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Informes Anuales

CIMMYT presenta su Informe Anual 2020

Empezamos el año 2020 con las noticias de la pandemia de COVID-19 extendiéndose de país en país, causando estragos en las economías nacionales, provocando innumerables tragedias personales y ejerciendo una presión adicional sobre los medios de vida de las personas de bajos recursos y con hambre.

La crisis mundial puso de manifiesto la enorme vulnerabilidad de nuestro sistema alimentario.

Si hemos aprendido algo del año pasado, es que necesitamos invertir urgentemente en la ciencia para renovar los sistemas alimentarios que proporcionan dietas asequibles, suficientes y saludables producidas dentro de los límites planetarios.

Durante este tiempo, la dedicación y la resiliencia de la comunidad del CIMMYT nos permitieron seguir haciendo importantes avances hacia esa visión.

Esperamos que disfruten de nuestras historias y que se unan a nosotros para trabajar activamente en pro de la resiliencia, la renovación y la transición de nuestros sistemas agroalimentarios, con el fin de garantizar su fortaleza frente a las crisis actuales y futuras.

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¿Cómo ha impactado la pandemia a la agricultura en México y Centroamérica?

La pandemia por COVID-19 ha tenido impactos diferentes (y diferenciados) para distintos tipos de sistemas agrícolas. De acuerdo con un artículo de un grupo de científicos de diversas instituciones de Guatemala, Honduras, Nicaragua y México —entre ellas el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, en México y Centroamérica los sistemas empresariales de pequeña y mediana escala fueron los más afectados, pero los sistemas de gran escala y de pequeños agricultores mostraron una mayor resistencia a los efectos de la pandemia.

Ante la movilidad reducida, el cierre de espacios públicos y privados o las restricciones en las fronteras (que afectaron todo tipo de sistemas agrícolas, aunque en distinta medida), las personas dedicadas al campo implementaron una serie de mecanismos para hacer frente a la pandemia. Entre estos, apunta el estudio, están el desarrollo de cadenas de valor alternativas, sistemas de entrega de alimentos y productos agrícolas y el uso exponencial de medios digitales. 

Los cambios en el comportamiento de los consumidores en respuesta a la pandemia y las medidas asociadas también provocaron cambios en los actores del sistema agroalimentario. Intentaron responder a estos cambios tanto en la demanda como en la operación, con implicaciones en los sistemas agrícolas. Por ejemplo, en muchos lugares los consumidores aumentaron su dependencia de los supermercados para la compra de alimentos y muchos compraron grandes volúmenes de alimentos con menos frecuencia debido a las restricciones de movilidad”, señala el artículo. 

Así, lo que para algunos representó una limitación, para otros significó una oportunidad, de manera que “la acción colectiva y la organización de los agricultores también demostraron ser un importante mecanismo de supervivencia que permitió́ a algunos agricultores adquirir insumos y entregar productos en un contexto de movilidad restringida, volatilidad de precios e incertidumbre general”.

Por supuesto, la naturaleza de las exportaciones agrícolas, la estructura del sector, entre otras características propias de la región, también jugaron un papel importante en la mediación del impacto de la pandemia. Además, esta situación inédita en la historia de la humanidad ha mostrado algunas de las fallas de los sistemas agrícolas, pero también la fortaleza de algunos actores dentro de los sistemas agroalimentarios quienes han mostrado una gran capacidad para innovar y superar las adversidades.  

Este artículo es producto de la investigación colaborativa entre científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la Universidad Zamorano de Honduras, Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), el Consejo de Exportación de Soja de Estados Unidos (USSEC, por sus siglas en inglés), el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), el Servicio de Información Mesoamericano sobre Agricultura Sostenible (SIMAS) de Nicaragua, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y el Centro Regional de Investigación del Altiplano Occidental del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) de Guatemala. Puede leerse completo en el siguiente enlace:

López Ridaura, S., Sanders, A., Barba Escoto, L., Wiegel, J., Mayorga Cortés, M., González Esquivel, C., y García-Barcena, T. S. (2021). Immediate impact of COVID-19 pandemic on farming systems in Central America and Mexico. Agricultural Systems, 192, 103178.

Con información de Santiago López Ridaura, investigador del CIMMYT.

