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La agricultura de conservación en la Sierra Norte de Puebla

Evento mostrando el establecimiento de arvejón como cultivo invernal. 22 de octubre de 2016. (Foto: URPROCT)
Evento mostrando el establecimiento de arvejón como cultivo invernal. 22 de octubre de 2016. (Foto: URPROCT)

La Sierra Norte de Puebla, ubicada en la zona de transición entre el Eje Neovolcánico y la Sierra Madre Oriental de México, es una región caracterizada por su abrupto relieve —con pendientes muy pronunciadas, de hasta 40 %— y alta humedad. Los agricultores de esta región, en su mayoría nahuas y totonacos, cultivan maíz criollo para autoconsumo, comúnmente asociado con frijol, chile serrano, arvejón, haba, avena, ebo, calabaza, y una amplia variedad de quelites como quintonil, borraja y tomate criollo.

A pesar de los beneficios de esta diversidad de cultivos, en la región los rendimientos de maíz son bajos —de una tonelada por hectárea (t/ha) o menos— y el manejo agronómico es deficiente. Esto se refleja en altos costos de producción que se suman a los retos de la variabilidad climática, cada vez más notoria.

Para ofrecer alternativas que les permita a los productores de la región superar estos desafíos, en la plataforma de investigación Cuautempan —ubicada en la carretera federal Tetela-Cuautempan, Km 9.4, en Hueytentan, municipio de Cuautempan, Puebla— se ha investigado, desde 2016 cuando fue instalada, aspectos como densidad de población, fertilización y manejo de malezas e insectos. Esto, a partir de experimentos con base en agricultura de conservación, uso de semilla criolla e hibrida, distintas dosis de fertilización y arreglos topológicos —distribución de las plantas sobre el terreno—.

La plataforma, donde colaboran la Unión Rural de Productores de Cuautempan y Tetela (URPCT) y CIMMYT, forma parte de la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica (RedAgAL) —una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial— y, en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forma parte CIMMYT—, está operando y generando datos en beneficio de los agricultores locales y de todo el campo latinoamericano.

“Durante los tres primeros años de evaluación el rendimiento promedio entre la práctica convencional de la región —monocultivo de maíz  y remoción de rastrojo— y las innovaciones —cero labranza y dejar el rastrojo en la superficie del terreno— fue similar; sin embargo, en 2019 llovió 30 % menos de lo normal y entonces se notaron los beneficios de la agricultura de conservación, ya que el rendimiento con este sistema sustentable mejoró en 2,1 t/ha con respecto a la labranza convencional”, señalan los responsables de la plataforma.

Los costos de producción, con agricultura de conservación, disminuyeron cerca de 4 mil pesos por hectárea (3,975 MXN/ha). Además, las prácticas sustentables aplicadas han tenido un impacto positivo en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. La materia orgánica, por ejemplo, ahora es mayor en las capas de 0-5 y 5-30 cm”, enfatizan los investigadores, quienes continúan investigando otros aspectos que aún requieren mayor tiempo para obtener conclusiones robustas que puedan ser compartidas con los agricultores.

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ProAgricultor, educación para una agricultura sostenible

CIMMYT desarrolla colaboración con GlobalGap, y con Rattan Lal, premio mundial de la alimentación en 2020 por sus aportes a la salud del suelo; en el lanzamiento de la plataforma  ProAgricultor que ofrece conocimientos sobre agricultura sostenible.

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Heladas, cebada y agricultura de conservación

Plantas dañadas por heladas en la plataforma Irapuato I, Guanajuato, 6 de enero de 2020. (Foto: CIMMYT)
Plantas dañadas por heladas en la plataforma Irapuato I, Guanajuato, 6 de enero de 2020. (Foto: CIMMYT)

El Bajío es una de las principales regiones productoras de granos de México, la mayoría de los agricultores con acceso a riego siembran maíz durante el ciclo primavera-verano (mayo-diciembre), y cereales de granos pequeños (trigo o cebada) en el ciclo otoño-invierno (diciembre-mayo). En la región, las bajas temperaturas ocurren regularmente durante la temporada de crecimiento invernal y pueden ocurrir heladas, aunque son poco frecuentes y no ocurren todos los años.

