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Creciente interés y halagos para el programa mexicano de investigación agropecuaria para su uso en el extranjero

Aprovechando el liderazgo, la ciencia y las alianzas del CIMMYT, con sede en México, y la financiación y la capacidad de investigación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) del 2010 al 2021, el programa conocido como MasAgro” ha ayudado a cerca de 500,000 productores participantes a adoptar variedades de maíz y trigo, así como prácticas de conservación de recursos, en más de un millón de hectáreas de tierras de cultivo en 30 estados en México.

La Estación Experimental Tlaltizapan en Morelos, México, se utiliza durante el invierno para efectuar ensayos de sequía y calor y durante el verano para ensayos de rendimiento y biofortificación. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

Como resultado de la operación de los centros de investigación MasAgro en las múltiples y diversas agroecologías de México para promover la intensificación sustentable de los sistemas de cultivo de maíz y trigo, incluyendo variedades mejoradas y prácticas que ayudan a conservar recursos y que se adaptan a distintos climas, los rendimientos de proyectos participantes resultaron mayores que el promedio local por 20% para el maíz y 3% para el trigo. Asimismo, los ingresos netos promedio para los productores de maíz participantes fueron 23% mayores, así como 4% mayores para los productores de trigo, en comparación con promedios locales.

El componente de biodiversidad MasAgro recolectó y analizó una de las muestras de diversidad genética de maíz y trigo más grandes del mundo, que incluía las extensas colecciones de bancos de semillas del CIMMYT, con el objetivo de identificar y caracterizar nuevos genes de interés para el mejoramiento genético. Uno de los resultados fue que más de 2 mil millones de puntos de datos genéticos y más de 870,000 registros de datos de ensayos de campo asociados están disponibles de forma gratuita para la comunidad científica a través del repositorio en línea del proyecto.

MasAgro ha involucrado a organizaciones de investigación nacionales y locales, universidades, empresas y organizaciones no gubernamentales que trabajan a través de 40 plataformas de investigación y más de 1 000 módulos de investigación, a la vez que desarrollan las capacidades de miles de productores y cientos de expertos técnicos y extensionistas que los asisten.

Socios a nivel estatal se unen a MasAgro

A través de MasAgro, el CIMMYT estableció alianzas de investigación y Desarrollo con 12 estados mexicanos. Un ejemplo de esto es el estado montañoso central de Guanajuato, hogar de la región El Bajío, una de las áreas de cultivo más productivas de México, pero que también enfrenta problemas de degradación del suelo, escasez de agua y efectos del cambio climático, desafíos que enfrentan los agricultores en todo México. El gobernador de Guanajuato visitó la sede central del CIMMYT en México en junio de 2023 para revisar el progreso y acordar actividades de seguimiento.

MasAgro generó sistemas de producción y riego más sostenibles en Guanajuato, México. (Foto: ACCIMMYT)

El CIMMYT ha trabajado con los expertos y los mismos productores locales del estado de Guanajuato para probar y promover innovaciones a través de 7 plataformas de investigación que alcanzan casi 150 mil hectáreas. A partir del 2020, nuevas variedades de cultivos y prácticas para el manejo de conservación de recursos y adaptadas al clima ayudaron a apuntalar aumentos de 14% en la producción de trigo y, bajo sistemas agrícolas de temporal, mejoraron los resultados en 28% para frijol, 150% para variedades locales de maíz y 190% para maíz híbrido, por encima de promedios estatales.

Una iniciativa integral para la fertilidad del suelo ha incluido en análisis y el mapeo de más de 100,000 hectáreas de suelos para el cultivo, ayudando a los productores de Guanajuato a recortar costos, usar fertilizantes de forma más eficiente y reducir la quema de residuos de cultivos y la contaminación del aire asociada a dicha práctica.

Los centros de servicio para la renta y reparación de maquinaria de agricultura de conservación ayudan a difundir prácticas tales como la labranza cero y el mantillo de residuos. Con el apoyo de asesores de CIMMYT, los productores de Guanajuato establecen acuerdos equitativos y ecológicos con empresas tales como Nestlé, Kellogg’s y Heineken, entre otros acuerdos público-privados responsables y rentables.

