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Agricultura regenerativa para la salud del suelo

El sur de Asia fue el epicentro de la Revolución Verde, una era histórica de innovación agrícola que alimentó a miles de millones de personas al borde de la hambruna.

Sin embargo, a pesar de los indiscutibles efectos positivos de la Revolución Verde de la década de 1960 en materia de nutrición y desarrollo, la era de la innovación también condujo al uso generalizado de prácticas agrícolas —como el monocultivo, la eliminación y la quema de los residuos de las cosechas, y el uso excesivo de fertilizantes sintéticos— que tienen un efecto nocivo en el suelo y causan daños ecológicos fuera de él. El bombeo excesivo de agua de riego durante décadas ha secado el principal acuífero de la región.

Los problemas del sur de Asia ilustran los costes medioambientales de la producción intensiva de alimentos para alimentar a nuestro densamente poblado planeta. Actualmente, mil millones de hectáreas de tierra en todo el mundo sufren de suelos degradados.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) trabaja con dos de los cultivos de cereales más cultivados y consumidos del mundo. Para cultivar una cantidad suficiente de estos alimentos básicos para alimentar al mundo, se necesita una segunda Revolución Verde: una que evite los errores del pasado, regenere las tierras degradadas y reactive la biodiversidad en las zonas agrícolas.

M.L. Jat, científico principal del CIMMYT, lleva 20 años estudiando y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles para los sistemas de cultivo basados en el maíz y el trigo. En la siguiente entrevista, Jat nos habla de la agricultura regenerativa: prácticas integradas de agricultura y pastoreo destinadas a reconstruir la materia orgánica del suelo y restaurar la biodiversidad de los suelos degradados.

P: ¿Qué componentes o prácticas principales forman parte de la agricultura regenerativa?

R: La agricultura regenerativa es un sistema integral de cultivo que aprovecha el poder de la biología del suelo para reconstruir la materia orgánica del suelo, diversificar los sistemas de cultivo y mejorar la retención de agua y la absorción de nutrientes. El agotamiento de la biodiversidad, la degradación de la salud del suelo, el calentamiento y el clima más seco en las zonas agrícolas han hecho necesario un cambio en la agricultura de «degeneración a regeneración».

Estas prácticas abordan los retos de la seguridad alimentaria y nutricional al tiempo que protegen los recursos naturales y reducen la huella medioambiental de la agricultura, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. El CIMMYT lleva años trabajando en la investigación y promoción de la agricultura de conservación, que contribuye a los objetivos de la agricultura regenerativa, y que ya se practica en más de 200 millones de hectáreas en todo el mundo —el 15% de todas las tierras de cultivo— y se está expandiendo a un ritmo de 10.5 millones de hectáreas al año.

P: ¿Qué papel pueden desempeñar los principales cultivos alimentarios (maíz, arroz y trigo) en los sistemas de agricultura regenerativa?

R: La agricultura regenerativa es «neutral en cuanto a cultivos», es decir, es aplicable a casi todos los cultivos y sistemas agrícolas. Los cultivos de arroz, trigo y maíz del mundo tienen una enorme huella física y ecológica en la tierra y los recursos naturales, pero desempeñan un papel fundamental en la seguridad alimentaria y nutricional. Teniendo en cuenta que el cambio climático antropogénico ha reducido la productividad total de los factores agrícolas a nivel mundial en aproximadamente un 21% en las últimas seis décadas, la aplicación de enfoques de agricultura regenerativa a estos sistemas representa una contribución trascendental hacia la agricultura sostenible bajo riesgos climáticos crecientes.

P: ¿Qué elementos o enfoques de la agricultura regenerativa son aplicables en la India y cómo pueden aplicarse?

R: Las prácticas regenerativas para los sistemas de maíz y trigo en la India incluyen la no labranza, el reciclaje de residuos de cultivos, los cultivos intercalados de legumbres y los cultivos de cobertura, la diversificación de cultivos, la gestión integrada de nutrientes y la gestión precisa del agua.

El área potencial de adopción de la agricultura regenerativa en la India cubre al menos 50 millones de hectáreas a través de una diversidad de sistemas de cultivo y agroecologías —incluyendo tierras agrícolas de regadío, de secano y áridas— y puede ser abordada a través de una adecuada focalización, inversiones, mejora de conocimientos y capacidades, y políticas de habilitación.

En la región del granero de las llanuras indogangéticas, la agricultura regenerativa puede ayudar a resolver los mencionados problemas de segunda generación de la Revolución Verde, además de contribuir a la Misión de Salud del Suelo del gobierno indio y a sus compromisos de la COP26.

P: Para poner en marcha la agricultura regenerativa en el sur de Asia, ¿quién va a participar?

