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Investigan el potencial de la biofertilización en Yucatán

Cosecha de maíz en plataforma Yaxcabá, Yucatán, en noviembre de 2022. (Foto: Castillo, Itzá, Vilchis, Escalante)
Cosecha de maíz en plataforma Yaxcabá, Yucatán, en noviembre de 2022. (Foto: Castillo, Itzá, Vilchis, Escalante)

El sistema milpa en la Península de Yucatán forma parte de una tradición de cultivo milenaria. No obstante, la reducción de los tiempos de barbecho y otras prácticas inadecuadas han derivado en una pérdida de fertilidad de los suelos, lo cual repercute en la caída de los rendimientos en la región. 

Ante la necesidad de evaluar prácticas sostenibles de manejo agrícola, investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) establecieron un experimento en la plataforma de Yaxcabá, Yucatán —espacio donde ambas instituciones colaboran—, orientado a evaluar el efecto de la biofertilización en el rendimiento de maíz, específicamente la evaluación de dos factores de manejo consistentes en el tipo de fertilización y la aplicación de biol, un abono orgánico.

“Todas las labores de cultivo fueron manuales. Se utilizó maíz Nal Xoy amarillo, estiércol de ovino descompuesto, mucuna como cultivo de cobertura, y aplicación foliar de biol de microorganismos de monte elaborado artesanalmente”, mencionan los investigadores de la UADY y el CIMMYT. 

El rendimiento del grano fue similar entre los tratamientos con estiércol y DAP —uno de los fertilizantes fosfatados más usados en la agricultura—, y fue superior con la aplicación del biol de microorganismos de monte. 

Los resultados de la plataforma confirman que el uso de microorganismos para el manejo de la fertilidad del suelo, las coberturas vegetales y el uso de estiércoles son prácticas con potencial que deben seguir siendo investigadas y, como señala Guadalupe Itzá, una de las investigadoras de la UAY que colaboran en la plataforma, deben ser acompañadas de prácticas como “la no quema y mantener el rastrojo en la superficie del suelo”. 

Con respecto a la colaboración entre la UADY y el CIMMYT, la investigadora señala que “las plataformas de investigación son importantes porque permiten encontrar prácticas que sean sostenibles y adecuadas para los productores, tomando en cuenta aspectos socioeconómicos y ambientales”. 

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Forraje y grano en la misma superficie

Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que a mayor movimiento de la tierra en una parcela la fertilidad y la humedad se pierden, pero una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que afecten la estructura del suelo que cultiva, como el barbecho con tractor, aunque esto le implique disminuir sus ingresos por la renta de la maquinaria que posee en San Francisco Chindúa, en la Mixteca de Oaxaca, México.

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo y, a principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz que espera crezca con el temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar —pasar la yunta con el arado por dónde ya se pasó cuando se labró— porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Si barbecha una parcela —voltear una capa de suelo de 30 centímetros—, Mario cobra por la renta de su tractor y su mano de obra de 800 a mil pesos, aunque todavía faltaría una rastra —para mover una capa de suelo de 10 centímetros— antes de hacer los surcos.

“Antes hacía ambas cosas e incluso dos rastras para que quedara molida la tierra”, pero Mario ha comprobado que si deja el rastrojo o los residuos de la cosecha anterior “se mantiene más la humedad, pero la gente se aferra, cuando está húmedo, la tierra se pega mucho en los discos del tractor, por eso siguen prefiriendo echar lumbre”, sin comprender que esa práctica solo demerita la capacidad de la tierra de producir alimento.

Desde hace siete años Mario ha visto que el temporal en la Mixteca “se ha retrasado, porque llueve muy poco”, un cambio muy radical de clima en todo el mundo por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, es decir, con movimientos excesivos del suelo que afectan su estructura y sus funciones. 

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT) que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario han dejado de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

El proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores— promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

“Estamos utilizando diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservarlo y mantener o mejorar la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Para ello estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”, explica Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y usar abonos orgánicos que ellos mismos realizan son parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

Con este tipo de prácticas, el potencial productivo de los suelos agrícolas se puede incrementar considerablemente.Tan solo en el distrito de Nochixtlán, al que pertenece San Francisco Chindúa, suman 15 mil 790 hectáreas cultivables con maíz en las que se puede diversificar la siembra para hacer más rentable esta actividad y reducir el impacto al medio ambiente.

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El valor transformador del maíz

El estado de Odisha, India, ocupa el sexto lugar en producción de arroz en el país. Sin embargo, la agricultura en la región de la meseta de Odisha, dominada por tribus, se caracteriza por suelos agotados junto con rendimientos de arroz bajos y variables. Durante la temporada de los monzones, más de 60,000 hectáreas de tierra se dejan en barbecho debido a la falta de conocimientos y a la baja tolerancia al riesgo de los agricultores.

En distritos como Mayurbhanj, más del 50% de la población pertenece a grupos tribales. Las mujeres se dedican principalmente a roles tradicionales: estar en casa cuidando de la familia, el campo y el ganado mientras los hombres están fuera como trabajadores migrantes o con trabajos serviles. Las mujeres que trabajaban en la agricultura solían ser consideradas jornaleras, como si solo estuvieran apoyando a su esposo o familia, que oficialmente eran los agricultores.

En los últimos años, con la introducción del cultivo del maíz y su promoción predominantemente entre las mujeres agricultoras, se está produciendo un cambio significativo en la percepción del papel de la mujer en la región.

