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La apropiación social de la ciencia en las plataformas de investigación agrícola

Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)
Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)

La agricultura en el municipio de Molcaxac, en el estado mexicano de Puebla, se caracteriza por la prevalencia de prácticas convencionales —principalmente una labranza excesiva— bajo condiciones de temporal en suelos con un alto índice de degradación. Como consecuencia, los productores de la zona obtienen bajos rendimientos.

Para brindar soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Molcaxac se buscan las mejores prácticas agrícolas para hacer frente a los efectos de la constante degradación del suelo. En esta plataforma, que cuenta con más de una década de promover sistemas sustentables, colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“En el ciclo primavera-verano 2021 se desarrolló un experimento bajo condiciones de temporal en el que se evaluó el efecto de la agricultura de conservación en comparación con la labranza convencional. Los 10 tratamientos establecidos incluyeron distintas combinaciones de estos sistemas: camas permanentes o labranza, cobertura del suelo o remoción del rastrojo, monocultivo de maíz o rotación con leguminosas, etcétera”, comentan los responsables de la plataforma.

“A pesar de las condiciones climáticas adversas, los tratamientos bajo agricultura de conservación mostraron los mejores resultados. El tratamiento bajo agricultura de conservación —camas permanentes, rotación de maíz criollo-frijol y cobertura del suelo con rastrojo—, en particular, mostró el rendimiento de maíz más alto en comparación con el tratamiento bajo labranza convencional en monocultivo”, puntualizan los investigadores.

Ensayos como el descrito confirman que la agricultura de conservación permite mejorar los rendimientos y hacer frente a los efectos del cambio climático en la producción de maíz. Además, reafirman el importante papel de las plataformas de investigación para brindar soluciones a las problemáticas de los productores locales.

Además de desarrollar y validar prácticas útiles que contribuyen a la solución de los problemas que los productores plantean, esta plataforma de investigación ha permitido desarrollar capacidades entre los jóvenes estudiantes de las carreras técnicas de Agricultura Sustentable y Producción Industrial de Alimentos que se imparten en el CBTA 305. Así, la plataforma impacta positivamente en la formación de los alumnos quienes contribuyen a difundir entre los productores locales (a veces sus propias familias) prácticas agrícolas sustentables e innovadoras.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Reducir costos sin sacrificar productividad

Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

“La plataforma de investigación Ahome tiene diez años trabajando en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Nuestro objetivo es desarrollar, validar y promover sistemas sustentables con base en agricultura de conservación, con la finalidad de mejorar la productividad, la sustentabilidad y la rentabilidad de la agricultura de la zona a través de un buen manejo del suelo, agua y de los recursos naturales”, comenta Diego de Jesús Herrera Eguino, de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS), quien es responsable de dicha plataforma de investigación.

En esta plataforma, que surgió de la apuesta de los agricultores sinaloenses por la ciencia aplicada al campo, se evalúan diversas prácticas sustentables con el fin de identificar aquellas que permitan disminuir los costos sin reducir la productividad. Durante el ciclo otoño-invierno 2021-2022, por ejemplo, se establecieron ensayos para comparar agricultura de conservación y labranza convencional, validar un programa de riego en tiempo real, observar el efecto de la liberación de controladores biológicos de plagas (Trichogramma pretiosum, Crisoperla carnea y Coleomegilla maculata), optimizar la fertilización nitrogenada mediante uso del sensor GreenSeeker®, entre otros.

“En el comparativo por tipo de labranza se obtuvo un rendimiento de 18.4 toneladas por hectárea con labranza convencional y 18 toneladas por hectárea con agricultura de conservación. Aunque se observa una diferencia en favor de la labranza convencional, la mayor rentabilidad la obtenemos con la agricultura de conservación por el ahorro en costos en la preparación del suelo, principalmente. Además, el rendimiento es muy similar”, señala Diego.

