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La milpa, herencia cultural e investigación agronómica

Ceremonia de la siembra de la milpa en las instalaciones del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Ronay Flores / CIMMYT)
Ceremonia de la siembra de la milpa en las instalaciones del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Ronay Flores / CIMMYT)

En ella crece el maíz y el frijol —y muchas otras especies de plantas—, su fertilidad es motivo de fiestas y rituales, su conocimiento es una herencia cultural invaluable, su espacio implica una organización particular y propicia diversos encuentros sociales —y eventualmente, es testigo de algunos encuentros amorosos—. La milpa, ese ecosistema creado por las sociedades mesoamericanas que ha persistido, muy probablemente, por cerca de 5 mil años es, ante todo, un fenómeno cultural y tecnológico dinámico y flexible que hoy busca ser resiliente ante los efectos del cambio climático y las nuevas dinámicas sociales. 

Este 18 de mayo, en la sede global del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en Texcoco, Estado de México, se realizó la ceremonia de la siembra de la milpa, en la que la comunidad de este centro de investigación tuvo oportunidad de escuchar, en voz de sus investigadores, cuáles son las líneas de trabajo que actualmente el CIMMYT está desarrollando para preservar y fortalecer la herencia de cultivo de este sistema milenario. Además, se contó con la participación de danzantes tradicionales que representaron algunos de los rituales de fertilidad asociados a la milpa. 

En contraste con la enorme diversidad biocultural, los estudios formales sobre los aspectos agronómicos del sistema milpa son limitados. “La limitada investigación agronómica formal sobre los sistemas de milpa ha dejado a los agricultores de pequeña escala desatendidos, por lo que han adoptado tecnologías desarrolladas para otros sistemas de producción que no necesariamente funcionan en los sistemas tradicionales”, menciona uno de los recientes estudios del CIMMYT sobre la milpa. 

Milpa en náhuatl hace referencia a “lo que se siembra encima de la parcela” —kool en lengua maya—. Su cultivo principal es el maíz, pero un maizal no es una milpa pues, a diferencia de este —que es un monocultivo—, la milpa es un sistema de cultivos asociados, un policultivo que se caracteriza por propiciar la interacción de una gran cantidad de especies. Por ello se le considera un ecosistema. Uno artificial, culturizado —es decir, integrado en una cultura— (Revista EnlACe, pp. 52-54), pero que al igual que los ecosistemas naturales, debe ser estudiado y protegido, especialmente porque de él depende la alimentación de un gran sector de la población mexicana.

Así, en un contexto donde el cambio climático afectará fuertemente a Mesoamérica —lo que requerirá cambios en las variedades y los cultivos en muchas regiones—, se necesita la evaluación continua de las prácticas bajo las diversas condiciones de las milpas, junto con la investigación de mejora de los cultivos, para generar soluciones de mitigación y adaptación para los agricultores de milpa en las zonas que pudieran resultar afectadas, mencionan los investigadores del CIMMYT.

¿Por qué hablar de las milpas y no solo de la milpa? Porque el tipo de suelo, las condiciones climáticas, los ecosistemas naturales circundantes, las tradiciones y otras dinámicas sociales, los saberes locales y las necesidades o las exigencias agroalimentarias, hacen que la milpa adquiera características particulares en cada región. Así, aunque comparten rasgos comunes —entre ellos que el sistema está dedicado primordialmente al autoconsumo de las familias—, no existe uno, sino varios tipos de milpas. La milpa otomí, por ejemplo, produce chilacayote, agaves, chilaca, flor de calabaza… La milpa totonaca incluye chayotes, tomatillos, quintoniles, yuca, chiltepín… 

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Variedades de frijol para los Valles Centrales de Oaxaca

Los frijoles han formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forman parte de la cultura gastronómica del país y, aunque México cubre la mayor parte de su demanda de frijol, entre 2003 y 2019 ha tenido que importar alrededor de 123 mil toneladas anuales para complementar la demanda interna. 

El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

En Oaxaca se siembran en promedio unas 38 mil hectáreas al año, pero su rendimiento es bajo —únicamente se cosechan cerca de 700 kilos por hectárea—, por lo cual la leguminosa se produce básicamente para autoconsumo. 

