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¿Cuál es la condición corporal ideal del ganado?

Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

México cuenta con una importante actividad ganadera en distintas escalas. La producción ganadera en pequeña escala, realizada principalmente en el ámbito familiar, es muy importante porque contribuye al abasto alimentario de pequeñas y medianas poblaciones.  

Dada la importancia de este tipo de ganadería, en la que destaca la presencia de borregos y cabras, es importante que los productores conozcan la condición corporal de sus animales, es decir, que sepan cómo determinar de forma práctica el estado físico del ganado —midiendo las reservas corporales en forma de grasa y músculo— y así evaluar el nivel nutricional para determinar, por ejemplo, si es necesario darle otros alimentos. 

La condición corporal es un reflejo de la alimentación que están recibiendo los animales. Por ejemplo, al tener una dieta basada en esquilmos o rastrojos y largas caminatas se genera una pérdida de peso. Esto trae como consecuencia animales bajos de peso y periodos entre cría y cría más largos. 

Al conocer la condición corporal del ganado es posible saber si es necesario suministrar otros alimentos que aporten diferentes nutrientes. Si bien la idea es simple, la pregunta es: ¿cómo se determina la condición corporal?

Para esta estimación primero se debe observar desde atrás del animal la pelvis o anca y las costillas. Estos huesos regularmente son visibles siempre, pero si estuvieran muy marcados indicaría que el animal está bajo de peso y por tanto su condición corporal es baja.

Posteriormente se debe palpar en zonas específicas del animal: el lomo, la zona de la inserción de la cola, la región del flanco y cadera; una vez que se realiza esta evaluación se asigna un valor en una escala del cero al cinco donde el cero corresponde a un animal extremadamente delgado y cinco a un animal obeso. Un número intermedio sería la condición ideal del animal. 

Para facilitar que los productores que trabajan en sistemas agropecuarios estimen la condición corporal del ganado, se pone a su disposición la siguiente infografía sobre Condición corporal en ovinos, caprinos y vacunos. 

Esta infografía es parte de los contenidos generados en el marco del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, el cual promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

 

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Diversificar cultivos promueve una mejor dieta y salud en las zonas rurales

Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Una dieta en transición 

Con un consumo por persona de alrededor de 200 kg de granos cada año, el maíz es la base de la alimentación de los mexicanos. El frijol y la calabaza también son alimentos básicos en el país, y lo han sido desde tiempos prehispánicos, ya que eran parte del sistema ancestral de la milpa. 

Si bien la dieta tradicional en México está basada en granos, leguminosas y vegetales, existe una la tendencia mundial de modificación de dietas por la globalización, la urbanización y el cambio en los estilos de vida. De acuerdo con la organización mundial de la alimentación (FAO), se ha observado esta transición alimentaria tanto en las zonas rurales como en las zonas urbanas, lo que se ha reflejado en un aumento en la demanda de carnes, lácteos y productos procesados, por encima de alimentos como cereales, leguminosas y verduras. 

Así, por ejemplo, entre 1970 y 2013 en México se ha observado una reducción de más de la mitad del consumo de los frijoles. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2018 también revela que 75 % de la población mexicana no come suficientes leguminosas de acuerdo con las recomendaciones del grupo EAT-Lancet para una dieta sostenible y saludable. Entre los factores que han contribuido a esta disminución están aspectos socioculturales, donde el consumo de frijoles se ha asociado, erróneamente, a la pobreza. 

Cambios como estos han empeorado el problema de malnutrición, generando una doble carga que se traduce en la coexistencia de la desnutrición, así como el sobrepeso y obesidad. Esta compleja situación también es factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes y distintos tipos de cáncer. Por esto es importante cambiar este patrón y promover dietas saludables y sostenibles ya que, además, se proyecta que el cambio climático empeorará la situación, particularmente en las zonas rurales con más vulnerabilidad. Los frijoles, y las leguminosas en general, tienen el potencial para cambiar esto. 

¿Cuáles son las ventajas de comer frijoles y las leguminosas en general? 

