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Abriendo Camino: Natalia Palacios saca el máximo partido al maíz

Se suele bromear con que los especialistas aprenden cada vez más sobre menos y menos hasta que lo saben todo sobre nada, mientras que para los generalistas es justo lo contrario.

En el caso de Natalia Palacios, no se aplica ninguna de las dos cosas. Es posible que tenga la palabra especialista en su título —es especialista en calidad de maíz en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— pero a lo largo de su carrera ha tenido que aprender más y más sobre una gama cada vez mayor de temas.

Como líder del Capítulo de Nutrición del Programa de Desarrollo Integrado y jefa del Laboratorio de Calidad del Maíz, el trabajo de Palacios es coordinar los esfuerzos del CIMMYT para asegurar que los sistemas agroalimentarios basados ​​en maíz en los países de ingresos bajos y medianos sean tan saludables y nutritivos. El alcance de este trabajo abarca la amplitud de los sistemas agroalimentarios basados ​​en el maíz, desde la semilla hasta la cena.

“Lo que en última instancia importa para la salud y la nutrición humana es la calidad nutricional del producto final”, comenta Palacios. «El grano nutritivo y de alta calidad es una parte importante del rompecabezas, pero también lo son los efectos nutricionales de varias técnicas de almacenamiento, procesamiento y cocción posteriores a la cosecha».

Natalia Palacios (al frente, en el centro) con colegas del equipo de Calidad del Maíz del CIMMYT durante un evento de Puertas Abiertas en la sede del CIMMYT. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)
Natalia Palacios (al frente, en el centro) con colegas del equipo de Calidad del Maíz del CIMMYT durante un evento de Puertas Abiertas en la sede del CIMMYT. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

Viendo más allá de lo evidente

Originaria de Bogotá, Colombia, Palacios estudió microbiología en la Universidad de los Andes antes de realizar un doctorado en biología vegetal en la Universidad de East Anglia y el Centro John Innes en el Reino Unido.

“Tuve la oportunidad de trabajar como asistente de investigación en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Cali, Colombia”, explica. “La exposición a equipos interdisciplinarios e internacionales que trabajan para el desarrollo agrícola y el liderazgo de mi jefe en ese momento, Joe Tohme, no solo me ayudaron a convencerme de realizar estudios de posgrado en biología vegetal, sino que fomentaron el entusiasmo en torno a las aplicaciones del mundo real de investigación científica.”

Cuando se incorporó al CIMMYT en 2005, Palacios trabajó en la biofortificación del maíz, apoyando los esfuerzos para obtener variedades de maíz ricas en provitamina A y zinc. Con el tiempo, descubrió que su atención se dirigía al efecto del procesamiento de alimentos en la calidad nutricional de los productos alimenticios a base de maíz, así como a la importancia de la inocuidad del maíz. Por ejemplo, para un proyecto reciente, Palacios y su equipo han estado analizando el efecto de un tratamiento tradicional térmico alcalino de maíz conocido como nixtamalización sobre la composición física del grano y la calidad nutricional de los productos finales. Por sus importantes beneficios, están promoviendo esta técnica milenaria en otras geografías.

Para Palacios, este tipo de cambios están totalmente en consonancia con el objetivo general de su trabajo. “El principal desafío al que nos enfrentamos como investigadores agrícolas es contribuir a una dieta nutritiva y asequible producida dentro de los límites planetarios”, dice. «Abordar cualquier parte de este desafío requiere que nos comuniquemos entre disciplinas, que consideremos los sistemas agroalimentarios en su conjunto y que vinculemos la producción y el consumo».

Al mismo tiempo, para Palacios, la belleza de su trabajo radica en profundizar en una pregunta de investigación específica antes de volver a centrarse en el panorama general. Este movimiento entre lo específico y lo general la mantiene motivada, genera nuevas preguntas y rutas de investigación y evita que caiga en el pensamiento milagroso.