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Los otros héroes de la pandemia

Guanajuato.- #LaAgriculturaSigue o #ElCampoNoPara son algunos de los hashtags que hemos usado los usuarios de redes sociales para hacer visible que, desde que inició la pandemia, los productores agropecuarios no han tenido un día de descanso. En el campo las actividades no se pueden detener, esa es la realidad en la que están inmersos miles de hombres y mujeres que se dedican a la producción primaria de alimentos. 

En el campo, poco se sabe de días de descanso. El ciclo natural de los cultivos no se pausa durante los días de asueto o los fines de semana y por eso, con o sin pandemia, las vidas de los agricultores continúan con las preocupaciones e interrogantes de siempre: “¿Lloverá lo suficiente este año?”, “ojalá no haya muchas plagas”, “¿ahora cuál será el precio de la tonelada de maíz?”, “esperemos que no nos caiga granizo”, etcétera.

En medio de esta pandemia hemos aprendido a vivir sin varios de los satisfactores a los que estábamos acostumbrados, pero no así sin alimentos, esos que producen las manos de los agricultores. En este sentido, la situación actual sigue siendo una buena oportunidad para reconocer la enorme contribución que hace el productor agropecuario a la economía del país. 

Los “pequeños” productores (los que cultivan menos de cinco hectáreas), por ejemplo, producen hasta el 80% de los alimentos que están sobre la mesa de los mexicanos. No obstante, se enfrentan a muchas situaciones poco favorables: con frecuencia son sujetos del abuso de los intermediarios, muchas veces los insumos que tienen que comprar resultan más caros que y aún así deben vender más barato su producto.

Además, por diversas circunstancias socioculturales y formativas, estos productores no acostumbran a considerar en sus costos de producción la mano de obra porque, dicen, es “su propia mano de obra y la de sus hijos”. Tampoco consideran como costo la depreciación de su equipo y maquinaria y, debido al arraigo a las enseñanzas de sus padres y abuelos, la adopción de nuevas prácticas agrícola suele ser compleja. 

Por todo lo anterior, el actual es un momento oportuno para reconocer la gran labor de las personas que trabajan el campo. Quienes formamos parte de la red de innovación que impulsan la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), creemos firmemente que, mediante el acompañamiento técnico de calidad y con calidez humana, es posible transformar este reconocimiento en acciones concretas a favor de los productores. 

En este sentido, es un momento propicio para reconocer también a los otros héroes que caminan al lado de los productores, me refiero a los profesionistas que brindan ese acompañamiento técnico, como el ingeniero Emanuel Flores del equipo técnico de MasAgro Guanajuato quien, inmediatamente después de recuperarse del COVID-19, su primera salida fue hacia las parcelas de los productores a quienes brinda atención.

También es oportuno reconocer a los otros miembros del equipo quienes, ante la imposibilidad de hacer reuniones presenciales por las restricciones sanitarias, han usado las herramientas disponibles para continuar difundiendo innovaciones sustentables. Con transmisiones en vivo a través de Facebook y atendiendo comentarios en tiempo real, los aprendizajes en esta nueva normalidad digital han sido vastos. 

En los municipios de Pénjamo, Purísima del Rincón y Ocampo se han desarrollado capacitaciones bajo este nuevo esquema. Estas experiencias motivaron el desarrollo de la jornada de capacitación “Producción sustentable de cebada y trigo en El Bajío con base en Agricultura de Conservación”, un ejemplo de que, bajo cualquier circunstancia, #LaAgriculturaSigue. 

Producción sustentable de cebada y trigo, jornada de capacitación disponible en línea.

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Acuerdan CONCAMIN y CIMMYT colaborar para el desarrollo agrícola sostenible y la seguridad alimentaria

Ciudad de México.- La Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron hoy un Convenio Marco de Colaboración para incentivar la participación de diversos sectores industriales en el desarrollo de los productores de granos básicos del país. 

“El objetivo de este acuerdo es establecer un marco de colaboración formal entre industriales, investigadores y productores para diseñar, desarrollar y ejecutar proyectos o iniciativas que fortalezcan la contribución de la industria al desarrollo sostenible de los productores de maíz y de trigo, así como a fortalecer la seguridad alimentaria de todos los mexicanos”, señaló Francisco Cervantes Díaz, Presidente de CONCAMIN. 

