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Módulos de innovación en el Occidente de Honduras, espacios clave para un campo más sustentable

Visita al módulo instalado en la parcela del señor Elmer, en Lentago, Belén Gualcho Ocotepeque, Honduras. (Foto: Nolvin Vega)
Visita al módulo instalado en la parcela del señor Elmer, en Lentago, Belén Gualcho Ocotepeque, Honduras. (Foto: Erardo Díaz)

En la comunidad de Lentago, Belén Gualcho Ocotepeque, se están tejiendo los cimientos de una transformación agrícola significativa. Las recientes actividades de seguimiento al módulo de innovación agrícola instalado en esa localidad es un ejemplo de los pasos firmes con que se avanza hacia sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes en Honduras a través de la iniciativa AgriLAC Resiliente.

«Uno de los principales problemas que se ha identificado a través del diagnóstico de parcela y la participación de varios productores de tres zonas (Lentago, El Aguacatillo y La Mohaga) es el tema de la fertilización«, menciona Jesús Erardo Díaz Gómez, técnico involucrado en el proyecto y quien le ha brindado acompañamiento técnico al señor Elmer Valeriano para instalar en su parcela el módulo donde actualmente se implementan prácticas sustentables y se comparan con las prácticas convencionales locales.

La práctica convencional en la zona es fertilizar a los 15 o 22 días después de la siembra, «a través del módulo de innovación se busca la optimización de esta práctica evaluando la fertilización al momento de la siembra para asegurar la disponibilidad adecuada de nutrientes para la planta de maíz», señala Erardo, quien forma parte del equipo técnico del InnovaHub Occidente de Honduras, el cual articula los esfuerzos de un conjunto de organizaciones y actores locales que impulsan la innovación y la sustentabilidad del campo hondureño en el marco de AgriLAC Resiliente.

La optimización de la fertilización no es el único frente en el que el InnovaHub Occidente está marcando la diferencia. Erardo enfatiza la importancia de repensar el proceso de selección de semillas para las futuras cosechas porque, actualmente, se hace cuando ya se ha sacado el maíz de la parcela, es decir, ya cuando lo “tapizcan” (cosechan) y esto presenta diversas dificultades. «Con el módulo de innovación buscamos iniciar este proceso directamente en campo, seleccionando cuidadosamente las plantas más vigorosas y adaptadas a las necesidades de los productores locales», explica.

Módulos como el instalado en Lentago son fundamentales para dispersar los conocimientos sobre prácticas más sustentables. En este sentido, la participación del equipo técnico de CIMMYT y ODECO ha sido clave al despejar las dudas de los agricultores y proporcionar orientación sobre manejo agronómico del maíz con prácticas sostenibles.

Por supuesto, el compromiso y la participación activa de productores como el señor Elmer Valeriano son cruciales para el éxito de iniciativas como esta. Elmer, un agricultor proactivo y receptivo a nuevas técnicas, es un ejemplo inspirador de cómo la colaboración entre técnicos y agricultores puede impulsar el cambio hacia prácticas más sustentables y eficientes, como la instalación de un pluviómetro que promete proporcionar datos cruciales para la toma de decisiones informadas en el módulo.

La instalación del pluviómetro, aunque aparentemente simple, abre una ventana de oportunidad para comprender mejor las necesidades hídricas de los cultivos y ajustar las prácticas agrícolas en consecuencia. «Los resultados nos permitirán comparar la cantidad de agua recibida con las demandas de los cultivos, proporcionando una base sólida para la toma de decisiones», menciona Erardo, destacando el compromiso del señor Elmer en la toma y registro de los datos que emanan del pluviómetro.

El señor Elmer tomando lectura del pluviómetro. (Foto: Nolvin Vega)
El señor Elmer tomando lectura del pluviómetro. (Foto: Erardo Díaz)

El trabajo del InnovaHub Occidente de Honduras no ocurre en un vacío, sino que forma parte de una iniciativa más amplia: AgriLAC Resiliente. Esta iniciativa, impulsada por el CGIAR, busca transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe, aumentando su resiliencia y competitividad. Los InnovaHubs de Honduras, en colaboración con organizaciones como la Alianza Bioversity-CIAT y CIMMYT, están liderando el camino hacia un futuro agrícola más próspero y sostenible en la región.

