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La salud también crece en la milpa

Texcoco, Edo. Méx.- “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”, reza un aforismo atribuido a Hipócrates, padre de la Medicina, el cual hace referencia a cómo los habitos alimenticios inciden en el estado de salud de los individuos. Esta máxima, además, viene muy bien en la época actual en que México atraviesa por dos problemas de salud asociados con la alimentación y la nutrición: la obesidad y la desnutrición. 

Por tomar el caso de la infancia por ejemplo, actualmente las mayores cifras de desnutrición (manifestada como retraso en el crecimiento infantil) se concentran el sur del país —Chiapas (31%), Guerrero (24%), Oaxaca (21%) y Puebla (20%)—, mientras que los estados del norte y la costa atlántica concentran la mayor población infantil con sobrepeso —Nuevo León (15,5%), Sonora (13,5%), Yucatán (13,5%), Baja California Sur (13,2%) y Chihuahua (13,1%)—. También hay estados donde ambos fenómenos coexisten, como Chihuahua, Zacatecas, Tamaulipas y Yucatán (FAO,2020).

Ante esta situación es fundamental seguir impulsando la revalorización de la producción de alimentos sanos y nutritivos en el campo y la adopción amplia de dietas más variadas y saludables. La dieta de la milpa, por ejemplo, ofrece amplios beneficios tanto en el nivel de su producción en el campo, como en la salud de los consumidores. El reto, sin embargo, es preservar el sistema milpa, su biodiversidad y herencia de cultivo para garantizar la seguridad alimentaria y bienestar de las comunidades.

Lamentablemente, las milpas se han ido perdiendo con la urbanización y la migración. Con frecuencia, muchos pequeños productores que trabajan la milpa deciden dejar de hacerlo debido a que no la encuentran rentable. El desgaste de las tierras de cultivo y la consecuente baja productividad —que en ocasiones no cubren las necesidades de autoconsumo— son parte del desafío de la preservación de este sistema de policultivos que, potencialmente, puede brindarle a los mexicanos mejores dietas y mejor salud.

A través de la colaboración con diversas instituciones, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha impulsado e impulsa diversas iniciativas para rescatar y fortalecer el sistema milpa —entre ellas Buena Milpa en Guatemala y Milpa Sustentable en la Península de Yucatán, la cual fue reconocida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como ejemplo de sustentabilidad en favor del desarrollo de las comunidades indígenas—. 

Actualmente el CIMMYT, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y otras organizaciones impulsan la producción sustentable de maíz. El plan estratégico de este esfuerzo conjunto tiene un componente sobre la biodiversidad de la milpa con el que se busca proteger al sistema milpa como patrimonio biocultural y preservar su biodiversidad y recursos genéticos —particularmente el maíz nativo que ha sufrido un importante proceso de erosión genética—.

De la milpa proceden alrededor de 60 productos distintos que varían de región en región. El maíz, el frijol, el chile y la calabaza son, en la mayoría de los casos, los cultivos comunes de este sistema milenario que brinda sus mayores beneficios en asociación. El maíz y el frijol, por ejemplo, no solo son cultivos que a nivel agronómico se complementan, sino que también en la mesa actúan mejor cuando son consumidos juntos. 

El consumo del maíz y el frijol, por separado, no estimula la síntesis de proteínas como lo hacen de forma conjunta. Su consumo combinado da como resultado una ganancia adecuada de peso semejante a la de consumir una proteína de origen animal. Hay evidencia, además, de que esta combinación entre cereal y leguminosa disminuye el riesgo de diabetes. Por si fuera poco, cuando se agrega chile (en salsa o crudo), este favorece la asimilación de los aminoácidos del maíz y del frijol. 

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De la milpa a la ciudad

México.- La sexta sesión de la jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz —organizada por Fundación Tortilla y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— reunió a la doctora Marta Astier (investigadora de la UNAM, Campus Morelia), al maestro Mauro Antonio Martínez  (de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México) y a Rafael Mier (director de Fundación Tortilla) para hablar de algunos proyectos que están marcando el rumbo de una nueva relación entre el campo y la ciudad. 

La doctora Astier, por ejemplo, es la creadora de la cooperativa de mujeres Red Tsiri, un esfuerzo colectivo que busca rescatar la riqueza gastronómica y cultural asociada al maíz nativo en la región de Pátzcuaro-Zirahuén. A través de esta cooperativa se fomenta la conservación de la agrobiodiversidad y los sistemas alimentarios sustentables locales y se revaloriza el papel de las mujeres tortilleras en la conservación de los maíces nativos. 

Red Tsiri es uno de los proyectos que se han vinculado a una amplia red de organizaciones que buscan salvaguardar y promover la cultura y el consumo del maíz y la tortilla. Para Rafael Mier, la articulación de estos esfuerzos permitirá garantizar el acceso a una tortilla de calidad para el pueblo mexicano: “más de 100 nuevos proyectos —con restaurantes, centros de investigación, universidades, cooperativas e incluso artistas— en cinco años nos dan esperanza y nos indica que hay un gran interés y que se está conformando un gran movimiento entorno al maíz nativo”, comentó. 

En ese sentido, el director de Fundación Tortilla mencionó algunas de las iniciativas que están acercando los productos de la milpa a varias ciudades del país. En muchas de esas iniciativas el sector restaurantero ha sido clave para el desarrollo local y para que algunas cooperativas de productores mexicanos actualmente estén exportando maíz nativo mexicano al extranjero.