Las compañías del sector agroalimentario son clave para el desarrollo sostenible e integración de las cadenas de valor del maíz y el trigo, pues desempeñan una función tractora fundamental al abastecerse de las materias primas que produce el sector agropecuario nacional que, posteriormente, transforman en alimentos y bienes de consumo para toda la población. 

“En CIMMYT trabajamos del lado del productor para codesarrollar y validar las prácticas y tecnologías agrícolas sostenibles que impulsan la producción de granos básicos nutritivos y de alta calidad de procesamiento que pueden satisfacer la demanda de la industria mexicana”, explicó Bram Govaerts, Chief Operating Officer y Director General Adjunto de Investigación y de Desarrollo Estratégico de CIMMYT. 

El trabajo de investigación aplicada al desarrollo de sistemas de cereales y granos básicos más productivos, rentables y sostenibles ha facilitado la inclusión de productores de granos básicos del país en programas de abastecimiento local responsable en los que participan compañías agroalimentarias líderes en México y el mundo. 

“CIMMYT cuenta desde hace más de 60 años con su sede orgullosamente en México. Desde CONCAMIN, hemos hecho lo necesario para mantener este importante centro de innovación, investigación y desarrollo en el país. Este compromiso se fortalece el día de hoy a través de este convenio, ya que nos permitirá fortalecer la capacidad de respuesta de CIMMYT y México ante la crisis económica global que se avecina”, comentó Cervantes Díaz. 

El Convenio Marco de Colaboración entre CONCAMIN y CIMMYT busca multiplicar la participación de los pequeños y medianos productores en las cadenas de valor y desarrollar alianzas público – privadas para que más sectores industriales participen en el sector agropecuario. 

“Existen oportunidades de colaboración en proveeduría de servicios digitales o tecnologías de la información y la comunicación para hacer un uso más eficiente de recursos naturales e insumos productivos, así como en el desarrollo de infraestructura para incrementar la participación y competitividad de los pequeños y medianos productores en el mercado nacional”, observó Cervantes Díaz. 

En lo inmediato, el principal objetivo del convenio celebrado es facilitar la producción y abasto de alimentos en México para mitigar los efectos de la pandemia por COVID-19 y fortalecer la seguridad alimentaria de los mexicanos. 

“Con estas acciones, sentamos las bases para que la industria participe activamente en una recuperación verde que revigorice al campo mexicano y fortalezca su contribución al desarrollo económico y a la seguridad alimentaria de todos los mexicanos”, concluyó Govaerts. 

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Cada gota cuenta

Hasta hace algunos años aún se consideraba, erróneamente, que el agua era un recurso inagotable. Hoy, la humanidad está experimentando una alarmante escasez de agua y, de hecho, en estos tiempos donde lavarse las manos es esencial para contener la propagación del COVID-19, hay casi 3 mil millones de personas en el mundo que no tienen cómo lavarse las manos debido, en gran medida, a la falta de acceso al agua. 

En el caso de México, se estima que solo 43% de la población tiene acceso a un servicio de agua potable gestionado de forma segura. También se calcula que cerca de la mitad de los cuerpos de agua no tiene una buena calidad de agua ambiental (ONU-Agua, 2021). Esto significa que han sido afectados por una combinación de influencias naturales y actividades humanas, como las aguas residuales o los escurrimientos de aguas contaminadas procedentes de la agricultura. 

Sí, la agricultura, a nivel global, contribuye significativamente a la afectación de la calidad del agua, de ahí la importancia de transitar urgentemente hacia una Agricultura Sustentable que minimice el uso de agentes potencialmente contaminantes y optimice el uso del agua. Esta transformación se vuelve apremiante si se condera que en México el 76% del agua disponible se utiliza en la agricultura y que año con año su disponibilidad se reduce debido a la expansión urbana y el cambio climático. 