Por ejemplo, su trabajo con el maíz biofortificado con provitamina A la llevó a hacer preguntas sobre la cantidad de vitamina que llegaba a los consumidores en función de cómo se almacenaba y manipulaba el grano. La vitamina es propensa a degradarse por oxidación. Esto llevó a recomendaciones de almacenamiento y procesamiento destinadas a maximizar el valor nutricional del cultivo, incluido el almacenamiento de maíz con provitamina A como grano y molerlo lo más tarde posible antes de su consumo. Los investigadores también trabajaron para identificar germoplasma con carotenoides provitamina A más estables para su uso en el programa de mejoramiento.

En un estudio, Palacios y sus coautores encontraron que alimentar a las gallinas con maíz biofortificado aumentaba el valor de provitamina A de sus huevos, lo que sugiere que para los hogares rurales los beneficios nutricionales del grano mejorado podrían extenderse a diferentes alimentos.

Natalia Palacios extrae carotenoides de granos de maíz en un laboratorio del CIMMYT en México. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

Reuniéndolo todo

En un artículo publicado la primavera pasada, Palacios y sus coautores reúnen los conocimientos de estas diversas vías de investigación en una revisión integral. El punto, explica Palacios, “era identificar oportunidades para aprovechar los beneficios nutricionales del maíz, un grano que se consume en gran parte en África, América Latina y algunas partes de Asia como parte importante de una dieta, desde comprender cómo aprovechar su diversidad genética para el desarrollo de variedades más nutritivas para mapear todas las diferentes partes del sistema alimentario donde se pueden obtener ganancias nutricionales».

El documento abarca secciones sobre la bioquímica del maíz, el mejoramiento del maíz, las formas de alimentación y el cultivo del maíz, y las prácticas agronómicas tradicionales como el cultivo intercalado de milpa. Ejemplifica el enfoque interdisciplinario de Palacios y su compromiso de explorar múltiples vías interconectadas hacia sistemas agroalimentarios de maíz más nutritivos.

Como deja en claro la Estrategia de Investigación e Innovación 2030 del CGIAR con énfasis en la necesidad de una transformación a nivel de sistemas de los sistemas de alimentos, tierra y agua, este enfoque es oportuno y muy necesario.

En palabras de Palacios: «La seguridad alimentaria, la nutrición y la inocuidad de los alimentos están inextricablemente unidas, y debemos abordarlas desde el campo hasta el plato y de forma sostenible».

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El eslabón perdido entre las semillas de maíz y la confianza

Se espera que la población mundial aumente a casi 10 mil millones para 2050. Para alimentar a este número de personas, necesitamos aumentar la producción de alimentos utilizando menos recursos. La biofortificación (el proceso de enriquecimiento de cultivos básicos con micronutrientes) podría ayudar a resolver este problema.

Sin embargo, no es tan fácil identificar semillas biofortificadas.

A menudo, el proceso de biofortificación no cambia una semilla de forma visible, lo que abre la posibilidad de productos falsificados. Los agricultores no pueden verificar que las semillas que compran sean las que se anuncian. Las semillas piratas son un obstáculo importante para la adopción de cultivos biofortificados. De manera similar, en el proceso desde la granja hasta la mesa, la trazabilidad de los alimentos biofortificados es igualmente difícil de lograr.

Imagine a Aisha, una pequeña agricultora en Nigeria. Ella está en el mercado buscando semillas de maíz biofortificadas para su finca. ¿Cómo sabe qué semillas escoger y cómo puede estar segura de que en realidad son semillas biofortificadas?

Una solución es la tecnología blockchain.

¿Qué es blockchain?

Blockchain es un libro de contabilidad digital compartido para el mantenimiento de registros, donde los datos se descentralizan y se asignan a los usuarios. La información digital se almacena en una base de datos o cadena pública.

