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El cempasúchil más allá de las ofrendas

Parcela con cultivos diversificados en la que destaca el cultivo de cempasúchil, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Parcela con cultivos diversificados en la que destaca el cultivo de cempasúchil, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Aunque en México está estrechamente relacionada con su uso ritual el Día de Muertos, la flor de cempasúchil (Tagetes erecta y Tagetes patula) tiene usos muy variados y es una planta de gran interés a nivel internacional. De hecho, en India, China y Perú se concentra la producción mundial de cempasúchil, básicamente para la extracción de sus pigmentos —sus flores son ricas en carotenoides que proveen el característico color anaranjado vibrante—, siendo utilizada para dotar de color a la yema de huevo, pastas y otros productos.

Esta llamativa y comestible flor mexicana, destaca también por su uso para elaborar saborizantes y aromatizantes, tiene diversas aplicaciones médicas —además de su uso en medicina tradicional— e industriales y es apreciada como flor de ornato en Estados Unidos, Europa e India, donde se le cultiva extensamente para decorar festivales religiosos y eventos festivos, especialmente en la festividad hindú de Diwali.

Otro importante uso del cempasúchil es en la agricultura, donde su cultivo constituye una opción viable para contextos donde hay poca disponibilidad de agua debido a que su requerimiento hídrico es menor que otros cultivos. También es un abono verde notable. Es decir, que su cultivo ayuda a mejorar las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo; brinda refugio a insectos benéficos; ayuda a controlar malezas y protege al suelo de la erosión, ya que funciona como cubierta vegetal.

El cempasúchil es una planta anual que crece mejor en climas cálidos y soleados, requiriendo suelos bien drenados y tolerando condiciones de sequía moderada, de manera que su introducción, y la de otras especies de plantas cultivables con menor requerimiento hídrico, tiene la intención de que los productores se adapten y sean resilientes ante los efectos del cambio climático.

El cempasúchil brinda beneficios más allá de lo agronómico: la venta de flores para la temporada de Día de Muertos puede representar un ingreso adicional para las familias productoras, así como una forma de hacer más rentables sus parcelas gracias a la diversificación de cultivos; también se fortalecen las tradiciones e incluso se promueve el turismo porque las parcelas de cempasúchil se convierten en auténticos jardines de color naranja que florecen en un contexto de clima cambiante.

Adicionalmente, por sus propiedades insecticidas, larvicidas y nematicidas —los nematodos son un tipo de gusanos redondos o cilíndricos que en su mayoría se alimentan de la materia orgánica en descomposición, pero algunos basan su modo de vida en el parasitismo—, la planta es  considerada una alternativa potencial en el manejo de plagas y enfermedades, ya sea a través de la asociación de cultivos —se ha documentado que en rotación con maíz en tierras templadas con antecedentes de gallina ciega, reduce notablemente las poblaciones de ese insecto— o mediante el uso de bioplaguicidas y repelentes hechos a partir de esta emblemática planta.

Con respecto a sus propiedades para el control de plagas, la parte con más propiedades es la raíz. La planta se puede utilizar de diferentes maneras: abonos orgánicos para control de nematodos, extractos acuosos y polvos de diferentes partes de la planta —raíces, tallos, hojas, inflorescencias o toda la planta— para repeler o matar insectos tanto en cultivos en pie como en granos almacenados (si quieres conocer más sobre este enfoque, te recomendamos descargar la edición especial de Manejo Agroecológico de Plagas de la Revista EnlACe, en él encontrarás dos métodos simplificados para elaborar extracto de cempasúchil).

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Conocer las propiedades del suelo, el inicio de una agricultura sustentable

Análisis de parcela en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Análisis de parcela en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador)

La conductividad eléctrica es un parámetro importante que brinda información para determinar el estado de los suelos y la calidad de los cultivos. Esta medida cuantifica la capacidad de un suelo para conducir corriente eléctrica, y se expresa en decisiemens por metro (ds/m). La relación entre la conductividad eléctrica y el contenido de sales en el suelo es de gran relevancia en la agricultura.

Todas las tierras agrícolas contienen ciertas cantidades de sales, las cuales son esenciales para el desarrollo de las plantas. Sin embargo, un exceso de sales puede resultar perjudicial, inhibiendo el crecimiento de los cultivos.

