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Canavalia, un cultivo resiliente

La canavalia es una planta versátil, capaz de prosperar en una variedad de entornos. Desde tierras bajas hasta altitudes de hasta 1,500 metros sobre el nivel del mar, esta leguminosa demuestra su resiliencia. Con un ciclo de vida que puede llegar hasta los tres o cuatro años, la canavalia se adapta a la adversidad con sorprendente facilidad. Sus raíces profundas y tallos de color púrpura se suman a su apariencia distintiva, mientras que sus flores rosadas la hacen atractiva a la vista.

La flor de la canavalia es distintiva. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
La flor de la canavalia es distintiva. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Otro atractivo de la canavalia se revela en su relación con el suelo y el medioambiente. Esta planta es conocida por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico gracias a la simbiosis con bacterias rizobios, lo que impulsa la fertilidad del suelo. De hecho, se estima que puede aportar hasta 231 kg de nitrógeno por hectárea, mejorando la disponibilidad de nutrientes, especialmente hierro y zinc.

Su uso como cultivo de cobertura es esencial en la lucha contra la erosión, ya que sus hojas y tallos forman una barrera protectora que protege el suelo de las fuerzas de la naturaleza, como las lluvias torrenciales. Esta característica la convierte en un cultivo adecuado para laderas, donde la conservación del suelo es vital.

Además, la inclusión de la canavalia en sistemas agrícolas ayuda a diversificar los cultivos, un principio fundamental de la agricultura de conservación, sistema de producción sustentable promovido por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores para lograr sistemas agroalimentarios más sostenibles y rentables.

La diversificación de cultivos es clave para romper los ciclos de plagas, malezas y enfermedades que afectan a los monocultivos. Al incorporar más de un cultivo en un mismo terreno a lo largo de los años, se reduce la incidencia de problemas agrícolas y se disminuye la dependencia de agroquímicos.

Los beneficios de la canavalia son evidentes en la productividad y la sostenibilidad de los sistemas agrícolas. Experimentos han demostrado que la rotación con canavalia y otros cultivos puede aumentar significativamente los rendimientos, reduciendo la necesidad de fertilización nitrogenada.

En un mundo donde la diversificación de cultivos se ha convertido en una necesidad, la canavalia se presenta como una opción prometedora. No solo protege y enriquece el suelo, sino que también contribuye a la conservación de recursos. Como un pilar en la lucha contra la degradación del suelo y la dependencia de agroquímicos, la canavalia está destinada a desempeñar un papel cada vez más importante en la agricultura sostenible del futuro.

La canavalia, con su capacidad para fijar nitrógeno, proteger el suelo, y contribuir a la diversificación de cultivos, se ha ganado su lugar importante en el abanico de cultivos alternativos de la agricultura sostenible. La importancia agronómica de esta leguminosa no puede ser subestimada, y su papel en la promoción de sistemas agrícolas más saludables y sostenibles es innegable.

La siguiente, es una ficha agronómica desarrollada en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.

Canavalia. Ficha agronómica.
Canavalia. Ficha agronómica.
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Cultivos alternativos para mejorar la fertilidad de los suelos

Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)
Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)

La Meseta Comiteca es una región en el estado mexicano de Chiapas que destaca por su diversidad cultural y riqueza natural —allí se encuentra, por ejemplo, la Reserva de la Biosfera Lagunas de Montebello—. En esta región, la agricultura se desarrolla en condiciones de temporal, siendo el maíz y el frijol los cultivos principales cuyos esquilmos o rastrojos suelen quemarse o removerse total o parcialmente, o bien, sirven de alimento para ganado. 

Además de la poca diversidad de cultivos —el maíz y el frijol se establecen regularmente como unicultivos o intercalados—, el hecho de quemar o remover los residuos de cosecha contribuye a la disminución de contenido de la materia orgánica del suelo y, a largo plazo, repercute en la disminución de la fertilidad y la productividad. De hecho, este agotamiento de los suelos constituye actualmente una de las limitantes para la agricultura de la región. 