“Es muy importante tocar el tema del agua. Yo aquí en el campo lo estoy viviendo, porque en el campo se desperdicia mucha agua y cada vez hay menos; usamos grandes cantidades para producir nuestros productos. Entonces, si hay un sistema que te ahorra agua, tiempo y dinero, pues bienvenido; eso es lo que necesitamos”, comenta Noé Gándara, productor de Guanajuato quien participa en el proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Cultivando un México Mejor es un esfuerzo por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. Los resultados más recientes del proyecto (correspondientes al ciclo otoño-invierno 2019-2020) indican que gracias a la implementación de prácticas sustentables se ha notado un ahorro de más de un millón doscientos mil litros de agua (1,205 m³) en el volumen total aplicado por hectárea mediante riego. Esto representa un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional. 

“Hace poco se averió el pozo, provocando un estrés tremendo en las plantas por falta de agua. Al final de la temporada la cebada salió únicamente con dos riegos. Los rendimientos obviamente fueron bajos, pero a pesar de eso, con las prácticas implementadas se lograron cubrir los costos de inversión y se tuvo un pequeño margen de utilidad”, comenta el productor José Luis Ruiz, quien también participa en el proyecto en Querétaro. 

De hecho, los resultados del ciclo productivo más reciente señalan que las innovaciones promovidas por el proyecto han favorecido un incremento de los rendimientos en términos generales (de 0.61 toneladas por hectárea). Esto, sumado a ahorros en el consumo de combustible (gracias a la disminución de la labranza se usan hasta 42 litros menos de combustible en comparación con prácticas convencionales, lo que además deriva en menos emisiones de CO2 a la atmósfera) han permitido que los productores participantes eleven sus utilidades hasta $2,300 por hectárea.

Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo: durante el ciclo 2019-2020 posibilitó que se brindara acompañamiento técnico a 74 productores y, con el apoyo de 18 organizaciones y empresas que colaboran dentro de la cadena de valor, se instalaron siete módulos demostrativos, 37 áreas de extensión y 140 áreas de impacto que suman un total de 184 parcelas desde donde la gestión del agua, suma a un cambio de paradigma sobre este líquido esencial. 

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Ante riesgo de poca disponibilidad de semilla, la reinserción de maíces nativos brinda esperanza

La pandemia por COVID-19 no fue el único reto que el 2020 le presentó a los agricultores de Yucatán. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la temporada de ciclones tropicales de 2020 fue la más activa de la historia. El impacto de estos fenómenos en Yucatán tuvo como consecuencia que se perdieran importantes cosechas en las regiones Oriente y Sur del estado y ahora existe el riesgo de que la disponibilidad de semillas sea un factor limitante para el ciclo agrícola de 2021.

En medio de todo este panorama incierto, hay esperanza: Productores de Maíz Criollo Kantunil es una organización de agricultores que se dedica a la reproducción, conservación y mejoramiento de maíces nativos de la región Centro de Yucatán y, gracias a un lote de semillas que solicitaron al Banco de Germoplasma del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), están reinsertando variedades nativas del estado que no se habían sembrado desde hace casi 80 años.

Colectadas entre 1944 y 1961 en el estado de Yucatán, las semillas que recibió el grupo de productores en febrero de 2020 han sido destinadas para su reproducción y reinserción al sistema milpa tradicional. Para este propósito, el grupo —que inició operaciones en 2019— cuenta con el acompañamiento técnico de Edgar Miranda, formador de técnicos MasAgro en Yucatán. 

A través del Hub Península de Yucatán del CIMMYT, el grupo de productores recibió muestras de ocho variedades de tres razas nativas. Así, durante el ciclo primavera-verano 2020 cultivaron un total de 250 semillas de cada variedad en parcelas de 8×12 metros y, durante el crecimiento de las variedades, aplicaron prácticas de Agricultura Sustentable. 

Para obtener la mejor semilla que le permita al grupo continuar con su reproducción y propagación en la región, se seleccionaron las mejores plantas en campo bajo la metodología de selección masal visual —que considera el aspecto de la planta y la mazorca como criterio de selección—y a la cosecha se realizó una segunda selección.

Con respecto a los rendimientos, estos fueron de 0.35 a 1 tonelada por hectárea. La accesión CIMMYTMA 849, la cual fue colectada precisamente en el municipio de Kantunil en 1961, fue la que reportó el mayor rendimiento. 

El grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil realizará la difusión de las variedades reproducidas en beneficio de los productores de la región durante el ciclo primavera-verano 2021. Adicionalmente, el grupo se ha sumado a la estrategia de diversificación de parcelas del Hub Península de Yucatán, a través de la cual han sembrado cultivos alternativos como el girasol que, además de ser un aliado natural contra plagas, tiene el potencial de generar ingresos extra para los productores.

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2021, una invitación para reconstruir el mundo

2021 es un año donde la recuperación económica a nivel global es central, pero también este debe ser un año donde la reconstrucción social sea prioritaria. La Agricultura Sustentable, en este sentido, es clave para reconstruir mejor el tejido social, para garantizar una alimentación adecuada que impacte positivamente en la salud de la población y, a la vez, que permita impulsar las economías locales y el sentido de comunidad. Es decir, una Agricultura para la Paz, para la salud y para el sostenimiento de la vida en el planeta.

Por supuesto, se trata de un reto de grandes dimensiones que demanda una respuesta igualmente grande e innovadora pues, además de los efectos de la pandemia —que han potenciado el riesgo de crisis alimentarias alrededor del mundo—, el cambio climático, el hambre y los antiguos retos siguen ahí, agravándose en muchos casos —de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la temporada de ciclones tropicales de 2020 ha sido la más activa de la historia—.

La pandemia por COVID-19 ha demostrado la importancia de las cadenas de valor sólidas e inclusivas —y donde la diversificación de cultivos destaca como forma de proporcionar mejores oportunidades comerciales a las familias productoras—, de manera este año representa una oportunidad única para repensar las formas de producción y consumo y, claro, de establecer alianzas entre los sectores público, privado, social y académico para lograr que la nueva configuración del sistema agroalimentario sea viable y sustentable. 

Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) convocamos a reconstruir con la iniciativa de Agricultura para la Paz —que el CIMMYT impulsa de la mano del Centro Nobel de la Paz y el Gobierno de México—, una estrategia para mantener en movimiento y evolución el legado del doctor Norman E. Borlaug (a 50 años de que le fuera otorgado el Premio Nobel de la Paz) y, sobre todo, para estrechar las alianzas necesarias que permitan responder a las necesidades actuales de los sistemas agroalimentarios.

Este es un año decisivo en la guerra contra el hambre. Agricultores, técnicos, científicos, tomadores de decisiones, todos son necesarios para detener la hambruna y la pobreza en el mundo y, por eso, las iniciativas, programas y proyectos que impulsa el CIMMYT junto con colaboradores y aliados son, y seguirán siendo, un pilar fundamental para esta causa común. A todos quienes hacen posible estas acciones hoy les decimos gracias, esperando que 2021 sea un año que nos fortalezca a todos y nos conduzca a nuevos logros. 

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Se asocian para comprar más barato

San Antonino Monteverde, Oax.- Al tener pequeñas superficies de siembra (generalmente dispersas) y comprar sus insumos agrícolas de forma individual, los costos de producción de los pequeños productores de los municipios de San Antonino Monteverde y Villa de Chilapa de Díaz, Oaxaca, se elevan y hacen poco rentable su actividad. Esto impacta la economía de las familias productoras y de la comunidad en general.

A través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— recientemente en los citados municipios se han impartido talleres para dar a conocer los diferentes beneficios de la asociatividad entre productores.

Los talleres han sido impartidos por el equipo técnico de Fondo para la Paz y están orientados a fortalecer el trabajo en equipo, el tejido comunitario y la solución de problemas o necesidades comunes de la actividad agrícola de los pequeños productores. En este sentido, ponen énfasis en las características de las sociedades cooperativas (una forma de organización social integrada por personas con intereses comunes y con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas) y su proceso para consolidarlas.

La promoción y realización de estos talleres no ha sido fácil debido a las condiciones derivadas de la pandemia por COVID-19, sin embargo, se han logrado buenos resultados y se ha contado con el apoyo de las autoridades locales que han facilitado los espacios para las reuniones, así como el acceso a internet para la comunicación con algunos especialistas.

Derivado de los talleres, un grupo de productores decidió comenzar acciones en conjunto, por lo que procedieron a la elección de un comité que inicialmente se enfocará en la compra de insumos agrícolas para abaratar sus costos, aprovechar descuentos y obtener las ventajas de comprar entre varios productores. Los acuerdos se formalizaron con la firma de un acta donde se detallan las acciones de asociatividad a realizar para la compra de insumos agrícolas.