Siendo la conductividad eléctrica un indicador químico de calidad del suelo, esta medida es de vital importancia en el contexto agronómico y puede proporcionar información valiosa sobre la fertilidad y la capacidad de un suelo para soportar el crecimiento de los cultivos.

Medición del contenido de sales y la conductividad eléctrica en parcelas con y sin cobertura vegetal. El Paraíso, Honduras. (Foto: Olvine Amador)
Medición del contenido de sales y la conductividad eléctrica en parcelas con y sin cobertura vegetal. El Paraíso, Honduras. (Foto: Olvine Amador)

Así, la medición de la conductividad eléctrica es esencial porque revela la capacidad del suelo para conducir corriente eléctrica, lo que refleja directamente la cantidad de sales solubles presentes en la solución del suelo. Valores más altos de conductividad eléctrica indican una mayor concentración de sales, lo que puede ser perjudicial para los cultivos.

Los valores de conductividad eléctrica se interpretan de la siguiente manera:

  • Menos de 2 ds/m: Suelo ideal para la producción de diversos cultivos.
  • Entre 2 y 4 ds/m: Suelo ligeramente salino, lo que puede afectar el rendimiento de ciertos cultivos sensibles.
  • Entre 4 y 6 ds/m: Suelo moderadamente salino, con efectos adversos en la mayoría de los cultivos.
  • Entre 6 y 8 ds/m: Suelo salino, donde el rendimiento de la mayoría de los cultivos se ve afectado.
  • Entre 8 y 12 ds/m: Suelo muy salino, difícil de explotar en estas condiciones y requiere un tratamiento de lavado.
  • 12 ds/m o más: Suelo extremadamente salino, donde el crecimiento de cultivos es prácticamente imposible sin un lavado utilizando agua baja en sales.

En el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, la Asociación Regional de Servicios Agropecuarios de Oriente (Arsagro) ha implementado diagnósticos de parcela en el departamento de El Paraíso, Honduras. Estos diagnósticos incluyen la medición de la conductividad eléctrica de los suelos, y son parte de la capacitación brindada a técnicos que trabajan en la iniciativa. Cada técnico atiende a 20 productores en 25 comunidades de cuatro municipios. Esta medición es esencial para definir estrategias agrícolas efectivas y sostenibles.

Edy Rafael López, técnico del InnovaHub Oriente de Honduras, establecido en el marco de AgriLAC Resiliente, destaca la importancia de esta capacitación: “Los técnicos hemos sido entrenados en el uso de equipos esenciales para la realización de diagnósticos de parcela, incluyendo el medidor de pH, el penetrómetro, equipo para medir la infiltración de agua, la medición de porcentaje de cobertura y el medidor de conductividad eléctrica”.

La medición precisa de la conductividad eléctrica es un paso crucial para promover una agricultura más sostenible y resistente, y gracias a estas iniciativas, Honduras avanza hacia un futuro agrícola más saludable y productivo.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forman parte el CIAT, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), el Instituto Internacional de la Papa (CIP), de Perú, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), de México, entre otros— para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

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Arrancan plataformas de investigación agronómica en Guatemala

Productores interactuando con el equipo de investigación durante una vista de seguimiento técnico a la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, 14 de julio de 2023. (Foto: ASORECH)
Productores interactuando con el equipo de investigación durante una vista de seguimiento técnico a la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, 14 de julio de 2023. (Foto: ASORECH)

En Guatemala hay por lo menos tres modalidades de producción agrícola: agricultura de subsistencia, semicomercial y de exportación. La agricultura de subsistencia, en particular, es un desafío bajo los patrones de variabilidad climática actual, debido a que es altamente sensible a los cambios de temperatura y lluvia.

En las regiones occidente y oriente de Guatemala, la agricultura de subsistencia normalmente se realiza en laderas y prevalecen prácticas que contribuyen a la degradación de los suelos —como las quemas, el excesivo movimiento del suelo con azadón y las siembras a favor de la pendiente—, incrementando la vulnerabilidad en este sistema productivo.

