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¿Están dispuestos los consumidores a pagar más por el maíz azul?

Al entrar a los supermercados o restaurantes en la Ciudad de México y la zona metropolitana es posible encontrar productos hechos de maíz azul —alimento que no hubiera estado disponible hace algunos años. Algunos de los platillos favoritos de México adquieren un nuevo tono con chips de maíz azul, tortillas o tamales azules. Pero, ¿los mejoradores, molineros, procesadores y organizaciones de agricultores deberían invertir en la expansión de la producción de maíz azul y sus productos? ¿Los consumidores están realmente interesados y dispuestos a pagar más?

Estas son algunas de las preguntas que los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en México se propusieron responder. Establecieron un estudio para evaluar las preferencias de los consumidores y su disposición para pagar por estas tortillas de maíz azul.

El maíz es un cultivo básico principal en México y las tortillas forman la base de muchos platillos tradicionales. Las variedades de maíz azul han existido durante miles de años, pero hasta hace poco eran en su mayoría desconocidas fuera de las comunidades agrícolas que las cultivaban. Además de su color llamativo, el grano ha ganado popularidad en parte debido a los beneficios para la salud derivados de la antocianina, el pigmento azul que contiene antioxidantes.

Trent Blare (izquierda), economista del CIMMYT y líder del estudio, realiza un experimento de elección con el entrevistado Luis Alcántara. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)

«La demanda de maíz azul se ha disparado en los últimos años», dijo Trent Blare, economista del CIMMYT y líder de la investigación. «Hace tres años, el maíz blanco y azul se vendían al mismo precio. Hace un año, el maíz azul costaba solo unos pocos pesos mexicanos más, y ahora el maíz azul vale mucho más. Sin embargo, todavía nos falta información sobre la demanda y las preferencias de los consumidores».

Según Blare, el objetivo final del estudio es explorar la demanda de maíz azul y tratar de comprender mejor su potencial de mercado. «Si queremos que los agricultores que cultivan maíz azul puedan obtener un mejor valor de mercado, tenemos que saber cómo se ve el mercado».

Esta investigación recibió fondos de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (ASERCA) de México, la cual trabaja con organizaciones de agricultores en soluciones de almacenamiento poscosecha para su maíz. Como el maíz azul es más blando que las variedades típicas blancas o amarillas, requiere de un almacenamiento especial para protegerlo contra insectos y daños. Para ayudar a proporcionar a los agricultores la tecnología correcta de almacenamiento de maíz, ASERCA y otros en México se beneficiarán de una comprensión más profunda del mercado del maíz azul en la región. Además, los investigadores estaban interesados en saber si hay una prima por cultivar maíz azul o para hacer tortillas a mano. Las primas podrían ayudar a convencer a los agricultores a invertir en tecnologías poscosecha y en la producción de maíz azul.

“Existe la idea de que la demanda debería provenir de los productores, pero hay muchos pasos en la cadena de valor del maíz. Básicamente, estamos retrocediendo en la cadena de valor: hay demanda, hay mercado, desde el consumidor hasta el agricultor», explicó Blare.

«Hubo un aspecto de género interesante en esta investigación: en su mayoría, las mujeres compraban y fabricaban estos alimentos a base de maíz, y estaban más dispuestas a pagar más por el maíz azul», dijo Miriam Pérez (derecha), asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)

Una cuestión de gusto

El estudio se realizó en Texcoco, a las afueras de la Ciudad de México, donde se encuentran la sede mundial del CIMMYT. Esta ciudad en el Estado de México fue elegida por su larga historia de cultivo y consumo de maíz azul. Las entrevistas se llevaron a cabo en tres lugares diferentes, un mercado tradicional y dos centros comerciales locales, a fin de garantizar que se incluyeran diferentes grupos socioeconómicos.

“Hay cierto orgullo en la tortilla azul. Como mexicanos, la tortilla es algo que nos une», dijo Mariana García Medina, asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)

El equipo entrevistó a 640 consumidores, haciendo preguntas como dónde compran diferentes tipos de tortillas, en qué platillos usan diferentes tipos de tortillas y si tuvieron dificultades para comprar su tortilla preferida. El equipo también realizó análisis sensoriales y atributos, y dio a los participantes del estudio una opción entre tortillas de maíz azul y maíz blanco hechas a mano y tortillas de maíz blanco hechas a máquina.

Los entrevistados recibieron tres escenarios diferentes. ¿Estarían dispuestos a pagar más por las tortillas azules en comparación con otras tortillas si comieran quesadillas en un restaurante?, ¿servirlas durante un evento especial o la visita de un miembro de la familia?, ¿para consumo diario?

Las respuestas permitieron a los investigadores cuantificar cuánto más estaban dispuestos a pagar los consumidores y en qué circunstancias, ya que se les dieron diferentes puntos de precio para diferentes tipos de tortillas en distintos escenarios.

Colores verdaderos

Los investigadores encontraron que las preferencias por el maíz azul y blanco eran distintas para los diferentes platillos, y que había una preferencia particular por el maíz azul cuando se usaba en platillos tradicionales de esta región, como los tlacoyos o la barbacoa. La mayoría de los consumidores estaban dispuestos a pagar más por tortillas de mayor calidad, independientemente del color, siempre que fueran hechas a mano y frescas con maíz cultivado de manera local. Los entrevistadores también vieron una diferencia notable en la preferencia por las tortillas azules dependiendo de la situación: las tortillas azules se demandan más para ocasiones especiales y en los mercados tradicionales.

