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Reducir costos sin sacrificar productividad

Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

“La plataforma de investigación Ahome tiene diez años trabajando en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Nuestro objetivo es desarrollar, validar y promover sistemas sustentables con base en agricultura de conservación, con la finalidad de mejorar la productividad, la sustentabilidad y la rentabilidad de la agricultura de la zona a través de un buen manejo del suelo, agua y de los recursos naturales”, comenta Diego de Jesús Herrera Eguino, de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS), quien es responsable de dicha plataforma de investigación.

En esta plataforma, que surgió de la apuesta de los agricultores sinaloenses por la ciencia aplicada al campo, se evalúan diversas prácticas sustentables con el fin de identificar aquellas que permitan disminuir los costos sin reducir la productividad. Durante el ciclo otoño-invierno 2021-2022, por ejemplo, se establecieron ensayos para comparar agricultura de conservación y labranza convencional, validar un programa de riego en tiempo real, observar el efecto de la liberación de controladores biológicos de plagas (Trichogramma pretiosum, Crisoperla carnea y Coleomegilla maculata), optimizar la fertilización nitrogenada mediante uso del sensor GreenSeeker®, entre otros.

“En el comparativo por tipo de labranza se obtuvo un rendimiento de 18.4 toneladas por hectárea con labranza convencional y 18 toneladas por hectárea con agricultura de conservación. Aunque se observa una diferencia en favor de la labranza convencional, la mayor rentabilidad la obtenemos con la agricultura de conservación por el ahorro en costos en la preparación del suelo, principalmente. Además, el rendimiento es muy similar”, señala Diego.

Con una diferencia de más de 3 mil pesos por hectárea (3,443 MXN) y un menor impacto ambiental, el tratamiento con agricultura de conservación aporta evidencia de la viabilidad de este sistema de producción: “a través de varios ciclos agrícolas la plataforma ha demostrado las ventajas del manejo sustentable en el cultivo de maíz mediante la agricultura de conservación, sistema que nos permite reducir costos sin sacrificar productividad y, además, aplicando un manejo eficiente y racional de insumos y tecnologías en favor del medioambiente”, concluye el responsable de la plataforma.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Avena y ebo, una alternativa que brinda servicios al medioambiente

Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)
Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)

En las áreas de riego de Guanajuato, México, se demanda gran cantidad de forraje, particularmente durante el ciclo otoño-invierno. La alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros por excelencia en esta zona —se siembran un poco más de 44 mil hectáreas de alfalfa y cerca de nueve mil de avena (SIAP, 2021)—; no obstante, la alfalfa es perenne —su ciclo es muy largo, pudiendo crecer durante todo el año—, demanda gran cantidad de agua y reduce su producción en otoño-invierno. La avena, por su parte, a pesar de ser buena alternativa forrajera, es más nutritiva para los animales al mezclarse con ebo.

Ante este panorama en que se requieren alternativas de cultivo que puedan rotarse con el maíz y el sorgo producidos en primavera-verano, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cultivaron avena y ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación a fin de validar si dicho cultivo es una opción viable para la producción de forraje en el contexto de la zona.

Con camas anchas permanentes y el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie, la investigación se desarrolló durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato.

“Cuando el ebo llegó a floración y la avena a llenado de grano se realizó un corte a cuatro centímetros del suelo para inducir el rebrote de estos cultivos. Después del primer corte el rebrote de avena-ebo se utilizó como cultivo de cobertura y la siembra del maíz se realizó sobre el 100 % de dicho rebrote. Todos los datos sobre costos de producción, rentabilidad, producción de forraje y los asociados a los servicios ecosistémicos fueron registrados en una bitácora”, señalan los responsables de la plataforma de investigación.

“El costo total de producción hasta el empacado fue de cerca de 22 mil pesos (22 153 MXN), donde la fertilización y la cosecha corresponden al 42 y 25 %, respectivamente. Con respecto a la producción de forraje, el rendimiento de materia de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad fue de un poco más de 13 mil kilogramos por hectárea (13 089 kg/ha), lo cual, al empacarse en pacas de 40 kilogramos en promedio, resultó en 327 pacas por hectárea”.

