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No quemar da vida a los suelos

Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT
Ariel Espinoza, de la empresa Granera del Noroeste, mostrando el rastrojo que emplean como cobertura del suelo. Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT

En el municipio de Huatabampo, en el estado mexicano de Sonora, la colaboración entre Granera del Noroeste y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha hecho posible el establecimiento de una plataforma de investigación que se está perfilando como un espacio clave para que los agricultores de la zona mejoren su rentabilidad de forma sustentable. 

“Empezamos hace cuatro años en esta plataforma de investigación. De la mano del CIMMYT estamos haciendo agricultura de conservación, la cual facilita la siembra en seco. Este sistema nos brinda un ahorro considerable: tres rastreos, un cinceleo y entre 70 y 80 litros de diésel por hectárea que no consumimos. Así estamos siendo empáticos con el medioambiente, igualmente con el uso de maquinaria, evitamos desgastes; optimizamos el recurso humano y lógicamente tenemos un ahorro económico importante”, menciona Ariel Espinoza, de Granera del Noroeste. 

La empresa comercializa granos y brinda servicios de almacenaje y logística; también cultiva, brinda asesoría en agricultura sustentable y produce biofertilizantes. “Estamos comprometidos con el medioambiente y lógicamente con nuestro entorno inmediato que es el Valle del Mayo. Nosotros apostamos por este modelo de agricultura porque el planeta nos lo está exigiendo. Tenemos que ser responsables con nuestro entorno y ver qué le vamos a heredar a las futuras generaciones”, comenta Ariel. 

Desde hace aproximadamente 12 años la empresa inició con prácticas de agricultura sustentable, pero fue hace cuatro que Granera del Noroeste, representada por Jesús Atanasio Capaceta, su director general, que inició colaboración con el CIMMYT para establecer la plataforma de investigación. Ahí se validan y promueven prácticas de agricultura de conservación, se han liberado insectos benéficos para el control biológico y otras prácticas que les permiten a los productores reducir costos y hacer un uso más eficiente del sistema de riego de agua. 

“Aquí nada más se dieron dos riegos de auxilio —a diferencia del sistema convencional en el que se requieren más riegos—. Igualmente hicimos uso de tecnologías como el sensor GreenSeeker® para optimizar la fertilización nitrogenada y metimos las aplicaciones con drones para no pisar la siembra y así evitar el uso de los tractores y reducir el consumo de diésel”, comenta Ariel. 

Para la organización y su concepto de granja integral la agricultura de conservación ha sido clave: “Hemos tenido mejores resultados, el hecho de tener esta soca como cobertura del suelo, por ejemplo, pues ya ahí se tiene materia para abonar el suelo que a la postre va a generar más beneficios. Nosotros hemos obtenido ya excelentes resultados, por eso invitamos a los productores a que se sumen y que vean que la rentabilidad sí va de la mano de la sustentabilidad”. 

“Nosotros invitamos a todos los productores a que eviten todo lo posible la quema de la soca. Para empezar, se provoca una fuerte contaminación del aire. Es mejor tenerla como cobertura en tu parcela porque te mantiene humedad; esto es vida en la tierra, entonces no la quemen, aprovéchenla porque es materia orgánica que con las lluvias se va a descomponer, integrándose a los suelos que van a quedar más blandos”, finaliza Ariel. 

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Un girasol para el recuerdo

Cultivo de girasol. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)
Cultivo de girasol en rotación con maíces nativos. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)

Con flores que llegan a rebasar los 30 centímetros de diámetro y tienen la peculiaridad de “seguir al Sol” —propiedad conocida como heliotropismo—, el girasol (Helianthus annuus) es una especie muy llamativa como planta ornamental; sin embargo, sus beneficios agronómicos y ecológicos son igualmente atractivos. 

El girasol es una excelente opción forrajera, es resistente a la sequía, sus flores proveen de néctar a cientos de insectos, sus raíces ayudan a descompactar el suelo y sus semillas sirven para extraer aceite o elaborar harina. 

Como flor de corte, el girasol también brinda oportunidades para los productores. En el municipio de Acultzingo —en la región de las Altas Montañas, en Veracruz, México—, por ejemplo, esta flor está transformando el panorama de la agricultura y el comercio local. 

Aunque cuenta con un clima cálido subhúmedo con lluvias en verano que permite tener cultivos en campo todo el año, en Acultzingo el cultivo principal es el maíz, el cual se establece cíclicamente pues no se tiene (o no se tenía) la cultura de utilizar cultivos alternativos para hacer una rotación.