Para brindar alternativas que permitan a los productores de subsistencia de Guatemala mejorar sus sistemas es fundamental conocer las principales limitantes que enfrentan en sus parcelas y en el manejo de los cultivos que establecen principalmente bajo condiciones de temporal. También es necesario identificar las vías para fortalecer los procesos productivos, de comercialización y desarrollo de capacidades y eso es precisamente lo que, desde 2022, se ha estado haciendo en las regiones Oriente y Occidente de Guatemala gracias a la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Las visitas a las parcelas y el diálogo con grupos de productores y actores locales han sido clave para implementar la metodología del Innovahub en estas dos regiones, la cual se basa en generar espacios de encuentro e intercambio de experiencias para facilitar el acceso a la innovación (prácticas y/o tecnologías) que surge de la investigación estratégica en espacios como las plataformas de investigación, donde se evalúan diferentes prácticas agrícolas a fin de identificar las más adecuadas para cada región.

La investigación en las plataformas no solo tiene una perspectiva técnica, también se consideran factores socioeconómicos y ambientales que podrían impactar en la implementación exitosa de las nuevas prácticas en la escala del productor. En este sentido, destacan las reuniones (hub meetings) que se realizaron en noviembre 2022 en Huehuetenango (Occidente) y Chiquimula (Oriente), las cuales permitieron definir las principales líneas de investigación para estas dos regiones y aportaron información relevante para la instalación de dos plataformas, una por cada región.

Así, en la región Oriente, a través de la colaboración de la Asociación Regional Campesina Ch’orti’ (ASORECH), se instaló la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, en una parcela de un productor de la comunidad Minas Abajo, de San Juan Ermita. Allí, actualmente se evalúan prácticas relacionadas con el manejo de rastrojo —dejar el rastrojo y quemarlo—, arreglo topológico —hileras sencillas y franjas de doble hilera— y diversificación de cultivos, estudiándose particularmente la asociación de maíz y frijol y el sistema milpa intercalada con árboles frutales(MIAF).

En la región Occidente, por su parte, se instaló la plataforma Aguacatán, Huehuetenango, con la colaboración de la Asociación de Organizaciones de Los Cuchumatanes (ASOCUCH). En esta plataforma se comparan prácticas de manejo de rastrojo, diversificación de cultivos —con leguminosas como frijol y haba— y también se evalúan algunos maíces, como una variedad local con granos amarillos y otras que se han identificado con el nombre del productor con quien se colectó la semilla —Santos López, Andrés Pablo, Arnulfo Argueta/Victoriano López— para iniciar un proceso de mejoramiento.

La información que se generé en las plataformas de investigación durante los primeros tres años será base para hacer recomendaciones y robustecer el menú de tecnologías y prácticas para desarrollar planes de cultivos que contribuyan al incremento de la productividad de manera sustentable, la resiliencia, el manejo de los servicios ecosistémicos y la competitividad de los sistemas de producción agrícola en las regiones Oriente y Occidente de Guatemala.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR orientada a transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región. En Guatemala, la iniciativa es operada conjuntamente por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).

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Innovaciones en poscosecha para aumentar la seguridad alimentaria

Uso de bolsa plástica hermética en San Pedro Ixcatlán, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
Uso de bolsa plástica hermética en San Pedro Ixcatlán, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una fecha crucial para reflexionar sobre uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta la humanidad en la actualidad. De acuerdo con las Naciones Unidas, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia cada año, lo que equivale a cerca de 1 300 millones de toneladas de alimentos. Esta cifra es alarmante y exige acciones concretas para abordar la crisis alimentaria global.

En este contexto, es fundamental destacar las innovadoras soluciones que se están implementando en el ámbito de la poscosecha para reducir las pérdidas de alimentos y aumentar la seguridad alimentaria en diversas partes del mundo. En particular, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha estado trabajando arduamente para promover buenas prácticas poscosecha y tecnologías herméticas que están marcando la diferencia.

Uno de los logros más destacados es el uso de tecnologías herméticas poscosecha en África. En países como Zambia, Tanzania y Malaui, gracias al AID-I —un proyecto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) que implementan el CIMMYT, Catholic Relief Services (CRS), Caritas, el Centro Internacional de Desarrollo de Fertilizantes (IFDC por sus siglas en inglés) y otros colaboradores—, tecnologías herméticas poscosecha, como las bolsas plásticas herméticas, están contribuyendo significativamente a aumentar la seguridad alimentaria en el continente.

Almacenar granos de manera hermética previene la proliferación de plagas y reduce las pérdidas poscosecha, lo que tiene un impacto directo en la disponibilidad de alimentos para las comunidades.