Para ofrecer soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Comitán —donde colabora el Instituto Tecnológico de Comitán y el CIMMYT— se evalúan diversos sistemas de producción y tecnologías agrícolas. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el aporte de biomasa seca (residuos de cosecha) de distintos cultivos alternativos a fin de identificar aquellos que representen opciones viables para incrementar el contenido de materia orgánica de las parcelas de forma natural.  

Los cultivos establecidos fueron dólicos, chícharo gandul rojo, chícharo gandul negro, girasol, grasss pea, garbanzo y veza. Durante el ciclo agrícola, las condiciones de precipitación que se presentaron en la región afectaron negativamente el crecimiento y desarrollo de las plantas, lo que se manifestó en bajos rendimientos de grano y de biomasa. No obstante, uno de los cultivos que sobresalió en producción de biomasa seca bajo las condiciones prevalecientes fueron los dólicos”, señalan los responsables de la plataforma.  

Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.  

De acuerdo con los resultados del ensayo, para la región el girasol también es una opción viable, seguido del chícharo gandul. No obstante, mencionan los investigadores, aún es necesario continuar con las evaluaciones de cultivos alternativos para la región.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. 

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Ventajas de diversificar cultivos

Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Actualmente en los Valles Centrales de Oaxaca, en México, el cultivo de maíz es la opción número uno para establecer bajo condiciones de temporal. Sin embargo, existen otros cultivos que se adaptan a sus condiciones agroclimáticas y no se han tomado en cuenta para la diversificación de cultivos, muchas veces porque se desconoce si estos también pudieran diversificar los ingresos del productor en caso de existir mercado y buen precio de compra.

Uno de esos cultivos alternativos que se adaptan bien a la zona es la higuerilla (Ricinus communis). De hecho, entre 1940 y 1980 la región de Valles Centrales del estado de Oaxaca destacó por ser una buena productora de semilla de esta planta oleaginosa —cuya importancia económica deriva del hecho que de ella se obtiene el aceite de ricino, con muchos usos farmacéuticos e industriales—. Después de ese periodo, sin embargo, la demanda de higuerilla disminuyó, por lo que las localidades de Valles Centrales, como la Ciénega de Zimatlán, dejaron de producirla. 

Actualmente, en los Valles Centrales se ha revitalizado la cadena de valor de la higuerilla gracias a empresas jóvenes como Ricinomex que están apostando por la diversificación de cultivos mediante la producción sustentable tanto de higuerilla para la elaboración del aceite de ricino, como de maíces nativos para la elaboración de productos innovadores como el whisky.

Ya que muchas veces la higuerilla —también conocida como tártago o grillal— es vista como una maleza que debe eliminarse de las parcelas, técnicos de Ricinomex, en colaboración con el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han establecido parcelas demostrativas o módulos de innovación junto con productores que deciden diversificar cultivos de forma sustentable.   

En la parcela de don “Rafa”, por ejemplo, se estableció un híbrido de higuerilla y también crotalaria (Crotalaria juncea), que es una leguminosa que sirve como abono verde y forraje. Don “Rafa” asegura que “en esos terrenos crecían unos buenos grillales criollos” y recuerda ir a pizcar con su papá cuando la temporada de cosecha de la higuerilla llegaba.

Después del corte de racimos don “Rafa” ha comprobado que la producción de higuerilla es una buena opción para la zona. Actualmente en su parcela se realizan ensayos para determinar las mejores alternativas de fertilización, así como el efecto de la crotalaria, la cual, a la fecha, ha mostrado un buen crecimiento y desarrollo en suelos franco arenosos y los animales de traspatio la han aceptado bien como forraje, de manera que se busca incrementar la superficie de siembra en ciclos próximos.

Con esta innovación se está generando un aporte considerable de residuos vegetales, mismos que sirven de material de cobertura pues, durante el ciclo de cultivo de la oleaginosa, el follaje viejo queda en la parcela. Este abono verde contribuye además en la fijación biológica de nitrógeno y es un excelente forraje, brindando hospedaje a insectos benéficos, ayudando en el control malezas —por efecto de cobertura— y reduciendo la presencia de nematodos, un tipo de gusanos que pueden ser perjudiciales para los cultivos. 