R: La adaptación y aplicación de la cartera de prácticas de la agricultura regenerativa requerirá la participación de todas las partes interesadas relacionadas con la agricultura. La aplicación de estos principios depende del lugar y de la situación, por lo que los investigadores, los agentes de extensión, los actores de la cadena de valor, los filántropos, los ecologistas, las ONG, los agricultores y los planificadores de políticas tienen un papel que desempeñar en la vía del impacto.

El CIMMYT, el Instituto Borlaug para el Sur de Asia (BISA), los programas y organismos públicos y privados, y los propios agricultores han estado desarrollando, perfeccionando y ampliando las prácticas de agricultura regenerativa basadas en la agricultura de conservación durante unas tres décadas en el Sur de Asia. El CIMMYT y el BISA seguirán desempeñando un papel fundamental en la integración de la agricultura regenerativa en los planes de desarrollo locales, nacionales y regionales mediante el desarrollo de políticas y capacidades con base científica.

P: Los agricultores constituyen una fuerte fuerza económica y política en la India. ¿Cómo se les puede incorporar a la práctica de la agricultura regenerativa, que podría ser más costosa y con más conocimientos que sus prácticas actuales?

R: Tenemos que buscar negocios «inusuales» y aprovechar las oportunidades potenciales de la agricultura regenerativa para secuestrar el carbono del suelo y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Las prácticas de agricultura regenerativa pueden ofrecer a los agricultores ingresos adicionales y, sin duda, crear un «factor de atracción» para su adopción, algo que ya ha comenzado y que constituirá un sólido argumento comercial. Por ejemplo, los modelos empresariales innovadores ofrecen a los agricultores la oportunidad de comerciar con los servicios de los ecosistemas y los créditos de carbono mediante la reutilización de las subvenciones y el desarrollo de mercados de carbono para los sectores privados. El CIMMYT, junto con el Consejo Indio de Investigación Agrícola y socios privados como Grow Indigo, ya están ayudando a poner en marcha un marco para adquirir créditos de carbono a través de la agricultura regenerativa en la India.

Para más información sobre la aplicación de la agricultura regenerativa en las tierras de cultivo de la India, véase «Regenerative Agriculture for Soil Health, Food and Environmental Security: Proceedings and Recommendations«.

Foto de portada: Campos marrones y verdes. (Foto: Elizabeth Lies/Unsplash)

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Agricultura para la Paz, un mecanismo de cooperación internacional surgido en México

Agricultura para la Paz puede convertirse en un importante mecanismo de cooperación y con ello lograr una verdadera transformación de los sistemas de producción y consumo de alimentos a nivel global”, afirmó Martha Delgado, Subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México mediante un mensaje emitido durante la XXXIII Reunión de Embajadores y Cónsules (REC 2022). 

Agricultura para la Paz es una iniciativa del Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada de México en Noruega, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores, surgida a raíz de la conmemoración del 50 Aniversario del Premio Nobel de la Paz otorgado en 1970 al doctor Norman Borlaug —uno de los fundadores del CIMMYT— por su trabajos de mejoramiento de trigo con agricultores e investigadores mexicanos, hecho que permitió salvar a millones de personas de la hambruna alrededor del mundo.

Se trata de un llamado a la acción y al impacto para evitar nuevas crisis alimentarias, una propuesta para transformar la agricultura en un instrumento de paz y desarrollo en todo el mundo en un momento en el que los conflictos, el cambio climático y la pandemia han hecho que el número de personas en riesgo de inanición aumente a más de 45 millones y el desplazamiento forzado global haya superado los 82 millones de personas”, expresó el doctor Bram Govaerts, Director General del CIMMYT, en el mensaje que incluyó intervenciones de representantes de las diversas organizaciones que impulsan la iniciativa. 

“El momento de trabajar juntos y de dar prioridad a la agricultura para construir una paz duradera es ahora. Hemos diseñado, ejecutado y afinado, a través de la colaboración entre Agricultura y el CIMMYT, estrategias de desarrollo sostenible con un enfoque sistémico que facilita la participación de los productores en cadenas de valor más integradas y eficientes. El CIMMYT, su vez, ha comenzado a aplicar y adaptar estas experiencias mexicanas en proyectos de desarrollo en otros países de África, Asia y América Latina. México se siente muy orgulloso de contribuir al codesarrollo de esta plataforma de innovación”, comentó el doctor Víctor Villalobos Arámbula, titular de Agricultura. 

