Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores. (Foto: Janeth Bolaños)
Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores.
El quehacer científico es un complejo y fascinante sistema que requiere la colaboración de múltiples perfiles académicos y profesionales, así como de instituciones y actores de diversos sectores. La ciencia avanza colectiva y multidisciplinariamente. Así, detrás de cada descubrimiento, de cada avance tecnológico y de cada proyecto de investigación exitoso, hay una estructura que sostiene y hace posible el trabajo científico. En ese entramado, mujeres como Janeth Bolaños Vargas desempeñan un rol crucial que, aunque a menudo pasa desapercibido, es fundamental para el progreso y la diseminación del conocimiento científico.
Janeth es Analista en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). En Colombia, donde ella se desempeña y desde donde colabora para proyectos como Colombia Agroalimentaria Sostenible y Naturaleza Positiva, estudió Contaduría Pública y, animada por comprender lo que ocurre y se hace en el campo, decidió iniciar la maestría en Gestión y Desarrollo Rural, la cual está por culminar. “Me interesé en ir más allá para comprender qué hacíamos en el campo, cuáles son las labores culturales del maíz, los ciclos y el impacto de nuestra investigación”, comenta.
Janeth Bolaños (esquina superior izquierda) y parte del equipo de trabajo del CIMMYT con el que promueve innovaciones sustentables entre los productores colombianos.
La trayectoria de Janeth es un ejemplo vivo de cómo las disciplinas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés) trascienden los espacios tradicionales de la ciencia, como los laboratorios, y extienden su campo de acción e impacto a la vida de las personas, como los agricultores y los técnicos con quienes Janeth impulsa constantes acciones de desarrollo de capacidades, trazando y facilitando los caminos para que el conocimiento científico llegue a la sociedad.
Para Janeth, el camino de su trayectoria profesional estuvo iluminado por mujeres de su entorno: “Mis modelos a seguir los he encontrado en las mujeres de mi familia, como mi madre. También mis maestras del colegio y recuerdo una entrevista a Rigoberta Menchú. Su liderazgo en defensa de los pueblos indígenas y de la mujer en la sociedad me inspiró profundamente”.
“En mi trabajo actual, me inspiro en mujeres poderosas que han construido su carrera con determinación. Entre ellas Gabriela González, administradora de Proyectos y quien es una mujer con gran habilidad de liderazgo; también Jessica González, coordinadora de Investigación, quien con gran destreza transmite a las mujeres en los territorios que somos fuerza, somos cultura y somos valiosas”.
Janeth Bolaños en una sesión;on de capacitación; on en poscosecha comparte el conocimiento científico con los productores.
Su experiencia también refleja los desafíos de muchas mujeres que combinan trabajo, estudios y vida familiar. Así, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Janeth tiene un mensaje claro: «Crean en sí mismas, en su potencial y en esa voz interior que las impulsa. La curiosidad y el deseo de aprender son la base de cualquier carrera científica o tecnológica. Sigan sus sueños con acciones perseverantes y, si algún día sienten que quieren rendirse, dense el tiempo para hacer una pausa, reflexionar y retomar el camino. Cuídense, valoren su entorno y busquen apoyo en personas que las inspiren y fortalezcan».
Especialistas de centros de investigación del CGIAR en recorridos por ensayos de maíz en Espinal, Colombia. (Foto: Alliance Bioversity-CIAT)
Especialistas de centros de investigación del CGIAR en recorridos por ensayos de maíz en Espinal, Colombia. (Foto: Alliance Bioversity-CIAT)
La recolección y el procesamiento de datos en la agricultura es fundamental para enfrentar los desafíos actuales del sector, como el cambio climático, la variabilidad en los rendimientos y la sostenibilidad de los sistemas productivos, ya que “Disponer de bases de datos estructuradas y estandarizadas con información agronómica histórica (rendimientos, prácticas de manejo, plagas y enfermedades) permite, por ejemplo, la modelación de cultivos, plagas y enfermedades para los sistemas productivos de plátano, café, maíz, arroz y papa, entre otros”, señala el equipo técnico de la iniciativa Colombia Agroalimentaria Sostenible.
El proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, impulsado por el gobierno colombiano a través de Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) coordinado por la Alianza Bioversity y CIAT, es una iniciativa que busca transformar el sector agrícola en el país sudamericano, promoviendo sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes. A esta importante misión se han sumado diversas instituciones de investigación como parte de los socios implementadores estratégicos, entre ellas el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) de México.