«Me pareció fascinante que haya una diferencia en el consumo de maíz azul en función de las circunstancias en las que se está comiendo», dijo Blare. «Esta es una de las innovaciones en nuestro estudio de demanda —no analizar la demanda de un producto alimenticio en general, sino analizar las diferencias en la demanda de un producto en diferentes contextos, lo cual es importante ya que la comida es un componente muy importante para las celebraciones».

«Creemos que hay potencial para replicar esto en otros lugares de México, para ver la preferencia del consumidor y la disposición a los precios del maíz azul y otros productos de maíz de valor agregado», dijo Jason Donovan, economista sénior del CIMMYT. “Esto no solo informará a los agricultores y los mercados, sino también a cómo hacer este tipo de investigación, especialmente en las economías de ingresos medios. Este estudio es el primero de su tipo».

“Como colombiana, ¡realmente me sorprendió que los mexicanos pudieran distinguir entre las tortillas de maíz blanco y azul incluso con los ojos vendados! Realmente muestra la importancia del maíz para su dieta y cultura”, dijo Diana Ospina Rojas (izquierda), asistente de investigación y entrevistadora. (Foto: Carolyn Cowan/CIMMYT)

Aún tenemos el azul

En general, los resultados revelaron que las mujeres estaban dispuestas a pagar un 33% más por las tortillas de maíz azul, mientras que los hombres estaban dispuestos a pagar un 19% más. Por cada año adicional de educación, un consumidor estaba dispuesto a pagar un 1% más por las tortillas de maíz azul. Curiosamente, los ingresos de una persona no tuvieron ningún efecto sobre su voluntad de pagar más por tortillas de maíz azul. Muchas personas entrevistadas expresaron su preferencia por el maíz azul, pero comentaron que no siempre pueden encontrarlo en los mercados locales.

La información recopilada en estos experimentos de elección ayudará a los agricultores, mejoradores y otros actores a lo largo de la cadena de valor del maíz a tomar decisiones más informadas sobre la mejor manera de proporcionar variedades de maíz azul al público y brindar a los consumidores lo que quieren.

«Fue una experiencia muy interesante, nunca antes había participado en una encuesta como esta y creo que es importante tomarse el tiempo para pensar en nuestras decisiones sobre la comida», dijo Brenda López, una de las entrevistadas en el experimento de elección. López prefería las tortillas hechas a mano, especialmente las hechas con maíz azul. «Creo que tienen más sabor», dijo. «Acabo de comprar tortillas hechas a mano en el mercado antes de participar en esta encuesta, pero tuve que comprar blanco porque no había azul».

Otro entrevistado, Luis Alcántara, estuvo de acuerdo. «Prefiero el azul por el sabor, la textura, incluso el olor», dijo. “En casa comemos tortillas hechas a máquina porque es difícil encontrar tortillas hechas a mano, e incluso si las encuentras, no son azules. Compraríamos azul si pudiéramos.

Foto de portada: Tortillas de maíz azul. (Foto: Luis Figueroa)

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Fomentan el intercambio de semillas para preservar la biodiversidad de la milpa maya

  • La localidad de Yaxunah, en el municipio de Yaxcabá, Yucatán, realizó su primera Feria de Intercambio de Semillas para que las familias que trabajan en el sistema milpa intercambiaran y adquirieran semillas para preservar el legado biocultural de la milpa maya.
  • La iniciativa deriva del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán, que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve desde 2016 para conseguir la adopción de prácticas sustentables que logren preservar la biodiversidad y los recursos genéticos del sistema milpa ante el cambio climático.

Por: Divulgación-CIMMYT.

2 de junio de 2019.


Yaxcabá, Yuc.- La primera Feria de Intercambio de Semillas de la comisaría ejidal de Yaxunah, en el municipio de Yaxcabá, Yucatán, reunió a más de 130 pequeños productores de esa localidad y de algunas aledañas y alrededor de un centenar de visitantes, entre alumnos, docentes, investigadores, representantes de organismos gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil y población en general. La actividad fue coordinada por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en colaboración con la Fundación Haciendas del Mundo Maya y Fomento Social Banamex.

El intercambio de semillas es una estrategia que surge en el marco del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán (MSPY), que tiene presencia en 69 localidades de 21 municipios de la Península y es promovida por el CIMMYT para preservar la riqueza biológica y cultural de la región mediante prácticas sustentables que permiten a los productores mejorar sus rendimientos, conservar sus recursos naturales y lograr la resiliencia de la milpa maya ante los efectos del cambio climático.

Productores y estudiantes de distintas instituciones académicas —desde el nivel básico hasta el superior— intercambiaron semillas de distintas variedades de maíz nativo (algunas recuperadas gracias a las estrategias de reinserción del CIMMYT y otras desarrolladas a partir del trabajo de mejoramiento participativo con productores cooperantes del proyecto MSPY), calabaza, frijol y otras leguminosas, así como plantas de chile, quelites, tomates y otras especies del sistema milpa, tanto para ciclo corto como para ciclo largo y principalmente adaptadas al suelo rojo de la Península.