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Opciones de cultivos intercalados para los Valles Centrales de Oaxaca

Girasol próximo a floración intercalado con maíz, en una parcela de San Nicolás Quialana, en el municipio de Zimatlán, Oaxaca, México. (Foto: Yashim Reyes/Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Girasol próximo a floración intercalado con maíz, en una parcela de San Nicolás Quialana, en el municipio de Zimatlán, Oaxaca, México. (Foto: Yashim Reyes/Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Los estados del sur de México se caracterizan por tener predios agrícolas divididos en pequeñas áreas donde normalmente el productor siembra un solo cultivo —en el mejor de los casos implementa el sistema milpa para tener mayor diversidad—, de manera que los cultivos intercalados son una opción viable para hacer más productivos estos terrenos. 

Se habla de cultivos intercalados cuando, simultáneamente, se establecen dos o más cultivos en la misma parcela. Esta particular diversificación de cultivos permite, además, lograr una mayor estabilidad de los rendimientos ya que, en dado caso, no todos los cultivos se verían igualmente afectados por las variaciones del clima.

En la región de los Valles Centrales, en Oaxaca, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha estado evaluando, junto con colaboradores en ese estado, distintas especies de plantas a fin de identificar las mejores opciones para intercalar porque, en algunos casos, pueden aprovechar la luz, los nutrientes y el agua de manera más completa que cuando se trata de monocultivos.

Con la Integradora de Básicos del Istmo, por ejemplo, se estableció recientemente una parcela de evaluación en el municipio de Zimatlán de Álvarez, en donde se intercaló maíz con frijol ayocote, girasol y crotalaria —y donde se ha contado también con la asesoría de Ravi Gopal Singh, científico del CIMMYT especialista en cultivos alternativos y manejo de malezas—.

Entre los resultados obtenidos de esta parcela de evaluación de cultivos intercalados destaca que, para los Valles Centrales, una excelente opción es intercalar maíz con girasol, ya que este cultivo presenta un buen crecimiento y se puede aprovechar para la venta en flor o como forraje. Además, en caso de que el maíz se utilice en silo, la mezcla con girasol aporta una mejor nutrición para los animales.

Con un crecimiento mediano, otra opción para los Valles Centrales sería la crotalaria, pero no así el frijol ayocote, el cual no se adapta a las condiciones del clima de esta región. 

Los cultivos intercalados son más productivos que un monocultivo de maíz y, además, las diferentes combinaciones de cultivos contribuyen a dietas más variadas para satisfacer las necesidades de las familias productoras, de ahí la importancia de incrementar la diversidad de los sistemas de cultivos intercalados de maíz.

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Cultivos de valor para diversificar el campo

Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)
Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)

El cambio climático, los efectos de la pandemia y la reciente crisis de fertilizantes están perjudicando la capacidad productiva de las naciones. Por esto, es apremiante impulsar un cambio integral en los sistemas agroalimentarios para así garantizar la producción y suministro sustentable de alimentos. Ante esto, conceptos como la agricultura de conservación y sus prácticas asociadas, cada día cobran mayor relevancia a nivel mundial.

En México el cambio ha sido lento y hasta 2021, de un poco más de tres millones y medio de unidades de producción agrícola a cielo abierto, menos del 20 % optaron por prácticas de agricultura de conservación a pesar de que brinda un alto impacto potencial en la sustentabilidad. Ejemplo de ello son los altos rendimientos obtenidos en cultivos de maíz sembrados con este sistema en distintos valles de México, los cuales rondan las 18 toneladas por hectárea y que van acompañados de ahorros de hasta 30 % en términos de costos.

