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Con terrenos nivelados hay mejores resultados

La nivelación de suelos agrícolas es muy importante para optimizar el riego, mejorar los rendimientos y conseguir mayores beneficios en los cultivos en general. Esto, debido a que las irregularidades en el suelo afectan el suministro de agua, lo que puede propiciar una maduración inadecuada de los cultivos, la aparición de zonas con maleza y, eventualmente, la reducción de los rendimientos y la calidad de la cosecha.

Además, las desigualdades en el nivel de la tierra incrementan los costos de producción porque se utiliza más cantidad de agua, lo que en zonas de baja precipitación como Zacatecas exige implementar prácticas que permitan aprovechar al máximo la poca lluvia que cae. 

“En la región prevalece el riego rodado —el cual requiere una pendiente para distribuir el agua por efecto de la gravedad y tiene una eficacia baja en el uso del agua—, entonces la pérdida de agua es muy fuerte”, comenta Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Cuando mezclamos Agricultura de Conservación junto con la tecnificación del riego —riego por goteo— entonces el ahorro de agua es mucho mayor. Además, iniciamos con nivelaciones láser. Se les ha ofrecido a los agricultores y hay interés. Algunos, por falta de agua y otras situaciones no tienen cultivos de invierno y entonces se han animado a nivelar en ese periodo. La nivelación ha tenido buen efecto y ahora se ve muy clara la diferencia entre los lotes nivelados y los que no lo están”, señala Alberto Cabello sobre las acciones que desde la agricultura se están impulsando para conservar el acuífero de Calera, en Zacatecas, mediante el proyecto Aguas Firmes.

El proyecto Aguas Firmes es impulsado por el Grupo Modelo, la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ), el CIMMYT y diversas organizaciones públicas y privadas que buscan mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo.

En el caso de Zacatecas, la nivelación láser forma parte de un amplio menú de prácticas y tecnologías sustentables que se están impulsando para mejorar los sistemas de producción de los agricultores. La intención es que los cambios positivos perduren en el tiempo y, por ello, se apuesta a la capacitación de los productores brindándoles además un acompañamiento técnico constante. 

“Ya caminando con los agricultores durante el ciclo se ven muchas deficiencias en los sistemas de producción, cae uno en cuenta que antes de promover el uso de drones, agricultura de precisión, fertilizantes de liberación lenta y esas tecnologías, hacen falta cosas básicas para consolidar una Agricultura Sustentable”, comenta Julio César González, colaborador del CIMMYT para el proyecto.

“Ha habido bastante asistencia a los eventos de capacitación. Más de 180 personas nos han acompañado al menos en los primeros 10 eventos del año y vamos a continuar. Estamos en el proceso de detectar las necesidades de capacitación para el segundo año de operación y para buscar esos espacios estratégicos que faciliten que el productor pueda apropiarse más rápido y de mejor manera del conocimiento”, concluye el gerente del Hub Intermedio del CIMMYT, Alberto Cabello. 

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Ventajas de sembrar en camas permanentes

En la localidad de Purísima de Ramírez, municipio de Pénjamo, Guanajuato, la costumbre es que al terminar de trillar el maíz se realicen inmediatamente los laboreos del suelo: primero el arado, luego la rastra y después el surcado para dar finalmente paso a la siembra de trigo. Todas esas actividades tienen un costo aproximado de $5,000 por hectárea.

Además de los altos costos de producción, el movimiento continuo y excesivo del suelo daña su estructura y disminuye su capacidad productiva. En este sentido, el proyecto AGRIBA Sustentable fomenta prácticas más eficientes relacionadas de manera directa con la reducción y hasta eliminación de las labores antes mencionadas. 

AGRIBA Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A través de esta iniciativa se promueve entre los productores prácticas sustentables —como la Agricultura de Conservación— que permiten cuidar el suelo y facilitan que el productor tenga mayores ganancias en comparación con las prácticas convencionales.

Carlos Ramírez, un productor de Purísima de Ramírez, se animó a probar la siembra en camas permanentes ―una de las prácticas sugeridas por AGRIBA Sustentable―, que son un conjunto de surcos cuya parte elevada, que es donde se siembra, no se labra, limitando el movimiento del suelo a la reformación de las camas para facilitar la conducción del agua, solo cuando es necesario.