En el sureste de México también se ha registrado un aumento en el uso de tecnologías herméticas poscosecha gracias a proyectos como los que impulsa el CIMMYT y Walmart Foundation esa región —que ha incluido campañas para prevenir sobre el riesgo de las micotoxinas, por ejemplo—. Esto ha permitido a los agricultores locales conservar sus productos agrícolas por más tiempo y reducir las pérdidas que solían experimentar debido a condiciones de almacenamiento inadecuadas. Esta iniciativa está empoderando a las comunidades locales y fortaleciendo la seguridad alimentaria en la región.

De igual manera, a través de programas de capacitación y buenas prácticas poscosecha que se impulsan mediante la iniciativa AgriLAC Resiliente, especialistas del CIMMYT y sus colaboradores están compartiendo lecciones valiosas en países como Guatemala y Honduras. La experiencia adquirida en Latinoamérica está contribuyendo a crear modelos exitosos que pueden replicarse en otros lugares, promoviendo la seguridad alimentaria a nivel global.

Además, es importante resaltar que la poscosecha no solo se trata de reducir pérdidas, sino también de preservar la calidad y el sabor de los alimentos. En un ejemplo concreto, las tortillas conservan su sabor cuando se utilizan tecnologías herméticas poscosecha, manifiestan las familias productoras que han hecho uso de estas tecnologías. Esto no solo beneficia a los consumidores, sino que también agrega valor a los productos para los agricultores y productores locales.

En resumen, en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, es esencial reconocer el papel crucial de las tecnologías herméticas poscosecha y las buenas prácticas en la lucha contra el desperdicio de alimentos y la mejora de la seguridad alimentaria. Estos avances son ejemplos concretos de cómo la innovación puede marcar la diferencia en la vida de las comunidades y en la preservación de nuestro planeta. Para abordar este desafío global, debemos seguir colaborando y adoptando soluciones sostenibles en todos los niveles de la cadena alimentaria.

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Entendiendo la interacción entre los sistemas agrícolas y los pecuarios

Borregos en tratamiento con pastoreo en plataforma Texcoco II, México, febrero de 2022. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Borregos en tratamiento con pastoreo en plataforma Texcoco II, México, febrero de 2022. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

De acuerdo con estimaciones de las Naciones Unidas, la agricultura, ganadería y la gestión del sistema alimenticio actual generan cerca del 23 % de los gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global y contribuyen al cambio climático.

Además del impacto ambiental, la relación entre agricultura y ganadería en términos de productividad y rentabilidad no siempre es la más adecuada: el sobrepastoreo propicia la compactación del suelo y la alimentación del ganado con rastrojo no permite conservar estos residuos agrícolas sobre la superficie, lo cual limita la posibilidad de incrementar la cantidad de materia orgánica y mejorar las propiedades del suelo.

Ya que la transición del sector agropecuario hacia sistemas más sostenibles es una tarea de primer orden de importancia, en la plataforma de investigación Texcoco II “se evalúa el efecto de manejo de rastrojo, pastoreo, cultivos de cobertura y composta sobre el desarrollo y rendimiento de maíz criollo y cebada en camas permanentes en condiciones de temporal”, señalan los investigadores responsables de esta plataforma.

Aunque las investigaciones sobre este tipo de sistemas tienen poco tiempo de haberse iniciado en la plataforma (2020) y aún no hay resultados que puedan considerarse concluyentes, sí hay tendencias sobre el tipo de agricultura que puede aportar los mejores resultados para sistemas agropecuarios en condiciones agroclimáticas como las de los Valles Altos.

Con respecto a los rendimientos de maíz, por ejemplo, los investigadores manifiestan que la sequía que se presentó de mayo a la primera quincena de julio afectó más a los tratamientos con poca cobertura de rastrojo en la superficie. En los tratamientos de camas permanentes y camas convencionales donde el rastrojo fue retenido, los rendimientos de maíz, señalan, fueron similares, sobresaliendo el rendimiento de camas permanentes y retención de rastrojo con pastoreo.