Recolectar y procesar datos procedentes de las parcelas es uno de los grandes desafíos de la agricultura mundial. En este sentido, Colombia Agroalimentaria Sostenible ha incluido en diversas acciones a la plataforma e-Agrology, desarrollada por el CIMMYT, la cual es una herramienta digital que, tan solo en México, ha permitido georreferenciar más de 42 mil sitios con innovaciones agrícolas.
“Hasta ahora se ha logrado consolidar una base de datos integral sobre el cultivo de maíz utilizando la plataforma e-Agrology, operada por el CIMMYT y gestionada por el gremio FENALCE. Esta plataforma almacena datos detallados sobre múltiples cultivos, incluidos maíz, frijol, soya y cebada, y cuenta con módulos que capturan información sobre manejo agronómico, comercialización y costos asociados”, señala el equipo técnico de Colombia Agroalimentaria Sostenible.
Con la plataforma e-Agrology se facilitaría además la captura de datos para plataformas de investigación, ya que se trabaja para que su aplicación móvil funcione en modo on-line y off-line, así como en un tablero de control de indicadores de producción sostenible. Estas innovaciones mejorarán los procesos de levantamiento de información en campo, propiciando el fortalecimiento de las capacidades de técnicos y productores frente a la colección de datos agronómicos confiables para la toma de decisiones.
Al integrar herramientas como e-Agrology, Colombia Agroalimentaria Sostenible no solo fortalece la capacidad de análisis de los sistemas productivos, sino que también impulsa la transición hacia una agricultura más eficiente y resiliente. Con su aplicación móvil y tablero de control, esta plataforma no solo democratiza el acceso a datos agronómicos confiables, sino que también empodera a técnicos y productores en su toma de decisiones, asegurando que la innovación tecnológica llegue al campo para transformar realidades y construir un futuro sostenible para la agricultura colombiana.
Ensayo de variedades de maíz en Colombia. (Foto: CIMMYT)
Ensayo de variedades de maíz en Colombia. (Foto: CIMMYT)
El proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, liderado por la Alianza Bioversity y CIAT y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, se posiciona como una iniciativa clave para impulsar sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes en el país sudamericano. Esta colaboración, que cuenta con la participación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), busca integrar prácticas innovadoras y sostenibles que mejoren la productividad y reduzcan la vulnerabilidad frente al cambio climático en la gran diversidad de sistemas agrícolas de Colombia, incluyendo cultivos fundamentales como el maíz, el arroz, y el café.
De entre las actividades que se impulsan mediante esta iniciativa junto con diversas instituciones colombianas están las relacionadas con el uso eficiente de agua, la reducción de emisiones en cultivos clave, así como las relacionadas con la adaptación y mitigación del cambio climático, destacando la instalación de estaciones agroclimáticas, Mesas Técnicas Agroclimáticas y el montaje de sistemas de captura, monitoreo y análisis de datos ambientales, agronómicos de los sistemas de caña, plátano, maíz, café, papa y ganadería.
El CIMMYT se ha sumado a Colombia Agroalimentaria Sostenible compartiendo su experiencia en sistemas agroalimentarios sustentables, particularmente la relacionada con la implementación y adaptación de la plataforma e-Agrology, la evaluación de variedades de maíz mejoradas y la implementación y adecuación de la metodología del hub.
Los hubs o nodos de innovación son una metodología de gestión de la innovación desarrollada y consolidada en México, y replicada en Guatemala, Honduras, y en varios países de África. Esta metodología, que ahora se impulsa en Colombia, es un enfoque innovador para la gestión de redes y alianzas en el sector agrícola que permite fortalecer los vínculos entre productores, gremios, compradores y actores clave en las cadenas de valor agroalimentarias.
Este año, investigadores, técnicos profesionales de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), la Alianza Bioversity y CIAT, y el CIMMYT se reunieron para articular los componentes del proyecto y realizaron dos recorridos en regiones productoras de maíz en Colombia. Las regiones piloto se definieron con Fenalce para denotar los territorios de innovación, a través de la metodología del hub o nodos de innovación. Estos recorridos se realizaron en centros experimentales establecidos en Roldanillo-Valle del Cauca, Espinal, Armero Guayabal, Tolima, Centro Universitario Regional del Norte-Universidad del Tolima y Cereté, y San Carlos en el departamento de Córdoba.
La visita posibilitó abrir un espacio de discusión en donde se presentaron los casos de éxito de la metodología del hub en México y también su adaptación e implementación en Latinoamérica en el marco de la Iniciativa AgriLAC Resiliente. Además, estas visitas permitieron un contacto directo con los agricultores y un conocimiento más amplio de las barreras que enfrentan, proporcionando insumos valiosos para el ajuste de la metodología del hub en el contexto colombiano.
