Estanterías vacías en una tienda de comestibles suiza. (Foto: Boris Dunand/Unsplash)
Estanterías vacías en una tienda de comestibles suiza. (Foto: Boris Dunand/Unsplash)
El conflicto en Ucrania ha tenido un efecto profundamente desestabilizador en el comercio mundial de trigo, causando una volatilidad de precios e incertidumbre sin precedentes. Como mis colegas y yo hemos destacado anteriormente, es probable que las consecuencias imprevistas tengan un impacto enorme en los medios de vida del Sur Global.
Como ha reconocido recientemente el grupo de naciones del G7 en una declaración conjunta, el conflicto está provocando fuertes subidas de precios y aumentando la inseguridad alimentaria mundial para millones de personas, especialmente las más vulnerables, como las mujeres y los niños.
En un nuevo artículo publicado en Nature Food, científicos y socios del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) presentan una agenda de soluciones aplicadas para responder a la crisis y garantizar la estabilidad futura del trigo.
Para frenar la posible crisis alimentaria, se necesitan alimentos en más lugares y con mayor rapidez.
Las conversaciones recientemente anunciadas entre Rusia, Turquía, Ucrania y las Naciones Unidas, entre otras negociaciones, ya están en marcha como parte de este esfuerzo internacional para desarrollar soluciones a corto plazo.
Sin embargo, en la actualidad estamos viendo cómo se aplican los frenos en varios lugares. Por ejemplo, en la India, las temperaturas extremas de un siglo de duración han reducido recientemente las estimaciones oficiales de producción de trigo en un 6%, lo que ha provocado una reducción del potencial de exportación. Esto muestra el efecto agravante de la inestabilidad climática en los mercados mundiales de trigo, un impacto que se espera que empeore con el tiempo.
En nuestra agenda de soluciones, proponemos acciones a corto, medio y largo plazo e instamos a que se apoye de forma inmediata y sostenida la protección de los principales cultivos básicos para la seguridad alimentaria, incluido el trigo.
A corto plazo, la prioridad es la mitigación de las crisis de seguridad alimentaria mediante el impulso de la producción en las zonas de alta y baja productividad existentes, garantizando el acceso al grano y haciendo uso de la sustitución de la harina.
A medio plazo, debemos aumentar la resiliencia local, regional y global del suministro de trigo a través de la expansión selectiva (dentro de los límites agroecológicos), el apoyo a la autosuficiencia, el apoyo técnico integral en los sistemas de producción y la capacidad de seguimiento de los cultivos incorporada.
A más largo plazo, la transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario deberá abarcar la diversidad de los agroecosistemas, abordar las disparidades de género en la agricultura y las comunidades rurales, y mantener una mayor inversión en una transición agroalimentaria holística.
El trigo es objeto de conflictos en múltiples frentes: en los campos de batalla, en la arena política y por nuestro clima cambiante. Todos estos factores interactúan y amplifican la amenaza a la producción de trigo básico. Para hacer frente a esta complejidad, debemos ir más allá de la definición del problema y pasar a la aplicación de medidas prácticas que garanticen un suministro estable.
Trigo en un campo del CIMMYT. (Foto: H. Hernández Lira/CIMMYT)
Trigo en un campo del CIMMYT. (Foto: H. Hernández Lira/CIMMYT)
Mientras la guerra entre Rusia y Ucrania sigue degradando la seguridad alimentaria mundial, un nuevo análisis expone las medidas concretas que los gobiernos y los inversores deben adoptar ahora para mitigar los riesgos de seguridad alimentaria a corto plazo y estabilizar el suministro de trigo, al tiempo que se realiza la transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario a largo plazo.
«La guerra entre Rusia y Ucrania tendrá un impacto en la seguridad alimentaria mundial durante meses, o quizá años», dijo la directora del Programa Global de Trigo del CIMMYT y autora principal, Alison Bentley. «Ahora tenemos que ir más allá de la definición del problema para implementar acciones prácticas que garanticen un suministro estable, salvaguarden los medios de vida de millones de personas vulnerables y aporten resiliencia a nuestro sistema agroalimentario mundial.»