Los problemas que enfrentan los productores de frijol de temporal en regiones como Valles Centrales —que a nivel estatal ocupa el segundo lugar en superficie sembrada de frijol— son bajos rendimientos por falta de agua, densidades de siembra inadecuadas, fertilización inoportuna o deficiente, desconocimiento de los métodos de control de plagas y enfermedades, así como el bajo contenido de materia orgánica de los suelos —por la falta de incorporación de residuos de cosecha—.

Como respuesta a esta problemática el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural,  a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México, impulsa la adopción de prácticas sustentables y, recientemente, estableció un ensayo en la localidad de San Miguel Tlanichico donde se evaluaron nueve variedades de frijol mejorado y siete materiales de frijoles nativos criollos con el objetivo de conocer su potencial productivo.

La variedad RB-200 alcanzó su madurez fisiológica a los 81 días, seguido de las variedades Criollo Delgado, Criollo Morado de San Miguel Tlanichico y Verdín, las tres con 82 días. Por el número de granos por planta destacaron las variedades Negro Guanajuato y Comapa; por el número de vainas por planta sobresalieron el Negro Guanajuato, Comapa y Criollo Morado de San Miguel Tlanichico; y por el peso de 100 granos destacaron las variedades Flor de mayo y Negro Otomí —lo que quiere decir que son granos más grandes—.

Con respecto al rendimiento, los materiales más rendidores fueron Comapa, seguido de Flor de Mayo y Negro Otomí (gráfica 1).

Cabe mencionar que el manejo agronómico para todas las variedades fue el mismo. Así, de todas las variedades evaluadas, dos no germinaron —Negro 8025 y Negro Primavera— y de tres no se obtuvieron rendimientos —Criollo Vaina Blanca, Criollo Tiltepec y Criollo Rojo de Guía— porque son de zonas con ciclos de lluvias más largos y el temporal de lluvia en la zona evaluada es muy corto.

Cabe mencionar que las variedades con mayor aceptación fueron Criollo Piñero y RB-200. Los productores mencionan que estas les gustaron por su precocidad y, sobre todo, por que su cocción es rápida y su caldo es negro espeso.

Independientemente de los criteriores que intervienen en la adopción de las variedades, la instalación de este tipo de trabajos es muy importante porque se muestran alternativas a los productores y abren la posibilidad de instalar parcelas que funcionen como módulos demostrativos o áreas de impacto para que más productores adopten prácticas sustentables y variedades acordes a sus propios gustos o necesidades. 

Gráfica 1. El material más rendidor fue el Comapa con 1.87 ton/ha, seguido de Flor de Mayo con 1.83 ton/ha y Negro Otomí con 1.82 ton/ha.

 

Fuentes:

  • Sangerman-Jarquín, D. M., Acosta-Gallego, J. A., Schwenstesius de Rindermann, R., Damián Huato, M. Á., & Larqué Saavedra, B. S. (2010). Consideraciones e importancia social en torno al cultivo del frijol en el centro de México. Revista mexicana de ciencias agrícolas1(3), 363-380.
  • SIAP. (2020) Avances de siembras y cosechas. Resumen por cultivo. México: Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
  • CEDRSSA. (2020). Mercado del frijol, situación y prospectiva. México: Cámara de Diputados-Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria.
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Diversificar cultivos: dietas variadas y más ingresos

San Felipe Jalapa de Díaz, Oax.- La diversificación de cultivos contribuye a alcanzar la autosuficiencia alimentaria al mismo tiempo que incrementa la rentabilidad de la actividad agrícola. Esta práctica sustentable es uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación y, entre otros beneficios, permite romper ciclos biológicos de plagas y enfermedades, propicia la presencia de insectos benéficos en las parcelas y, al facilitar el control natural de las plagas, permite disminuir el uso de agroquímicos.

El municipio de San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxaca, está dentro de la Mazateca Baja del estado de Oaxaca. Allí, cerca del 95% de los productores cultivan maíz para autoconsumo, de manera que solo una pequeña porción de la producción (cuando hay excedentes) se comercializa en los mercados locales.