Con una diferencia de más de 3 mil pesos por hectárea (3,443 MXN) y un menor impacto ambiental, el tratamiento con agricultura de conservación aporta evidencia de la viabilidad de este sistema de producción: “a través de varios ciclos agrícolas la plataforma ha demostrado las ventajas del manejo sustentable en el cultivo de maíz mediante la agricultura de conservación, sistema que nos permite reducir costos sin sacrificar productividad y, además, aplicando un manejo eficiente y racional de insumos y tecnologías en favor del medioambiente”, concluye el responsable de la plataforma.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Avena y ebo, una alternativa que brinda servicios al medioambiente

Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)
Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)

En las áreas de riego de Guanajuato, México, se demanda gran cantidad de forraje, particularmente durante el ciclo otoño-invierno. La alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros por excelencia en esta zona —se siembran un poco más de 44 mil hectáreas de alfalfa y cerca de nueve mil de avena (SIAP, 2021)—; no obstante, la alfalfa es perenne —su ciclo es muy largo, pudiendo crecer durante todo el año—, demanda gran cantidad de agua y reduce su producción en otoño-invierno. La avena, por su parte, a pesar de ser buena alternativa forrajera, es más nutritiva para los animales al mezclarse con ebo.

Ante este panorama en que se requieren alternativas de cultivo que puedan rotarse con el maíz y el sorgo producidos en primavera-verano, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cultivaron avena y ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación a fin de validar si dicho cultivo es una opción viable para la producción de forraje en el contexto de la zona.

Con camas anchas permanentes y el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie, la investigación se desarrolló durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato.

“Cuando el ebo llegó a floración y la avena a llenado de grano se realizó un corte a cuatro centímetros del suelo para inducir el rebrote de estos cultivos. Después del primer corte el rebrote de avena-ebo se utilizó como cultivo de cobertura y la siembra del maíz se realizó sobre el 100 % de dicho rebrote. Todos los datos sobre costos de producción, rentabilidad, producción de forraje y los asociados a los servicios ecosistémicos fueron registrados en una bitácora”, señalan los responsables de la plataforma de investigación.

“El costo total de producción hasta el empacado fue de cerca de 22 mil pesos (22 153 MXN), donde la fertilización y la cosecha corresponden al 42 y 25 %, respectivamente. Con respecto a la producción de forraje, el rendimiento de materia de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad fue de un poco más de 13 mil kilogramos por hectárea (13 089 kg/ha), lo cual, al empacarse en pacas de 40 kilogramos en promedio, resultó en 327 pacas por hectárea”.

Para los productores, la venta de las pacas significaría un beneficio económico, pero más allá de este, “el rebrote de avena-ebo contribuye a lograr la cobertura del suelo, lo cual impide la erosión y la emergencia de malezas. Además, al ser una leguminosa, el ebo ayuda a la fijación de nitrógeno, por lo que para el siguiente ciclo es posible obtener un mayor rendimiento de maíz”.

Cabe mencionar que en el ciclo primavera-verano 2019, en la misma plataforma, se sembró maíz sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo, entonces el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó 16 % el rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional (15.13 t/ha) y en 1,6 % al tratamiento con agricultura de conservación donde no se realizó la práctica de sembrar sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo.

Por lo anterior, los investigadores de la plataforma concluyen que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje, siendo una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. “De igual manera, la siembra de avena-ebo es una alternativa de cultivo de servicio que sirve como cobertura del suelo, impide la emergencia de maleza y contribuye a la fijación de nitrógeno atmosférico”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Ante el cambio climático apuestan por agricultura de conservación

Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“Aquí se realiza la comparación entre la labranza convencional y cero labranza; entre monocultivo de maíz y rotación maíz-arvejón; entre dejar el 100 % de los  residuos de cosecha, dejarlos parcialmente y retirarlos por completo; también se compara el efecto que tiene la sola fertilización nitrogenada y el que se logra aportando los tres macroelementos principales para los cultivos (nitrógeno, fósforo y potasio); se comparan los resultados al usar semilla de maíz híbrido y semilla de maíz criollo local; entre otros aspectos relevantes para los agricultores de la zona”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Cuautempan, en Puebla, México.

La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. Su intención es generar y validar prácticas y tecnologías sustentables que le permitan a los agricultores del mundo hacer frente a desafíos como los que impone el cambio climático.

Muchos agricultores no lo llaman cambio climático, pero lo reconocen: lluvias torrenciales o fuera de ciclo, inundaciones, sequías más prolongadas, etc. Aquí y allá estos fenómenos ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades, por eso es que para la red de plataformas que impulsa el CIMMYT la investigación colaborativa es esencial. En la plataforma Cuautempan, por ejemplo, colaboran el CIMMYT y la Unión Rural de Productores de Cuautempan y Tetela.