La guerra en Ucrania y las sanciones comerciales contra Rusia están desencadenando un nivel de volatilidad que podría desbordar fácilmente los mecanismos de mitigación existentes. Más de 2.500 millones de personas en todo el mundo consumen alimentos a base de trigo; los de los países de ingresos bajos y medios que dependen de las importaciones de Rusia y Ucrania se ven especialmente afectados. Algunos de los países más pobres del mundo, como Bangladesh, Sudán y Yemen, dependen en gran medida del trigo ruso y ucraniano. Dada la naturaleza altamente interconectada de los sistemas agroalimentarios contemporáneos, son pocos los que no se verán afectados por esta nueva crisis alimentaria mundial.
Mitigar la crisis inmediata
La primera prioridad, según los autores, es mitigar la crisis inmediata impulsando la producción de trigo en las zonas de alta y baja productividad existentes, garantizando el acceso al grano y mezclando la harina de trigo con otros cereales de bajo costo. Las mejoras agronómicas y de cultivo, así como las prácticas agrícolas sostenibles, pueden reducir la dependencia del grano y los fertilizantes importados, mientras que las políticas coordinadas y multilaterales pueden ayudar a conservar las reservas de grano para el consumo humano y evitar las restricciones comerciales.
Aumentar la resiliencia del suministro de trigo
A mediano plazo, los autores subrayan la necesidad de aumentar la resiliencia local, regional y mundial del suministro de trigo. Esto puede hacerse ampliando la producción dentro de los límites agroecológicos, apoyando la autosuficiencia nacional en materia de trigo y proporcionando asistencia técnica, para aumentar la producción de trigo de alto rendimiento resistente a las enfermedades y para incorporar la capacidad de vigilancia de plagas y enfermedades.
La transición a la resiliencia a nivel de sistema
Por último, para alcanzar la resiliencia crucialmente necesaria en el sistema agroalimentario mundial, deben tomarse medidas a largo plazo que abarquen la diversidad de los agroecosistemas, aborden las disparidades de género en la agricultura y las comunidades rurales y sostengan una mayor inversión en una transición agroalimentaria holística.
«La actual crisis alimentaria mundial subraya y agrava las desigualdades existentes en nuestro sistema alimentario mundial», dijo Bentley. «Una transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario requiere que equilibremos urgentemente las necesidades de suministro de alimentos a nivel mundial con los múltiples desafíos del cambio climático, logrando la equidad de género, la suficiencia nutricional y la seguridad de los medios de vida.»
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es una organización internacional enfocada en la investigación y capacitación agrícola sin fines de lucro que empodera a los agricultores a través de la ciencia y la innovación para nutrir al mundo en medio de una crisis climática.
Aplicando ciencia de alta calidad y alianzas sólidas, el CIMMYT trabaja para lograr un mundo con personas más sanas y prósperas, libres de crisis alimentarias mundiales y con sistemas agroalimentarios más resilientes. La investigación del CIMMYT aporta una mayor productividad y mejores ganancias a los agricultores, mitiga los efectos de la crisis climática y reduce el impacto ambiental de la agricultura.
El CIMMYT es miembro del CGIAR, una alianza mundial de investigación para un futuro con seguridad alimentaria dedicada a reducir la pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y mejorar los recursos naturales.
Magdalena Apasco, Oax.- Cuando terminó la secundaria, hace 20 años, Hugo Miguel Santiago ya no quiso estudiar y buscó trabajo. Las opciones en la zona eran en el taller de cantera que abunda en Magdalena Etla, donde vive, en el aserradero o como chalán de albañil.
Después de unos años se decidió a estudiar en un bachillerato donde egresó como técnico agropecuario y tras volver de una estancia laboral en Estados Unidos, comprendió que “el campo es el mejor trabajo porque produces tu propia comida”.