A pesar de que cultivos básicos como el maíz o el trigo representan un ingreso seguro para el productor —aunque limitado, debido a los altos costos de producción y la alta volatilidad del mercado de granos—, en distintas zonas del país se ha optado por el cultivo de berries—zarzamora, arándano, frambuesa, fresa—, las cuales  ofrecen un alto margen de ganancia al ser sumamente buscadas en el mercado internacional para su uso en la industria alimenticia, farmacéutica o cosmética, posicionándoles en los primeros lugares de exportación.

Ejemplo de lo anterior es que en la última década en Jalisco, que es el mayor estado productor de berries, la superficie destinada a la siembra de maíz disminuyó un 6,5 %, es decir, pasó de 7,7 millones a 7,2 millones de hectáreas; en cambio, la destinada a frutillas se triplicó, pasando de una superficie prácticamente nula a inicios de los 2000, a 17 mil hectáreas en 2011 y a 55 mil hectáreas al cierre de 2021; es decir, tan solo en diez años aumentó 69 %. 

Además, datos del Banco de México muestran que tan solo en 2021, el país desembolsó más de cinco mil millones de dólares para importar maíz amarillo y poder cubrir el déficit de producción y la demanda nacional —esto es el mayor monto de la historia—. En cambio, en el primer trimestre de 2022, las berries se convirtieron en el primer producto agroalimentario con mayor registro de ingresos por su venta al extranjero, generando mil 385 millones de dólares —22,5 % más que en 2021— y desplazando a productos que estaban en los primeros lugares de exportación, como el aguacate y la cerveza.

Sin embargo, los beneficios económicos no son los únicos que se deben considerar al comercializar nuevos productos, ya que una adecuada y viable reconversión de cultivos depende de la zona geográfica, el medioambiente local o las condiciones y requerimientos fitosanitario para reducir el riesgo de que plagas y enfermedades se vuelvan inmunes o resistentes a insumos para su control. 

Por ejemplo, en el Valle del Yaqui, una de las principales zonas agrícolas del país con más de 250 mil hectáreas cultivables y donde se siembra y producen más de un millón y medio de toneladas anuales de trigo, desde 2017 a la fecha, los agricultores han apostado al cultivo de productos frutícolas innovadores como el mango Calypso y el aguacate Hass, del cual se han reconvertido un poco más de 355 hectáreas. 

Si bien iniciar muchos de estos cultivos puede implicar una inversión mayor, es importante que el productor conozca y esté seguro de que lo que va a sembrar será viable tanto desde el punto de vista agronómico como económico en la zona en la que desarrolla su negocio. Por ello, no debe centrarse en un solo cultivo, la recomendación es diversificar, de modo que es posible conseguir rentabilidad tanto con cultivos básicos mediante la mecanización adecuada e incorporación de agricultura de conservación, como al apostar a varios tipos nuevos de cultivo.

En Sinaloa, ante las condiciones climáticas de la región, nuevas alternativas de alto valor han comenzado a despuntar, una de ellas es el espárrago, que ha demostrado ser buena

oportunidad de negocio. También está el higo, establecido desde 2018, principalmente en la zona norte del estado, reconocida internacionalmente como zona libre de moscas de la fruta, lo que permite su comercialización sin ninguna restricción hacia el extranjero, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Actualmente, también se contempla al agave ya que no requiere grandes inversiones y puede establecerse de manera natural en zonas con poca humedad, por lo que se adapta a las zonas de temporal en las que se produce principalmente sorgo, cacahuate, ajonjolí y, al ser resistente a la sequía, ofrece una mejor alternativa económica por su gran demanda en el mercado nacional e internacional.

Hoy por hoy la agricultura ofrece un abanico de opciones que, si bien no reemplazarán a los básicos, sí representan una opción para mitigar los riesgos dadas las adversidades presentes en la agricultura.  

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Cultivos alternativos en la sierra de Chihuahua

La diversificación de cultivos es uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación y una práctica con amplios beneficios para las tierras de cultivo, la nutrición de las familias productoras y también para la economía familiar. 

