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La tierra que da vida: la parcela de Tomasa y Fabián

Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

En algún lugar del valle encantado de Santa Catarina Lachatao, Oaxaca, bajo su cielo azul, y en el corazón de una parcela llena de historia y esperanza, Fabián Marcos Cano y Tomasa García Pérez trabajan el futuro que han anhelado con las manos hundidas en la tierra. En este sitio, donde la lengua zapoteca da nombre al territorio, cada semilla sembrada por esas manos es un acto de confianza.

Fabián, con la mirada marcada por los años, habla de su parcela con el orgullo de quien aprendió a escuchar la voz de la tierra. “Nosotros sembrábamos como Dios nos daba a entender”, dice, al recordar los días en que la siembra era un ejercicio de intuición y herencia.

Hoy, con el acompañamiento de técnicos de la SEFADER, como Reinalda Gómez y su equipo, su forma de cultivar ha cambiado. Fabián y Tomasa han aprendido a respetar los ritmos del suelo, a devolverle lo que toman, a mirar cada planta desde otra lente. “Es como comida para la comida”, explica Fabián.

El maíz y el frijol crecen en su parcela sin prisa. La tierra se nutre con el rastrojo que antes se lo daban únicamente al ganado, y con el abono que dejaba escapar. “Es mucho trabajo, pero es nuestra vida”, dice Fabián con la firmeza de quien entiende que el esfuerzo es parte del ciclo.

Tomasa, por su parte, encuentra en cada cosecha un vínculo con sus ancestros. “La tierra nos da vida”, dice con tal certeza que no da lugar a la duda. En su parcela, la milpa convive con calabazas, frijoles, quintoniles y verdolagas, en un equilibrio que necesita paciencia y respeto. Ha aprendido a dejar que la naturaleza haga su trabajo, a entender que quemar es quitarle a la tierra su capacidad de renovarse. “Nosotros amontonamos la hierba, la dejamos pudrirse y así la tierra se alimenta”, explica.

El camino no ha sido fácil. El año pasado, un vendaval les tumbó buena parte de su cosecha. “Venía muy bonito, pero el viento lo tiró todo”, cuenta Fabián con resignación. Sin embargo, no se rinden. “Nos conformamos con lo que Dios nos da, porque para nosotros es mucho”. Lo que queda en pie se cosechará para la semilla del próximo ciclo.

Cada aplicación de bioinsumos, cada diversificación de cultivos, cada enseñanza que los ingenieros han compartido, han transformado su forma de cultivar y de entender la vida. La tierra, que antes parecía un enemigo que imponía sus reglas, en la actualidad es una aliada que responde al cuidado con generosidad.

En el marco del Día Mundial de las Legumbres, la historia de Fabián y Tomasa es un testimonio de resistencia y aprendizaje. Es la prueba de que la agricultura puede ser distinta, de que la tradición y la innovación pueden caminar de la mano. Porque en cada grano de frijol que cosechan, en cada mazorca que guardan para el siguiente ciclo, hay una lección valiosa: la tierra devuelve lo que recibe. Y en Santa Catarina, bajo el sol que ilumina la parcela de Fabián y Tomasa, la vida brota con fuerza.

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Tips para aprovechar el poder regenerativo de las leguminosas

Leguminosas en etapa de floración y formación de vainas, fundamentales para la biodiversidad del suelo y la seguridad alimentaria. (Foto: CIMMYT)
Leguminosas en etapa de floración y formación de vainas, fundamentales para la biodiversidad del suelo y la seguridad alimentaria. (Foto: CIMMYT)

Las legumbres son una fuente esencial de proteínas vegetales, además, enriquecen el suelo gracias a su capacidad de fijar el nitrógeno. En el Día Mundial de las Legumbres, compartimos algunos consejos clave para su cultivo exitoso:

Elige la legumbre adecuada para tu región

Selección de frijol, una legumbre clave en la alimentación y la seguridad alimentaria de México. (Foto: CIMMYT)
Selección de frijol, una legumbre clave en la alimentación y la seguridad alimentaria de México. (Foto: CIMMYT)

Cada legumbre tiene necesidades específicas. En México, el frijol es el cultivo más representativo y se adapta a diversas condiciones de siembra. Otras opciones incluyen el cacahuate, el chícharo y el garbanzo, que pueden mejorar la biodiversidad del agroecosistema.

Mejora la fertilidad del suelo

Cosecha de cacahuate en un sistema diversificado con maíz, una práctica que mejora la fertilidad del suelo y promueve la seguridad alimentaria. (Foto: CIMMYT)
Cosecha de cacahuate en un sistema diversificado con maíz, una práctica que mejora la fertilidad del suelo y promueve la seguridad alimentaria. (Foto: CIMMYT)

Las leguminosas forman una simbiosis con bacterias fijadoras de nitrógeno, lo que reduce la necesidad de fertilizantes químicos. Para potenciar este proceso, es recomendable sembrarlas en asociación con otros cultivos como el maíz.