Para que los productores de San Felipe Jalapa de Díaz puedan comercializar otros productos y dispongan así de algunos ingresos adicionales en apoyo a la economía de sus familias, se está fomentando la diversificación de cultivos a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) junto con sus colaboradores.

En el actual ciclo agrícola se han establecido parcelas con cultivos intercalados (cultivos simultáneos en la misma parcela) y en relevo (cultivos en secuencia, es decir, uno después de otro): maíz-cacahuate, maíz-chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo, maíz-soya en rotación (maíz en primavera-verano y soya en otoño-invierno), maíz-ajonjolí (rotación), maíz-amaranto (rotación), maíz- frijol mungo, etc.

La finalidad de estas combinaciones es que los productores observen el comportamiento de cada cultivo y puedan incorporarlos (según sus necesidades y preferencias) de manera cotidiana a su sistema de producción, no solo para diversificar sus ingresos sino también para aprovechar los beneficios que cultivos como las leguminosas le aportan al suelo (como la fijación de nitrógeno y el aporte de materia orgánica, por ejemplo) y la restauración de la diversidad funcional para el manejo agroecológico de las plagas.

Además, la diversificación de cultivos –independientemente de la posibilidad de comercialización y generación de ingresos– permite diversificar las fuentes de alimentación e incorporar nuevos alimentos nutritivos a la dieta de las familias productoras.

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Alternativas para mejorar la producción de maíces nativos

Michoacán.- Las actividades agrícolas en la región Oriente de Michoacán (municipios de Áporo, Ocampo y Angangueo) están dirigidas predominantemente al cultivo de maíces nativos de las variedades ‘Chalqueño’, ‘Arrocillo’, ‘Elote Cónico’ y ‘Cónico Blanco’. El maíz es de suma importancia para el consumo familiar y también como alimento para la ganadería bovina-ovina (entre otras especies pecuarias) o para la obtención de ingresos económicos.

No obstante, la producción de maíz en parcelas familiares pasa por una situación crítica debido al alto grado de deterioro del suelo, la escasez de agua, la pérdida de grano por mal manejo en la cosecha y el almacenamiento, los altos costos de producción, el daño por plagas, la pérdida de semillas de maíces nativos, la tendencia al monocultivo y la erosión que cada año disminuye la superficie de siembra (además de la introducción del cultivo de aguacate de forma no sustentable).

Para buscar las mejores prácticas agrícolas que les permitan a los productores de la comunidad hacer frente a esta compleja situación, se han desarrollado talleres de Diagnóstico Rural Participativo, a través de los cuales se han identificado diversas situaciones limitantes y variables restrictivas para la producción de maíces nativos. En estos talleres también se han analizado las condiciones agroecológicas de la región Oriente con la finalidad de buscar las prácticas agronómicas más adecuadas para mejorar sus condiciones de vida. Las condiciones y el sistema de producción se resumen en la siguiente tabla:

Entre las acciones puntuales que los productores de la región pueden hacer para afrontar la situación adversa por la que pasan (algunos ya las realizan) están:

  • Selección masal estratificada, a partir del rescate, la conservación y el mejoramiento de maíces nativos.
  • Fertilización óptima (considerando fuentes inorgánicas y orgánicas).
  • Acondicionamiento del suelo para una mejor producción de maíz (mejorar los suelos ácidos mediante el encalado).
  • Trazo de curvas a nivel y enmiendas a la parcela.
  • Manejo Agroecológico de Plagas: monitoreo de plagas; uso de trampas con feromonas; y utilización de productos biológicos para combatir plagas como la gallina ciega, el gusano cogollero y el chapulín.
  • Manejo poscosecha, mediante el uso de equipo y maquinaria para el desgrane y almacenamiento de granos de mejor calidad para el consumo humano y uso pecuario.
  • Manejo Integrado de Malezas.

Cabe señalar que este menú tecnológico es parte de las acciones del programa MasAgro, que impulsan la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Michoacán.