Si bien las bajas temperaturas son necesarias para que el trigo y la cebada induzcan el macollamiento y por lo tanto obtengan altos rendimientos, junto con las heladas también pueden causar daños a las plantas, lo que puede tener un impacto en el rendimiento.

En ciclos pasados, agricultores de esta región informaron que durante la temporada otoño-invierno hubo un aumento de los daños por heladas en la cebada sembrada con agricultura de conservación —sistema que permite reducir costos de producción, el uso del agua y las emisiones de gases de efecto invernadero, así como mejorar los rendimientos y la salud del suelo—.

Para determinar si este efecto es real y si redujo el rendimiento de los cultivos con agricultura de conservación, un grupo de especialistas del CIMMYT desarrolló dos experimentos de campo y recopilaron datos de observación de otros experimentos y parcelas de agricultores. “A fin de evaluar si niveles más altos de residuos conducen a mayores daños por heladas en cereales de grano pequeño en el Bajío, realizamos tres experimentos: el primero en San Juan del Río, Querétaro; el segundo en Metepec, Estado de México; y se analizaron datos de otros experimentos realizados en parcelas de agricultores del Bajío y del noroeste del Pacífico”, comentan los especialistas.

El primer experimento se realizó en la plataforma de investigación San Juan del Río III, que está en una región donde suelen ocurrir heladas durante la temporada invernal. El objetivo de este experimento fue responder dos preguntas de investigación: ¿El rendimiento de la cebada es menor con la labranza reducida?, y, ¿el rendimiento es menor cuando se dejan residuos en el campo al utilizar labranza reducida?

“Para estudiar el efecto de los residuos sobre el daño por heladas instalamos una prueba de campo en la Estación Experimental Sanjaya Rajaram en Metepec, Estado de México. La estación está situada a 2 600 metros sobre el nivel del mar y es muy probable que se produzcan heladas en cada temporada de invierno. Con la evaluación en esta estación buscamos responder si el daño por heladas es mayor con una labranza reducida, si el daño por heladas es mayor cuando se dejan residuos en el campo cultivando con labranza reducida, y si pueden reducir los daños por heladas induciendo tolerancia al estrés mediante la aplicación de ácido salicílico (aspirina)”, puntualizan los investigadores.

Adicionalmente a estos dos experimentos en campo, se hizo un análisis de datos surgidos en módulos y plataformas de investigación distribuidos por todo el país —las cuales forman parte de la red de innovación que impulsa el CIMMYT— y, para obtener una mejor idea de las realidades de los daños por heladas con relación al manejo de residuos, también se encuestó a los colaboradores de estos espacios.

Al revisarse los datos de 235 módulos de innovación que compararon la labranza convencional y la agricultura de conservación con el trigo o la cebada cultivados durante la temporada de invierno, se observó que los rendimientos promedio fueron mayores con agricultura de conservación, sin que hubiera indicios de un menor rendimiento con este sistema de producción sustentable. En general, “se observa que los beneficios de la agricultura de conservación en términos de mayor salud del suelo, mayor retención de agua y reducción de los costos de producción superan el riesgo de mayores daños por heladas, por lo que el riesgo de daños por heladas no debería ser un impedimento para la implementación de la agricultura de conservación”, enfatizan los investigadores.

En las plataformas de investigación los resultados también demuestran la pertinencia de la agricultura de conservación pues, aunque las bajas temperaturas generaron mayores daños visibles en los tratamientos con este sistema, las plantas se recuperaron rápidamente. Al final, el rendimiento no se vio afectado ya que los tratamientos con agricultura de conservación obtuvieron rendimientos ligeramente más altos.

Desarrollo del cultivo al 21 de marzo de 2018 (77 DDS), camas permanentes con 100% rastrojo (izquierda) y tratamiento de labranza convencional (derecha). (Foto: CIMMYT)
Desarrollo del cultivo al 21 de marzo de 2018 (77 DDS), camas permanentes con 100% rastrojo (izquierda) y tratamiento de labranza convencional (derecha). (Foto: CIMMYT)

En general, “el trigo y la cebada con agricultura de conservación pueden presentar más síntomas de daño por heladas cuando las heladas ocurren durante la etapa de macollamiento, sin embargo, esto no tiene ningún efecto sobre el rendimiento. Por el contrario, el rendimiento tiende a ser mayor con agricultura de conservación. Es probable que las plantas en la etapa de macollamiento puedan reemplazar rápidamente las hojas y los macollos dañados, y el estrés por frío puede incluso inducir un macollamiento adicional, lo que puede conducir a más grano más adelante”, explican.