Implementa rotación y diversificación de cultivos

Productor implementa la rotación y diversificación de cultivos con leguminosas en laderas. (Foto: CIMMYT)
Productor implementa la rotación y diversificación de cultivos con leguminosas en laderas. (Foto: CIMMYT)

Alternar legumbres con cereales u otras especies mejora la calidad del suelo, previene plagas y enfermedades, y permite un uso más eficiente de los nutrientes.

Conserva la humedad y protege el suelo

Leguminosas en maduración sobre rastrojo, una práctica que conserva humedad y mejora la fertilidad del suelo. (Foto: CIMMYT)
Leguminosas en maduración sobre rastrojo, una práctica que conserva humedad y mejora la fertilidad del suelo. (Foto: CIMMYT)

El uso de cobertura vegetal, como rastrojos, protege el suelo de la erosión y mantiene la humedad necesaria para el desarrollo de las leguminosas, especialmente en regiones con lluvias irregulares.

Ajusta las fechas de siembra

Ajustar la siembra al ciclo de lluvias optimiza la humedad y el crecimiento de las leguminosas. (Foto: OpenAI 2025)
Ajustar la siembra al ciclo de lluvias optimiza la humedad y el crecimiento de las leguminosas. (Foto: OpenAI 2025)

Las condiciones climáticas afectan la productividad. Adaptar las fechas de siembra al ciclo de lluvias y temperaturas locales mejora los rendimientos y garantiza una cosecha más estable.

Promueve la sustentabilidad con prácticas agroecológicas

Barreras vivas establecidas en el campo para reducir la erosión, conservar la humedad del suelo y favorecer el crecimiento de cultivos como las legumbres en sistemas agroecológicos. (Foto: CIMMYT)
Barreras vivas establecidas en el campo para reducir la erosión, conservar la humedad del suelo y favorecer el crecimiento de cultivos como las legumbres en sistemas agroecológicos. (Foto: CIMMYT)

El establecimiento de barreras vivas y el uso de agricultura de conservación ayudan a retener suelo y humedad, ya que favorece el crecimiento de legumbres en zonas con pendientes o suelos degradados.

Integra las legumbres en sistemas agroalimentarios resilientes

Productores cosechan y limpian cacahuate en campo, una leguminosa clave para la diversificación de cultivos y la seguridad alimentaria en sistemas agroecológicos. (Foto: CIMMYT)
Productores cosechan y limpian cacahuate en campo, una leguminosa clave para la diversificación de cultivos y la seguridad alimentaria en sistemas agroecológicos. (Foto: CIMMYT)

Las legumbres no solo enriquecen la dieta, sino que fortalecen la seguridad alimentaria y la identidad cultural de muchas comunidades. Su cultivo sostenible es clave para la resiliencia agrícola.

Aprovecha estos consejos y contribuye a un sistema alimentario más sustentable con el cultivo de legumbres.

 

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Legumbres, aliadas de la alimentación y del suelo

Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)

Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado un aumento en las importaciones de esta leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313 mil toneladas (INEGI, 2023). Este crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.

Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. Actualmente, hay una gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), cacahuates, entre otros.

La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además una estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo. Investigaciones desarrolladas en las plataformas de investigación que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, los costos de producción. 

Las leguminosas tienen una característica agronómica excepcional: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas. Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y ayuda a controlar plagas de manera natural.

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A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos. En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100% de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que ha sido observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.

En la plataforma de San Miguel Tlacamama, también en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol) ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con un ahorro significativo.

Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz y frijol en Chiapas que recientemente publicó el CIMMYT. En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022) las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz. Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea —t/ha—) debido, sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.

De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa). 

Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos. Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores las convierten en una pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.

Cada 10 de febrero el mundo celebra el Día Mundial de las Legumbres, recordándonos su importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es un símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación como las aquí referidas esta tarea es posible.

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Ciencia e innovación para la paz: desde la semilla hasta la mesa

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

La paz y la seguridad alimentaria son inseparables: donde falta el alimento, el tejido social se debilita y aumentan las posibilidades de conflictos. En este sentido, el CIMMYT y sus colaboradores trabajan en transformar los sistemas agroalimentarios hacia prácticas sostenibles que prioricen la soberanía alimentaria, el bienestar rural y la protección del medioambiente.

Esta transformación inicia en el campo, donde la adopción de innovaciones agronómicas sustentables y el fortalecimiento de sistemas tradicionales, como la milpa, permiten a las comunidades ser autosuficientes y resilientes. Contribuir al desarrollo de México, entonces, implica propiciar condiciones para una producción sustentable y diversificada, brindando herramientas para enfrentar el cambio climático y otros desafíos.