En la zona hay mercado donde convergen al menos 3 500 personas entre sábado y domingo. Este lugar es regionalmente conocido por su venta de barbacoa y truchas, pero en años recientes se han sumado productores que venden elotes y girasoles, los cuales han tenido buena aceptación por parte de los consumidores quienes llevan la flor como un “recuerdo” del lugar. 

En este municipio veracruzano, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo —que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la promoción de prácticas sustentables en la región— se ha dedicado a promover el uso de cultivos alternativos, entre ellos el girasol. 

Así, por ejemplo, en la parcela del señor Camerino Cid Palacios, en la localidad de Sierra de Agua del mismo municipio, desde el 2019 se siembra girasol debido a la rentabilidad del producto en la zona. Además, lo cultiva con agricultura de conservación, sistema de producción sustentable que le ha permitido reducir costos manteniendo la calidad de la flor.

Por la alta demanda del producto, por contar con un mercado bien definido, por su corto periodo de producción y su rusticidad —habilidad de sobrevivir a condiciones adversas de crecimiento—, se contempla que la producción del girasol en esta zona de Veracruz aumente, de manera que será importante seguir promoviendo prácticas sustentables para su cultivo. 

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De la roza, tumba y quema a la roza, tumba y pica

Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)
Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)

En la región Mixe del estado de Oaxaca, en México, la agricultura de tala y quema se sigue practicando y constituye un modo de subsistencia que prevalece para la producción de alimentos básicos como el maíz, frijol y calabaza. 

La roza, tumba y quema es un método actualmente asociado a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y a los incendios forestales. No obstante, también es un método que se ha transformado profundamente con el tiempo, de manera que los periodos de descanso para que los suelos se regeneren y las medidas cautelares para evitar que el fuego se salga de control que estaban asociados originalmente a la práctica han quedado, muchas veces, en el olvido.

Aunque se cree que es una técnica obsoleta, persiste como práctica común en muchas comunidades, pues está arraigada en su cultura. Este hecho brinda a los investigadores agrícolas la oportunidad de buscar nuevas opciones para uso y manejo, para identificar puntos claves en la secuencia de las prácticas agrícolas, las formas de conservación del germoplasma in situ y las de organización para la producción.   

A partir del conocimiento tradicional es posible identificar elementos para mejorar la producción de los granos básicos en condiciones de laderas, la generación de ingresos y el manejo sustentable de los recursos naturales. En este sentido, una opción a la roza, tumba y quema es la roza, tumba y pica, la cual consiste en incorporar materia orgánica al suelo en lugar de quemarla, evitando así los incendios forestales que arrasan vastas extensiones de bosque en la región. 

La roza, tumba y pica se realiza un año antes de la siembra para lograr la descomposición de la mayor cantidad de hojas y tallos. Se extraen los tallos gruesos o troncos para aprovecharlo como combustible en los hogares de las familias para la preparación de alimentos. 

Una vez hecha la apertura de nuevos campos de cultivo es importante aprovechar el suelo bajo un enfoque integral para evitar el abandono de estas áreas, aspecto fundamental porque actualmente no es posible recurrir a más zonas con vegetación virgen, ya que en la zona la fragmentación de las tierras es cada vez mayor con superficies de un cuarto de hectárea en promedio. 

Posteriormente, el segundo cultivo se establece antes de cosechar el maíz y se siembran leguminosas como el chícharo que se desarrolla en los meses de septiembre-abril, para aprovechar la humedad residual. Al mismo tiempo se genera materia orgánica y se fija nitrógeno atmosférico que le sirve al cultivo mismo o al subsecuente. 

La agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales son prácticas de mucha utilidad en este esquema de producción propuesto para la región Mixe, ya que contribuyen a evitar el deterioro de los suelos en ladera. 

Por supuesto, es fundamental que todo nuevo modelo de producción sea consultado con los propios agricultores. Las prácticas sustentables que han sido validadas por la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas —a través de MasAgro-Cultivos para México, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— han permitido observar que los agricultores de pequeña escala logran mayor variación de productos.

Cuando una parcela cuenta con uno o dos cultivos diferentes secuenciados, a veces imbricados y asociados en un esquema de producción donde los conocimientos tradicionales son renovados y fortalecidos, es posible lograr una alta rentabilidad de la tierra a pesar de la reducida extensión que caracteriza a la agricultura en la región Mixe. 

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Buscan mejorar la agricultura de las zonas tropicales húmedas de México

Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)

Las zonas tropicales húmedas y subhúmedas de México poseen un enorme potencial productivo y de mercado, particularmente en lo referente a biocombustibles y cultivos tropicales. No obstante, estas zonas —particularmente en el sureste del país— también concentran gran población en situación de pobreza, tienen comunidades con problemas de seguridad alimentaria, se registra sobreexplotación de acuíferos y vulnerabilidad ante fenómenos extremos derivados del cambio climático.

