Transición Digital en la Agricultura y Políticas Públicas en América Latina

El Seminario Internacional sobre «Transición Digital en la Agricultura y Políticas Públicas en América Latina» reunirá a las mentes más destacadas del sector agrícola para abordar el impacto transformador de la digitalización en la agricultura de la región. Este evento, que se llevará a cabo del 4 al 6 de diciembre de 2024 en la Universidad de Brasilia, destacará tanto el potencial como los desafíos de integrar tecnología en las prácticas agrícolas, la formulación de políticas y la sostenibilidad.

Temas y Objetivos:

El seminario explorará cómo la digitalización está remodelando la agricultura al potenciar la transferencia de conocimiento, mejorar la gestión de recursos y revolucionar los sistemas de mercado. También se abordarán desafíos como la necesidad de cerrar la brecha entre los pequeños agricultores y la agroindustria.

Esfuerzos Colaborativos:

Organizado por la Red PP-AL (Políticas Públicas y Desarrollo Rural en América Latina) con el apoyo de CIMMYT, Alianza Bioversity-CIAT, IICA y otros socios, el seminario refleja años de investigación colaborativa en digitalización agrícola. Las contribuciones de 10 países culminarán en un libro que se publicará en noviembre de 2024.

Formato del Evento:

  • Día 1 (4 de diciembre): Sesiones de apertura, conferencias magistrales y paneles sobre políticas y herramientas digitales en la agricultura.
  • Día 2 (5 de diciembre): Enfoque en servicios digitales, aplicaciones territoriales e integración de políticas para la agricultura sostenible.
  • Día 3 (6 de diciembre): Visita de campo al Asentamiento Oziel Alves, destacando un proyecto de alfabetización digital con jóvenes rurales.

Ponentes Destacados:

Expertos de CIMMYT, CIRAD, IICA, Embrapa y otros compartirán sus perspectivas, junto con representantes del sector público y privado.

Participación y Registro:

  • Lugar: Universidad de Brasilia, Campus Darcy Ribeiro.
  • Participantes: Limitado a 60 asistentes.
  • Contacto:

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La otra revolución que nació en México: el legado de la transformación sostenible y sus nuevas raíces

Miembros del grupo Maíz Criollo Kantunil junto a una parcela cultivada con el uso de prácticas sostenibles. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Miembros del grupo Maíz Criollo Kantunil junto a una parcela cultivada con el uso de prácticas sostenibles. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

La Revolución Mexicana no ha sido el único movimiento transformador surgido en México. Otro cambio profundo comenzó en el campo mexicano y, lejos de las armas, hoy sigue impulsando una sociedad más pacífica y resiliente a través de la integración de ciencia, innovación y saberes ancestrales.

En la década de 1960, México marcó un precedente en la transformación agrícola global. Hoy, ese movimiento ha evolucionado hacia un enfoque de sostenibilidad que responde a los desafíos actuales: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria. Bajo el liderazgo del CIMMYT, el modelo de Hub se ha consolidado como una herramienta clave para ofrecer soluciones científicas a los productores, lo que ha fortalecido sistemas agrícolas resilientes y sostenibles.

En el CIMMYT, creemos que garantizar la soberanía alimentaria no solo implica producir más alimentos saludables, sino también cuidar de los recursos naturales, como el suelo y el agua, y promover el bienestar de los agricultores y sus comunidades. A través del modelo de Hub, hemos impulsado prácticas como el manejo sostenible de cultivos básicos como el maíz, y cultivos asociados y el uso de estrategias para fortalecer el sistema semillas y de esta forma hacer frente a los retos del sector agrícola.

Un claro ejemplo de este enfoque es el grupo Maíz Criollo Kantunil, en Yucatán. Liderado por Edgar Miranda, este colectivo de ocho familias ha adoptado prácticas innovadoras como la agricultura regenerativa, el uso eficiente del agua y el manejo agroecológico de plagas. Gracias a su vinculación con el modelo de Hub, el grupo ha logrado conservar semillas criollas, fortalecer la agroecología local y generar beneficios sociales y productivos para su comunidad.

Nuestro principal objetivo es que las siguientes generaciones tengan semillas disponibles para satisfacer sus necesidades de alimentación”, señaló Edgar Miranda. “Trabajamos con prácticas sostenibles que nos permiten conservar nuestros recursos y producir cultivos saludables”, agregró.

El modelo de Hub no solo acompaña a los productores, sino que también fomenta la asociatividad y la participación comunitaria, pilares esenciales para construir sistemas alimentarios inclusivos y resilientes. Estas acciones están alineadas con iniciativas nacionales tales como el fortalecimiento de cadenas productivas, pero también reflejan el compromiso del CIMMYT con un enfoque global de desarrollo sostenible.