Para el caso del cultivo de cebada, aunque no hubo diferencia significativa, el mayor rendimiento (4.3 t/ha) fue el del tratamiento con camas permanentes y dejando rastrojo con pastoreo, seguido del tratamiento donde no se hizo pastoreo (3.3 t/ha). Sin embargo, cabe mencionar que “todos los tratamientos con remoción de rastrojo en camas permanentes tuvieron rendimientos menores a 1 t/ha”, precisan los investigadores.

Estos primeros resultados generados en la plataforma sobre la interacción de sistemas agrícolas y pecuarios son importantes porque aportan evidencia para comprender mejor la interacción entre sistemas agrícolas y pecuarios.

La plataforma de investigación Texcoco II (establecida en 1999, pero haciendo ajustes a sus tratamientos en 2020 a fin de responder a las necesidades regionales) forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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La importancia de identificar las mejores rotaciones

Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para quienes se dedican al campo la agricultura de conservación es un término que probablemente hayan escuchado alguna vez. Este hace referencia a un sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua, reducir costos de producción y, con una implementación adecuada, mejorar la producción en varios sentidos.

La agricultura de conservación tiene tres componentes básicos: la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. Este tercer componente, la diversificación de cultivos, tiene amplios beneficios.

Cuando un agricultor siembra lo mismo cada año, es común que se presenten problemas de enfermedades, malezas y plagas que son muy específicas para cada cultivo. Por eso es que, mediante rotaciones, asociaciones, relevos y otras formas de diversificar cultivos, es posible romper ciclos de enfermedades y malezas y así generar plantas más sanas con menos uso de herbicidas.

Cuando las malezas están bajo control, incluso es posible incrementar los rendimientos. Además, la diversificación de cultivos posibilita una diversificación productiva y comercial. No obstante, aún es necesario entender mejor cómo funciona y cuales son las mejores rotaciones para cada región y sistema de producción.

Así, en la plataforma de investigación Mixquiahuala —carretera Mixquiahuala- Tezontepec, Km 3.5, en Hidalgo, México— investigadores del Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico Valle del Mezquital (CIDT) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran para identificar las rotaciones más adecuadas y convenientes para los productores de la región.

La plataforma está ubicada a una altitud 2012 metros sobre el nivel del mar (msnm), el régimen hídrico es de riego con aguas residuales provenientes de la Ciudad de México y actualmente se encuentra en su décimo primer año de operación. Allí, recientemente se realizó un estudio “en el área de validación de componentes, evaluando rotación de trigo, maíz y girasol en dos sistemas de producción: agricultura de conservación y labranza convencional”, señalan los responsables de la plataforma.

“En los parámetros evaluados en cada uno de los cultivos en rotación, así como los dos sistemas de producción, se puede mostrar la eficiencia del sistema de agricultura de conservación en el cultivo de maíz”, manifiestan los investigadores, puntualizando que el tratamiento con labranza convencional registró 12 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento con agricultura de conservación registró 12.5 (t/ha), además que permitió reducir los costos de producción por el menor movimiento del suelo.

Adicionalmente, el tratamiento de girasol con agricultura de conservación reportó un rendimiento cercano a las cuatro toneladas por hectárea (3.9 t/ha), lo que lo convierte en un cultivo de interés para nuevos estudios y para su probable adopción como un cultivo alternativo en la zona debido a su versatilidad, ya que, dependiendo de la variedad, este cultivo puede usarse para consumo humano (la semilla como botana), forraje, flor de corte, especie melífera (polen) o como cultivo de cobertura.

La plataforma de investigación Mixquiahuala forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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¿Por qué optar por prácticas innovadoras en agricultura?

Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)

Hace más de tres décadas (desde 1991) que en esta plataforma de investigación se evalúa el efecto del tipo de labranza, manejo de rastrojo y rotación de cultivos en condiciones de temporal. Específicamente “el sistema convencional de barbecho, monocultivo de maíz y remoción de rastrojo se compara con prácticas innovadoras como cero labranza, camas permanentes, retención de rastrojo y rotación con trigo, frijol o cebada con chícharo forrajero”, mencionan los responsables de la plataforma de investigación Texcoco I, en el estado de México.

Hacer este tipo de evaluaciones es importante en un contexto donde la adopción de prácticas agrícolas sustentables sigue siendo baja y los desafíos que el cambio climático y diversos fenómenos socioeconómicos imponen a la producción global de alimentos van en aumento.