A partir de este mapeo de actores, el proyecto está conformando una red que conecta las estructuras de innovación existentes, potenciando la sinergia entre productores, investigadores y otros agentes del Sistema Nacional de Innovación Agrícola (SNIA). La red es clave para fortalecer las conexiones en áreas donde estas son débiles o propiciar las inexistentes, permitiendo que los resultados del análisis de redes faciliten la interacción y colaboración en torno a objetivos de sostenibilidad y productividad.
En el contexto colombiano, la importancia de esta red se hace evidente: con un estimado de 160 mil agricultores dedicados al cultivo del maíz, de los cuales alrededor de 44 mil se encuentran en zonas de alto riesgo climático, la necesidad de implementar innovaciones que mejoren su resiliencia es crítica.
Tanto el CIMMYT como la Alianza Bioversity y CIAT son centros de investigación miembros del CGIAR, una red global que combate el hambre y la inseguridad alimentaria mediante ciencia e innovación agrícola. En este proyecto, ambos centros de investigación científica, junto con colaboradores locales, aportan su vasta experiencia para consolidar prácticas que no solo respondan a las necesidades actuales del sector agroalimentario colombiano, sino que también tengan un impacto duradero en la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas de producción.
Especialista en poscosecha del CIMMYT en sesiones de capacitación. (Foto: Janeth Bolaños)
Especialista en poscosecha del CIMMYT en sesiones de capacitación. (Foto: Janeth Bolaños)
En el marco de la iniciativa Soluciones Positivas para la Naturaleza, impulsada por la Alianza Bioversity y CIAT y el CIMMYT, se llevó a cabo una gira de entrega y validación de resultados de los talleres de conservación de maíces nativos en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Este evento es un paso importante en los esfuerzos para conservación de los maíces nativos y el fortalecimiento de casas de semillas.
La jornada se desarrolló en el Banco de Semillas Nativas del Pueblo Indígena Kankuamo, donde representantes de los Comités de Buen Vivir y Planeación se reunieron con agricultores locales, incluyendo mujeres y hombres dedicados al cultivo de maíces nativos y criollos. Entre los asistentes también se encontraban un profesional en agronomía, técnicos agrícolas y una estudiante de ingeniería agroforestal. Este encuentro permitió un valioso intercambio de conocimientos entre las comunidades locales y los equipos de investigación del CIMMYT y la Corporación colombiana de investigación agropecuaria, Agrosavia.
Durante el evento, se entregaron equipos para la conservación de las semillas, como determinadores de humedad, zarandas, envases de vidrio y plástico, y contenedores herméticos. Estos recursos permitirán a las comunidades mejorar sus prácticas de almacenamiento y preservación de maíces nativos, garantizando así su viabilidad a largo plazo.
Una parte destacada de la jornada fue el conversatorio, donde los asistentes discutieron y practicaron métodos alternativos para determinar la humedad del grano, como el uso de sal, comparándolo con el equipo electrónico especializado. A través de este ejercicio, los participantes pudieron evaluar la efectividad de ambas técnicas y reconocieron que el método de la sal es útil para determinar si el grano está lo suficientemente seco para su conservación.
Recuperar las semillas propias y multiplicarlas fue una de las expectativas compartidas por el coordinador de la Guardia Indígena, quien subrayó la importancia de esta labor para la comunidad. Además, una participante expresó que el banco de semillas debe ser «una escuela de puertas abiertas» para que el conocimiento se multiplique entre mujeres, hombres y niños, y las semillas se conserven no solo en la tierra, sino también en la memoria colectiva.
Al final de la jornada, se destacó la importancia de replicar las prácticas aprendidas entre los miembros del banco de semillas, quienes son aproximadamente 100 personas. «Si le damos el valor real a la semilla con el aprendizaje, comentando las experiencias tradicionales, hablando de momentos de siembra, cosecha y semillas con los hermanos agricultores que conforman el Banco de Semillas, logramos extender los saberes, que las buenas prácticas de conservación se mantengan«, mencionaron los participantes.
“Recuperar las semillas es importante para el hoy y para el mañana”, enfatizó uno de los agricultores participantes, resaltando el valor fundamental que tiene la preservación de las semillas para las generaciones futuras.
Así, este encuentro no solo subraya la importancia de los bancos de semillas para los pueblos indígenas, sino también su relevancia para la biodiversidad y la sostenibilidad del mundo. Como menciona una de las integrantes del Comité de Planeación, «este conversatorio es una iniciativa útil para impulsar los bancos de semilla y una necesidad para los pueblos indígenas y para el mundo«.