Un ejemplo del impacto internacional de Agricultura para la Paz son las colaboraciones con la Embajada de México en Kenia ―que fomenta la nixtamalización para reducir de 30 a 60% los niveles de contaminación por aflatoxinas, un problema de consideración en aquel país―, la Embajada de México en Etiopía ―donde el 87% de sus trigos vienen de germoplasma del CIMMYT y donde ahora se aprecian los beneficios del Maíz de Alta Calidad Proteica, desarrollado en México― y diversos proyectos en Malawi, Etiopía y Mozambique, donde se ha incrementado hasta 20% el rendimiento del maíz y hasta 135% el ingreso de los productores gracias a estos rendimientos. 

Destaca también el impacto positivo de Agricultura para la Paz en la relación bilateral México-Estados Unidos, donde el 70% de todas las variedades de trigo proviene del CIMMYT ―considerándose uno de los esfuerzos bilaterales más exitosos entre ambos países―. Además, el modelo de cooperación que se ha construido desde México, estrechamente ligado a la iniciativa, constituye una propuesta viable y pertinente para combatir la migración forzada y los efectos del cambio climático en la región.

Los voceros de Agricultura para la Paz recalcaron que México cuenta con la experiencia y con la excelencia científica de instituciones como el CIMMYT para promover y encabezar en el mundo un movimiento que contribuya a lograr una paz duradera desde la agricultura. Exhortaron a los embajadores y cónsules a convertirse en voceros que pueden compartir y hacer llegar el mensaje de la iniciativa a tomadores de decisión para contribuir invirtiendo en ciencia, conocimiento y acciones colaborativas.

La iniciativa Agricultura para la Paz es valiosa por su mirada transversal, apoyada en las capacidades de todas las personas que pueden y deben actuar con urgencia: desde los pequeños agricultores, mujeres y hombres en el ámbito de la ciencia y la tecnología, hasta los gobiernos en el mundo. México es una voz indispensable en esta lucha. La Agricultura para la Paz cuenta con nosotros, cónsules, embajadoras y embajadores de México, para promover esta visión y generar las condiciones adecuadas para lograr su plena instrumentación y el logro de sus objetivos”, concluyó Ulises Canchola, Embajador de México en Noruega. 

Te invitamos a ver el mensaje completo que Agricultura para la Paz presentó durante la XXXIII Reunión de Embajadores y Cónsules, 2022.

 

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Ciencia, tecnología y agricultores, los tres pilares del CIMMYT en la COP26

Del 31 de octubre al 12 de noviembre, todas las miradas y cámaras se dirigieron a Glasgow, donde se celebró la vigésima sexta sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) en formato híbrido. Con el aumento de las temperaturas en todo el mundo y los fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, los líderes de los países y los expertos en clima se reunieron en Escocia para discutir los próximos pasos en la lucha contra el cambio climático.

Junto con otros centros del CGIAR, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) participó en esta conversación crucial, destacando el impacto del cambio climático en la pequeña agricultura y replicando el llamado del CGIAR para aumentar la financiación de la investigación y la innovación agrícolas.

He aquí un resumen de los eventos en los que participaron investigadores y científicos del CIMMYT.

«Porque los agricultores nos alimentan a todos: utilizar el clima para un sistema alimentario resiliente»

6 de noviembre de 2021

Patrocinado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, este acto se centró en los efectos del cambio climático sobre la resiliencia de los sistemas alimentarios y en cómo se tiene en cuenta este impacto en la toma de decisiones. Los ponentes hablaron de la aplicación en la vida real de la información sobre riesgos climáticos, destacando la importancia de la colaboración global y de las asociaciones de múltiples partes interesadas en el desarrollo de servicios climáticos específicos para cada contexto.

Centrándose en el trabajo del CIMMYT en Etiopía, el investigador asociado Yoseph Alemayehu y el científico senior Dave Hodson ofrecieron algunas ideas sobre el sistema de alerta temprana de la roya del trigo. Este revolucionario mecanismo desarrollado por el CIMMYT y sus socios ayuda a los agricultores de los países en desarrollo a predecir esta enfermedad con hasta una semana de antelación.

«La COP26 puso de manifiesto la vulnerabilidad de los distintos sectores de la agricultura al cambio climático, incluido el aumento de las amenazas de plagas y patógenos. A partir del trabajo en Etiopía sobre los sistemas de alerta temprana de la roya del trigo, las asociaciones sólidas y la aplicación de la ciencia climática avanzada pueden desempeñar un papel importante en la mitigación de algunos de los efectos.» – Dave Hodson

«Desarrollar vías de sistemas alimentarios resilientes al clima: Enfoques del África subsahariana»

8 de noviembre de 2021

Haciendo hincapié en la gobernanza participativa y en las tecnologías centradas en la comunidad, este evento mostró enfoques innovadores para fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios africanos, haciendo un llamado para aumentar la inversión en la ampliación de las prácticas de agricultura climáticamente inteligente para satisfacer la creciente demanda.