En materia agrícola, específicamente, las zonas del trópico húmedo mexicano enfrentan retos adicionales: una buena parte de su territorio tiene una geografía accidentada, de manera que la agricultura se realiza en áreas de ladera muy susceptibles a la erosión y de difícil acceso para la maquinaria agrícola. 

Para brindar opciones que permitan a los agricultores de autoconsumo de estas zonas mejorar sus sistemas de producción y lograr la seguridad alimentaria, a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han instalado diversas plataformas de investigación a fin de identificar las prácticas agrícolas más pertinentes. 

En la plataforma de San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz, por ejemplo, se instaló una plataforma dedicada a evaluar el sistema milpa intercalada con árboles frutales, el cual fue diseñado para hacer un uso óptimo del suelo en tiempo y espacio en terrenos de ladera del trópico húmedo de México. 

El sistema milpa intercalada con árboles frutales es una práctica sustentada en los conocimientos de los pueblos originarios mexicanos, fue estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT.

En la plataforma, donde colaboran el Consejo de Colonias Populares de Veracruz y el CIMMYT, actualmente se investiga el tema de bajos rendimientos por sequía, los componentes tecnológicos de difícil adopción del sistema milpa intercalada con árboles frutales y, en un experimento de cinco años, se busca determinar la eficiencia relativa de la tierra para esta zona.

Como alternativa a la labranza convencional de la zona —la cual consiste en remover el suelo con un implemento local llamado “Champion”, jalado por un caballo— en la plataforma también se evalúan prácticas de agricultura de conservación, como cero labranza, conservación de residuos agrícolas en la superficie, y rotaciones de maíz y frijol de mata.

Adicionalmente se evalúa el uso de trampas con feromonas para el control del gusano cogollero —plaga que en la zona puede causar daños por arriba del 50% de la producción—y se imparten talleres a los productores. Entre las temáticas de estos están: poda de frutales, aplicación de fertilizantes y propagación de cítricos por acodo, que es una técnica que consiste en formar nuevos ejemplares a partir de una rama de una planta madre, pero sin separarla de esta. 

Los conocimientos que se van generando en esta plataforma de investigación han contribuido a que los productores locales optimicen sus recursos y tengan mejorías en la producción de sus frutales. De acuerdo con los productores que han participado en los talleres, se espera que en la próxima cosecha la calidad del fruto sea mejor, además de que con el taller de acodo aéreo podrán obtener material para reponer los árboles muertos.

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Los beneficios de la agricultura de conservación de la voz de un productor de trigo

El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Alfonso Romo es un productor de trigo y cártamo en el Valle del Mayo, una de las zonas agrícolas más representativas del estado de Sonora, en México. Él es parte de la segunda generación de una familia de agricultores y, de los 34 años que lleva siendo productor de tiempo completo, hace alrededor de doce que incursionó en la práctica de la agricultura de conservación. 

El productor comenzó a practicar ese sistema de producción “buscando cómo bajar los costos sin perder las producciones que ya se tenían. Y así nos empezamos a involucrar. Poco a poco hemos ido aumentando el área sembrada con agricultura de conservación. Hemos tenido dificultades en el camino para llegar a producir lo mismo que con la agricultura convencional, pero hemos visto los beneficios y buscamos incrementar la superficie con este sistema sustentable”, comenta. 

La agricultura convencional en la región implica mucho movimiento del suelo y la aplicación de altas dosis de fertilizantes, pero a través de la adopción de prácticas sustentables de la mano del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Alfonso comenta que se ha dado cuenta que “no necesitamos tirar todo el fertilizante como se hace normalmente en la agricultura convencional. Podemos bajar las dosis, bien respaldados con un análisis de suelo, con el uso de sensores ópticos y drones”. 

“Hemos aprendido mucho y este año logramos producir lo mismo que estamos produciendo con agricultura convencional, pero con menos cantidad de fertilizante — hasta 100 unidades de nitrógeno menos—. Con los costos de los fertilizantes como están, ha sido un gran ahorro: en los lotes donde aplicamos todas las prácticas sustentables tuvimos ahorros de fertilizantes desde un 30 hasta un 40%”, puntualiza Alfonso. 

Para el productor, los sensores ópticos han sido una pieza clave para optimizar la aplicación de fertilizantes: “Así como nos dio las lecturas se fue aplicando el fertilizante y tuvimos muy buenos resultados. No sobrefertilizamos y tuvimos producciones excelentes. Las sobrefertilizaciones van y terminan en el mar. Y en estos momentos además tiene mucho que ver con la economía, con el costo de los fertilizantes”. 