En la localidad de Hueleyvo, municipio de Guachochi, Chihuahua, y con la participación de productores de diversas comunidades serranas, se dieron a conocer los resultados obtenidos del establecimiento de cultivos alternativos en el ciclo primavera-verano 2021, mismos que forman parte de un esfuerzo para promover la diversificación de cultivos. 

Reginaldo Loya Moreno, del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico (CIDET) —organización que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas sustentables en Chihuahua— expuso el beneficio para el suelo que representa el establecimiento de cultivos como el ayocote y el girasol de grano.

Este tipo de plantas permiten hacer una rotación de cultivos y romper el ciclo biológico de las plagas, aminorando la incidencia de estas sobre todo en el cultivo de maíz. En el caso de este ensayo, refirió el técnico de CIDET, se intercaló maíz nativo de la región con girasol y ayocote en temporal, colocando el ayocote en la orilla como barrera para retención de plagas.

El año anterior, refirió el técnico, también se habían hecho este tipo de arreglo en algunas parcelas; sin embargo, el temporal no favoreció. Por el contario, en el ciclo primavera-verano 2021 se logró una producción de 400 kilos por hectárea (kg/ha) de ayocote y 1,428 kg/ha de girasol, precisando que el ayocote tuvo algunas afectaciones por el hielo, lo que disminuyó un poco su rendimiento total.

Aunque este tipo de ensayos continúan para identificar las mejores variedades, prácticas y condiciones para la diversificación de cultivos en las zonas serranas de Chihuahua, los productores conocieron la importancia de esta práctica para mejorar sus suelos. Finalmente, se les compartieron algunas semillas para que puedan ir estableciendo pequeñas parcelas e ir generando su propia semilla, comprometiéndose a seguir capacitándose en temas de Agricultura Sustentable. 

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Con cultivos alternativos hicieron frente a la devastación ocasionada por el huracán Grace

En agosto de 2021 el huracán Grace tocó tierras mexicanas dos veces: primero atravesó la Península de Yucatán como huracán de categoría 1 y después tocó tierra en la costa del Golfo de México como huracán de categoría 3, convirtiéndose en uno de los ciclones tropicales más fuertes registrados para el estado de Veracruz.

El devastador paso de Grace afectó seriamente a los agricultores del Totonacapan —zona al norte de Veracruz— quienes perdieron sus cultivos de temporal pues el fenómeno meteorológico llegó en plena temporada de floración del cultivo de maíz, el cual se acamó —cuando las plantas se “recuestan” o se “tienden” hacia el suelo— en un 90%, sin esperanza de lograr una cosecha decente del grano. 

El huracán Grace no solo impactó la economía de los agricultores, también su estado de ánimo ya que, al ver perdida su inversión, sintieron desesperanza y decepción. Muchos de ellos manifestaban que no esperaban algo tan fuerte y, sin embargo, el impacto fue de tal magnitud que afectó la mayoría de los cultivos de temporal y anuales, como los cítricos que son una importante fuente de ingreso en la zona. 

La investigación agronómica en esa región también se vio afectada, ya que los módulos agronómicos y la plataforma de investigación que Citricultores Tihuatecos Asociados y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han establecido en colaboración también fueron siniestrados por el huracán.

Dadas estas circunstancias se realizó un ajuste al protocolo de investigación, buscando alternativas de cultivos para cubrir los meses restantes y llegar a la siembra del ciclo otoño-invierno 2021 —que comúnmente se realiza entre los últimos días de octubre y todo noviembre—.

Así, buscando una estrategia sustentable que permitiera adaptarse a las nuevas circunstancias, se optó por sembrar cultivos alternativos como soya forrajera, frijol negro Michigan y un girasol criollo mejorado (Icamex 14-B) proporcionado por el CIMMYT con el objetivo de despertar el interés de los productores —ya que en esa zona no es un cultivo común— y fortalecer la biodiversidad al generar espacios para las abejas que, debido al uso desmedido de agroquímicos, han visto reducidos los lugares donde obtener polen.