En última instancia, el éxito de estas iniciativas depende de la colaboración continua entre todos los actores involucrados: agricultores, técnicos, organizaciones y comunidades locales. Con un enfoque centrado en la innovación y la sustentabilidad, es posible construir sistemas agroalimentarios más resilientes que no solo alimenten a las generaciones presentes, sino que también protejan y restauren la tierra para las futuras.

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El papel de las leguminosas en la agricultura sustentable de Honduras

Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)
Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)

Las leguminosas son plantas pertenecientes a la familia Fabaceae o Leguminosae, una de las más grandes y diversificadas del reino vegetal. Esta familia incluye una amplia gama de plantas, desde árboles y arbustos hasta hierbas. Las leguminosas se caracterizan principalmente por su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico y producir frutos en forma de vainas que contienen semillas. Entre las más conocidas están los frijoles, los chícharos, las lentejas y las habas, pero también son leguminosas árboles como las jacarandas o las acacias.

En la agricultura, las leguminosas son fundamentales por varias razones, “ya sea que las utilicemos como cobertura de suelo, fijadoras de nitrógeno, forraje para ganado o algunas para consumo humano, las leguminosas se adaptan bien a suelos pobres y funcionan como elemento esencial de la diversificación de cultivos, o bien, para hacer barbechos mejorados”, comenta José Francisco Guillén Álvarez, quien forma parte del equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras.

Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)
Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)

El InnovaHub Oriente de Honduras articula los esfuerzos de un conjunto de organizaciones y actores relacionados con los sistemas agroalimentarios a fin de impulsar la innovación y la sustentabilidad del campo hondureño en el marco de AgriLAC Resiliente, iniciativa impulsada por CGIAR a través de centros de investigación científica internacionales como la Alianza Bioversity-CIAT (ABC), con sede en Colombia, y CIMMYT, con sede en México.

Las leguminosas, particularmente ciertas variedades de frijoles, forman parte sustancial de la dieta de los hondureños, ya que son una fuente rica en proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales. No obstante, uno de los desafíos de los productores es la conservación del grano, ya que las condiciones climáticas favorecen la aparición de plagas de almacén.

Para brindar alternativas que no requieren plaguicidas, recientemente especialistas de CIMMYT impartieron la capacitación Manejo poscosecha de granos básicos en las oficinas de ARSAGRO —una de las organizaciones que colabora en el InnovaHub Oriente—, en Danlí, El Paraíso.

“El objetivo de esta capacitación fue desarrollar capacidades y habilidades en los técnicos para implementar y difundir prácticas y tecnologías poscosecha sustentables en su región. Abordamos el sistema poscosecha, plagas y daños causados, así como métodos de control en campo y almacén. También realizamos prácticas de acondicionamiento de grano, clasificación de daños y humedad y el uso de tecnologías herméticas”, detalla Rodolfo Vilchis, especialista en poscosecha del Hub Chiapas de CIMMYT.

Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)
Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)

Además del manejo poscosecha, a través de AgriLAC Resiliente se impulsan otras acciones clave donde las leguminosas tienen un rol protagónico: desde la producción de semilla y fertilización adecuada hasta la implementación de camas permanentes —una forma de minimizar la labranza para favorecer la estructura del suelo— y pruebas de calidad en frijol, destaca Edy Rafael López, del equipo técnico del InnovaHub Oriente, quien además destaca el papel de variedades de frijol que se adaptan a condiciones climáticas difíciles, como el frijol Rojo Chortí, desarrollado y validado por instituciones de investigación hondureñas como una respuesta ante la intensificación de fenómenos climatológicos extremos.

El potencial de las leguminosas es amplio. Orson Hernández, también del equipo técnico del InnovaHub Oriente, por ejemplo, las ha incorporado en sus trabajos con agricultores para retener el suelo y retomar su función como cultivos de cobertura porque además las leguminosas mejoran la estructura del suelo y reducen la necesidad de fertilizantes químicos.