En un año con disminución de lluvia en los primeros cinco meses, como fue en el que se desarrolló el ciclo primavera-verano 2021, la agricultura de conservación confirmó su mejor margen de rendimiento y de utilidad, así como el cultivo invernal y la cobertura de rastrojos”, señalan los investigadores de la plataforma quienes puntualizan que “los tratamientos de agricultura de conservación fueron los que presentaron una mejor rentabilidad. El arvejón, uno de los cultivos de rotación, continúa siendo una alternativa para mejorar la rentabilidad pese a que ha disminuido su producción en la zona”.

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Milpa, frutales y cultivos diversificados en las zonas de ladera de Oaxaca

Sistema milpa intercalada con árboles frutales con cultivos de rotación en el ciclo otoño-invierno 2022 en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales con cultivos de rotación en el ciclo otoño-invierno 2022 en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)

La Sierra de Flores Magón, en el estado mexicano de Oaxaca, se caracteriza por su accidentado relieve. Allí se encuentra la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, en la cual colaboran la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para identificar y validar las mejores prácticas para los agricultores de la región.

En la plataforma se están generando técnicas adaptativas bajo el sistema de milpa intercalada con arboles frutales (MIAF) y con prácticas agronómicas sustentables mediante la rotación de cultivos de invierno y diversificación de cultivos”, comentan los investigadores responsables de la plataforma.

El sistema MIAF es una práctica estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. En la base de este sistema están los saberes tradicionales de agricultores indígenas de Huejotzingo, Puebla, donde ha sido muy útil para la agricultura en laderas de ese estado y de varios más del sur-sureste mexicano, como en el caso de las zonas de ladera de Oaxaca.

“La parcela MIAF consiste en dos subparcelas: una, aguas arriba —para reducir la velocidad de los escurrimientos del agua de lluvia— y, otra, debajo de la línea de árboles. La preparación de suelo se realizó con el sistema roza, tumba y pica, que es una opción a la roza, tumba y quema y la cual consiste en incorporar materia orgánica al suelo en lugar de quemarla”, puntualizan los investigadores.

“Al ser una parcela en rehabilitación después de 10 años de producción, se tiene alto contenido de materia orgánica (5,54%) y muy baja fertilidad del suelo. En estas condiciones se produjeron 680 kilogramos por hectárea (kg/ha) de haba y 590 kg/ha de trigo con un costo de producción de $16 726 (MXN) y $15 150 (MXN), respectivamente”.

Con respecto a la validación de la canola como un cultivo melífero favorable para la producción de miel, los investigadores señalan que “El néctar abundante de la canola tiene un buen perfil de azúcar para la producción de miel, con una producción de 670 kg/ha a un costo de $12 560 (MXN)”.

Así, en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl se está generando conocimiento útil que es compartido con las comunidades a través de los distintos proyectos y acciones que impulsa el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y sus distintos colaboradores en el estado.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Agricultura de conservación para trigo y cártamo

Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

La plataforma de investigación Cajeme II se estableció en 2013 y, desde entonces, en ella se evalúan diferentes prácticas agronómicas dentro de un sistema de producción de trigo en condiciones de riego, atendiendo las necesidades de los productores del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo, zonas altamente productivas del estado de Sonora, en el norte de México.

“Entre los aspectos que se estudian en esta plataforma están distintas prácticas de labranza, manejo de rastrojo, número de riegos de auxilio, rotación de cultivos y número de hileras del cultivo de trigo”, puntualizan los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) responsables de la plataforma.

Al ser una zona altamente productiva, el uso de insumos es elevado y también lo es el costo de la producción y el impacto ambiental. En este sentido, en la plataforma de Cajeme II se buscan opciones que permitan mantener una alta productividad, pero de forma sustentable y rentable.

En el ciclo otoño-invierno 2021/22 se establecieron diversos tratamientos donde “los mayores rendimientos de trigo (promedio de 9.2 t/ha) fueron obtenidos después de cártamo, sea en rotación anual o en primer año después de cártamo en rotación de tres años”, comentan los responsables de la plataforma para ilustrar los beneficios de la diversificación de cultivos (en este caso mediante rotaciones), uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.

“Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En esta plataforma este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece, particularmente para el manejo y conservación de suelo y agua”, señalan.

“Con cuatro riegos de auxilio el rendimiento de monocultivo de trigo con labranza convencional fue de 7,3 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con camas permanentes (que permiten la cero o mínima labranza) aumentó 0,3 t/ha. Con tres riegos de auxilio, que es la práctica del agricultor con labranza convencional, tuvo el rendimiento más bajo (6.7 t/ha), mientras que, al convertir a camas permanentes el rendimiento fue mayor (7.1 t/ha)”, puntualizan los responsables de la plataforma.

Para el caso del cártamo los resultados más notables también están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertienente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.

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Fortaleciendo el sistema milpa

Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

La región de Ocosingo juega un papel importante para el estado mexicano de Chiapas y, en general, para el sur de México. Ahí se encuentra la Reserva de la Biosfera Montes Azules, la reserva ecológica de selva alta perennifolia —que se caracteriza por tener el tipo de vegetación más exuberante de todos los ecosistemas existentes— que constituye el principal pulmón para la producción de oxígeno de la región.

En el plano cultural la región es rica y diversa: habitan diferentes grupos étnicos, como lacandones, tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales, principalmente. Para estos grupos el maíz y la milpa son fundamentales para su alimentación, sin embargo, prevalece la práctica de la roza, tumba y quema con notables efectos, como la degradación de los suelos y la contaminación ambiental.

Un reto adicional para la agricultura en Ocosingo es que el 90 % de los terrenos se ubican en laderas con pendientes mayores a 20 % —es decir que por cada 100 metros que se avanza horizontalmente, se suben 20 metros—, ocasionando erosión por las fuertes lluvias y dejando suelos con baja fertilidad que resultan en bajos rendimientos que, en muchas ocasiones, no cubren las necesidades de alimento para las familias productoras.

Para incrementar la sustentabilidad y contribuir a la seguridad alimentaria de estas familias, en la plataforma de investigación Ocosingo —ubicada en el rancho San José, comunidad de San Miguel El Grande del municipio en mención— se buscan alternativas para fortalecer el sistema milpa. Así, en 2022, y luego de cuatro años de intervención, se evaluó la respuesta de diversos sistemas de producción a través de agricultura de conservación y otras prácticas sustentables.

“La plataforma se diseñó con el enfoque de la milpa biodiversificada —con asociaciones de maíz y leguminosas como dolichos y chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo— bajo el esquema de agricultura de conservación y milpa intercalada con árboles frutales. El diseño experimental incluyó la siembra de monocultivo de maíz, que es la práctica convencional en la región y que funcionó como testigo para ser contrastado con las innovaciones sustentables en donde no se quema, sino que se deja la totalidad del rastrojo”, señalan los investigadores responsables de la plataforma.

Al comparar los rendimientos de cuatro años de ser implementadas, la agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales confirmaron ser “una buena alternativa para fortalecer el sistema milpa, sobre todo para las familias de escasos recursos económicos”, señalan los investigadores quienes puntualizan que el tratamiento con monocultivo de maíz con quema de rastrojos reportó un rendimiento de 1,18 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento de maíz en rotación con chícharo gandul de ciclo corto en franjas de doble hilera reportó 3,38 t/ha.

“Los ensayos que se están evaluando nos indican que sí es posible mejorar la producción de alimentos con el sistema milpa, beneficiar la biodiversidad tanto superficial como la del subsuelo, generar ingresos, capturar de carbono y, sobre todo, practicar una agricultura amigable con el medioambiente”, concluyen los investigadores.

La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Alternativas para mejorar la fertilización agrícola en Jalisco

Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)
Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)

La Ciénega del lago de Chapala es una región con un clima favorable para la agricultura, haciendo que municipios como Ocotlán (Jalisco, México), que forman parte de la ciénega, tengan una notable producción agrícola. En la zona granera de Jalisco, sin embargo, la rentabilidad ha venido disminuyendo debido al encarecimiento de los insumos agrícolas, a los bajos precios de los granos y a los efectos del cambio climático, aunados a una creciente presión en los años recientes por el desplazamiento que ejercen cultivos como el agave y la caña de azúcar.