Para los productores, la venta de las pacas significaría un beneficio económico, pero más allá de este, “el rebrote de avena-ebo contribuye a lograr la cobertura del suelo, lo cual impide la erosión y la emergencia de malezas. Además, al ser una leguminosa, el ebo ayuda a la fijación de nitrógeno, por lo que para el siguiente ciclo es posible obtener un mayor rendimiento de maíz”.

Cabe mencionar que en el ciclo primavera-verano 2019, en la misma plataforma, se sembró maíz sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo, entonces el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó 16 % el rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional (15.13 t/ha) y en 1,6 % al tratamiento con agricultura de conservación donde no se realizó la práctica de sembrar sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo.

Por lo anterior, los investigadores de la plataforma concluyen que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje, siendo una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. “De igual manera, la siembra de avena-ebo es una alternativa de cultivo de servicio que sirve como cobertura del suelo, impide la emergencia de maleza y contribuye a la fijación de nitrógeno atmosférico”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Ante el cambio climático apuestan por agricultura de conservación

Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“Aquí se realiza la comparación entre la labranza convencional y cero labranza; entre monocultivo de maíz y rotación maíz-arvejón; entre dejar el 100 % de los  residuos de cosecha, dejarlos parcialmente y retirarlos por completo; también se compara el efecto que tiene la sola fertilización nitrogenada y el que se logra aportando los tres macroelementos principales para los cultivos (nitrógeno, fósforo y potasio); se comparan los resultados al usar semilla de maíz híbrido y semilla de maíz criollo local; entre otros aspectos relevantes para los agricultores de la zona”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Cuautempan, en Puebla, México.

La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. Su intención es generar y validar prácticas y tecnologías sustentables que le permitan a los agricultores del mundo hacer frente a desafíos como los que impone el cambio climático.

Muchos agricultores no lo llaman cambio climático, pero lo reconocen: lluvias torrenciales o fuera de ciclo, inundaciones, sequías más prolongadas, etc. Aquí y allá estos fenómenos ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades, por eso es que para la red de plataformas que impulsa el CIMMYT la investigación colaborativa es esencial. En la plataforma Cuautempan, por ejemplo, colaboran el CIMMYT y la Unión Rural de Productores de Cuautempan y Tetela.

En un año con disminución de lluvia en los primeros cinco meses, como fue en el que se desarrolló el ciclo primavera-verano 2021, la agricultura de conservación confirmó su mejor margen de rendimiento y de utilidad, así como el cultivo invernal y la cobertura de rastrojos”, señalan los investigadores de la plataforma quienes puntualizan que “los tratamientos de agricultura de conservación fueron los que presentaron una mejor rentabilidad. El arvejón, uno de los cultivos de rotación, continúa siendo una alternativa para mejorar la rentabilidad pese a que ha disminuido su producción en la zona”.

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Recomendaciones para enfrentar la canícula

Productores de Chiapas durante demostración de tecnologías sustentables para manejo de gusano cogollero, cuyas poblaciones se incrementan durante la canícula. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Productores de Chiapas durante demostración de tecnologías sustentables para manejo de gusano cogollero, cuyas poblaciones se incrementan durante la canícula. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Durante la segunda quincena de julio, “en 26 entidades de México ha habido una disminución de las precipitaciones, lo que indica el inicio de la canícula. Se prevé que este fenómeno se generalice a partir de la próxima semana en el centro, occidente, sur, sureste y noreste del país, así como en la Península de Yucatán y el litoral del Golfo de México, con una duración aproximada de 20 días”, informó recientemente el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a través de un comunicado.

La canícula (sequía intraestival o veranillo) es un caso particular de sequía que ocurre en una amplia región de Mesoamérica y el Caribe. Se origina regularmente en medio del verano porque es cuando las condiciones climáticas en la región propician la aparición de algunos anticiclones. Si los ciclones ocasionan lluvias torrenciales, los anticiclones hacen lo contrario, y es por eso que en los llamados 40 días más calurosos del año —de acuerdo con los registros históricos, pueden ser entre 30 y 60— se pueden observar cielos muy despejados.

