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Pulgones en la cebada, hacia un manejo sin plaguicidas

Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas. (Ilustración: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas. (Ilustración: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Los pulgones son una plaga que se alimenta de la savia de diversos cultivos, particularmente trigo y cebada. Al alimentarse, estos insectos “chupadores” debilitan las plantas y pueden provocar el desarrollo deficiente del cultivo, reduciendo su rendimiento entre 30 y 50 % si no son manejados adecuadamente —ocurren pérdidas significativas particularmente cuando hay más de 60 pulgones por tallo durante la etapa de floración—.

Además del significativo daño relacionado con el rendimiento, las ninfas y adultos de pulgones ocasionan diversos daños a los cereales de grano pequeño, como la inyección de toxinas, la transmisión de virus —como el del enanismo amarillo de la cebada (BYDV, por sus siglas en inglés)—, distintos tipos de estrés, falta de nutrimentos suficientes, y la inhibición del llenado del grano. Incluso el líquido dulce que secretan, conocido como mielecilla, causa un daño indirecto porque aumenta el contenido de impurezas en el grano durante la cosecha y, sobre todo, porque propicia el desarrollo de un hongo que afecta la fotosíntesis de la planta.

Entre las especies de pulgones que atacan a los cereales destacan el pulgón de la espiga (Sitobion avenae), el pulgón amarillo del follaje (Metopolophium dirhodum), el pulgón negro del follaje (Rhopalosiphum padi), y los transmisores de la enfermedad viral BYDV, que son el pulgón ruso (Diuraphis noxia) y el pulgón verde del follaje (Schizaphis graminium), siendo este último una de las especies más predominantes en los cultivos de trigo y cebada.

Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas, por esto es necesario realizar el muestreo del cultivo a partir de la etapa de encañe y determinar qué tanta población existe tanto del insecto plaga como de insectos benéficos y otros organismos, ya que entre estos existen parasitoides, entomopatógenos  —microorganismos capaces de causar una enfermedad al insecto plaga— y depredadores que pueden contribuir al control de los pulgones. 

En la región de El Bajío, en México, a través del proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se ha promovido el aprovechamiento de la biodiversidad para el control de pulgones a fin de disminuir el uso de insecticidas y consolidar una producción sustentable de cebada. 

Al priorizar una agricultura basada en prácticas sustentables también se ha favorecido a las poblaciones de insectos benéficos, mismas que se han aprovechado para el control de pulgones: las catarinitas o cajitas —familia Coccinellidae—, por ejemplo, depositan más de 300 huevecillos en hojas o tallos cerca de colonias de pulgones. Las larvas, oscuras y con forma de “caimancitos”, llegan a consumir hasta 500 presas por día, siendo los pulgones uno de sus principales alimentos. 

Otro insecto depredador de pulgones es el “León de los áfidos”, conocido comúnmente como crisopa (Crysoperla sp.), que es muy voraz en estado larvario y llega a devorar más de 200 presas por día, contribuyendo a reducir la población de pulgones significativamente. Algunos otros insectos benéficos encontrados en el cultivo de trigo y cebada en El Bajío son el Collops sp. y catarina rayada (Paranaemia vittigera).

Finalmente, es importante reconocer que estos insectos benéficos contribuyen a reducir y mantener al límite las poblaciones de insectos plaga para evitar aplicaciones de insecticidas, pero para que esta biodiversidad sea funcional es necesario implementar otras prácticas agronómicas sustentables, como la agricultura de conservación, a fin de conseguir y mantener suelos sanos, base de esta biodiversidad. 

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Mejorar la producción, cuidando los suelos con agricultura de conservación

Rastrojo dejado como cobertura del suelo en el sistema de agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)
Rastrojo dejado como cobertura del suelo en el sistema de agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)

“No es lo mismo cosechar mucho y gastar mucho, que cosechar mucho y gastar lo necesario”, comenta Felipe Juárez, quien brinda acompañamiento técnico a productores de Cebada en Guanajuato, México, en el marco del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

“Dadas las circunstancias que hoy se viven se requiere buscar otra forma de producción para que la agricultura siga siendo rentable y que los productores puedan ofrecer a sus familias condiciones para una vida próspera”, continúa Felipe, quien señala que el tipo de agricultura que predomina actualmente en el Bajío demanda el uso de muchos insumos que elevan los costos de producción y, en algunos casos —particularmente cuando se usan desmesuradamente—, contribuyen a la degradación de los suelos agrícolas. 