La estrategia del CIMMYT en México no solo respalda a los productores en la transformación de sus sistemas agrícolas, sino que también promueve alianzas estratégicas con actores públicos y privados. Estas colaboraciones fortalecen la integración de soluciones científicas y prácticas sostenibles, detonan la innovación en las comunidades rurales y fomentan la resiliencia frente a los retos del cambio climático. Con un enfoque basado en la ciencia, la inclusión y el aprendizaje continuo, el CIMMYT sigue contribuyendo a construir un futuro más equitativo, sostenible y próspero para México y el mundo.

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GRUMA y CIMMYT impulsan la agricultura sostenible con innovadora capacitación tecnológica

Foto grupal del TC-GRUMA 2024. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Foto grupal de la segunda sesión del TC-GRUMA. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

Del 15 al 18 de octubre de 2024, GRUMA y CIMMYT realizaron la segunda sesión del Curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, como parte del “Proyecto de Sustentabilidad GRUMA: Impulsando Sistemas Agroalimentarios Sostenibles en Esquemas de Producción Intensivos”. El evento tuvo lugar en la sede global de CIMMYT en Texcoco, Estado de México, y se centró en el uso de la plataforma e-Agrology, fertilidad de suelos, manejo integrado de malezas y comunicación para el desarrollo.

En la primera jornada, los técnicos conocieron las bases para el uso de la plataforma e-Agrology, una herramienta para la recolección y manejo de datos agronómicos en tiempo real. Guiados por el equipo de Monitoreo, Evaluación, Rendición de Cuentas y Aprendizaje (MEAL, por sus siglas en inglés) de CIMMYT, realizaron simulaciones prácticas para aprender a registrar y gestionar la información, que luego aplicarán en conjunto con los productores en el campo.

El 16 de octubre, el enfoque estuvo en la fertilidad integral del suelo, con la participación de Iván Ortiz, investigador agrónomo, y Jacobo Arellano, de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh). Los técnicos aprendieron a interpretar análisis de suelos, realizar muestreos y utilizar sensores como herramientas de diagnóstico. Asimismo, se discutió la relación entre la agricultura regenerativa y la captura de carbono, temas fundamentales para una producción agrícola más sostenible.

El tercer día se centró en el manejo integrado de malezas, donde los participantes se actualizaron sobre las prácticas eficientes para el uso de herbicidas y sobre los productos agropecuarios más recientes, bajo la dirección de Fernando Urzua, profesor e investigador de la UACh.

En la última jornada, Nuria Ochoa, coordinadora de capacitación del programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables (SAS) del CIMMYT, presentó el tema de comunicación para el desarrollo y la innovación. Además, los técnicos participaron en un taller de inteligencia artificial impartido por Rosa Elena Bautista, investigadora de la UACh. Durante el cierre de la sesión, se presentó la estrategia de tutoría que acompañará a los técnicos en su labor de campo, al brindarles herramientas prácticas para mejorar la transferencia de conocimientos y colaborar de forma efectiva con los productores.

Carlos Zamudio, supervisor agrícola en la Zona Noreste y participante del curso, destacó: “En esta segunda sesión he visto varias aplicaciones directas al campo que no habíamos aprovechado. La información y herramientas que nos proporcionan son clave para mejorar la productividad en el cultivo de maíz y para trabajar con agricultores que no tienen acceso a esta información”.

Por su parte, Alejandra Guadalupe Sánchez García, técnica de GRUMA, expresó su satisfacción con el sistema e-Agrology: “En GRUMA, teníamos otro sistema que no contaba con tantas facilidades. eAgrology permite registrar parcelas, diagnosticar y georreferenciar, mejorando significativamente nuestro trabajo. La experiencia ha sido positiva, especialmente en temas de fertilización y control de malezas, porque nos enseña a calcular fertilizantes de manera precisa y sostenible”.

Ambos testimonios reflejan el impacto positivo en la preparación de los técnicos de GRUMA para enfrentar los desafíos del campo y aplicar las tecnologías y conocimientos adquiridos para mejorar la sostenibilidad agrícola. Así, GRUMA y CIMMYT reafirman su compromiso con el desarrollo de sistemas agroalimentarios sostenibles y adaptados a las realidades locales de Sonora y Sinaloa, donde se espera mayor trabajo en campo y prácticas que aborden problemáticas reales como la compactación de suelos.