La diversidad de actividades y la ubicación estratégica de la localidad favorecieron la confluencia de productores, investigadores y público en general, quienes —además— tuvieron la oportunidad de conocer el banco comunitario de semillas del lugar. Entre los asistentes estuvieron Paulina González Jáuregui, directora adjunta de la Fundación Haciendas del Mundo Maya; Isaí Miranda Ojeda, coordinador de proyectos ambientales de la Fundación; Eduardo Tovar López, gerente del Hub Península de Yucatán, CIMMYT; el comisario del ejido de Yaxunah; alumnos y docentes de la Universidad Tecnológica del Mayab, de la Universidad Autónoma de Yucatán; y académicos e investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), de la Universidad Autónoma de Yucatán. También estuvieron presentes representantes de instituciones gubernamentales como el INIFAP, la Conabio, la Secretaría de Cultura y la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Yucatán.

En el marco de la feria, se develó la placa conmemorativa del mural titulado ‘La Primera Casa’ dentro del Centro Cultural Comunitario de Yaxunah, que el CIMMYT y sus colaboradores promovieron en la comunidad como un ejercicio de cocreación colaborativa para fortalecer la identidad cultural y el manejo sustentable de su entorno.

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Tras los pasos del maíz criollo, 50 años después

El maíz es más que un cultivo en México. Si bien proporciona alimentos, forraje y materias primas, también es un legado que se transmite de generación en generación y conecta a las personas de México con su pasado.

La fascinante diversidad del maíz en México está arraigada en su legado cultural y biológico como el centro del origen del maíz. Las variedades de maíz criollo, que son variedades que han sido cultivadas y sometidas a selección por los agricultores durante generaciones, conservando una identidad distinta y careciendo de mejoras formales en los cultivos, constituyen la base de esta diversidad.

Al igual que con cualquier legado cultural, el cultivo de variedades de maíz criollo puede perderse con el paso del tiempo a medida que los agricultores se adaptan a los mercados cambiantes y se producen cambios generacionales.

La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez, de la Escuela de Estudios Avanzados de Sant’Anna en Italia, e investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han emprendido un nuevo estudio que rastrea la conservación y el abandono de las variedades de maíz criollo en los últimos 50 años en Morelos, el segundo estado más pequeño de México.

El estudio se basa en una colección de 93 muestras de variedades de maíz criollo, recolectadas y almacenadas en el banco de germoplasma de maíz del CIMMYT por Ángel Kato, asistente de investigación, en 1966-67. Los investigadores rastrearon a las 66 familias en Morelos que donaron las muestras y exploraron las razones por las que abandonaron o conservaron sus variedades.

Doctoral candidate Denisse McLean-Rodríguez (left) interviews maize farmer Roque Juarez Ramirez at his family home in Morelos to explore his opinions on landrace conservation. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez (a la izquierda) entrevista al agricultor de maíz Roque Juárez Ramírez en su casa, en el estado de Morelos para explorar sus opiniones sobre la conservación de las tierras. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Tras los pasos del abandono de las variedades criollas

En seis casos, los investigadores pudieron entrevistar a los agricultores originales que donaron las muestras al CIMMYT. En otros casos, entrevistaron a los miembros de su familia, con mayor frecuencia a los hijos o hijas, o alternativamente a sus nietos, hermanos, sobrinos o viudas.

El estudio revela que el cultivo de maíz ha disminuido significativamente en las familias. Solo 13 de las 66 familias siguen cultivando los mismos lotes de semillas de maíz que en 1966-67 y hubo consenso en que los entornos sociales, económicos y físicos actuales son desfavorables para el cultivo de variedades de maíz criollo.

Entre las razones del abandono se encuentran los cambios en las tecnologías de cultivo de maíz, los mercados cambiantes para el maíz y otros cultivos, los cambios de políticas, las preferencias culturales, la urbanización y el cambio climático.

«Al descubrir la continuidad de las variedades de maíz criollo en los campos de los agricultores y los factores que impulsan el cambio, pudimos entender mejor el contexto en el que se cultivan actualmente estas variedades», dijo McLean-Rodríguez. «Nuestro estudio también nos permitió evaluar la importancia de la conservación ex situ en instalaciones como el banco de germoplasma del CIMMYT».

Juarez and Oliveros’s grandson shows the family’s heirloom maize: maíz colorado (left) and Ancho maize. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El nieto de Juárez y Oliveros muestra el maíz de la familia: maíz colorado (izquierda) y maíz Ancho. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Conservación de la biodiversidad del maíz

Las variedades de maíz criollo se pueden conservar «in situ» en los campos de los agricultores y «ex situ» en un espacio protegido, como un banco de germoplasma o un banco comunitario de semillas.

“Estas estrategias de conservación son complementarias”, explicó McLean-Rodríguez. “La conservación ex situ ayuda a asegurar las variedades de maíz criollo en caso de condiciones impredecibles que amenazan su conservación en el campo, mientras que el cultivo in situ permite que continúen los procesos que generaron la diversidad del maíz, permitiendo la aparición de mutaciones y la evolución de nuevos rasgos potencialmente beneficiosos”.