Esta plataforma tecnológica ayuda en situaciones de desconfianza. Proporciona un registro de eventos inalterable y transparente en el que los usuarios confían en el código informático y las matemáticas, en lugar de en un tercero. Este código escribe las reglas del sistema y el software es revisado por pares, por lo que las reglas y los datos son resistentes a la corrupción. Cuando se agrega información a la base de datos, los actores de la red verifican y registran los datos antes de agregarlos a blockchain. Después de eso, nadie puede cambiar la información. Ninguna entidad posee o controla la base de datos, lo que permite a los actores confiar en el sistema.

Si bien a menudo se asocia con bitcoins y criptomonedas, la tecnología blockchain tiene muchos otros usos en las industrias tradicionales, incluido el potencial para transformar los sistemas agroalimentarios. La Comunidad de Práctica sobre Datos Socioeconómicos, dirigida por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), elaboró un informe que detalla el papel que puede desempeñar blockchain en los sistemas agroalimentarios y las semillas biofortificadas.

 

Blockchain para sistemas agroalimentarios

Los sistemas agroalimentarios consisten en redes complejas que a menudo generan desconfianza entre sí. La tecnología blockchain puede mejorar la transparencia, la trazabilidad y la confianza. Podría tener un papel importante que desempeñar para cerrar la brecha de rendimiento y reducir el hambre.

Muchas transacciones realizadas en el sector agroalimentario tienen registros en papel. Incluso cuando los registros son digitales, los sistemas de TI desconectados crean silos de datos. Blockchain permite a los actores clave controlar, administrar y compartir sus propios datos rompiendo los silos.

Por ejemplo, la tecnología blockchain puede ayudar a resolver problemas de gobernanza de la tierra, propiedad poco clara y tenencia al proporcionar una base de datos de registro de tierras precisa. Puede ayudar con el cumplimiento de los estándares de gobiernos u organizaciones privadas. Esta tecnología podría hacer que las transacciones financieras sean más eficientes, limitar la corrupción y proporcionar procedencia, trazabilidad y recuperación de productos.

 

La verificación de semillas de maíz biofortificadas

HarvestPlus realizó un estudio para comprender las barreras para la adopción generalizada de semillas biofortificadas. El equipo entrevistó a 100 empresas y 250 personas, desde agricultores hasta marcas globales, sobre sus experiencias con la biofortificación. Como era de esperar, encontraron que una gran barrera para la adopción es la incapacidad de distinguir los cultivos biofortificados de los estándares.

Por tanto, es fundamental contar con un sistema para verificar semillas biofortificadas. HarvestPlus colaboró con The Fork para investigar soluciones.

Una solución es una blockchain pública. El resultado podría verse así: Aisha, nuestra pequeña agricultora en Nigeria quiere comprar semillas de maíz biofortificado para su finca. En la tienda, saca un teléfono de su bolsillo y escanea un código QR en una bolsa para verificar información confiable sobre las semillas. Satisfecha con la información, trae a casa semillas de maíz biofortificadas verificadas, mejorando la nutrición de su familia y comunidad.

Dependiendo del acceso de los agricultores a teléfonos inteligentes, esta situación podría ser posible. Sin embargo, la tecnología blockchain no resolverá todo, y es importante que probemos y estudiemos estas soluciones mientras consideramos otros desafíos, como el acceso a la tecnología y el comportamiento humano.

El informe de la Comunidad de Práctica sobre Datos Socioeconómicos, Blockchain for Food, brinda los principios del desarrollo digital de blockchain. Es fundamental comprender el ecosistema existente, diseñar a escala, construir para la sostenibilidad y diseñar la tecnología con el usuario. Estos son puntos vitales que considerar al desarrollar soluciones blockchain para sistemas agroalimentarios.

A medida que el sistema alimentario global está comenzando a hacer la transición hacia una mayor transparencia, circularidad y personalización, la tecnología blockchain podría desempeñar un papel importante en la evolución de este cambio. En febrero de 2020, se lanzó una nueva plataforma de prueba y aprendizaje para tecnologías digitales de confianza y transparencia en sistemas agroalimentarios, incluida la tecnología blockchain. La plataforma desarrollará la capacidad del potencial de esta tecnología y garantizará que sea utilizable e inclusiva.