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Preservación de la biodiversidad en Colombia: Naturaleza Positiva, una iniciativa de OneCGIAR

Los granos básicos representan una parte muy importante en la alimentación en Colombia, los principales siendo el maíz, el arroz y el frijol. Muchos pequeños agricultores producen estos granos en sistemas agrícolas de policultivos altamente diversificados en los que se encuentran una gran variedad de cultivos —maíz, frijol, ñame, yuca, papa, oca, haba, arracacha, etc.— y sus variedades, que contribuyen a la seguridad alimentaria en las zonas rurales.

Colombia es la tercera nación con mayor biodiversidad en el mundo y forma parte de la región Andina en América del sur, uno del centro de origen y diversificación de los cultivos agrícolas sudamericanos andinos y tropicales. Un ejemplo del papel de los sistemas agroalimentarios diversificados para proveer alimentos se evidenció durante la reciente crisis de COVID 19. Doña Hilda en Ipiales Nariño comentó “nosotros en la casa no sufrimos por comida, teníamos maíz, frijol, papa, yuca y animalitos como cuy, pollos, y cerdos para comer, pudimos vender y compartir con nuestros vecinos, a veces solo falto el arroz y la sal, en otros lugares la gente tenía dinero, pero no había alimentos que comprar”.

Desde su introducción hace más de 2000 años, se ha reconocido 23 razas de maíces nativos —agrupados en razas primitivas (dos), razas probablemente introducidas (nueve) y razas híbridas colombianas (doce). La riqueza geográfica de Colombia ha permitido la diversificación de múltiples variedades de maíz con mayor importancia en la región Caribe y Andina.

Foto 1. Maíces nativos producidos en Nariño, Colombia. (Foto Andrea Gomez)

De acuerdo a un diagnóstico hecho por el Grupo Semillas y Swissaid, los agricultores podrían reconocer entre 43 y 52 variedades en la región Andina —Cauca-Nariño—mientras que en el Caribe —Atlántico, Bolívar, Córdoba, Sucre, Cesar, Guajira, Magdalena y norte de Antioquia— hasta 59 variedades y en el norte del Valle de Cauca 18 variedades. La conservación de esta biodiversidad es clave para la seguridad alimentaria de los productores, la resiliencia ante el cambio climático, la cultura y la economía local.

La preservación de estos maíces nativos está, sin embargo, en peligro por varios problemas incluso malas prácticas postcosecha que no logran mantener la calidad de las semillas después de la cosecha. Durante el periodo de postcosecha los principales problemas son aves (loras en campo), roedores e insectos —especialmente gorgojos y palomillas—. Las perdidas postcosecha de granos y semillas de maíz y frijol son altas, se han estimado entre el 15 al 100%. Las semillas de maíz se conservan generalmente dejando el maíz en mazorcas y con hoja para protección contra los insectos y colgadas a los techos de la casa.

Durante recorridos por fincas de agricultores y bancos comunitarios de semillas nativas, se identificó varios problemas como humedad inadecuada (>13%), daños por insectos y hongos, y en general, condiciones de almacenamiento que no permiten mantener la calidad de la semilla. Un agricultor participando en las actividades de la iniciativa Naturaleza Positiva en Colombia comenta “Yo recibí semilla de un proyecto y tuve los mejores choclos, pero luego la semilla que usé para sembrar no germinó bien y perdí esa semilla”.

Foto 2. Conservación de semillas de maíz en Nariño, Colombia. (Foto Andrea Gomez)

Para fortalecer el sistema de conservación de granos y semillas nativas se realizaron giras de capacitación y evaluaciones sobre el manejo postcosecha para un adecuado almacenamiento en 2023. En Valle de Cuca se hicieron los talleres en los municipios de Tuluá, Restrepo, Sevilla, El Dovio y Bolívar. En Cesar se colaboró con las organizaciones en Valledupar y Pueblo Bello, en Nariño en Ipiales y en Putumayo en el Sibundoy.

Participaron 314 personas de las cuales un poco más de la mitad (50.6%) fueron mujeres y de estas casi el 10% fueron jóvenes (entre 14 y 28 años, de acuerdo con la definición de la Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia —DANE—). De los hombres el 4% fueron hombres jóvenes. Las capacitaciones se enfocaron en buenas prácticas postcosecha que permiten preservar las semillas, incluso el momento de cosecha, el secado, el desgrane y la limpieza, la verificación de la humedad del grano mediante métodos simples como el método del sol y de la sal y el almacenamiento hermético.