Así, después del paso del huracán Grace se retomaron las actividades en la plataforma para preparar el terreno donde se estableció tanto el frijol Michigan como una asociación de girasol con soya forrajera como cobertura —previamente en la plataforma ya se evaluaba la soya como cobertura, pero asociada con maíz—. 

El girasol ha mostrado una buena adaptación a la zona y, por su parte, la soya forrajera se ha confirmado como una leguminosa que, aparte de mantener las condiciones de humedad en el suelo, es una excelente fijadora de nitrógeno, tiene una alta capacidad de captura de CO2, y un alto aporte de materia orgánica que contribuye a generar una capa que cubre al suelo y lo protege de la erosión. 

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Mujeres, agricultura y pandemia

Para una gran parte de la humanidad —y a través de la historia—, la hora de los alimentos está íntimamente ligada a la presencia y acción de las mujeres. Ellas alimentan al mundo en más de un sentido. No solo preparan los alimentos, los cultivan: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuatro de cada 10 personas que trabajan en el campo en todo el mundo, e incluso siete de cada 10 en algunos países, son mujeres. 

El papel de la mujer, sin embargo, frecuentemente ha estado mermado por las brechas de género. Se pensaba que el hombre, por su complexión física, era quien debía ejercer y asumir los papeles más demandantes o pesados, pero la mujer ha tenido y tiene un papel fundamental en la agricultura y su trabajo debe ser reconocido. 

Por diversas circunstancias, socialmente se sabe poco de los trabajos de las mujeres dentro de la Agricultura. Además, persisten condiciones que las ponen en clara desventaja, tales  como el poco acceso a créditos y a cadenas productivas de alto valor, así como la falta de titularidad de las tierras —lo que ha contribuido a un subregistro en las estadísticas disponibles: de acuerdo con cifras al tercer trimestre del 2021 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), por ejemplo, el promedio de mujeres ocupadas en agricultura es del 10%, ya que su trabajo en el campo con frecuencia no es remunerado—.

La pandemia por COVID-19 y sus efectos durante y después de ella son un buen ejemplo para reflexionar en torno al papel y a la situación de las mujeres, tanto en el campo o en relación con aspectos vinculados con la alimentación, tales como la seguridad alimentaria o la carga de trabajo asociada a la preparación de la comida y a la alimentación de las familias —se estima que la brecha entre mujeres y hombres con respecto al tiempo que dedican a la manipulación y preparación de alimentos y comidas es de 12 puntos porcentuales—.

De acuerdo con la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la pandemia representa un retroceso en materia de derechos de las mujeres, pero también una oportunidad de reacomodo donde los pactos de género permitan trastocar a la sociedad y hacer que la nueva normalidad sea la igualdad

A raíz de la pandemia, en México 70.1% de hombres y 76.2% de mujeres vieron disminuidos sus ingresos (ingresos de un trabajo remunerado); 43.1% de hombres y 40.5% de mujeres experimentaron dificultad para acceder a productos alimenticios o víveres; y 44.1% de hombres y 48.3% de mujeres vieron un aumento en el tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado —como enseñar a los niños o ayudar con las tareas escolares; ayudar a personas adultas mayores, enfermos o con discapacidad—.

Los efectos diferenciados por género a causa de la pandemia en el desarrollo sostenible apoyan la observación general de que la pandemia ha evidenciado los numerosos sistemas quebrantados en el mundo, donde las personas más vulnerables —por edad, pobreza, raza o género— se vuelven exponencialmente más vulnerables.

Así, en este periodo de pandemia las mujeres en general han enfrentado la agudización de la sobrecarga de trabajo —en especial el trabajo no remunerado que está vinculado con la pobreza de tiempo de las mujeres—, la precariedad económica, el incremento de la pobreza y el incremento de la violencia de género. 

En el ámbito rural, las mujeres se han enfrentado a una serie de obstáculos adicionales asociados a las interrupciones de las cadenas de valor agroalimentarias. Las productoras que vendían sus excedentes en mercados locales para captar ingresos que les permitieran complementar la dieta fueron particularmente afectadas.