Aclamación e interés desde el extranjero para MasAgro

MasAgro ha recibido numerosos premios y menciones como modelo para el desarrollo agrícola sustentable. A continuación, algunos ejemplos:

Dignatarios aplauden el lanzamiento de MasAgro en el CIMMYT. (Foto: Xochiquetzal Fonseca/CIMMYT)
  • La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha reconocido a MasAgro como una iniciativa innovadora y expansible para Latinoamérica y el Caribe.
  • El Banco Interamericano de Desarrollo (IDB) mencionó al programa como ejemplo exitoso de extensión.
  • La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) citó a MasAgro por promover la agricultura productiva y sustentable.
  • El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP) elogió a MasAgro por promover la agricultura resiliente al clima.
  • Durante la cumbreG20 del 2018 en Argentina, MasAgro fue considerado un modelo para la coordinación de la investigación agrícola, el desarrollo, la innovación, la transferencia de tecnología y las asociaciones público-privadas.
  • Bram Govaerts, actual director general de CIMMYT, recibió el Premio Mundial de la Alimentación 2014 por su trabajo en el momento como líder del componente de alcance a los productores MasAgro.
  • Recientemente, los centros de investigación MasAgro fueron usados como guía por los esfuerzos del USAID en Sudán y África oriental. También han sido replicados en Guatemala y Honduras.

Varios pasos más allá

En Centroamérica y México, las crisis interconectadas de sistemas agroalimentarios débiles, el cambio climático, conflictos y la migración se han empeorado, mientras que los pequeños agricultores y los sectores marginados siguen atrapados en la pobreza.

Aprovechando su experiencia en MasAgro, CIMMYT es uno de los asociados principales de la iniciativa lanzada hace poco por el CGIAR, AgriLAC Resiliente, cuyo objetivo es crear la resiliencia, sustentabilidad y competitividad de sistemas agroalimentarios y los actores en Latinoamérica y el Caribe, ayudándolos a satisfacer sus necesidades de seguridad alimentaria más urgentes, mitigar riesgos climáticos, estabilizar a comunidades vulnerables y reducir la migración forzada. El esfuerzo estará enfocado en productores de Colombia, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y Perú.

La agricultora Marilu Meza Morales cosecha su maíz en Comitán, México. (Foto: Peter Lowe/CIMMYT)

Como lo describe un artículo científico de 2021, CIMMYT también ayudó a crear la iniciativa del sistema agroalimentario integrado (IASI, por sus siglas en inglés), una metodología desarrollada y validada a través de estudios de casos en México y Colombia, y que utiliza el análisis de situación, predicciones de modelo y escenarios para sincronizar la acción pública y privada hacia los sistemas agroalimentarios sustentables, equitativos e incluyentes.

“El enfoque del desarrollo integrado del CIMMYT para la transformación del Sistema maíz en México y Colombia sentó las bases para la metodología IASI al superar transiciones gubernamentales, las restricciones presupuestarias anuales y las rivalidades entre las partes interesadas en favor de la equidad, la rentabilidad, la resiliencia y la sustentabilidad” dijo Govaerts.

El informe 2021 sobre la Productividad Agrícola Global (GAP, por sus siglas en inglés) “Strengthening the Climate for Sustainable Agricultural Growth” (Fortalecimiento del Clima para un crecimiento agrícola Sustentable) respaldó a la IASI, afirmando que “…está diseñada para generar estrategias, acciones y objetivos cuantitativos alineados con los objetivos de desarrollo sustentable que tienen una alta probabilidad de recibir inversiones públicas y privadas de apoyo”.

 

 

 

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Quemas agrícolas ponen en riesgo vidas humanas

Quema de rastrojos en agricultura convencional. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Quema de rastrojos en agricultura convencional. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

El avance del cambio climático incrementará en todo el mundo el riesgo de incendios forestales devastadores en las décadas por venir, señala el estudio “Propagándose como un incendio forestal” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) donde se proyecta que esos fenómenos se incrementarán un 30 % para 2050 y más de un 50 % para fin de siglo.

De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, casi la totalidad de los incendios forestales en México son provocados por actividades humanas y un poco más del 30 % de estos se produce por actividades agropecuarias, siendo las quemas agrícolas una de las principales causas. 

Además de la afectación al medioambiente, los incendios tienen un costo social muy alto: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que en México los incendios son responsables del 31 % de los desastres en el país y ocasionan cerca del 27 % de la totalidad de la mortalidad asociada (humo, gases tóxicos, etcétera).

El registro histórico indica, además, que durante la década de 2010 a 2020 cerca de 100 personas perdieron la vida combatiendo incendios forestales (esto sería un promedio de 10 personas por año), por lo que es urgente minimizar el riesgo de incendios forestales en distintos frentes. En el terreno agrícola, la adopción de prácticas de agricultura sustentable contribuye no solo a combatir el cambio climático, sino también a reducir la posibilidad de incendios que ponen en riesgo vidas humanas. 