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Totomoxtle con calidad de exportación

Veracruz.- Para las poblaciones o las familias que viven de lo que producen, lograr la sustentabilidad para el autoconsumo no es una meta más, pues implica la necesidad de desarrollar capacidades y oportunidades productivas. Para los productores totonacos y huastecos del norte de Veracruz, la hoja de maíz —o totomoxtle— es un subproducto del maíz que les proporciona ingresos económicos debido a la importancia que tiene en el mercado nacional y al interés que ha adquirido en el internacional (productores de esta región han logrado exportar a ciudades como Houston, San Diego o Chicago).

En algunos casos, es la hoja —y no el grano— la fuente principal de ingreso para los productores: en la zona, la retribución económica del grano oscila entre $3,000 y $3,500 por hectárea, mientras que el recurso obtenido por la hoja de maíz (si se consigue una producción de calidad) puede alcanzar los $9,500.

Para apoyar a estas comunidades (de los municipios de Tihuatlán, Álamo, Tuxpan y Papantla) a fin de que produzcan maíz de calidad —tanto para el autoconsumo como para la obtención de derivados con potencial económico— y conserven sus recursos naturales, la cooperativa Citricultores Tihuatecos Asociados y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran en la zona mediante una plataforma de investigación.

En esta se estudian, validan y promueven prácticas agronómicas que favorecen una mayor producción y calidad de maíz, como la diversificación de cultivos, el movimiento mínimo de suelo, la incorporación del rastrojo del ciclo anterior al suelo (para conservar humedad), el Manejo Agroecológico de Plagas y la fertilización fraccionada.

Cabe destacar que a través de la plataforma se brinda capacitación a los productores en la implementación de las prácticas antes mencionadas. Estas, además, les han permitido mitigar los efectos del cambio climático que año con año se presentan en la región en forma de lluvias erráticas, periodos de sequía más prolongados, etcétera (motivos adicionales por los que es muy importante para ellos lograr una producción de calidad, pues de ello depende la obtención de ingresos adicionales para sus familias).

Para los productores totonacos y huastecos de la región, implementar prácticas de Agricultura Sustentable ha sido una experiencia satisfactoria y ha contribuido a generar conciencia en la comunidad sobre la importancia de este tipo de prácticas para hacer de la agricultura de autoconsumo una alternativa económica.

Así, con la colaboración de la cooperativa Citricultores Tihuatecos Asociados y el CIMMYT, la agricultura de autoconsumo en la zona norte del estado de Veracruz está encontrando alternativas y también oportunidades productivas que fortalecen el desarrollo social y económico de una región donde el cultivo del maíz no es solo eso, sino que también reúne historia e identidad que, además, se comparten con el mundo.

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Sin oxígeno, no hay plagas

El manejo poscosecha de granos incluye prácticas de control de plagas, acondicionamiento y almacenamiento. Convencionalmente, el almacenamiento se hace con bolsas de plástico, costales de polietileno y botellas de PET, a los cuales ―una vez llenos de grano― se les suelen aplicar insecticidas como el fosfuro de aluminio o Graneril, un producto económico y efectivo que ―sin embargo― contamina los granos y causa efectos a largo plazo en la salud de los consumidores.

Si hay un almacenamiento inapropiado (mal secado, enfermedades o sobrepoblación de insectos), las pérdidas de la semilla o el grano se aceleran. Las pérdidas poscosecha anuales de maíz, trigo y frijol en México se estiman entre 5 y 25%, pudiendo llegar a ser de hasta de 40% ―e incluso más― para algunas regiones. En la Mixteca Alta de Oaxaca, por ejemplo, las pérdidas poscosecha oscilan entre 40 y 60%, aunque hay casos en los que diferentes plagas de almacén han hecho que se pierda hasta la totalidad de las cosechas.

Para ofrecer alternativas a esta problemática, Fondo para la Paz (FPP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrollan capacidades en comunidades rurales vulnerables de la Mixteca Alta de Oaxaca para que, a través de las tecnologías herméticas, minimicen la pérdida de granos durante el almacenamiento (el silo metálico hermético, la bolsa plástica hermética o las lonas flexibles son ejemplos de estas tecnologías que son altamente eficientes, siempre y cuando se utilicen adecuadamente).

En el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT―, en esa región de Oaxaca se han desarrollado diversos ensayos para evaluar distintas tecnologías de almacenamiento poscosecha. Asimismo, en los municipios de San Antonino Monte Verde y Villa de Chilapa de Díaz se ha capacitado a 350 productoras y productores en diversos temas de manejo poscosecha.