Desde Zimbabue, Christian Thierfelder, agrónomo principal de sistemas de cultivo, ofreció una visión general del trabajo del CIMMYT en el sur de África, explicando cómo la introducción de la agricultura de conservación en 2004 ayudó a los agricultores a superar los bajos rendimientos de los cultivos y a aumentar sus ingresos.

«Si algo quedó claro en la COP26 es la necesidad urgente de un cambio en la forma de hacer agricultura. El statu quo no es una opción y nosotros, como CIMMYT y parte del One CGIAR, seguiremos generando la evidencia científica y las soluciones climáticamente inteligentes para acelerar este cambio y abordar los desafíos climáticos que tenemos por delante, con los agricultores en el centro de nuestro trabajo.» – Christian Thierfelder

Día de la Iniciativa «4 por 1000”

10 de noviembre de 2021

La Iniciativa «4 por 1000», una asociación multipartita de más de 650 miembros sobre seguridad alimentaria y cambio climático, celebró un evento híbrido de un día de duración para explorar cómo los suelos sanos pueden ayudar a la agricultura y la silvicultura a adaptarse y mitigar el cambio climático.

En el Foro de Socios, Bram Govaerts, Director General del CIMMYT, subrayó la urgente necesidad de financiar la ciencia del suelo para alcanzar su potencial de secuestro de carbono, reiterando el compromiso del CIMMYT de apoyar esta ciencia con acciones orientadas a resultados que amplíen las prácticas y tecnologías sostenibles.

«Para mí, la principal conclusión de la cumbre es el creciente consenso y comprensión de que necesitamos transformar la agricultura y los sistemas alimentarios para alcanzar los objetivos globales de emisiones a tiempo». – Bram Govaerts

Foto de portada: La zona de acción y el globo terráqueo en el Hydro, uno de los lugares de Glasgow donde se celebró la COP26. (Foto: Karwai Tang/Gobierno del Reino Unido)

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Innovación y tendencias en favor de la seguridad alimentaria

Ciudad de México.- Para el año 2030 será necesario poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente; poner fin a todas las formas de malnutrición; duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de pequeña escala; asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.

La anterior es una síntesis de la metas del Objetivo 2: Hambre Cero, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el cual fue el punto de partida del Foro Kellogg por la seguridad alimentaria dedicado a la Innovación y Tendencias en favor de la Seguridad Alimentaria que se desarrolló con motivo del Día Mundial de la Alimentación.

El foro contó con la participación de Roberto Vázquez, director de Asuntos Corporativos de Kellogg para América Latina; Jelle Van Loon, representante del Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para América Latina; y Marco Antonio Herrera Oropeza, director de Planeación Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, quienes coincidieron en que en la lucha para la erradicación del hambre  y la malnutrición es necesario unir y coordinar esfuerzos entre gobierno, iniciativa privada, academia y centros de investigación.

“El que impulsamos con el CIMMYT es un proyecto de muy alto valor en términos de los resultados tangibles que arroja: nuestro propósito es apoyar a un millón de productores en México y avanzar en un esquema que genere un mayor entorno de bienestar para los agricultores. El programa se llama Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, se desarrolla en diversos puntos del norte del país y de El Bajío. Actualmente está beneficiando a unos 400 agricultores quienes están implementando prácticas de Agricultura Sustentable en más de 6,000 hectáreas de tierra”, comentó Roberto Vázquez

El representante de Kellogg agregó que “al cultivar ese grano de la más alta calidad, que es producto nacional para consumo nacional, se está logrando producir más grano con menos agua, un uso idóneo de los productos para tratamiento de semillas y control de plagas y malezas, y se ha logrado disminuir en un 23% la emisión de CO2 a la atmósfera”. Estas acciones directamente en el campo se suman a otros esfuerzos de la organización con bancos de alimentos y la apuesta por empaques reutilizables, reciclables y compostables, a fin de evitar el desperdicio de alimentos y para brindar alimentos nutritivos y de calidad a la sociedad.

Jelle Van Loon agregó que “esos 400 productores del proyecto con Kellogg lograron, a partir de las prácticas sustentables, tener una rentabilidad del 36%. Se espera que, en la segunda etapa del proyecto que inició este año, se siga por ese camino para impactar en mil familias de productores y cubrir más de 20 mil hectáreas donde se producirán más de 190 toneladas de maíz amarillo de forma sustentable”. Esta producción, dijo, contribuye a que México avance en lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria. 