En conclusión, la agricultura de conservación tiene muchos beneficios comprobados para la producción de granos en el Bajío, como una mejor salud del suelo, una mayor eficiencia del riego, menores costos de producción, menores emisiones de gases de efecto invernadero y estos beneficios compensan los efectos negativos de las heladas que pueden ocurrir en la región. Si bien pueden ocurrir mayores daños cuando ocurren heladas durante la etapa de macollamiento, esto no afecta el rendimiento y no debe considerarse una razón para no implementar la agricultura de conservación.

Puedes consultar el artículo completo en: https://doi.org/10.31220/agriRxiv.2023.00211 

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AMEXCID, Noruega y el CIMMYT impulsarán la innovación agrícola en el sur de México y Centroamérica

La alianza celebrada entre el Gobierno de México, a través de la AMEXCID, el CIMMYT y el Reino de Noruega, busca construir paz y prosperidad a través del desarrollo agrícola sostenible en países de Centroamérica y el sur de México.

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Ventajas de la agricultura de conservación en Peto

CIMMYT organiza evento en coordinación con la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) para identificar las prácticas de la agricultura de conservación para mejorar la producción de maíz en Yucatán.

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Su disposición para innovar hoy se refleja en mejores cosechas

Siembra directa de avena en rastrojo de maíz con el productor Héctor Gutiérrez en la Magueyera, Calera, Zacatecas el 3 de febrero de 2023. (Foto: Julio César González)
Siembra directa de avena en rastrojo de maíz con el productor Héctor Gutiérrez en la Magueyera, Calera, Zacatecas el 3 de febrero de 2023. (Foto: Julio César González)

“Antes, con el barbecho, trabajamos mucho, era mucho trabajo, usar muchos implementos: rejas, picos, discos de arar… Se trataba de dejar molida la tierra, hacerla polvo”, comenta Héctor Manuel Gutiérrez Martínez, quien cultiva maíz, frijol, avena, girasol y chile en Calera, en el estado mexicano de Zacatecas.

Actualmente Héctor participa en el proyecto Aguas Firmes, a través del cual implementó agricultura de conservación en su parcela: “Tenemos dos años en el proyecto. Desde que iniciamos en él hacemos mínima labranza y dejamos los residuos de los cultivos haciendo siembra directa y tratando de ahorrar agua en nuestros procesos”.

Para Héctor los resultados son claros: “en el caso del maíz estábamos produciendo entre nueve y 10 toneladas, el año pasado subimos a 17 800; en el caso de las avenas producíamos tres toneladas y media y este año fueron cinco toneladas, así que sí se han incrementado mucho nuestros rendimientos y hemos ahorrado mucho en cuestión de diésel”.

Además del ahorro en costos de producción y el incremento de los rendimientos, los beneficios por implementar agricultura de conservación también se reflejan en un suelo más sano, con una mejor estructura y que, gracias a la cobertura con residuos de cosecha, conserva mayor humedad: “Los pozos se están secando, algunos ya se secaron y pues sí estamos batallando mucho con el agua. Hoy, afortunadamente, cualquier precipitación que tengamos se absorbe rápidamente pues el rastrojo le ayuda a que no se evapore tan rápido, le ayuda a que se mantenga mas tiempo húmedo”.

Aguas Firmes es un proyecto que desarrolla capacidades en los productores a fin de que sean ellos mismos los gestores del cambio en sus propias unidades de producción: “Nos han invitado a varias capacitaciones y nos han traído a especialistas en nutrición, sistemas de riego, plagas y otras tecnologías. Nos han mostrado lo que están haciendo en varias partes del mundo y hemos podido adoptar algunas cosas, nos han servido de mucho para ayudarnos en nuestros procesos”.

Héctor, convencido de los beneficios de realizar una agricultura sustentable, se ha convertido en un promotor de las prácticas que ha aprendido y colabora con los técnicos para desarrollar ensayos a fin de identificar las prácticas, tecnologías y variedades que más se ajustan a la zona. Así, recomienda a otros productores que “si tienen oportunidad ingresen al programa de Aguas Firmes. Hay muchos beneficios. Se aprenden muchas cosas y los técnicos están a disposición de todas las personas que quieran aprender”.