Lea el informe:
Blockchain for Food: Making Sense of Technology and the Impact on Biofortified Seeds.

Foto de portada: Una mazorca de maíz con calidad proteica. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

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Abriendo Camino: Velu Govindan incorpora zinc en el trigo para combatir el hambre oculta

Velu Govindan recuerda a su padre pidiéndole que no desperdiciara su comida. “Solía decir que el arroz y el trigo eran productos muy caros, que la mayoría de las personas podían permitirse comerlo una vez por semana durante su juventud”, recuerda el mejorador de trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Como en muchas partes del mundo, la Revolución Verde tuvo un impacto significativo en la producción agrícola y dietas del sur de la India, donde creció el padre de Govindan, y a finales de la década de 1960, todos los agricultores de la zona habían oído hablar del ‘científico’ de Estados Unidos. “La influencia de Borlaug en la India es muy grande ya que esas variedades de alto rendimiento alimentaron a millones de personas, incluyéndome a mí”.

Pero alimentar a millones era solo una parte de la batalla.

Actualmente, cerca de dos mil millones de personas en todo el mundo padecen deficiencia de micronutrientes, caracterizada por la anemia por deficiencia de hierro, la falta de vitamina A y la deficiencia de zinc.

Govindan trabaja en colaboración con HarvestPlus para mejorar la calidad nutricional en los cereales, además de rasgos importantes como el potencial del rendimiento, la resistencia a las enfermedades y la tolerancia al clima. Su área de enfoque es el sur de Asia, donde el trigo es un alimento básico importante y muchos pequeños agricultores no tienen acceso a dietas diversificadas que incluyan fruta, verduras o productos animales, los cuales brindan altas cantidades de micronutrientes como el hierro y el zinc.

“Es importante que las personas no solo tengan acceso a los alimentos, sino también acceso a una dieta saludable”, dice Govindan. “La idea es mejorar los alimentos básicos como el arroz, el maíz y el trigo para que las personas que consumen estas variedades biofortificadas obtengan mayores beneficios al satisfacer sus necesidades de alimentación diaria y para combatir el hambre oculta.”

El desafió, explica Govindan, es que el mejoramiento de la calidad nutricional a menudo se realiza a expensas del rendimiento. Pero las variedades necesitan un alto potencial de rendimiento para tener éxito en el mercado ya que los agricultores en los países en vías de desarrollo no obtendrán un precio superior simplemente por tener un alto contenido de micronutrientes en sus granos.

Las enfermedades del trigo que evolucionan de manera rápida son otro problema que se debe enfrentar. “Si liberas una variedad resistente a enfermedades hoy, en tan solo tres o cuatro años será susceptible porque la roya continúa mutando. Es una batalla continua, pero de eso se trata el fitomejoramiento.”

Velu Govindan speaks at International Wheat Conference in 2015. (Photo: Julie Mollins/CIMMYT)
Velu Govindan habla en la Conferencia Internacional de Trigo en 2015. (Photo: Julie Mollins/CIMMYT)

La incorporación del zinc

Cuando se trata de mejorar, el mejoramiento es la primera parte del proceso, explica Govindan. “Podemos hacer un buen trabajo en el laboratorio, pero si nuestras variedades no son llevadas a los agricultores no servirán de nada.”

Govindan y su equipo trabajan en colaboración con un numero de organizaciones del sector público y privado para promover nuevas variedades, asociarse con el sistema nacional de investigación agrícola (NARS, en inglés) e institutos de investigación avanzada para llegar a los agricultores en la India, Nepal y Paquistán. Como resultado, se han comercializado y distribuido con éxito variedades adicionales con alto contenido de zinc en el sur de Asia, así como las líneas biofortificadas nuevas que se prueban actualmente en el África subsahariana para su posible liberación y cultivo por parte de los agricultores.