Durante cada intervención a través de las capacitaciones postcosecha se logró conciliar un conversatorio entre los actores de la red relacionados con la conservación de las semillas nativas en comunidades indígenas, con el fin de contribuir a la conservación de los granos y semillas que ayuden a preservar la biodiversidad de maíces nativos en Colombia. En 2024, se continuará con el fortalecimiento de los productores y bancos de semillas y la evaluación de tecnologías que permite producir y mantener la calidad de las semillas de maíces nativos.

Estas actividades fueron posibles gracias a la alianza entre CIMMYT y Alianza Bioversity CIAT (ABC), dos centros CGIAR participando a la iniciativa Naturaleza Posita y con colaboración con una red de actores relacionados con la conservación de maíces y semillas nativas en Colombia: instituciones de investigación — AGROSAVIA; en el Centro de Investigación Obonuco, Nariño y el Centro de Investigación Motilonia en Cesar —, organizaciones campesinas — ECOFUTURO en El Dovio, Asociación Municipal de Usuarios Campesinos en Restrepo, Asociación de productores del retiro, piedritas y corregimientos vecinos de Tuluá, la Red de mercados agroecológicos del Valle del Cauca, la Asociación de productores agropecuarios de Cumbarco Sevilla Valle y la Asociación de productores de flora tropical en Sevilla—, pueblos indígenas — Kankuamos y Arahuacos en Cesar, y Camëntsá en Sibundoy en Putumayo— además de la empresa privada —GRANACOL S.A.S. en Nariño—.

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ProAgricultor, educación para una agricultura sostenible

CIMMYT desarrolla colaboración con GlobalGap, y con Rattan Lal, premio mundial de la alimentación en 2020 por sus aportes a la salud del suelo; en el lanzamiento de la plataforma  ProAgricultor que ofrece conocimientos sobre agricultura sostenible.

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Analizarán en Congreso Interamericano alternativas en favor de la seguridad alimentaria

Representantes del CIMMYT de Trinidad y Tobago y Dinamarca impartirán una conferencia magistral sobre agricultura y los sistemas de alimentación en el Congreso Interamericano, el cual busca vincular a los actores clave para impulsar iniciativas que permitan atenuar los efectos del cambio climático en el sector primario, y un mayor aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y fortalecer la seguridad alimentaria.

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Realizan primer taller de Uso Eficiente de Fertilizantes

CIMMYT, Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), Munsa, Granera del Noroeste, entre otros llevaron a cabo el curso ‘Uso Eficiente de Fertilizantes’ en beneficio de la agricultura en el sur de Sonora, donde el sector privado y agrícola unieron esfuerzos para enriquecer el conocimiento de técnicos y productores en este tema.

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Éxito en la agricultura sostenible: La colaboración entre Ahome y CIMMYT impulsa la productividad agrícola

La colaboración fructífera entre la plataforma de investigación Ahome y el CIMMYT ha cumplido una década de innovación y compromiso.

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¿Qué es la desertificación y cómo detenerla?

Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT
Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT

La desertificación es un tipo particular de degradación del suelo que ocurre en tierras secas y puede tener efectos ambientales y sociales muy graves, como la subalimentación y la migración. Se estima, de hecho, que 74 % de las personas en situación de pobreza en el mundo son afectadas directamente por la desertificación.

La desertificación es diferente a la formación de desiertos, pues este fenómeno no solo es inducido por las variaciones climáticas, sino que es causado —fundamentalmente— por la actividad humana (prácticas agrícolas inadecuadas, sobrepastoreo, deforestación, sistemas de irrigación inapropiados e —incluso— dinámicas socioeconómicas poco pertinentes que favorecen la pérdida de la cobertura vegetal que protege al suelo). Además, disminuye la productividad y la riqueza biológica de los suelos, ocasionando infertilidad, salinización y alteración de los ciclos biológicos, entre otros problemas.

Por lo anterior, la lucha contra este fenómeno no solo se ha plasmado entre las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, sino que también es el propósito del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra cada 17 de junio para hacer énfasis en la urgencia de restaurar las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas que se encuentran afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones.

En México, las tierras secas ocupan un poco más de la mitad del territorio nacional (128 millones de hectáreas) y se estima que la desertificación afecta a cerca del 43 % de esas tierras que abarcan las zonas muy áridas y áridas (que se encuentran principalmente en Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua y Sonora), las zonas semiáridas (distribuidas en su mayoría en el desierto Sonorense y en el altiplano), y las zonas subhúmedas secas de Campeche y Yucatán, el Golfo de México y las costas del Océano Pacífico desde Sinaloa hasta Chiapas.