Aguas Firmes es un proyecto impulsado por AB InBev Grupo Modelo en alianza con la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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La agricultura regenerativa reducirá el 24 % de emisiones de gases de efecto invernadero

CIMMYT une esfuerzos en asociación con el Grupo Trimex en el cultivo de trigo promoviendo el programa Agricultura Sustentable Bajío (Agriba Sustentable) fomentando la adopción de prácticas agrícolas regenerativas entre productores de trigo del Bajío de México.

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Con tecnologías sustentables combaten problemas fitosanitarios en el cultivo del chile

Secado natural de chile guajillo en La Joya, Zacatecas el 02 de octubre de 2022. (Foto: Julio César González)
Secado natural de chile guajillo en La Joya, Zacatecas el 02 de octubre de 2022. (Foto: Julio César González)

En México se dice que una comida sin chile es como un día sin Sol. Este cultivo milenario, tan distintivo de la gastronomía nacional, llega a las mesas de los mexicanos gracias a productores de municipios como Calera, en Zacatecas, México, donde son cultivados junto con otras hortalizas. En este municipio zacatecano, sin embargo, existen diversas situaciones que, de un modo u otro, impactan la producción de chile.

“Además de la migración y el crecimiento de la industria manufacturera que demanda mano de obra, algo que se acentuó bastante es que en la época de cosecha de ajo (mayo-junio) coincide que va creciendo el cultivo de chile y requiere mucho deshierbe manual, pero como el ajo se paga por ‘tanto’, es decir, dependiendo de cuánto se cosecha es lo que se paga, entonces los trabajadores prefieren irse a la cosecha de ajo y se quedan las parcelas de chile llenas de hierba, algunas ya muy mal e incluso con problemas sanitarios”, comenta Julio César González, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para el proyecto Aguas Firmes.

El equipo técnico que impulsa la agricultura sustentable en el marco de Aguas Firmes trabaja en diversos frentes para ofrecer soluciones a los productores del perímetro de Calera. Por un lado, están los productores de granos que hasta hace unos años no pensaban que cultivos como el maíz fueran negocio: “El maíz no lo veían como una opción por lo poco que sacaban, que era un promedio de siete toneladas, pero se han hecho innovaciones, se ha dado acompañamiento técnico y ahora lo que se cosecha son unas 10 toneladas, e incluso algunos productores 14 o 15 toneladas por hectárea”, comenta Julio César.

Por otro lado, pero en el mismo territorio y en un mismo y complejo ecosistema agrícola, están los productores de hortalizas a quienes para atender los problemas sanitarios que recientemente se han presentado se les han ofrecido soluciones innovadoras y amigables con el medioambiente, como el uso de la microbiología, la cual se ha “impulsado bastante y con excelentes resultados, sobre todo mejorando la producción de chile que trae bastantes problemas fitosanitarios”.

“Antes llegaba la temporada de lluvias y las plantas se empezaban a morir; así, nada más de pronto. Y eso lo tomaban los agricultores como normal, decían «no pues es la época en la que la planta se muere»; y no, eso no es normal, se muere porque el suelo tiene patógenos —que pueden seguir activos a pesar de que las parcelas se dejen descansar incluso por largos periodos—, las plantas están enfermas, y entonces se sorprenden cuando les decimos que eso se puede controlar”.

“Nosotros hemos hecho uso de hongos benéficos como Trichoderma y Metarhizium, también se han usado pseudomonas y varios otros organismos que están ayudando. Hoy tenemos varios ejemplos de productores que se han atendido en el marco de este proyecto y han tenido excelentes resultados, muchos sorprendidos porque pasaron de 800 kilos de chile seco —en Zacatecas, aunque hay productores que logran hasta siete toneladas, el promedio es de alrededor de 750 kilos por hectárea— a tres toneladas”, comenta Julio César.