Con estas actividades, la iniciativa Soluciones Positivas para la Naturaleza continúa avanzando en su misión de preservar la biodiversidad del maíz, garantizando que el conocimiento ancestral perdure y se enriquezca con nuevas herramientas y tecnologías basadas en ciencia.
Cultivo de maíz biofortificado en Colombia. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz biofortificado en Colombia. (Foto: CIMMYT)
El proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, impulsado por el gobierno colombiano a través de Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) coordinado por la Alianza Bioversityy CIAT, es una iniciativa que busca transformar el sector agrícola en el país, promoviendo sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes. A esta importante misión se han sumado diversas instituciones de investigación como parte de los socios implementadores estratégicos, entre ellas el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) de México.
El objetivo de Colombia Agroalimentaria Sostenible es abordar los desafíos ambientales y productivos que enfrenta la agricultura en Colombia, garantizando al mismo tiempo la seguridad alimentaria y la sostenibilidad. A través de la implementación de tecnologías innovadoras, mejores prácticas agrícolas y la adaptación al cambio climático, se busca mejorar la competitividad de los productores colombianos y reducir la presión sobre los recursos naturales. En este sentido, el proyecto contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, en especial los relacionados con la acción por el clima, la vida en la tierra y la reducción de las desigualdades.
El CIMMYT colabora en este proyecto para sumar esfuerzos que permitan fortalecer las capacidades de los agricultores, ya que Colombia Agroalimentaria Sostenible no solo se enfoca en la producción agrícola, sino en todo el sistema agroalimentario, buscando construir cadenas de valor más inclusivas y eficientes, desde la producción hasta el consumidor, haciendo énfasis en la participación comunitaria y en la transferencia de conocimientos de manera inclusiva, involucrando a mujeres, jóvenes y comunidades rurales marginadas en los procesos de toma de decisiones y adopción de tecnologías.
La colaboración entre centros de investigación internacionales del CGIAR, como la Alianza Bioversity-CIAT y el CIMMYT, junto con actores clave de Colombia, demuestra que el futuro de la agricultura depende de una visión integrada que combine ciencia, innovación y colaboración. Así, se sientan las bases para una transformación agroalimentaria en Colombia que beneficie tanto a las personas como al planeta.
Agricultoras y compradoras en el encuentro del taller sobre la cadena de valor de los maíces nativos de Pasto. (Foto: Jessica González / CIMMYT).
Agricultoras y compradoras en el encuentro del taller sobre la cadena de valor de los maíces nativos de Pasto. (Foto: Jessica González / CIMMYT).
Al estar profundamente conectados con su historia y tradiciones, los maíces nativos y criollos son esenciales para la identidad agrícola de Colombia. A pesar de su importancia cultural y biológica, se ha ido perdiendo semilla de maíz nativo, de manera que articular estrategias que apoyen la conservación in situ, es decir, en los propios contextos de quienes los cultivan, se vuelve una tarea fundamental.
Para delinear esas estrategias, desde 2023 el CIMMYT y colaboradores locales en Colombia han realizado diagnósticos participativos para conocer el estatus de la diversidad y retos en la conservación de maíces nativos en los departamentos de Valle de Cauca, Nariño y Putumayo. “Un primer desafío es comprender la diversidad existente de las variedades locales y las causas de pérdida de la agrobiodiversidad”, menciona el equipo de investigadores.
Así, y con base en la información proveniente de encuestas con productores y comercializadores sobre las problemáticas y áreas de oportunidad en la cadena de valor de estas variedades de maíz, los investigadores de CIMMYT y sus colaboradores locales han desarrollado conversatorios —realizados del 24 al 31 de julio en Ipiales y Pasto, Nariño; y en Colón, Putumayo y Restrepo, en Valle del Cauca— que, con una perspectiva de inclusión social, buscan comprender mejor el papel de los mercados nicho en la conservación de los maíces nativos y así trazar una ruta crítica para fortalecer la cadena de valor de estas variedades.
En los conversatorios participaron agricultores, comercializadores, chefs, transformadores, intermediarios y otros actores clave —líderes de organizaciones de base, dependencias como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), la Pastoral Social, entre otras organizaciones— quienes dialogaron sobre la influencia de los mercados en la conservación, los beneficios de mantener la diversidad de las variedades locales, las problemáticas (y posibles soluciones) que enfrenta cada eslabón de la cadena de valor, así como las oportunidades relacionadas con las demandas del mercado, como la proveeduría constante, la oferta de maíces de colores y la buena calidad de los granos.
Estos conversatorios serán clave para definir estrategias que permitan afrontar los diferentes desafíos en la región, entre los que se encuentra la baja rentabilidad del cultivo que, en ocasiones, lleva a los agricultores a preferir la siembra de maíz híbrido para aumentar sus márgenes de ganancia.