El ahorro en fertilizantes no es el único: “En cuestión de trabajos, como en las 50 hectáreas donde hemos implementado agricultura de conservación ya no se mueve el suelo, hemos tenido más ahorros, un ahorro del costo total de producción de entre 10 y 14%”.

Dejar de mover el suelo y cubrirlo con residuos de la cosecha anterior ha tenido beneficios adicionales para el productor, quien manifiesta que otro de los problemas que tenía en sus lotes era la poca materia orgánica; sin embargo, “con el rastrojo dejas protegida la tierra todo el verano y las malezas no salen tan fácil. Y al momento de las siguientes siembras uno va a tener mayor captación de agua y mayor duración de la humedad. Esto con los años ayuda a subir la materia orgánica y las producciones”, comenta. 

Por los diversos beneficios observados, el productor continúa implementando prácticas sustentables. Actualmente está rotando cultivos y manifiesta que ha tenido buenas experiencias con el cultivo del ajonjolí y con diversas prácticas que ha aprendido para optimizar el riego. Por esta razón, menciona, desea ir aumentando la superficie cultivada con agricultura de conservación.

“Hemos logrado cosas muy buenas, hemos batallado en otras, pero ahí vamos. Mi invitación es que los productores se acerquen con la gente que sabe de esto, que se asesoren un poco y aprendan, ir aprendiendo poco a poco y van a ver los beneficios de la agricultura de conservación, no se van a arrepentir”. 

Finalmente, Alfonso comenta que más allá del beneficio económico, la adopción de prácticas de agricultura sustentable responde a los grandes desafíos de la humanidad: “Un reto que tenemos es el clima. Cómo nos ha estado cambiando, la escasez de lluvias, los fríos intensos en ocasiones y la falta de frío en otros momentos exige también que cambiemos nuestros sistemas de producción”.  

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Con prácticas sustentables, estos agricultores de Sonora ahora tienen mejores resultados

En el marco de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— muchos productores del sur de Sonora han adoptado la Agricultura de Conservación ya que han visto mejoras importantes en la reducción de costos y en la capacidad de retención de humedad de sus suelos. 

La familia Icedo Guillén —conformada por María Dolores Guillén Félix, Elva Icedo Guillén y su esposo Espiridion Galaviz—, por ejemplo, cultivan trigo en el Valle del Yaqui y llevan ya cuatro años haciéndolo con Agricultura de Conservación, alcanzando rendimientos muy rentables en cada ciclo agrícola.

A decir de ellos, los buenos resultados los sustentan bajo las siguientes prácticas: cada ciclo establecen el trigo entre el 20 y el 30 de noviembre —la fecha de siembra óptima, de acuerdo con el comportamiento histórico de la región es del 23 al 28 de noviembre—, cuando las temperaturas por lo general son cálidas, así disminuyen el riesgo de una baja emergencia de la semilla, logrando establecer densidades de población adecuadas y sin requerir más semilla —cada ciclo utilizan la misma cantidad de semilla: 160 kilogramos por hectárea— o tratamientos de fungicidas que podrían incrementar sus costos. 

Con la práctica de la Agricultura de Conservación han logrado un buen desarrollo del cultivo con solo tres riegos de auxilio sin ocasionar estrés hídrico a las plantas. Esto es importante porque en ciclos anteriores, en el mismo predio, se requería de un cuarto riego de auxilio, ya que el suelo en esa zona presenta grandes bancos de arena que disminuyen los rendimientos entre 700 y 800 kilogramos por hectárea, pero dejando el cien por ciento de los rastrojo o esquilmos como cobertura total, han logrado estabilizar los rendimientos al incrementar la capacidad de retención de humedad del suelo.

Un punto importante para ellos es que programan el último riego de auxilio entre los 98-100 días después de la siembra, disminuyendo el riesgo de acame y observando que el cultivo llega a su madurez fisiológica de manera satisfactoria por la capacidad de retención de humedad del suelo. En ciclos anteriores, con la labranza convencional, comentan que esto simplemente no era posible.

Por inquietud propia, comentan,  durante el ciclo agrícola 2020/2021, decidieron realizar la quema de gavilla en aproximadamente tres hectáreas, con la finalidad de evaluar y comparar los rendimientos contra otras tres hectáreas contiguas con cobertura total de rastrojo. Los resultados, cuentan, fueron por demás evidentes: el rendimiento en el área con quema de gavilla disminuyó en 740 kilogramos en comparación con el área con cobertura total.