Por supuesto, esta tecnología no es un remedio mágico o único, sino que sus efectos son el resultado de una estrategia más amplia en cuya base está la agricultura de conservación que promueve Aguas Firmes: “durante uno de los talleres de capacitación brindados a los productores el especialista en microbiología se sorprendió del número de propágulos —estructuras con la que se propagan los hongos micorrízicos, los cuales tienen la capacidad de establecer asociaciones benéficas con las plantas— que había en el suelo de una parcela trabajada con agricultura de conservación. Se contaron cerca del doble que los suelos promedio”.

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que promueve la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojos o residuos de la cosecha anterior, y la diversificación de cultivos. A partir de esta tecnología el equipo de Aguas Firmes integra otras innovaciones pertinentes para cada parcela y, junto con cada productor, se toman decisiones para mejorar el sistema de producción.

Aguas Firmes es un proyecto impulsado por AB InBev Grupo Modelo en alianza con la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Soluciones ambientales desde la agricultura

Técnicos de Agriba Sustentable durante asesoría a productores. (Foto: CIMMYT)
Técnicos de Agriba Sustentable durante asesoría a productores. (Foto: CIMMYT)

En un contexto de cambio climático, donde la preservación de los recursos naturales se posiciona como tarea fundamental para garantizar la alimentación de la humanidad, la agricultura brinda la oportunidad de generar un impacto positivo en el medioambiente del que dependemos todos. Aunque es cierto que el sector agrícola ha contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero, este hecho también constituye una ocasión valiosa para implementar cambios significativos y sostenibles.

De acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la transformación en todos los sectores y a todos los niveles puede conducir a una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030. Consolidar sistemas productivos sustentables es, en ese sentido, una tarea clave para todas las sociedades.

“En las parcelas involucradas en el proyecto las emisiones de CO2 fueron 17,7 % menores. Estas parcelas emitieron 2,32 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que las del testigo regional (con prácticas convencionales) fueron de 2,82 t/ha”, señala el equipo técnico de Agriba Sustentable, proyecto a través del cual PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están impulsando en el Bajío mexicano la transición hacia una agricultura sustentable, productiva y resiliente.

El pilar de las prácticas sustentables promovidas por el proyecto es la agricultura de conservación. Con este sistema los residuos agrícolas, o rastrojos, son aprovechados en lugar de ser quemados, evitando así la contaminación por quemas agrícolas y favoreciendo la captura de carbono debido al aumento de la materia orgánica. También se minimiza la labranza y de esta manera se ayuda a que el suelo recupere importantes funciones ecosistémicas —como la regulación del clima y la continuidad del ciclo del agua gracias a que mejora la infiltración—, reduciendo además el número de pasos de maquinaria, lo que significa un menor uso de combustibles fósiles y, en consecuencia, menos emisiones de GEI.

Adicionalmente, los técnicos del proyecto promueven análisis de suelos, prácticas de fertilidad integral y el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada. Esto es muy relevante porque si bien el nitrógeno es esencial para las plantas, una importante cantidad de este nutriente se pierde por escurrimientos, erosión o volatilización, potenciando el riesgo de contaminación ambiental, sobre todo de cuerpos de agua. De hecho, se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18 %.

“El sensor GreenSeeker® es una herramienta de diagnóstico que nos permite conocer la cantidad exacta de unidades de nitrógeno requerida por el cultivo establecido. Esta práctica está siendo de gran ayuda para los productores del proyecto porque les permite reducir los costos en producción. En este ciclo, por ejemplo, han logrado reducir entre 80 y hasta 150 kilogramos de urea —una de las fuentes más habituales de nitrógeno en agricultura— por hectárea, lo que equivale un ahorro de entre $1 326 a $2 475 por cada hectárea sembrada”, señala el equipo técnico de Agriba.

Por sus beneficios económicos y ambientales, las prácticas promovidas por Agriba Sustentable contribuyen a que el campo mexicano transite hacia esquemas de abasto responsable y producción sostenible, haciendo que la agricultura pase de ser un problema a una solución ante los retos derivados del cambio climático y las coyunturas socioeconómicas que impactan a los sistemas agroalimentarios en todo el mundo.