Yo ya no quemo porque se pierde la materia orgánica y se contamina. Aquí en la comunidad eso es constante, cada que alguien tira su guamil (tierra que estaba en descanso) o roza, quema la vegetación seca y no, no debe ser así porque estás dejando pobre a la tierra”, comenta Alan Brian Ríos, un productor de maíz de San Pedro Pochutla, Oaxaca, quien a través de los proyectos que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) aprendió a trabajar con agricultura de conservación. 

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir los costos de producción, mejorar las condiciones del suelo, optimizar el consumo de agua, entre otros beneficios. Uno de sus componentes básicos es la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior. Aprovechar los residuos (conocidos como rastrojos, paja, cañuela, etc.), en lugar de quemarlos, permite nutrir y proteger el suelo contra la erosión. 

Ya no quemamos la cañuela, ahora la dejamos sobre la tierra para que la abone y ya luego sembramos. Y nos ha dado resultado, ahí se ve. En donde no se deja la cañuela la matita está muy chiquita, no produce mucho el frijolito, pero donde tiene cañuela crece y ahí da más. Ya no es como antes que la juntábamos y a echarle lumbre porque según que estorbaba. Ahora cuando vemos a muchachos juntándola para sacarla les enseñamos esta parcela”, comenta Bernarda Ojeda, productora de Oaxaca.

Los incendios forestales extremos suelen ser devastadores para la biodiversidad y para las personas, particularmente para aquellos que los combaten. También aceleran el cambio climático y, como señala el PNUMA en su informe, afectan de manera desproporcionada a los países más pobres del mundo, con impactos que se prolongan mucho tiempo después de que el fuego se apaga.

En el marco del Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales (4 de mayo) hacemos un recordatorio de cómo, con acciones simples como dejar el rastro sobre la superficie de las parcelas, se puede contribuir al cuidado del medioambiente y, además, a disminuir los riesgos de incendios forestales, reduciendo también las posibilidades de pérdidas de vidas humanas. 

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Diversificar cultivos es diversificar beneficios

Cultivo de maíz con mínima labranza y rastrojos sobre la superficie. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Cultivo de maíz con mínima labranza y rastrojos sobre la superficie. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

Aunque actualmente hay más información disponible sobre la agricultura de conservación, siguen existiendo muchas dudas por parte de los agricultores quienes, al desconocer información específica sobre cómo implementar este sistema, muchas veces optan por no hacerlo ante el temor de perder su inversión. 

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que permite mejorar los suelos agrícolas de muchas maneras, optimizar el uso del agua, reducir los costos de operación e incluso se ha documentado su potencial para incrementar los rendimientos bajo ciertas condiciones en el campo. 

Este sistema de producción tiene tres componentes básicos: 1) la cobertura del suelo con rastrojo, 2) la mínima labranza, y la diversificación de cultivos. Estos componentes aportan sus mejores beneficios cuando se implementan en conjunto. 

“Un beneficio de tener la cobertura del suelo y la rotación de cultivos, por ejemplo, es que estos dos componentes de la agricultura de conservación hacen que no tengamos malezas. Como pueden ver aquí básicamente no hay ninguna mientras que donde tenemos agricultura convencional está lleno de malezas”, menciona el investigador Simon Fonteyne mientras señala dos parcelas experimentales del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México, que contrastan notablemente. 

“Aquí tenemos labranza convencional sin residuos; como no tenemos cobertura, el suelo está cubierto con oxalis (Oxalis corniculata) o acederilla, uno de sus nombres comunes; algunos pastos, coquillo (Cyperus esculentus). Lo que ocurre es que la labranza controla las malezas al momento de las siembras, pero después también genera condiciones para que las malezas prosperen. En cambio, donde tenemos la agricultura de conservación vemos que no tenemos casi nada de malezas”, continúa Fonteyne, quien es el coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT.

Además de ayudar a controlar malezas, la diversificación de cultivos permite que los suelos estén en un mejor estado general porque ayuda a reponer las capacidades del suelo en medida que cada cultivo tiene necesidades y aportaciones de nutrientes diferentes (por ejemplo, las leguminosas ayudan a reponer los niveles de nitrógeno del suelo); o bien, algunos cultivos tienen propiedades agronómicas particulares que resultan útiles en ciertos contextos (el girasol, por ejemplo, ayuda a descompactar el suelo gracias a sus raíces pivotantes).

Diversificar cultivos (a través de rotaciones, asociaciones o relevos) permite también romper con los ciclos de diversas plagas y enfermedades. Ya que cada plaga tiene hábitos o un comportamiento específico asociado a un cultivo particular, al variar los cultivos estos ciclos pueden romperse. 

En el plano de la comercialización y la seguridad alimentaria la diversificación de cultivos también tiene beneficios, ya que incrementa la variedad de las dietas de las familias productoras, o bien, contribuye a tener una producción adicional en distintos momentos. 