 

La importancia de los ensayos en distintos contextos

De los diferentes ensayos, destaca un análisis de almacenamiento de granos de alverja (Pisum sativum) ―una leguminosa resistente a la incidencia de plagas― que puso de relieve la importancia de las tecnologías herméticas con relación al tiempo y los propósitos del almacenamiento. Los resultados del ensayo mostraron que el peso del grano al inicio y final del periodo de almacenamiento (tres meses) usando costales de polietileno (forma convencional) y silos metálicos herméticos (innovación) fue similar.

Lejos de significar que las tecnologías herméticas no son útiles o necesarias, el ensayo acentuó su importancia en función del tiempo y el tipo de grano que se desee poner a resguardo: a diferencia del maíz, los productores locales cultivan la alverja en bajos volúmenes ―principalmente porque es para autoconsumo―, por lo que el periodo de almacenamiento es mucho menor (de tres a seis meses) en comparación con el que se estima para la comercialización de los granos de maíz (de ocho a nueve meses), cultivo para el que las tecnologías herméticas poscosecha ofrecen amplias ventajas al reducir las pérdidas hasta en 40%.

Cabe mencionar que en el ensayo realizado en costales se pudo encontrar una larva de polilla que ―aunque supone un daño minúsculo para este caso particular― podría llegar a desencadenar afectaciones mayores si se tratara de otro grano o de un periodo de almacenamiento más prolongado, de manera que asegurar la hermeticidad del almacenamiento es primordial.

Este tipo de ensayos permite ofrecer a los productores el contexto para que tomen las mejores decisiones con base en sus necesidades, expectativas y posibilidades, ya que para muchas familias de la Mixteca Alta de Oaxaca un silo metálico hermético ―cuyo precio es de aproximadamente $2,000― representa un gasto considerable, pero también amplias posibilidades para el almacenamiento y la comercialización de sus excedentes.

Por: Fondo Para la Paz (FPP).

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Las leguminosas del pueblo mixe: alimentación, identidad e innovación

El pueblo mixe (ayuukjä’äy) —de Oaxaca— posee una cultura rica y distintiva. Su organización social, sincretismo cultural, música y gastronomía son característicos, así como su lengua (ayuuk) y su milpa, cuyos productos —particularmente el frijol— forman parte de su identidad y sus manifestaciones culturales.

Preparado en tamales, el frijol es el acompañante indispensable del caldo mixe, un aromático y tradicional platillo que se consume en fiestas patronales y ocasiones especiales. También en la alimentación cotidiana es fundamental: con el grano seco se elaboran el “frijol en amarillo”, la pasta de frijol para la infaltable tortilla embarrada y el frijol caldoso (que es uno de los platillos comunes en la zona).

La ingesta de frijol es una forma de completar la calidad proteica de una dieta basada en maíz, ya que su proteína es deficiente en lisina y triptófano y el frijol contiene una cantidad de lisina suficiente para compensar esto.

En la región mixe se cultivan diversos frijoles en el sistema milpa, como el ‘Frijol Gordo’ (Phaseolus dumosus), que posee flores blancas, vainas de color claro (algunas moradas) y granos gruesos de color negro con un “hilo” blanco que resalta en donde sale la raíz; esta variedad se siembra entre febrero y abril, de acuerdo con la altitud del lugar. Este frijol también se aprovecha en ejotes, que son incorporados en diversos guisos.

Otra variedad importante en la región es el ‘Ayocote’ (Phaseolus coccineus), cultivado principalmente para obtener granos secos (morados, cafés, rojos y pintos, según la región), ya que sus ejotes son correosos. A pesar de que contribuye a la fertilización natural del suelo, ya son pocos los productores que lo conservan debido a que se desarrolla como enredadera y tiende a tumbar las plantas de maíz por su abundante follaje.

Además de estos frijoles, hay otra leguminosa que comúnmente se establece en la región mixe: el chícharo. Este se siembra en septiembre como cultivo de invierno porque es resistente a las heladas y se desarrolla bien con la humedad residual; se consume hervido o en guisos, tamales y las típicas empanadas de chícharo de la región.