“Con una sequía inicial en mayo, junio y la primera quincena de julio que redujo el desarrollo de los cultivos, más una granizada que dañó al maíz a mediados de julio”, señalan los investigadores, es importante identificar los sistemas de producción más resilientes, es decir, aquellos que le permitan a los agricultores locales minimizar los daños por los distintos eventos climatológicos adversos.

La agricultura convencional de la zona, basada en un movimiento continuo y excesivo del suelo, así como en la remoción de los rastrojos, ya no es una opción: en el ciclo primavera-verano los rendimientos promedio del maíz con este tipo de labranza fueron de tan solo 3.8 toneladas por hectárea (t/ha). En contraste, aquellas parcelas donde se han aplicado una o varias prácticas de agricultura de conservación, o sus combinaciones, reportaron desde las 6.2 t/ha —rotación con trigo—, hasta las 7.6 t/ha —cero labranza o camas permanentes con rotación y suficiente rastrojo en la superficie—.

Con respecto al cultivo de trigo, con labranza convencional sus rendimientos fueron menores, contrario a los rendimientos obtenidos con cero labranza, donde el rendimiento fue más alto con alguna rotación y dejando todo o de manera parcial el rastrojo. Así, “con rotación de cultivo en cero labranza, el rendimiento es menor donde se remueve el rastrojo (1.6 t/ha) que cuando se deja todo sobre la parcela (5.2 t/ha) o de manera parcial (promedio de 4.6 t/ha)”, puntualizan los investigadores.

La plataforma de investigación Texcoco I forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Glomalina, un bioindicador del efecto de la agricultura de conservación sobre la calidad del suelo

Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La materia orgánica tiene un papel fundamental en la calidad y la salud del suelo. Los niveles de carbono, la presencia de ácidos húmicos —sustancias que resultan de la descomposición de la materia orgánica y favorecen el crecimiento de las plantas—, y la glomalina, por ejemplo, son algunos indicadores del estado de los suelos que están relacionados con la presencia de materia orgánica.

La glomalina, específicamente, es una proteína implicada en la simbiosis entre las plantas y algunos hongos benéficos. La glomalina tiene efectos positivos sobre las propiedades físicas y químicas de los suelos, ya que esta sustancia pegajosa favorece la formación de conglomerados o agregados, una etapa fundamental en la creación del suelo.

El contenido de glomalina es un bioindicador del mejoramiento en la calidad del suelo que promueve la agricultura de conservación”, señalan los investigadores responsables de la plataforma de investigación Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí, donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Para evaluar el efecto de la agricultura de conservación en el contenido de glomalina en el suelo, los investigadores evaluaron siete tratamientos: barbecho más rastra, rastra, multiarado, labranza cero sin rastrojos, labranza cero con 33 % de rastrojo como cobertura, labranza cero con 66 % de rastrojo como cobertura y labranza cero con la totalidad de los rastrojos como cobertura del suelo.

El efecto acumulado de 25 años continuos con agricultura de conservación permitió incrementar en un 34 % la glomalina total con respecto al barbecho más rastra —práctica convencional que prevalece en la zona—. Al incrementarse la glomalina, se mejoró la estructura del suelo y se facilitó un mejor desarrollo de la raíz del cultivo para lograr rendimientos de maíz superiores a las 10 toneladas por hectárea contra 6.5 toneladas por hectárea que se obtuvieron con el método tradicional de barbecho más rastra”, puntualizan los responsables de la plataforma.

El incremento de la glomalina como resultado de los efectos acumulados de la agricultura de conservación es relevante porque, además de lo descrito, esta proteína está asociada al almacenamiento de carbono en el suelo. De hecho, existen programas de investigación que la estudian como una opción para indicar la cantidad del elemento en programas de comercio de créditos de carbono.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Soledad de Graciano Sánchez— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Alternativas para una agricultura sustentable en el Valle del Mezquital

Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)

El Valle del Mezquital es considerado el granero de Hidalgo. A pesar de ser una zona árida tiene una importante producción agrícola debido a la presencia de canales de riego de aguas residuales provenientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.

En esta región alrededor de 60% de la población —con notable presencia de la comunidad otomí— se dedica a la agricultura. Los productores, sin embargo, enfrentan numerosos problemas, como la poca rentabilidad, la pérdida de la calidad de los suelos y la consecuente disminución del tonelaje de producción.