Van Loon también comentó que el CIMMYT trabaja con la Secretaría de Agricultura en Cultivos para México, iniciativa que articula esfuerzos de los sectores público, privado, social y académico. El trabajo colaborativo que impulsa el CIMMYT, señaló, impacta en 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y agregó que el Banco de Germoplasma que custodia de CIMMYT, el Atlas Molecular del Maíz, las variedades de maíz de alto valor nutricional, así como las tecnologías poscosecha, la mecanización inteligente, la diversificación de cultivos y sobre todo el acompañamiento técnico, son algunas de contribuciones más notables del centro y sus colaboradores para la seguridad alimentaria de la sociedad mexicana. 

En ese sentido, Marco Antonio Herrera Oropeza enfatizó en la importancia de la colaboración entre sectores para lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria de México. Expuso la diversidad de programas e iniciativas que la Secretaría de Agricultura impulsa y el énfasis que se está dando a los sectores más vulnerables de la población, por lo que los cultivos básicos, como el maíz, dijo, son de particular interés para las políticas y programas públicos, los cuales se han fortalecido con las contribuciones de la ciencia desarrollada en México.

Muchos de los sistemas en los que nos estamos apoyando han sido desarrollados por instituciones de investigación como el CIMMYT. La Agricultura de Conservación, la certificación y desarrollo de semillas resilientes al cambio climático, promover y sensibilizar a los agricultores sobre la necesidad de implementar una agricultura más sostenible”, mencionó, son contribuciones de gran valor para apoyar a todas las instituciones que buscan garantizar la disponibilidad de alimentos sanos, nutritivos e inocuos para todos los mexicanos. 

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Rastrojo, el héroe en los años secos

Comitán de Domínguez, Chis.- El cambio climático es una realidad y se manifiesta de diversas formas en los estados. En Chiapas no hay un patrón predominante, pero sobresalen los casos en que ha habido un incremento notable en las lluvias (como en Altamirano, Tonalá y Motozintla) y aquellos en los que, por el contrario, han disminuido significativamente (como en Tapachula y Malpaso). Esto significa cambios importantes en los regímenes pluviales, es decir, lluvias mucho más torrenciales combinadas con periodos de sequía.

Ya que la agricultura es uno de los sectores más afectados por la variabilidad climática, en la plataforma de investigación Comitán —donde colaboran el Instituto Tecnológico de Comitán y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se estudian y validan diversas prácticas agrícolas que permiten mitigar los efectos del cambio climático.

Situada en Comitán de Domínguez, Chiapas, la plataforma de investigación se estableció en 2014 (en ese año el objetivo del maíz cultivado fue producir rastrojo para cubrir el suelo) y desde 2015 inició el estudio de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación: mínimo movimiento del suelo, cobertura con rastrojo y diversificación de cultivos.

En la zona donde se ubica la plataforma los cultivos principales son maíz y frijol, con poca diversificación con otras especies. Predominan la labranza convencional con barbecho (25 cm de profundidad) y un paso de rastra (15 cm de profundidad), la utilización de grandes cantidades de herbicidas y plaguicidas, la poca o nula fertilización y la quema de rastrojos.

Con suelos descubiertos, los efectos negativos del cambio climático son mayores y más visibles. Muchos productores de la zona tuvieron una baja significativa en su producción debido al cambio en el régimen de lluvias: durante los años 2015, 2016 y 2018 las lluvias que se presentaron en la región fueron atípicas —iniciaron en mayo, pero disminuyeron en junio, julio y agosto y tuvieron una distribución errática durante esos meses—; y en 2017 se presentaron de manera típica.

No obstante, las parcelas trabajadas con Agricultura de Conservación que se establecieron en la plataforma de investigación Comitán brindan esperanza a los productores locales: los tratamientos en los que se ha dejado el rastrojo no disminuyen su rendimiento; por el contrario, junto con la diversificación de cultivos han permitido obtener los mejores resultados en los años más secos (figura 1), en buena medida porque al mantener el rastrojo como cobertura, se retiene mayor humedad en el suelo.

Debido a la irregularidad de la precipitación pluvial que se está presentando en la región, los responsables de la plataforma de investigación señalan que es necesario continuar evaluando los factores de labranza, el manejo de rastrojo, los cultivos alternativos para rotación o asociación que presenten tolerancia a sequía y otras prácticas de conservación de humedad con el fin de atenuar la falta de agua. Sin embargo, este estudio iniciado en 2015 pone de manifiesto la importancia de no quemar el rastrojo y mejor aprovecharlo como cobertura del suelo.

