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Cultivar es un acto heroico

Texcoco, Edo. Méx.- Comer es una actividad básica sobre la que el ser humano ha construido gran parte de su cultura. Una necesidad humana y un placer cotidiano sobre el que la gastronomía consolida una suerte de imperio mediático con decenas de programas, series, concursos… Paradójicamente, la seguridad alimentaria y la agricultura, las otras caras del prisma de la alimentación humana, no reciben la misma atención y, sin embargo, son parte fundamental de la historia y el destino de la humanidad. 

Si se trazaran y examinaran de forma conjunta las curvas del crecimiento poblacional del planeta y de la producción agrícola global desde el Neolítico hasta la actualidad se podría observar que, en términos generales, ambas han avanzado de forma más o menos paralela. Destacarían dos momentos clave en que estas curvas se separan (al menos de forma más notable): el primero alrededor de hace 60 años y el segundo en la época actual. ¿Qué ocurrió entonces y qué ocurre ahora?

Hace aproximadamente 60 años, derivado de un desarrollo industrial desigual en los países, sobrevino un crecimiento poblacional exponencial y hambrunas en diversos puntos del planeta ―afectando particularmente a países como India y Pakistán, con una gran sobrepoblación―. La producción agrícola de entonces era incapaz de proveer todo el alimento que se necesitaba y millones de personas estaban en riesgo de perecer debido a la hambruna. 

Gracias a los trabajos de mejoramiento de cultivos que el doctor Norman E. Borlaug realizó en México (y con investigadores y productores mexicanos) no solo se salvaron millones de vidas de la hambruna —hecho que lo hizo acreedor al Premio Nobel de la Paz en 1970—, sino que se sentaron las bases de la agricultura moderna y la producción de cultivos mejorados. Este hecho contribuyó notablemente a que las líneas del crecimiento poblacional y de la producción agrícola global avanzaran nuevamente de forma paralela pues permitió que se produjeran más alimentos y que estos estuvieran accesibles para los sectores de la población más vulnerables.

Hoy, no hay duda de que la aplicación de la ciencia en la agricultura ha ayudado notablemente a producir los alimentos necesarios para una población que sigue creciendo, pero si se observan detenidamente las curvas en mención, se podrá observar que, en años recientes, mientras la población sigue creciendo a un ritmo notable ―aunque ya no de forma exponencial―, la productividad agrícola aumenta, pero con menor pendiente. 

Si las proyecciones se cumplen ―es decir, si la sociedad no cambia sus formas de producción y consumo―, la humanidad producirá menos alimentos de los que necesitará para alimentar a los 9,700 millones de personas que poblarán el planeta hacia el año 2050. ¿Cuál es la solución a este desafío si el cambio climático, la degradación de las tierras cultivables, la migración y otros fenómenos avanzan inexorablemente complicando la tarea?

El crecimiento de la producción mundial de cultivos en la presente década, señalan diversas proyecciones, solo será posible si se hace un uso más intensivo de los recursos disponibles, se invierte en tecnologías de producción y mejoramiento de las prácticas de cultivo y se intensifica el uso de la tierra mediante cosechas múltiples al año, entre otras prácticas sostenibles que permitan, a la vez, encarar otros retos como la preservación de la diversidad de las especies cultivables. 

Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ―institución que mantiene vivo el legado del doctor Norman E. Boulaug― se trabaja para poner el conocimiento científico al servicio de técnicos y productores, héroes de la alimentación que con su trabajo diario hacen posible que la sociedad disponga de alimentos. En el marco del Día Mundial de la Alimentación 2021 (16 de octubre) invitamos a leer la historia de algunos de estos héroes y heroínas.

En la Península de Yucatán, por ejemplo, Edgar Martín Miranda y un grupo de productores están rescatando maíces nativos; en Campeche, doña Petro resguarda semillas para enseñarle a los jóvenes cómo cultivarlas y preservar al mismo tiempo su riqueza cultural; o la señora María Inés Beltrán quien, en el norte del país, está rompiendo estereotipos y abriendo brecha para otras mujeres productoras. Estas tres son tan solo un ejemplo de tantas historias que se tejen en el trabajo cotidiano en la parcela y que confirman la pertinencia y la necesidad de poner la ciencia al servicio de la sociedad. 