Finalmente, el maestro Mauro Antonio Martínez puso sobre la mesa temas relevantes en torno a la milpa tales como la soberanía alimentaria, el consumo local, la autosuficiencia alimentaria de los centros urbanos y la relación bidireccional entre el campo y la ciudad. Al respecto, mencionó que “para una ciudad de 10 millones de habitantes se requieren al menos 6 mil toneladas de alimentos diarios”, por lo que enfatizó en la necesidad de construir sistemas agroalimentarios sustentables ambientalmente y operativos desde el punto de vista logístico.



Platiquemos de Maíz es un esfuerzo conjunto de Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico a la sociedad. Las sesiones se han transmitido todos los martes desde el 20 de octubre y llegarán a su fin el próximo 1 de diciembre. La sesión de clausura se transmitirá a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube CIMMYTCAP.

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América Latina lista para liderar los próximos 50 años de investigación sobre sistemas alimentarios y agrobiodiversidad

Con la agricultura mundial estancada y amenazada por el cambio climático, el papel de América Latina para abordar estos desafíos a través de la innovación y las asociaciones es crucial. Esta fue la principal conclusión de un evento de mesa redonda del Premio Mundial de la Alimentación 2020, donde representantes de cuatro centros del CGIAR discutieron las oportunidades para aumentar la inversión en América Latina para desarrollar innovaciones para mejorar la agricultura y la agrobiodiversidad global.

El evento fue moderado por Natasha Santos, Vicepresidenta de Estrategia y Asuntos Globales de Partes Interesadas de Bayer Crop Sciences. Hablando en línea desde Brasil, Santos destacó la importancia de las asociaciones del sector privado en América Latina para lograr un crecimiento y desarrollo sostenibles.

Jesús Quintana, Director Gerente para las Américas, de la Alianza de Bioversity International y el CIAT abrió el evento con una breve descripción del trabajo de su organización con las finanzas del desarrollo para promover el desarrollo sostenible en la Amazonía. “Con la USAID”, dijo, “estamos buscando modelos de negocios que fortalezcan las innovaciones locales y los negocios sociales para conservar la biodiversidad, incluidos los sistemas agroalimentarios”.

Retomando la idea de los sistemas agroalimentarios, Bram Govaerts, director del Programa de Desarrollo Estratégico y Representante para las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), señaló que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas recibirá el Premio Nobel de la Paz 50 años después de que Norman Borlaug –cuyo trabajo sirvió de inspiración para el CGIAR– se convirtiera en el primer galardonado con el prestigioso premio. El lapso entre premios, dijo Govaerts, sirve como aviso de que aún queda mucho trabajo importante en la lucha contra el hambre y la inseguridad nutricional en todo el mundo.

En este sentido, Govaerts describió el trabajo del CIMMYT con un programa llamado AgroTutor, que ofrece datos específicos del sitio y recomendaciones adaptadas a las necesidades de los agricultores que ayudan a mejorar los rendimientos y facilitan interacciones de mercado más rentables.

 

La misión continua de erradicar el hambre en el mundo y promover el desarrollo frente al cambio climático puede abordarse de manera única en los Andes, dijo Ginya Truitt Nakata, Directora Regional para América Latina y el Caribe del Centro Internacional de la Papa (CIP). Hogar de 85 de las 110 zonas biológicas de vida del mundo, Truitt Nakata dijo que la Iniciativa Andina del CIP utilizaría las montañas como un laboratorio viviente para la co-investigación de los desafíos agrícolas con redes de pequeños agricultores.

“Los datos y las lecciones que extraemos de estos espacios aplicarán para los agricultores de todo el mundo”, comentó.

Dado que el evento se centró en las recientes innovaciones del CGIAR en América Latina, Rubén G. Echeverría, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI en inglés), dijo que la mayor necesidad, en todo el sistema, es el cuello de botella de ideas e innovaciones antes de la implementación. Por esta razón, el IFPRI está desarrollando instalaciones de incubación de proyectos para ampliar las innovaciones y lograr un impacto más fuerte y de mayor alcance en los agricultores. “Este trabajo requiere asociaciones con finanzas públicas y privadas para ayudar a transformar nuestro conocimiento en impacto para los sistemas alimentarios”, dijo.

Tras las breves presentaciones, la mesa redonda abrió una conversación que se centró en la necesidad de la inclusión en la investigación, las asociaciones del sector privado y la recopilación de datos respaldada por el seguimiento y el aprendizaje.

“Como sistema CG, estamos hablando de desarrollo participativo con agricultores: mujeres, hombres y jóvenes. Lleva un poco más de tiempo, pero las tasas de adopción [de innovación] son ​​mucho más altas”, dijo Truitt Nakata.

La agricultura en América Latina, como en otras regiones del mundo, también lucha contra la “fuga de cerebros”, perdiendo jóvenes talentosos hacia otros sectores del mercado laboral. “Entonces, cuando hablamos de juventud”, respondió Echeverría, “necesitamos más que participación”. Se trata de atraer a los jóvenes a las oportunidades agrícolas a través de las tecnologías de la información y las finanzas.

Centrándose en el aspecto técnico de la innovación, Govaerts y Quintana mencionaron la necesidad de mejorar el uso de los datos.