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¿Por qué el mínimo movimiento del suelo favorece la salud del planeta?

Parcela en agricultura de conservación en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Parcela en agricultura de conservación en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Un suelo que es removido constantemente, y que además se queda sin cobertura, pierde su estructura, que es uno de los principales indicadores de que está sano y es productivo. 

La estructura del suelo hace referencia al tamaño, forma y arreglo de sus partículas, a la continuidad de los poros que le confieren su capacidad para retener y transmitir agua, aire y nutrientes y, por lo tanto, la capacidad de propiciar el crecimiento y desarrollo de raíces fuertes.  La estructura del suelo se expresa, comúnmente, como el grado de estabilidad de agregados, es decir, de partículas de suelo unidas en partículas mayores, cohesionadas como si fueran bloques o terrones de diversos tamaños. 

En suelos donde la labranza es mínima y se retienen los residuos de la cosecha anterior mejora la distribución de agregados en comparación con la labranza convencional. El sistema que integra estas dos prácticas fundamentales para mejorar la estructura del suelo es —más un tercer componente que es la rotación de cultivos— es conocido como agricultura de conservación. 

La agricultura de conservación es un concepto amplio. Se trata de un sistema donde el énfasis no solo cae sobre el componente de la labranza sino sobre la combinación de los tres componentes —mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos—que son aplicables a una amplia variedad de sistemas de producción de cultivos, desde condiciones con baja productividad en temporal hasta condiciones con alta productividad en riego. 

La aplicación de los componentes de la agricultura de conservación puede llegar a ser muy diferente de un sistema de producción a otro. Esta es una de las ventajas del sistema, su adaptabilidad. Así, por ejemplo, la mínima labranza en condiciones con riego por gravedad puede desarrollarse bajo un sistema de camas permanentes con riego por surcos.

“La reducción de labranza es un componente realmente importante porque la calidad del suelo se va haciendo cada vez más baja en los sistemas de labranza convencional. Al seguir realizando labranza de esta manera el suelo pierde su estructura, se pierde la materia orgánica y se reduce la filtración de agua significativamente”, comenta Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Entre las amplias ventajas de reducir la labranza se encuentra el hecho de que al hacerlo se favorece que los suelos sigan recuperen o sigan cumpliendo con importantes funciones ecosistémicas pues una importante aportación de los suelos al equilibrio ecológico del planeta es que pueden contener más carbono que el que se encuentra en la vegetación y dos veces más que el de la atmósfera; es decir, al tener la capacidad de absorber este elemento, los suelos sanos reducen uno de los principales gases de efecto invernadero (CO2). 

La ampliación de la frontera agrícola y las prácticas de cultivo inadecuadas —particularmente la remoción continua y excesiva del suelo— han ocasionado pérdidas históricas de carbón del suelo globalmente. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), existe un importante potencial para incrementar el contenido de carbono del suelo a través de la rehabilitación de los suelos degradados y la adopción amplia de prácticas agrícolas sustentables orientadas a conservar el suelo.

Estudios del CIMMYT y diversos colaboradores ratifican que las prácticas de labranza convencional, basada en barbechos y rastras, perjudican la estructura del suelo y dificultan el aprovechamiento de la materia orgánica. Por otro lado, la agricultura de conservación favorece el aprovechamiento de la materia orgánica y optimiza la fertilización, lo que incrementa la entrada de carbono al suelo. 

Dicho de otra manera, el manejo agrícola convencional de los suelos basado en un movimiento excesivo promueve la liberación de carbono hacia la atmósfera y contribuye al calentamiento global, mientras que el uso de prácticas de conservación, como la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojo, favorece la acumulación de carbono en formas orgánicas dentro del suelo, lo cual constituye una significativa aportación para mitigar el cambio climático desde la agricultura.

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La importancia del rastrojo en tu parcela

Parcela con residuos de cosecha como cobertura. (Foto: CIMMYT)
Parcela con residuos de cosecha como cobertura. (Foto: CIMMYT)

Los altos costos de los insumos agrícolas que se observan en la actualidad, principalmente de los fertilizantes, ha hecho que entre muchos productores mexicanos impere un ambiente de desánimo por las bajas ganancias que se obtendrían con las cosechas que se obtengan del presente ciclo agrícola.

Una alternativa para minimizar el impacto del aumento en el costo de los fertilizantes es aprovechar los beneficios de mantener los residuos de la cosecha anterior (rastrojos) como cobertura del suelo. Esta es una de las prácticas que más ha investigado el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y que, por sus beneficios comprobados, se promueve en el marco de diversos proyectos, como Agriba Sustentable, impulsado por PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT. 