La desertificación puede derivar en zonas improductivas para casi cualquier actividad económica y, en buena medida, está asociada a la degradación del suelo producto de actividades agropecuarias donde prevalecen prácticas inadecuadas como el riego excesivo, las quemas agrícolas, el exceso de labranza y la falta de prácticas de conservación de suelo y agua.

Junto con diversos colaboradores y a través de variados proyectos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolla ciencia aplicada al campo y promueve prácticas agrícolas sustentables, particularmente las orientadas a un mejor aprovechamiento del agua y a la conservación y recuperación de suelos que, entre otros beneficios, permiten mitigar la desertificación.

En diversas zonas semidesérticas, por ejemplo, se ha identificado que los suelos se han adelgazado y tienen bajo contenido de materia orgánica, por lo que su productividad ha disminuido de forma significativa. En plataformas de investigación de Zacatecas y Querétaro, por ejemplo, se han hecho estudios y validado prácticas que permiten hacer productiva la agricultura de temporal en zonas donde la precipitación es escasa o errática.

En comparación con la labranza convencional —en la que prácticas como el movimiento continuo del suelo favorecen la degradación—, las prácticas fomentadas por el CIMMYT y sus colaboradores en tierras secas han permitido obtener mayores rendimientos incluso en condiciones de sequía prolongada.

Además, la agricultura de conservación —cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos— permite reducir el problema de los suelos salinos (efecto común de la degradación). En plataformas de investigación en Hidalgo, como otro ejemplo, diversos estudios confirman que los suelos trabajados con este sistema presentan una menor concentración de las principales sales que originan el problema, por lo que —al implementarlo— los productores están impidiendo la presencia de la “costra blanca” sobre la superficie de sus parcelas y evitando efectuar gastos extras en la compra de yeso agrícola para equilibrar la alcalinidad del suelo.

Otros efectos notables de la agricultura de conservación son que permite acumular materia orgánica, reducir la erosión eólica e hídrica, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (al evitar quemas agrícolas y reducir el número de pasos de maquinaria), incrementar la captura de carbono, y desarrollar una agricultura resiliente frente al cambio climático, el cual agudiza la desertificación, las inundaciones y las sequías.

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Red Latinoamericana de Investigación Agronómica, un hito para transformar la ciencia en impacto real en el campo

Investigadores de América Latina durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Investigadores de América Latina durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La Red Latinoamericana de Investigación Agronómica (RedAgAL) reúne a científicos de toda América Latina que trabajan para hacer que la agricultura sea más sustentable, productiva y resiliente.

Los científicos de esta red están afiliados a distintos sistemas nacionales de investigación agrícola, a instituciones educativas, organizaciones de agricultores y extensionistas, así como a algunos centros de investigación del CGIAR —una alianza global de investigación para un futuro con seguridad alimentaria—, como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) de México, el Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia.

En este sentido, la red incluye experimentos en México, Honduras, Guatemala y Perú y tiene colaboraciones con Colombia. Si bien todos los experimentos evalúan prácticas adaptadas al entorno local, todos tienen en común que comparan tratamientos que representan el sistema de producción convencional local con posibles sistemas de producción mejorados. Así, todos los tratamientos se adaptan a las realidades de la producción agrícola local, de modo que, si resultan favorables, pueden ser adoptados fácilmente por los agricultores locales.

Si bien la red se estableció formalmente durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023, desarrollado en abril pasado en la sede del CIMMYT en Texcoco, México, sus raíces se remontan a muchos años atrás: extraoficialmente, la red se inició primero en 2011 con el inicio del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura de México y el CIMMYT—, cuando se establecieron varios de los experimentos actuales, pero incorporando también experimentos a largo plazo, algunos de los cuales comenzaron en 1991, 1997 y 1999.

Actualmente, la red incluye 40 sitios para la investigación agronómica en México, dos en Guatemala, dos en Honduras y tres en Perú, los cuales están a cargo de colaboradores de diferentes organizaciones: 16 son manejados por asesores agrícolas, 14 son manejados por institutos educativas, siete son manejados por organizaciones de agricultores, seis por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) de México y cuatro por el CIMMYT; 26 están ubicados en estaciones experimentales y 17 están ubicados en campos de agricultores.

Los miembros de la red participan en proyectos conjuntos —como las iniciativas Excellence in AgronomyAgriLAC Resiliente, entre otros proyectos— y comparten metodologías en diseño experimental, recolección y análisis de datos y participan en publicaciones conjuntas. Los resultados y experiencias se comparten de manera formal e informal durante eventos como el simposio antes mencionado, así como reuniones regionales y diferentes tipos de publicaciones.