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Agricultura: la noble tarea de labrar la tierra y cosechar el futuro

Sinaloa.- En México hay al menos dos fechas dedicadas a conmemorar a los agricultores: el 15 de mayo, Día del Trabajador Agrícola, y el 24 de junio, Día del Agricultor —en la tradición católica el 24 de junio se celebra a San Juan Bautista y por ello se conoce como “cordonazo de San Juan” a la esperada lluvia que ese día, de acuerdo con la creencia de muchas comunidades, vaticinará si habrá buenas cosechas—. 

Considerando la relevancia social de la agricultura, es justo contar con varias fechas para conmemorar y reconocer la noble tarea de los hombres y mujeres que cultivan, cosechan y transforman la tierra. Por este oficio viven miles de familias en México, siendo una de las principales fuentes de ingresos para el país. Gracias a su esfuerzo, México es el octavo exportador mundial, con un superávit comercial durante 2020 de 8 mil 824 millones de dólares, el más alto en 25 años.

De los 127.8 millones de habitantes de México un total de 9.3 millones generan y transforman bienes agropecuarios (5.4 millones se desempeñan directamente en actividades agrícolas). Esto ha permitido que el país se ubique (en 2020) en el doceavo lugar en producción mundial de alimentos y onceavo en producción mundial de cultivos. 

Actualmente la agroindustria ha llegado a generar el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) en México, lo que equivale a un total de 24.6 millones de hectáreas destinadas a la producción agrícola, donde los agricultores mexicanos generan el 55% de lo que diariamente consumimos en cada comida. 

Hace un año el mundo se paralizó debido a la pandemia por COVID-19, las cifras oficiales mostraban que en octubre 2020 las actividades terciarias cayeron un 6.2% en tasa anual y las secundarias retrocedieron 3.1%; sin embargo, el campo no se detuvo y las actividades primarias crecieron 7%.

Con esta “nueva normalidad”, la agricultura y todo el sector agroindustrial mexicano han registrado un crecimiento que ha permitido afrontar el compromiso del abasto de alimentos. Además, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural dio a conocer que en 2020 se registró un incremento en el comercio agroalimentario anual del 3% respecto a 2019 y del 9.2% respecto a 2018.

Ese mismo año, México logró la mayor producción de alimentos con 290.4 millones de toneladas. Gracias a lo anterior, México se coloca entre las naciones que más productos de su campo exportan, consolidándose un comercio internacional con saldo a favor. Entre los productos nacionales con mayor demanda en el mercado estadounidense se encuentran las frutas, con una participación en las ventas de 24%; hortalizas, 23%; y bebidas con grado etílico y vinagres, 23%.

La dedicación, el trabajo y la entrega de los agricultores ha sido, es y seguirá́ siendo trascendental para alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Como reconocimiento a su labor, esta publicación está dedicada a los héroes de la alimentación. Para ellos, nuestra admiración y más grande reconocimiento.

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Diversificar cultivos: dietas variadas y más ingresos

San Felipe Jalapa de Díaz, Oax.- La diversificación de cultivos contribuye a alcanzar la autosuficiencia alimentaria al mismo tiempo que incrementa la rentabilidad de la actividad agrícola. Esta práctica sustentable es uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación y, entre otros beneficios, permite romper ciclos biológicos de plagas y enfermedades, propicia la presencia de insectos benéficos en las parcelas y, al facilitar el control natural de las plagas, permite disminuir el uso de agroquímicos.

El municipio de San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxaca, está dentro de la Mazateca Baja del estado de Oaxaca. Allí, cerca del 95% de los productores cultivan maíz para autoconsumo, de manera que solo una pequeña porción de la producción (cuando hay excedentes) se comercializa en los mercados locales.

Para que los productores de San Felipe Jalapa de Díaz puedan comercializar otros productos y dispongan así de algunos ingresos adicionales en apoyo a la economía de sus familias, se está fomentando la diversificación de cultivos a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) junto con sus colaboradores.

En el actual ciclo agrícola se han establecido parcelas con cultivos intercalados (cultivos simultáneos en la misma parcela) y en relevo (cultivos en secuencia, es decir, uno después de otro): maíz-cacahuate, maíz-chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo, maíz-soya en rotación (maíz en primavera-verano y soya en otoño-invierno), maíz-ajonjolí (rotación), maíz-amaranto (rotación), maíz- frijol mungo, etc.