A pesar de la diversidad de cultivos que hay, los rendimientos no siempre son adecuados: en ocasiones, apenas alcanzan a cubrir el autoconsumo familiar. Existen muchos factores que contribuyen a esta situación, entre ellos que en la zona predominan los terrenos con pendientes pronunciadas, lo cual —junto con la remoción continua del suelo— favorece la erosión por viento o lluvia.

También existen otros factores, como las lluvias irregulares que se han presentado en ciclos recientes —manifestación del cambio climático— y fechas de siembra que no aprovechan todo el potencial de los cultivos (en algunos casos, los terrenos quedan en desuso por meses, y en otros, las milpas se dejan de cultivar por años, pues existe una tendencia al monocultivo de frijol, probablemente porque no demanda tanta mano de obra).

Para que los productores aprovechen todos los beneficios de la diversificación de cultivos, la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas SC (AMDSL) —a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— promueve innovaciones sustentables que además permiten preservar la agrobiodiversidad del sistema milpa.

Se han establecido barreras vivas (plantas que se colocan perpendiculares a la pendiente) para evitar la pérdida de suelo y se han recorrido las fechas de siembra para aprovechar terrenos en desuso, evitar malezas, utilizar mejor la humedad y brindar cobertura al suelo. También se ha mantenido el rastrojo, evitado la remoción continua del suelo y fortalecido la diversificación de cultivos (Agricultura de Conservación).

Con estas innovaciones, también se fortalece la seguridad alimentaria; se incrementa el rendimiento de los cultivos; se reducen los costos de producción; y se potencian los beneficios de las leguminosas para mejorar los suelos (son un abono verde con grandes aportes de biomasa y la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico) y para que sigan siendo parte de la identidad, alimentación y cultura del pueblo mixe.

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La SADER, el INIFAP y el CIMMYT comienzan una nueva etapa para apoyar al sector agroalimentario

Para articular capacidades dentro de Cultivos para México que permitan al sector superar la situación actual y la futura, el secretario Víctor Villalobos convocó a fortalecer la coordinación entre el INIFAP y el CIMMYT, instituciones que colaboran estrechamente para desarrollar investigación agrícola.

Durante la reunión (a distancia) del Consejo Directivo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el doctor Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) —quien presidió de forma honoraria la reunión—, señaló que la crisis global por COVID-19 ha puesto en el centro de atención a la salud, la economía y —particularmente— la producción y disponibilidad de alimentos. Resaltó que, a pesar de la situación, la dependencia a su cargo está buscando los medios y las alianzas para garantizar la operación del programa MasAgro —de la SADER y el CIMMYT—, al que consideró fundamental para atender a las comunidades más vulnerables del país.

“El aumento de los rendimientos en los estados donde está actuando la colaboración de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el CIMMYT y sus colaboradores es muy importante, particularmente para la agricultura familiar y de autoconsumo. Un incremento de los rendimientos, producto de la investigación y la transferencia de conocimientos, permite ver cómo la estrategia está impactando en aspectos fundamentales como la conservación de los recursos naturales y la calidad de vida de las comunidades rurales”, mencionó el secretario.

También enfatizó que la secretaría que representa; el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); y el CIMMYT comienzan “una nueva etapa para juntos desarrollar esquemas productivos que tengan un importante impacto en México y el resto del mundo”. La sinergia entre estas instituciones permitirá articular conocimientos y capacidades “para aterrizarlos en un país diverso y heterogéneo que requiere una particular atención a sus sistemas y modelos de producción para poder incrementar sus rendimientos e ingresos y también mantener sus costumbres”, enfatizó Villalobos.

Al respecto, el doctor Bram Govaerts —director global del Programa de Desarrollo Estratégico y representante regional para las Américas del CIMMYT— mencionó que Milpa Sustentable en la Península de Yucatán es una inspiración y un ejemplo de cómo, junto con las productoras y los productores, se puede conjugar el conocimiento tradicional y el científico en favor de las comunidades. Y presentó a los asistentes (virtuales) los resultados más recientes de los trabajos del CIMMYT en México, enfatizando que estos se han logrado trabajando de forma conjunta con el INIFAP y diversos centros de investigación y universidades del país que han sumado sus conocimientos en favor de la sociedad mexicana.