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De la crisis a la oportunidad

Oaxaca.- En el documento El sector ambiental frente a la pandemia de COVID-19 publicado recientemente por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se puntualiza, entre otros aspectos, lo siguiente:

  • La gestión adecuada y sustentable de la naturaleza está íntimamente ligada con la salud humana y animal.
  • Al igual que el COVID-19, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el colapso financiero no respetan fronteras. Tales problemas solo pueden gestionarse a través de la acción colectiva.
  • Nadie esperaba los altos costos humanos, sociales y económicos que está causando la pandemia. ¿Cómo podemos estar mejor preparados para evitar llegar a una emergencia climática?

La crisis ocasionada por COVID-19 propició la revalorización de las relaciones humanas con la naturaleza, incluyendo la agricultura. De acuerdo con el Inventario Nacional Forestal y de Suelos de la Semarnat, cerca del 45.2% de la superficie del país presenta algún tipo de degradación inducida por la acción humana. Para el caso de Oaxaca alrededor del 75% de los suelos presenta limitaciones físicas o químicas que pueden incidir en la nutrición vegetal. Es decir que solo un cuarto de los suelos de Oaxaca son física y químicamente aptos para el desarrollo de la agricultura.

La fertilidad del suelo es considerada un factor asociado al desarrollo vegetal y es definida como el potencial que tiene un suelo para suplir los elementos nutritivos en las formas, cantidades y proporciones requeridas para lograr un buen crecimiento y rendimiento de las plantas (Casanova, 2005). Además, es determinada por las características físicas, químicas y biológicas del suelo.

Además, las características del suelo interactúan de manera armónica con otros factores para determinar la disponibilidad de nutrientes en el suelo. Así, por ejemplo, un suelo puede estar provisto de suficientes elementos minerales, pero no está provisto de buenas condiciones físicas que permitan un fácil movimiento de nutrientes o en su defecto no posee la fauna microbiana que ayude a la estabilidad de los agregados.

Hay amplia evidencia científica que muestra cómo la asociación de gramíneas con leguminosas puede incrementar la producción de la gramínea (en comparación con monocultivos de gramínea a los que no se les suministra nitrógeno), mejorar la cubierta del suelo y elevar la productividad total del cultivo significativamente, permitiendo en potencia una mayor restitución de materia orgánica al suelo.

En virtud de esta evidencia y como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Máiz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation, desde el año 2016 Agricultura Familiar y Agronegocios AC, colaborador del CIMMYT en Oaxaca, promueve la diversificación de cultivos para disminuir la erosión del suelo, mejorar su fertilidad y propiciar que el productor obtenga dos o tres cosechas con el mismo temporal de lluvias, favoreciendo así su alimentación y sus ingresos.

Cabe mencionar que en un principio solo se empleaban leguminosas para abono verde (es decir, solo con la finalidad de mejorar el suelo) y posteriormente se emplearon leguminosas de interés alimenticio y económico para el productor (como frijoles, habas y alverja). Eventualmente se ha ido trabajando para optimizar diversos aspectos de la asociación con leguminosas (como evitar retirar la materia orgánica durante la cosecha).

Ante la crisis de disponibilidad de alimentos frescos ocasionada por el COVID-19, así como el cierre de los mercados locales y regionales, este año se han asociado cultivos con ejotes o chícharos, que al cosecharse en verde permite que el resto de la planta quede en la parcela para mejorar los niveles de materia orgánica del suelo y, por tanto, el rendimiento del cultivo principal.

Fuentes:
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Hacia la transformación agrícola de África

África.- Del 8 al 11 de septiembre de 2020 tuvo lugar el Foro Africano de la Revolución Verde (AGRF, por sus siglas en inglés) y allí estuvo presente el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Este evento de carácter continental llegó a sus 10 años de realización en el marco de la crisis global sanitaria por COVID-19. Coyuntura que es también una oportunidad para el llamado a la acción hecho en esta cumbre virtual: construir sistemas alimentarios que sean equitativos, sostenibles, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos globales de la desnutrición, la pobreza y el cambio climático, además de responder a los retos emergentes e imprevistos, como los que plantea una pandemia. En síntesis, transformar los sistemas alimentarios en beneficio de todos.