Este fenómeno, en el que se conjugan altas temperaturas —que pueden llegar hasta los 50 grados Celsius— y lluvias mínimas, se presenta entre julio y agosto. No obstante, su duración, intensidad y severidad varían dependiendo de la región y la aparición de otros fenómenos climáticos, por lo que incluso puede extenderse hasta septiembre.

La agricultura de temporal es la más vulnerable ante este fenómeno, pues ocasiona un bajo nivel productivo —comparado con las zonas de riego— y un aumento de plagas. Desde el punto de vista agronómico, la severidad de la canícula no solo depende de la temperatura y la precipitación, sino del tipo de suelo, el cultivo establecido y la etapa de desarrollo en que se encuentre, la variedad y, sobre todo, las medidas y prácticas agronómicas que se realicen.

“Aquí nos pega mucho la sequía, especialmente en la canícula. El año pasado con la agricultura de conservación no nos afectó mucho y la milpa no lo sintió gracias a la cobertura del suelo. Hay menos malezas, se aplican menos plaguicidas, y más si usan feromonas de confusión sexual porque aquí teníamos demasiado gusano cogollero”, comenta Víctor Manuel Martínez, productor de maíz en Chiapas, México, quien ha participado en proyectos impulsados por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores a través de los cuales se fomenta la agricultura de conservación.

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojos —lo cual permite conservar mayor humedad y proteger al suelo de la erosión—, la mínima labranza y la diversificación de cultivos. Mediante este sistema muchos productores pueden hacer frente a fenómenos como la canícula.

“En esta zona hay dos factores que determinan los rendimientos: uno es la sequía y el otro es el exceso de humedad en parte de agosto y todo el mes de septiembre. En el ciclo primavera-verano 2022, por ejemplo, la canícula fue más pronunciada que otros años y hubo exceso de humedad después de la sequía”, comentan especialistas del CIMMYT que realizan estudios en una plataforma de investigación alojada en el Campo experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, Morelos.

En comparación con los tratamientos donde se hizo labranza, las camas permanentes respondieron muy bien ante la sequía durante la etapa de crecimiento del cultivo. En el ciclo primavera-verano 2022, que fue quizá uno de los de mayor sequía, las camas permanentes rindieron casi el doble con respecto a los tratamientos con labranza”, señala Óscar Bañuelos, responsable de la plataforma.

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Agricultura de conservación para trigo y cártamo

Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

La plataforma de investigación Cajeme II se estableció en 2013 y, desde entonces, en ella se evalúan diferentes prácticas agronómicas dentro de un sistema de producción de trigo en condiciones de riego, atendiendo las necesidades de los productores del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo, zonas altamente productivas del estado de Sonora, en el norte de México.

“Entre los aspectos que se estudian en esta plataforma están distintas prácticas de labranza, manejo de rastrojo, número de riegos de auxilio, rotación de cultivos y número de hileras del cultivo de trigo”, puntualizan los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) responsables de la plataforma.

Al ser una zona altamente productiva, el uso de insumos es elevado y también lo es el costo de la producción y el impacto ambiental. En este sentido, en la plataforma de Cajeme II se buscan opciones que permitan mantener una alta productividad, pero de forma sustentable y rentable.

En el ciclo otoño-invierno 2021/22 se establecieron diversos tratamientos donde “los mayores rendimientos de trigo (promedio de 9.2 t/ha) fueron obtenidos después de cártamo, sea en rotación anual o en primer año después de cártamo en rotación de tres años”, comentan los responsables de la plataforma para ilustrar los beneficios de la diversificación de cultivos (en este caso mediante rotaciones), uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.

“Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En esta plataforma este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece, particularmente para el manejo y conservación de suelo y agua”, señalan.

“Con cuatro riegos de auxilio el rendimiento de monocultivo de trigo con labranza convencional fue de 7,3 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con camas permanentes (que permiten la cero o mínima labranza) aumentó 0,3 t/ha. Con tres riegos de auxilio, que es la práctica del agricultor con labranza convencional, tuvo el rendimiento más bajo (6.7 t/ha), mientras que, al convertir a camas permanentes el rendimiento fue mayor (7.1 t/ha)”, puntualizan los responsables de la plataforma.