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca, representa a miles de agricultores mexicanos que, a través de los hubs impulsados por el CIMMYT y sus colaboradores, han encontrado nuevas alternativas para fortalecer su producción y mejorar su calidad de vida. Para don Agustín, por ejemplo, sembrar nuevas variedades de frijol en asociación con maíz y otros cultivos no es solo una práctica agrícola más o una ocurrencia, sino una estrategia que está aprendiendo para mantener vivo el suelo y la economía familiar.

“Nosotros en el campo, pues siempre buscamos los granos que nos mejoren o que nos den un buen resultado para no quedar sin alimento. Y también a veces nos ayuda lo poquito que sale pues se vende y ya de ahí va uno recuperando la inversión”, comenta. Este espíritu de autosuficiencia es la base sobre la cual el CIMMYT y sus colaboradores construyen una agricultura para la paz a través de un acompañamiento técnico puntual.

La investigación y la ciencia aplicada son los pilares de esta transformación. Las plataformas de investigación, instaladas por el CIMMYT y colaboradores de todos los sectores, permiten desarrollar y validar innovaciones agrícolas adaptadas a las condiciones específicas de cada región. Así, en colaboración, el CIMMYT y sus colaboradores introducen cultivos más resistentes a la variabilidad climática, así como técnicas que promueven la salud del suelo y reducen la dependencia de insumos externos.

Sergio Gil Hernández Pinacho, uno de los técnicos vinculados al Hub PacíficoSur, describe cómo trabajan con productores como Agustín para evaluar la adaptabilidad de nuevas variedades. “La parcela del señor Agustín es un módulo de innovación. Es decir, una parcela donde, por un lado, tenemos la innovación, que es frijol caupí, criollo del Itsmo; y por otro lado un frijol delgado, propio de la comunidad. Estamos evaluando desarrollo vegetativo, rendimientos, adaptabilidad en la zona y, muy importante, el efecto de aprovechar el rastrojo en las parcelas para aumentar la materia orgánica y la salud general del suelo,” explica.

Los hubs son el núcleo de la metodología de transferencia del CIMMYT y sus colaboradores. Este modelo permite que la ciencia salga del laboratorio y llegue directamente a los agricultores, quienes, a su vez, adaptan e integran estas innovaciones en sus parcelas. Así, el modelo del hub permite a los productores conocer y experimentar tecnologías sustentables, como la siembra directa, la gestión de rastrojos y el uso de cultivos de cobertura que mejoran la eficiencia en el uso de recursos y la calidad del suelo.

Los hubs funcionan también como espacios de vinculación entre los actores de las cadenas agroalimentarias —el Hub Pacífico Sur, que se integra en el territorio oaxaqueño, por ejemplo, está conformado por instituciones de gobierno, empresas, organizaciones de productores y otros actores clave—. “Don Agustín también es productor de higuerilla y Ricinomex, una biorefinería local, se la compra porque también forma parte del Hub Pacífico Sur y fomenta prácticas sustentables con sus productores”, señala Sergio.

“La sequía nos afectó mucho con la higuerilla el año pasado. Posteriormente, viniendo de la propia iniciativa del productor, empezamos a buscar alternativas de leguminosas porque él tiene una tienda y la gente de la localidad busca frijoles allí”, puntualiza Sergio, quien además señala que las tecnologías proporcionadas al productor le han permitido seguir produciendo pese a un contexto social adverso para la agricultura en general: la escasez de mano de obra. “Sembrábamos rabanitos y la flor de cempasúchil, borla de gallo, pues porque en aquel entonces tenía yo mis hijos que estaban chicos, pero una vez que ellos ya se fueron para la ciudad, a la escuela, pues ya me vi solo y a veces encuentro mozo, a veces no”, comenta don Agustín.

El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)
El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)

Para agricultores como don Agustín, quien ya no puede dedicar el mismo esfuerzo al trabajo en el campo debido a su edad y a lesiones que recientemente tuvo, las prácticas promovidas por el CIMMYT a través del modelo del hub se adaptan de manera ideal, permitiéndole seguir produciendo sin tener que depender de un esfuerzo físico agotador. Gracias a la innovación aplicada, don Agustín puede experimentar con nuevas variedades de frijol que requieren menos intervención y ofrecen mejor rendimiento. Además, prácticas como la agricultura de conservación no solo le permiten ahorrar tiempo y energía, sino gestionar su terreno de manera más eficiente.

Por otro lado, el uso de técnicas innovadoras y la diversificación de cultivos ayuda a mejorar la economía familiar, y también a fortalecer el tejido social al brindar a la comunidad acceso a alimentos frescos y de calidad, generando un entorno en el que la agricultura sostenible se convierte en una fuente de paz y desarrollo comunitario.