Sus esfuerzos dieron frutos con el desarrollo y lanzamiento de más de media docena de variedades competitivas con alto contenido de zinc, incluida la línea Zinc-Shakthi, cuyo grano contiene 40% más de zinc que las variedades convencionales y su rendimiento es alto, tiene buena resistencia a la roya y madura una semana antes que las variedades populares, lo que permite a los agricultores aumentar su intensidad de cultivo. Hasta la fecha, estas variedades de trigo biofortificado con alto contenido de zinc han llegado a casi un millón de productores en las regiones objetivo del sur de Asia y se espera que se extienda más en los próximos años.

El siguiente paso será apoyar la integración del zinc, de modo que se convierta en una parte integral de los programas de mejoramiento en lugar de una adición opcional. “Esperamos que, en diez años, la mayor parte del trigo que consumimos cuente con estos beneficios adicionales.”

Puede que el camino sea largo, pero Govindan se mantiene optimista ante la tarea que tiene por delante.

Velu Govindan examines wheat in the field.
Velu Govindan examina trigo en el campo.

Nacido en una familia de agricultores, tiene buenos recuerdos de una infancia en la que paso ayudando a su padre en los campos, con tardes y vacaciones escolares dedicadas al cultivo de arroz, algodón y otros cultivos en la parcela familiar.

La región ha experimentado cambios significantes desde entonces, y ahora, los agricultores se enfrentan al aumento de las temperaturas y a las precipitaciones impredecibles. La motivación para ayudar a los agricultores más pobres a adaptarse al cambio climático y mejorar la producción de alimentos fue lo que llevó a Govindan a dedicarse al mejoramiento.

Han pasado casi diez años desde que Govindan se unió al equipo del Programa de Trigo de Primavera del CIMMYT, y se siente honrado de formar parte de un programa con un legado tan significativo. “Norman Borlaug, Sanjay Rajaram y mi supervisor, Ravi Singh, son personas legendarias,” explica. “Afortunadamente, no comenzamos desde cero. Estas personas hicieron la vida más fácil, y solo necesitamos seguir avanzando para lograr ganancia genética continua para seguir mejorando la seguridad alimentaria y nutricional.”

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Garantizando la seguridad alimentaria para un planeta en crecimiento

Cosecha experimental de maíz naranja enriquecido con provitamina A, Zambia. (Foto: CIMMYT)

Según el informe Perspectivas de la Población Mundial 2019: Aspectos Destacados, en poco más de una década, habrá alrededor de 8.5 mil millones de personas en el planeta y casi 10 mil millones para 2050.

El informe menciona que los próximos pobladores se concentrarán en regiones como el África subsahariana y el sur de Asia, es decir, regiones que ya enfrentan una grave inseguridad alimentaria, temperaturas en aumento, escasez de agua y precipitaciones irregulares.

Hoy en día, las personas que sufren hambre en todo el mundo superan los 850 millones y se estima que 2 mil millones carecen de micronutrientes, con costosos impactos sociales y de salud.

Para mediados de siglo, según datos de las Naciones Unidas, 7 de cada 10 personas vivirán en ciudades. Con más bocas para alimentar y menos agricultores, los sistemas alimentarios enfrentarán dificultades para crecer y proveer suficiente comida nutritiva a precios asequibles, mientras mitigan el daño ambiental.

Afrontando los retos

Como muestran los ejemplos a continuación, la ciencia aplicada y las asociaciones pueden ayudar a abordar estos problemas complejos.

Décadas de investigación y aplicación por parte de científicos, trabajadores de extensión, especialistas en maquinaria y agricultores están perfeccionando y difundiendo prácticas que conservan los recursos del suelo y agua, mejoran los rendimientos en condiciones más cálidas y secas, y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación asociada con el cultivo de maíz y trigo en África, Asia y América Latina.

Un agricultor atiende un ensayo de agricultura de conservación a largo plazo para un sistema de cultivo de arroz, trigo y mungo en el distrito de Rajshahi, Bangladesh. (Foto: CIMMYT)

Cada vez es más frecuente que agricultores africanos cultiven maíz tolerante a la sequía, el cual produce cosechas abundantes con buenas precipitaciones y proporciona grano en años más secos al tiempo que otras variedades de maíz se marchitan.