Para generar opciones viables que le permitan a los agricultores locales mantener la productividad y la rentabilidad del cultivo de granos, en la plataforma de investigación Ocotlán —establecida en 2017 por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y colaboradores en la zona— se han implementado diversos tratamientos orientados a diseñar recomendaciones que les permitan hacer un manejo agroecológico y más rentable de sus parcelas, sirviendo también como un lugar de encuentro entre productores,  de transferencia de tecnologías y de escalamiento de las mismas.

“La plataforma tiene una superficie de 1,8 hectáreas, en ella se siembra trigo en el ciclo otoño-invierno y maíz en primavera-verano. En el ciclo primavera-verano de 2022 se realizó un experimento para evaluar dos dosis de fertilización nitrogenada —100 % y 75 %—, con y sin la aplicación de inoculantes microbianos —productos que promueven el crecimiento vegetal hechos con base en microorganismos, en este caso hongos del género Glomus y bacterias del género Azospirillum— en un sistema de agricultura de conservación y otro tratamiento con labranza convencional con el 100 % de la fertilización”, mencionan los responsables de la plataforma.

“El uso de inoculantes microbianos incrementó la eficiencia en el aprovechamiento del fertilizante, permitiendo reducir las dosis empleadas usualmente. Con respecto al tipo de labranza, no se obtuvo un beneficio significativo en los tratamientos con labranza convencional —basada en un movimiento continuo del suelo—, de hecho, se obtuvieron rendimientos similares y se tuvo un mayor costo de producción debido al requerimiento de maquinaria”, comentan los especialistas.

Lo anterior confirma que “la agricultura de conservación es un sistema rentable que permite reducir los costos de producción y mantener altos rendimientos, sobre todo con las variación en los temporales de lluvia que se han presentado en los últimos años”, señalan el equipo técnico de la plataforma, enfatizando en que la agricultura de conservación es un sistema ampliamente recomendado para los productores de la zona, en donde, no obstante, es necesario seguir investigando el tema de los inoculantes microbianos para brindar recomendaciones más puntuales.

Cabe mencionar que para el ensayo se sembró adicionalmente “un tratamiento con girasol como cultivo prometedor por su rusticidad, sus bajos costos de producción y como alternativa de rotación para el manejo plantas no deseadas.  Al ser un cultivo de ciclo corto tiene buena respuesta aun en temporales con menor precipitación, teniendo una mayor adaptación que los granos básicos. Los rendimientos obtenidos están sobre la media nacional, por lo que es un cultivo rentable que favorece la rotación de cultivos teniendo bajos costos de producción”, finalizan los investigadores.

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Agricultores de Honduras impulsan la innovación apoyados por centros internacionales

Campo agrícola en Honduras. (Foto: Instituto Nacional Agrario de Honduras)
Campo agrícola en Honduras. (Foto: Instituto Nacional Agrario de Honduras)

De acuerdo con el informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2022, de las Naciones Unidas, el 22,5 % de las personas en América Latina y el Caribe no cuenta con los medios suficientes para acceder a una dieta saludable. Esto significa que en la región es urgente, entre otros aspectos, transitar hacia sistemas agroalimentarios sustentables, rentables y resilientes. Hacerlo, sin embargo, exige considerar las particularidades de las muy diversas zonas agroecológicas existentes en la región.

“Cada una de las zonas es totalmente diferente, tiene su particularidad y debemos atender esas necesidades específicas. En Honduras, por ejemplo, actualmente el InnovaHub de Oriente se ha orientado al mercado y el InnovaHub de Occidente a la agricultura familiar”, comenta Óscar Amado Martínez Castillo, quien forma parte del equipo de acción climática de la Alliance Bioversity-CIAT, organización basada en Colombia, y quien actualmente participa en AgriLAC Resiliente.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forman parte el CIAT, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), el Instituto Internacional de la Papa (CIP), de Perú, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), de México, entre otros—  para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

Esta iniciativa “es una oportunidad para que converjan todas las instituciones que están trabajando en la región, o es a lo que buscamos, que todas estas instituciones se sumen a esta red de innovaciones, a esta red de instituciones para que su experticia y conocimiento sea llevado a las plataformas, luego a los módulos y a los productores para que ellos puedan ver resultados”, señala Óscar, haciendo referencia a la metodología de los InnovaHubs, un modelo de innovación surgido en México a partir de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México del CIMMYT y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Entre las acciones que la iniciativa ha promovido en Honduras destacan las capacitaciones en agricultura sustentable que se han dirigido inicialmente a técnicos de todo el país: “en el InnovaHub de Oriente, por ejemplo, hay técnicos de alrededor de unas siete instituciones las cuales también integran las mesas agroclimáticas que el CIAT ha impulsado en toda Latinoamérica. Así, vemos que el trabajo tanto del CIMMYT como del CIAT siempre se encontrará presente de alguna forma u otra”, comenta Óscar.