 

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Yo decidí estudiar agronomía

Concepción Porras Arango y su papá. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Concepción Porras Arango y su papá. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Dos de de sus hermanos decidieron dedicarse a la música, otro a la construcción y el último se fue a buscar el “sueño americano”. Ella, sin embargo, decidió estudiar agronomía inspirada por una amiga. Cuando su papá se enteró de esta decisión, le dijo a Concepción “pues qué bueno, porque en el campo necesitamos gente que esté realmente interesada en ayudar a los productores. Tú sabes que las cosas van cambiando, el clima va cambiando, todo va cambiando y, ¿por qué no tener una agrónoma aquí en el pueblo que pueda ayudar a quienes trabajamos la tierra?”.

Concepción Porras Arango es una joven de 27 años de Maguey Largo, Oaxaca. A pesar de no haber ingresado a la universidad que inicialmente deseaba, perseveró y se formó como agrónoma y, al día de hoy, ha trabajado en diversos proyectos, impulsando la siembra de maíz con métodos sostenibles. También ha participado en capacitaciones con especialistas de CIMMYT y ha aprendido a calibrar maquinaria para siembra y fertilización, temas de poscosecha y control de plagas.

Su experiencia en el campo le ha enseñado que el acompañamiento continuo a los productores es crucial. “Hacer las cosas con ellos, sembrar, aplicar los productos, pero haciéndolo, no solo dándoles instrucciones”, comenta Concepción. Este enfoque práctico y colaborativo ha sido fundamental para ganar la confianza de las personas dedicadas al campo.

El impacto de Concepción en su comunidad no se limita a la producción agrícola. Ella cree firmemente que trabajar con jóvenes en las escuelas puede motivar a más personas, hombres y mujeres, a interesarse por el campo. “Yo he vivido en el campo, y quiero la libertad de andar en el campo”, afirma. Su pasión por la agricultura y su compromiso con su comunidad la han llevado a emprender proyectos innovadores, como el cultivo de fresas en su parcela, demostrando que las mujeres pueden ser líderes en el sector agrícola.

La historia de Concepción subraya la importancia de integrar la perspectiva de género en la agricultura. Las mujeres en el campo enfrentan barreras significativas, desde el acceso limitado a recursos hasta la falta de reconocimiento de su labor. Al empoderar a las mujeres y promover su participación activa en la agricultura se fortalece la resiliencia y la sostenibilidad de las comunidades rurales.

El trabajo inspirador de mujeres como Concepción Porras Arango demuestra que la inclusión y el empoderamiento son caminos hacia un futuro más equitativo y próspero para las comunidades rurales. Por esta razón, la historia de Concepción es una de las que especialistas en género de la AgriLac Resiliente, de CGIAR, ha documentado para impulsar cambios en amplias regiones de Latinoamérica, desde México hasta Guatemala y Honduras, región donde la agricultura sigue enfrentando desafíos significativos en términos de sostenibilidad y equidad.

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Menús tecnológicos sustentables, conocimiento con impacto social

Cultivo de calabaza en sistema diversificado en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de calabaza en sistema diversificado en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En la búsqueda de una agricultura más sostenible y adaptada a las necesidades locales, el CIMMYT y sus colaboradores han desarrollado y promovido menús tecnológicos sustentables. Estos menús, basados en investigaciones rigurosas y adaptaciones regionales, ofrecen a los agricultores una gama de opciones tecnológicas validadas para mejorar la producción agrícola de manera sostenible.

Un ejemplo claro del impacto positivo de estos menús tecnológicos se encuentra en la experiencia de San Miguel Tlacamama, en la costa de Oaxaca. Aquí, Fermín Martínez, profesor investigador del Centro Regional Universitario Sur de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), ha sido testigo directo de cómo estas innovaciones pueden transformar la agricultura local.

Martínez, quien es el responsable de la plataforma de investigación de San Miguel Tlacamama que ha sido un espacio clave en la conformación del menú para Oaxaca, destaca la historia de don Aquileo Solano, un agricultor que ha adoptado con éxito varias de las tecnologías promovidas por CIMMYT y sus colaboradores.

Don Aquileo ya manejaba su parcela sin la quema de residuos, “eso nos hizo coincidir en la plataforma y prácticamente adoptar algunas otras tecnologías como lo de los abonos verdes, biofertilizantes y caldos minerales», comenta Martínez. Este enfoque no solo ha mejorado la salud del suelo, sino que también ha permitido a don Aquileo enfrentar mejor las condiciones climáticas adversas.