La pérdida de variedades de maíces criollos en los campos de los agricultores durante más de 50 años destaca la importancia de la conservación ex situ. El banco de germoplasma de maíz del CIMMYT contiene 28 000 muestras de maíz y sus parientes silvestres de 88 países, que abarcan colecciones que datan de 1943. Las semillas almacenadas en el banco de germoplasma están protegidas ante crisis o desastres naturales, y están disponibles para el mejoramiento y la investigación. Los rasgos que se encuentran en las variedades de maíz criollo pueden incorporarse a nuevas variedades para abordar algunos de los desafíos agrícolas más apremiantes del mundo, como los cambios de clima, las plagas y enfermedades emergentes, y la desnutrición.

McLean-Rodríguez recuerda un aspecto del estudio que encontró particularmente gratificante: “Muchas de las familias que habían perdido su maíz criollo por una razón u otra estaban interesadas en recibir muestras de su maíz del banco de germoplasma del CIMMYT. Algunos estaban interesados en las muestras por su valor personal, mientras que otros estaban más interesados en el valor productivo. Estaban muy felices de recuperar su maíz del banco de germoplasma, y sería muy interesante saber si la semilla repatriada se cultivará en el futuro».

Ventura Oliveros Garcia holds a photograph of her father, Santos Oliveros, who was one of the maize farmers who donated seed to CIMMYT’s genebank in 1966-67. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
Ventura Oliveros García sostiene una fotografía de su padre, Santos Oliveros, quien fue uno de los productores de maíz que donó semillas al banco de germoplasma del CIMMYT en 1966-67. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Una tradición familiar

Una de las familias que participaron en el estudio fue la del agricultor Roque Juárez Ramírez y su esposa, Ventura Oliveros García, cuyo padre era uno de los agricultores donantes de Morelos. «Me sentí muy feliz al escuchar el nombre de mi padre, [Santos Oliveros]», menciona Oliveros, recordando el momento en que McLean-Rodríguez la contactó. «Siempre fue un productor de maíz, ya que en sus tiempos no se cultivaba nada más. Sembraba en su tierra de cultivo [ejido] y siempre pudo cosechar mucho maíz, muchas mazorcas. Plantaba una variedad de maíz criollo que llamamos maíz arribeño, o marceño, porque se siembra siempre en marzo”.

Juárez percibe su responsabilidad como productor de maíz: “Siento que la importancia [del cultivo del maíz] no es pequeña, sino grande. No estamos hablando de mantener con vida a 10 o 20 personas; tenemos que alimentar a todo un país de personas que comen y beben, además de atender a nuestras familias. Nosotros, los agricultores, generamos los alimentos”.

Mientras llena recipientes con champurrado, una bebida dulce mexicana a base de maíz, y presenta muestras del maíz básico de la familia — maíz colorado y ancho — Oliveros describe lo que significa el maíz para ella: «El maíz es muy importante para mi familia y para mí porque es nuestra principal fuente de alimento, tanto para humanos como para animales. «Utilizamos nuestra variedad de maíz para hacer pozole, tortillas, tamales, atole, quesadillas, picadas y muchos otros alimentos».

La familia Juárez-Oliveros sustituyó el lote de semillas de maíz ancho del padre de Oliveros con otro lote de semillas de maíz ancho de la familia de su esposo. El maíz ancho se usa para hacer pozole, y continúa siendo ampliamente cultivado en algunos municipios de Morelos, incluyendo Totolapan, donde reside la familia. Sin embargo, los investigadores descubrieron que otras variedades de maíz criollo presentes en la colección de 1966-67, como Pepitilla, fueron más difíciles de rastrear 50 años después.

Maíz colorado (left), or red maize, is an important part of the family’s diet. The family’s Ancho maize (right) has characteristically wide and flat kernels, and is a key ingredient of the pozole stew. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El maíz colorado (a la izquierda), o maíz rojo, es una parte importante de la dieta de la familia. El maíz ancho de la familia (a la derecha) tiene granos característicamente anchos y planos, y es un ingrediente clave del pozole. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

El estudio muestra que el abandono de las variedades de maíz criollo es común cuando la agricultura pasa de una generación a la siguiente. Los agricultores de mayor edad están muy conectados con sus variedades de maíz criollo y continúan cultivándolas, incluso ante razones apremiantes para cambiarlos o reemplazarlos. Cuando las generaciones más jóvenes se hacen cargo de la gestión de las tierras de cultivo, estas variedades de maíz criollo suelen ser abandonadas.

No obstante, los jóvenes agricultores siguen valorando la importancia cultural y culinaria de las variedades de maíz criollo. «El maíz tiene un importante significado tradicional y cultural, y es fundamental para nuestra economía», dijo Isaac Juárez Oliveros, hijo de Roque y Ventura. “He plantado [variedades de maíz criollo] desde que tenía entre 15 y 20 años. Conseguí mi semilla de maíz de mis padres. Creo que es importante que las familias sigan plantando su maíz, ya que se ha convertido en una tradición que se ha pasado de generación en generación”.

The family’s son, Isaac Juarez Oliveros, stands outside the maize storage room where they store and dry their harvested maize for sale and consumption. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El hijo de la familia, Isaac Juárez Oliveros, afuera del almacén de maíz donde almacenan y secan el maíz cosechado para la venta y el consumo. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

El legado para las generaciones futuras

La seguridad alimentaria mundial depende del mantenimiento de una alta biodiversidad genética en cultivos alimentarios básicos tan importantes como el maíz. Comprender las causas del abandono de las variedades de maíz criollo puede ayudar a desarrollar estrategias efectivas de conservación. Los autores sugieren que los nichos para la conservación de razas e incluso la expansión pueden apoyarse de la misma manera que se han creado nichos para mejorar el maíz y otros cultivos comerciales. Mientras tanto, el manejo de los recursos genéticos es vital, tanto en el campo como en los bancos de germoplasma, especialmente en los países en vías de desarrollo donde existe una diversidad más amplia.