En tres hectáreas de parcela de su papá, Celso Miguel Cruz, retomó la siembra de maíces nativos, criollos como les dicen, sin riego, solo con el agua que trae el temporal.
Hace cinco años Hugo aceptó la guía de Carlos Barragán García —colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Oaxaca— y, con apoyo de la Walmart Foundation a través de su proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, estableció una parcela de evaluación de maíces pigmentados.
Que Hugo sembrará varios tipos de maíz facilitó su participación en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT. “Él siempre ha tenido mucha diversidad de maíces, lo cual es poco común en la mayoría de los productores de la zona porque optan casi siempre por sembrar maíces blancos; sin embargo, por la búsqueda de alimentos saludables derivada de diversos problemas de salud que estamos atravesando como sociedad mexicana, ha habido un auge muy importante de los maíces de colores, pigmentados, ya que tienen propiedades antioxidantes y anticancerígenas”, indica Carlos Barragán.
La parcela de evaluación de Hugo contempla maíces que se dedicarán a la industria de la tortilla para mejorar la salud del consumidor, lo que incluye sumar una variedad nativa mejorada para potenciar las características de la planta y su rendimiento.
Así como crecen mazorcas con maíz blanco o negro, las hay pigmentadas con ambos colores que se vuelven más atractivas en un mercado en el que su demanda de consumo aumenta.
En la parcela de Hugo los surcos se intercalaron organizadamente para probar el rendimiento de un maíz nativo blanco con un maíz negro mejorado y otro nativo negro “que ya teníamos”.
Las tres variedades tienen las mismas condiciones y el de color negro “ya casi lo habíamos perdido porque poca gente lo busca”, lo que hizo dejar de sembrar porque “cuando había nadie lo quería”, pero el aumento de su demanda hizo retomar su cultivo.
“Económicamente están teniendo un realce los maíces de colores, pero nosotros los consumimos desde hace mucho tiempo. A lo mejor normalmente preferimos consumir otro alimento procesado, pero si consumimos estos maíces de forma cotidiana como lo hacemos nosotros, aparte de que nutre, ayuda a la salud”, concluye el productor.
Texcoco, Edo. Méx.- El hambre es un problema real y los efectos de la pandemia por COVID-19 lo han agudizado. Hoy, la hambruna —carencia grave de alimentos que casi siempre afecta un área geográfica grande y cuya consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición— es un riesgo latente en más de 20 países y, de hecho, se estima que 34 millones de personas están en serio riesgo de morir de hambre (ONU, 2021).
En México los efectos de la pandemia también se han reflejado en la seguridad alimentaria: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa (Unicef, 2021).
Al mismo tiempo que esto ocurre, cada año en el mundo un poco más de un tercio de toda la comida producida, esto es aproximadamente 1,300 millones de toneladas, acaba pudriéndose en los botes de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes —cerca del 14% se pierde entre la cosecha y la venta minorista, 11% se desperdicia en los hogares, 5% en los servicios de comidas y 2% en el comercio al por menor—.
Desperdiciar alimentos tiene efectos negativos en la seguridad alimentaria y contribuye a aumentar el costo de la alimentación, pues también significa desaprovechar todos esos recursos que se emplearon para producirlos: agua, suelos, energía, mano de obra y capital.
El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una oportunidad para exponer la paradoja de la persistencia del hambre en un mundo donde se desperdician alimentos, pero también para exponer la pertinencia de un conjunto de prácticas y proyectos innovadores que ofrecen soluciones a esta compleja situación.
La producción sustentable de alimentos junto con esquemas de abastecimiento responsable han demostrado ser una alternativa para sumar esfuerzos en la batalla contra el hambre y el desperdicio de alimentos. Por esta razón, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y las organizaciones con las que impulsa diversas iniciativas promueven prácticas y tecnologías sustentables como las tecnologías herméticas poscosecha, las cuales son una importante herramienta para disminuir la pérdida de alimentos que impacta incluso en el medioambiente global —te recomendamos leer Desperdicio de alimentos impacta en salud y medioambiente—.
Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. Gracias al interés creciente de algunas empresas que apoyan la producción sustentable, se han promovido relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a estas iniciativas reciben acompañamiento técnico que les permite optimizar sus sistemas de producción y tener mayor certidumbre en la comercialización de sus cosechas.
La producción sustentable además permite que la sociedad disponga de alimentos sanos, nutritivos y asequibles, por eso es necesario que los consumidores apoyen y demanden alimentos producidos sustentablemente, pero, al mismo tiempo, dándole valor a esa producción; esto es, evitando el desperdicio en sus propias mesas.
Texcoco, Edo. Méx.- “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”, reza un aforismo atribuido a Hipócrates, padre de la Medicina, el cual hace referencia a cómo los habitos alimenticios inciden en el estado de salud de los individuos. Esta máxima, además, viene muy bien en la época actual en que México atraviesa por dos problemas de salud asociados con la alimentación y la nutrición: la obesidad y la desnutrición.
Por tomar el caso de la infancia por ejemplo, actualmente las mayores cifras de desnutrición (manifestada como retraso en el crecimiento infantil) se concentran el sur del país —Chiapas (31%), Guerrero (24%), Oaxaca (21%) y Puebla (20%)—, mientras que los estados del norte y la costa atlántica concentran la mayor población infantil con sobrepeso —Nuevo León (15,5%), Sonora (13,5%), Yucatán (13,5%), Baja California Sur (13,2%) y Chihuahua (13,1%)—. También hay estados donde ambos fenómenos coexisten, como Chihuahua, Zacatecas, Tamaulipas y Yucatán (FAO,2020).
Ante esta situación es fundamental seguir impulsando la revalorización de la producción de alimentos sanos y nutritivos en el campo y la adopción amplia de dietas más variadas y saludables. La dieta de la milpa, por ejemplo, ofrece amplios beneficios tanto en el nivel de su producción en el campo, como en la salud de los consumidores. El reto, sin embargo, es preservar el sistema milpa, su biodiversidad y herencia de cultivo para garantizar la seguridad alimentaria y bienestar de las comunidades.
Lamentablemente, las milpas se han ido perdiendo con la urbanización y la migración. Con frecuencia, muchos pequeños productores que trabajan la milpa deciden dejar de hacerlo debido a que no la encuentran rentable. El desgaste de las tierras de cultivo y la consecuente baja productividad —que en ocasiones no cubren las necesidades de autoconsumo— son parte del desafío de la preservación de este sistema de policultivos que, potencialmente, puede brindarle a los mexicanos mejores dietas y mejor salud.
A través de la colaboración con diversas instituciones, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha impulsado e impulsa diversas iniciativas para rescatar y fortalecer el sistema milpa —entre ellas Buena Milpa en Guatemala y Milpa Sustentable en la Península de Yucatán, la cual fue reconocida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como ejemplo de sustentabilidad en favor del desarrollo de las comunidades indígenas—.
Actualmente el CIMMYT, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y otras organizaciones impulsan la producción sustentable de maíz. El plan estratégico de este esfuerzo conjunto tiene un componente sobre la biodiversidad de la milpa con el que se busca proteger al sistema milpa como patrimonio biocultural y preservar su biodiversidad y recursos genéticos —particularmente el maíz nativo que ha sufrido un importante proceso de erosión genética—.
De la milpa proceden alrededor de 60 productos distintos que varían de región en región. El maíz, el frijol, el chile y la calabaza son, en la mayoría de los casos, los cultivos comunes de este sistema milenario que brinda sus mayores beneficios en asociación. El maíz y el frijol, por ejemplo, no solo son cultivos que a nivel agronómico se complementan, sino que también en la mesa actúan mejor cuando son consumidos juntos.