Un enfoque conocido como biofortificación, que involucra la creación de micronutrientes en cultivos básicos mediante el mejoramiento genético, puede mejorar la nutrición como parte de una estrategia integrada de sistemas alimentarios. El CIMMYT, varias instituciones del CGIAR y numerosas organizaciones nacionales de investigación y socios de escalamiento han desarrollado y lanzado más de 60 variedades mejoradas de maíz y trigo en 19 países de África, Asia y América Latina. Entre sus características se encuentran los niveles enriquecidos de micronutrientes esenciales como el zinc o la pro-vitamina A.

El apoyo constante de los donantes y responsables políticos ayudará a garantizar que el personal y los socios del CIMMYT puedan continuar mejorando los medios de vida y la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores y los consumidores de escasos recursos, a medida que aumenta la población mundial.

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Más de 10 millones de personas se benefician con el trabajo de HarvestPlus y los ganadores del WFP

El Batán, Texcoco, Estado de México.- Howarth Bouis, director de HarvestPlus, es uno de los cuatro ganadores del Premio Mundial de la Alimentación 2016 (WFP, por sus siglas en inglés), que se le concede por liderar la investigación internacional que causó un incremento sustancial en la disponibilidad de cultivos biofortificados con nutrientes para millones de personas de bajos recursos.

Bouis fue reconocido de manera específica por encabezar el trabajo pionero que estableció un enfoque multiinstitucional a la biofortificación como estrategia de fitomejoramiento mundial, según dijeron los organizadores del Premio Mundial de la Alimentación en un comunicado publicado el martes pasado. HarvestPlus, un programa interdisciplinario y colaborativo, fue puesto en marcha en 2003 y ahora forma parte del programa Agricultura para la Nutrición y la Salud, coordinado por el consorcio de investigadores agrícolas del CGIAR.

Bouis, que trabaja en el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) del CGIAR, ha dirigido iniciativas gracias a las cuales se han liberado o ensayado, en más de 40 países, cultivos como frijol, arroz, trigo y mijo perla enriquecidos con hierro y zinc, así como yuca, maíz y camote naranja enriquecidos con vitamina A.

Los otros tres galardonados, María Andrade, Robert Mwanga y Jan Low, del Centro Internacional de la Papa (CIP) del CGIAR, reciben el Premio en reconocimiento a su trabajo, gracias al cual se generó el camote de pulpa naranja biofortificado. Andrade y Mwanga, científicos de las plantas en Mozambique y Uganda, mejoraron la papa biofortificada con vitamina A utilizando material genético del CIP y otras fuentes, en tanto que Low estructuró estudios y programas de nutrición que llevaron a casi 2 millones de familias en 10 países africanos distintos a sembrar, comprar y consumir este tubérculo biofortificado.

Dados los esfuerzos combinados de los cuatro receptores del Premio Mundial de la Alimentación, más de 10 millones de personas están ahora obteniendo beneficios nutricionales de los cultivos biofortificados, y existe el potencial de beneficiar a varios cientos de millones de personas más en las próximas décadas.

Los mejoradores de maíz y trigo del CIMMYT combaten la deficiencia de micronutrientes, o “hambre oculta”, a través de HarvestPlus con el fin de mejorar la nutrición en las comunidades pobres donde no hay otras opciones nutritivas o, si las hay, son limitadas o demasiado caras. La deficiencia de micronutrientes se caracteriza por causar anemia por deficiencia de hierro, así como deficiencia de vitamina A y de zinc.

Los científicos que trabajan con HarvestPlus generaron maíz naranja enriquecido con vitamina A. El maíz naranja fue desarrollado de manera convencional y proporciona altos niveles de carotenoides de provitamina A, una pigmentación natural de las plantas que está presente en frutas y verduras (mango, zanahoria, calabaza, camote, verduras de hoja oscura y carne) y que el cuerpo transforma en vitamina A.