La siembra en camas permanentes ayuda a mejorar el manejo del agua y a reducir la compactación del suelo mediante el tráfico controlado ―ya que el tráfico se ve limitado a la parte baja de las camas―; también permite el uso de métodos mecánicos para el control de malezas y facilita el manejo del rastrojo en el suelo.

Con la implementación de camas permanentes Carlos registró una inversión de $1,400 por hectárea, por lo que, en comparación con la agricultura convencional de la zona, se ahorró $3,600 por hectárea, cuidando además su suelo y agua. 

Carlos menciona además que, en comparación con el sistema convencional de surcado, la siembra en camas permanentes le ha facilitado el riego y ha mejorado la conducción del agua. 

Otra innovación adoptada por el productor fue la siembra de una nueva variedad (Cisne F2016) con la que Carlos observa un mayor crecimiento vegetativo y una espiga más pesada en comparación con la variedad Cortázar S94, la acostumbrada en la zona. 

La utilización de un hongo benéfico (Trichoderma harzianum) para el control de la enfermedad conocida como secadera (Fusarium sp.) en trigo fue otra innovación implementada por Carlos en otra de sus parcelas. Allí notó una mejoría traducida en una menor incidencia de esta enfermedad, lo que lo motiva para su utilización en los siguientes ciclos agrícolas.

El productor, quien ha visto resultados positivos con las prácticas que ha implementado,  comenta que quiere seguir innovando con otras prácticas de Agricultura de Conservación, no solo para reducir costos y mejorar sus utilidades, sino también para ir mejorando su suelo. 

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Opciones sustentables ante el aumento del costo de los fertilizantes

Purísima del Rincón, Gto.- En meses recientes el costo los fertilizantes ha aumentado por diversos factores. Antes de esto, en El Bajío la fertilización representaba entre el 35 y el 40% del costo total de producción para maíz y cereal de grano pequeño. Hoy en día, la fertilización ocupa hasta el 50% del costo total de producción, señala Francisco Buenrostro, coordinador del área de fertilidad de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—.

Ante este contexto adquieren relevancia los proyectos de escalamiento de fertilidad integral que se desarrollan en el marco del citado programa. El objetivo de estos es que los productores, proveedores de fertilizantes o las sociedades de producción rural dispongan de información confiable —sobre aspectos que permitan mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, tales como fuente, cantidad, momentos y formas de aplicarlos— para disponer de mezclas de fertilizantes adecuadas para los suelos de una región específica.

En esta estrategia —en la que participan productores, proveedores de fertilizantes, sociedades de producción rural,  investigadores, gobiernos municipales y MasAgro Guanajuato—, el trabajo conjunto de los actores involucrados puede resultar en la implementación gradual de la estrategia de fertilidad integral en nueve municipios en donde ya se desarrollan acciones para optimizar el uso de fertilizantes y, consecuentemente, incrementar la productividad y minimizar los impactos al ambiente. 

La fertilidad integral es un concepto que hace referencia a la administración de los nutrientes mediante un enfoque llamado “las 4Rs” —generado por el Instituto Internacional de Nutrición Vegetal (IPNI)—, es decir, la aplicación de la fuente correcta, en la cantidad, la forma y el momento correctos, ya que este enfoque también se puede abordar desde la respuesta a cuatro preguntas: ¿qué?, ¿cuánto?, ¿cuándo?, y ¿cómo?

Para determinar cuál es la fuente correcta y cuánto, cuándo y cómo es mejor aplicarle, a través de esta iniciativa se realizan análisis de suelos —se capacitan productores y técnicos para tomar muestras de suelo que son enviadas a un laboratorio—, y mapas de fertilidad —científicos del CIMMYT generan mapas de fertilidad que muestran la concentración de nutrientes. Así se identifica qué nutrientes hacen falta (o si hay suficiente o en exceso) y en dónde—. 