El consumo del maíz y el frijol, por separado, no estimula la síntesis de proteínas como lo hacen de forma conjunta. Su consumo combinado da como resultado una ganancia adecuada de peso semejante a la de consumir una proteína de origen animal. Hay evidencia, además, de que esta combinación entre cereal y leguminosa disminuye el riesgo de diabetes. Por si fuera poco, cuando se agrega chile (en salsa o crudo), este favorece la asimilación de los aminoácidos del maíz y del frijol.
Algunos de los platillos favoritos de México adquieren un nuevo tono con chips, tortillas o tamales de maíz azul. Pero, ¿los mejoradores, molineros, procesadores y organizaciones de agricultores deberían invertir en la expansión de la producción de maíz azul y sus productos derivados? ¿Los consumidores están realmente interesados y dispuestos a pagar más?
El especialista en mercados y cadenas de valor del CIMMYT, Trent Blare, explica, en un minuto, los resultados de su estudio, que brinda información sobre las preferencias y la demanda de los consumidores mexicanos de tortilla de maíz azul. Los consumidores en la periferia de la Ciudad de México percibieron que las tortillas de maíz azul sabían mejor y estaban dispuestos a pagar hasta tres veces más para consumirlas en eventos especiales o en un restaurante.
Al entrar a los supermercados o restaurantes en la Ciudad de México y la zona metropolitana es posible encontrar productos hechos de maíz azul —alimento que no hubiera estado disponible hace algunos años. Algunos de los platillos favoritos de México adquieren un nuevo tono con chips de maíz azul, tortillas o tamales azules. Pero, ¿los mejoradores, molineros, procesadores y organizaciones de agricultores deberían invertir en la expansión de la producción de maíz azul y sus productos? ¿Los consumidores están realmente interesados y dispuestos a pagar más?
Estas son algunas de las preguntas que los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en México se propusieron responder. Establecieron un estudio para evaluar las preferencias de los consumidores y su disposición para pagar por estas tortillas de maíz azul.
El maíz es un cultivo básico principal en México y las tortillas forman la base de muchos platillos tradicionales. Las variedades de maíz azul han existido durante miles de años, pero hasta hace poco eran en su mayoría desconocidas fuera de las comunidades agrícolas que las cultivaban. Además de su color llamativo, el grano ha ganado popularidad en parte debido a los beneficios para la salud derivados de la antocianina, el pigmento azul que contiene antioxidantes.
Trent Blare (izquierda), economista del CIMMYT y líder del estudio, realiza un experimento de elección con el entrevistado Luis Alcántara. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)
«La demanda de maíz azul se ha disparado en los últimos años», dijo Trent Blare, economista del CIMMYT y líder de la investigación. «Hace tres años, el maíz blanco y azul se vendían al mismo precio. Hace un año, el maíz azul costaba solo unos pocos pesos mexicanos más, y ahora el maíz azul vale mucho más. Sin embargo, todavía nos falta información sobre la demanda y las preferencias de los consumidores».
Según Blare, el objetivo final del estudio es explorar la demanda de maíz azul y tratar de comprender mejor su potencial de mercado. «Si queremos que los agricultores que cultivan maíz azul puedan obtener un mejor valor de mercado, tenemos que saber cómo se ve el mercado».
Esta investigación recibió fondos de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (ASERCA) de México, la cual trabaja con organizaciones de agricultores en soluciones de almacenamiento poscosecha para su maíz. Como el maíz azul es más blando que las variedades típicas blancas o amarillas, requiere de un almacenamiento especial para protegerlo contra insectos y daños. Para ayudar a proporcionar a los agricultores la tecnología correcta de almacenamiento de maíz, ASERCA y otros en México se beneficiarán de una comprensión más profunda del mercado del maíz azul en la región. Además, los investigadores estaban interesados en saber si hay una prima por cultivar maíz azul o para hacer tortillas a mano. Las primas podrían ayudar a convencer a los agricultores a invertir en tecnologías poscosecha y en la producción de maíz azul.