«Necesitamos datos de propósitos múltiples y usar el monitoreo en tiempo real para garantizar un mejor retorno de la inversión», comentó Govaerts. «Necesitamos saber dónde progresamos y dónde cometimos errores», respondió Quintana, «el monitoreo cuidadoso de los proyectos debe ser el corazón del trabajo colaborativo, para generar líneas de base para que podamos medir con precisión nuestro impacto y hacer un uso más responsable de los recursos».

Dada la gran cantidad de ideas intercambiadas en el evento de una hora de duración, Marco Ferroni, presidente del Consejo Administrativo del Sistema CGIAR, dijo que las presentaciones mostraban el valor indispensable de la región para la investigación del sistema alimentario y la agrobiodiversidad.

“América Latina es la región exportadora de alimentos más grande del mundo y un importante productor de servicios ecosistémicos que dan forma a los patrones climáticos y al clima global… Motivados por la necesidad de aumentar el alcance de nuestro impacto, las asociaciones nos ayudan a lograr una masa crítica de datos, análisis y entrega a las partes interesadas. Por todas estas razones, los sistemas alimentarios latinoamericanos necesitan y merecen atención e inversión en políticas”, dijo Ferroni.

 

PARA MÁS INFORMACIÓN:

Bioversity/CIAT: Adriana Varón a.p.varon@cgiar.org

CIMMYT: Ricardo Curiel: r.curiel@cgiar.org

CIP: Viviana Infantas: v.infantas@cgiar.org

IFPRI: Katarlah Taylor: k.taylor@cgiar.org

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De la crisis a la oportunidad

Oaxaca.- En el documento El sector ambiental frente a la pandemia de COVID-19 publicado recientemente por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se puntualiza, entre otros aspectos, lo siguiente:

  • La gestión adecuada y sustentable de la naturaleza está íntimamente ligada con la salud humana y animal.
  • Al igual que el COVID-19, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el colapso financiero no respetan fronteras. Tales problemas solo pueden gestionarse a través de la acción colectiva.
  • Nadie esperaba los altos costos humanos, sociales y económicos que está causando la pandemia. ¿Cómo podemos estar mejor preparados para evitar llegar a una emergencia climática?

La crisis ocasionada por COVID-19 propició la revalorización de las relaciones humanas con la naturaleza, incluyendo la agricultura. De acuerdo con el Inventario Nacional Forestal y de Suelos de la Semarnat, cerca del 45.2% de la superficie del país presenta algún tipo de degradación inducida por la acción humana. Para el caso de Oaxaca alrededor del 75% de los suelos presenta limitaciones físicas o químicas que pueden incidir en la nutrición vegetal. Es decir que solo un cuarto de los suelos de Oaxaca son física y químicamente aptos para el desarrollo de la agricultura.

La fertilidad del suelo es considerada un factor asociado al desarrollo vegetal y es definida como el potencial que tiene un suelo para suplir los elementos nutritivos en las formas, cantidades y proporciones requeridas para lograr un buen crecimiento y rendimiento de las plantas (Casanova, 2005). Además, es determinada por las características físicas, químicas y biológicas del suelo.

Además, las características del suelo interactúan de manera armónica con otros factores para determinar la disponibilidad de nutrientes en el suelo. Así, por ejemplo, un suelo puede estar provisto de suficientes elementos minerales, pero no está provisto de buenas condiciones físicas que permitan un fácil movimiento de nutrientes o en su defecto no posee la fauna microbiana que ayude a la estabilidad de los agregados.

Hay amplia evidencia científica que muestra cómo la asociación de gramíneas con leguminosas puede incrementar la producción de la gramínea (en comparación con monocultivos de gramínea a los que no se les suministra nitrógeno), mejorar la cubierta del suelo y elevar la productividad total del cultivo significativamente, permitiendo en potencia una mayor restitución de materia orgánica al suelo.

En virtud de esta evidencia y como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Máiz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation, desde el año 2016 Agricultura Familiar y Agronegocios AC, colaborador del CIMMYT en Oaxaca, promueve la diversificación de cultivos para disminuir la erosión del suelo, mejorar su fertilidad y propiciar que el productor obtenga dos o tres cosechas con el mismo temporal de lluvias, favoreciendo así su alimentación y sus ingresos.

Cabe mencionar que en un principio solo se empleaban leguminosas para abono verde (es decir, solo con la finalidad de mejorar el suelo) y posteriormente se emplearon leguminosas de interés alimenticio y económico para el productor (como frijoles, habas y alverja). Eventualmente se ha ido trabajando para optimizar diversos aspectos de la asociación con leguminosas (como evitar retirar la materia orgánica durante la cosecha).

Ante la crisis de disponibilidad de alimentos frescos ocasionada por el COVID-19, así como el cierre de los mercados locales y regionales, este año se han asociado cultivos con ejotes o chícharos, que al cosecharse en verde permite que el resto de la planta quede en la parcela para mejorar los niveles de materia orgánica del suelo y, por tanto, el rendimiento del cultivo principal.

Fuentes:
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El chicalote y su utilidad agrícola

Michoacán.- Con flores amarillas o blancas que parecen de papel, y con hojas y tallos espinosos de color verde grisáceo, el chicalote (Argemone spp.) es una planta que crece de forma silvestre, por lo que generalmente es considerada una maleza y, sin embargo, para la Agricultura Sustentable esta planta es de mucha utilidad.