Otras de las acciones impulsadas en Honduras mediante AgriLAC Resiliente es el diagnóstico de parcela, el cual es “uno de los elementos fundamentales para definir las prácticas agrícolas más adecuadas para cada una de las parcelas participantes. En este momento, por ejemplo, se están realizando el perfil o el modelo de cultivos que los técnicos van a implementar junto con cada uno de los productores con los que van a estar trabajando en parcelas representativas del territorio”.

“Estas actividades se hacen en conjunto con los productores, siempre se pide la participación de la persona a la que se le está brindando el acompañamiento y también es un a convocatoria abierta, si más personas de la comunidad quisieran participar son bienvenidos para que puedan conocer para qué y cómo se hace y puedan aplicarlo en sus parcelas, porque también es un efecto bola de nieve: nosotros, con el equipo del CIMMYT, estamos capacitando al técnico, el técnico le da seguimiento al productor y ahí mismo, de forma indirecta, pueden llegar a más productores”, concluye Óscar.

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Recomendaciones basadas en evidencia científica

Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Con los resultados de seis años de estudios en la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, en Oaxaca, Fermín Martínez ha documentado que no es suficiente dejar los residuos agrícolas sobre las parcelas de la zona, sino también es necesario diversificar los cultivos para que los productores del municipio vean mejores resultados al optar por sembrar con agricultura sustentable.

Fermín es profesor investigador del Centro Regional Universitario Sur de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y responsable de la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, que está en la costa del estado mexicano de Oaxaca. Allí, en dicha plataforma, colaboran la UACh y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para generar recomendaciones pertinentes, basadas en evidencia científica, para que los agricultores de la zona mejores sus cosechas.

“Trabajamos para agricultores de pequeña escasa, entonces prácticamente lo que ellos buscan es producir alimentos para el autoconsumo, así que nos hemos enfocado en eso, pero cuidando el suelo, con coberturas, con diversificación de cultivos con lo que prácticamente hemos logrado que reduzcan significativamente las quemas agrícolas que prevalecen en el sistema convencional”, señala Fermín.

“Al trabajar en laderas tenemos un fuerte problema que es la erosión, por eso dentro de las prácticas que promovemos están las coberturas para proteger el suelo. Si el suelo está descubierto la lluvia provoca escurrimientos que se llevan el suelo, lo que no ocurre con un suelo cubierto”, enfatiza el investigador.

“Además de las coberturas implementamos fertilización fraccionada —aplicando el fertilizante en los periodos de mayor consumo de nutrientes—, fertilización orgánica, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, conservación de granos almacenados con tecnologías herméticas poscosecha y la diversificación de cultivos que tiene diversos beneficios”.

“El hecho de que aparte del maíz los agricultores locales puedan producir otros alimentos como frijoles, ajonjolí o jamaica, ya tiene un impacto positivo en la seguridad alimentaria de las familias, pero también a otros niveles. Un ejemplo: en la región se cultiva ajonjolí y el ajonjolí tenía la problemática de una  enfermedad causada por hongos que ellos le llaman “pata negra” y, bueno, a través de la colaboración en esta plataforma encontramos soluciones”, relata Fermín.

Sobre el papel de las plataformas de investigación, señala: “Es fundamental que la investigación que se hace en estos espacios responda a las problemáticas de los agricultores locales porque, si bien es cierto que en ocasiones esas problemáticas nos llegan de manera directa a través de los técnicos, nosotros debemos buscar las soluciones tanto para los técnicos como para los agricultores. Entonces, ahí precisamente radica la importancia de estos espacios porque son un puente entre la ciencia y los productores”, concluye Fermín.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.