“Existe la idea de que la demanda debería provenir de los productores, pero hay muchos pasos en la cadena de valor del maíz. Básicamente, estamos retrocediendo en la cadena de valor: hay demanda, hay mercado, desde el consumidor hasta el agricultor», explicó Blare.
«Hubo un aspecto de género interesante en esta investigación: en su mayoría, las mujeres compraban y fabricaban estos alimentos a base de maíz, y estaban más dispuestas a pagar más por el maíz azul», dijo Miriam Pérez (derecha), asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)
Una cuestión de gusto
El estudio se realizó en Texcoco, a las afueras de la Ciudad de México, donde se encuentran la sede mundial del CIMMYT. Esta ciudad en el Estado de México fue elegida por su larga historia de cultivo y consumo de maíz azul. Las entrevistas se llevaron a cabo en tres lugares diferentes, un mercado tradicional y dos centros comerciales locales, a fin de garantizar que se incluyeran diferentes grupos socioeconómicos.
“Hay cierto orgullo en la tortilla azul. Como mexicanos, la tortilla es algo que nos une», dijo Mariana García Medina, asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)
El equipo entrevistó a 640 consumidores, haciendo preguntas como dónde compran diferentes tipos de tortillas, en qué platillos usan diferentes tipos de tortillas y si tuvieron dificultades para comprar su tortilla preferida. El equipo también realizó análisis sensoriales y atributos, y dio a los participantes del estudio una opción entre tortillas de maíz azul y maíz blanco hechas a mano y tortillas de maíz blanco hechas a máquina.
Los entrevistados recibieron tres escenarios diferentes. ¿Estarían dispuestos a pagar más por las tortillas azules en comparación con otras tortillas si comieran quesadillas en un restaurante?, ¿servirlas durante un evento especial o la visita de un miembro de la familia?, ¿para consumo diario?
Las respuestas permitieron a los investigadores cuantificar cuánto más estaban dispuestos a pagar los consumidores y en qué circunstancias, ya que se les dieron diferentes puntos de precio para diferentes tipos de tortillas en distintos escenarios.
Colores verdaderos
Los investigadores encontraron que las preferencias por el maíz azul y blanco eran distintas para los diferentes platillos, y que había una preferencia particular por el maíz azul cuando se usaba en platillos tradicionales de esta región, como los tlacoyos o la barbacoa. La mayoría de los consumidores estaban dispuestos a pagar más por tortillas de mayor calidad, independientemente del color, siempre que fueran hechas a mano y frescas con maíz cultivado de manera local. Los entrevistadores también vieron una diferencia notable en la preferencia por las tortillas azules dependiendo de la situación: las tortillas azules se demandan más para ocasiones especiales y en los mercados tradicionales.
«Me pareció fascinante que haya una diferencia en el consumo de maíz azul en función de las circunstancias en las que se está comiendo», dijo Blare. «Esta es una de las innovaciones en nuestro estudio de demanda —no analizar la demanda de un producto alimenticio en general, sino analizar las diferencias en la demanda de un producto en diferentes contextos, lo cual es importante ya que la comida es un componente muy importante para las celebraciones».
«Creemos que hay potencial para replicar esto en otros lugares de México, para ver la preferencia del consumidor y la disposición a los precios del maíz azul y otros productos de maíz de valor agregado», dijo Jason Donovan, economista sénior del CIMMYT. “Esto no solo informará a los agricultores y los mercados, sino también a cómo hacer este tipo de investigación, especialmente en las economías de ingresos medios. Este estudio es el primero de su tipo».
“Como colombiana, ¡realmente me sorprendió que los mexicanos pudieran distinguir entre las tortillas de maíz blanco y azul incluso con los ojos vendados! Realmente muestra la importancia del maíz para su dieta y cultura”, dijo Diana Ospina Rojas (izquierda), asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)
Aún tenemos el azul
En general, los resultados revelaron que las mujeres estaban dispuestas a pagar un 33% más por las tortillas de maíz azul, mientras que los hombres estaban dispuestos a pagar un 19% más. Por cada año adicional de educación, un consumidor estaba dispuesto a pagar un 1% más por las tortillas de maíz azul. Curiosamente, los ingresos de una persona no tuvieron ningún efecto sobre su voluntad de pagar más por tortillas de maíz azul. Muchas personas entrevistadas expresaron su preferencia por el maíz azul, pero comentaron que no siempre pueden encontrarlo en los mercados locales.