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Alimentación, agua y agricultura sustentable

Los suelos sin cubierta vegetal son más susceptibles a la erosión. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Los suelos sin cubierta vegetal son más susceptibles a la erosión. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El Día Mundial de la Alimentación, impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es una oportunidad para reflexionar sobre el estado de la seguridad alimentaria en el mundo. Bajo el lema «El agua es vida. El agua nutre. No dejar a nadie atrás», este año se destaca la importancia del recurso hídrico en la producción de alimentos y su vínculo con la seguridad alimentaria. Así, la lucha contra el hambre no puede abordarse completamente sin considerar la agricultura sostenible como parte fundamental de la solución.

De acuerdo con el informe «Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2023», el hambre afectó al 9,2 % de la población mundial en 2022, en comparación con el 7,9 % en 2019. Además, se prevé que casi 600 millones de personas sufrirán de subalimentación crónica para 2030, lo que representa unos 119 millones más que si no hubieran ocurrido ni la pandemia ni la guerra en Ucrania.

La situación no es alentadora: tan solo en 2021 más de 3 100 millones de personas en todo el mundo no pudieron permitirse una dieta saludable, y la urbanización en constante crecimiento plantea desafíos y oportunidades para garantizar un acceso asequible y saludable a los alimentos.

Para abordar estas preocupaciones, la agricultura sostenible emerge como una solución esencial. Este enfoque busca maximizar la productividad de las tierras agrícolas mientras se minimiza el impacto ambiental. Aquí, la conservación de suelos desempeña un papel crítico, mediante prácticas como la labranza mínima y la cobertura vegetal, que reducen la erosión y la degradación del suelo.

Además, la agricultura sustentable contribuye al ahorro de recursos, como el agua y los fertilizantes, al tiempo que aumenta la resiliencia de los agricultores al cambio climático, ayudando a retener la humedad y mitigar los efectos de las sequías e inundaciones.

En este contexto, la red de innovación que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desempeña un papel fundamental. Este centro de investigación científica basado en México, y sus colaboradores en América Latina, Asia y África, promueve prácticas que optimizan el consumo de agua en la agricultura, lo cual es crucial en un mundo donde los recursos de agua dulce son cada vez más escasos. Además, fomenta el uso de tecnologías que reducen la pérdida de alimentos durante la poscosecha, lo que es vital para garantizar que la producción agrícola llegue a la población.

El CIMMYT y sus colaboradores también impulsan la adopción de sistemas agrícolas sustentables, como la agricultura de conservación, que aumenta los rendimientos y diversifica los cultivos. Esta diversificación de cultivos no solo contribuye a la seguridad alimentaria, sino que también promueve una dieta más equilibrada y saludable en las zonas rurales.

La agricultura de conservación desempeña un papel fundamental en la optimización del consumo de agua en la agricultura, un recurso cada vez más escaso y crítico en el contexto actual de cambio climático y crecimiento poblacional. Esta práctica promueve un manejo más eficiente del agua al minimizar la evaporación y la escorrentía, dos factores clave en la pérdida de agua en la agricultura convencional.

Uno de los aspectos destacados de la agricultura de conservación es la reducción del movimiento del suelo a través de la mínima labranza o la siembra directa (una técnica que implica sembrar las semillas sin arar el suelo). Al dejar la capa superior del suelo cubierta con restos de cultivos anteriores o materia orgánica, se crea una cubierta que actúa como aislante térmico. Esto reduce la evaporación del agua del suelo y retiene la humedad, lo que significa que se necesita menos agua para mantener los cultivos en condiciones óptimas.

Además, la cobertura vegetal, otro componente crucial de la agricultura de conservación, impide la erosión del suelo y la escorrentía del agua. Esto ayuda a que el agua se infiltre de manera más eficiente en el suelo y llegue a las raíces de las plantas, en lugar de desperdiciarse en la escorrentía superficial. En conjunto, estas prácticas contribuyen significativamente a la reducción del estrés hídrico en las regiones agrícolas, permitiendo producir más alimentos con menos agua y, al mismo tiempo, fortaleciendo la resiliencia de la agricultura frente a condiciones climáticas variables.

En el Día Mundial de la Alimentación 2023, es importante recordar que la seguridad alimentaria es un desafío global que requiere soluciones integrales. La agricultura sustentable, impulsada por organizaciones como el CIMMYT y sus colaboradores, desempeña un papel crucial en la lucha contra el hambre y la promoción de un futuro donde nadie se quede atrás en la búsqueda de una alimentación nutritiva y sostenible.