Al consolidar sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes, los hubs contribuyen a cimentar una cultura de paz en el campo mexicano. La paz se cultiva cuando las personas tienen la capacidad de acceder a una alimentación adecuada y las herramientas para sostener sus medios de vida, lo que evita la migración forzada y la ruptura del tejido social. Así, en el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, CIMMYT reitera su compromiso de acompañar a los agricultores de México en la búsqueda de un futuro próspero y en paz.

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Cempasúchil: tradiciones y oportunidades

    De izquierda a derecha: Benancio Jiménez Gómez, Mateo Pérez Santiz y productores innovadores en una parcela con diversificación de cultivos en Chiapas. (Foto: Gaby Bracamonte / CIMMYT)De izquierda a derecha: Benancio Jiménez Gómez, Mateo Pérez Santiz y productores innovadores en una parcela con diversificación de cultivos en Chiapas. (Foto: Gaby Bracamonte / CIMMYT)

En las laderas de Chiapas, donde con frecuencia la agricultura se enfrenta a significativos retos, una flor de intenso color naranja se abre paso cada temporada de Día de Muertos: el cempasúchil. Este cultivo, tradicionalmente ligado a la celebración ancestral mexicana, es un auténtico emblema de la agricultura sustentable en la región, gracias al trabajo del Hub Chiapas y sus colaboradores, quienes promueven el arreglo de siembra de microrrotación en plataformas, módulos y áreas de extensión.

«En este momento estamos en el tratamiento de franjas de doble hilera con microrrotación«, explica Mateo Pérez Santiz, del equipo técnico del Hub Chiapas. «Al inicio, en la siembra de primavera-verano, se establecieron dos líneas de maíz y dos de frijol, que es donde está actualmente la línea de cempasúchil, y una vez que el frijol se haya cosechado alrededor del mes de julio, inmediatamente se trasplanta el cempasúchil, porque este se germina un mes antes para que la flor salga para Día de Muertos. Porque si se siembra más temprano o más tarde, pues ya no sale para cosechar en flor».

La planeación y el manejo adecuado de los tiempos y espacios en la parcela, señala Pérez Santiz, es esencial para asegurar una cosecha exitosa y para que la producción de cempasúchil esté lista justo en el periodo de mayor demanda: la temporada de ofrendas. Esto se convierte en un “reto tanto para quienes promovemos agricultura sustentable como para el productor, porque de lo contrario el productor se llevaría una desilusión si no se logran los objetivos”, añade el especialista.

La introducción del cempasúchil en las unidades de producción es parte de una estrategia de diversificación de cultivos que beneficia tanto al suelo como al ecosistema circundante. «Aquí la idea de la diversificación de cultivos es que sirva a diversos propósitos», comenta Benancio Jiménez Gómez, coordinador técnico del Hub Chiapas. «Cuando sembramos cultivos diferentes al cultivo principal, también nos sirve como atrayentes de insectos benéficos. Además, las raíces se comportan diferente a las del maíz, entonces, ese es otro beneficio que estamos teniendo».

El cempasúchil, con su color vibrante y su aroma característico, no solo es ornamental, sino que ofrece beneficios agronómicos importantes. Esta flor tiene la capacidad de atraer insectos polinizadores y actuar como una especie de repelente natural de plagas. Además, al integrarse en la rotación de cultivos, ayuda a incrementar la cantidad de materia orgánica que queda en el suelo, un aspecto crucial para mantener la salud del suelo y reducir la erosión, especialmente en terrenos de ladera característicos de la región.

Además de los beneficios ambientales, la incorporación del cempasúchil en los sistemas de producción diversificada abre nuevas oportunidades económicas para los agricultores chiapanecos. “Como es cultivo de flores, también diversificas el ingreso. Puedes sacar maíz para consumo, pero también cultivar flores para la venta. Entonces, ya no solo tu ingreso depende del cultivo principal”, afirma Pérez Santiz, quien resalta que esta estrategia permite a los productores obtener una ganancia adicional sin comprometer su seguridad alimentaria.

Si además de la diversificación de cultivos, que es uno de los elementos básicos de la agricultura de conservación, se añaden prácticas como la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF), entonces los agricultores pueden introducir un mayor número de especies en su parcela, beneficiando así la conservación del suelo y, en el largo plazo, contribuyendo a la resiliencia de la tierra. En palabras de Pérez Santiz, “se pueden diversificar en la medida que el productor lo desee”.