“El problema con varios productos es que, en la mayoría de casos, solucionan un problema por temporadas, pero su efecto disminuye con el paso del tiempo. Otro problema es el uso desmedido de los mismos, como los fertilizantes. Al usar fertilizantes inadecuados o dosis inadecuadas se propicia la pérdida de la calidad del suelo. Con suelos degradados la producción agrícola es costosa y poco amigable con el medioambiente y, además, es muy probable que el grano cosechado no tenga las condiciones adecuadas para la industria alimenticia o los consumidores”. 

Para el técnico de Cultivando un México Mejor es fundamental que los productores conozcan las propiedades de sus suelos porque “el pH en las zonas cebaderas tiene una tendencia a ser alcalino y algunos micro elementos, como el hierro (Fe), cobre (Cu) y manganeso (Mn), no están lo suficientemente disponibles, esto trae como consecuencia que el agricultor los compre y aplique vía foliar, generando un gasto más en su manejo agronómico. Esto no está mal, pero si no se aplica en el momento y la forma adecuada, entonces ese recurso se habrá desperdiciado”. 

Ante la pregunta sobre las alternativas que tienen los agricultores para cuidar sus suelos y mejorar su producción, Felipe menciona que “para el caso de la cebada maltera hemos documentado que en aquellas parcelas donde se practica la agricultura de conservación, particularmente por varios años, la demanda de insumos no es amplia, disminuye, y se pueden obtener buenos rendimientos sin requerir de una alta economía”. 

“Con la agricultura de conservación que se ha estado desarrollando en el Bajío guanajuatense hay trabajos, comprobados mediante análisis de suelo, donde después de tres años continuos de dejar los rastrojos o paja como cobertura los suelos degradados se logran recuperar notablemente en lo que respecta a su pH, fauna, materia orgánica y salinidad. Esto es relevante porque la salinidad y la poca materia orgánica en el suelo son factores que limitan el desarrollo y producción de varios de los cultivos acostumbrados en el Bajío”. 

“Los productores que participan en Cultivando un México Mejor reciben capacitaciones sobre el uso de fertilizantes químicos y los efectos negativos que puede tener su uso excesivo. También revisamos con ellos cómo afecta el pH en el suelo agrícola, cuáles son los fertilizantes adecuados, los momentos correctos para aplicar enmiendas, entre otros temas”, puntualiza Felipe. 

Finalmente, el técnico de Cultivando un México Mejor recomienda a los productores que “si no son ganaderos, dejen la paja o rastrojo en la superficie de la parcela; remarquen surcos y eviten mover demasiado el suelo; cuiden que la parcela no se encharque; hagan análisis de suelo y apliquen la nutrición necesaria para el cultivo que se estableció”. De esta manera, señala, estarán encaminándose a una agricultura más sustentable que les permitirá cuidar y mejorar sus suelos, a la vez que su producción. 

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La importancia de los diagnósticos de parcela

Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)
Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)

“Cuando un agricultor decide implementar prácticas sustentables en su parcela para disminuir sus costos de producción, mejorar sus suelos o la calidad de su producción, es importante realizar un diagnóstico integral del productor y su sistema de producción para que las acciones que se tomen estén a la medida de sus necesidades”, comenta Octaviano Pavón Osorio, quien forma parte del equipo técnico de Cultivando un México Mejor. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Se trata de esfuerzo conjunto por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. En este sentido, especialistas en agricultura sustentable, como Octaviano, brindan acompañamiento técnico constante a los productores participantes.

Además de conocer la superficie real disponible de una parcela, la maquinaria o herramientas agrícolas con las que se cuentan, la producción promedio, el mercado o la utilización de ciertas tecnologías que podrían ayudarle al productor a llegar a la sustentabilidad, Octaviano menciona que el diagnóstico del lote o parcela y el diagnóstico del suelo y agua son fundamentales para asesorar adecuada y oportunamente a los productores. 