También conocida como cardo santo, adormidera o amapola mexicana, el chicalote es una planta de la familia Papaveraceae ―cuyo género está conformado por más de 35 especies―. Es de ciclo anual y se desarrolla en climas secos y templados, en suelos arenosos y ligeros con tendencia a la desertificación.

Por sus diversas propiedades metabólicas y su morfología, brinda una amplia gama de beneficios, uno de ellos es que ayuda descompactar el suelo. Esto es muy útil pues, para quienes trabajan con Agricultura de Conservación, las capas del suelo endurecidas son una limitante para la implementación de este sistema, para el que la mínima labranza ―que favorece la estructura y calidad del suelo― es uno de sus componentes básicos.

Muchas veces, con la justificación de romper la capa de arado —también llamada “suela de labor” o “pie de arado”, que es una capa del suelo tan compactada que impide la infiltración del agua y la penetración de las raíces de las plantas— se genera el paradigma de que es necesario mover el suelo, pero aprovechar las propiedades de plantas como el chicalote puede ser una alternativa.

El chicalote, morfológicamente, tiene una raíz pivotante ―es robusta y crece en línea recta hacia abajo― y profunda que ayuda a generar esa rotura vertical de manera natural, evitando así el endurecimiento de los suelos y permitiendo implementar la Agricultura de Conservación en las regiones de temporal.

Al ser propia de regiones semidesérticas y desarrollarse en suelos con baja fertilidad, el chicalote genera durante su desarrollo mecanismos de defensa que pueden tener diferentes efectos ―se han identificado más de 18 compuestos químicos distribuidos desde la raíz hasta las semillas―, de tal manera que puede ser utilizado como insecticida ―con su extracto vegetal se puede hacer manejo agroecológico de algunas plagas―.

Además, los extractos vegetales hechos con chicalote pueden inhibir el desarrollo de la red de filamentos de los hongos Colletotrichum gloeosporioides —que causa la antracnosis en frijol, la cual es una enfermedad que aparece como lesiones de color marrón y luego suelen transformarse en lesiones más severas o chancros— y Penicillium digitatum —que causa el moho verde y azul en algunas frutas y granos de almacén—. Esta propiedad fungicida debe usarse solo de manera preventiva.

Tradicionalmente, el principal uso del chicalote ha sido en el campo de la herbolaria y ha sido estudiada también desde la farmacología, pues se trata de una planta con propiedades analgésicas, antiespasmódicas, sedantes, purgantes, vulnerarias (ayuda a cicatrizar) y alucinógenas, por lo cual su uso medicinal debe dejarse en manos de expertos.

Se estima que en el mundo hay alrededor de 298,000 especies de plantas, aunque solo están registradas alrededor de 215,000. El conocimiento de esas especies es fundamental, pues solo así se pueden aprovechar —y preservar—. Incluso las denominadas malezas, como el chicalote, poseen características útiles para la alimentación, la salud, la industria y, en este caso, la propia agricultura.

Es importante entonces evitar prácticas, como el monocultivo, que reducen la biodiversidad y favorecen el desplazamiento de especies vegetales. Algunas de estas plantas pueden aprovecharse para diversos usos, favoreciendo además la funcionalidad de los ecosistemas —al asegurar el alimento y brindar protección a diversos insectos benéficos— y la sustentabilidad de los cultivos.

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El maíz y sus múltiples colores forman el material de la vida

Tonahuixtla, un pequeño pueblo ubicado en el estado de Puebla, México, había sufrido una degradación ambiental extrema debido a la deforestación y la erosión. Las tierras agrícolas estaban en malas condiciones y la ciudad había dejado de producir muchas de sus variedades de maíz ancestrales, una pérdida tanto para la biodiversidad en la región como para la cultura local. La pobreza había aumentado, obligando a muchos a emigrar a ciudades más grandes o a los Estados Unidos para trabajar. Las personas que se quedaron atrás, en su mayoría mujeres, tenían pocas formas de generar ingresos para mantener a sus familias.

Hoy, la historia de Tonahuixtla es diferente. La comunidad participa activamente en actividades de reforestación y prevención de la erosión del suelo. La producción de maíz criollo está aumentando, preservando la biodiversidad y las costumbres del pueblo y la región. Los residentes tienen oportunidades de trabajo que les permiten quedarse en su comunidad y no migrar, todo mientras preservan la biodiversidad local y protegen el medio ambiente.

¿Qué causó este cambio?

Las hojas de maíz.

Considerado durante mucho tiempo un producto de desecho, a las hojas de maíz se les ha dado una nueva oportunidad de vida a través del proyecto Totomoxtle. Llamado así por la palabra tradicional náhuatl dada a la hoja de maíz, el proyecto convierte las hojas de maíz nativo —que se encuentra en una gran variedad de colores— en tapices hermosos y sustentables para muebles y paredes. Fundada por el diseñador gráfico mexicano Fernando Laposse, Totomoxtle ha dado a los agricultores un incentivo para volver a plantar maíz nativo, preservando una biodiversidad invaluable para las generaciones futuras.