El cempasúchil, cuyo nombre proviene del náhuatl y significa “flor de veinte pétalos”, es una planta con una historia que se remonta a épocas prehispánicas y que, hoy en día, cobra nuevo significado en el contexto de la agricultura sustentable. Con una altura que puede alcanzar hasta un metro y una coloración que oscila entre el amarillo y el naranja profundo, esta flor tiene propiedades

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Un mar de girasoles: ciencia e innovación para diversificar el campo

Personal del CIMMYT en las parcelas experimentales de girasol en su sede global en Texcoco, Estado de México. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Personal del CIMMYT en las parcelas experimentales de girasol en su sede global en Texcoco, Estado de México. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

Inmortalizados en las obras de Van Gogh y otros grandes artistas como Claude Monet y Gustav Klimt, los girasoles son sinónimo de belleza, pero también de resiliencia. Sí, sus icónicas flores amarillas, que han sido inspiración artística por siglos, también simbolizan la fortaleza del campo y las oportunidades de un futuro más sostenible. En las parcelas experimentales del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México, estas majestuosas flores no solo adornan los campos de investigación; son el reflejo de un esfuerzo científico que busca ofrecer nuevas opciones a los agricultores mexicanos.

El girasol (Helianthus annuus), cuyo centro de origen se localiza en el norte de México y el sur de Estados Unidos, es una planta clave dentro de la estrategia 2030 del CIMMYT y de sus esfuerzos para diversificar los cultivos, mejorando tanto la salud de los suelos como la economía de los agricultores, hecho particularmente importante en un contexto donde el monocultivo de maíz y trigo domina la agricultura del país. Así, el girasol representa una alternativa de cultivo que no solo aporta beneficios agronómicos, sino también una fuente de ingresos diversa, especialmente para las agricultoras.

Un símbolo de resiliencia y sostenibilidad

Las investigaciones del CIMMYT han demostrado que los girasoles, más allá de la estética, tienen un profundo impacto positivo en los suelos. Sus raíces pivotantes penetran profundamente en el suelo, ayudando a descompactarlo, lo cual es muy útil para mejorar la estructura y la fertilidad del terreno. Este proceso facilita que otros cultivos puedan desarrollarse en mejores condiciones, contribuyendo a la sostenibilidad del ecosistema agrícola.

Además, el girasol es una opción excelente para la rotación de cultivos. Al incluirlo en los sistemas agrícolas, se interrumpe el ciclo de plagas y enfermedades, se mejora la biodiversidad y se reduce la dependencia de productos químicos, como insecticidas. Un caso destacado es el de la Meseta Purépecha en Michoacán, donde la inclusión del girasol y otros cultivos alternativos en las rotaciones ha permitido reducir el uso de insecticidas, protegiendo tanto al medio ambiente como la salud de los productores.

Ya que su ciclo de cultivo corto, también una buena alternativa para condiciones de lluvias limitadas, pues además muestran una mayor tolerancia a la sequía (en comparación con los cultivos básicos). Su semilla tiene un alto contenido de aceite (entre 35 y 45%) y posee una calidad nutricional alta, por lo que es muy apreciada por la industria aceitera. Con la pasta sobrante de la extracción pueden elaborarse concentrados para la alimentación animal y las cabezas sin semillas son una fuente rica en proteínas y pueden usarse molidas para aves o ganado. Y en verde se puede ensilar para forraje.

Un cultivo polivante

Existen muchas variedades de girasol, algunas adaptadas para la producción de aceite, otras para forraje, y algunas más para la flor de corte. Esta versatilidad permite a los agricultores elegir la opción que mejor se adapta a sus necesidades y condiciones agroecológicas.

En Oaxaca, por ejemplo, muchas parcelas de girasoles se han convertido en un atractivo turístico. En lugares como Guelatao y otras regiones de Oaxaca, los campos de girasoles no solo embellecen el paisaje, sino que también atraen a turistas. Incluso, no es raro ver en esas parcelas quinceañeras y parejas recién casadas, que buscan retratarse entre los vibrantes colores de estas flores.

El caso de Oaxaca es solo uno de los ejemplos del impacto positivo del girasol en México. En Villa de Tututepec, también en Oaxaca, se ha llevado a cabo la Feria del Girasol, un evento que promueve tanto la diversificación de cultivos como el turismo local. Gracias a la colaboración entre el CIMMYT y la Integradora Agroempresarial del Río Verde, esta iniciativa ha potenciado la producción de girasol con fines turísticos y comerciales. José Esteban Sotelo Mariche, representante de la integradora, destaca que “el girasol no solo mejora el suelo, sino que también ha impulsado el turismo y la producción de aceite comestible en la región”.

En otros lugares como Tamaulipas, el girasol está contribuyendo a frenar el avance de la desertificación, un problema que afecta gravemente a las zonas áridas del país. Su capacidad para crecer en suelos secos y compactados lo convierte en un aliado en la lucha contra la degradación del suelo.

Empoderamiento de mujeres a través del girasol

Una de las contribuciones más significativas del cultivo de girasol ha sido el empoderamiento económico de las mujeres rurales. En comunidades de Oaxaca y Campeche, muchas mujeres han encontrado en el girasol una oportunidad para generar ingresos complementarios al vender las flores como ornato o como materia prima para productos como aceites y cosméticos naturales. Para muchas de ellas, el cultivo del girasol representa una fuente de ingresos adicional que les ha permitido desarrollar microemprendimientos, contribuyendo así a su autonomía económica y al bienestar de sus familias.