Con esta información los proveedores de fertilizantes, con el soporte del CIMMYT, pueden mejorar o adecuar las mezclas para brindar una fuente de fertilización apropiada para cada zona o municipio. Además, junto con el equipo de MasAgro Guanajuato, se generan recomendaciones para corregir y mejorar la fertilidad y, junto con los gobiernos municipales, se capacita a productores y técnicos.

En municipios como Purísima del Rincón y Valle de Santiago se han instalado además parcelas demostrativas en terrenos de productores para validar las recomendaciones . Al comparar el esquema convencional contra la propuesta de fertilidad integral en dichos espacios se ha encontrado que en aquellas parcelas donde se ha implementado la estrategia de fertilidad integral ha habido un incremento de la producción de hasta 15%, lográndose reducir la cantidad de aplicación de fertilizantes entre 30 y 40% por tonelada producida.  

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Agricultura Sustentable, parte esencial de la respuesta a la migración

Si este año no le pego en el campo, me retiro de esto y me voy a Estados Unidos”, se decía a sí mismo y sin muchas expectativas Juan Manuel Castañeda Barrientos, productor de la comunidad El Cerrito, en San Felipe, Guanajuato, donde la ganadería es una actividad de importancia económica y, por lo tanto, se requieren grandes cantidades de forraje para alimentar al ganado. 

En San Felipe, como en muchas otras comunidades de México, la situación del campo se complica cada vez más debido a los altos costos de los insumos, la degradación de las tierras y el cambio climático. El ciclo pasado, por ejemplo, ante la necesidad de garantizar el alimento de sus reses y cabras para la época de estiaje, Juan Manuel tuvo que comprar forraje en Dolores Hidalgo. Si bien solucionó el problema de manera temporal, se incrementaron sus ya de por sí altos costos de producción, haciendo poco rentable la engorda y el mantenimiento de su ganado.

Actualmente Juan Manuel ha mejorado notablemente su producción, alcanzando 17 toneladas de forraje para ensilar por hectárea. Con cuatro hectáreas sembradas con cultivos y prácticas sustentables que aprendió a partir de un proyecto que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Gobierno de Guanajuato, Juan Manuel ahora cuenta con reservas de alimento suficientes para mantener a su ganado por casi cinco meses durante el ciclo otoño-invierno, que es el periodo más crítico del año por la ausencia de vegetación en los agostaderos.

Gracias a que Juan Manuel tuvo la oportunidad de acercarse a la Agricultura Sustentable y decidió darle una oportunidad a las prácticas innovadoras que le propusieron no tuvo que migrar a los Estados Unidos. Sin embargo, muchos mexicanos aún no han podido acceder a alternativas para hacer más rentables y sustentables sus sistemas de producción y, ante la erosión de los medios de vida rurales, buscan oportunidades fuera del país.

Por supuesto, el fenómeno de la migración es altamente complejo y son muchos los factores que influyen para que alguien migre. No obstante, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica más reciente disponible (2018), cerca del 68% de los mexicanos que salen del país lo hacen para buscar trabajo o trabajar. Además, gran parte de estos migrantes son originarios de entornos rurales ―de 2013 a 2018 los cuatro principales estados expulsores de migrantes internacionales fueron Guanajuato, Oaxaca, Zacatecas y Michoacán―, hecho que se confirma al revisar el destino de las remesas. 

Como manifiesta Bram Govaerts, director general del CIMMYT, “fenómenos como la migración surgen desde sistemas agroalimentarios disfuncionales. Cuando las personas no tienen que comer, cuando su base de bienestar se ha erosionado, entonces buscan otras alternativas. Por eso es importante generar sistemas agroalimentarios sólidos y resilientes para la conservación del medio ambiente y para la consolidación de la paz”.

Los retos y las dificultades que implica la migración requieren una acción colectiva porque, como apuntan las Naciones Unidas a propósito del Día Internacional del Migrante (18 de diciembre), la migración debería ser una elección, no una necesidad. Para contribuir a este propósito el CIMMYT y sus colaboradores promueven prácticas de Agricultura Sustentable para que, al igual que lo hizo el productor Juan Manuel Castañeda, los agricultores transformen sus sistemas productivos para que estos les provean medios de vida dignos. 