Es así como Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT, participó en el panel sobre escalamiento y transformación de los sistemas alimentarios en la era PLUS-COVID-19, donde representantes de los sectores público y privado intercambiaron los aprendizajes que hasta ahora les ha dejado a ellos y a sus organizaciones la actual contingencia, al igual que las oportunidades que han identificado en este tiempo de incertidumbre para hacer real la transformación de los sistemas agroalimentarios.

En los 90 minutos de discusión y con más de un centenar de personas conectadas en línea desde América Latina, China, África, Estados Unidos y Trinidad y Tobago, entre otras latitudes, hubo consenso entre los panelistas —representantes de actores globales como la Fundación Syngenta para la Agricultura Sustentable, GIZ, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y continentales como el Banco Africano para el Desarrollo (AfDB, por sus siglas en inglés)— en que este es el mejor momento para unir fuerzas, solucionar las barreras que impiden el buen funcionamiento de las cadenas de valor e invertir en la agricultura como un motor pilar de bienestar y desarrollo.

Un panel hecho de preguntas inquietantes

¿Cómo el COVID-19 está impactando tus planes y los de la organización que representas en diferentes países? ¿Cómo está afectando tus planes con la innovación? Dos de las preguntas que orientaron la discusión y construyeron afinidades sobre la relevancia de generar soluciones glocales, donde actores mundiales neutrales como los centros del CGIAR son bienvenidos por su carácter articulador en la generación de alianzas transversales, transformadoras e integradoras, que reconocen las diferencias que hay en los sistemas agroalimentarios de un país a otro, pero comparten la decisión por un futuro sustentable con seguridad alimentaria y nutrición al alcance de todos.

“Cuando hablamos de alianzas para cogenerar soluciones es clave dejar a un lado la discusión entre si es mejor trabajar con el sector privado o con el sector público, para enfocarse en la experiencia y experticia que una diversidad de socios puede aportar para generar soluciones duraderas y sustentables”, indicó Govaerts reconociendo el difícil momento por el que están pasando los sistemas agroalimentarios en el planeta y “esta oportunidad imperdible que tenemos como sociedad de invertir recursos, talentos y determinación en darle forma al futuro con sistemas agroalimentarios integrados que benefician a todos los actores de la cadena”, puntualizó.

Los panelistas coincidieron también en que, de cara a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, las buenas noticias comienzan con el reconocimiento de que el escalamiento es más que un enfoque, más que el último paso de la realización de un proyecto y, por lo tanto, requiere de mucho más respaldo y trazabilidad, es decir de inversiones a largo plazo que le den piso y apoyo.

Y ¿qué hay del consumidor urbano nutricionalmente vulnerable?

El 60% de los alimentos en África se consume en áreas urbanas, donde la obesidad y el acceso a comida ultra procesada son parte del desafío nutricional a nivel continental. Entonces, ¿cómo hacer accesibles dietas más nutritivas a las comunidades urbanas vulnerables? Esta fue una de las preguntas orientadoras del panel en el que participó Natalia Palacios, científica especialista en calidad nutricional de maíz y responsable del Laboratorio de Calidad de Maíz del CIMMYT, intercambiando perspectivas con representantes de entidades como la Fundación Rockefeller, HarvestPlus, EAT y USAID; al igual que con otras organizaciones como Chefs’ Manifesto que promueve la recuperación del hábito de cocinar los alimentos en casa y aboga por la importancia de una alimentación saludable y nutritiva en los primeros mil días de vida.

En su intervención, Natalia resaltó la importancia de hacer de la producción de alimentos una actividad que responda a las necesidades y preferencias del consumidor, teniendo en cuenta también factores como lograr que en la preparación se pierda el menor número posible de nutrientes. Esto sin olvidar que la agricultura debe ser una actividad atractiva para el productor en términos de generación de ingresos y calidad de vida, lo cual contribuiría también a disminuir el flujo hacia las zonas urbanas. Todo esto manteniendo la agricultura dentro de los límites planetarios sustentables.