“El cultivo del girasol nos ha permitido mejorar nuestra economía. Además de venderlo como flor, hemos comenzado a hacer jabones, cremas y otros productos naturales que se venden bien en la comunidad”, cuenta una agricultora de Oaxaca.

Investigación y colaboración para un futuro más resiliente

El girasol también juega un papel crucial en la visión del CIMMYT de desarrollar sistemas agrícolas resilientes y climáticamente inteligentes. Los proyectos de investigación que impulsa el CIMMYT con girasoles en estados de las regiones del Bajío, el Pacífico Sur, y el centro-norte de México, han demostrado su potencial para mejorar la productividad agrícola y mitigar los efectos del cambio climático. En estas y otras regiones, se continúa además con investigaciones particulares para identificar su mejor utilidad en los sistemas agrícolas locales, aunque en general, los resultados son esperanzadores. En la plataforma de Mixquiahuala, Hidalgo, por ejemplo, los estudios han mostrado que este cultivo brinda buenos rendimientos con agricultura de conservación, lo que lo convierte en un cultivo de interés para futuras investigaciones.

Cada girasol que florece en las parcelas experimentales del CIMMYT y sus colaboradores es un recordatorio del poder de la ciencia aplicada para generar cambios reales en el campo. Así, estas flores, que alcanzan hasta 30 centímetros de diámetro y siguen la trayectoria del sol —un fenómeno conocido como heliotropismo—, representan algo más que un paisaje pintoresco. Son un símbolo de la innovación, la sostenibilidad y el compromiso del CIMMYT por un futuro agrícola más resiliente.

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10 cultivos alternativos para el sur-sureste de México

Los cultivos alternativos representan mayores posibilidades de diversificación de dietas. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Los cultivos alternativos representan mayores posibilidades de diversificación de dietas y oportunidades de comercialización de excedentes. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el panorama agrícola mundial, la diversidad de cultivos ha disminuido drásticamente. De acuerdo con la ONU, solo nueve representan el 66% del total de la producción agrícola. Esto implica una pérdida de alrededor del 75% de la diversidad de cultivos. En este contexto, los cultivos alternativos se presentan como una solución viable y necesaria para mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de las familias agricultoras de pequeña escala.

Los cultivos alternativos ofrecen múltiples beneficios. No solo mejoran la seguridad alimentaria, sino que también optimizan los sistemas de producción tanto agronómica como económicamente, ya que diversificar cultivos ayuda a mejorar las características del suelo y permite  las fuentes de ingreso al vender los excedentes de una mayor variedad de cultivos.

La agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable que promueve la diversificación de cultivos, es una alternativa viable para las familias dedicadas a la agricultura de pequeña escala. En combinación con otras prácticas derivadas de este sistema,  la diversificación de cultivos ayuda a controlar malezas y permite que los suelos estén en un mejor estado general porque ayuda a reponer las capacidades del suelo en medida que cada cultivo tiene necesidades y aportaciones de nutrientes diferentes (por ejemplo, las leguminosas ayudan a reponer los niveles de nitrógeno del suelo).

Diversificar cultivos (a través de rotaciones, asociaciones o relevos) permite también romper con los ciclos de diversas plagas y enfermedades. Ya que cada plaga tiene hábitos o un comportamiento específico asociado a un cultivo particular, al variar los cultivos estos ciclos pueden romperse.  Adicionalmente, algunos cultivos tienen propiedades agronómicas particulares que resultan útiles en ciertos contextos. Un buen ejemplo es el girasol, el cual ayuda a descompactar el suelo gracias a sus raíces pivotantes.

En el plano de la comercialización y la seguridad alimentaria la diversificación de cultivos también tiene beneficios, ya que incrementa la variedad de las dietas de las familias productoras, o bien, contribuye a tener una producción adicional en distintos momentos.

Todos estos componentes trabajan en conjunto para mejorar la salud del suelo. En este sentido, el CIMMYT y sus colaboradores han validado varios cultivos alternativos que pueden ser cultivados en el sur y sureste de México. Estos, son 10 cultivos alternativos con características destacadas:

  1. Ebo
  2. Chícharo Gandul 
  3. Crotalaria 
  4. Dólicos 
  5. Cártamo 
  6. Chícharo 
  7. Canola 
  8. Garbanzo 
  9. Caupí 
  10. Canavalia 

La diversificación de cultivos es esencial para la sostenibilidad y la resiliencia de las familias agricultoras de pequeña escala. Los cultivos alternativos validados por el CIMMYT y sus colaboradores no solo mejoran la seguridad alimentaria, sino que también promueven una agricultura más sostenible y resiliente. Adoptar estos cultivos puede transformar la vida de los pequeños productores en el sur y sureste de México, ayudándoles a enfrentar los desafíos agronómicos y económicos de manera efectiva.