“Dejar el rastrojo como cobertura del suelo sirve como una protección natural contra la erosión y también se ha documentado que contiene una cantidad significativa de nutrientes que regresan al suelo durante su descomposición. Con estas aportaciones podemos dejar de depender del 100 % de la fertilización inorgánica”, comenta el equipo que brinda acompañamiento técnico a los productores participantes de Agriba Sustentable en el Bajío mexicano.

El rastrojo puede aportar 35 % de nitrógeno, 12 % de fósforo, 80 % de potasio y hasta 95 % del calcio de la cantidad total que aplicamos de fertilizante en nuestros cultivos. Como vemos, el rastrojo tiene un gran valor y lo podemos aprovechar para el cultivo del ciclo siguiente. Estos datos son importantes porque las prácticas comunes que realizan los productores es empacarlo para forraje o, simplemente, quemarlo —práctica que en lo últimos años ha disminuido considerablemente— para dejar limpia la parcela, sin saber el verdadero valor monetario que tienen en sus parcelas gracias al rastrojo”, enfatizan.

De hecho, de acuerdo con una estimación elaborada por el Hub Bajío del CIMMYT, el rastrojo de 13,5 toneladas de maíz por hectárea sería equivalente a fertilizantes con un valor aproximado de entre 15 y 16 mil pesos por hectárea.

Además de reducir el impacto al medioambiente por la quemas agrícolas, el valor del rastrojo tiene un equivalente monetario. En este sentido, aprovecharlo como cobertura del suelo es una alternativa viable y pertinente para los productores de Agriba Sustentable y de México en general.  

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Innovaciones en forrajes mejoran la agricultura familiar

En México la parcela y el huerto familiar, donde se desarrollan actividades tanto agrícolas como pecuarias, forman parte esencial de la agricultura familiar. Estos dos sistemas generalmente se complementan, no compiten entre sí, ya que los diferentes procesos de producción (parcela y solar) establecen flujos de productos de uno hacia otro. La producción de ambos espacios se complementa y la familia decide sobre su destino final, ya sea para autoconsumo o para venta. 

En regiones como la Mixe, en Oaxaca, es común complementar la alimentación de los animales de traspatio con rastrojo de maíz o pastos cultivados (Pennisetum purpureum). Ya que el rastrojo aporta mayores beneficios como cobertura del suelo que como forraje, es importante buscar alternativas de manejo y producción de especies forrajeras cultivadas en clima templado frío, para evaluar su adaptabilidad y aceptación por los pequeños productores para la alimentación de sus animales. 

Por lo anterior, en la plataforma de investigación Tamazulápam del Espíritu Santo, en la región Mixe, se continúa con las evaluaciones de una mezcla de forrajes cultivados en temporal —compuesta por el 60% de avena (Avena sativa) y 40% de ebo (Veza sativa)— como alternativa para la alimentación de animales de traspatio. La finalidad de estas evaluaciones es que los productores aprovechen el rastrojo de maíz como cobertura del suelo, amplíen el menú de forrajes para sus animales y mantengan protegido el suelo al mismo tiempo. 

El ebo es una leguminosa anual de ciclo intermedio, es tolerante a enfermedades, propicia la fijación de nitrógeno en el suelo, es una excelente opción para climas templado frío y, por sus propiedades, puede ser usado en mezclas para obtener forraje con alto contenido de proteína y de almidones similar a la de la alfalfa. Además, es una especie que brinda gran cobertura al suelo, por lo que se puede utilizar para su conservación y mejoramiento —la floración del ebo comienza a los 60 días después de la siembra; sin embargo, se sugiere cortar a los 80-100 días después de la siembra para obtener buen rendimiento y forraje con calidad nutritiva para el ganado—. 

Por su parte, el grano de avena es un excelente pienso ―alimento seco para ganado― para bovinos, ovinos, caballos y mulas, aunque la planta también es utilizada en pastoreo. Es un excelente alimento para animales dedicados a la reproducción y animales de trabajo ya que tiene altos niveles de proteína y vitamina E ―para maximizar la cantidad de forraje se recomienda el corte en los estados lechoso y masoso del grano; sin embargo, si el propósito es la calidad, la mejor etapa de corte es el embuche (80 días después de la siembra), ya que se llega a obtener hasta 24% de proteína de la mezcla―. 

Al mezclar ebo con avena ―es decir, una leguminosa con una gramínea― se obtiene una fuente rica en proteína y energía con niveles apropiados de fibra, rica en calcio y de alta palatabilidad —la aceptación o placer que provoca el alimento en el animal—. En esta innovación, la avena funciona como un tutor del ebo y proporciona el complemento de fibra; al mismo tiempo, el ebo ofrece alta proteína y digestibilidad al forraje. Además, en comparación con el rastrojo de maíz, esta mezcla tiene mayor potencial de producción en materia seca. 