Figura 1. Comparación de medias (Tukey α=0.05) de rendimiento de grano (kg/ha) de maíz por efecto de tratamientos. Medias con la misma letra son estadísticamente iguales. Abreviaciones: M = maíz,
Cn = canavalia, CC = camas angostas con labranza convencional, CP = camas permanentes angostas, R = remoción del rastrojo,D = dejar rastrojo, d1 = 62,500 semillas/ha, d2 = 46,875 semillas/ha y d3 = 31,250 semillas/ha.
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¿Qué le pasa al suelo después de 22 años de movimiento continuo?

Soledad de Graciano Sánchez, SLP.- Más de 40% de los suelos agrícolas a nivel mundial han perdido su fertilidad natural debido al excesivo laboreo y la poca materia orgánica que se reincorpora a su perfil (Blum y Eswaran, 2004). Por esta razón, diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar en 0.4% la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la creciente población mundial.

Por décadas, los suelos de la región Altiplano de San Luis Potosí se han preparado para la siembra con un barbecho y uno o dos pasos de rastra. Este movimiento continuo destruye la estructura del suelo, diluye la materia orgánica y acelera su oxidación, incrementa el escurrimiento y favorece la compactación.

Además, predomina la práctica de retirar los esquilmos (rastrojos o residuos del cultivo anterior) para usarlos como forraje y el libre pastoreo después de la cosecha reduce la cantidad de residuos de los cultivos que se reincorpora al suelo. Esta forma de producción agrícola, al practicarse de forma sistemática por años, desgasta el potencial productivo de los suelos y reduce su fertilidad y —en consecuencia— el volumen de las cosechas.

La Agricultura de Conservación es un sistema que permite acumular materia orgánica en el suelo, así como reducir la erosión eólica e hídrica (al proteger la superficie del terreno). Un estudio a largo plazo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrollado de forma conjunta con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y diversos colaboradores en San Luis Potosí ha evaluado el efecto de este sistema en la acumulación de materia orgánica en el suelo.

El trabajo se desarrolló en la plataforma de investigación San Luis, ubicada en el ejido Palma de la Cruz, municipio de Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí. El estudio inició en 1995 con diferentes formas de preparación del suelo. En 2017 se tomaron muestras de suelo de dos tratamientos: uno en que se ha barbechado y pasado la rastra (labranza convencional) y otro en que no se ha movido el suelo y se ha cubierto con los rastrojos (Agricultura de Conservación).

El análisis estadístico mostró diferencias significativas entre ambos tratamientos. Por ejemplo, en el caso de la materia orgánica seca acumulada (peso de los residuos de raíz) en dos estratos del suelo (primeros cinco centímetros), el tratamiento con Agricultura de Conservación reportó 29.52 toneladas por hectárea (t/ha). En cambio, en el tratamiento con labranza convencional fue de solo 1.62 t/ha.

Este mismo análisis se realizó para el caso específico de los cultivos establecidos en el área de estudio, obteniéndose resultados similares a favor de la Agricultura de Conservación, hecho que refleja que este sistema genera mejores condiciones físicas en el suelo, que permitieron un superior desarrollo de la raíz de los cultivos de maíz y avena forrajera.

Con respecto a la captura de carbono, el total de carbono en el perfil del suelo con Agricultura de Conservación fue de 7.86 t/ha, en comparación con las 2.59 t/ha en labranza convencional, lo cual destaca la importancia de no remover el suelo (invertir su perfil) con métodos de labranza para poder acumular el carbono en la zona de siembra. Además, el carbono contenido en las raíces se mantiene en el suelo y no es liberado como CO2, lo cual reduce la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Las diferencias notables en el peso de los residuos de raíz y las cantidades de carbono capturado ponen de relieve los efectos del movimiento continuo del suelo por años (en el caso de la labranza convencional) y la importancia de la Agricultura de Conservación como un sistema efectivo para incrementar la materia orgánica en el suelo por arriba del 0.4% señalado en el tratado de París como un indicador para mantener y mejorar la fertilidad del suelo y mitigar los efectos del calentamiento global y el cambio climático.

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Alternativas para superar las sequías

En estados como Oaxaca, el cambio climático ha hecho que en años recientes se reporten serios problemas de sequía en el campo. Por esta razón, el Instituto Tecnológico de Pinotepa y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran en la plataforma de investigación San José Estancia Grande —ubicada en la llanura costera oaxaqueña, en el municipio del mismo nombre— para identificar cultivos tolerantes a la sequía, así como para desarrollar y evaluar prácticas a fin de mejorar la producción ante las lluvias cada vez más erráticas.

En la plataforma hay investigación de cultivos del trópico seco (ajonjolí y vigna) asociados al maíz nativo, el cual constituye la principal fuente de alimento en la zona, destinándose casi la totalidad de la producción al autoconsumo y —en ocasiones— vendiendo localmente el excedente (complementariamente, se siembra chile, jamaica y ajonjolí).