La finalidad de estas combinaciones es que los productores observen el comportamiento de cada cultivo y puedan incorporarlos (según sus necesidades y preferencias) de manera cotidiana a su sistema de producción, no solo para diversificar sus ingresos sino también para aprovechar los beneficios que cultivos como las leguminosas le aportan al suelo (como la fijación de nitrógeno y el aporte de materia orgánica, por ejemplo) y la restauración de la diversidad funcional para el manejo agroecológico de las plagas.

Además, la diversificación de cultivos –independientemente de la posibilidad de comercialización y generación de ingresos– permite diversificar las fuentes de alimentación e incorporar nuevos alimentos nutritivos a la dieta de las familias productoras.

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Hacia la transformación agrícola de África

África.- Del 8 al 11 de septiembre de 2020 tuvo lugar el Foro Africano de la Revolución Verde (AGRF, por sus siglas en inglés) y allí estuvo presente el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Este evento de carácter continental llegó a sus 10 años de realización en el marco de la crisis global sanitaria por COVID-19. Coyuntura que es también una oportunidad para el llamado a la acción hecho en esta cumbre virtual: construir sistemas alimentarios que sean equitativos, sostenibles, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos globales de la desnutrición, la pobreza y el cambio climático, además de responder a los retos emergentes e imprevistos, como los que plantea una pandemia. En síntesis, transformar los sistemas alimentarios en beneficio de todos.

Es así como Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT, participó en el panel sobre escalamiento y transformación de los sistemas alimentarios en la era PLUS-COVID-19, donde representantes de los sectores público y privado intercambiaron los aprendizajes que hasta ahora les ha dejado a ellos y a sus organizaciones la actual contingencia, al igual que las oportunidades que han identificado en este tiempo de incertidumbre para hacer real la transformación de los sistemas agroalimentarios.

En los 90 minutos de discusión y con más de un centenar de personas conectadas en línea desde América Latina, China, África, Estados Unidos y Trinidad y Tobago, entre otras latitudes, hubo consenso entre los panelistas —representantes de actores globales como la Fundación Syngenta para la Agricultura Sustentable, GIZ, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y continentales como el Banco Africano para el Desarrollo (AfDB, por sus siglas en inglés)— en que este es el mejor momento para unir fuerzas, solucionar las barreras que impiden el buen funcionamiento de las cadenas de valor e invertir en la agricultura como un motor pilar de bienestar y desarrollo.

Un panel hecho de preguntas inquietantes

¿Cómo el COVID-19 está impactando tus planes y los de la organización que representas en diferentes países? ¿Cómo está afectando tus planes con la innovación? Dos de las preguntas que orientaron la discusión y construyeron afinidades sobre la relevancia de generar soluciones glocales, donde actores mundiales neutrales como los centros del CGIAR son bienvenidos por su carácter articulador en la generación de alianzas transversales, transformadoras e integradoras, que reconocen las diferencias que hay en los sistemas agroalimentarios de un país a otro, pero comparten la decisión por un futuro sustentable con seguridad alimentaria y nutrición al alcance de todos.

“Cuando hablamos de alianzas para cogenerar soluciones es clave dejar a un lado la discusión entre si es mejor trabajar con el sector privado o con el sector público, para enfocarse en la experiencia y experticia que una diversidad de socios puede aportar para generar soluciones duraderas y sustentables”, indicó Govaerts reconociendo el difícil momento por el que están pasando los sistemas agroalimentarios en el planeta y “esta oportunidad imperdible que tenemos como sociedad de invertir recursos, talentos y determinación en darle forma al futuro con sistemas agroalimentarios integrados que benefician a todos los actores de la cadena”, puntualizó.

Los panelistas coincidieron también en que, de cara a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, las buenas noticias comienzan con el reconocimiento de que el escalamiento es más que un enfoque, más que el último paso de la realización de un proyecto y, por lo tanto, requiere de mucho más respaldo y trazabilidad, es decir de inversiones a largo plazo que le den piso y apoyo.

Y ¿qué hay del consumidor urbano nutricionalmente vulnerable?

El 60% de los alimentos en África se consume en áreas urbanas, donde la obesidad y el acceso a comida ultra procesada son parte del desafío nutricional a nivel continental. Entonces, ¿cómo hacer accesibles dietas más nutritivas a las comunidades urbanas vulnerables? Esta fue una de las preguntas orientadoras del panel en el que participó Natalia Palacios, científica especialista en calidad nutricional de maíz y responsable del Laboratorio de Calidad de Maíz del CIMMYT, intercambiando perspectivas con representantes de entidades como la Fundación Rockefeller, HarvestPlus, EAT y USAID; al igual que con otras organizaciones como Chefs’ Manifesto que promueve la recuperación del hábito de cocinar los alimentos en casa y aboga por la importancia de una alimentación saludable y nutritiva en los primeros mil días de vida.