Para Oliveros, es una cuestión de legado familiar: «Significa mucho para mí que [la semilla de mi familia] se haya conservado porque ha permitido que el maíz de mi familia y la memoria de mi padre sigan vivos».

«Los agricultores que cultivan variedades de maíz criollo están proporcionando un servicio público global invaluable», afirman los autores del estudio. “Fomentar el cultivo de maíz en los agricultores más jóvenes será clave. Aprovechar el potencial de conservación de la generación actual de agricultores es una oportunidad que no debemos dejar pasar».

 

Lea el estudio completo:

El abandono de las variedades de maíz criollo en los últimos 50 años en Morelos, México: un estudio de rastreo desde una perspectiva multinivel

Los fondos para esta investigación fueron proporcionados por el Programa de Investigación de Maíz del CGIAR, la Escuela de Estudios Avanzados Sant’Anna y la Universidad de Wageningen.

Un reconocimiento especial para las familias, los participantes de los grupos focales y las autoridades municipales del estado de Morelos que amablemente dedicaron tiempo para compartir sus experiencias con nosotros sobre los desafíos y recompensas de la conservación de las variedades de maíz criollo.

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Impulsan la conservación de la biodiversidad con una reserva comunitaria de semillas en Concepción Chiquirichapa, Guatemala

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Por: Ana Christina Chaclán, enlace de comunicación Buena Milpa Guatemala.

Concepción Chiquirichapa, Guatemala.- El 28 de marzo productores de comunidades de Concepción Chiquirichapa recibieron una reserva comunitaria de semillas (RCS) para almacenar granos de maíz, frijol y otras hortalizas y contar con ellos ante alguna calamidad. La RCS estará funcionando en el Centro de Mayoreo de Hortalizas de Concepción Chiquirichapa (Cemacc), y tiene capacidad para almacenar varias libras de diferentes semillas de al menos cien productores locales.

Carlos Sum, coordinador de formación del Proyecto Buena Milpa Guatemala, explicó que este es un trabajo que se realiza en conjunto con organizaciones locales; el Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA); la sede en Quetzaltenango del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA); y la municipalidad de Concepción Chiquirichapa. “Como parte del seguimiento se darán capacitaciones a los productores en el campo, para que mejoren sus sistemas de producción y puedan organizarse para garantizar el adecuado funcionamiento de la reserva”, dijo Sum.

Dos socios estratégicos con los que colabora el Proyecto Buena Milpa Guatemala ayudarán a fortalecer el trabajo de la reserva comunitaria, ya que ellos desarrollan la metodología con los productores, identifican las características y realizan un proceso de investigación para hacer la selección con base en las necesidades de la comunidad. También se trabaja con el Programa de Fitomejoramiento Participativo para América Latina, de la Fundación para la Innovación Tecnológica, Agropecuaria y Forestal (Fundit), que capacitará a los productores para trabajar el fitomejoramiento participativo y dará acompañamiento para que puedan elegir las mejores características de sus materiales.

“La reserva no es sólo contar con el espacio físico, también implica toda la organización comunitaria para que los productores puedan depositar sus materiales de maíz, frijol y ayotes y tener un lugar donde conservar sus semillas para los siguientes años. Por eso se deben fortalecer sus capacidades, para que puedan hacer el fitomejoramiento y que ellos mismos seleccionen las características que les interesa mejorar, como altura, color, sabor, producción y resistencia a la sequía y el aire. La reserva mantiene la biodiversidad de la región y ayuda y fortalece el mejoramiento con base en las necesidades de los agricultores”, resaltó Luis Fernando Ramírez, coordinador del Proyecto Buena Milpa Guatemala.

Tomas Pichol es un productor de Panimaché, Chichicastenango, que ha trabajado el fitomejoramiento participativo durante varios años y expuso sus mazorcas nativas en la habilitación de la RCS. Según el productor Everardo Juárez López, de Concepción Chiquirichapa, es una grata noticia para la comunidad contar con una reserva de semillas; compartió que anteriormente ya había visitado una en Huehuetenango, y estaba muy interesado en conocer la forma en que la manejan los comunitarios.

En el occidente del país el Proyecto Buena Milpa Guatemala ha financiado la construcción de ocho reservas comunitarias de semillas y la remodelación de otras cuatro con el objetivo de conservar la biodiversidad y ofrecer opciones de almacenamiento a los productores.

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Las reservas comunitarias resguardan la biodiversidad de semillas nativas de Guatemala

Las reservas comunitarias de semillas son parte de las medidas de adaptación al cambio climático, ya que las sequías, las heladas y el exceso de lluvia están dañando los cultivos y provocando pérdidas de maíz y frijol, lo que atenta contra la seguridad alimentaria de las familias de áreas rurales del occidente de Guatemala.
Por: Ana Christina Chaclán, enlace de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.

Huehuetenango, Guatemala.- El viernes 15 de febrero se inauguró una reserva comunitaria de semillas (RCS) en el cantón Tojxim, de la aldea Capellanía, en Chiantla, Huehuetenango. El propósito de las reservas es brindar un espacio físico idóneo para almacenar las semillas y evitar que pierdan sus cualidades.