A través de MasAgro, se caracterizaron 42,000 muestras de maíz —incluyendo 24,000 de maíces nativos—, generando más de 50 billones de datos que, además de alimentar el Atlas Molecular de Maíz, son útiles para encontrar variedades resistentes a calor, sequía y enfermedades; realizar mejoramiento participativo con productoras y productores (a la fecha se han realizado 168 ensayos y viveros de maíz nativo); y desarrollar nuevos híbridos mexicanos que impulsen una industria semillera nacional (se han desarrollado 112 híbridos de maíz y se ha apoyado a 70 semilleras nacionales, 50% de las cuales surgieron a partir de asociaciones de productores).

El doctor Govaerts mencionó además que el CIMMYT mantiene su compromiso con la sociedad mexicana ante la situación actual y a futuro: a través de MasAgro se han identificado las zonas de alta y muy alta marginación que pueden ser vulnerables —desde el punto de vista agroalimentario— ante el COVID-19; se sigue trabajando para conectar a los pequeños productores con nuevos modelos de mercado bajo el esquema de Maíz para México; y se mantiene el compromiso de elaborar durante este sexenio el Atlas Molecular de Trigo, un bien público internacional de México para el mundo.

Durante su intervención, el doctor Luis Ángel Rodríguez del Bosque —titular del INIFAP— enfatizó que la larga trayectoria de colaboración con el CIMMYT se reforzará en esta nueva etapa (a través de la investigación colaborativa, estas instituciones identificaron el año pasado 24 líneas de alto potencial para el mercado nacional de trigo). Y, finalmente, el doctor José Cacho —del Consejo Nacional Agropecuario (CNA)— pidió a todos los asistentes impulsar el plan Maíz Para México, liderado por la SADER: “va a transformar el destino de los productores de maíz en México. Es un proyecto único en la historia. Con la participación del CIMMYT y el INIFAP, se podrá integrar a los productores a la cadena de valor de manera real y a largo plazo”.

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Buscan maíz nativo que brinde seguridad alimentaria en la Sierra Tarahumara

La producción de maíz nativo de temporal es la principal actividad agrícola de más del 80% de las familias de Guachochi, Chihuahua. Sin embargo, el rendimiento por hectárea es bajo (alrededor de 639 kilogramos, en promedio) y muchas veces no es suficiente para cubrir las necesidades alimenticias y nutrimentales de las familias de la zona, situación que les obliga a comprar maíz durante la temporada de julio a septiembre —aproximadamente—, incrementado su gasto.

Entre los factores que causan el bajo rendimiento se encuentran diversas prácticas agrícolas convencionales que no favorecen la producción de maíz, como el exceso de laboreo en la preparación del terreno, el uso de fertilizantes inapropiados (y también su uso inadecuado), el nulo control de plagas, el monocultivo, la ausencia de prácticas de poscosecha adecuadas y la remoción del rastrojo.

Cabe mencionar que, muchas veces, el tipo de grano que las familias de Guachochi tienen que comprar para su consumo es de uso pecuario, que —si bien no goza de mucha aceptación— es lo que hay disponible en las tiendas comunitarias (los maíces nativos que las familias prefieren suelen encarecerse).

Para identificar variedades de maíz nativo que permitan a las familias de esta región tener mayor seguridad alimentaria, recientemente se evaluaron seis en el marco del programa MasAgro, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

La evaluación se desarrolló en la localidad Laguna de Aboreachi, en el municipio de Guachochi, enfocándose principalmente en evaluar el rendimiento de cada variedad bajo las mismas condiciones de manejo; fecha y densidad de siembra —con la intención de hacer una mejor distribución de la semilla, se utilizó una sembradora de tiro animal para Agricultura de Conservación—; fertilización; manejo cultural de malezas; y cosecha, que —igual que el desgrane— se hizo de forma manual.