“Hace poco platicamos con don Aquileo, él estaba muy emocionado porque la canícula de 2019, de 40 días de muy poca lluvia y hasta 10 días sin ni una gota de lluvia, estuvo muy fuerte, pero él vio los beneficios de sembrar sobre toda esa cobertura donde precisamente la planta de maíz y otros cultivos que él sembró nunca presentaron una marchitez tan fuerte como lo hicieron las plantas de algunos vecinos. Pudimos ver ese detalle de que la cobertura lo que hace es, por así decirlo, cosechar la humedad del rocío y dársela a las plantas”, explica el especialista.

Otra práctica innovadora que forma parte del menú tecnológico sustentable para Oaxaca, y que fue adoptada por don Aquileo, es la diversificación de cultivos. Actualmente, el agricultor “ha establecido ajonjolí, calabaza, sobre todo la calabaza chompa, maíz y algo de frijol”, precisa Martínez, señalando que las rotaciones son otra forma de diversificación que ha adoptado el productor.

“Don Aquileo ya sabía de los beneficios que da aprovechar los residuos de cultivo en lugar de quemarlos, porque se pudren y se convierten en alimento para las plantas, entonces fácilmente adoptó los abonos verdes. Esta práctica le permitió, en lugar de dejar descansar la parcela más tiempo, hacer una especie de descanso mejorado a través de un ciclo de rotación de un año. Esa rotación le favoreció mucho porque el hecho de contar con abono verde le permitió tener una capa más gruesa de materia orgánica, lo cual es excelente”, señala el responsable de la plataforma de investigación.

La historia de don Aquileo es un testimonio del impacto positivo que los menús tecnológicos sustentables pueden tener en la vida de los agricultores: “Había un vecino de don Aquileo que lo separaba solo el cerco y extrañado por las diferencias entre sus parcelas fue a visitarlo: «bueno, ¿tú qué les haces a tus plantas?, le decía». Y recuerdo que me invitó a ver sus parcelas para comentarme de lo maravillado que estaba por tener sus plantas en pie, mientras que las parcelas de los vecinos en donde se habían quemado los residuos las plantas estaban muy marchitas”.

A través de estas iniciativas, CIMMYT y sus colaboradores le proporcionan a los productores herramientas y conocimientos para tomar decisiones informadas y adaptadas a sus realidades específicas, por lo que, en definitiva, los menús tecnológicos sustentables representan un paso significativo hacia una agricultura más sostenible y equitativa.

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Ante la adversidad, diversidad de cultivos

Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)
Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)

Para AgriLac Resiliente el género y la inclusión social son fundamentales. A través de esta iniciativa regional latinoamericana se han documentado experiencias y resultados derivados de diversos proyectos en donde centros de investigación como CIMMYT, en colaboración con organizaciones de todos los sectores, han impulsado acciones estratégicas para empoderar a mujeres y jóvenes.

Un ejemplo de este proceso de documentación, desarrollado por Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, es el testimonio de Agripina, productora de la comunidad Arroyo Grande, en Jalapa de Díaz, Oaxaca.

Agripina, de 48 años y perteneciente a la etnia Mazateca, recuerda que cuando llegó el primer ingeniero a su comunidad, ella escuchaba las pláticas desde una orilla. Se interesaba en lo que el ingeniero proponía a los participantes, todos hombres. Un día se decidió a preguntarle al ingeniero sobre esas semillas de las que hablaba, semillas que decía, se podían producir en su tierra.

El ingeniero le explicó y consiguió semillas de libre polinización para que las sembrará. Se trataba de semillas de girasol y jamaica. Agripina las sembró en una pequeña parcela que le prestó su suegro, pues su esposo había migrado y su suegro es el que estaba a cargo de las tierras.

Con gran sorpresa vio florecer sus cultivos de girasol y Jamaica, mismos que logró vender en su propia comunidad para adorno de las iglesias o para cumpleaños, incluso para funerales.  Desde ese momento, nada la detuvo y, junto con otras mujeres, asistió con mayor confianza a las capacitaciones que brindaba el ingeniero sobre la siembra de semillas nativas, su almacenamiento, fertilización y control de plagas.