Cuando Denise Costich, jefa de la colección de maíz del banco de germoplasma del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se enteró del proyecto Totomoxtle, sabía que quería ayudar. Apasionada por la preservación del maíz nativo, ella y su equipo identificaron 16 variedades locales de la colección de maíz del CIMMYT que producirían hojas en colores interesantes y podrían crecer bien en la altitud y las condiciones climáticas de Tonahuixtla. Invitó a Laposse y a los miembros del proyecto a visitar el banco de germoplasma y a conocer el trabajo del CIMMYT, y les proporcionó las semillas de las variedades que habían identificado.

«Esto es lo que normalmente hacemos en el banco de germoplasma, le damos semillas a las personas,» dijo Costich. «Pero esto se convirtió en una colaboración más estrecha.»

In the dry and mountainous terrain surrounding the village of Tonahuixtla, native maize preservation and reforestation efforts have been key in protecting the local environment and culture. (Photo: Denise Costich/CIMMYT)
En el campo seco y montañoso que rodea el pueblo de Tonahuixtla, la preservación del maíz nativo y los esfuerzos de reforestación han sido clave para proteger el medio ambiente y la cultura local. (Foto: Denise Costich/CIMMYT)

Colaboración colorida

El equipo del banco de germoplasma de maíz dispuso que los miembros del proyecto Totomoxtle recibieran capacitación sobre cómo hacer polinización controlada en las variedades nativas de maíz en una de las estaciones experimentales del CIMMYT.

«A los técnicos de la estación experimental Agua Fría del CIMMYT, en el estado de Puebla, les encantó conocer a los miembros del proyecto e inmediatamente se apasionaron por el mismo», dijo Costich. “Hasta el día de hoy, los técnicos aún guardan todas las hojas de maíz de colores del maíz del CIMMYT y las envían a Tonahuixtla para proporcionarles material adicional para su proyecto.»

En el pueblo de Tonahuixtla, los miembros del proyecto —en su mayoría mujeres— trabajan planchando las hojas de maíz y pegándolas en una prensa rígida, posteriormente las envían por mensajería al taller de Laposse en Londres, donde las usa para crear hermosos muebles y tapices. Este trabajo permite que los residentes de Tonahuixtla permanezcan en su aldea y no se vean obligados a migrar, todo mientras se preserva la biodiversidad del maíz y se protege el medio ambiente.

“Parte de lo que está haciendo este proyecto es ayudar a mantener unidas a las familias — proporcionando medios de vida para que las personas puedan permanecer en sus comunidades, para que no tengan que enviar a todos sus jóvenes a la Ciudad de México o los Estados Unidos. Para mí, todo está conectado.» dijo Costich.

El valor de la sustentabilidad

El proyecto también muestra la intersección entre la conservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente local. Las hojas de maíz utilizadas para el proyecto son un material sustentable y biodegradable, y cualquier residuo de las hojas de maíz que no se utilizan para el proyecto Totomoxtle se utilizan como alimento para los animales en la estación seca o para hacer fertilizantes, que después vuelven a los campos de maíz, un ciclo completo en el que no se desperdicia nada.

«Creo que muchas de las comunidades en las que trabajamos realmente entienden el valor y la importancia de la biodiversidad,» dijo Costich. “En Tonahuixtla, la gente está tratando de reforestar las laderas de su región. Entienden la conexión entre no tener vegetación en las colinas y hacer que el agua de lluvia simplemente viaje desde las colinas hacia las corrientes temporales, perdiendo ese recurso de importancia crítica. A lo largo de los años, como resultado del trabajo que han realizado allí, han observado la mejora del medio ambiente, las colinas ahora están cubiertas de vegetación y hay mucha menos escorrentía y erosión. Creo que es una lección realmente importante para todos. Vengo de un entorno ecológico, así que siempre estoy interesada en involucrarme en proyectos donde no se trata solo del maíz, sino de todo. También se trata de la vida de las personas, la nutrición y las conexiones entre ellas.»

Preservar la biodiversidad local del maíz no solo es importante para Tonahuixtla — es importante para toda la humanidad. Las variedades nativas de maíz se han adaptado durante miles de años en los campos de los agricultores de Mesoamérica, desarrollando resistencia natural a las plagas y enfermedades locales, así como a las condiciones climáticas como el calor o la sequía. Estas semillas de maíz nativo, transmitidas de generación en generación, podrían ser la clave para desarrollar variedades mejoradas de maíz que puedan resistir enfermedades emergentes o eventos climáticos extremos. Perder esta biodiversidad, representa una pérdida para la seguridad alimentaria global en conjunto.

El CIMMYT trabaja para proteger muchas de estas variedades nativas de maíz en su banco de germoplasma, que alberga más de 28,000 colecciones diferentes de maíz. Mantenidas en almacenamiento frío en condiciones óptimas en el banco de semillas del CIMMYT, estas semillas se conservan para las generaciones futuras y están disponibles para cualquiera que las necesite, incluidos los agricultores como los de Tonahuixtla, que habían perdido gran parte de su diversidad nativa de maíz.

«La biodiversidad de los cultivos es básicamente la garantía para el futuro», dijo Costich. “Esta es nuestra reserva de seguridad. La seguridad de las semillas es la seguridad alimentaria.»

Foto de portada: Denise Costich (al centro, gorra rosa) con miembros del proyecto Totomoxtle y miembros del personal del Banco de Germoplasma del CIMMYT cerca de Tonahuixtla. (Foto: Proporcionada por Denise Costich/CIMMYT)

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Las leguminosas del pueblo mixe: alimentación, identidad e innovación

El pueblo mixe (ayuukjä’äy) —de Oaxaca— posee una cultura rica y distintiva. Su organización social, sincretismo cultural, música y gastronomía son característicos, así como su lengua (ayuuk) y su milpa, cuyos productos —particularmente el frijol— forman parte de su identidad y sus manifestaciones culturales.