Los frijoles y las leguminosas son una buena fuente de varios micronutrientes como potasio, magnesio, ácido fólico, hierro y zinc, y son fuente importante de proteínas de origen vegetal. En particular, se encuentran entre los únicos alimentos vegetales que proporcionan cantidades significativas de lisina, unos de los aminoácidos esenciales para los seres humanos —el maíz, por ejemplo, es deficiente en lisina por lo que combinar maíces y frijoles es una forma de remediar la carencia en aminoácidos esenciales—. 

Las leguminosas también son una buena fuente de fibras y almidón resistente —un tipo de carbohidrato que aporta múltiples beneficios para la salud—, con implicaciones positivas en la prevención de enfermedades crónicas como cáncer o diabetes. Las fibras, al regular el tránsito gastrointestinal contribuyen a que los frijoles tengan un índice glicémico bajo —es decir, que su capacidad de aumentar el nivel de azúcar en la sangre es bajo—, en comparación a otros grupos de alimentos. 

Además, las leguminosas contienen fitoquímicos (polifenoles) y antioxidantes —compuestos  relacionados con la reducción de enfermedades cardiovasculares, de tumores y de enfermedades neurodegenerativas—, y están asociadas a la reducción del riesgo de enfermedades crónicas. De hecho, se ha demostrado en varios estudios que el consumo de leguminosas puede contribuir a disminuir el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

¿La diversificación de cultivos puede incidir sobre la dieta y la salud de los productores? 

La diversificación de cultivos en las parcelas de los pequeños productores tiene muchas ventajas, entre ellas la reducción de los riesgos de malas cosechas debido al cambio climático, plagas o enfermedades; una mejora de la salud del suelo; así como mayor rendimiento y sostenibilidad ambiental. 

Diversificar cultivos contribuye también a reducir los riesgos de desarrollo de hongos y la producción de micotoxinas, sustancias potencialmente dañinas para la salud. Las ventajas además pueden reflejarse en la dieta de las familias productoras que integran una mayor diversidad de cultivos a su alimentación.

Estudios en África, por ejemplo, han demostrado que la promoción de la diversificación de cultivos puede tener un impacto positivo sobre la salud de los adultos y los niños, además de contribuir al reducción de los riesgos de ingestión de micotoxinas, particularmente para los productores que viven en zonas remotas y que tienen poco acceso al mercado. 

Promover la diversificación de cultivos es entonces una forma de lograr sistemas agroalimentarios locales resilientes y la seguridad alimentaria de los productores de pequeña escala. Así, es importante que los programas de diversificación estén acompañados de actividades de educación nutricional —para demostrar a las comunidades los beneficios asociados al consumo de frijoles y leguminosas en general— y estén soportados con actividades de empeoramiento de mujeres y jóvenes.

En el sur y sureste de México, Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están impulsando la diversificación de cultivos a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’. Con esta iniciativa se promueve la diversificación de cultivos, la asociatividad en el medio rural y los liderazgos comunitarios. Además, se impulsa la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, de la que se desprende este artículo.  

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¿Compartir o conservar tierra?

Cualquier estudiante de quinto grado está familiarizado con la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno que llevó a los dinosaurios y tres cuartos de todas las especies vivas en ese momento a desaparecer de la Tierra, probablemente después de ser golpeados por un asteroide muy grande. Sin embargo, pocas personas son conscientes de que el planeta está pasando por un evento de igual magnitud: un informe reciente del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) destacó una disminución del 60% en las poblaciones de más de 4 000 especies de vertebrados monitoreadas a nivel mundial desde 1970. Esta vez, el culpable no es un asteroide, sino los seres humanos. La mayor amenaza que representamos para otras especies es también la forma en que satisfacemos una de nuestras necesidades más fundamentales: la producción de alimentos.

Como respuesta, los científicos, particularmente los ecologistas, han buscado estrategias para minimizar las compensaciones entre la agricultura y la biodiversidad. Una de esas estrategias es la «preservación de la tierra», también conocida como el «efecto Borlaug». Esta estrategia busca segregar la producción y la conservación y maximizar el rendimiento en áreas tan pequeñas como sea posible, conservando tierras para la naturaleza. Otra estrategia es «conservar la tierra» o una «agricultura amigable con la vida silvestre», que busca integrar la producción y la conservación en las mismas unidades de tierra y hacer que la agricultura sea lo más benigna posible para la biodiversidad.