Desde su establecimiento en 2014, se estudian —entre otras cosas— los efectos de la diversificación de cultivos y el mantenimiento del rastrojo como cobertura del suelo (dos de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación). Comparada con el manejo convencional o testigo (monocultivo de maíz, movimiento continuo del suelo y retiro del rastrojo), la Agricultura de Conservación ha permitido tener mejores rendimientos (destaca el tratamiento de camas anchas permanentes y cobertura de 100% de rastrojo).

Sobresale el hecho de que, a pesar de la fuerte sequía de 2018, los tratamientos de maíz con Agricultura de Conservación obtuvieron cosecha de grano, mientras que en el testigo —o esquema de producción convencional— la cosecha fue nula (destaca nuevamente el tratamiento de camas anchas permanentes y cobertura de 100% de rastrojo, que en medio de las condiciones adversas obtuvo 650 kilogramos de grano por hectárea). Esto se debe, entre otros factores, a que el mantenimiento del rastrojo permite conservar mayor humedad.

La rotación de cultivos alternos al maíz —como el ajonjolí— también es relevante, pues en estos casos se requiere menos agua para cubrir el ciclo productivo. De esta manera, la plataforma de investigación San José Estancia Grande contribuye a que, mediante una estrategia productiva que desarrolla sistemas agroalimentarios sustentables basados en la ciencia, los productores de la zona obtengan rendimientos mayores aun en un contexto de cambio climático.

Por: Gabriel García y Victoriano Evodio Cruz, Departamento de Ciencias Agropecuarias del Instituto Tecnológico de Pinotepa.

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Mazorcas más grandes y llenas de grano

El cambio climático es una realidad. En diversas zonas de la Península de Yucatán el 2019 fue un año particularmente seco, de manera que para muchos productores que trabajan el sistema milpa ha sido necesario buscar variedades más resistentes a las condiciones climáticas actuales y también nuevas y mejores prácticas que les permitan hacer rentables sus milpas.

Nazario Celso Ek Kumul —de Dzitás, Yucatán— y Raymundo Gómez Solórzano —de Calakmul, Campeche— son dos productores que, en sus respectivos terrenos, reciben grupos de agricultores que buscan soluciones a diversas problemáticas que presentan sus milpas. ¿Por qué acuden a las parcelas de estos productores? Porque incluso a simple vista estas se distinguen de muchas otras: tienen plantas mejor distribuidas, con más mazorcas y un mejor llenado de granos.

Nazario y Raymundo participan en el proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán —que impulsan la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM), Fomento Social Banamex (FSB) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— y han implementado innovaciones agrícolas con las que reducen sus costos de producción y cuidan los recursos naturales.

En sus parcelas mantienen un área denominada testigo, donde siguen produciendo de la forma en que siempre lo habían hecho, es decir, quemando y arando la tierra. El propósito es que durante los recorridos que se organizan periódicamente los otros productores puedan ver claramente los beneficios del arreglo de siembra, hacer mínima labranza, fertilizar en los momentos adecuados y dejar el rastrojo en el suelo (lo cual les permite además retener mayor humedad).

De acuerdo con las necesidades de cada zona, en las parcelas demostrativas pueden desarrollarse ensayos particulares. En la milpa del señor Nazario, por ejemplo, se evalúan ocho diferentes variedades de maíces nativos con la finalidad de observar cuáles responden mejor a las condiciones agroclimáticas.

Gracias al acompañamiento técnico que le ha brindado el proyecto y a la adopción de la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo y promueve la mínima labranza—, el señor Raymundo ha logrado tener ahorros significativos. “En la parcela testigo se hicieron dos pases de rastra, y cada uno costó $1,000. Además, se tuvo que resembrar, y eso costó $600. En la otra parte no fue necesario arar la tierra ni hacer resiembra. Comparando con el testigo, me ahorré $2,600”, explica.

La parcela del señor Raymundo es muy significativa, ya que está cerca de la Reserva de la Biósfera de Calakmul. Y es un ejemplo de cómo a través de prácticas sustentables es posible sedentarizar la milpa, haciéndola más rentable para evitar que se amplíe la frontera agrícola. De acuerdo con los productores que participan en el proyecto, fortalecer su milpa con innovaciones agrícolas tiene beneficios ambientales y económicos, pues tener plantas con mayor profundidad de raíz, un tamaño superior, tallos más gruesos y un mejor llenado de grano al final se refleja en el bolsillo.

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La ­capacitación, clave para el desarrollo del campo en Guanajuato

Guanajuato.- El programa MasAgro Guanajuato —de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— capacitó en 2019 a 2,823 productores en temas de sustentabilidad agrícola con el propósito de fomentar la adopción de innovaciones que permitan mejorar los sistemas de producción en el campo guanajuatense.