Preparado en tamales, el frijol es el acompañante indispensable del caldo mixe, un aromático y tradicional platillo que se consume en fiestas patronales y ocasiones especiales. También en la alimentación cotidiana es fundamental: con el grano seco se elaboran el “frijol en amarillo”, la pasta de frijol para la infaltable tortilla embarrada y el frijol caldoso (que es uno de los platillos comunes en la zona).

La ingesta de frijol es una forma de completar la calidad proteica de una dieta basada en maíz, ya que su proteína es deficiente en lisina y triptófano y el frijol contiene una cantidad de lisina suficiente para compensar esto.

En la región mixe se cultivan diversos frijoles en el sistema milpa, como el ‘Frijol Gordo’ (Phaseolus dumosus), que posee flores blancas, vainas de color claro (algunas moradas) y granos gruesos de color negro con un “hilo” blanco que resalta en donde sale la raíz; esta variedad se siembra entre febrero y abril, de acuerdo con la altitud del lugar. Este frijol también se aprovecha en ejotes, que son incorporados en diversos guisos.

Otra variedad importante en la región es el ‘Ayocote’ (Phaseolus coccineus), cultivado principalmente para obtener granos secos (morados, cafés, rojos y pintos, según la región), ya que sus ejotes son correosos. A pesar de que contribuye a la fertilización natural del suelo, ya son pocos los productores que lo conservan debido a que se desarrolla como enredadera y tiende a tumbar las plantas de maíz por su abundante follaje.

Además de estos frijoles, hay otra leguminosa que comúnmente se establece en la región mixe: el chícharo. Este se siembra en septiembre como cultivo de invierno porque es resistente a las heladas y se desarrolla bien con la humedad residual; se consume hervido o en guisos, tamales y las típicas empanadas de chícharo de la región.

A pesar de la diversidad de cultivos que hay, los rendimientos no siempre son adecuados: en ocasiones, apenas alcanzan a cubrir el autoconsumo familiar. Existen muchos factores que contribuyen a esta situación, entre ellos que en la zona predominan los terrenos con pendientes pronunciadas, lo cual —junto con la remoción continua del suelo— favorece la erosión por viento o lluvia.

También existen otros factores, como las lluvias irregulares que se han presentado en ciclos recientes —manifestación del cambio climático— y fechas de siembra que no aprovechan todo el potencial de los cultivos (en algunos casos, los terrenos quedan en desuso por meses, y en otros, las milpas se dejan de cultivar por años, pues existe una tendencia al monocultivo de frijol, probablemente porque no demanda tanta mano de obra).

Para que los productores aprovechen todos los beneficios de la diversificación de cultivos, la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas SC (AMDSL) —a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— promueve innovaciones sustentables que además permiten preservar la agrobiodiversidad del sistema milpa.

Se han establecido barreras vivas (plantas que se colocan perpendiculares a la pendiente) para evitar la pérdida de suelo y se han recorrido las fechas de siembra para aprovechar terrenos en desuso, evitar malezas, utilizar mejor la humedad y brindar cobertura al suelo. También se ha mantenido el rastrojo, evitado la remoción continua del suelo y fortalecido la diversificación de cultivos (Agricultura de Conservación).

Con estas innovaciones, también se fortalece la seguridad alimentaria; se incrementa el rendimiento de los cultivos; se reducen los costos de producción; y se potencian los beneficios de las leguminosas para mejorar los suelos (son un abono verde con grandes aportes de biomasa y la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico) y para que sigan siendo parte de la identidad, alimentación y cultura del pueblo mixe.

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Preservando el legado de la biodiversidad

La seguridad de las semillas es el primer paso hacia la seguridad alimentaria. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) conserva 28,000 muestras únicas de semillas de maíz y 150,000 de trigo en su banco de germoplasma en México.

El Banco Mundial de Semillas de Svalbard se estableció en 2008. Desde entonces, el CIMMYT ha duplicado y depositado 50 millones de semillas —170,000 muestras de maíz y trigo— en Svalbard.

Este año, el CIMMYT envió 24 cajas de semillas, con 332 muestras de maíz y 15,231 muestras de trigo.

Acompañe a estas semillas en un viaje de más de 8,000 km, desde el banco de germoplasma del CIMMYT en México hasta el Banco Mundial de Semillas en el Ártico.


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Un supermercado, en lugar de un museo

Este tesoro, guardado en la red mundial de bancos de germoplasma, es clave para garantizar sistemas agrícolas sostenibles y nutritivos para las futuras generaciones.

El objetivo de los bancos de germoplasma no es solo preservar las semillas, sino utilizar su biodiversidad para abordar las necesidades del futuro — las necesidades de hoy.

El cambio climático ya está afectando a los agricultores y consumidores en los países de bajos y medianos recursos. Los investigadores y mejoradores del CIMMYT están implementando soluciones a estos desafíos, en función de los diversos recursos genéticos que se mantienen en el banco de germoplasma. Como resultado, los agricultores pueden usar nuevas variedades que producen más, necesitan menos insumos y son más tolerantes a la sequía o al calor.