Con información de Enrique Rosas Gaytán y Araceli Donghú Ángeles.

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Los beneficios de eliminar las aplicaciones de nitrógeno durante la presiembra

“El nitrógeno es un nutriente muy dinámico en el suelo. En muchos sistemas de producción en México se aplica en forma de urea, una fuente de nitrógeno amoniacal que al entrar en contacto con el suelo, agua y materia orgánica inicia procesos de nitrificación (las plantas absorben mejor el nitrógeno cuando está en forma de nitrato), pero los nitratos también suelen perderse con el agua debido a la lixiviación y escorrentía. El nitrógeno no se queda solo como nitrato, después pasa a un proceso de desnitrificación, donde toma forma gaseosa como óxido nitroso, uno de los gases relacionados con la destrucción de la capa de ozono y uno de los que más contribuyen al cambio climático”, refiere María Elena Cárdenas, del Hub Pacífico Norte del CIMMYT. 

En México el 71% del fertilizante nitrogenado se aplica en los cultivos de maíz, trigo y caña de azúcar. La eficiencia de uso de nitrógeno en cereales a nivel mundial se estima en 33% y, en el país, varios trabajos de investigación en cereales en las zonas intensivas bajo riego reportan valores de eficiencia similarmente bajos (31% para el Valle del Yaqui). 

El nitrógeno que no es absorbido por los cultivos se volatiliza (se estima que en México las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18%), lixivia (proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua) o percola (pérdida de agua hacia las capas de la tierra). En conjunto, se estima que cerca de la mitad del nitrógeno aplicado termina perdiéndose hacia el ambiente causando importantes problemas de contaminación del agua y aire. 

Se ha documentado incluso que las aguas enriquecidas con nitrógeno que escurren de las parcelas de las zonas productivas de Baja California Sinaloa y Sonora desembocan en el Golfo de California, causando grandes floraciones de algas, relacionadas a su vez con zonas de hipoxia (falta de oxígeno) y pérdida de biodiversidad marítima. 

Además, la fertilización tiende a ser el principal costo de producción en los cereales y la fertilización nitrogenada en México representa alrededor del 40% de los costos de producción. En años recientes el costo del nitrógeno se ha elevado significativamente (para 2021 casi se ha duplicado con respecto a 2017), afectando la rentabilidad del cultivo de trigo. Esto significa que los fertilizantes nitrogenados son de los insumos más caro y que se manejan de manera poco eficiente. 

Si se incrementa la eficiencia de uso de nitrógeno se pueden reducir los costos de producción y de esta manera incrementar la rentabilidad del cultivo para reducir el impacto ambiental. Para lograr este propósito, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en la región promueven diversas prácticas y tecnologías derivadas de la investigación científica, entre estas la identificación del momento y la dosis correcta de fertilización nitrogenada, así como la selección de las fuentes de nitrógeno correctas y el lugar de aplicación correcto.

Actualmente el manejo convencional del nitrógeno, para muchos productores del Valle del Yaqui, implica aplicar 55% de la dosis regularmente usada (alrededor de 275 kgN/ha en promedio) durante la presiembra (20 días antes de la siembra), pero gracias a diversos estudios hoy se sabe que las aplicaciones durante la presiembra son muy ineficientes y, de hecho, 30% de lo aplicado en presiembra ya se habrá perdido para el momento de la siembra. 

“Con base en el estudio de la curva de absorción de nitrógeno a través del desarrollo del cultivo de trigo se está proponiendo a los productores cambiar los momentos de aplicación del fertilizante. Esto es, 30% en la siembra, 55% durante el primer riego de auxilio que es cuando se requiere que la planta tenga más el fertilizante para expresar su máximo potencial de rendimiento y 15% cerca de la floración”, comenta la especialista. 