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Ante la adversidad, diversidad de cultivos

Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)
Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)

Para AgriLac Resiliente el género y la inclusión social son fundamentales. A través de esta iniciativa regional latinoamericana se han documentado experiencias y resultados derivados de diversos proyectos en donde centros de investigación como CIMMYT, en colaboración con organizaciones de todos los sectores, han impulsado acciones estratégicas para empoderar a mujeres y jóvenes.

Un ejemplo de este proceso de documentación, desarrollado por Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, es el testimonio de Agripina, productora de la comunidad Arroyo Grande, en Jalapa de Díaz, Oaxaca.

Agripina, de 48 años y perteneciente a la etnia Mazateca, recuerda que cuando llegó el primer ingeniero a su comunidad, ella escuchaba las pláticas desde una orilla. Se interesaba en lo que el ingeniero proponía a los participantes, todos hombres. Un día se decidió a preguntarle al ingeniero sobre esas semillas de las que hablaba, semillas que decía, se podían producir en su tierra.

El ingeniero le explicó y consiguió semillas de libre polinización para que las sembrará. Se trataba de semillas de girasol y jamaica. Agripina las sembró en una pequeña parcela que le prestó su suegro, pues su esposo había migrado y su suegro es el que estaba a cargo de las tierras.

Con gran sorpresa vio florecer sus cultivos de girasol y Jamaica, mismos que logró vender en su propia comunidad para adorno de las iglesias o para cumpleaños, incluso para funerales.  Desde ese momento, nada la detuvo y, junto con otras mujeres, asistió con mayor confianza a las capacitaciones que brindaba el ingeniero sobre la siembra de semillas nativas, su almacenamiento, fertilización y control de plagas.

Cuando murió su suegro, ella y su hija estaban desconsoladas y sentían una gran presión sobre el futuro de las tierras. “Nos decían: Pobrecitas, ahora ¿quién las va a ayudar a sembrar?, ¿cómo le van a hacer esas mujeres si ya se murió su suegro? Y yo dije, ¿por qué nos dicen así? Y con mi hija nos pusimos a trabajar. Ahorita ya fui a levantar mi mazorca. Sí es pesado, pero hay que salir adelante”, relata Agripina.

El haberse capacitado desde que vivía su suegro le permitió a Agripina adquirir experiencia y tener los conocimientos para sembrar y cosechar tanto maíz como otros cultivos que le permiten ahora sostener económicamente a su familia, conservando sus semillas nativas e intercalándolas con cultivos comerciales como plátano, piña, girasol y jamaica.

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Flores, aprendizajes y enfoque de género

Doña Juanita, indígena Tzeltal, La Providencia, Ocosingo, Chiapas. (Foto: García, Ramírez y Meentzen)
Doña Juanita, indígena Tzeltal, La Providencia, Ocosingo, Chiapas. (Foto: García, Ramírez y Meentzen)

Para la Iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, el género y la inclusión social es un tema fundamental, de manera que ha seleccionado varias regiones rurales fronterizas de Guatemala y Honduras para desarrollar acciones prioritarias con perspectiva de género.

Para integrar una guía que permita explicar por qué el género y la inclusión social es un tema relevante en sí mismo, así como para incorporar esta perspectiva en todas las demás actividades de los InnovaHubs en Guatemala y Honduras, especialistas en género e inclusión social de Agrilac han implementado un proceso participativo en los hubs hub Pacífico Sur y Chiapas, a fin de recopilar información sobre sus experiencias en el tema y documentar los resultados, facilitando así la replicación del modelo del hub (desarrollado en México por CIMMYT y sus colaboradores) en otros países.

Así, Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, desarrollaron entrevistas individuales y con grupos focales para aprender más sobre cómo los diferentes actores involucrados en los hubs perciben su propia participación: agricultores, hombres y mujeres, colaboradores, gerentes y personal de los hubs, así como aliados en estas regiones, fueron parte de este proceso participativo.

«Hay muchos casos de éxito sobre la participación de mujeres rurales en los hubs de Oaxaca y Chiapas que fueron recogidos en este proceso. Está previsto que estos estudios de caso formen parte de un anexo a la guía para ilustrar por qué la participación de las mujeres rurales es tan importante desde su propia perspectiva”, comenta Ángela Meentzen, quien destaca el caso de doña Juanita, una indígena Tzeltal de la comunidad La Providencia, en Ocosingo, Chiapas.