Nuestras estimaciones internas muestran que aproximadamente el 30% del maíz y más del 50% del trigo cultivado en todo el mundo se remonta hasta el germoplasma del CIMMYT.

El legado de la humanidad

El maíz y el trigo se originaron hace unos 10,000 años. Desde entonces, han sobrevivido la guerra, la sequía, las enfermedades, la migración, las aves, los bajos rendimientos, y la difícil elección entre alimentar a la niñez o volver a cultivar.

Los guardianes de los bancos de germoplasma en todo el mundo son solo quienes depositan este legado que pertenece a toda la humanidad. El CIMMYT continuará preservando estas semillas y poniendo su biodiversidad a disposición de los investigadores y los agricultores para resolver los problemas más apremiantes de hoy y mañana.

Foto de portada: Un miembro del personal de NordGen lleva una caja de semillas al Banco Mundial de Semillas de Svalbard, Noruega. (Foto: Thomas Sonne/Common Ground Media for NordGen)

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Salvaguardar la biodiversidad es esencial para prevenir el siguiente COVID-19

Disclaimer: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores y no reflejan necesariamente la política oficial o la posición del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Si bien la atención mundial se centra en controlar el COVID-19, la evidencia apunta a la crisis de la biodiversidad como un factor principal en su aparición. A primera vista, los dos problemas pueden parecer ajenos, pero los brotes de enfermedades y los ecosistemas degradados están profundamente conectados. Frédéric Baudron, ingeniero agrónomo de sistemas en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Florian Liégeois, virólogo del Institut de Recherche pour le Développement (IRD) comparten sus puntos de vista sobre la crisis actual del COVID-19 y el vínculo entre la pérdida de biodiversidad y las enfermedades infecciosas emergentes.

¿Qué tendencias estamos viendo con las enfermedades infecciosas como el COVID-19?

Podemos ver que los brotes de enfermedades infecciosas son cada vez más frecuentes, incluso cuando tenemos en cuenta el llamado «sesgo de información científica»: la vigilancia de tales eventos mejora con el tiempo y la vigilancia se financia mejor en el Norte que en el Sur.

El 60% de las enfermedades infecciosas son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de los animales a los humanos y el 72% de estas zoonosis se originan en la vida silvestre. El COVID-19 es solo el último de una larga lista de zoonosis originadas en la vida silvestre. Otros brotes recientes incluyen el SARS, el Ébola, la influenza aviar y la influenza porcina. A medida que las actividades humanas continúan perturbando los ecosistemas en todo el mundo, es probable que veamos más patógenos cruzando de la vida silvestre a la humana en el futuro. Esto debería servir como un llamado para gestionar mejor nuestra relación con la naturaleza en general, y, particularmente, con la vida silvestre.

Researchers in Zimbabwe enter the cave dwelling of insectivorous bats (Hipposideros caffer) to conduct fecal sampling for viral research. (Photo: Florian Liégeois/IRD)
Los investigadores en Zimbabue ingresan a la cueva de los murciélagos insectívoros (Hipposideros caffer) para realizar muestras fecales para la investigación viral. (Foto: Florian Liégeois/IRD)

¿Por qué hay más casos de enfermedades que pasan de los animales a los humanos? ¿De dónde vienen?

La evidencia apunta al comercio y al consumo de carne de animales silvestres como el probable impulsor de la aparición del COVID-19. La aparición del SARS y el Ébola también fue impulsada por el consumo y el comercio de carne de animales silvestres. Sin embargo, al observar brotes pasados de zoonosis causadas por un patógeno con origen en la vida silvestre, los cambios en el uso de la tierra, generalmente debido a cambios en las prácticas agrícolas, han sido los principales impulsores.

Los patógenos tienden a surgir en conocidos «puntos críticos de enfermedades», que tienden a ser áreas donde la alta biodiversidad de la vida silvestre se superpone con una alta densidad de población. Estos puntos tienden a estar a una latitud más baja. Curiosamente, muchos de estos se encuentran en regiones donde se concentran las actividades del CIMMYT: América Central, África Oriental y Asia del Sur. Esto, además del hecho de que los cambios agrícolas son un motor importante de la aparición de zoonosis, significa que los investigadores del CIMMYT pueden desempeñar un papel en la prevención de la próxima pandemia global.

Smallholders clear forests for agriculture, but they also have an impact on forests through livestock grazing and fuelwood harvesting, as on this picture in Munesa forest, Ethiopia. (Photo: Frederic Baudron/CIMMYT)
Los pequeños agricultores talan bosques para la agricultura, pero también tienen un impacto en los bosques a través del pastoreo de ganado y la cosecha de leña, como en esta imagen en el bosque de Munesa, Etiopía. (Foto: Frederic Baudron/CIMMYT)

¿Cómo la pérdida de biodiversidad y el cambio en el uso de la tierra causan un aumento en las enfermedades zoonóticas?

Hay al menos tres mecanismos en juego. En primer lugar, un mayor contacto entre la vida silvestre y los humanos y su ganado debido a la invasión de los ecosistemas. En segundo lugar, la selección de especies de vida silvestre más capaces de infectar a los humanos y/o su ganado —a menudo roedores y murciélagos— porque prosperan en paisajes dominados por humanos. En tercer lugar, estas especies de vida silvestre sobrevivientes transportan más patógenos en ecosistemas simplificados. Los patógenos tienden a estar «diluidos» en ecosistemas complejos y no perturbados.