Para el caso del cártamo los resultados más notables también están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertienente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.

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Fortaleciendo el sistema milpa

Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Estimación de rendimiento de maíz en la plataforma Ocosingo, tras cuatro años de intervención. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

La región de Ocosingo juega un papel importante para el estado mexicano de Chiapas y, en general, para el sur de México. Ahí se encuentra la Reserva de la Biosfera Montes Azules, la reserva ecológica de selva alta perennifolia —que se caracteriza por tener el tipo de vegetación más exuberante de todos los ecosistemas existentes— que constituye el principal pulmón para la producción de oxígeno de la región.

En el plano cultural la región es rica y diversa: habitan diferentes grupos étnicos, como lacandones, tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales, principalmente. Para estos grupos el maíz y la milpa son fundamentales para su alimentación, sin embargo, prevalece la práctica de la roza, tumba y quema con notables efectos, como la degradación de los suelos y la contaminación ambiental.

Un reto adicional para la agricultura en Ocosingo es que el 90 % de los terrenos se ubican en laderas con pendientes mayores a 20 % —es decir que por cada 100 metros que se avanza horizontalmente, se suben 20 metros—, ocasionando erosión por las fuertes lluvias y dejando suelos con baja fertilidad que resultan en bajos rendimientos que, en muchas ocasiones, no cubren las necesidades de alimento para las familias productoras.

Para incrementar la sustentabilidad y contribuir a la seguridad alimentaria de estas familias, en la plataforma de investigación Ocosingo —ubicada en el rancho San José, comunidad de San Miguel El Grande del municipio en mención— se buscan alternativas para fortalecer el sistema milpa. Así, en 2022, y luego de cuatro años de intervención, se evaluó la respuesta de diversos sistemas de producción a través de agricultura de conservación y otras prácticas sustentables.

“La plataforma se diseñó con el enfoque de la milpa biodiversificada —con asociaciones de maíz y leguminosas como dolichos y chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo— bajo el esquema de agricultura de conservación y milpa intercalada con árboles frutales. El diseño experimental incluyó la siembra de monocultivo de maíz, que es la práctica convencional en la región y que funcionó como testigo para ser contrastado con las innovaciones sustentables en donde no se quema, sino que se deja la totalidad del rastrojo”, señalan los investigadores responsables de la plataforma.

Al comparar los rendimientos de cuatro años de ser implementadas, la agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales confirmaron ser “una buena alternativa para fortalecer el sistema milpa, sobre todo para las familias de escasos recursos económicos”, señalan los investigadores quienes puntualizan que el tratamiento con monocultivo de maíz con quema de rastrojos reportó un rendimiento de 1,18 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento de maíz en rotación con chícharo gandul de ciclo corto en franjas de doble hilera reportó 3,38 t/ha.

“Los ensayos que se están evaluando nos indican que sí es posible mejorar la producción de alimentos con el sistema milpa, beneficiar la biodiversidad tanto superficial como la del subsuelo, generar ingresos, capturar de carbono y, sobre todo, practicar una agricultura amigable con el medioambiente”, concluyen los investigadores.

La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Avances en la regeneración de los suelos agrícolas

Maíz cultivado con agricultura de conservación en parcela participante en el proyecto con Bimbo. (Foto: CIMMYT)
Maíz cultivado con agricultura de conservación en parcela participante en el proyecto con Bimbo. (Foto: CIMMYT)

En un contexto donde los actuales enfoques para la gestión de la tierra amenazan la mitad de la producción económica mundial, y donde se estima que 48 millones de personas tendrán hambre este año si no se toman acciones urgentes, la recuperación de los suelos agrícolas se convierte en una prioridad tanto para la seguridad alimentaria como para el medioambiente.

En este marco, proyectos como Maíz y Trigo Regenerativo que impulsa Grupo Bimbo y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), están marcando la pauta para la conformación de alianzas estratégicas en favor de la regeneración de los suelos agrícolas, fuente del abastecimiento alimentario de toda la humanidad.