Cuando murió su suegro, ella y su hija estaban desconsoladas y sentían una gran presión sobre el futuro de las tierras. “Nos decían: Pobrecitas, ahora ¿quién las va a ayudar a sembrar?, ¿cómo le van a hacer esas mujeres si ya se murió su suegro? Y yo dije, ¿por qué nos dicen así? Y con mi hija nos pusimos a trabajar. Ahorita ya fui a levantar mi mazorca. Sí es pesado, pero hay que salir adelante”, relata Agripina.

El haberse capacitado desde que vivía su suegro le permitió a Agripina adquirir experiencia y tener los conocimientos para sembrar y cosechar tanto maíz como otros cultivos que le permiten ahora sostener económicamente a su familia, conservando sus semillas nativas e intercalándolas con cultivos comerciales como plátano, piña, girasol y jamaica.

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Con capacitación, fortalecen la agricultura sustentable en Honduras

Especialista de CIMMYT en una de las sesiones de práctica con técnicos y productores en Honduras. (Foto: CIMMYT)
Especialista de CIMMYT en una de las sesiones de práctica con técnicos y productores en Honduras. (Foto: Óscar Amado Martínez / Alliance Bioversity-CIAT)

Este 9 de mayo se realizó la ceremonia de entrega de constancias del curso intensivo en Agricultura Sustentable en los sistemas de maíz, frijol y cultivos asociados, el cual fue impartido por especialistas de CIMMYT y Alliance Bioversity-CIAT (ABC) a técnicas y técnicos agrícolas de Honduras en el marco de la iniciativa regional AgriLAC Resiliente, desarrollado en conjunto por estos centros de investigación internacionales que forman parte del CGIAR.

En un contexto donde ya no es suficiente la adquisición de paquetes de información y conocimiento fragmentado, sino que se requiere que las personas sepan hacer uso de los saberes construidos para afrontar y resolver situaciones complejas, este curso destaca por su enfoque conceptual, reflexivo y, sobre todo, vivencial, ya que las prácticas de campo con agricultores y la implementación de sitios en los territorios de los Innova Hub Oriente y Occidente de Honduras fueron parte esencial del curso.

El objetivo principal de este curso ha sido proporcionar a las y los técnicos agrícolas de Honduras las herramientas y conocimientos necesarios para promover prácticas agrícolas sustentables y resilientes en los sistemas de maíz, frijol y cultivos asociados. Durante los cerca de ocho meses que duró el curso, los participantes han adquirido una amplia gama de aprendizajes significativos que los capacitó para abordar los desafíos agroecológicos de manera efectiva.

Fertilidad de suelos y la relación suelo-agua, variedades adecuadas, manejo de malezas y herbáceas en sistemas sustentables, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, así como poscosecha de los cultivos de maíz y frijol, fueron algunos de los temas abordados en este curso, con una metodología que le permitió a las y los participantes tener una experiencia de aprendizaje integral y aplicable a sus contextos laborales.

Especialista en poscosecha de CIMMYT en sesión de capacitación. (Foto: CIMMYT)
Especialista en poscosecha de CIMMYT en sesión de capacitación. (Foto: Óscar Amado Martínez / Alliance Bioversity-CIAT)

Durante la ceremonia estuvieron presentes representantes de ABC y CIMMYT, quienes escucharon los testimonios de Raquel Ferrera y Mirian Torres, quienes destacaron por su buen desempeño en dicho curso. Ellas enfatizaron la apertura para que mujeres y jóvenes fueran parte de este curso y la relevancia de AgriLAC para impulsar el desarrollo del campo latinoamericano, con prácticas agronómicas que ayudan a los productores a salir de necesidades, o bien, a hacer mejor las cosas en terreno, mencionaron. . También destacaron el cambio positivo que están notando en la integración y participación de la mujer como técnicas agrícolas.

De acuerdo con los organizadores del curso, a través de este se buscó fortalecer las capacidades de análisis y reflexión para que las y los técnicos aborden los retos de la producción de maíz y frijol en su intervención con agricultores de la región; desarrollen habilidades para impulsar la adopción y adaptación de innovaciones agronómicas en sistemas de producción; y apliquen conocimientos para promover el modelo del InnovaHub en Honduras y fomentar la red de innovación en sus comunidades.