 “El diagnóstico de parcela es la parte más importante para el inicio de una producción agrícola sustentable. El potencial productivo de la parcela implica conocer la disponibilidad de suelo y agua, pero también el comportamiento de estos recursos en la parcela. En este punto es importante conocer aspectos como el microrelieve del terreno, el drenaje o el sentido de riego o entrada de agua si lo que se busca es agilizar la entrada y salida del líquido sin erosionar el suelo”. 

Con respecto al mantenimiento de la parcela y la fertilidad del suelo, el técnico comenta que en el marco del proyecto han impulsado el desarrollo de obras de conservación de suelos y agua, principalmente estableciendo curvas a nivel —las cuales permiten retener el agua de lluvia y facilitan la infiltración— y fomentando la realización de diagnósticos de suelo, pruebas de dureza, de infiltración y diagnósticos de agua, particularmente útiles para optimizar el uso del líquido o su utilización adecuada en la nutrición de los cultivos y en el uso correcto de los insumos de fertilización.

Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo y, por esa razón, el acompañamiento técnico a los productores es fundamental para desarrollar en ellos las capacidades que les permitan apropiarse de las tecnologías adecuadas que contribuyen a un mejor aprovechamiento del líquido.  

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Fertilidad integral en cultivo de cebada

Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)
Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)

La región del Bajío, en México, es una de las zonas productoras de cebada maltera más importantes del país. Allí, los agricultores suelen utilizar diferentes fuentes de fertilizante y se ha detectado que aplican cantidades excesivas de nitrógeno. Esto trae como consecuencia altos costos de producción, emisión de gases que contribuyen al cambio climático y cebadas de baja calidad.

Tomando en cuenta este contexto, el equipo técnico del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), sugiere aplicar las denominadas 4R planteadas por el International Plant Nutrition Institute (IPNI), que son cuatro recomendaciones fundamentales para la fertilidad integral, referidos a la fuente, la dosis, el tiempo y el lugar de aplicación correctos.

Los cuatro requisitos del manejo responsable de nutrientes muestran, en términos generales, la importancia de usar adecuadamente los insumos que son aplicados para aprovechar su efecto al máximo. Con esto, se busca que los productores adopten las mejores prácticas de aplicación de fertilizantes para asegurar que su inversión realmente les brinde beneficios. De manera práctica, estos principios son más claros planteándose unas preguntas básicas:

Fuente correcta: ¿Qué voy a aplicar? Es importante conocer las propiedades (físicas y químicas) del suelo para tener datos sobre la disponibilidad de nutrientes, su interacción, así como posibles limitantes del suelo para usar alguna fuente de fertilizante. Esto puede evitar que, aunque sea la dosis adecuada, se presenten inconvenientes por la susceptibilidad del cultivo al nutriente o la fuente. 

Dosis correcta: ¿Cuánto voy a aplicar? Una vez definidas las fuentes de fertilizantes disponibles para el cultivo se requiere hacer un balance con los nutrientes aportados por los abonos orgánicos (compostas, residuos de cultivos). Esto permitirá disminuir la dosis de uno o más nutrimentos a suministrar en el programa de fertilización. El uso de herramientas como los sensores ópticos son útiles para calcular la cantidad adecuada de nutriente para la planta. Asimismo, el análisis de suelo antes de establecer el cultivo es fundamental. 

Tiempo correcto: ¿Cuándo lo voy a aplicar? Para maximizar la toma de nutrientes por parte de las plantas, la decisión del tiempo de aplicación determina el momento en que la planta acepta y utiliza los nutrientes. Por esta razón, para elegir la fecha adecuada es importante conocer cuándo las plantas absorben los nutrientes, es decir, cuál es la demanda por etapa de crecimiento, ya que cada nutriente es requerido en mayor o menor cantidad durante ciertas etapas del cultivo. 

Lugar correcto: ¿Dónde lo voy a aplicar o colocar? La colocación adecuada de los nutrientes se refleja en una mayor cobertura y homogeneidad al proveer fertilizantes. En este sentido, se debe tomar en cuenta el tamaño y dirección del crecimiento de las raíces, así como la variabilidad del suelo pues cada tipo de suelo tiene características específicas, con diferentes capacidades de retención o susceptibilidad a la pérdida de nutrientes.