Así, estos procesos participativos permitieron a los distintos actores de la cadena de valor visualizar el poder de los mercados nicho y otras formas de comercialización —plazas de mercado, graneros, pequeños comercios informales con venta de productos tradicionales, venta de semillas— para influir en la conservación y el rescate de cultivos tradicionales.
“Debemos agruparnos tanto compradores como productores, mantenernos en para empujar objetivos en común”, manifestó un cocinero en Ipiales, mostrando cómo la comprensión de los intereses mutuos de conservación y la empatía de los retos en cada tramo de la cadena de valor, puede beneficiar a todos.
Agricultora en Nariño, Colombia en una chagra diversificada con cultivos nativos de maíz, papa, oca, calabaza, haba, entre otros cultivos perenes y silvestres para la recolección. (Foto: González, Alpala, Pinzón, Rodríguez, Bolaños, Romero, González)
Agricultora en Nariño, Colombia en una chagra diversificada con cultivos nativos de maíz, papa, oca, calabaza, haba, entre otros cultivos perenes y silvestres para la recolección. (Foto: González, Alpala, Pinzón, Rodríguez, Bolaños, Romero, González)
En las montañas de Nariño y en el Valle del Cauca, Colombia —como en muchas otras regiones rurales de Latinoamérica—, la mayor parte de los sistemas de producción se basan en la colaboración familiar, frecuentemente diferenciada por los roles de género, donde las mujeres y hombres desempeñan papeles distintos y poseen diferentes niveles de conocimiento, participación y toma de decisiones.
El rol tradicionalmente asignado a las mujeres con frecuencia limita su potencial como generadoras de cambio en el campo. “La preparación de alimentos, la limpieza de la casa, el cuidado de la familia, y particularmente el cuidado de los niños puede limitar su participación en actividades de capacitación agrícola”, comenta un equipo de especialistas de CIMMYT que recientemente desarrollaron una serie de diagnósticos participativos en esas regiones de Colombia.
Los diagnósticos participativos tienen la finalidad de documentar la perspectiva de las personas dedicadas a la agricultura sobre la conservación de maíces nativos y comprender la perspectiva del abandono del campo para desarrollar en conjunto estrategias de conservación en los territorios. No obstante, como señalan los especialistas de CIMMYT, cuando las agricultoras quieren aprender y contribuir, a menudo se enfrentan al desafío de cuidar a sus hijos.
Grupo de agricultoras discutiendo el rol de mujeres y hombres en la conservación de maíces nativos, en Córdoba, Nariño, Colombia. (Foto: González, Alpala, Pinzón, Rodríguez, Bolaños, Romero, González)
“Incluso si las mujeres se esfuerzan por asistir a los eventos, pueden no aprovechar adecuadamente los nuevos aprendizajes porque se encuentran atentas al cuidado de sus hijas e hijos”. En respuesta a este obstáculo, los organizadores de los diagnósticos idearon una solución innovadora: ofrecer cuidado infantil durante los talleres. Así, “mientras las madres participan en el taller, en un lugar seguro y a la vista de ellas, se organizan juegos, actividades de exploración y arte con los niños para que las mamás estén concentradas en el evento”.
En uno de los diagnósticos recientes “se programaron varias dinámicas, como juegos de mesa —el CIMMYT desarrolló memoramas, loterías y tableros de serpientes y escaleras sobre las principales plagas y prácticas de manejo del maíz— y algunas actividades artísticas que permitieron a los niños conversar y plasmar lo que para ellos significa y cómo interactúan con su territorio. Al final, expusieron sus trabajos, los cuales estaban relacionados con lo que aprenden con sus madres y familia en la tulpa (fogón) o la chagra”, detallan los especialistas.
“Actividades como esta son importantes para la enseñanza de los niños, porque además pudieron cambiar sus juegos normales del celular por el aprendizaje del campo a través de la recreación, así que me parece que hay que tener en cuenta que los niños de la localidad estén informados de este tipo de encuentros”, expresaron los asistentes, quienes además reflexionaron sobre la importancia de este tipo de inclusión para desarrollar estrategias orientadas al relevo generacional, particularmente en lugares como en Nariño, donde es notable la disminución de jóvenes en el campo.
Ante este contexto, es importante incluir a los jóvenes en la planeación y diseño de programas “para garantizar la continuidad de la población rural, puesto que ellos impulsan nuevas ideas, más frescas y dan otra perspectiva a la comunidad”, menciona don José, agricultor de Córdoba, Nariño, quien además resalta como ejemplo el espacio ganado por el grupo Herederos del Planeta Los Tucanes, integrado por niñas, niños y jóvenes con voz para incidir en lo referente a las reservas naturales, su educación y el cuidado de las semillas nativas.