Los InnovaHubs de Honduras retoman una metodología para la gestión de la innovación agrícola desarrollada en México a partir de experiencias exitosas en la difusión e implementación de agricultura sustentable con la participación de todos los sectores. En este sentido, este curso representa un paso significativo hacia el fortalecimiento de la agricultura sustentable en Honduras y la promoción de prácticas con agricultores que aseguren la resiliencia y competitividad de sus sistemas agroalimentarios.

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Haciendo de la agricultura sustentable un negocio exitoso

Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Ocozocoautla, Chiapas, una familia campesina ha logrado un cambio notable en su forma de vida, convirtiendo la agricultura sustentable en un negocio próspero y sostenible. Los Abadías, quienes residen en Espinal de Morelos, compartieron su historia de éxito, marcada por la colaboración con CIMMYT y la iniciativa Agrilac Resiliente del CGIAR.

«Con las capacitaciones hemos hecho de la agricultura un negocio«, afirma la familia Abadías cuyo relato inicia en 2012, cuando un ingeniero de CIMMYT les propuso implementar un módulo de agricultura de conservación en su parcela. Este enfoque innovador les permitió mejorar sus cosechas y demostrar los beneficios a otros agricultores en eventos demostrativos.

La historia de los Abadías es un ejemplo de cómo iniciativas como Agrilac Resiliente, del CGIAR, pueden impactar positivamente en el campo. Este proyecto, por ejemplo, tiene como objetivo principal aumentar la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Busca responder a necesidades urgentes como la seguridad alimentaria, la reducción de riesgos climáticos y la estabilización de comunidades vulnerables.

“Somos una familia campesina que se dedicaba a la maquila (servicio de maquinaria). Luego de que establecimos el módulo hubo buenos resultados y organizamos algunos eventos demostrativos. A raíz de dichos eventos, a las personas a las que les maquilábamos les gustaron los resultados con agricultura sustentable y nos pidieron que hiciéramos el mismo trabajo en sus parcelas”, relatan los Abadías.

La implementación del módulo de agricultura de conservación marcó el comienzo de una serie de transformaciones. El éxito obtenido atrajo la atención de otros agricultores, generando una creciente demanda por los servicios de los Abadías. Para satisfacer esta demanda, invitaron a sus primos a unirse al proyecto, optimizando así las labores agrícolas y ampliando su capacidad de servicio.

«Vimos que la tecnología daba resultados», mencionan. Este impulso los llevó a rentar parcelas adicionales para aumentar su producción y adquirir una trilladora, diversificando sus servicios. Sin embargo, la comercialización era un desafío pendiente.

Con determinación, los Abadías buscaron alianzas con empresas locales, estableciendo convenios de compra-venta que garantizaron la salida de sus productos al mercado. La adquisición de un camión de transporte les permitió superar la última barrera logística, facilitando el traslado eficiente de sus cosechas.

La colaboración con CIMMYT y la participación en capacitaciones técnicas y organizativas de EDUCAMPO fueron fundamentales en este proceso. Estas instituciones no solo brindaron conocimientos prácticos, sino que también fortalecieron el espíritu empresarial de la familia Abadía.

“Gracias a ellos porque nos hicieron cambiar la forma de pensar, nos capacitaron, nos vincularon con otras instituciones y nos unieron como familia. Ahora participan nuestros hijos (incluso dos están estudiando agronomía), nuestras esposas en la administración y en el acopio de grano. Ahora vemos a la agricultura como negocio, y nuestra visión es ser empresarios. Hoy en día, somos una Sociedad de Producción Rural consolidada».

El legado de los Abadías va más allá de los logros económicos. Hoy son un ejemplo inspirador de cómo la colaboración, la capacitación y la visión empresarial pueden hacer de la agricultura sustentable un negocio exitoso.

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Mediante investigación brindan alternativas para disminuir la erosión

Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Tlaltizapán de Zapata, al suroriente del estado de Morelos, la agricultura ocupa casi la mitad del uso del suelo (49%), y el maíz se siembra en el 62% de la superficie destinada a la siembra, obteniéndose rendimientos promedio de 2.9 toneladas por hectárea (t/ha) (SIAP, 2021).