Uno de los grandes retos entonces es consolidar e intensificar acciones para el empoderamiento económico de las mujeres, impulsar su autonomía económica y dar visibilidad a sus aportes a la economía familiar (y en general): en la agricultura de traspatio, por ejemplo, tienen un papel protagónico en el cultivo de verduras, legumbres y frutas, así como en la producción animal de pequeñas especies. Y esto no es una tarea menor, porque muchas veces constituye el principal soporte económico de las familias rurales. 

Ante este contexto, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores, desarrollan proyectos que impulsan el empoderamiento económico de las mujeres mediante, por ejemplo, la incorporación de cultivos alternativos:

“El cultivo del girasol es un gran apoyo a la economía para la mujer. Varias lo están vendiendo como flor de corte y a otras nos ha permitido desarrollar un oficio, porque con esto podemos tener un mercado para la comercialización de jabones, champús, cremas, tinturas de propoleo, polen, jarabes para la tos y otros productos”.

Te invitamos a conocer a Juana Gómez Ramírez, una de las protagonistas de esta historia dando clic aquí.

Fuentes:

  • ONU Mujeres (2020). Efectos diferenciados por género de COVID-19 en el desarrollo sostenible. Análisis comparativo de las encuestas de evaluación rápida de género en Chile, Colombia y México. ONU Mujeres- Oficina Regional para América Latina y el Caribe.
  • Mora, A. y Anderson H. (2020). Las mujeres rurales, la agricultura y el desarrollo sostenible en las Américas en tiempos de COVID-19. Organización de los Estados Americanos- Comisión Interamericana de Mujeres. 
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Calakmul tendrá dos casas de semillas

Para los productores de Calakmul, Campeche, las semillas nativas, o criollas, están en estrecha relación con sus creencias y costumbres. Muchos de ellos, pertenecientes a comunidades mayas, valoran la existencia de estas semillas más allá de la producción. Desafortunadamente, Calakmul carece de un sistema de resguardo y reproducción de semillas nativas que les permita a los agricultores disponer de semilla de calidad, en los volúmenes requeridos y en los tiempos oportunos para la siembra.

Y es que, a pesar de que en Calakmul existe una gran diversidad de semillas nativas de maíz, frijol, calabaza y chile, los diferentes diagnósticos y estudios revelan que las familias tienen dificultades para disponer de ellas. Las consiguen, dicen, “donde pueden y como pueden”, ya sean prestadas o compradas, no importando la variedad y la calidad. Consecuentemente, esto reduce la productividad e implica riesgo de pérdida, degeneración y contaminación de las variedades.

Las casas o bancos de semillas representan una oportunidad para el rescate de la diversidad genética de las semillas nativas, así como para la preservación de los conocimientos y saberes locales, costumbres, gastronomía y otros valores sociales que son importantes para la identidad cultural de los productores de la región. 

En este sentido, durante noviembre y diciembre de 2021, en una acción impulsada por Fondo para la Paz IAP en la que colabora el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se impartieron talleres que forman parte del acompañamiento para la planificación y puesta en marcha de dos casas de semillas en Calakmul —una en la zona sur y otra en la zona norte del municipio—.

En los talleres participaron productores de diferentes comunidades que han asumido el rol de promotores guía de la iniciativa, así como otros productores interesados en formar parte del proyecto para el establecimiento de las casas de semillas. Por esta razón, la capacitación abarcó aspectos como funciones, procesos administrativos y técnicos para la conservación de la diversidad genética de las semillas nativas —desde la colecta hasta el manejo de los lotes de semilla recolectada—.

Cabe mencionar que a través de un proyecto financiado por Groundswell e implementado por Fondo para la paz IAP, se ha logrado conseguir el equipo básico para la puesta en marcha de los bancos de semillas y, a través del CIMMYT, los productores se están formando para iniciar sus colectas, registrar y acondicionar las colecciones de semillas y establecer parcelas de regeneración. También el CIMMYT ha contribuido a la conformación de las colecciones mediante donaciones de semillas de leguminosas tradicionales y cultivos alternativos. 

