del proyecto.
Cultivo de frijol en inicio de la floración, se observa la planta sana y el cultivo libre de malezas, como resultado del manejo agronómico implementado por el productor cooperante. (Foto: María Isabel González, Rodolfo Vilchis)
Cultivo de frijol en inicio de la floración, se observa la planta sana y el cultivo libre de malezas, como resultado del manejo agronómico implementado por el productor cooperante. (Foto: María Isabel González, Rodolfo Vilchis)
Mi nombre es Guillermo Morales Mandujano de la localidad La Esperanza, en La Trinitaria, Chiapas (México) y quiero compartir mi experiencia en el uso de la variedad de frijol Sangre Maya a la cual tuve acceso a través de un proyecto con Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche—.
En el año 2021 la ingeniera María Isabel González Grajales, colaboradora del CIMMYT, nos invitó al proyecto. Nos reunimos 35 personas interesadas y nos explicó los beneficios de la producción sustentable con la puesta en práctica de diversas técnicas, entre ellas la diversificación de cultivos y también temas de asociatividad. Gracias a esto hemos aprendido a trabajar unidos, conscientes de lo importante que es conservar el suelo y el medioambiente, actividades que nos benefician como grupo y como comunidad.
El año pasado la ingeniera María Isabel nos habló de la producción de semillas mejoradas de maíz y frijol, siendo el frijol el que causó mayor interés porque en la región conocemos el cultivo, es parte de nuestra vida diaria. En específico nos hablaron de la variedad Sangre Maya —que generó el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) con el propósito de reproducirlo y conservarlo— con el que podríamos mejorar la productividad.
Para acceder a este material hicimos acuerdo de producción: nos facilitaron la semilla con el compromiso de reintegrar dos kilogramos por cada kilogramo de semilla que nos proporcionaran. Esto, con el fin de seguir apoyando a otros productores de la localidad que también solicitan semilla a los colaboradores del CIMMYT. Así, nos proporcionaron 10 kg de semilla mejorada de frijol Sangre Maya—mediante un convenio de colaboración con ECOPOL S.C.— y nos apoyaron con un paquete de nutrición orgánica para un cuarto de hectárea.
El frijol se desarrolló muy bien: la siembra la realizamos el 11 de junio de 2022. Observamos que creció en forma de mata hasta alcanzar los 50 cm de alto. Durante todo el desarrollo el cultivo estuvo muy sano y vigoroso, con una buena y abundante floración y buena carga de vainas. Cosechamos en septiembre con un excelente rendimiento, teniendo una producción total en grano de 280 kg en un cuarto de hectárea.
Es de mencionar que esta variedad da un grano grande, de buen peso, y gustó mucho a los comercializadores locales y de Guatemala, pagando el saco de frijol de 80 kilos a $2 400, que es muy buen precio para nosotros, y nuestro trabajo se paga. También guardamos semilla en botellas PET y botellones de agua, para nuestra siguiente siembra de temporal en el ciclo de primavera-verano 2023.
Espero seguir participando en el proyecto y seguir aprendiendo sobre otros cultivos para diversificar nuestra producción en beneficio de nuestras familias y comunidades, además de las tecnologías que podemos implementar para hacer más eficientes las actividades en el campo, cuidando el suelo y el agua. Por último, quiero agradecer a las instituciones que hacen posible el proyecto y a la ingeniera Isabel por la invitación, ya que gracias a que este proyecto nos ah facilitado la vinculación con instituciones de financiamiento, el acceso a mercados y, sobre todo, a poder trabajar con un enfoque de asociatividad.
Este testimonio forma parte de la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, que se desarrolla en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, desarrollado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Productores de maíz en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Productores de maíz en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
“Mi hija me convenció de poner una parcela demostrativa con tecnologías que está promoviendo el CIMMYT y Walmart Foundation. Ahí hemos tenido buenos resultados, tenemos buenos rendimientos y hay incluso plantas de maíz con dos mazorcas”, comenta el señor Andrés Porras, agricultor de Oaxaca, México.
Andrés es uno de los agricultores que participan en el proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—. A través de esta iniciativa recibe asesoría para la implementación de prácticas de agricultura sustentable.
Concepción, la hija de Andrés, es ingeniera agrónoma y actualmente la organización para la que trabaja está colaborando con el proyecto que impulsan el CIMMYT y Walmart Foundation. “Estamos trabajando sobre parcelas demostrativas con la intención del que el productor adquiera nuevos conocimientos, y así mismo comparta sus conocimientos con los demás productores, para su seguridad alimentaria y para tener un mejor rendimiento en sus cultivos”, menciona Concepción.
“Normalmente en mi comunidad siembran la mayor parte de maíz en temporal, y muchos siembran el maíz criollo, pero lo siembran a la suerte, a ver si llueve o a ver si no. Yo le decía a mi papá que está bien siempre mantener nuestras semillas criollas, pero también pensar que en el futuro que va a llover menos.Ahorita que no quiere llover, por ejemplo, hay que buscar maíces mas resistentes, más tolerantes ala sequía”, comenta Concepción.
Así, sin abandonar el cultivo de maíces criollos, “Le dije a mi papá que hay otras variedades de maíz que han tenido buenos rendimientos. Le dije «anímese a sembrar un poco», pero mi papá siempre ponía un poquito de resistencia, hasta que lo convencí. Después, con base en los resultados, es que los productores van compadres con los vecinos, con los tíos, con otras personas a compartir la experiencia y los resultados que han en sus parcelas demostrativas”, señala Concepción.
Para que haya buenos resultados el acompañamiento técnico constante que ofrece el proyecto ha sido fundamental. “Es una responsabilidad muy grande ir con el productor, convencerlo de que hay formas diferentes y buenas de que tenga una mejor cosecha, y siempre tratando de cuidar la salud de los productores y de su familia. Es una responsabilidad muy grande, pero también es una actividad muy bonita porque realmente nunca terminamos de aprender, vamos aprendiendo con el productor y el productor va aprendiendo con nosotros”, menciona Concepción.
Así, mediante el acompañamiento técnico la identificación de variedades de maíz más resistentes a las nuevas condiciones climáticas ha ido acompañada también de mejores prácticas de fertilización y manejo adecuado de plagas y enfermedades, prácticas particularmente importantes para evitar pérdidas que pongan en riesgo la seguridad alimentaria de los agricultores porque, como señala el señor Andrés, “lo utilizamos para autoconsumo, aquí en la zona es realmente difícil encontrar productores que tengan superficies grande,entonces la mayoría siembra para su consumo y muy pocas son las personas que venden el producto”.
El proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT también contempla el impulso a la asociatividad y a los líderes comunitarios, siendo la agricultura sustentable la base para lograrlo. Como menciona Concepción, “Este proyecto nos ayuda a que nuestras comunidades sean resilientes ante todos los problemas que estamos enfrentando ahorita, como el cambio climático y las guerras”.