Así, las infancias participantes —que solo tenían expectativas de llegar a sentarse y tratar de mantenerse en silencio o jugar con el celular— pasaron a ser parte importante de los procesos participativos en Nariño, donde las mujeres rurales, con este tipo de apoyos, no solo tienen la posibilidad de fortalecer sus conocimientos, sino influir en las decisiones del hogar y la conservación de los recursos fitogenéticos de manera positiva.
Niñas exponiendo, ante sus madres y padres, sobre su territorio como resultado de la actividad realizada durante los talleres en Nariño, Colombia. (Foto: González, Alpala, Pinzón, Rodríguez, Bolaños, Romero, González)
“Sí señora, el espacio para los niños fue lo máximo, porque así uno se puede concentrar en los temas”, así lo refirió una señora en Cumbal, lo cual es el ejemplo de cómo una estrategia de extensión agrícola requiere identificar las preferencias, intereses e incentivos de hombres y mujeres relacionados con sus roles de género para propiciar ambientes que faciliten el escalamiento de tecnologías y prácticas agrícolas sustentables, donde es fundamental comprender que las agricultoras trabajan el campo y realizan labores domésticas como actividades que no se pueden separar.
En el contexto de una crisis ambiental y alimentaria, es importante impulsar este tipo de estrategias porque las personas dedicadas a la agricultura de pequeña escala constituyen una parte importante en la implementación de sistemas agroalimentarios sostenibles y son fundamentales en la preservación de la agrobiodiversidad, pues en sus milpas, huertas, traspatios, chagras —en México y Colombia— se manejan, usan y conservan cultivos nativos que son recursos esenciales para la seguridad alimentaria y la agricultura, incluido el mejoramiento de variedades para la adaptación al cambio climático.
Visita al lote de CIMMYT durante el evento Del CAMPO al Campus, en instalaciones de la Alianza Bioversity-CIAT, en Palmira, Colombia. (Foto: Alianza Bioversity-CIAT)
Visita al lote de CIMMYT durante el evento Del CAMPO al Campus, en instalaciones de la Alianza Bioversity-CIAT, en Palmira, Colombia. (Foto: Alianza Bioversity-CIAT)
Las instalaciones de la Alianza Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (La Alianza), en Palmira, Colombia, fueron el escenario del evento «Del CAMPO al Campus», una visita guiada por laboratorios y parcelas experimentales en el marco de la colaboración entre La Alianza , CIMMYT y el proyecto RUSTICA a través de la iniciativa Soluciones Positivas para la Naturaleza en Colombia, impulsada por el CGIAR —una asociación mundial de centros de investigación, entre ellos La Alianza y CIMMYT, que trabaja para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional—.
Además de fortalecer la conservación de la agrobiodiversidad in situ —en las parcelas— y ex situ —en bancos de germoplasma—, el evento tuvo como finalidad promover el manejo sustentable de los recursos naturales, el adecuado manejo de los residuos agrícolas, la promoción de alianzas, colaboraciones, redes e intercambio de experiencias entre las y los custodios de semillas, bancos de Semilla, estudiantes de secundaria y agricultores.
Provenientes de El Dovio, Restrepo y Tuluá, las y los agricultores asistentes, estudiantes de secundaria y jóvenes investigadores, tuvieron la oportunidad de explorar diversas actividades diseñadas para fomentar la comprensión y colaboración en la conservación de la biodiversidad agrícola.
Janeth Bolaños, del equipo organizador, comentó que: «Queremos que tanto estudiantes como agricultores conozcan y resuelvan inquietudes sobre cómo es realmente la conservación en un banco de semillas en un centro de investigación y que pueden tener acceso a ellas cuando lo requieran”.
Durante la jornada, los participantes realizaron visitas guiadas que incluyeron el laboratorio de economía circular de La Alianza, los ensayos de maíz, fríjol y zapallo del proyecto RUSTICA, los ensayos de maíz, soya y el módulo poscosecha de CIMMYT, así como el Banco de Semillas del Futuro de La Alianza.
Natalia Ortiz, de La Alianza, presentó a los asistentes las acciones y logros que la iniciativa ha ido alcanzando, como las contribuciones de la herramienta EncontrAR —plataforma que facilita el intercambio de experiencias de agricultura familiar andina para atender problemas de productividad, conservación de semillas, manejo de recursos, entre otros—; el fortalecimiento de capacidades a más de 450 personas en temas como la conservación de semillas nativas y el manejo de emprendimientos basados en agrobiodiversidad y bioeconomía circular; así como la caracterización de cadenas de valor y estudios de mercados en productos como maíces y papas nativas, lácteos, recursos forestales maderables, agroecoturismo y bionegocios.