En el caso del trigo, en el más reciente ciclo agrícola cerca de 400 productores de Sonora, Sinaloa y Guanajuato fueron impactados por el proyecto de Grupo Bimbo y el CIMMYT. A través de este, los productores están capacitándose e implementando prácticas de agricultura regenerativa como la agricultura de conservación, la optimización de fertilizantes y el manejo agroecológico de plagas, entre otras prácticas.

Uno de los grandes logros de la iniciativa ha sido el cambio de mentalidad entre los productores. Pasar de un sistema de producción convencional con alto impacto ambiental a uno sustentable no es una tarea sencilla, pero los resultados hablan por sí mismos y se ha visto que la rentabilidad de los productores que implementan las prácticas regenerativas puede ser de hasta 70 % gracias a la optimización de costos de producción y la estabilidad en los rendimientos.

La incertidumbre en el alza de los precios de los insumos agrícolas y la poca disponibilidad de agua para establecer cultivos hace evidente que las prácticas y tecnologías fomentadas por el proyecto son pertinentes: estrategias de fertilidad integral, uso de biofertilizantes, herramientas de diagnóstico y mejoradores de suelo, por ejemplo, han sido clave para impactar positivamente en cerca de siete mil hectáreas.

Ante la continuidad de los efectos del cambio climático y los escenarios globales, las prácticas  que promueve este proyecto brindan a los productores participantes las herramientas para hacer que su actividad productiva siga siendo rentable (a la vez que amigable con el medioambiente), por lo que será importante que se siga promoviendo la agricultura de conservación y otras prácticas sustentables como pasos para conservar y regenerar los suelos agrícolas.

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Agricultura de conservación, opción viable para reducir las malezas

Maíz y leguminosas en la plataforma de investigación de San Juan Cotzocón. (Foto: Jonatán Villa)
Maíz y leguminosas en la plataforma de investigación de San Juan Cotzocón. (Foto: Jonatán Villa)

Las arvenses son plantas silvestres que crecen en los campos de cultivo, se les considera una forma de vegetación altamente exitosa, a la vez que problemática, porque crecen sin haber sido sembradas y compiten por luz, espacio, agua y nutrientes con los cultivos. Estas plantas, conocidas comúnmente como malezas o “malas hierbas”, prosperan sobre todo en ambientes que han perdido su biodiversidad, como los monocultivos.

Ya que el manejo de arvenses suele ser una problemática considerable para los agricultores, sobre todo los de pequeña escala —porque implica muchas veces un trabajo manual exhaustivo para controlarlas—, en la plataforma de investigación San Juan Cotzocón (Oaxaca, México) se desarrolló un ensayo para evaluar el comportamiento de las arvenses en diferentes sistemas de labranza.

“Esta plataforma de investigación es un espacio para identificar prácticas que les permitan a los agricultores del trópico húmedo ser resilientes ante los retos del cambio climático”, señalan los responsables de la plataforma quienes explican que el experimento incluyó el establecimiento de cuatro tratamientos con agricultura de conservación —donde se hizo labranza mínima, se establecieron rotaciones y relevos de maíz con leguminosas (canavalia y frijol), y se mantuvo el rastrojo como cobertura del suelo— que fueron comparados con un quinto tratamiento con labranza convencional, es decir, con monocultivo de maíz, movimiento del suelo y remoción de los rastrojos.

“A los 56 días después de la siembra, el número de arvenses en los diferentes sistemas de labranza confirmaron que la agricultura de conservación es una alternativa viable para mejorar la gestión de malezas en el trópico húmedo —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 162 y 311 arvenses por metro cuadrado, mientras que la labranza convencional reportó 1 185 arvenses—”, señala el equipo técnico de las plataformas.

Adicionalmente, en este ensayo se observó que la agricultura de conservación mejoró los rendimientos de manera sustancial y por lo tanto la rentabilidad del cultivo del maíz —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 3,8 y 4,5 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que la labranza convencional reportó 3,5 t/ha—.