Los mejoradores de maíz están trabajando en generar variedades que tienen 50% más provitamina A que las primeras variedades que fueron liberadas y comercializadas. En Zambia, Zimbawe y Malawi se liberaron 12 variedades que son agronómicamente competitivas y que tienen cerca de 8 ppm de provitamina A. También están generando variedades de maíz biofortificadas con zinc, los cuales podrían ser liberados en 2017.

Científicos del CIMMYT han obtenido este prestigioso premio. Evangelina Villegas y Surinder Vasal lo recibieron en 2000 por haber generado maíz con calidad proteínica con un balance adecuado de aminoácidos utilizando técnicas de la biofortificación. De esta forma, ofrecieron opciones nutritivas a las personas en cuya dieta predomina el grano de maíz y que no cuentan con otras fuentes adecuadas de proteína. El mejorador de trigo Sanjaya Rajaram obtuvo el premio en 2014 por haber generado 480 variedades de trigo que aumentaron los rendimientos a escala mundial y que alimentan a más de mil millones de personas al año.

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Científicos del CIP son ganadores del WFP 2016

El trabajo de los científicos galardonados estuvo enfocado en la biofortificación de cultivos.
Con información de www.worldfoodprize.org
28 de junio de 2016.

Washington, D. C.- Un total de cuatro científicos fueron anunciados el día de hoy ganadores del Premio Mundial de la Alimentación 2016 durante una ceremonia del Departamento de Estados Unidos. Tres de ellos son investigadores del Centro Internacional de la Papa, el cual, como el CIMMYT, es miembro del CGIAR (Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional).

Los cuatro extraordinarios ganadores (María Andrade, Robert Mwanga, Jan Low y Howarth Bouis) han probado que la ciencia importa y que con dedicación puede cambiar la vida de las personas, así lo expresó Gayle Smith, administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. «USAID y los socios de Feed the Future están orgullosos de unirse a las organizaciones de investigación de renombre para apoyar los avances en seguridad alimentaria mundial y nutrición», agregó Smith.

El Premio Mundial de la Alimentación es el más destacado premio global para individuos cuyos logros mitiguen el hambre y promuevan la seguridad alimentaria mundial. Este año, el premio de $250,000 dólares será dividido entre los cuatro receptores. El premio recompensa su trabajo en la lucha contra el hambre en el mundo y la malnutrición mediante la biofortificación, el proceso de la cría de vitaminas y micronutrientes críticos en los cultivos básicos.

Tres de los investigadores galardonados este año son parte del Centro Internacional de la Papa (CIP), donde han trabajado en la investigación del camote desde 1988, siendo la biofortificación del camote pulpa anaranjada (OFSP en inglés) el ejemplo más exitoso de su trabajo. Los doctores Andrade y Mwanga, científicos de plantas en Mozambique y Uganda, criaron OFSP enriquecidos con vitamina A usando material genético del CIP y de otras fuentes, mientras que la doctora Low estructuró los estudios de nutrición y programas que convencieron a casi dos millones de hogares en África a plantar, comprar y consumir este alimento nutricionalmente enriquecido.

El Dr. Howarth Bouis, fundador de HarvestPlus en el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI), fue pionero en su investigación de más de 25 años en la implementación de un enfoque multiinstitucional para biofortificación como una estrategia global de fitomejoramiento. Como resultado de su liderazgo, cultivos de granos fortificados con hierro y zinc, como el arroz, el trigo y el mijo perla, junto con la yuca enriquecida en vitamina A, el maíz y el camote anaranjado, están siendo probados o liberados en más de 40 países.

Gracias a los esfuerzos combinados de los cuatro científicos galardonados, más de 10 millones de personas se beneficiarán de estos cultivos biofortificados, con un potencial de varios cientos de millones más en las próximas décadas.