Para esta familia y equipo de trabajo existen varias buenas razones para practicar la Agricultura de Conservación y entre ellas, mencionan, está la reducción de costos de producción —en aproximadamente $2,500 por hectárea—, la posibilidad de establecer el cultivo en fechas óptimas, la mejora de los procesos del suelo relacionados con la retención de humedad y el control de la erosión, así como la posibilidad de hacer más eficiente el uso de agua de riego.

Con respecto a los rendimientos, ellos recuerdan que con la práctica de la labranza convencional los rendimientos eran inestables, de alrededor de 7.4 toneladas por hectárea —y siempre con una baja considerable en las zonas arenosas—, mientras que en los recientes ciclos agrícolas con Agricultura de Conservación los rendimientos han sido muy satisfactorios (de hasta 8.6 toneladas por hectárea), rentables y con costos menores, lo que, a su decir, los deja con más recursos en el bolsillo y al mismo tiempo son más cuidadosos y empáticos con el medioambiente.

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¿Se puede implementar Agricultura de Conservación en la producción de nuez?

Chihuahua es el principal productor de nuez a nivel nacional. En las huertas nogaleras del estado se cultiva el llamado “oro café” que brinda el nogal, árbol que tarda entre cinco y ocho años en brindar sus primeros frutos y alcanza su máximo rendimiento entre los 15 y 25 años. 

La sobreexplotación de los mantos freáticos, sin embargo, ha hecho que la producción de nuez en diversas zonas del estado decaiga, haciendo que muchos productores busquen alternativas para seguir siendo productivos ante esta crisis del agua. 

¿Es posible desarrollar un sistema de producción sustentable en las huertas nogaleras?, ¿sistemas como la Agricultura de Conservación son viables para la producción de otros cultivos que no sean los granos básicos?

Raymundo Soto es un productor del municipio de Rosales Chihuahua y, recientemente, en el marco de la iniciativa MasAgro Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, recibió a otros productores para mostrarles cómo ha implementado los componentes básicos de la Agricultura de Conservación en su huerta nogalera, con resultados satisfactorios.

En las 65 hectáreas de la huerta, comenta Raymundo, hay un pozo profundo; sin embargo, la cantidad de sales de esa agua no la hacen conveniente para la producción de nuez, así que la huerta se riega con agua de la presa Las Vírgenes, que se usa principalmente para cultivos del ciclo primavera-verano. 

Lo anterior significa que esta huerta nogalera se ha manejado con las condiciones de riego de los cultivos anuales, hecho de particular interés para el estudio y seguimiento de la rentabilidad de un cultivo perenne como el nogal, cuya vida productiva puede ser de 50 años e incluso extenderse hasta los 100 años. 

De acuerdo con Raymundo, sus nogales han tenido un buen desempeño al adaptar la Agricultura de Conservación a sus propias condiciones: primero, no mueve el suelo (no lo ha movido por siete años) y deja sobre la superficie las tres toneladas de rastrojo que produce la hierba y el zacate que se encuentran en las calles de la huerta. Esto lo hace cinco veces al año, cumpliendo con los dos primeros componentes básicos de la Agricultura de Conservación: mínimo movimiento del suelo y su cobertura con residuos de cosecha. 

Con respecto al tercer componente de la Agricultura de Conservación, Raymundo comenta que, aunque aparentemente no hay una diversificación de cultivos como tal, “la biodiversidad de la huerta no se circunscribe únicamente a los árboles de nogal”, así que mediante el zacate y otras hierbas el suelo nunca está descubierto y, de hecho, ha observado una importante actividad microbiana con la presencia de micorrizas, lombrices y diversos insectos benéficos.

Ante estos efectos positivos, Raymundo decidió no volver a aplicar insecticidas ya que la biodiversidad que mantiene la huerta le ha permitido reducir significativamente la necesidad de otro tipo de control.

Con respecto al tema del agua, el productor comenta que ha instalado un sistema de riego por aspersión que le ha representado, en términos generales, un ahorro de más del 50% en el uso del agua. Esto es un ahorro muy importante que le permite hacer mucho más rentable su actividad, por lo que invita a otros productores, independientemente del cultivo que tengan, a conocer y adoptar sistemas sustentables como la Agricultura de Conservación. 

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Prácticas sustentables dan más oportunidades a productores de trigo

Guanajuato.- Representantes de PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) realizaron una gira de trabajo en los municipios de Pénjamo e Irapuato, en Guanajuato, donde visitaron a productores que participan en AGRIBA Sustentable, un proyecto que impulsan estas organizaciones para promover prácticas sostenibles que permiten cuidar el suelo y facilitan que los productores tengan mayores beneficios en comparación con las prácticas convencionales.