“Eliminar aplicaciones de nitrógeno durante la presiembra contribuye a hacer un uso más eficiente del fertilizante y se ha documentado su efectividad en ensayos con diferentes dosis de nitrógeno (de los 75 a los 300 kgN/ha) en campos de agricultores del Valle del Yaqui. Al eliminar las aplicaciones durante la presiembra no se afectan los rendimientos y la eficiencia del nitrógeno llega a ser de hasta 50% con dosis bajas, a diferencia de las dosis más altas donde la eficiencia del fertilizante es a penas del 30% (ya que el cultivo absorbe lo que necesita y lo demás se pierde). El cambio de los momentos de aplicación del nitrógeno no afectó el rendimiento del trigo y, en cambio, evitar las aplicaciones de presiembra sí favoreció el porcentaje de proteína del grano y por lo tanto constituye una práctica simple y eficiente que los productores pueden implementar”, enfatiza María Elena Cárdenas. 

Con información de María Elena Cárdenas.

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La producción de alimentos hacia un mundo con más de 9 mil millones de habitantes

Texcoco, Edo. Méx.- Como consecuencia de la dinámica demográfica, el cambio climático y los modos de producción y consumo, el mundo está experimentando cambios drásticos y no muy alentadores. Aunque la población ya no crece de forma exponencial como lo hizo durante el siglo pasado, incluso con un ritmo menor se espera que la población mundial alcance los 9,700 millones en 2050 —actualmente es de alrededor de 7,700 millones— y un máximo de casi 11 mil millones alrededor del año 2100.

A pesar de que las tasas de crecimiento varían significativamente según las distintas regiones —se prevé que, de aquí a 2050, la mitad del crecimiento de la población mundial se originará en solo 9 países, principalmente de Asia y África: India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos (en orden decreciente)—, el hecho de que la población mundial vaya a sumar dos mil millones de nuevas personas hacia 2050 representa un serio desafío para la producción de alimentos. 

Dar de comer a 9,700 millones de personas cuando las tierras cultivables disminuyen y el cambio climático afecta directamente a la agricultura no será sencillo. Se requiere producir más con menos recursos disponibles, se requieren acciones inmediatas, sobre todo porque la nueva dinámica poblacional delinea un futuro urbano —se prevé que el nivel de urbanización será de casi un 70% en 2050— con tierras desgastadas debido a décadas de prácticas agrícolas insostenibles y una población envejecida que supone un reto adicional para los sistemas sanitarios, económicos y agroalimentarios, pues también las dietas se transforman en función de la dinámica poblacional. 

Por supuesto, México también será escenario de diversos cambios como resultado del contexto descrito. La variabilidad climática podría conducir al desplazamiento de comunidades enteras, el número de víctimas de fenómenos climáticos repentinos o muy rápidos —como sequías o subidas del nivel del mar— aumentaría y el campo mexicano, en medio de nuevas fuerzas demográficas, se vería particularmente afectado. 

¿Es posible hacer algo al respecto? Sí, y es importante actuar ahora en favor de los agricultores que juegan un papel vital en la producción de alimentos y son clave para la protección del medioambiente. Como menciona Roberto Vázquez, director de Asuntos Corporativos para Kellogg Latinoamérica en un artículo publicado recientemente en El Economista, “Ya no podemos pensar en prosperar de manera individual o con nuestra familia nuclear. Hoy más que nunca es necesario trasladar nuestras acciones a un trabajo colectivo y cooperativo para que esta palabra cobre un verdadero sentido”. 

Ante los desafíos actuales y hacia 2050 con respecto a la producción de alimentos, Roberto Vázquez enuncia distintas acciones que Kellogg ha emprendido, entre ellas su participación en Cultivos para México —iniciativa impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones del sector público y privado— y Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, proyecto que desarrolla con el soporte científico del CIMMYT para impulsar la producción sostenible y el abasto local de maíz amarillo. 

Para transformar la calidad de vida en las comunidades del país y del mundo es necesario, como menciona el director de Asuntos Corporativos para Kellogg Latinoamérica, sumar esfuerzos mediante proyectos en común. Te invitamos a leer el artículo completo dando clic aquí. 

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Innovaciones que convencen

Guaymas, Son.- Los altos costos de producción que se presentan en cada ciclo agrícola han hecho que muchos productores busquen alternativas para que su actividad siga siendo rentable. Varios de ellos han encontrado en la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que entre sus componentes básicos están la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos— una forma de reducir costos de producción, hecho que se traduce en una mayor rentabilidad. 