En 2013, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) comenzó a trabajar en la región de la meseta a través de la Iniciativa para los Sistemas de Producción de Cereales en el Sur de Asia (CSISA), mejorando los sistemas agrícolas para obtener mayores rendimientos y brindando opciones de medios de vida sostenibles para los agricultores. Desde entonces, los agricultores de la región han logrado una producción considerable de maíz en la temporada de los monzones, y las mujeres han liderado especialmente esta transformación.

Los agricultores de esta región, de los cuales el 28% eran mujeres, convirtieron 5,400 hectáreas de tierras en barbecho en áreas de cultivo de maíz exitosas. Esta nueva oportunidad no solo ha ayudado a mejorar los ingresos familiares, sino también la identidad de las mujeres como agricultoras resilientes y emprendedoras.

Este impacto fue posible gracias a los esfuerzos de investigación aplicada del proyecto CSISA junto con socios como el Departamento de Agricultura del Estado de Odisha, la Sociedad de Mercado y Desarrollo Rural de Odisha (ORMAS), la Agencia de Desarrollo Tribal Integrado (ITDA) y dos federaciones de grupos de apoyo de mujeres auxiliado por PRADAN.

En el Día Internacional de la Mujer, compartimos la historia de estas agricultoras exitosas que han hecho del cultivo de maíz una parte de sus medios de vida y una herramienta para el desarrollo socioeconómico.

Transformar tierras en barbecho en campos de maíz dorado

Las mujeres que trabajaban en el campo solían ser consideradas jornaleras, pero hoy se las reconoce como agricultoras emprendedoras que transformaron tierras en barbecho en campos de maíz dorado.

Solo en la temporada 2019/2020, en los cuatro distritos en los que el proyecto CSISA participa activamente —Bolangir, Keonjhar, Mayurbhanj y Nuapada— el cultivo de maíz mejorado fue adoptado por 7,600 agricultores en 5,400 hectáreas de barbecho, lo que dio lugar a una producción considerable de maíz de calidad en la región. Dado que muchas de las mujeres de los distritos son pequeñas agricultoras o no tienen tierras agrícolas, la agricultura también se realiza en tierras arrendadas a través de grupos de apoyo.

Aprendiendo e implementando las mejores prácticas de cultivo de maíz

El proyecto CSISA apoya a las agricultoras desde la siembra hasta la cosecha de cultivos, asegurando que los productos sean brillantes y dorados. A través de grupos de apoyo, los agricultores tienen acceso a fertilizantes y máquinas para quitar las malas hierbas y la tierra en sus campos. Los investigadores han introducido sembradoras de semillas y fertilizantes para la siembra de maíz, que hacen que la colocación de fertilizantes sea más uniforme y el establecimiento de cultivos más fácil, lo que ahorra tiempo y ayuda a estas mujeres a administrar tanto las responsabilidades domésticas como la granja.

Conocimiento de calidad para grano de calidad

Para fortalecer la capacidad de las agricultoras, el equipo del proyecto las capacita continuamente en parámetros de calidad del grano como nivel de humedad, materias extrañas y tasa de infestación. La mayoría de las participantes son agricultoras de colectivos de mujeres y grupos de apoyo. Han ido avanzando poco a poco en su recorrido de conocimientos, pasando de la concienciación general a la formación específica.

Gurús del mercado

Aunque muchas grandes fábricas de forraje para aves operan en Odisha, la mayor parte de su maíz proviene de fuera del estado. Los grupos de apoyo de mujeres están superando esa brecha. En colaboración con el Departamento de Agricultura y Empoderamiento de los Agricultores del Estado, el proyecto CSISA ha cultivado una red de actores del mercado que incluyen a productores, proveedores de insumos agrícolas y socios de desarrollo. El acceso al mercado de estas cadenas de valor ayudará a las mujeres, desde la siembra hasta la comercialización de los productos.

Ampliación de la colaboración, en los cuatro distritos de Odisha y más allá

Un aumento considerable en la producción de maíz ha mejorado los ingresos de las familias en todas las regiones, así como su seguridad alimentaria. También ha creado oportunidades para que las mujeres mejoren su posición social y económica.

Hay oportunidades para que el proyecto CSISA y sus socios continúen colaborando en la región del proyecto y más allá. El CIMMYT ha trabajado con el Departamento de Agricultura del Estado de Odisha, la Sociedad de Comercialización y Desarrollo Rural de Odisha (ORMAS), la Agencia de Desarrollo Tribal Integrado (ITDA), grupos de apoyo de mujeres, grupos de productores, empresas privadas de semillas y muchos otros colectivos.

Sobrellevar la crisis

Las mujeres han asumido la responsabilidad y han sacado a sus familias de la crisis del COVID-19. Cuando los hombres se quedaron sin trabajo y quedaron varados como trabajadores migrantes durante el confinamiento, muchas mujeres asociadas con el proyecto CSISA comenzaron a generar ingresos vendiendo maíz. Este pequeño ingreso ayudó a garantizar alimentos para alimentar a sus familias y el bienestar en este período crítico.

Un camino por delante

Con el propósito de promover esta transformación positiva en condiciones similares, el proyecto CSISA se compromete a expandir la intensificación del maíz en la región de la meseta de Odisha y a involucrar a más agricultoras. Las investigaciones y los estudios en curso se centran en mejorar el alcance, para ayudar a las mujeres a aumentar su superficie de maíz y su productividad con una agronomía mejorada. Esto contribuirá a la obtención de ingresos en los próximos años y a la sostenibilidad de la iniciativa.