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Alternativas para mejorar la fertilización agrícola en Jalisco

Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)
Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)

La Ciénega del lago de Chapala es una región con un clima favorable para la agricultura, haciendo que municipios como Ocotlán (Jalisco, México), que forman parte de la ciénega, tengan una notable producción agrícola. En la zona granera de Jalisco, sin embargo, la rentabilidad ha venido disminuyendo debido al encarecimiento de los insumos agrícolas, a los bajos precios de los granos y a los efectos del cambio climático, aunados a una creciente presión en los años recientes por el desplazamiento que ejercen cultivos como el agave y la caña de azúcar.

Para generar opciones viables que le permitan a los agricultores locales mantener la productividad y la rentabilidad del cultivo de granos, en la plataforma de investigación Ocotlán —establecida en 2017 por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y colaboradores en la zona— se han implementado diversos tratamientos orientados a diseñar recomendaciones que les permitan hacer un manejo agroecológico y más rentable de sus parcelas, sirviendo también como un lugar de encuentro entre productores,  de transferencia de tecnologías y de escalamiento de las mismas.

“La plataforma tiene una superficie de 1,8 hectáreas, en ella se siembra trigo en el ciclo otoño-invierno y maíz en primavera-verano. En el ciclo primavera-verano de 2022 se realizó un experimento para evaluar dos dosis de fertilización nitrogenada —100 % y 75 %—, con y sin la aplicación de inoculantes microbianos —productos que promueven el crecimiento vegetal hechos con base en microorganismos, en este caso hongos del género Glomus y bacterias del género Azospirillum— en un sistema de agricultura de conservación y otro tratamiento con labranza convencional con el 100 % de la fertilización”, mencionan los responsables de la plataforma.

“El uso de inoculantes microbianos incrementó la eficiencia en el aprovechamiento del fertilizante, permitiendo reducir las dosis empleadas usualmente. Con respecto al tipo de labranza, no se obtuvo un beneficio significativo en los tratamientos con labranza convencional —basada en un movimiento continuo del suelo—, de hecho, se obtuvieron rendimientos similares y se tuvo un mayor costo de producción debido al requerimiento de maquinaria”, comentan los especialistas.

Lo anterior confirma que “la agricultura de conservación es un sistema rentable que permite reducir los costos de producción y mantener altos rendimientos, sobre todo con las variación en los temporales de lluvia que se han presentado en los últimos años”, señalan el equipo técnico de la plataforma, enfatizando en que la agricultura de conservación es un sistema ampliamente recomendado para los productores de la zona, en donde, no obstante, es necesario seguir investigando el tema de los inoculantes microbianos para brindar recomendaciones más puntuales.

Cabe mencionar que para el ensayo se sembró adicionalmente “un tratamiento con girasol como cultivo prometedor por su rusticidad, sus bajos costos de producción y como alternativa de rotación para el manejo plantas no deseadas.  Al ser un cultivo de ciclo corto tiene buena respuesta aun en temporales con menor precipitación, teniendo una mayor adaptación que los granos básicos. Los rendimientos obtenidos están sobre la media nacional, por lo que es un cultivo rentable que favorece la rotación de cultivos teniendo bajos costos de producción”, finalizan los investigadores.

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Tierra de las Próximas Generaciones

Agricultores queretanos que participan en el proyecto de agricultura sustentable impulsado por Mars Pet Care y el CIMMYT. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Productores queretanos que participan en el proyecto de agricultura sustentable impulsado por Mars Pet Care y el CIMMYT. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

De acuerdo con los estudios de población mundial efectuados recientemente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2050 habrá más de 9 800 millones de personas en el planeta. Con ello, la explotación del entorno y la extracción acelerada de sus recursos incrementarán en la misma proporción.

Frente a dicho escenario, existen empresas y organizaciones trabajando juntas para poner sobre la mesa alternativas que transformen el camino de manera anticipada. Tal es el caso de Mars Petcare que, para poner en marcha la operación del proyecto Tierra de las Próximas Generaciones, une fuerzas con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), entendiendo que todos en la sociedad tienen la responsabilidad y la oportunidad de mejorar y reforzar el impacto positivo en las comunidades de las que se forma parte y en el planeta como un todo.