Martín Berdichevsky K., de la Agrícola San Gonzalo, es uno de los productores que ha optado por la Agricultura de Conservación. Él observó directamente los beneficios del sistema después de visitar al productor Germán Campoy Ibarra, quien lleva 10 años practicando la Agricultura de Conservación —con riego por aspersión y complementando con lombricultura—, período durante el cual el porcentaje de materia orgánica en su suelo ha aumentado significativamente, lo que se ha traducido en buenos rendimientos del trigo y mayor rentabilidad que el sistema de producción convencional.

Martín cuenta además con el acompañamiento técnico de especialistas del despacho AGRINOVA y del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Junto con ellos, Martín planificó establecer trigo con Agricultura de Conservación en el ciclo otoño-invierno 2020-2021. Esto, como consecuencia de las primeras reuniones de los técnicos con los productores de la zona agrícola El Sahuaral —ubicada en el municipio de Guaymas, Sonora, a 150 kilómetros al noroeste del Valle del Yaqui y donde se cultiva trigo, cártamo y maíz bajo riego por aspersión y gravedad en área menor— para mostrar los fundamentos de la Agricultura de Conservación y sus beneficios.

Así, los productores de El Sahuaral decidieron sembrar trigo sobre rastrojos de trigo, bajo el esquema de Agricultura de Conservación en una superficie de 17 hectáreas —empleando maquinaria especializada de Sembradora Dobladenses—, obteniendo en la cosecha un rendimiento promedio de 7.7 toneladas de trigo por hectárea. Si bien los rendimientos en trigo son semejantes a los de agricultura convencional, la Agricultura de Conservación les permitió reducir costos de producción —por el menor número de pasos de maquinaria y, en consecuencia, menor consumo de combustible—, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para los productores de la región quienes, además, están contribuyendo a bajar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Para el siguiente ciclo agrícola venidero, Martín decidió cultivar trigo con Agricultura de Conservación en una mayor superficie. Esto, después de ver los ahorros en costos de producción. Además, planea introducir cultivos de cobertura como mezcla de cultivos para forraje, ajonjolí y sesbania en verano. Junto con los técnicos que lo asesoran, también considera implementar Manejo Agroecológico de Plagas e introducir organismos para combatir hongos fitopatógenos. Así espera mejorar las condiciones del suelo y reducir su deterioro por el uso desmedido de productos químicos.

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Grandes cambios con cuatro años practicando Agricultura Sustentable

Purísima del Rincón, Gto.- En el año 2017, durante el ciclo otoño-invierno, el productor Ramón Ramírez Aguilar recibió la propuesta de implementar un módulo “lado a lado” de una hectárea. Es decir, debía destinar esa porción de sus tierras de cultivo para implementar nuevas prácticas sustentables en una mitad y en la otra seguir cultivando de la forma acostumbrada, a manera de testigo. 

Ramón aceptó la propuesta del equipo técnico de MasAgro Guanajuato ―programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)―, contando con el apoyo de su tío y socio, Rodolfo Aguilar Hurtado. 

En el lado destinado a implementar las innovaciones propuestas por Masagro Guanajuato se trabajó con Agricultura de Conservación —un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojo y la diversificación de cultivos—, fertilidad integral, siembra en hileras, variedades mejoradas, inoculación de semilla con tricodermas ―hongos del género Trichoderma que ayudan a reducir los efectos de algunas enfermedades del suelo―, fertilización enterrada y Manejo Agroecológico de Plagas. 

Ramón, de 34 años, ya conocía los componentes básicos de la Agricultura de Conservación, pero solo los ponía en práctica en el ciclo primavera-verano para la producción de maíz y no así en otoño-invierno para trigo. Con el acompañamiento técnico de MasAgro Guanajuato, sin embargo, obtuvo resultados que lo convencieron de establecer esas mismas prácticas en el resto de la superficie a su cargo (junto a su familia, suma 106 hectáreas dedicadas todas a la producción de granos básicos), en ambos ciclos productivos.