Así, estas actividades no solo proporcionaron un espacio para el aprendizaje práctico, sino también para la reflexión sobre la importancia de sistemas alimentarios sostenibles en el contexto actual de cambio climático y escasez de recursos, donde iniciativas como Soluciones Positivas para la Naturaleza permiten reimaginar y transformar de forma colaborativa estos sistemas con soluciones que apoyen la producción y gestión de alimentos locales con un impacto positivo en los medios de vida de manera equitativa.
Para la iniciativa, este objetivo se alcanzará mediante un conjunto de acciones englobadas en paquetes de trabajo orientados a la conservación de la agrobiodiversidad, la gestión de los recursos naturales de forma sostenible, la restauración vegetal y de las tierras degradadas, el reciclaje y manejo de residuos agrícolas, y la creación de un entorno atractivo y propicio hacia la inclusión social, desarrollo de capacidades y políticas con soluciones positivas para la naturaleza.
«La participación de los estudiantes fue muy importante porque muchos de ellos forman parte de los semilleros de investigación denominados Cantarrana y Herederos del Planeta, entonces queremos promover, además de que los niños y adolescentes sigan ese camino de la investigación, el relevo generacional en el campo”, enfatizó Bolaños.
Así, este evento marca un paso importante hacia la implementación de soluciones prácticas que apoyen la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible en Colombia y más allá, donde colaboraciones como la de La Alianza y CIMMYT permiten reforzar la investigación colaborativa y fomentar las redes de innovación para transformar los sistemas agroalimentarios en beneficio de toda la sociedad.
Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)
Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)
El maíz es uno de los cultivos priorizados por el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, siendo el tercer grano en Colombia con mayor superficie sembrada —después de café y arroz— cuya producción es destinada en un 63 % al consumo humano en la fabricación de arepas, envueltos, mazamorras y chichas. Es precisamente el maíz uno de los cultivos cuya variación en el rendimiento se verá más afectada como consecuencia del impacto del cambio climático, lo que de acuerdo con un reciente estudio , representa una amenaza para el desarrollo del país, ya que puede exacerbar la desigualdad y la pobreza, provocar daños al capital físico y a la infraestructura, interrumpir la generación de electricidad, reducir la productividad laboral y el capital humano, y ocasionar pérdidas en la agricultura.
Es así como surge un convenio creado para encontrar y aplicar alternativas con miras a que el sector agropecuario colombiano se adapte a las condiciones locales del clima y mejore el uso de los recursos naturales asociados con los sistemas productivos, fortaleciendo así su resiliencia ante los impactos del cambio climático.
En este convenio convergen el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), la Alianza Bioversity International y el CIAT, la Corporación AGROSAVIA, el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) y CIMMYT, al igual que los principales gremios de Colombia entre los que se encuentra la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (ASBAMA), la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano), la Asociación Hortifrutícola de Colombia (ASOHOFRUCOL), la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia (Asocaña), el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña), la Federación Nacional de Productores de Panela (Fedepanela), la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), la Federación Colombiana de Productores de Papa (Fedepapa), la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce) y la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).
Se trata del proyecto ‘Colombia Agroalimentaria Sostenible: Adaptación al Cambio Climático’ financiado en su orden por el Fondo Verde para el Clima (GCF), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y los socios participantes. Durante los próximos cinco años este proyecto se enfocará en el logro de un objetivo triple: implementar de manera directa con pequeños productores tecnologías que promuevan la producción sostenible del sector agrícola en Colombia. Al tiempo que reducir la vulnerabilidad de los sistemas productivos agropecuarios ante las amenazas del cambio climático, mediante el fortalecimiento de la gestión del riesgo climático, así como disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, garantizando la disponibilidad suficiente y estable de alimentos de calidad.
De ahí la importancia de este Taller de fortalecimiento de habilidades técnicas para la selección y evaluación de material genético de maíz, pues “en equipo con todos hemos logrado uniformizar criterios de selección y metodología de trabajo para el primer año del proyecto. Así como establecer capacidades institucionales en cada región y definir cronogramas de siembra y entregables” resaltó Félix San Vicente, coordinador regional de mejoramiento de maíz para América Latina, CIMMYT.