Las capacitaciones que se realizaron durante 2019 implicaron 161 eventos para productores, 11 para técnicos de MasAgro Guanajuato (con la finalidad de mantener un equipo siempre actualizado) y 15 para actores clave vinculados al programa.

Para MasAgro Guanajuato el desarrollo de capacidades es fundamental para lograr que sean los productores quienes impulsen la Agricultura Sustentable en el estado. Actualmente, se promueven entre los productores guanajuatenses dos estrategias para mejorar los sistemas de producción tanto en riego como en temporal; estas son Reto Rastrojo y Cosechando Agua.

La primera tiene como eje fundamental a la Agricultura de Conservación (sistema basado en la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojo y la diversificación de cultivos). Y busca el bienestar del productor a través del incremento en la utilidad económica, la reducción de las horas de trabajo y el uso racional de los recursos naturales. Los productores que siguen la estrategia tienen el reto de reducir 60% las horas hombre de trabajo, 60% la emisión de CO₂ al ambiente (por consumo de diésel), 30% el consumo de agua y 20% los costos de producción. Con Agricultura de Conservación, es posible.

Por su parte, Cosechando Agua surgió alineada a Reto Rastrojo, pero su particularidad es que está enfocada a la conservación del suelo y el mejor aprovechamiento del agua de lluvia en las zonas de temporal de Guanajuato. Debido a que la agricultura de temporal depende de la lluvia presente en el ciclo primavera-verano, las condiciones del suelo y otros factores, es fundamental realizar una adecuada planeación del ciclo, aplicar técnicas para la conservación del suelo e implementar procesos de acondicionamiento que permitan el suplemento de humedad y nutrientes. Esa es la importancia de Cosechando Agua.

MasAgro Guanajuato busca la adaptación, adopción y difusión de prácticas agronómicas y tecnologías que respondan a los retos de las condiciones agroclimáticas actuales y a los requerimientos de la agroindustria. Por eso impulsa la capacitación en temas relacionados con la Agricultura de Conservación, sistema que contribuye a revertir la degradación de la tierra, protege el medioambiente y responde a los crecientes desafíos del cambio climático.

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La cebada y el cambio climático

Guanajuato, Gto.- La cebada (Hordeum vulgare L.) es un insumo básico de la industria cervecera: de sus granos se extrae la malta con la que se fabrica esa bebida. Y aunque sus exigencias con respecto al clima son pocas, el cambio climático representa un importante desafío para este cultivo debido a que sus efectos se observan en la modificación de la distribución de plagas, malezas y enfermedades que podrían mermar su producción.

El proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— impulsa el desarrollo de capacidades para que los productores puedan hacer frente a las plagas, malezas y enfermedades y se adapten a los retos que implica la variabilidad climática. Entre las acciones para lograrlo están diversos cursos para la producción sustentable de cebada, como el de manejo integrado de malezas y enfermedades que recientemente fue impartido a productores de Guanajuato y Querétaro.

Rafael Cortés, consultor para el CIMMYT en este proyecto, mencionó que debido al cambio climático las altas temperaturas y la humedad se intensifican en algunas regiones. Para los cultivos, estos cambios pueden propiciar infecciones más tempranas y agresivas, por eso resulta importante aprender a monitorear las parcelas adecuadamente y a tiempo.

Felipe Rosas Núñez, de Syngenta, señaló que los tratamientos inadecuados o las decisiones incorrectas pueden generar problemáticas muy complejas, por lo que recomendó realizar acciones preventivas antes de que la cebada presente síntomas visibles. Una de esas acciones es el monitoreo constante de malezas, las cuales juegan un papel determinante en la disminución del rendimiento del cultivo, ya que compiten por agua, luz, nutrientes y espacio prácticamente en todas las etapas del ciclo productivo.

Los cursos impartidos incluyeron diversas prácticas —entre ellas una orientada a la calibración de la aspersora y al uso de boquillas adecuadas para hacer más eficiente la aplicación de tratamientos de bajo impacto ambiental— con la finalidad de que los productores puedan aplicar lo aprendido de manera efectiva directamente en sus parcelas.

¿Cuáles son las malezas y enfermedades que afectan a la cebada?

Entre las malezas que afectan al cultivo están avena silvestre, zacate camalote, carretilla, alpistillo, quelite cenizo, quelite rojo, aceitilla, mostacilla, tripa de pollo, correhuela, aretillo, malva, verdolaga, rabanillo, lengua de vaca, acahual y quiebraplatos, entre otras. Y las enfermedades principales, son: manchas foliares, escaldadura, roya amarilla y roya de la hoja.