Este proyecto piloto centra la colaboración entre dichos organismos, iniciando con la intervención del CIMMYT para la medición, el diagnóstico y la capacitación de los agricultores y técnicos de campo que durante el primer año se desarrollará en conjunto con Finca Agrarista, empresa queretana constituida para dar apoyo a productores facilitando el acceso a materiales a un mejor costo. La base de esta iniciativa es compartir con los productores prácticas de agricultura regenerativa, en lugar de seguir la forma convencional que implica el desgaste intensivo del suelo. El nuevo enfoque se basa en tres principios fundamentales: el mínimo movimiento del suelo, el mantenimiento de la cobertura de este y la rotación de cultivos, lo que preserva la salud la tierra, conserva la biodiversidad, mitiga los efectos del cambio climático y reduce la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Al adoptar estas prácticas, los agricultores se vuelven más eficientes en el uso de insumos, mejoran su productividad y logran una cosecha agrícola sostenible en el largo plazo.

En los dos próximos años, Mars Petcare tiene como objetivo estratégico originar cerca de 30 mil toneladas de maíz mexicano, permitiéndole iniciar el consumo local de este ingrediente. Para eso, se utilizará la metodología del CIMMYT con el fin de que los productores reciban acompañamiento en la transición hacia un sistema de producción basado en agricultura regenerativa. De esa manera, la estrategia de abasto de Mars Petcare podrá contar con el maíz mexicano como una fuente de suministro segura, competitiva, amigable con el medioambiente, además de cumplir con los estándares de calidad requeridos, lo que tendrá un impacto positivo en la cadena de suministro.

Este tipo de iniciativas forman parte del Plan Sustentable en una Generación, con el que Mars ha avanzado para transformar la manera en que hace negocio, para mejorar la vida de las personas en las comunidades de donde abastece sus materiales, buscando que en el mundo que se quiere mañana el planeta esté sano, se impulse a la gente y se fomente el bienestar.

El Plan de Sustentabilidad en una Generación de Mars tiene por objetivo mejorar significativamente las vidas de un millón de personas en todo el mundo, a través de nuestra cadena de valor y, en esta ocasión, apoyar al campo mexicano es prueba de ello. Esta alianza la concretamos con el CIMMYT, la principal organización de investigación para el desarrollo de los sistemas de cultivo de maíz y trigo, y nos llena de orgullo porque agricultores queretanos, estarán abasteciendo parte del maíz que se consumirá en nuestra planta de alimento seco ubicada en el mismo estado, en el municipio de El Marqués”, asegura Gabriel Guzmán, Vicepresidente de Compras de Mars Latinoamérica.

La estrategia por seguir es poner a la ciencia a disposición del campo y las cadenas productivas, en busca de obtener beneficios en todos los frentes. El equipo mundial de investigadores del CIMMYT es experto en ello, pues, así como menciona Jelle Van Loon, Director Asociado del Programa de Sistemas Agroalimentarios y representante de CIMMYT en América Latina: “el enfoque del Centro está en lograr un impacto social y ambiental positivo y hacer que la seguridad alimentaria y la resiliencia climática sean una realidad para todos los productores de México y de aquellos en los más de cuarenta países donde trabajamos. La idea es llevar el conocimiento a las y los productores, en especial a los de pequeña escala, que día a día nos alimentan”.

Para lograr lo anterior, el rol de los aliados locales es esencial. “Somos una empresa queretana que apoya y representa a los cien productores que estarán participando en el primer año de este proyecto. Que una compañía ubicada en Querétaro, pero con presencia global como Mars trabaje con nosotros, es muy gratificante. Saber que voltean a ver el campo mexicano y que nos apoyan junto con el CIMMYT para estar más preparados y tener compras negociadas de manera anticipada nos hace estar muy comprometidos con el proyecto y nos llena de entusiasmo,” añade José Refugio Perusquía, gerente de Finca Agrarista.

Para lograr un planeta sano la suma de esfuerzos es fundamental, porque el mundo que se quiere mañana comienza con la forma de hacer negocios hoy. Por eso para Mars trabajar por la Tierra de las Próximas Generaciones se vuelve prioritario y será una forma de impulsar al campo, al sector agrícola para tener más y mejores cultivos que beneficien a las comunidades y al planeta.