Para producir cebada de alta calidad es importante implementar prácticas de fertilidad integral que permitan incrementar los rendimientos y hacer más eficientes el uso de los fertilizantes, reduciendo los costos de producción y haciendo más rentable las unidades de producción. Los análisis de suelo, las enmiendas, el uso de sensores ópticos, la fertilización enterrada (particularmente en la siembra y segunda fertilización) y el fraccionamiento del fertilizante nitrogenado (70% a la siembra y el 30% en la segunda fertilización) son recomendaciones útiles para este propósito. 

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Con estas prácticas el uso de agua para cultivar cebada es hasta 40% menor

Texcoco, Edo. Méx.- Actualmente México es el mayor exportador de cerveza y el segundo mayor importador de malta de cebada en el mundo. La cebada en México se produce principalmente en agricultura de regadío en la región de El Bajío. De hecho, en Guanajuato el 69% del agua utilizada para riego proviene principalmente de acuíferos y, como resultado de la agricultura intensiva, 19 de los 20 acuíferos en el estado están ahora sobreexplotados y el nivel del agua subterránea está cayendo a un ritmo de hasta 3 metros al año.

El anterior, es el contexto por el que un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Universidad de Guanajuato desarrollaron un experimento de campo a fin de identificar las prácticas y tecnologías con mayor potencial para optimizar el consumo de agua en el cultivo de cebada. 

“Comparamos el uso de agua y el rendimiento de grano en la agricultura convencional ―basada en el continuo movimiento del suelo― y la Agricultura de Conservación, tanto con riego por surcos como por goteo, en un experimento de campo de cebada-maíz de 2016 a 2020 (seis temporadas de crecimiento). Además, hicimos comparaciones en paralelo en parcelas de agricultores que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor, de Heineken México y el CIMMYT, donde los productores cuentan con acompañamiento técnico para la implementación de la Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables”, señalan los investigadores. 

Los resultados muestran que, si bien los rendimientos no difirieron significativamente entre los sistemas de producción, el uso del agua de riego fue en promedio 17% menor con Agricultura de Conservación que con labranza convencional, aproximadamente 36% menor con el riego por goteo que con el riego por surcos en la labranza convencional, y 40% menor con riego por goteo y Agricultura de Conservación combinados en comparación con la agricultura convencional con riego por surcos. 

El estudio también señala que el ahorro de agua mediante la Agricultura de Conservación en los campos de los agricultores fue similar al ahorro de agua en el experimento controlado ―desarrollado en el sitio Ex-Hacienda El Copal de la Universidad de Guanajuato en Irapuato, Guanajuato―. Además, se menciona, en los campos de los agricultores la Agricultura de Conservación redujo las emisiones de gases de efecto invernadero en 192 kg de CO2.

Aunque las reducciones en el uso de agua difirieron entre años, dependiendo del clima, los resultados del estudio son muy alentadores. Además, el estudio es aún más relevante porque reúne el trabajo realizado tanto en plataformas de investigación como en parcelas de productores, lo cual permite evaluar las distintas prácticas en las condiciones reales de los agricultores.

El artículo de investigación original ―Reduced Water Use in Barley and Maize Production Through Conservation Agriculture and Drip Irrigation― ha sido incluido en la revista Frontiers in Sustainable Food Systems que publica investigaciones rigurosamente revisadas por pares. Puede ser consultado en: https://doi.org/10.3389/fsufs.2021.734681 

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La evidencia habla

Querétaro.- Los municipios de Pedro Escobedo y San Juan del Río, en Querétaro, conforman una zona de alta producción de maíz y cebada (debido a las condiciones de riego y los suelos profundos y fértiles). El sistema de producción convencional que predomina en la zona, sin embargo, presenta una problemática compleja: el laboreo excesivo de cada año (subsuelo, barbecho, rastreo doble, tabloneo, surcado) conlleva altos costos de producción, el uso indiscriminado de plaguicidas y la fertilización con bases empíricas ocasiona que estas acciones sean excesivas en algunos elementos y deficientes en otros y, además, la baja disponibilidad de agua hace que en algunos ciclos los productores no puedan establecer cultivos de invierno. 

