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Impulsar las vocaciones y la investigación en agronomía

Estudiantes y egresados del área de agronomía de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, en la plataforma de Investigación Villa Corzo (de la red de innovación que impulsa el CIMMYT), donde desarrollan prácticas e investigaciones. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Estudiantes y egresados del área de agronomía de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, en la plataforma de Investigación Villa Corzo (de la red de innovación que impulsa el CIMMYT), donde desarrollan prácticas e investigaciones. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Cada 22 de febrero en México se celebra el Día del Agrónomo debido a que en esa fecha, pero de 1854, la Escuela Nacional de Agricultura (hoy Universidad Autónoma de Chapingo) abrió sus aulas a los primeros estudiantes de Agronomía. Ese hecho no solo significa que dicha carrera fue incorporada a la enseñanza superior en el país, sino que representa la inclusión de la agricultura como parte de un proyecto nacional para guiar la vida independiente de México.

Si bien con el paso de los años a la Universidad de Chapingo se han ido sumando más universidades en la formación de nuevos agrónomos —como la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, el Instituto Tecnológico de Roque, el Colegio Superior Agropecuario del Estado de Guerrero, la Universidad Autónoma de Sinaloa, entre otras—, esta universidad ha tenido una notable participación en la investigación agrícola en México y, junto con instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), ha hecho numerosas contribuciones al campo mexicano. 

“Los esfuerzos iniciales para establecer programas formales de estudios en agricultura en México se remontan a 1853 cuando fue creada la Escuela Nacional de Agricultura, actualmente Universidad Autónoma Chapingo (UACh). En 1906, se creó una segunda escuela de agricultura, la Escuela de Agricultura Particular, en el estado de Chihuahua. En 1923, se creó una tercera escuela, la escuela de Agricultura Regional Antonio Narro (en la actualidad Universidad Autónoma de Agricultura Antonio Narro, UAAAN)”, puntualizan Odette Gutiérrez e Isabel Peña en el capítulo “Vinculación entre la UACh y el CIMMYT como motor del perfeccionamiento de prácticas agrícolas sustentables”, que forma parte de una obra de la UACh de próxima aparición editorial. 

“La Universidad Autónoma Chapingo tiene sus orígenes en la Escuela Nacional de Agricultura (ENA), la cual fue fundada en forma oficial el 22 de febrero de 1854, en el Convento de San Jacinto en la Ciudad de México. Posteriormente, la ENA se trasladó a la exhacienda de Chapingo, donde inicia sus actividades el día 20 de noviembre de 1923. El 22 de febrero de 1959, se crea el Colegio de Posgraduados de la Escuela Nacional de Agricultura (más tarde, éste se establece como organismo independiente), lo que constituyó un impulso fundamental para el desarrollo de la educación agrícola superior del país. (Universidad Autónoma Chapingo, 2018)”. 

“El CIMMYT a partir de su establecimiento en 1966 en su sede en Texcoco en el Estado de México, a 10 kilómetros de la UACh ha tenido una extensa y fructífera colaboración en el intercambio y la colaboración académica y científica para el desarrollo de programas de estudio e investigación; intercambio de información científica y publicaciones; intercambio de germoplasma; así como una activa participación de investigadores expertos de ambas instituciones en talleres, seminarios, congresos, simposia; y la colaboración en programas de investigación conjunta para la realización de un importante número de estancias de investigación de tesis de ingeniería y estudios de posgrado de estudiantes de la UACh en el CIMMYT”. 

Como ejemplo, señalan las autoras, está “el caso de Tania Eulalia Martínez Cruz, egresada de la Universidad Autónoma Chapingo, quien realizó su investigación de doctorado en CIMMYT y recibió el Premio Nacional de la Juventud en la categoría de Logro Académico el 12 de agosto 2016, el cual fue instituido en 1975 con el fin de reconocer a jóvenes mexicanos cuya conducta o dedicación al trabajo o al estudio inspire a sus contemporáneos y sea ejemplo de superación personal o progreso comunitario”. 