Una de las principales problemáticas en la zona es la erosión, ya que los suelos ahí son propensos a este fenómeno. Además, el mal uso del riego y manejo del suelo incrementan el riesgo. “Se identificaron problemas de erosión del suelo provocados por el movimiento excesivo de la capa arable y los riegos. Al perderse parte de la capa fértil del suelo se siembra en la capa baja, lo cual genera otros problemas en los cultivos”, señalan los responsables de la plataforma.

En la búsqueda de soluciones, en la plataforma de investigación Tlaltizapán, que se encuentra en la estación del CIMMYT en dicho municipio, se ha estudiado la cantidad y ubicación de las diferentes formas de pérdida de suelos por la erosión causada por el agua y por carstificación (fenómeno que se produce en el suelo por la presencia de yeso y calizas, lo que puede dar lugar un efecto de disolución). Adicionalmente, en la plataforma se busca una alternativa para producir forraje y sustituir el uso de los residuos de maíz para evitar que estos sean removidos de las parcelas o quemados.

Entre los resultados obtenidos en la plataforma destaca que “dejar los residuos de cosecha en este tipo de suelos (vertisoles) propicia la formación de macro agregados (unidades de suelo de más de 2 mm) que mejoran la estructura del suelo, facilitando la infiltración del agua, aire y desarrollo de raíces; además, siendo menos susceptibles a la degradación física por los procesos de humedad y secado que expanden y contraen las arcillas de los suelos de la región”, puntualizan los investigadores.

Con respecto a las alternativas para la producción de forraje, los responsables de la plataforma comentan que las investigaciones continúan y son importantes porque “en la región los productores venden el rastrojo por 2 mil pesos por hectárea (2 000 MXN/ha), pero este precio es menor que el valor del rendimiento de grano perdido por la remoción de los residuos, entonces se deben buscar opciones de forraje para la zona y asegurar que se pueda dejar el rastrojo para mejorar la calidad del suelo”.

Adicionalmente, enfatizan, “es importante compartir con los productores de la región que al usar camas permanentes los costos de producción en la preparación del terreno disminuyen. En el caso de la plataforma, estos disminuyeron en promedio hasta 4 mil pesos por hectárea (4 000 MXN/ha) al evitar el barbecho, dos pasos de rastra y el surcado”.

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Con valentía, ellas son un ejemplo de innovación en el campo

Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)
Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)

Con su enfoque transversal en género e inclusión social, la iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, del CGIAR, muestra cómo a través de la agricultura sustentable las mujeres del campo latinoamericano son pieza fundamental para construir sistemas resilientes e incluyentes.

Uno de los ejemplos más inspiradores proviene del grupo de mujeres indígenas Tzotziles de Tzabaló, en Larráinzar, Chiapas. Estas mujeres han encontrado en el Hub Chiapas una plataforma que les ha permitido contribuir significativamente al desarrollo de sus hogares y entornos.

“Somos un grupo de mujeres que ya tenemos algunos años trabajado con la cría de puercos y de pollos. Desde el 2022 empezamos a trabajar con CIMMYT y con DAI (Desarrollo Alternativo e Investigación AC). Nos ha gustado mucho porque vemos que se interesan por las mujeres, antes no lo hacían y ahora nos dan la oportunidad de aprender, eso nos despierta el interés de trabajar en el campo porque queremos ayudar a nuestros esposos, pero con conocimientos”, relatan.

De acuerdo con sus testimonios, la oportunidad de capacitarse en agricultura sustentable ha sido transformadora. Antes, su participación en actividades agrícolas era limitada. Ahora, con nuevos conocimientos adquiridos, están produciendo alimentos sanos y nutritivos.

“Si solo nos quedamos en la casa no hacemos mucho, pero cuando salimos al campo nos sentimos en libertad, nos despejamos de tantas tareas que hay en la casa y traemos frijol tierno y verduras frescas para la olla. Ahora podemos producir nuestros alimentos libres de tóxicos y guardar nuestro maíz en recipientes herméticos sin productos químicos”, puntualizan.