“Inicié hace cinco años a trabajar con CIMMYT. Antes de conocerlos solo sembrábamos maíz y frijol, pero ya no se daba, las plantas ya no crecían, teníamos muchos problemas de plagas y quemábamos todo el rastrojo. Cuando vinieron los ingenieros nos invitaron a participar con ellos. Al principio como que no nos interesó mucho, pero nos dejamos enseñar. Nos enseñaron a sembrar otros cultivos como el girasol, el cacahuate, otras verduras y los frutales como el limón y las guanábanas”, comenta doña Juanita.

Ahora ya no quemamos el rastrojo, tenemos cultivos durante todo el año, sembramos otras especies, utilizamos muchos productos orgánicos que nos enseñaron a preparar, aumentó nuestra producción y vendemos más cosas en el mercado. Yo y mi hija nos ocupamos de la venta de los productos (frijol, maíz, verduras, calabacitas, elotes y flores); sobre todo la venta de flores nos ha dado muy buen resultado y hemos sacado un buen dinerito”, narra la productora.

“Los beneficios del campo nos permitieron darles estudios a nuestros hijos, algunos ya terminaron su carrera y ahora están trabajando, otros están por terminar, pero a todos les enseñamos el trabajo del campo. Se siente un poco pesado el trabajo, pero yo sostuve las dos cosas, la casa y el campo, no sé cómo le hice, pero lo logré”, dice orgullosa de sí misma doña Juanita, para quien el conocimiento científico generado en plataformas de investigación y módulos del hub se ha traducido en impacto real y positivo para ella y su familia.

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Opciones para diversificación de cultivos en Oaxaca

Cultivo de girasoles en la región de La Costa de Oaxaca. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de girasoles en la región de La Costa de Oaxaca. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Diversificar cultivos (a través de rotaciones, asociaciones o relevos) permite romper con los ciclos de diversas plagas y enfermedades. Ya que cada plaga tiene hábitos o un comportamiento específico asociado a un cultivo particular, al variar los cultivos estos ciclos pueden romperse.

Además de este beneficio, la diversificación de cultivos permite que los suelos estén en un mejor estado general porque ayuda a reponer las capacidades del suelo en medida que cada cultivo tiene necesidades y aportaciones de nutrientes diferentes; o bien, algunos cultivos tienen propiedades agronómicas particulares que resultan útiles en ciertos contextos.

En el plano de la comercialización y la seguridad alimentaria la diversificación de cultivos también tiene beneficios, ya que incrementa la variedad de las dietas de las familias productoras, o bien, contribuye a tener una producción adicional en distintos momentos.

De acuerdo con el #MenúTecnológicoSustentable de Oaxaca, integrado por CIMMYT y sus colaboradores, para el estado de Oaxaca se han identificado cultivos que no solo se han adaptado bien a las condiciones de la entidad, sino que reportan distintos beneficios de acuerdo con usos específicos.

En las plataformas de investigación del estado “se evaluaron, en diferentes ensayos y vitrinas, 16 cultivos y los resultados permiten clasificarlos, de acuerdo con su adaptabilidad, en los mega ambientes de Valles Altos, Subtrópico y Trópico del estado de Oaxaca”, comentan especialistas del Hub Pacífico Sur de CIMMYT.

Trópico (0-1500 msnm) Subtrópico (1500-2000 msnm) Valles Altos

(2000-2500 msnm)

•Chícharo gandul

•Caupí

•Frijol mungo

•Soya

•Girasol

•Mucuna

•Canavalia

•Cacahuate

•Frijol

•Girasol

•Frijol ayocote

•Caupí

•Crotalaria

•Chícharo

•Garbanzo

 

•Canola

•Girasol

•Ebo

•Frijol Ayocote

•Grasspea

•Chícharo

 

Ya sea para la alimentación de humanos y ganado, o para mejorar el suelo o protegerlo, estos cultivos tienen amplios usos y beneficios. Gracias a la red de ensayos de cultivos alternativos y vitrinas establecidas por CIMMYT y sus colaboradores, se ha logrado identificar, con mayor precisión, la acción específica de cada uno de estos cultivos.

Consumo humano Forraje Fijadores de nitrógeno Coberturas y abonos verdes
•Frijol ayocote

•Chícharo

•Frijol

•Caupí

•Garbanzo

•Chícharo gandul

•Frijol mungo

•Soya

•Cacahuate

•Canola

•Girasol

•Ebo

•Frijol ayocote

•Grasspea

•Caupí

•Crotalaria

•Chícharo gandul

•Frijol mungo

 

•Frijol ayocote

•Chícharo

•Frijol

•Caupí

•Garbanzo

•Chícharo gandul

•Frijol mungo

•Soya

•Cacahuate

•Ebo

•Grasspea

•Mununa

•Canavalia

•Chícharo gandul

•Caupí

•Frijol mungo

•Soya

•Girasol

•Mununa

•Canavalia

•Cacahuate

 

Esta tecnología forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.