“En el 2001, Martínez salió de su pueblo natal, Tamazulápam Mixes, población indígena en la sierra norte de Oaxaca, para estudiar en la Universidad Autónoma Chapingo. (…) En el marco de una importante iniciativa coordinada por el gobierno de México y el CIMMYT, Martínez participó en un proyecto para ayudar a los agricultores de pequeña escala a mejorar sus preciadas variedades criollas de maíz, y también a buscar formas de ayudar a los agricultores a acceder a la información utilizando tecnologías de información y comunicación”. 

Con más de cuatro millones y medio de unidades de producción en el país, y siendo el agropecuario el tercer sector con mayor número de personas ocupadas, se puede advertir fácilmente la gran valía y necesidad que el país tiene de agrónomos y otros profesionistas enfocados al sector, por lo que, ante los desafíos actuales y futuros del campo mexicano es importante cultivar las vocaciones en el área de agronomía y seguir capacitando a los egresados para formar el capital humano que pueda abordar los retos emergentes del campo e impulsar la transformación que necesita para tener una agricultura más sostenible.

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Agrónomos, vocaciones y formaciones

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2021, el área de agronomía y veterinaria constituye a penas el 2% de los egresados a nivel nacional. En contraste, el área las ciencias sociales, administración y derecho, representa cerca del 40% de los egresados en el país.

En su anuario para el ciclo escolar 2020-2021, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) confirma esta tendencia al reportar que, de los 855,731 egresados en dicho ciclo académico, solo 16,410 (1.9%) corresponden al área de agronomía y veterinaria. 

Con más de cuatro millones y medio (4,650,783) de unidades de producción en el país, y siendo el agropecuario el tercer sector con mayor número de personas ocupadas (seis millones de acuerdo con el reporte del tercer trimestre 2021 del Observatorio Laboral), se puede advertir fácilmente la gran valía y necesidad que el país tiene de ingenieros agrónomos y otros profesionistas enfocados al sector. 

Ante los desafíos actuales y futuros del campo mexicano, además, es importante cultivar las vocaciones en el área de agronomía y seguir capacitando a los egresados para formar el capital humano que pueda abordar los retos emergentes del campo e impulsar la transformación que necesita para tener una agricultura más sostenible.

“¿Qué significa ser Técnico Certificado en Agricultura Sustentable? Para mí es un logro en mi vida profesional, es mejorar mis capacidades después de la universidad, mejorar día a día ante las nuevas necesidades, porque actualmente es una necesidad cuidar nuestros recursos y por eso hay que evolucionar, hay que cambiar. Yo, lo primero que he hecho es poner en práctica todas las tecnologías que he aprendido en esta certificación porque, para empezar, también soy productora”, comenta Iliana Cauich Uitz. 

Como Iliana, muchos ingenieros agrónomos, biólogos y egresados de otras carreras afines forman parte de las generaciones de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, un programa formativo al más alto nivel, impulsado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en colaboración con universidades y organizaciones públicas y privadas de todo el país. 

La pertinencia del curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable en el panorama del extensionismo en México es clara: “en él hay especialistas que comparten el conocimiento que se ha generado en diferentes regiones del país. Esta es una oportunidad excepcional para adquirir conocimientos vigentes de los diferentes sistemas de producción a nivel nacional”, comenta Abel Saldivia, coordinador de plataformas de investigación y poscosecha del Hub Bajío del CIMMYT. 

Para el CIMMYT y sus colaboradores, la apuesta por una formación vigente y pertinente es una de las mejores formas de reconocer la importante labor de los agrónomos porque, como menciona Cecilia Hernández Aragón, también técnica certificada, “es gracias a programas de capacitación como este que es posible ampliar, reforzar e intercambiar conocimientos y estrategias para nuestra intervención en campo”.  

Te invitamos a conocer más sobre el Técnico Certificado en Agricultura Sustentable en el número 56 de la Revista EnlACe, disponible aquí.