De acuerdo con lo observado en la plataforma de investigación, el cultivo de la mezcla forrajera ha requerido de mínimos cuidados ya que no presenta enfermedades ni plagas de relevancia ―más que conejos silvestres que se comen las plantas cuando están en desarrollo―. La planta de avena ha logrado desarrollarse hasta un metro de altura y el ebo, al ser rastrero, se extiende e inhibe el desarrollo de las malezas. 

Con la evaluación de dos periodos de cultivo bajo temporal ―primavera-verano 2020 y primavera-verano 2021― la producción de materia seca en la mezcla de forraje se ha estimado en 8.10 y 8.23 toneladas por hectárea, respectivamente. Si una familia tiene en promedio 12 cabezas de ganado menor y estas consumen 14.4 kg de materia seca por día, entonces en una hectárea de milpa se puede destinar el 10% de la superficie para el forraje, así se podrá producir alrededor de 823 kg de materia seca que alcanzará para alimentar aproximadamente 57 días a la docena de animales de traspatio ―considerando ovinos y caprinos, por ejemplo―. 

Cabe mencionar que esta mezcla forrajera se puede aprovechar verde o conservar en forma de heno y ensilaje para ser suministrada en época seca ―periodo en el cual la producción de alimentos escasea―. Además, es posible cultivar el forraje dos veces al año. Así, para las unidades familiares que tienen animales de traspatio se puede recomendar ampliamente esta mezcla de forraje que, entre otros beneficios, permite aprovechar el rastrojo de maíz como cobertura del suelo.

Fuente:

Flores Nájera, M. D. J., Sánchez Gutiérrez, R. A., Echavarría Cháirez, F. G., Gutiérrez Luna, R., Rosales Nieto, C. A., & Salinas González, H. (2016). Producción y calidad de forraje en mezclas de veza común con cebada, avena y triticale en cuatro etapas fenológicas. Revista mexicana de ciencias pecuarias7(3), 275-291.

 

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2022: La Niña podría prolongar la temporada de huracanes

Texcoco, Edo. Méx.- La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos actualizó recientemente su pronóstico para la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO, por sus siglas en inglés, o simplemente El Niño). De acuerdo con los datos más recientes se anticipa el desarrollo del fenómeno de La Niña (fase fría del ENSO) para el pico de la temporada ciclónica del Atlántico.

¿Qué significa lo anterior? Significa que es altamente probable que 2022 tenga una temporada de huracanes bastante activa en el Atlántico (la cual va de finales de agosto a principios de octubre), ya que La Niña podría reducir los cambios de dirección y fuerza de los vientos (el viento cortante) y ayudar así a prolongar la temporada de huracanes. 

Lo anterior no es indicativo de que 2022 será, necesariamente, un año húmedo para México ya que con frecuencia La Niña provoca que el sur de Estados Unidos y la mayor parte de México experimenten condiciones más secas y menos frías de lo normal, por lo que se puede incrementar la presencia y expansión de los incendios forestales.

El Servicio Meteorológico Nacional de México, de hecho, anticipa que La Niña afectará las temperaturas y precipitaciones en el país en los próximos meses. Con temperaturas por arriba de lo normal y precipitaciones por debajo de lo normal en la mayor parte del territorio nacional (excepto en el sureste del país, donde no predomina ninguna de las categorías) será fundamental tomar medidas precautorias, particularmente en sectores como la agricultura. 

El manejo de rastrojos, por ejemplo, puede ser clave para afrontar años donde La Niña impone condiciones adversas para la mayoría de los agricultores. Diversos estudios del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) confirman que en los años más secos los suelos cubiertos con rastrojo tienen mejores resultados que aquellos que quedan sin cobertura (te recomendamos leer Rastrojo, el héroe en los años secos).

Con respecto a la probabilidad de que el ENSO entre a su fase cálida (El Niño) hacia finales de 2022, los observatorios climáticos señalan que aún no se puede decir con certeza, pero ya que ambos fenómenos impactan las condiciones climáticas de todo el mundo, es importante continuar promoviendo, más que nunca, acciones de adaptación y mitigación del cambio climático. 

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Aprendizajes que transforman

El Parral, Chis.-Aprendimos a usar el fertilizante, porque antes lo hacíamos tirándolo nada más”, dice el productor de maíz Víctor Ruíz Gutiérrez, de la colonia Jericó, municipio de El Parral, Chiapas, para comenzar su testimonio sobre cómo él y su familia se han involucrado en la Agricultura Sustentable y han obtenido resultados alentadores. 