Al dar a conocer los nombres de los laureados en 2016, el embajador Kenneth M. Quinn, presidente del Premio Mundial de la Alimentación, señaló que «son verdaderamente dignos de este premio creado por el Dr. Norman E. Borlaug y visto como el Premio Nobel para la Alimentación y la Agricultura». Recordó además que el año 2016 marca el trigésimo aniversario de la creación del Premio Mundial de la Alimentación.

«El impacto de la labor de los cuatro ganadores se hará sentir en todo el mundo, pero particularmente en el África subsahariana», añadió Quinn. «Es particularmente conmovedor que entre nuestros galardonados, dos sean científicos africanos que están trabajando en soluciones para enfrentar la desnutrición en África y para África.»

Los doctores Andrade, Mwanga, Bajo y Bouis recibirán el Premio Mundial de la Alimentación en una ceremonia que tendrá lugar en el magnífico edificio del capitolio del estado de Iowa en Des Moines, Iowa, la tarde del 13 de octubre de 2016. El evento es la pieza central de simposio internacional titulado «Diálogo de Borlaug», que regularmente atrae a más de 1,200 personas de 60 países para discutir temas de vanguardia en la seguridad alimentaria mundial.

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México y el CIMMYT impresionan a diplomáticos en El Batán

Como cada dos años el CIMMYT organiza el Día de los Embajadores con el propósito de dar a conocer las actividades del CIMMYT y la agenda global de investigación, con el fin de fortalecer o restablecer la colaboración y facilitar la aprobación de visados para el personal del CIMMYT al visitar esos países.

Participaron en el evento los miembros del cuerpo diplomático de México provenientes de 20 naciones, incluidos algunos países donde trabaja el CIMMYT, así como representantes de la Organización Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas (UNESCO),
 el Instituto Interamericano de Cooperación en la Agricultura (IICA), SAGARPA, la División de Cooperación Técnica y Científica de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México y el personal del CIMMYT.

Al dirigirse a los visitantes, el director general del CIMMYT, Dr. Thomas A. Lumpkin, enfatizó que la creciente población mundial, los cambios en las dietas, los limitados recursos naturales, la demanda de biocombustibles y el clima cada vez más variable, están ejerciendo una presión extraordinaria en el sistema alimentario mundial. “En resumen, habrá una enorme demanda de cultivos alimentarios y, al mismo tiempo, condiciones cada vez peores para la producción de esos cultivos, lo cual resalta la necesidad de contar con tecnologías mejoradas”, dijo.

Por parte de la SAGARPA el ingeniero Belisario Domínguez, Director General de Productividad y Desarrollo Tecnológico, dio un mensaje de bienvenida a todos los presentes y explicó el rumbo que tienen las políticas mexicanas para mejorar las condiciones del campo. La Cruzada Nacional Contra el Hambre una de las estrategias de este gobierno busca garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de los 7.01 millones de mexicanos que hoy viven en condición de pobreza extrema.

A esta estrategia se unen los objetivos de MasAgro que busca fortalecer la seguridad alimentaria nacional mediante la investigación, generación de capacidades, la transferencia de tecnología en zonas rurales y la promoción de prácticas agronómicas sustentables, programa que se encuentra bajo la dirección de la SAGARPA y el CIMMYT.

El embajador de Palestina, Sr. Munjed M.S. Saleh, dijo estar muy impresionado por la presentación del CIMMYT y agregó que su país ya está proporcionando apoyo técnico a varias naciones, a fin de mejorar la eficiencia en el uso de agua.

La representante de la Embajada de Venezuela, Sra. Alba Méndez, expresó su interés en trabajar con el embajador en una propuesta de colaboración con el CIMMYT orientada a fortalecer la investigación agrícola en ese país. También dijo estar interesada en establecer un programa de capacitación para productores.

El programa del evento incluyó giras por los laboratorios y los campos, así como breves reseñas de las actividades y resultados del CIMMYT, como los recursos genéticos de maíz y trigo, el mejoramiento de la resistencia del trigo a las enfermedades y de su calidad de panificación, el mejoramiento del maíz y la biofortificación.