El debate entre los defensores de la conservación de la tierra y los defensores del intercambio de tierras ha tenido lugar en los últimos 15 años. Sin embargo, la mayoría de los estudios han encontrado que la conservación de la tierra conduce a mejores resultados a diferencia de la distribución de la tierra en una variedad de contextos. Con colaboradores de CIFOR, UBC y otras organizaciones, planteé la hipótesis de que esta creencia era parcial porque los investigadores evaluaron la agricultura a través de una lente estrecha, solo observando las calorías o el rendimiento de los cultivos.

En la actualidad, muchas más personas padecen hambre oculta o falta de vitaminas y minerales en sus dietas. Varios estudios han encontrado dietas más diversas y nutritivas consumidas por personas que viven en o cerca de áreas con mayor cobertura arbórea, ya que los árboles son un componente clave de la biodiversidad. Sin embargo, la mayoría de estos estudios no han analizado los mecanismos que explican esta asociación positiva.

Bosques para la alimentación

Al estudiar siete paisajes tropicales en Bangladesh, Burkina Faso, Camerún, Etiopía, Indonesia, Nicaragua y Zambia, encontramos evidencia de que la cubierta arbórea apoya directamente las dietas en cuatro paisajes de siete. Esto puede ser a través de la carne de animales, frutas y vegetales silvestres, y otros alimentos de origen forestal. Además, el estudio encontró evidencia de una vía agroecológica, en la cual los bosques y los árboles apoyan la producción de diversos cultivos y ganado a través de una variedad de servicios de los ecosistemas, lo que en última instancia conduce a dietas mejoradas, en cinco paisajes de siete. Estos resultados demuestran claramente que, aunque la conservación de la tierra puede tener los mejores resultados para la biodiversidad, se reducirían los productos forestales para los hogares rurales, como, por ejemplo, los alimentos forestales, la leña y la alimentación del ganado. También eliminaría a las pequeñas explotaciones agrícolas de los servicios ecosistémicos proporcionados por la biodiversidad, y los pequeños productores en los trópicos tienden a depender más de los servicios ecosistémicos que de los insumos externos.

En Etiopía, investigaciones previas realizadas por algunos de los mismos autores han demostrado que los paisajes multifuncionales que no califican como ahorradores de tierra ni como reparto de la tierra pueden albergar una gran biodiversidad y ser más productivos que los paisajes más simples. Son más sostenibles y resistentes, proporcionan dietas más diversas y producen cereales con mayor contenido nutricional.

El debate sobre la conservación de la tierra versus el intercambio se ha limitado en gran medida a los círculos de ecologistas de la conservación y rara vez ha involucrado a científicos agrícolas. Como resultado, la mayoría de los estudios sobre la conservación de la tierra versus el intercambio se han centrado en minimizar el impacto negativo de la agricultura en la biodiversidad, en lugar de buscar los mejores compromisos entre la producción agrícola y la conservación de la biodiversidad.

Para diseñar paisajes que realmente equilibren las necesidades de las personas y la naturaleza, es urgente que los agrónomos, los economistas agrícolas, los sociólogos rurales y los mejoradores de cultivos participen en el debate de la conservación de la tierra.

Lea más en:
Testing the Various Pathways Linking Forest Cover to Dietary Diversity in Tropical Landscapes

Este estudio fue posible gracias a la financiación del Ministerio de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a través del proyecto Cambio Agrario en Paisajes Tropicales, y por los Programas de Investigación del CGIAR sobre maíz y trigo.

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La receta para mejores sistemas alimentarios

La forma en que se producen y consumen los alimentos, y cuánto se pierde o se desperdicia moldea la salud de las personas y del planeta. El informe de la Comisión EAT-Lancet, publicado en enero de 2019, reunió a 30 científicos interdisciplinarios de todo el mundo para proponer un patrón dietético que cumple con los requisitos nutricionales y promueve la salud, pero utiliza menos recursos ambientales.

El informe promueve dietas que consisten en una variedad de alimentos de origen vegetal, con cantidades reducidas de alimentos de origen animal, granos refinados, alimentos altamente procesados o azúcares agregados, y con grasas insaturadas en lugar de saturadas.