Francisco Javier López, presidente del comité de la reserva comunitaria de Tojxim contó que en la reserva ya se almacenan semillas de maíz, haba, avena, frijol y chilacayote, “necesitábamos un lugar para guardar nuestras semillas, porque hace alrededor de cuatro años perdimos cultivos a causa de una sequía, y en otra ocasión llovió mucho y las plantas se pudrieron, por lo que muchos perdimos nuestras semillas y nos costó recuperarlas”. Las RCS son parte de las medidas de adaptación al cambio climático, ya que las sequías, las heladas y el exceso de lluvia están dañando los cultivos y provocando pérdidas de maíz y frijol, y algunas cucurbitáceas, lo que atenta contra la seguridad alimentaria de las familias de áreas rurales del occidente de Guatemala.

“La construcción se realizó en tres meses, y participaron 70 productores que ayudaron a acarrear la arena y las piedras para la construcción. Ahora sólo se ha resguardado la semilla de 25 agricultores, porque los demás todavía están secando los granos”, explicó Feliciano Pérez, técnico local de la Cooperativa Joya Hermosa. A través de la colaboración entre la Asociación de Organizaciones de los Cuchumatanes (Asocuch) y el Proyecto Buena Milpa Guatemala —financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se construyeron cuatro reservas y se mejoraron otras cuatro, las cuales funcionan en comunidades de Huehuetenango. “Empezamos a trabajar con las reservas de semillas hace aproximadamente 15 años. Y, actualmente, ya se construyeron 18 en varias comunidades de Huehuetenango”, compartió Miguel Ángel Figueroa Alba, gerente general de Asocuch.

Figueroa resaltó que es importante concientizar a los productores para que participen en la conservación de semillas, porque las prácticas de secado que utilizan perjudican a los granos, y algunas veces ya no resisten la siguiente cosecha. Para que las RCS funcionen, se realiza un proceso de capacitación con los productores locales, ya que ellos aprenden sobre selección masal, una técnica que permite mejorar la calidad y la productividad de los maíces nativos. Al conservar las semillas nativas de las comunidades rurales se contribuye al resguardo de la biodiversidad y a ofrecer opciones de almacenamiento de semillas resilientes para los productores.

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Entregan más de 900 colecciones de semillas nativas de Guatemala para conservar la agrobiodiversidad y combatir la desnutrición y la pobreza

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) resguardó alrededor de 700 colecciones de variedades nativas de maíz de Guatemala, las cuales fueron entregadas al Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) y al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA).

Por: Ana Christina Chaclán, enlace de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.

7 de septiembre de 2018.

Guatemala.- Hace 68 años, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), ubicado en México, resguardó alrededor de 700 colecciones de variedades nativas de maíz de Guatemala en su Banco de Germoplasma, las cuales fueron repatriadas y entregadas al Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) y al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA).

Los bancos de semillas juegan un papel muy importante en la conservación de la agrobiodiversidad, ya que los desastres naturales pueden impactar de forma drástica en la diversidad fitogenética destruyendo las cosechas, lo que podría provocar la pérdida de variedades de semillas nativas, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria local y mundial.

“El objetivo principal de nuestro Proyecto Buena Milpa ha sido contribuir a la conservación y diseminación de las semillas nativas de maíz, para disminuir el hambre y la pobreza en el occidente de Guatemala, trabajando en colaboración con instituciones gubernamentales, lo que permite que se ponga a disponibilidad de las familias una mejor reserva de las variedades de maíz con altos rendimientos y alto contenido nutricional”, expresó Greg Howell, director de la Oficina de Crecimiento Económico de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).

Además, fueron entregadas 225 colecciones de variedades nativas de maíz por Guardianes de la Biodiversidad, un grupo formado por productores de distintas comunidades de Guatemala. Todas estas colecciones estarán resguardadas en condiciones controladas y óptimas, bajo el cuidado del ICTA.

Mario Fuentes, quien coordina el proyecto de Fitomejoramiento Participativo con el Proyecto Buena Milpa, explicó que la entrega de semillas de los Guardianes de la Biodiversidad es como hacer copias de seguridad para su resguardo, lo que apoya la sostenibilidad para que la semilla no se pierda por los efectos del cambio climático.

Durante el evento, el MAGA y el Ministerio de Cultura y Deportes entregaron reconocimientos a los Guardianes de la Biodiversidad, por conservar las variedades nativas de maíces, y al CIMMYT, USAID y el Fondo de Desarrollo de Noruega, por el apoyo que brindan a productores de maíz y por la promoción de la conservación y mejora del cultivo.

“Es parte de nuestra misión regresar a su país las semillas que hemos conservado por muchos años, le estamos dando el bastón al ICTA para que sigan el proceso de repatriación, y queremos ver rematriación, que significa que las semillas regresen a su madre tierra original”, comentó Denise Costich, directora de la colección de maíz del Banco de Germoplasma del CIMMYT.

Josefina Martínez, oficial de proyectos de USAID, agregó que con el trabajo del Proyecto Buena Milpa se contribuye a disminuir la desnutrición y la pobreza, además de apoyar a los productores para que tengan mejores semillas y mayor productividad.