Con miras hacia el ciclo agrícola primavera-verano 2022, las casas de semillas tienen la tarea de organizar actividades de intercambio y difusión de las semillas nativas durante los meses de abril y mayo. De igual forma, deberán consensar con los socios los volúmenes a guardar para determinar la disponibilidad de semilla que las casas podrán prestar en dicho ciclo. 

Los esfuerzos para establecer casas o bancos de semillas no solo buscan conservar la diversidad genética existente, también implican valiosas experiencias de organización y esfuerzo colectivo para asegurar la disponibilidad de semilla en cantidad y calidad, mejorar las variedades, desarrollar capacidades en manejo poscosecha, enfoques agroecológicos y otras innovaciones que le permiten a los productores incrementar sus rendimientos y, consecuentemente, mejorar la seguridad alimentaria de sus familias. 

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Opciones agroecológicas para la Meseta Purépecha

El cambio de uso de suelo, el alza del costo de los fertilizantes, la presencia de condiciones climatológicas adversas y extremas, así como la introducción de cultivos no nativos y con alta demanda de agroquímicos, son factores a los que se enfrentan los agricultores de la Meseta Purépecha. En este sentido, difundir alternativas agroecológicas es de suma importancia.

Durante los tres años recientes hemos promovido la producción sustentable de alimentos en la Meseta Purépecha, y lo hemos hecho de la mano de productores indígenas porque la lengua materna es fundamental para dar a conocer localmente alternativas sustentables como el manejo agroecológico de plagas, el cual permite controlarlas sin el uso de agroquímicos”, comentó José Isidro Nepamuceno Reyes, colaborador del Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), durante su participación, junto con productores e integrantes de consejos comunales, en una entrevista radiofónica realizada por la XEPUR, La voz de los purépechas.

“En lugar de plaguicidas usamos trampas con feromonas específicas para el gusano cogollero y el gusano cortador. Así interrumpimos el apareamiento de estas plagas y reducimos de forma importante sus poblaciones en los cultivos. El uso de la diversidad funcional es otra actividad concreta que ha sido empleada para controlar plagas. Plantas endémicas como la chicalote, la higuerilla, la ortiga, el toloache o el paraíso (Melia azedarach), contienen sustancias que se pueden emplear como alternativas al uso de elementos químicos comerciales”, señala el especialista. 

“Otra innovación que compartimos en la radio fue la siembra de cultivos alternativos como girasol, grass pea, ebo, haba, canola y lenteja, los cuales —junto a dejar la cobertura de rastrojo del cultivo anterior— reducen el nivel de evaporación y favorecen una mayor infiltración del agua de lluvia en regiones con poca precipitación. El resultado que se alcanza entonces es una mayor captación de agua y una reducción en el nivel de deterioro de los suelos por erosión, tanto por acción del agua como del viento”. 

La siembra y conservación de maíces nativos es una actividad estratégica y de amplia importancia cultural para los productores de la Meseta Purépecha, por esta razón, señala José Isidro, “se han impulsado acciones para la selección de plantas con características deseables como altura, vigorosidad, resistencia a plagas, enfermedades y factores climáticos. El objetivo es preservar y mejorar el maíz criollo, y que sean los propios productores locales los que cuenten con las capacidades necesarias para obtener mejores resultados en sus parcelas”. 

Finalmente, el especialista concluyó su participación hablando del manejo poscosecha. Y es que, de acuerdo con los estudios hechos entre los productores locales, si las condiciones de almacenamiento son inadecuadas, la pérdida de grano puede ser hasta del 60%. Esta es la razón, señaló José Isidro, de dar a conocer opciones como las plantas con acción insectistático —es decir, que inhiben el desarrollo normal de los insectos—, los polvos inertes —como la cal micronizada, las cenizas de fogón y la tierra de diatomeas—, y los silos y bolsas herméticas que además evitan el uso de pastillas de fosfuro de aluminio, potencialmente riesgosas para la salud.