A través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), don Víctor ha recibido capacitación y el acompañamiento técnico adecuado que le han permitido mejorar su sistema de producción agrícola.

“Hemos ido a las plataformas de la Concordia, de Coita y a Texcoco, a Querétaro, a Guanajuato y todo lo que nos han enseñado allá sobre agricultura lo hemos venido a compartir con la familia y ya ellos también se están involucrando para aportar a la parcela”, comenta don Víctor, para quien los aprendizajes de esos viajes se han convertido en una nueva  forma de hacer agricultura porque, dice, antes quemaban, sufrían de plagas y no sabían qué hacer porque no conocían de los pronósticos del tiempo para la siembra, ni de otras prácticas que les permitieran hacer frente a la variabilidad del clima. 

“Desde que ya empecé a trabajar con la asesoría de los técnicos del proyecto nos enseñaron en qué fechas sembrar y cómo va a ser el pronóstico de las lluvias. Aquí sufríamos de una enfermedad con la que se morían las plantas, pero ya vamos saliendo poco a poco y nos están apoyando con una sembradora, pero sin la asesoría difícilmente hubiéramos salido adelante”, comenta el productor. 

Para don Víctor la Agricultura Sustentable le ha representado mejores rendimientos: estima que con las nuevas prácticas —que incluyen la conservación del rastrojo como cobertura del suelo y la diversificación de cultivos— estará cosechando hasta siete toneladas y media de maíz en el presente ciclo y hasta tres toneladas y media de cacahuate en el siguiente. 

Además de la mejora en rendimientos y la disminución de costos de producción, don Víctor se siente entusiasmado por estar realizando una agricultura más amigable con el medioambiente y sobre todo por los aprendizajes que ha obtenido a través del proyecto: “el técnico Juan Diego López Durante nos ha invitado a eventos de capacitación, eso es lo que nos va a hacer que seamos productores innovadores y que obtengamos mejores rendimientos. Por eso agradezco al proyecto de Walmart y el CIMMYT porque estamos saliendo adelante”. 

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La importancia de conocer las malezas

Texcoco, Edo. Méx.- Las malezas son aquellas plantas que, en un momento, lugar y en un número determinado, resultan perjudiciales o indeseables en los cultivos. Las afectaciones por malezas son muy variables según el tipo de cultivo y la zona agroclimática —además, varias de ellas han desarrollado resistencia a los herbicidas—. Así, mientras se estima que las malezas ocasionan una pérdida directa aproximada de 10% de la producción agrícola global (FAO, 1996), en México el surgimiento de malezas o especies invasoras afecta, en promedio, el 30% del rendimiento de algunos cultivos (Asociación Mexicana de la Ciencia de la Maleza, 2010). 

Para hacer un manejo adecuado de las malezas es importante conocerlas, identificarlas adecuadamente —te recomendamos revisar esta infografía sobre clasificación de malezas: https://repository.cimmyt.org/bitstream/handle/10883/20925/62340.pdf— y comprender que, como todas las plantas, compiten por luz, agua, nutrientes y espacio, por lo que es importante realizar el deshierbe en el momento preciso, es decir, en el periodo crítico de competencia que se centra sobre todo en la etapa inicial de desarrollo del cultivo —pasado este periodo la aparición de malezas no representa un riesgo de atención prioritaria—.

Desde luego, también es importante identificarlas adecuadamente porque, algunas, tienen propiedades que pueden ser aprovechadas —como el diente de león (Taraxacum officinale) que tiene propiedades nutricionales, o el chicalote (Argemone munita), que puede ayudar a descompactar el suelo—.

La cobertura del suelo con rastrojo, la diversificación de cultivos y el Manejo Agroecológico de Plagas son algunas de las prácticas que ayudan a reducir la incidencia de las llamadas “malas hierbas”, aunque, cuando aparecen, existen algunos consejos que pueden ayudar a que el trabajo para eliminarlas de las parcelas sea menor. 

El doctor Ravi Gopal, científico del CIMMYT, aconseja por ejemplo que en los casos en que el deshierbe se haga de forma manual —como ocurre en muchos estados del país— se usen deshierbadores, que son más ligeros y eficaces en comparación con los azadones —por supuesto, los productores pueden hacer sus propias evaluaciones de la herramienta y optar por la que consideren mejor—. 

Este ligero cambio en la herramienta podría hacer una gran diferencia pues, dependiendo de la extensión de la parcela, los 2 kg que suele pesar un azadón pueden influir significativamente en la eficiencia y el tiempo de realización del deshierbe y, por supuesto, en el desgaste físico que implica.