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Fiesta de sabores y colores en la III Feria de Agrobiodiversidad e Intercambio de Semillas de Guatemala

Más de 350 productores de diferentes comunidades participaron alegremente exponiendo colecciones de diversas razas de maíces, cultivos nativos y más.

Por: Nadia Waleska Rivera, coordinadora de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.

San Pedro Sacatepéquez, Guatemala.- La naturaleza es única y nos ofrece múltiples colores y sabores, por lo que en las ferias de agrobiodiversidad se pueden apreciar distintas especies de semillas, como el maíz que ejemplifica los cuatro colores representativos de la cultura maya: el rojo significa la sangre, la sabiduría y la fuerza de la vida; el amarillo representa el color de la piel y el equilibrio espiritual; el blanco representa la pureza, el color del cielo y el color de los dientes; y el negro simboliza el descanso, el amanecer, la alegría y la clarividencia. Y así, cada color en la vida de los productores mayas tiene un significado especial.

Con una ceremonia maya y el baile de la Paach’ dio inicio la III Feria de Agrobiodiversidad e Intercambio de semillas en el municipio de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, lugar donde cerca de 350 productores de diferentes comunidades de los municipios de San Miguel Ixtahuacán y San Lorenzo participaron alegremente exponiendo colecciones de diversas razas de maíces, cultivos nativos, semillas de diversas variedades (frijoles, habas, etc.), plantas comestibles y medicinales y bienes elaborados a base de productos locales.

Esta actividad fue organizada por la Asociación de Desarrollo Integral para el Occidente (Adipo), con el apoyo del Proyecto Buena Milpa, y ejecutada por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el marco de Feed The Future (iniciativa global del Gobierno de los Estados Unidos contra el hambre y la inseguridad alimentaria) y con el financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Los asistentes apreciaron la diversidad biológica de maíces en las mesas de exposiciones de las diferentes variedades de semillas criollas.

Comercializan sus productos

La mayoría de los productores expuso diversos productos, como frutos, hortalizas, plantas medicinales, semillas de varias especies (maíz, frijol, haba, arveja y trigo) y productos elaborados artesanalmente (almibares de durazno, plantas medicinales disecadas y jabón, pomadas y champú a base de plantas medicinales). Además de exponer, vendieron sus productos a los visitantes y entre ellos mismos.

También se realizó un foro, específicamente con jóvenes, titulado “Juventud: base cultural y sostenible del sistema milpa”, donde participaron los ponentes invitados: Rony Aguilar, de la Pastoral Social de la Tierra, en San Marcos, quien abordó el tema de la preservación de los elementos naturales desde la cosmovisión maya (respeto al medioambiente, el suelo, el agua, las semillas y el bosque); el invitado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), que expuso el tema de la caracterización del sistema milpa; y la disertante del Proyecto Buena Milpa, que habló sobre la importancia del rescate de la gastronomía maya a base de maíz y la promoción del consumo responsable desde el enfoque de la economía solidaria campesina.

Los productores y los exponentes señalaron que a través de este tipo de actividades se promueve la participación de las familias campesinas y el intercambio de semillas nativas y criollas, como métodos para la conservación de la biodiversidad genética y la mejora de la alimentación.

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A través del Proyecto Buena Milpa Guatemala, exponen diversidad biológica de maíces en la Segunda Feria de la Agrobiodiversidad

Se dio a conocer la diversidad genética de las semillas nativas que tienen las comunidades como un recurso fitogenético estratégico que contribuye a mantener su soberanía alimentaria.

Texto y fotografías: Nadia Waleska Rivera López, coordinadora de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.

Santa Lucía La Reforma, Guatemala.- Las semillas nativas son el legado ancestral que heredaron, y aún resguardan, miles de productores del área rural de Guatemala. El compromiso de la sociedad actual es promover el rescate, la conservación y la protección de este valioso recurso que por siglos ha alimentado a nuestros pueblos.

Recientemente, se llevó a cabo la Segunda Feria de la Agrobiodiversidad, Conservación e Intercambio de semillas nativas en el municipio de Santa Lucía La Reforma, Totonicapán, la cual fue organizada y llevada a cabo por la Fundación para la Innovación Tecnológica Agropecuaria y Forestal (Fundit) con el apoyo del Proyecto Buena Milpa Guatemala y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el marco de Feed The Future (iniciativa global del Gobierno de los Estados Unidos contra el hambre y la inseguridad alimentaria) y con el financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

La feria contó con cerca de 380 participantes, entre productores, técnicos, expositores, estudiantes y representantes de instituciones del Estado (Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social [MSPAS]; Ministerio de Desarrollo Social [Mides]; Comité Nacional de Alfabetización [Conalfa]; Ministerio de Educación [Mineduc]; Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación [MAGA]; y Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional [Comusan]), instituciones de sociedad civil (Asociación CDRO, Qachuu Aloom y SHARE) y Reservas Comunitarias de Semillas de las aldeas Quilinco, Chiantla, y Panimaché, Chichicastenango.

Los principales expositores de esta feria fueron productores locales y de otros municipios, quienes dieron a conocer la diversidad genética de las semillas nativas que tienen las comunidades como un recurso fitogenético estratégico que contribuye a mantener su soberanía alimentaria.