Este taller, resultado de la colaboración entre la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas (Fenalce), CIMMYT, Corporación AGROSAVIA y la Alianza Bioversity International y el CIAT, contó con un componente práctico que capacitó a los participantes en la evaluación y selección del material genético de maíz, con un enfoque específico en su resistencia a los estreses abióticos: calor, sequía y encharcamiento.
Punto de especial interés para José Jaime Tapia, ingeniero agrónomo del Centro de investigación Turipaná, AGROSAVIA: “estas características de estreses abióticos son las que enfrentan nuestros productores normalmente en el día a día y más con todo el clima que está cambiando constantemente. Entonces, desde la investigación, desde el desarrollo de tecnologías, estamos validando precisamente todas esas metodologías que nos conllevan a poder seleccionar los mejores materiales genéticos para darle esa oferta tecnológica con esas características a nuestros productores”.
Y es que uno de los principales aportes que espera hacer el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible es un sistema de extensión agrícola mejorado que promoverá la adopción de la agricultura digital, fortaleciendo la resiliencia climática y mejorando la adaptabilidad a condiciones extremas. Aspecto que evidencia que “es claro que necesitamos capacitaciones y actualización. Y este tipo de eventos, y este tipo de convenios con entidades internacionales y las demás entidades del sector nos permiten justamente eso, actualizarnos, formarnos mejor y compartir experiencias”, destacó José Gabriel Ospina, ingeniero agrónomo responsable de los proyectos de nutrición, en Fenalce.
La agricultura digital es uno de los tres componentes de trabajo del proyecto. Allí se incluyen tecnologías como la información satelital, herramientas de toma de decisiones conectadas y bases de datos, que están al servicio tanto de extensionistas como de productores. Incluyendo, por supuesto, la plataforma e-agrology, desarrollada por CIMMYT, que representa una solución pionera diseñada para capacitar a los agricultores en el registro y gestión eficiente de datos agronómicos esenciales.
Durante los próximos cinco años el proyecto se centrará en los cultivos de arroz, caña de azúcar, caña panelera, café, maíz, musáceas, papa y en ganaderías, que junto con sistemas agroforestales serán estudiados en 22 departamentos, en los que están representadas diferentes regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Andina y Orinoquía. Con la información generada se desarrollarán productos y aplicaciones para la intervención enfocada en contrarrestar los efectos de la variabilidad climática.
Equipo de CIMMYT en Colombia. (Foto: Sylvanus Odjo / CIMMYT)
Equipo de CIMMYT en Colombia. (Foto: Néstor Romero)
Los países latinoamericanos tienen una historia común, donde el maíz destaca como elemento imprescindible de sus gastronomías, su cultura y su economía. En Colombia, por ejemplo, el maíz es el tercer cultivo con mayor superficie solo después del café y del arroz, y se destina, sobre todo (63 %), para el consumo humano, en la fabricación de productos como arepas, envueltos, mazamorras y chichas.
Colombia tiene una amplia diversidad de maíces criollos con los que se preparan platillos distintitos. En la vereda Alto del Oso en Restrepo (en el Valle del Cauca, Colombia), por ejemplo, don Arnold Loaiza prepara para él y su familia unas arepas de maíz morado que enamoran la vista y el paladar.
“En Colombia estamos conociendo las experiencias de vida de agricultores, como la de don Arnold, cuyo papel es esencial para conservar la biodiversidad de maíces criollos y nativos”, comentan los especialistas de la Alianza de Bioversity Internacional y el CIAT, y CIMMYT, ambos centros de investigación internacional —pertenecientes al CGIAR— que están colaborando en territorio colombiano para conservar la agrobiodiversidad.
La FAO estima que cerca del 75 % de la diversidad de cultivos se ha perdido durante el último siglo y, en la actualidad, de las 6 mil especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66 % de la producción total de cultivos en el mundo. En Colombia, como en muchos otros países latinoamericanos, esta pérdida de biodiversidad pone en riesgo la seguridad alimentaria de amplios sectores de la población.
Así, la cooperación entre la Alianza de Bioversity Internacional y el CIAT, y CIMMYT—en el marco de la sinergia entre iniciativas como Soluciones Positivas para la Naturaleza y AgriLAC Resiliente—, destaca por incluir la participación de los agricultores para identificar y promover las prácticas más adecuadas para la conservación de la agrobiodiversidad, el manejo sustentable de los recursos naturales y el manejo de residuos agrícolas.
Las actividades recientes de esta sinergia entre los centros de investigación del CGIAR tienen el objetivo de construir un plan de acción para la implementación de la conservación de la agrobiodiversidad y el manejo de los recursos naturales con pequeños agricultores en El Dovio y Restrepo en el Valle del Cauca, Colombia.
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