Una silla en la mesa ministerial

¿Cómo pueden los países implementar políticas continentales y fortalecer sus sistemas agroalimentarios? Una de las preguntas clave abordadas en la Mesa Redonda Ministerial de Alto Nivel en la que participó Bram Govaerts en representación de Martin Kropff, director general del CIMMYT, partiendo del concepto de que detrás de cada grano de maíz o de trigo hay un sistema agroalimentario.

Allí reiteró el compromiso del CIMMYT con la visión de África sobre temas clave que van de ‘Sur a Sur’ como son los mismos sistemas agroalimentarios, la adaptación y mitigación del cambio climático, la nutrición y la generación de empleo para mujeres y jóvenes. Teniendo también muy presente otro objetivo crucial: lograr la autosuficiencia alimentaria en la era PLUS-COVID-19, mediante la puesta en marcha de iniciativas de sistemas agroalimentarios integrados. Un tema en el que poco a poco se viene avanzando con Maíz para Kenya y Trigo para Etiopía.

Participar en esta Mesa Redonda Ministerial fue también el escenario para promover temas que gozan de claras oportunidades de escalamiento a nivel continental. Es el caso del maíz con provitamina A, del maíz de alta calidad proteica (QPM, por sus siglas en inglés) y de las variedades biofortificadas. Tres formas comprobadas para alimentar mejor a la población vulnerable. Este es el momento propicio para expandir la experiencia de Etiopía y llevar sus beneficios a toda África.

La nixtamalización es también una oportunidad para fortalecer a los pequeños agricultores en el llamado mundo en desarrollo a ambos lados del océano Atlántico, pues —por ejemplo— cerca del 90% de los hogares keniatas cultivan maíz. Allí el uso masivo de esta técnica milenaria será crucial para reducir las pérdidas poscosecha, aumentar los ingresos —en particular para los pequeños agricultores— y bajar la incidencia de las micotoxinas y aflatoxinas en el maíz, tipos de hongos que se espera aumenten como resultado del cambio climático, un fenómeno para el que resulta estratégico invertir en el escalamiento de proyectos como el de Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA, por sus siglas en inglés) que para 2020 prevé llegar a 5.4 millones de hogares con variedades de semillas de maíz mejoradas que cubran —en el mejor de los casos— 2.2 millones de hectáreas en el este (Etiopía, Kenia, Tanzania, Uganda), el sur (Malawi, Mozambique, Sudáfrica, Zambia, Zimbabue) y occidente (Benín, Ghana, Malí, Nigeria) de África. Estos esfuerzos se han realizado en estrecha colaboración con empresas semilleras locales y organizaciones nacionales de investigación agrícola en los 13 países mencionados.

Partiendo de cómo el COVID-19 ha mostrado cuán intrincadamente conectado está el mundo de hoy, cuando se habla de prevención y contención, la necrosis letal del maíz es un claro ejemplo del compromiso del CIMMYT con África, debido a la relevancia dada a la capacitación de los sistemas nacionales para que puedan prevenir, detectar e intervenir de manera proactiva y rápida. Esto ha dado como resultado que desde 2014 no ha habido ningún otro país fuera de África oriental que haya informado de un brote de esta enfermedad. En el futuro podría haber enfermedades virales o fúngicas más graves que surgirían por varias razones, incluidos los cambios climáticos, el comercio internacional, el movimiento de personas, las corrientes de aire y tantas otras más. La clave está en seguir uniendo fuerzas y recursos en materia de prevención y diagnóstico oportuno.

Por último, pero no menos importante, la promoción de la mecanización inteligente puesta al servicio de los agricultores de Ruanda sería una oportunidad para combinar maquinaria y equipos adecuados y asequibles para los pequeños agricultores con las lecciones aprendidas del proyecto en Mecanización Agrícola y Agricultura de Conservación para la Intensificación Sustentable (FACASI, por sus siglas en inglés) en Etiopía y Zimbabue, donde gracias a su incidencia se apoyaron los esquemas de arrendamiento y uso compartido de equipos; también se capacitó a personas para operar y mantener maquinaria, al tiempo que se alentó a individuos y grupos a convertirse en proveedores de servicios. Estos esfuerzos a menudo se enfocaron en dar nuevas oportunidades de negocio para jóvenes y mujeres.