La experiencia les ha brindado no solo autonomía en la toma de decisiones sobre sus alimentos, sino también un sentido de libertad y propósito al trabajar en el campo donde el poder del trabajo en grupo también ha sido un factor importante en su éxito.

“Siempre es mejor trabajar en grupo que individual, pero es necesario buscar a un buen dirigente o líder que te guie y te enseñé a trabajar. Como grupo hemos obtenido conocimientos que nos compartimos entre nosotras, aprendimos a podar los frutales, ya no quemamos el rastrojo para reciclar los nutrientes, hay más producción y el producto es más grande, y también esperamos una buena producción de frutas”.

Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)
Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)

Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos. La comunidad enfrenta un contexto sociopolítico que dificulta la colaboración entre grupos, aunque estas mujeres persisten y demuestran con sus logros que la participación femenina en la agricultura es fundamental para el progreso comunitario.

“Lo que hacemos, la gente lo ve mal y nos preguntan que por qué nos vamos al campo a aprender algo que no es para nosotras, que nos vamos porque no tenemos quehacer en la casa, pero no nos desanimamos. Cuando ven los resultados del trabajo nos preguntan cómo le hicimos, y les decimos que es lo que aprendimos al no quedarnos solo en la casa y las invitamos a que se unan al grupo”, mencionan, enfatizando en que en el grupo no importa si se pertenece a uno u otro grupo político porque ahí solo importa el conocimiento y las ganas de superarse.

Así, su valentía y determinación no solo ha transformado sus propias vidas, sino que también está inspirando a otras mujeres a unirse y seguir este camino de empoderamiento a través de la agricultura sustentable.

Estos casos de éxito son testimonio del impacto positivo que puede tener la inclusión de las mujeres en el campo. Su voz y experiencia son fundamentales para construir sistemas alimentarios más resilientes y sostenibles, donde la equidad de género y la participación activa de todos los actores sean pilares para un futuro próspero en las zonas rurales de América Latina.

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El universo bajo nuestros pies

Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)
Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)

El suelo es un recurso finito que alberga más del 25% de la biodiversidad del planeta. Por esto, desde CIMMYT se impulsa una Agricultura Sustentable para conservar este recurso del cual depende la alimentación humana y que, a pesar de lo que se pudiera pensar, es muy limitado: de los 15 mil millones de hectáreas de la superficie sólida del planeta, únicamente 29 % son aptas para la agricultura y, además, cerca del 60 % de esa superficie apta no está disponible para cultivarse porque ahí hay bosques, zonas protegidas o asentamientos humanos.

Concebir al suelo como un recurso vivo es fundamental. La concepción generalizada es que se trata de un material inerte; sin embargo, en un gramo de suelo hay millones de microorganismos que degradan la materia orgánica muerta, liberando sus nutrientes para que las plantas los aprovechen y crezcan. 

Estos microorganismos (bacterias, hongos microscópicos y algas, entre otros) constituyen la parte viva del suelo. Por eso, un suelo fértil contiene una población adecuada de estos diminutos seres vivos de los que, se estima, solo se conoce el 1% de sus especies (en comparación con el 80% de las especies de plantas que se calcula conocer actualmente). 

Lamentablemente, debido al excesivo laboreo y la poca materia orgánica que se reincorpora a su perfil el suelo va perdiendo su biodiversidad y, consecuentemente, su fertilidad natural. En el mundo, por ejemplo, 52% de la tierra utilizada para la agricultura está moderada o severamente degradada y en México se estima que la erosión afecta a cerca de la mitad de la superficie cultivable.

Diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar en 0.4% la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la creciente población mundial. En este sentido, para CIMMYT y sus colaboradores es fundamental mantener una permanente promoción de prácticas agrícolas sustentables —como la diversificación de cultivos con leguminosas para mejorar el suelo o la cobertura con residuos agrícolas para favorecer la estructura del suelo—.

Falta mucho por conocer del complejo ecosistema que es el suelo. Por eso, CIMMYT fomementa la ciencia colaborativa con diversas instituciones a fin de desarrollar investigaciones e impulsar campañas que promueven la conservación de dicho recurso porque el suelo es una causa común para asegurar que la sociedad disponga siempre de alimentos sanos, nutritivos, inocuos y suficientes.