Los deshierbadores tienen un peso considerablemente menor (a penas 900 gramos) que los azadones. Por su diseño permiten reducir notablemente el tiempo del deshierbe y también hacerlo más eficiente. Además, esta herramienta va dejando prácticamente en el mismo lugar las malezas que va arrancando —a diferencia del azadón, que va acumulando y arrastrando las hierbas extraídas—, lo cual no solo hace que el trabajo se aligere, sino que permite aprovechar determinadas malezas —dejándolas ahí mismo— para que nutran al suelo. 

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El suelo, recurso limitado que debe protegerse

La Joya, Ver.- Como el agua, el suelo es un recurso que aparentemente es abundante en la Tierra, pero en realidad es muy limitado. De los 15,000 millones de hectáreas de la superficie sólida del planeta, únicamente 29% son aptas para la agricultura. Además, cerca del 60% de esas hectáreas no está disponible para cultivarse debido a que están cubiertas por bosque, son zonas protegidas o hay asentamientos humanos, así que solo una porción de esas tierras puede ser empleada efectivamente para la producción agrícola.

Una problemática en el suelo es la degradación. En México algunas causas de degradación de los suelos involucran actividades de diversa índole: actividades agrícolas y pecuarias no sustentables, pérdida de la cubierta vegetal, urbanización, sobreexplotación de la vegetación y actividades industriales. Los principales procesos de degradación de suelos en la superficie nacional son la erosión hídrica y los desgastes químico, físico y eólico.

Comprender cómo son los procesos de degradación y la interacción suelo-planta permitirá avanzar en el camino a la resolución de problemáticas que se presentan en la producción agrícola. Por esta razón, la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad Veracruzana (UV) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrollaron diversos estudios en una plataforma de investigación que se instaló en La Joya, Chocamán, Veracruz, para desarrollar trabajos de ciencia colaborativa de temporalidad específica (los cuales concluyeron en 2019).

Uno de estos trabajos consistió en evaluar las propiedades físicas del suelo en la plataforma de investigación, con el fin de conocer el grado de compactación y la pérdida de suelo para, en conjunto, determinar el riesgo de erosión. Para este fin, se realizó una práctica de resistencia a la penetración del suelo (con un penetrómetro de impacto) y se cuantificó la pérdida de suelo causada por erosión hídrica (mediante el uso de varillas que se insertaron en el suelo a una profundidad de 30 cm y que se iban midiendo cada mes para, finalmente, hacer el cálculo de la pérdida de suelo con fórmulas matemáticas).

Por último, para complementar la investigación, se realizaron seis lecturas de infiltración de agua durante el tiempo que duró el experimento. La estimación de la resistencia a la penetración del suelo permitió determinar las áreas localizadas que se deben considerar en la etapa previa a la siembra y las etapas posteriores, debido a que una mayor resistencia a la penetración en los primeros 30 cm del suelo dificultaría el crecimiento de las raíces y la retención de agua.

Cabe señalar que con los resultados de pérdida de suelo se pudieron seleccionar las mejores prácticas de conservación de este, principalmente el aprovechamiento del rastrojo para evitar la erosión hídrica y eólica, pues aunque la erosión es un proceso natural, el problema sucede cuando la cantidad de suelo que se pierde por la erosión es mayor de la que se produce.

El suelo es un cuerpo natural que consiste en capas (horizontes del suelo) compuestas de materiales de minerales, materia orgánica, aire y agua. Es el producto final de la influencia del tiempo (millones de años) y el efecto del clima, la topografía y los organismos vivos. Una importante aportación del suelo es que contiene más carbono que el que se encuentra en la vegetación y dos veces más que el de la atmósfera; es decir, al absorber este elemento, reduce uno de los principales gases de efecto invernadero (CO2).

La Agricultura de Conservación (cuyos principios básicos son la cobertura del suelo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos) mejora la calidad del suelo y su productividad, aumenta la infiltración de agua, reduce la evaporación y la erosión, aumenta el contenido de materia orgánica y contribuye —en ciertas condiciones— al relleno de acuíferos y a mejorar la calidad del agua.

Por: Liliana Martínez Aguilar, Juan del Rosario Arellano, Víctor Medina Martínez, Otto Raúl Leyva Ovalle, Miguel Merino Valdés, Joaquín Murguía González, Miguel Cebada Merino, José Luis del Rosario Arellano, María Elena Galindo Tovar, Arcimiro Vargas Colohua, Axel Aldahir Hernández Atilano, Ricardo Serna Lagunes y Carlos Llarena Hernández (Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Universidad Veracruzana), con la colaboración del productor Pablo Andrés Meza.