Christian Cortés ―Latam Grains Lead― y Liliana Jonapá ―Global Procurement Manager-LATAM Wheat Flour― de PepsiCo; Mar Gutiérrez ―gerente de Sustentabilidad y Responsabilidad Social― y Adolfo Ruiz ―Operaciones Agro Bajío―, de Grupo Trimex; junto con personal del Hub Bajío del CIMMYT y productores que participan en AGRIBA Sustentable observaron, directamente en las parcelas, la implementación del modelo de gestión del conocimiento y  los beneficios de las acciones que impulsa el proyecto para generar materia prima para la industria de manera sostenible.

En Pénjamo los asistentes contrastaron los resultados de la Agricultura de Conservación con respecto a la agricultura convencional. Allí, otros productores interesados en producir sustentablemente para tener mejores oportunidades de vincularse con la agroindustria expresaron su inquietud sobre si dejar el rastrojo como cobertura del suelo impide la germinación de la semilla u obstaculiza de alguna manera al cultivo de interés comercial. 

Uno de los productores que participa en AGRIBA Sustentable explicó que, en su experiencia y debido a que han contado con la asesoría del equipo técnico del proyecto, al implementar Agricultura de Conservación ha visto únicamente beneficios: menos gasto de diésel, uso más eficiente del agua y mejor llenado de grano. En cambio, mencionó el productor, en el espacio con agricultura convencional que dejó para tener un punto de comparación observó mayor nivel de evaporación del agua y presencia de malezas. 

Con la práctica convencional, agregó el productor, se suman los gastos por el uso de maquinaria para realizar labores adicionales de “preparación del suelo” por lo que, a la hora de hacer cuentas, tuvo una diferencia en rendimiento de más de 40% a favor de la Agricultura de Conservación, con la que además tuvo un ahorro de $5,000 por hectárea, que le representa una mayor utilidad. Con base en estos resultados, comentó el productor, el próximo año establecerá Agricultura de Conservación en todas sus parcelas.

En las instalaciones del Distrito de Riego Irapuato, por su parte, se pudieron observar los resultados de una plataforma donde se estudian los efectos de la Agricultura de Conservación sobre el cultivo de trigo ―en comparación con la agricultura convencional―. También se dieron a conocer los avances de las investigaciones iniciales que se realizan con cultivos de servicio (para el cultivo de trigo) como la vicia y el rábano. 

Los alcances de la Agricultura de Conservación ―y el resto de prácticas validadas para el cultivo del trigo y promovidas mediante el menú tecnológico del proyecto― generan confianza entre los productores y técnicos involucrados, quienes también señalan que una mayor disponibilidad de sembradoras permitiría avanzar aún más en la implementación de las innovaciones agronómicas. 

El desarrollo de recorridos como este permiten encontrar áreas de oportunidad y reforzar alianzas estratégicas, como la que da lugar a AGRIBA Sustentable, para beneficio de los agricultores, la agroindustria y los consumidores porque, al cultivar con prácticas sustentables, se beneficia a toda la sociedad. 

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Agricultura regenerativa para la salud del suelo

El sur de Asia fue el epicentro de la Revolución Verde, una era histórica de innovación agrícola que alimentó a miles de millones de personas al borde de la hambruna.

Sin embargo, a pesar de los indiscutibles efectos positivos de la Revolución Verde de la década de 1960 en materia de nutrición y desarrollo, la era de la innovación también condujo al uso generalizado de prácticas agrícolas —como el monocultivo, la eliminación y la quema de los residuos de las cosechas, y el uso excesivo de fertilizantes sintéticos— que tienen un efecto nocivo en el suelo y causan daños ecológicos fuera de él. El bombeo excesivo de agua de riego durante décadas ha secado el principal acuífero de la región.

Los problemas del sur de Asia ilustran los costes medioambientales de la producción intensiva de alimentos para alimentar a nuestro densamente poblado planeta. Actualmente, mil millones de hectáreas de tierra en todo el mundo sufren de suelos degradados.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) trabaja con dos de los cultivos de cereales más cultivados y consumidos del mundo. Para cultivar una cantidad suficiente de estos alimentos básicos para alimentar al mundo, se necesita una segunda Revolución Verde: una que evite los errores del pasado, regenere las tierras degradadas y reactive la biodiversidad en las zonas agrícolas.

M.L. Jat, científico principal del CIMMYT, lleva 20 años estudiando y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles para los sistemas de cultivo basados en el maíz y el trigo. En la siguiente entrevista, Jat nos habla de la agricultura regenerativa: prácticas integradas de agricultura y pastoreo destinadas a reconstruir la materia orgánica del suelo y restaurar la biodiversidad de los suelos degradados.

P: ¿Qué componentes o prácticas principales forman parte de la agricultura regenerativa?