El foro EAT Food 2019 tendrá lugar en Estocolmo del 11 al 14 de junio de 2019. Natalia Palacios, especialista en calidad del maíz en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), participará en un panel de expertos en investigación agrícola organizado por el CGIAR que explorará las implicaciones del informe EAT-Lancet en el sur del mundo, en particular para los pequeños agricultores.

Palacios y sus colegas del CIMMYT, Santiago López Ridaura, agrónomo, y Jason Donovan, socioeconomista, se reunieron para conversar con los editores del CIMMYT para analizar cómo las recomendaciones del informe EAT-Lancet se adaptan a las realidades de los pequeños agricultores.

¿Se puede integrar la nutrición con el sistema alimentario?

Santiago López-Ridaura: La nutrición es el escenario perfecto para crear enfoques de sistemas para los alimentos. La nutrición involucra todo: la calidad de la producción, la genética de la semilla, el suministro de insumos, la demanda de producción, el poder adquisitivo de los agricultores, los hábitos alimenticios y de cocina. Realmente requiere un enfoque interdisciplinario para observar los sistemas alimentarios a través de una lente de nutrición.

Natalia Palacios: Debemos dejar de pensar en el cultivo y pensar en la dieta. La investigación interdisciplinaria e interinstitucional es clave para mejorar la nutrición y la sostenibilidad agrícola en el contexto de los pequeños agricultores en África, Asia y América Latina.

López-Ridaura: Un análisis económico, un estudio de fertilidad del suelo o el mejoramiento del manejo de plagas y enfermedades por sí solos no nos dan una visión holística del sistema alimentario. Sin embargo, la nutrición nos da la oportunidad de tener una visión integrada. De igual manera, la sostenibilidad y evitar la pérdida de alimentos se relacionan con todas las partes del sistema alimentario.

Es una sinergia. El CIMMYT ha promovido un enfoque de sistemas para el cultivo y la nutrición del maíz y el trigo, y la sostenibilidad encaja perfectamente con esto.

Jason Donovan: Es hora de desarrollar ese diálogo, incluidos especialistas de diferentes campos, como nutricionistas, economistas, agrónomos, mejoradores y especialistas en género cuando investigamos y formamos preguntas de investigación sobre los beneficios para la salud y la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios y tomamos una visión holística de cómo funcionan todas estas cosas en conjunto.

Palacios: Se necesita un cambio de prioridades en nuestra investigación. Es importante integrar la producción resiliente con la nutrición. Centrarse solo en la productividad ya no debe ser el conductor. Puede que no necesitemos grandes cambios en las tecnologías e intervenciones, pero necesitamos asegurarnos de que se incluyan las demandas de nutrición y de los consumidores.

No hay solución absoluta. Se debe actuar desde diferentes puntos, ya sea con cultivos biofortificados, cultivos intercalados para dietas diversificadas o acceso a mercados.

¿El informe EAT-Lancet es una receta para una dieta planetaria?

Palacios: El informe tiene un enfoque global y está dirigido de manera abrumadora a las naciones de altos ingresos. Sin embargo, si nos fijamos en sus cinco estrategias, en realidad también son aplicables a los países de ingresos bajos y medianos: buscar el compromiso internacional y nacional para cambiar hacia dietas saludables; reorientar las prioridades agrícolas de producir grandes cantidades de alimentos a producir alimentos saludables; intensificar de forma sostenible la producción de alimentos para aumentar la producción de alta calidad; una gobernanza fuerte y coordinada de la tierra y los océanos; y reducir a la mitad las pérdidas de alimentos en la producción y el desperdicio de alimentos en el consumo.

CIMMYT scientists Natalia Palacios (left), Santiago Lopez-Ridaura (center) and Jason Donovan discuss the implications of a "planetary health diet" for producers and consumers in low- and middle-income countries. (Photo: Alfonso Cortés/CIMMYT)
Los científicos del CIMMYT, Natalia Palacios (izquierda), Santiago López-Ridaura (centro) y Jason Donovan discuten las implicaciones de una “dieta de salud planetaria” para productores y consumidores en países de ingresos bajos y medios. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

López-Ridaura: En lugar de una receta, la comisión propone una «dieta saludable de referencia» que deberá adaptarse a diferentes regiones y culturas. Más importante aún, las trayectorias hacia dicha dieta probablemente serán muy diferentes, dependiendo de la región y la cultura, los hábitos alimentarios actuales de la población y los sistemas de producción en los que se basan.