En su intervención, Natalia resaltó la importancia de hacer de la producción de alimentos una actividad que responda a las necesidades y preferencias del consumidor, teniendo en cuenta también factores como lograr que en la preparación se pierda el menor número posible de nutrientes. Esto sin olvidar que la agricultura debe ser una actividad atractiva para el productor en términos de generación de ingresos y calidad de vida, lo cual contribuiría también a disminuir el flujo hacia las zonas urbanas. Todo esto manteniendo la agricultura dentro de los límites planetarios sustentables.

Una silla en la mesa ministerial

¿Cómo pueden los países implementar políticas continentales y fortalecer sus sistemas agroalimentarios? Una de las preguntas clave abordadas en la Mesa Redonda Ministerial de Alto Nivel en la que participó Bram Govaerts en representación de Martin Kropff, director general del CIMMYT, partiendo del concepto de que detrás de cada grano de maíz o de trigo hay un sistema agroalimentario.

Allí reiteró el compromiso del CIMMYT con la visión de África sobre temas clave que van de ‘Sur a Sur’ como son los mismos sistemas agroalimentarios, la adaptación y mitigación del cambio climático, la nutrición y la generación de empleo para mujeres y jóvenes. Teniendo también muy presente otro objetivo crucial: lograr la autosuficiencia alimentaria en la era PLUS-COVID-19, mediante la puesta en marcha de iniciativas de sistemas agroalimentarios integrados. Un tema en el que poco a poco se viene avanzando con Maíz para Kenya y Trigo para Etiopía.

Participar en esta Mesa Redonda Ministerial fue también el escenario para promover temas que gozan de claras oportunidades de escalamiento a nivel continental. Es el caso del maíz con provitamina A, del maíz de alta calidad proteica (QPM, por sus siglas en inglés) y de las variedades biofortificadas. Tres formas comprobadas para alimentar mejor a la población vulnerable. Este es el momento propicio para expandir la experiencia de Etiopía y llevar sus beneficios a toda África.

La nixtamalización es también una oportunidad para fortalecer a los pequeños agricultores en el llamado mundo en desarrollo a ambos lados del océano Atlántico, pues —por ejemplo— cerca del 90% de los hogares keniatas cultivan maíz. Allí el uso masivo de esta técnica milenaria será crucial para reducir las pérdidas poscosecha, aumentar los ingresos —en particular para los pequeños agricultores— y bajar la incidencia de las micotoxinas y aflatoxinas en el maíz, tipos de hongos que se espera aumenten como resultado del cambio climático, un fenómeno para el que resulta estratégico invertir en el escalamiento de proyectos como el de Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA, por sus siglas en inglés) que para 2020 prevé llegar a 5.4 millones de hogares con variedades de semillas de maíz mejoradas que cubran —en el mejor de los casos— 2.2 millones de hectáreas en el este (Etiopía, Kenia, Tanzania, Uganda), el sur (Malawi, Mozambique, Sudáfrica, Zambia, Zimbabue) y occidente (Benín, Ghana, Malí, Nigeria) de África. Estos esfuerzos se han realizado en estrecha colaboración con empresas semilleras locales y organizaciones nacionales de investigación agrícola en los 13 países mencionados.

Partiendo de cómo el COVID-19 ha mostrado cuán intrincadamente conectado está el mundo de hoy, cuando se habla de prevención y contención, la necrosis letal del maíz es un claro ejemplo del compromiso del CIMMYT con África, debido a la relevancia dada a la capacitación de los sistemas nacionales para que puedan prevenir, detectar e intervenir de manera proactiva y rápida. Esto ha dado como resultado que desde 2014 no ha habido ningún otro país fuera de África oriental que haya informado de un brote de esta enfermedad. En el futuro podría haber enfermedades virales o fúngicas más graves que surgirían por varias razones, incluidos los cambios climáticos, el comercio internacional, el movimiento de personas, las corrientes de aire y tantas otras más. La clave está en seguir uniendo fuerzas y recursos en materia de prevención y diagnóstico oportuno.