R: La agricultura regenerativa es un sistema integral de cultivo que aprovecha el poder de la biología del suelo para reconstruir la materia orgánica del suelo, diversificar los sistemas de cultivo y mejorar la retención de agua y la absorción de nutrientes. El agotamiento de la biodiversidad, la degradación de la salud del suelo, el calentamiento y el clima más seco en las zonas agrícolas han hecho necesario un cambio en la agricultura de «degeneración a regeneración».

Estas prácticas abordan los retos de la seguridad alimentaria y nutricional al tiempo que protegen los recursos naturales y reducen la huella medioambiental de la agricultura, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. El CIMMYT lleva años trabajando en la investigación y promoción de la agricultura de conservación, que contribuye a los objetivos de la agricultura regenerativa, y que ya se practica en más de 200 millones de hectáreas en todo el mundo —el 15% de todas las tierras de cultivo— y se está expandiendo a un ritmo de 10.5 millones de hectáreas al año.

P: ¿Qué papel pueden desempeñar los principales cultivos alimentarios (maíz, arroz y trigo) en los sistemas de agricultura regenerativa?

R: La agricultura regenerativa es «neutral en cuanto a cultivos», es decir, es aplicable a casi todos los cultivos y sistemas agrícolas. Los cultivos de arroz, trigo y maíz del mundo tienen una enorme huella física y ecológica en la tierra y los recursos naturales, pero desempeñan un papel fundamental en la seguridad alimentaria y nutricional. Teniendo en cuenta que el cambio climático antropogénico ha reducido la productividad total de los factores agrícolas a nivel mundial en aproximadamente un 21% en las últimas seis décadas, la aplicación de enfoques de agricultura regenerativa a estos sistemas representa una contribución trascendental hacia la agricultura sostenible bajo riesgos climáticos crecientes.

P: ¿Qué elementos o enfoques de la agricultura regenerativa son aplicables en la India y cómo pueden aplicarse?

R: Las prácticas regenerativas para los sistemas de maíz y trigo en la India incluyen la no labranza, el reciclaje de residuos de cultivos, los cultivos intercalados de legumbres y los cultivos de cobertura, la diversificación de cultivos, la gestión integrada de nutrientes y la gestión precisa del agua.

El área potencial de adopción de la agricultura regenerativa en la India cubre al menos 50 millones de hectáreas a través de una diversidad de sistemas de cultivo y agroecologías —incluyendo tierras agrícolas de regadío, de secano y áridas— y puede ser abordada a través de una adecuada focalización, inversiones, mejora de conocimientos y capacidades, y políticas de habilitación.

En la región del granero de las llanuras indogangéticas, la agricultura regenerativa puede ayudar a resolver los mencionados problemas de segunda generación de la Revolución Verde, además de contribuir a la Misión de Salud del Suelo del gobierno indio y a sus compromisos de la COP26.

P: Para poner en marcha la agricultura regenerativa en el sur de Asia, ¿quién va a participar?

R: La adaptación y aplicación de la cartera de prácticas de la agricultura regenerativa requerirá la participación de todas las partes interesadas relacionadas con la agricultura. La aplicación de estos principios depende del lugar y de la situación, por lo que los investigadores, los agentes de extensión, los actores de la cadena de valor, los filántropos, los ecologistas, las ONG, los agricultores y los planificadores de políticas tienen un papel que desempeñar en la vía del impacto.

El CIMMYT, el Instituto Borlaug para el Sur de Asia (BISA), los programas y organismos públicos y privados, y los propios agricultores han estado desarrollando, perfeccionando y ampliando las prácticas de agricultura regenerativa basadas en la agricultura de conservación durante unas tres décadas en el Sur de Asia. El CIMMYT y el BISA seguirán desempeñando un papel fundamental en la integración de la agricultura regenerativa en los planes de desarrollo locales, nacionales y regionales mediante el desarrollo de políticas y capacidades con base científica.

P: Los agricultores constituyen una fuerte fuerza económica y política en la India. ¿Cómo se les puede incorporar a la práctica de la agricultura regenerativa, que podría ser más costosa y con más conocimientos que sus prácticas actuales?

R: Tenemos que buscar negocios «inusuales» y aprovechar las oportunidades potenciales de la agricultura regenerativa para secuestrar el carbono del suelo y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Las prácticas de agricultura regenerativa pueden ofrecer a los agricultores ingresos adicionales y, sin duda, crear un «factor de atracción» para su adopción, algo que ya ha comenzado y que constituirá un sólido argumento comercial. Por ejemplo, los modelos empresariales innovadores ofrecen a los agricultores la oportunidad de comerciar con los servicios de los ecosistemas y los créditos de carbono mediante la reutilización de las subvenciones y el desarrollo de mercados de carbono para los sectores privados. El CIMMYT, junto con el Consejo Indio de Investigación Agrícola y socios privados como Grow Indigo, ya están ayudando a poner en marcha un marco para adquirir créditos de carbono a través de la agricultura regenerativa en la India.