En algunos casos, el consumo de carne y azúcares deberá disminuir, pero en otras regiones podría ser necesario aumentar. Todo depende de la situación actual.

Donovan: El informe destacó los problemas de sostenibilidad en torno a nuestra producción de alimentos. Aunque el informe se enfocó en los países de altos ingresos que consumen muchas proteínas. Una de las grandes preguntas que tuve después de leerlo fue la pregunta del «cómo». En muchos países donde trabajamos — como África, Asia y América Latina — el consumo de carne está aumentando a un ritmo acelerado.

Entonces, la pregunta que me llamó la atención fue: ¿cómo encajan estas sociedades con transformaciones rurales y urbanas rápidas, y con un gusto cada vez mayor por los productos alimenticios de origen animal en el contexto del informe? ¿Cómo podemos promover dietas basadas en plantas en estos contextos?

Ajustar sus dietas a una dieta de referencia universal y saludable sería difícil ya que hay poco espacio para maniobrar.

¿La adaptación es la clave del éxito?

López-Ridaura: Sí, se necesita adaptación y creo que los colegas de la Comisión EAT-Lancet están muy conscientes de eso. La dieta saludable de referencia debe considerarse como tal, como una referencia, con algunos principios básicos relativos a la cantidad y calidad de los alimentos, así como al uso sostenible de los recursos.

Cada región, subregión o incluso familias e individuos necesitarán adaptar sus hábitos dietéticos y sistemas de producción para lograr dietas saludables y detener la degradación de la base de los recursos.

Palacios: Es importante observar a los pequeños agricultores en el contexto de la dieta y la agricultura sostenible. Necesitamos preguntar, ¿qué están cultivando? ¿cómo están haciendo crecer su cultivo? ¿cómo se lo están comiendo? ¿qué venden ellos?

A menudo los pequeños agricultores ya están utilizando prácticas agrícolas que mejoran su nutrición y benefician el medio ambiente. Por ejemplo, observe el sistema agrícola de la milpa: combina maíz, frijoles, calabaza, chile, tomates y frutas de temporada para proporcionar una dieta diversa basada en plantas. El sistema de la milpa, combinado con la retención de residuos de cultivos y otras técnicas de agricultura de conservación pueden mejorar la fertilidad del suelo.

Los agricultores latinoamericanos también utilizan la técnica tradicional de nixtamalización para preparar el grano de maíz para cocinar, lo que mejora su valor nutricional. Los agricultores en África están adoptando cultivos de cobertura de abono verde cultivados con maíz como una forma para mejorar la salud del suelo, diversificar las dietas de los hogares y proporcionar un cultivo comercial para vender en los mercados.

Es importante que estas iniciativas se promuevan a través de la política del gobierno nacional y local y sean apoyadas por el sector privado para que tengan un impacto real en la salud de las personas y el planeta.

Donovan: Se están implementando políticas locales para promover dietas saludables y la diversificación en el campo — América Latina es un buen ejemplo. Sin embargo, esto no se encuentra a una escala en la que se pueda tener un impacto real en la salud de las personas y los entornos. Existe una presión sobre el sector privado para responder, especialmente considerando el aumento del consumo de alimentos procesados. Es importante comprometerse con el sector privado en temas de nutrición y sostenibilidad.

Las soluciones estarán en niveles múltiples cuando analicemos la nutrición y los sistemas alimentarios. Con demasiada frecuencia, los actores de un sistema alimentario actúan solos, por ejemplo, muchas ONG, universidades y programas gubernamentales. Debe haber unidad en acción; los jugadores de este ámbito deben trabajar juntos como creadores de soluciones holísticas. Esto es actualmente una brecha, ya que muchos nutricionistas no consideran a la agricultura o a los sistemas alimentarios. Abordar esto puede tener un impacto significativo en la salud de los agricultores familiares en África, Asia y América Latina.

Esta historia es parte de nuestra cobertura del Foro EAT Stockholm Food 2019.
Vea otras historias y los detalles del evento paralelo en el que participa el CIMMYT.