Por último, pero no menos importante, la promoción de la mecanización inteligente puesta al servicio de los agricultores de Ruanda sería una oportunidad para combinar maquinaria y equipos adecuados y asequibles para los pequeños agricultores con las lecciones aprendidas del proyecto en Mecanización Agrícola y Agricultura de Conservación para la Intensificación Sustentable (FACASI, por sus siglas en inglés) en Etiopía y Zimbabue, donde gracias a su incidencia se apoyaron los esquemas de arrendamiento y uso compartido de equipos; también se capacitó a personas para operar y mantener maquinaria, al tiempo que se alentó a individuos y grupos a convertirse en proveedores de servicios. Estos esfuerzos a menudo se enfocaron en dar nuevas oportunidades de negocio para jóvenes y mujeres.

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Alianza fortalece la agricultura de Guerrero desde la educación superior

Ciudad de México.- El Colegio Superior Agropecuario del Estado de Guerrero (CSAEGRO) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron un convenio por medio del cual se fortalecerá la colaboración entre ambas instituciones —mediante los proyectos que ambas operan en la entidad— para desarrollar en conjunto investigación colaborativa en plataformas, trabajar con materiales que tienen potencial para el estado de Guerrero —aprovechando la capacidad del CIMMYT— y fortalecer las capacidades de los estudiantes del CSAEGRO, institución esencial para la agricultura de la entidad.

El acto se realizó el 28 de agosto en las instalaciones de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en la Ciudad de México y estuvo presidido por el doctor Miguel García Winder, subsecretario de Agricultura; el doctor Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico y Representante Regional del CIMMYT para las Américas; el doctor Régulo Jiménez Guillen, director general del CSAEGRO; y el ingeniero Eliud Pérez Medel, gerente del Hub Pacífico Centro del CIMMYT.

Durante su intervención, el doctor García Winder señaló que para la Secretaría de Agricultura es importante “fortalecer a las instituciones nacionales y reconocer a las instituciones internacionales, por lo que este convenio contribuirá a la educación, a la ciencia y a la innovación de México a través de alianzas estratégicas”. Del mismo modo, durante la firma del convenio instó a ambas instituciones a articular capacidades para que las innovaciones agrícolas lleguen directamente a los productores.

El ingeniero Eliud Pérez realizó un recuento de los años de vinculación previa entre el CSAEGRO y el CIMMYT. Comentó que el convenio permitirá “transmitir conocimientos a los estudiantes, formar mejores profesionistas que trabajen hombro a hombro con los productores y garantizar un relevo generacional más preparado, con formación científica y conocimientos de prácticas sustentables que les permitan enfrentar los problemas derivados del cambio climático y de fenómenos nuevos como la pandemia actual”.

Por su parte, el doctor Bram Govaerts destacó la encomienda del Secretario de Agricultura, Víctor Villalobos Arámbula, para que ambas instituciones —el CSAEGRO y el CIMMYT— contribuyan a la atención de Guerrero, lo cual es de interés para la sociedad mexicana y el Gobierno de México: “con este convenio se trabajará por cinco años para unir capacidades y fortalezas y contribuir a la autosuficiencia alimentaria de México desde Guerrero. La colaboración se enmarcará en Maíz para México para que el grano extra que se produzca pueda ser comprado y así generar un ingreso para los productores”.

El doctor Govaerts señaló que el fortalecimiento de esta alianza también forma parte de una respuesta planificada para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia por COVID-19 desde la agricultura: “hemos identificado distintos escenarios y cómo llegar al escenario óptimo, a una economía más sustentable. Partiremos desde Guerrero y desde esta colaboración. Necesitamos escuchar la crisis que enfrentamos hoy y formular una respuesta igualmente transformacional, como lo hizo Norman E. Borlaug —uno de los fundadores del CIMMYT— para atender una crisis humanitaria y por cuya respuesta —que salvó más de mil millones de vidas— fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz hace 50 años”.

Finalmente, el doctor Régulo Jiménez comentó que el CSAEGRO proporciona servicios educativos en la rama agropecuaria en los niveles superior y medio superior, y atiende a jóvenes de comunidades provenientes de alta y muy alta marginación, por lo que “el convenio apoyará directamente a estos jóvenes y a los productores de estas comunidades”. También mencionó que entre las actividades específicas que contempla el convenio están el desarrollo de trabajos de tesis y la realización de estadías y prácticas profesionales en instalaciones del CIMMYT, lo cual les permitirá contar con la asesoría de científicos y de la red de aliados de este centro de investigación reconocido internacionalmente.