Las prácticas sustentables que pueden dar respuesta a esta problemática tienen como base al sistema de Agricultura de Conservación (mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos), el uso racional de fertilización con base en análisis de suelo y el Manejo Agroecológico de Plagas. En este sentido, en la plataforma de investigación San Juan del Río III colaboran el despacho Sustentabilidad Agropecuaria de Querétaro (SAQ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para evaluar distintas prácticas agrícolas a fin de identificar las mejores para los productores de la zona. 

Entre los resultados recientes de esta plataforma de investigación destaca que la siembra en camas anchas, independientemente del sistema de labranza, permite obtener mayores rendimientos tanto de maíz como cebada. Además, este sistema asemeja un riego terciado, lo que supone un importante ahorro de agua. La reformación de camas anchas o angostas tiene un costo similar cuando se maquila; sin embargo, en camas anchas se reduce el tiempo de operación y por lo tanto el gasto de combustible. 

Una menor labranza implica un menor costo de producción (en la plataforma se han tenido ahorros de $3,600 por hectárea en cada ciclo por este concepto), menor tiempo requerido para preparar el terreno y mejora en las características físicas, químicas y biológicas del suelo. En este sentido, los beneficios de las camas permanentes son evidentes: mientras que el sistema de labranza convencional se requiere hacer barbecho, paso doble de rastra y formación de camas; en camas permanentes solo se reforma la cama cada ciclo. 

Entre los productores de la región existe la creencia de que dejar rastrojo sobre la superficie del suelo afecta el desarrollo y rendimiento de la cebada. No obstante, en la plataforma se ha observado que la cantidad de rastrojo que se queda sobre la superficie tiene un marcado efecto en el rendimiento del cultivo subsecuente. En 2017, por ejemplo, el rendimiento del cultivo aumentó con una mayor cantidad de rastrojo (lo cual podría estar relacionado principalmente con un mayor aprovechamiento del agua). Esto, a pesar de que se presentaron bajas temperaturas y se observó un ligero daño en las hojas de la cebada. 

Con estos resultados, la recomendación general para la zona es dejar al menos el 50% del rastrojo que se produce en cada ciclo. Los beneficios se observarán en un mayor aprovechamiento del agua, menor incidencia de malezas y mayor rendimiento de grano. Los productores que estén interesados en conocer más sobre estas prácticas sustentables puede visitar la plataforma que está ubicada en la localidad de El Organal, en San Juan del Río, Querétaro. 

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Producción sustentable de cebada y trigo, jornada de capacitación disponible en línea

Guanajuato.- El Bajío es una de las regiones estratégicas de México en la producción de cebada y trigo. Por esta razón, es fundamental promover la capacitación de técnicos y productores en temas de Agricultura Sustentable. Ese fue el objetivo de la jornada de capacitación “Producción sustentable de cebada y trigo en El Bajío con base en Agricultura de Conservación”, promovida por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones de los sectores público y privado con las que colabora en esa región del país. 

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que permite incrementar el rendimiento y la rentabilidad de los cultivos, a la vez que mitigar los efectos negativos de la agricultura y conservar los recursos naturales. Debido a esto, este sistema fue el eje de la capacitación sobre el manejo de los cultivos de otoño–invierno en El Bajío, aunque también abarcó prácticas relacionadas como el manejo integral de la fertilización, el manejo adecuado de agua, así como el manejo de plagas y malezas. 

La jornada tuvo una orientación teórico-práctica, se integró con siete sesiones que suman 21 horas de capacitación —iniciaron el 11 de septiembre 2020 y finalizaron el 26 de febrero de 2021— y contó con la participación de especialistas del CIMMYT, instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y dependencias del gobierno del estado de Guanajuato, así como investigadores independientes. 

Durante la Jornada participaron (de manera directa) 111 personas provenientes de 19 estados del país —principalmente de Guanajuato, Coahuila y Michoacán—. Sobresale la participación de productores, técnicos, estudiantes y proveedores de más de 40 instituciones de la cadena de valor quienes durante varias semanas se capacitaron en temas como variedades adecuadas de trigo, fertilización, manejo de agua, manejo de malezas y enfermedades, maquinaria especializada para Agricultura de Conservación, diagnóstico de parcela, entre otros.