Desde entonces, Ramón y su familia producen sustentablemente ―su esposa María de los Ángeles y sus hijos Hania, Rodrigo y Andrea están involucrados en las actividades junto con él―. Sus rendimientos por hectárea son de al menos 8.3 toneladas de trigo con menores costos de producción. Así, con cuatro años sin perturbar el suelo de su parcela y dejando el 100% de los rastrojos en los dos ciclos, Ramón se ha convertido en un productor referente en la zona y un aliado de MasAgro Guanajuato para establecer y difundir la amplia gama de innovaciones sustentables que ofrece el programa.

Con respecto al módulo de innovación implementado, eventualmente este se ha convertido en un espacio para demostraciones, capacitaciones y recorridos en campo en los que se puede escuchar a Ramón compartiendo su experiencia con otros productores: “Creo que uno de los grandes problemas que tenemos es que los productores a veces no nos dejamos ayudar mucho, algunos no cambian sus métodos, no quieren cambiar sus prácticas. Yo lo veo con los compañeros de mi comunidad”, comenta al tiempo que enfatiza en que por eso el módulo de innovación que implementó junto con MasAgro Guanajuato está abierto para que otros productores lo visten y vean que las innovaciones sí funcionan.

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Retos y oportunidades para la mecanización orientada a productores de baja escala

Oaxaca.- El maíz es el cultivo más importante en México, no solo por la superficie productiva que ocupa (que es cercana al 39% de la superficie sembrada), sino porque, además, es fuente del 30% de la proteína y 40% de la energía en la dieta de los mexicanos, siendo el cultivo con mayor base social y arraigo entre la población indígena. 

Por diversas circunstancias sociopolíticas, en el devenir histórico de México los productores en condiciones más desfavorables para la producción (muchos de ellos indígenas) fueron quedando en desventaja con respecto a los grandes productores de granos. Ante esta circunstancia, hoy es prioritario que las políticas públicas incluyan la transición del sistema de producción a un sistema sostenible y resiliente como medio para beneficiar a toda la sociedad y particularmente a las familias más vulnerables. 

Actualmente los productores de maíz de pequeña escala enfrentan serios problemas de productividad, altos costos de producción, pérdida de fertilidad de los suelos y riesgos de salud por el uso de agroquímicos altamente tóxicos. 

En los sistemas de autoconsumo en el Bajo Mixe del estado de Oaxaca, por ejemplo, se estima que las actividades manuales llegan a representar hasta 90% de los costos de producción y, al revisar cada proceso, se puede identificar que la cosecha, la preparación del terreno y la siembra representan el 95% de los costos, siendo la cosecha el proceso más costoso en este tipo de sistemas de producción (Agrotecnia Campo y Desarrollo, 2018).

Existen entonces amplias oportunidades para disminuir los costos de producción en las actividades de cosecha y siembra; sin embargo, cuando se revisan de manera detallada las condiciones de producción de estos productores, las opciones de mecanización se van reduciendo de manera importante. Con respecto a la cosecha (que en el caso referido en esta nota incluye hasta el desgrane), por ejemplo, existen opciones para que los productores inviertan menos tiempo en el desgrane de su producción, empleando el tiempo ahorrado en otras actividades productivas (Gráfica 1). 

Existen innovaciones que los productores han generado para optimizar su tiempo como el uso de desgranadoras de olote o grapas y requieren una inversión mínima para su construcción. Hay otras opciones que ya están disponibles en el mercado como las desgranadoras manuales; sin embargo, por la dispersión de estas comunidades no está disponible ni accesible a sus posibilidades económicas.

Con respecto al proceso de siembra existen alternativas como el uso de sembradoras manuales; aunque se ha encontrado que este tipo de alternativas son viables en terrenos laboreados y superficies menores a media hectárea. El uso de sembradoras de tiro animal también es una buena alternativa, pero particularmente para terrenos con pendientes menores al 15% (es decir, que al recorrer 100 metros se suben 15 metros o menos) y donde la población tenga arraigo al uso de animales de tiro. 