La información recopilada en estos experimentos de elección ayudará a los agricultores, mejoradores y otros actores a lo largo de la cadena de valor del maíz a tomar decisiones más informadas sobre la mejor manera de proporcionar variedades de maíz azul al público y brindar a los consumidores lo que quieren.
«Fue una experiencia muy interesante, nunca antes había participado en una encuesta como esta y creo que es importante tomarse el tiempo para pensar en nuestras decisiones sobre la comida», dijo Brenda López, una de las entrevistadas en el experimento de elección. López prefería las tortillas hechas a mano, especialmente las hechas con maíz azul. «Creo que tienen más sabor», dijo. «Acabo de comprar tortillas hechas a mano en el mercado antes de participar en esta encuesta, pero tuve que comprar blanco porque no había azul».
Otro entrevistado, Luis Alcántara, estuvo de acuerdo. «Prefiero el azul por el sabor, la textura, incluso el olor», dijo. “En casa comemos tortillas hechas a máquina porque es difícil encontrar tortillas hechas a mano, e incluso si las encuentras, no son azules. Compraríamos azul si pudiéramos.
Foto de portada: Tortillas de maíz azul. (Foto: Luis Figueroa)
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) recibió la visita del director general de la Oficina Interprofesional Argelina de Granos (OAIC), Mohamed Belabdi, y del director de la División de Comercio Internacional, Hakim Chergui, quienes estuvieron acompañados por Juan José González Mijares, embajador de México en ese país africano.
El propósito de la visita de los delegados argelinos fue dialogar sobre el cultivo y comercialización del trigo y otros granos en México, así como recorrer las principales regiones productoras y analizar las posibilidades de cooperación técnica y científica entre ambas naciones.
El encuentro se realizó con la presencia del coordinador general de Asuntos Internacionales de la SAGARPA, Raúl Urteaga Trani, quien es el encargado de coordinar la vista de los argelinos y hacer el seguimiento correspondiente de las actividades y compromisos generados durante las reuniones.
Los representantes de ambos países destacaron la importancia de avanzar en la construcción de acuerdos que conduzcan a incrementar la productividad agroalimentaria en beneficio de productores y consumidores, hecho por el que se inició el proceso de negociación de un memorándum de cooperación técnica bilateral en materia de nopal.
La delegación de Argelia, también se reunió con el director en jefe de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (ASERCA), Alejandro Vázquez, quien estuvo acompañado por representantes de diversas áreas de la SAGARPA, entre ellas de la Subsecretaría de Agricultura.
Durante esta sesión se puso de manifiesto la importancia del comercio de granos con Argelia, lugar al que se dirige el 50 por ciento de las exportaciones de trigo mexicano, además de que se planteó la posibilidad de poderle vender otros productos como garbanzo, avena y sorgo.
En el marco de la visita a nuestro país, la delegación argelina recorrió el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y del Trigo (CIMMYT), donde se puso de manifiesto la labor que realiza esta institución en el plano internacional y en particular sobre las actividades que ha llevado a cabo en años anteriores con Argelia en materia de cultivo del trigo.
En el periodo 2010-2014, México exportó en promedio anual al referido país africano 152 millones 171 mil dólares, de los cuales 82 por ciento correspondieron a trigo, 16 por ciento, garbanzo; uno por ciento, a levaduras deshidratadas, y otro punto porcentual a diversos productos.
En 2015, Argelia fue el primer destino de exportación de trigo mexicano, además de que se le enviaron 11 mil toneladas de garbanzo, ubicándose como el tercer destino de ventas al extranjero de este producto.