Las variedades evaluadas fueron ‘Maíz Cristalino Palomero’, ‘Maíz Amarillo Bola’, ‘Maíz Amarillo Pepitillo’, ‘Maíz Cristalino Bola’, ‘Maíz Blanco Blando’ y ‘Maíz Azul Blando’ (materiales que fueron donados por varios productores que cooperan con el programa en diversas localidades de la región).

Las variedades con mayor rendimiento fueron ‘Maíz Azul Blando’, ‘Maíz Blanco Blando’ y ‘Maíz Cristalino Palomero’ (2.7, 2.4 y 2.1 toneladas por hectárea [t/ha], respectivamente). En contraste, las que tuvieron menor rendimiento fueron ‘Maíz Cristalino Bola’, ‘Maíz Amarillo Bola’ y ‘Maíz Amarillo Pepitillo’ (2.0, 1.9 y 1.7 t/ha, respectivamente). El rendimiento promedio que se obtuvo de todos los materiales fue de 2.1 t/ha.

Gracias a esta evaluación, es posible identificar varios de los principales factores que influyen en el rendimiento de las variedades de maíz nativo en la región, como el potencial genético de las semillas, los factores ambientales y nutricionales y las prácticas a las que son sometidos los cultivos. Se espera que con la ayuda de los productores y los colaboradores de la zona se puedan desarrollar nuevas investigaciones para ofrecer a las familias de Guachochi información confiable que les permita tomar las mejores decisiones en torno a su sistema de producción.

Por: Hub Pacífico Norte-CIMMYT.

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Opciones para garantizar la seguridad alimentaria

Guachochi, Chih.- En medio de la actual emergencia sanitaria por el COVID 19, las sociedades —particularmente las de países en desarrollo— buscan opciones para garantizar la seguridad alimentaria de los sectores de la población que son más vulnerables ante prolongados periodos de distanciamiento social y de pausa en diversas actividades económicas. Por lo anterior, adquiere relevancia contar con sistemas agroalimentarios productivos, robustos y resilientes que favorezcan precisamente a los sectores más vulnerables.

En días pasados, a través del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se realizó el taller ‘Uso de Tecnologías Herméticas para Conservación de Granos’ en la cabecera municipal de Guachochi, Chihuahua, a fin de dar a conocer los procedimientos de almacenamiento y el uso de los diferentes dispositivos y tecnologías herméticas poscosecha.

Dispositivos como los silos metálicos herméticos o las bolsas plásticas con cierre (zip) son opciones viables para el almacenamiento de granos por largos periodos en las comunidades donde plagas —como la palomilla de los cereales (Sitotroga cerealella)—, diversos roedores (ratas, ratones y ardillas) y pájaros reducen las cosechas.

Las soluciones herméticas poscosecha evitan la entrada de aire y humedad, reduciendo la incidencia de plagas y hongos, evitando el deterioro de los granos y minimizando el uso de plaguicidas potencialmente dañinos para la salud humana.

Durante el taller también se dieron a conocer otras opciones (más económicas y de fácil disponibilidad) que —debidamente manejadas— permiten obtener buenos resultados, como los bidones plásticos (de diferentes capacidades) o las garrafas de reúso. Lo fundamental de estas opciones es asegurar el principio de hermeticidad (ausencia de oxígeno) y el adecuado secado del grano antes de su almacenamiento.

Entre las condiciones que se deben tomar en cuenta para almacenar granos por largos periodos de tiempo, se encuentran la humedad del grano (que debe ser menor de 14%), la temperatura y la limpieza previa del grano (para no almacenar de mala calidad). Por este motivo, durante el taller también se presentaron los diferentes métodos caseros (como el método del sol y el método de la sal) para determinar la humedad del grano, que es el factor más importante para no tener pérdidas posteriores.

El correcto almacenamiento de granos evita pérdidas significativas, las cuales —considerando los precios en la zona— pueden ser de hasta $1,800 por tonelada. Esto es destacable, ya que la producción en la zona de Guachochi apenas es suficiente para el autoconsumo familiar, y es más relevante aún si se considera que a través de estos aprendizajes, las familias de la zona tienen más elementos para ser resilientes en tiempos como los actuales.

En este video te compartimos más información sobre el método del sol y el método de la sal. Y recuerda, #ConservaTuCosecha