Para más información sobre la aplicación de la agricultura regenerativa en las tierras de cultivo de la India, véase «Regenerative Agriculture for Soil Health, Food and Environmental Security: Proceedings and Recommendations«.

Foto de portada: Campos marrones y verdes. (Foto: Elizabeth Lies/Unsplash)

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Tiene Zacatecas tres nuevos técnicos certificados en Agricultura Sustentable

Egresados del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable en Zacatecas. (Foto: Hub Intermedio/CIMMYT)Zacatecas tiene tres nuevos técnicos certificados en Agricultura Sustentable y este 28 de abril recibieron su certificación de la mano del ingeniero José María Llamas Caballero, Representante de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en Zacatecas, quien estuvo acompañado por Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT); y de Guillermo Libreros González, Jefe de Programa en la Representación de Agricultura en Zacatecas.

“Una felicitación a Eloy Mireles Hernández, Jorge Luis Ojeda García y Santiago Flores Espino, a quienes la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural del Gobierno de México y el CIMMYT otorgaron esta certificación”, expresó el ingeniero José María Llamas. 

El curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable es una estrategia de capacitación para formar técnicos especializados en sustentabilidad agrícola al más alto nivel, cuya función es contribuir a la resolución de tres importantes retos en el país: seguridad alimentaria, pobreza y cambio climático.

El curso incluye sesiones teóricas y prácticas a cargo de destacados especialistas para proporcionarle a los participantes diversas herramientas en gestión para la innovación, técnicas agronómicas sustentables y herramientas para la formación y la comunicación que, en conjunto, permiten acelerar la adaptación, adopción y difusión de las tecnologías que responden a los retos actuales que enfrentan los productores y la agroindustria.

“La certificación me ha servido mucho para mis proyectos actuales porque en este momento hago un poco de docencia, soy productor y también doy asistencia técnica. Lo que se aprende en el curso te permite proponer tecnologías sustentables para cada una de las fases del proceso productivo y eso te da muchísimas ventajas con relación a otros técnicos”, comenta Jorge Luis Ojeda, uno de los certificados. 

Sobre la importancia de que Zacatecas cuente con técnicos certificados, Jorge comenta: “para nosotros es un compromiso muy grande ya que gran parte de la superficie agrícola del estado tiene suelos muy degradados, pobres en materia orgánica, además de las condiciones climáticas que no son muy favorables debido a las pocas precipitaciones. Este es el gran reto que tenemos que enfrentar y se nos dieron las herramientas para hacerlo”. 

Por su parte, Eloy Mireles señala que el curso le ha brindado herramientas importantes para promover cambios en el campo, aunque, considera, “hacer una agricultura diferente es un reto grandísimo, pero en el curso me dieron las herramientas y dentro de los proyectos que he ido haciendo por acá ya he ido implementando cambios en las formas de hacer las cosas. La Agricultura de Conservación, por ejemplo, es una herramienta que nos permite rescatar los suelos deteriorados”. 

“Me gusta el contacto con los productores y por eso, en donde estoy, en el territorio en que me muevo, poco a poco vamos sensibilizando esa parte del humano que es tan difícil cambiar: el pensamiento para aceptar los cambios. Es ahí donde uno como técnico certificado tiene que estar al tanto, acompañando al productor para que venza el temor al cambio. Por eso esta ha sido una gran experiencia, un gran curso y sería bueno que se replicara para que después podamos estar hablando de una mejor producción y autosuficiente en todos los cultivos”, enfatiza Eloy.  

“El impacto de los técnicos certificados es notable,  su enfoque de acompañamiento técnico permite que la adopción de prácticas sustentables sea más rápida, debido a la mejor interacción entre el técnico y el productor, lo que se traduce en un nivel de innovación más alto en el campo”, comenta Alberto Cabello sobre las razones por las que se ha observado un interés creciente por la certificación en la entidad.

El CIMMYT, señala el gerente del Hub Intermedio, tiene la mayor disposición de seguir brindando soporte científico a cualquier iniciativa que fomente la formación de profesionistas especializados en Agricultura Sustentable. “Disponer de más técnicos certificados ayudaría mucho en el crecimiento y escalamiento de las innovaciones agronómicas que se requieren en el estado”, concluye el representante del CIMMYT en Zacatecas.