Cabe mencionar que las siete sesiones de esta jornada de capacitación ya están disponibles para su consulta en el canal de YouTube ACCIMMYT: Producción sustentable de cebada y trigo en el Bajío con agricultura de conservación.



 

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Un recorrido vale más que mil palabras

Valle de Santiago, Gto.- En el marco de la “Presentación de Resultados de las Parcelas Demostrativas de Cebada”, del Sistema Producto Cebada, productores que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor —que impulsa Heineken México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— brindaron su testimonio sobre trabajar cebada bajo Agricultura de Conservación, un sistema de producción sustentable con amplios beneficios para ese cultivo. 

María Eugenia Rico González, Ángel Pérez Medel y Armando González León, son productores de los municipios de Valle de Santiago, Villagrán y Abasolo, respectivamente. Ellos compartieron sus experiencias respondiendo a tres preguntas clave: ¿qué lo motivó a realizar Agricultura de Conservación?, ¿cuáles son los principales beneficios que han observado?, y ¿qué cree usted que se necesita para que más productores adopten la Agricultura de Conservación? 

“La necesidad de detener la erosión”, “la necesidad de ahorrar en costos de producción, agua y combustibles” y “el compromiso de pensar hacia el futuro”, fueron algunos de los motivos para adoptar la Agricultura de Conservación. Mientras que “la falta de acceso a maquinaria”, “la costumbre de seguir haciendo el manejo normal” y “la falta de acceso a la información” son factores por los que no hay mayor adopción del sistema por parte de otros productores, comentaron. 

Después del panel de productores, se organizó un recorrido en campo a través del cual los asistentes pudieron visualizar de forma más directa cómo la Agricultura Sustentable ofrece alternativas técnicamente validadas que permiten, por ejemplo, ahorrar aproximadamente $6,000 por hectárea con tan solo dejar de laborear el suelo (favoreciendo además su estructura y calidad). Con Agricultura de Conservación, además, hay un ahorro de entre 11y 28% en el consumo de agua (dependiendo del manejo, tipo de suelo y clima).

Con la participación de autoridades, organizaciones e instituciones, la Agricultura Sustentable que se promueve a través de proyectos como Cultivando un México Mejor y otros que impulsa el CIMMYT y sus colaboradores en Guanajuato y la región de El Bajío, es posible transitar más rápido hacia una Agricultura Sustentable que, además de beneficiar la economía de los productores, permite minimizar el impacto ambiental de la agricultura.

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Haciendo cuentas, es mejor innovar

El productor Félix Guevara Guerra en vive la localidad Estación Joaquín, en Irapuato, Guanajuato.  Desde que su papá falleció, Félix quedó al frente de las parcelas que le dan el sustento a su familia, así que, para él, la búsqueda de alternativas que le permitan reducir los altos costos de producción ha sido constante. 

Félix siembra alrededor de ocho hectáreas de cebada en el ciclo otoño-invierno y en primavera-verano siembra sorgo y maíz. Hasta hace dos años, cuando se incorporó al proyecto Cultivando un México Mejor, su sistema de producción era la labranza convencional, con la cual “se llevaba más gasto, sobre todo  en las labores primarias como el barbecho y la rastra, además del tiempo en que se desfasaba la siembra”, comenta. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y HEINEKEN México para producir cebada de forma sustentable y optimizar el consumo de agua en este cultivo. Para lograrlo, el proyecto desarrolla capacidades en los productores y les brinda acompañamiento técnico para que implementen el sistema de Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables.

El potencial de aumentar la utilidad con la Agricultura de Conservación motivó a Félix Guevara a instalar un módulo de innovación en una de sus parcelas. En él, junto con el equipo técnico de Cultivando un México Mejor, Félix evalúa diferentes prácticas y sistemas de producción agrícola con el fin de mostrarle a sus vecinos productores las ventajas de cultivar sustentablemente —en el módulo encontraron que la Agricultura de Conservación aumentó la utilidad a $2,530 por hectárea, en comparación con una pérdida de casi $1,000 por hectárea con la labranza convencional—.