El rápido aumento de la población y su ganado significa que están interactuando cada vez más con las especies de vida silvestre y los patógenos que transportan. Hoy, 7.8 billones de humanos explotan casi todos y cada uno de los ecosistemas del planeta. La ganadería ha seguido a los humanos en la mayoría de estos ecosistemas y ahora son mucho más numerosos que los vertebrados salvajes: ¡hay 4.700 millones de vacas, cerdos, ovejas y cabras y 23.700 millones de pollos en la Tierra! Vivimos en un planeta cada vez más «cultivado», con nuevos conjuntos de especies y nuevas oportunidades para que los patógenos se muevan de una especie a otra.

El comercio de vida silvestre y el consumo de carne de animales silvestres han recibido mucha atención como causas principales de la propagación de estos virus. ¿Por qué ha habido tan poca discusión sobre la conexión con la pérdida de biodiversidad?

El problema de la pérdida de biodiversidad como motor de la aparición de zoonosis es complejo: no tiene una solución simple, como prohibir los mercados en China. Es difícil comunicar este problema de manera efectiva al público. Es fácil encontrar apoyo para terminar con el comercio y el consumo de carne de animales silvestres porque es fácil para el público comprender cómo pueden conducir a la aparición de zoonosis, y las fuentes de carne de animales silvestres incluyen especies emblemáticas con atractivo público, como los simios y los pangolines. El tráfico y el consumo de carne de animales silvestres también ofrece al público una forma fácil de culpar a otros: este es un problema local, en lugar de global, y para la mayoría de nosotros, distante.

Hay una verdad incómoda en la crisis de la biodiversidad: todos lo manejamos a través de nuestros patrones de consumo. Piense en su consumo anual de café, té, chocolate, azúcar, textiles, pescado, etc. Pero la crisis de biodiversidad a menudo no se percibe como un problema global, ni como un problema apremiante. La cobertura mediática para la crisis de biodiversidad es ocho veces menor que para la crisis climática.

The Unamat forest in Puerto Maldonado, Madre de Dios department, Peru. (Photo: Marco Simola/CIFOR)
El bosque Unamat en Puerto Maldonado, departamento de Madre de Dios, Perú. (Foto: Marco Simola/CIFOR)

La agricultura es una de las principales causas del cambio en el uso de la tierra y la pérdida de biodiversidad. ¿Qué pueden hacer los agricultores para preservar la biodiversidad, sin perder el rendimiento de los cultivos?

Las prácticas agrícolas que reducen el impacto de la agricultura en la biodiversidad son bien conocidas y forman la base de la intensificación sustentable, para lo cual el CIMMYT tiene un programa completo. Una pregunta importante podría ser qué podemos hacer colectivamente para ayudarlos a hacerlo. Las políticas de apoyo, como la sustitución de subsidios por incentivos que promueven la intensificación sustentable, y los mercados de apoyo, por ejemplo, utilizando la certificación y el etiquetado, son parte de la solución.

Pero es probable que estas medidas sean insuficientes por sí solas, ya que una gran parte de la comida mundial no ingresa al mercado, sino que es consumida por los pequeños agricultores familiares que la producen.

Es probable que la reducción del impacto negativo de la producción de alimentos en la biodiversidad requiera un esfuerzo global y concertado similar a los Acuerdos de París para el clima. Como la pandemia del COVID-19 está impactando al mundo, es probable que se adopten medidas globales para evitar la próxima pandemia. Existe el riesgo de que algunas de estas medidas lleguen demasiado lejos y terminen amenazando los medios de vida rurales, especialmente los más vulnerables. Por ejemplo, recomendar «conservar la tierra» —segregar las actividades humanas de la naturaleza al maximizar el rendimiento en áreas lo más pequeñas posible— es tentador para reducir la posibilidad de propagación de patógenos de especies silvestres a humanos y ganado. Pero la producción de alimentos depende de los servicios del ecosistema respaldados por la biodiversidad, como el mantenimiento de la fertilidad del suelo, el control de plagas y la polinización. Estos servicios son particularmente importantes para los pequeños agricultores familiares que tienden a utilizar pocos insumos externos.

¿Cómo podemos evitar que pandemias como el COVID-19 vuelvan a ocurrir en el futuro?

Hay pocas dudas de que surgirán nuevos patógenos. En primer lugar, debemos ser capaces de controlar las enfermedades infecciosas emergentes lo antes posible. Esto requiere una mayor inversión en la vigilancia de enfermedades y en los sistemas de salud de los países donde es más probable que surja la próxima enfermedad infecciosa. Paralelamente, también debemos reducir la frecuencia de estos brotes conservando y restaurando la biodiversidad a nivel mundial, lo que es más importante en los puntos críticos de enfermedades.

La agricultura tiende a ser un importante impulsor de la pérdida de biodiversidad en estas áreas, pero también es una fuente importante de sustento. La carga de reducir el impacto de la agricultura en la biodiversidad en los puntos críticos de enfermedades no puede dejarse en manos de los agricultores locales, que tienden a ser agricultores de escasos recursos; tendrá que ser compartido con el resto de nosotros.

Foto de portada: Bosques en la tierra de la comunidad nativa Ese’eja de Infierno, en el departamento peruano Madre de Dios. (Foto: Yoly Gutierrez/CIFOR)

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