“La agricultura en el Valle del Mezquital se basa en la labranza convencional donde se utiliza una cantidad excesiva de maquinaria debido a la escasez de mano de obra en la región. Esto ha provocado la compactación de los suelos y el incremento en los costos de producción por hectárea cultivada”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Francisco I. Madero, en el estado mexicano de Hidalgo, donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Además de la compactación del suelo, el riego en la zona es por inundación —una de las formas de riego donde más agua se desaprovecha— y se utilizan aguas residuales provenientes del Valle de México —lo cual implica riesgos sanitarios potenciales—, así que se unen varios efectos adversos que hacen necesario impulsar una agricultura sustentable para mantener o incrementar el rendimiento, generar el bienestar en la región y conservar los recursos naturales”, enfatizan los responsables de la plataforma.

Para brindar alternativas a los productores a fin de que adopten las prácticas sustentables más adecuadas para sus sistemas productivos, en la plataforma se validan distintas tecnologías. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el efecto de la rotación de los cultivos, la práctica de labranza y el manejo del rastrojo.

En el año 2021 el tratamiento que reportó el mayor rendimiento de maíz —16.6 toneladas por hectárea (t/ha)— fue el de la rotación de maíz en primavera-verano y avena en otoño-invierno, con cero labranza y dejando la totalidad de rastrojos sobre la superficie como cobertura; el tratamiento con el menor rendimiento (14 t/ha) fue el de maíz en primavera-verano y un cultivo de cobertura en otoño-invierno, con labranza convencional y removiendo todos los rastrojos.

En el año 2022 los resultados fueron similares, observándose que el tratamiento con la rotación de maíz-avena con cero labranza y cobertura del suelo con rastrojos tuvo un rendimiento de alrededor de dos toneladas por hectárea superior al del tratamiento de maíz con cultivo de cobertura, labranza convencional y sin rastrojos —21.1 y 18.8 t/ha, respectivamente—.

Con estos resultados, los responsables de la plataforma señalan que “la implementación de la agricultura de conservación permite incrementar y mantener el rendimiento del maíz. Dejar los cultivos de cobertura sobre el suelo permite que año con año el rendimiento se mantenga”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Francisco I. Madero— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Cultivos alternativos para mejorar la fertilidad de los suelos

Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)
Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)

La Meseta Comiteca es una región en el estado mexicano de Chiapas que destaca por su diversidad cultural y riqueza natural —allí se encuentra, por ejemplo, la Reserva de la Biosfera Lagunas de Montebello—. En esta región, la agricultura se desarrolla en condiciones de temporal, siendo el maíz y el frijol los cultivos principales cuyos esquilmos o rastrojos suelen quemarse o removerse total o parcialmente, o bien, sirven de alimento para ganado. 

Además de la poca diversidad de cultivos —el maíz y el frijol se establecen regularmente como unicultivos o intercalados—, el hecho de quemar o remover los residuos de cosecha contribuye a la disminución de contenido de la materia orgánica del suelo y, a largo plazo, repercute en la disminución de la fertilidad y la productividad. De hecho, este agotamiento de los suelos constituye actualmente una de las limitantes para la agricultura de la región. 

Para ofrecer soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Comitán —donde colabora el Instituto Tecnológico de Comitán y el CIMMYT— se evalúan diversos sistemas de producción y tecnologías agrícolas. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el aporte de biomasa seca (residuos de cosecha) de distintos cultivos alternativos a fin de identificar aquellos que representen opciones viables para incrementar el contenido de materia orgánica de las parcelas de forma natural.  

Los cultivos establecidos fueron dólicos, chícharo gandul rojo, chícharo gandul negro, girasol, grasss pea, garbanzo y veza. Durante el ciclo agrícola, las condiciones de precipitación que se presentaron en la región afectaron negativamente el crecimiento y desarrollo de las plantas, lo que se manifestó en bajos rendimientos de grano y de biomasa. No obstante, uno de los cultivos que sobresalió en producción de biomasa seca bajo las condiciones prevalecientes fueron los dólicos”, señalan los responsables de la plataforma.  

Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.  

De acuerdo con los resultados del ensayo, para la región el girasol también es una opción viable, seguido del chícharo gandul. No obstante, mencionan los investigadores, aún es necesario continuar con las evaluaciones de cultivos alternativos para la región.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.