Durante el evento se disertaron varias ponencias informativas sobre la trascendencia de la conservación y protección de las diversas especies de semillas nativas ante las amenazas transgénicas, su importancia y contribución a la salud y nutrición de la población, las alternativas de conservación de semillas nativas (uso de reservas comunitarias) y el rol que juegan éstas frente al cambio climático; la mayoría de estas charlas fueron traducidas simultáneamente en idioma maya k’iche’.

En los diversos estands, los expositores mostraron sus diferentes variedades de semillas nativas, principalmente de maíz, plantas medicinales, frutas y hortalizas de la región. Otros expositores comercializaron productos elaborados a base de amaranto, trigo y haba; además, se tuvo un espacio de degustaciones de diversos platillos a base maíz. Los asistentes apreciaron la diversidad biológica y realizaron un intercambio de la misma con el propósito de ampliar las bases de conservación de las variedades nativas de maíz y frijol como cultivos importantes en la dieta familiar.

Los productores y exponentes expresaron su satisfacción por la realización de la Segunda Feria de la Agrobiodiversidad, ya que señalaron que a través de este tipo de actividades se promueve la participación de las familias campesinas y el intercambio de semillas nativas y criollas como métodos para la conservación de la biodiversidad genética y la mejora de la alimentación sana y nutritiva.

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Buena Milpa contribuye a la sensibilización de productores para el cuidado de semillas y la recuperación del sistema milpa

Proyecto Buena Milpa fortalece y cuida la diversidad de semillas para mejorar el sector agroalimentario.
Por: Ana Christina Chaclán
30 de septiembre de 2017.

Quiché, Guatemala.- Se realizó, con la asistencia de 200 personas, la segunda Feria de la Agrobiodiversidad en Panimache I, Chichicastenango, Quiché, en donde se llevaron a cabo varias actividades para hablar sobre la importancia de cuidar las semillas nativas de maíz.

En el evento hubo una degustación gastronómica con productos elaborados a base de maíz, como chuchitos, tamalitos de chipilín y atol de ceniza, que es una bebida que se prepara con masa y frijol. “La actividad es para que la gente conozca que estamos rescatando la semilla de nuestros abuelos, lo que queremos evitar es que se pierda ese legado”, dijo Tomas Pichol Calel, de Adipa, una organización integrada por agricultores de la microrregión de Chichicastenango.

Para Feliciano Pérez Tomas esta actividad es muy importante porque es parte de la vida del agricultor y de su cultura: “el maíz es el patrimonio principal de los agricultores, incluso, cuando alguien se casa, su familia le da semilla como herencia”. A través de estas ferias, el Proyecto Buena Milpa busca generar conciencia sobre la importancia de cuidar las semillas de maíz y recuperar el sistema milpa, ya que ambos son la base para fortalecer la seguridad alimentaria de Guatemala.

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La preservación de maíces nativos en la región centro-oriente de Yucatán

El Proyecto Milpa Sustentable Península de Yucatán emplea variedades nativas para realizar procesos de validación de innovaciones con el objetivo de mejorar los rendimientos a través de prácticas sustentables.
Por: Edgar Martín Miranda Gamboa. colaborador Hub Península de Yucatán.
14 de julio de 2017.

Yucatán.- Es innegable que la agrobiodiversidad es la base fundamental de la seguridad alimentaria y del fortalecimiento de la soberanía alimentaria de las comunidades. Sin embargo, las poblaciones cercanas a los polos urbanos abandonan las actividades de campo para emplearse en los sectores de construcción y terciarios para obtener ingresos y sostener a sus familias. Por esta razón, en la región de la Península de Yucatán la agricultura es practicada predominantemente por agricultores de edad adulta (>50 años). Hay un riesgo de pérdida de saberes del manejo agronómico de las especies y variedades que por generaciones se han cultivado en las milpas, como en el caso de los maíces nativos, frijoles y otras especies.

En la región centro-oriente del estado de Yucatán predominan tres razas de maíces: el Xnuk nal (tuxpeño), dzit bacal y xmejen nal (ver cuadro 1), aunque existen en la región otras razas y variedades mejoradas que los agricultores cultivan en superficies menores a 2.5 hectáreas, por ejemplo las variedades Sac beh, Chichen Itzá, VS-536, entre otras en menor cantidad.

El Proyecto Milpa Sustentable Península de Yucatán, junto con los productores cooperantes, promueven el uso de variedades adaptadas a las condiciones agroecológicas locales. En las plataformas y módulos de la región se emplean variedades nativas para realizar procesos de validación de innovaciones con el objetivo de mejorar los rendimientos a través de prácticas sustentables.

En los municipios de Yaxcabá, Sotuta y Dzitás se han instalado cuatro módulos y 10 áreas de extensión en las que se sembraron maíces nativos con innovaciones en el arreglo de siembra, el manejo de rastrojos, la instalación de trampas de feromonas para gusano cogollero, la aplicación de fertilizantes químicos, biofertilizantes y extractos vegetales. Las innovaciones son evaluadas con enfoque a una agricultura tradicional y de autoconsumo.

La preservación de las variedades nativas, tanto de maíz como de otros cultivos, es primordial para los agricultores de la región, es por ello que se organizan ferias de intercambio de semillas en las que los productores pueden incrementar la diversidad con la que cuentan.

La labor de la preservación de variedades nativas permite también el resguardo de la diversidad genética de las especies de manera in situ, a la larga permite el empoderamiento de los productores por el hecho de tener en existencia semilla y poder intercambiar o vender a otros agricultores.