En el pasado ciclo otoño-invierno sembró cebada de la variedad Prunella y se desarrollaron ensayos para evaluar distintos arreglos topológicos (distribución de las plantas en la superficie sembrada), prácticas de fertilidad integral con base en análisis de suelo (con el uso de fertilizantes orgánico-minerales y foliares), Manejo Agroecológico de Plagas y Manejo Integrado de Enfermedades (como la inoculación de la semilla con hongos).

Con los ensayos,  Félix Guevara y el equipo técnico de Cultivando un México Mejor también estimaron la cantidad de agua necesaria para producir un kilo de grano de cebada. Con ahorros de 180 litros de agua por cada kilo de cebada producido, la Agricultura de Conservación fue el sistema que arrojó los mejores resultados (figura 1), hecho que motiva aún más a este productor para seguir implementando y promoviendo prácticas sustentables.

Figura 1
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Buscando la mejor cebada para lograr un uso sostenible del agua

Irapuato, Gto.- La sequía afecta el comportamiento de las plantas a nivel fisiológico (funciones), morfológico (forma), bioquímico (composición) y molecular (estructura), ocasionando una disminución en su crecimiento, capacidad de realizar la fotosíntesis y rendimiento. Además, puede acelerar la floración y la producción de semillas y —por los cambios que genera en las plantas— aumentar la incidencia de plagas y enfermedades.

¿Cómo ayudar a afrontar los efectos del cambio climático en diversos entornos productivos? ¿Y cómo lograr mejores rendimientos en diversos granos? En el caso concreto de la cebada, su demanda de agua y las condiciones del cultivo tienen desafíos complejos.

En comparación con otros cereales, las plantas de cebada presentan una alta tolerancia a la sequía. No obstante, debido a las variaciones climáticas que cada vez limitan más la disponibilidad de agua, es necesario identificar las variedades más tolerantes. La investigación y el desarrollo científico resultan esenciales en ese contexto.

La Universidad de Guanajuato, HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —a través del proyecto Cultivando un México Mejor, que impulsan la empresa cervecera y el organismo internacional— evaluaron el comportamiento (en producción de biomasa y rendimiento del grano) de ocho variedades de cebada maltera (comerciales y otras potenciales) en situaciones de estrés hídrico (escenario en que la demanda de agua del cultivo es mayor que la cantidad disponible).

El estudio se realizó durante 2019 en cuatro parcelas de 2,000 m2 con sistema de riego por goteo. Las variedades de cebada —establecidas en camas anchas con seis hileras— fueron sometidas a cuatro niveles de estrés hídrico (diferentes cantidades de agua). Para medir el nivel de agua en el suelo de cada parcela, se instalaron 40 sensores de humedad de suelo.

Con esto se descubrió, entre otras cosas, que el suministro de agua 20% por debajo de lo que consume la cebada (de siembra a cosecha usa 381.7 milímetros en las condiciones climáticas del sitio del experimento) provoca una reducción en rendimiento de grano de hasta 50%, y que —en cambio— el 10% por encima genera mayor rendimiento.

De acuerdo con los investigadores, los resultados son prometedores para seguir trabajando en esta línea, ya que se observaron diferencias significativas entre variedades (algunas de ellas con la capacidad de adaptarse a condiciones de disponibilidad reducida de agua).

Para la actividad agroindustrial, la cebada es un cultivo de gran importancia, con fuerte valor agregado y gran desarrollo de mercado. Si se considera la situación de la escasez mundial de agua y el papel de la agricultura en esta, entonces buscar las variedades de cebada que permitan hacer un uso más sostenible del agua es fundamental.

El proyecto Cultivando un México Mejor busca conocer de manera más amplia cuánta agua necesita la cebada para tener un buen rendimiento o cómo este producto se ve condicionado por las variaciones climáticas. Asimismo, promueve una producción sostenible y un uso eficiente del agua. Conocer más sobre las posibilidades del cultivo ayuda a tener una mejor producción, un abasto responsable y una agricultura con sostenibilidad integral.