La mecanización es un proceso que debe prestar atención a muchas variables para que cada productor encuentre una opción pertinente a sus propias condiciones. En este sentido, instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en los estados continuan investigando y desarrollando tecnología apropiada para productores de pequeña escala que siembran en terrenos con pendientes muy pronunciadas, es decir, mayores al 15%.

Gráfica 1. Eficiencia de desgrane de algunas desgranadoras en el Bajo Mixe, Oax., Méx.

Nota: esta texto forma parte de las ponencias impartidas durante el simposio Diálogos para una Agricultura Sustentable, desarrollado en noviembre de 2020 por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y que se puede ver completo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=qUgXKoAwtqs

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¿Cuál es la cantidad ideal de rastrojo que se debe dejar en las parcelas?

Irapuato, Gto.- La plataforma de investigación Irapuato I, en Guanajuato, se estableció en el año 2011 en las instalaciones del Distrito de Riego 011 “Alto Río Lerma”. Allí colaboran investigadores del despacho  Consultores y Asesores para la Sustentabilidad Agrícola (CyASA), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y  Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para evaluar la sustentabilidad del sistema de producción de maíz y trigo de riego bajo diferentes prácticas de labranza y manejo de rastrojos.

Al analizar los datos de 2011 a 2018 se encontró un hecho contundente: el uso de camas permanentes permite mantener o aumentar el rendimiento de los cultivos (se evaluaron tres tipos de labranza: convencional, que consiste en preparar el suelo cada ciclo; híbrido, que consiste en preparar el suelo en otoño-invierno y hacer siembra directa en primavera-verano; y camas permanentes, donde solo se hace la reformación de camas al iniciar el ciclo). 

Los beneficios de las camas permanentes también se reflejan en la utilidad: al revisar datos de 2014 a 2018, por jemplo, se vio que al mover el suelo se tuvieron pérdidas en cuatro de los cinco años. Tomando en cuenta este y otros análisis, la recomendación para los productores es usar camas permanentes anchas, ya que se mejoran el rendimiento del trigo (0.7 toneladas por hectárea) y del maíz (0.4 toneladas por hectárea), en comparación con mover el suelo. 

Además, las camas permanentes ayudan a reducir los costos de producción ($3,255 por hectárea para primavera-verano y $3,485 por hectárea para otoño-invierno), a aumentar la utilidad anual de las parcelas ($22,293 por hectárea en promedio) y a evitar que el cultivo se sometiera a estrés hídrico por exceso de agua en la época de lluvias (esto ocurre en las camas angostas).

El estudio de los registros históricos de esta plataforma de investigación también permite brindar información útil a los productores de la región que constantemente se preguntan: ¿cuánto rastrojo debo dejar en mi parcela? Para responder este cuestionamiento, en esta plataforma se evaluaron tres manejos de rastrojo: en el primero se dejó 100% de rastrojo en ambos ciclos, en el segundo se dejó 100% de rastrojo de otoño-invierno y 50% de primavera-verano, y en el último se dejó 50% de rastrojo en ambos ciclos. Los rendimientos se compararon con los de la labranza convencional donde se incorporó 50% de rastrojo en cada ciclo. 

Al promediar los rendimientos de 2011 a 2018 se observó nuevamente que los mejores rendimientos fueron con camas permanentes, de manera que la recomendación para los productores es dejar el 50% de rastrojo en ambos ciclos, preferentemente usando camas anchas; con esto se mantienen los beneficios de la cobertura con rastrojo y pueden usar una parte para alimentar a su ganado o para venderlo. Algunos de los beneficios de la cobertura son la mejora de la calidad del suelo, el tener un mejor aprovechamiento de agua y reducir la incidencia de malezas.

Al ser una de las plataformas con más años de haber implementado la Agricultura de Conservación en el estado de Guanajuato, la plataforma de investigación Irapuato I (ubicada en Carretera Irapuato-Salamanca No. 5690, Predio B, Fracción Ex Hacienda Buena Vista, en Irapuato, Guanajuato) permite brindar información útil y debidamente validada a los productores de la región, quienes pueden visitar la plataforma si desean conocer más detalles sobre las prácticas sustentables que allí se desarrollan y evalúan.