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Guanajuato fabrica maquinaria especializada para un campo sustentable

Guanajuato.- Para facilitar la adopción de la Agricultura de Conservación, en el año 2016 el equipo técnico de MasAgro Guanajuato —programa orientado a la transferencia de conocimiento científico derivado de la investigación aplicada al campo, impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, junto con un grupo de agricultores, se acercó a la empresa Sembradoras Dobladenses con la intención de fabricar un prototipo de disco cortador diseñado por el CIMMYT. 

El aditamento, que sirve para cortar el rastrojo y sepultar el fertilizante, permite incrementar la eficiencia de la fertilización nitrogenada, lo cual es relevante si se considera que en México las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización durante la aplicación son de 18%. 

La intención inicial de esta vinculación con Sembradoras Dobladenses era la fabricación local del prototipo; sin embargo, la empresa hizo aportaciones importantes que permitieron mejorar el disco, particularmente en lo referente al sistema de suspensión. Los discos fabricados fueron probados en parcelas y, por su funcionamiento y resultados, fueron bien aceptados por los productores locales. 

Si bien el disco cortador fue el primer producto de la colaboración entre MasAgro Guanajuato y la empresa Sembradoras Dobladenses, no es el único: a raíz de las inquietudes de productores que siembran maíz en primavera y grano pequeño en invierno, se diseñó y construyó una sembradora multiusos y multicultivo, implemento con él se puede sembrar maíz, trigo, avena, sorgo, etc., mientras se van reformando las camas de siembra. Eventualmente, luego de las pruebas en campo y ajustes finales, esta nueva maquinaria se denominó Hemera y actualmente ya está disponible para los productores. 

El cincel-roturador es otro producto generado a partir de esta alianza con Sembradoras Dobladenses. Don Gelasio Preciado, gerente general de la empresa, comenta que el equipo técnico de MasAgro Guanajuato sistematizó las necesidades de diversos productores que requerían un subsuelo (arado de subsuelo o subsolador) para terrenos en temporal que a la par de hacer la rotura vertical, formara la cama de siembra, cortara el rastrojo que se deja como cobertura y acondicionara la línea de siembra para maíz o sorgo. 

El señor Preciado ya tenía la inquietud de fabricar algo para atender esa necesidad, así que la idea del equipo técnico de MasAgro cayó en tierra fértil y se construyó un prototipo con la colaboración de todos. Este cincel roturador se ha probado en campo y, dado que nació de la inquietud y necesidad de los propios agricultores, ha tenido una buena aceptación. Cabe mencionar que incluso este equipo ya está a la venta de manera comercial.

Por supuesto, este trabajo colaborativo para facilitar una #MecanizaciónInteligente en el campo ha implicado superar importantes retos y destinar tiempo para lograr que cada proceso cumpla su propósito: desde la escucha y observación atenta de las necesidades de los productores hasta las pruebas en campo y la definición de la versión final del equipo construido. 

Gracias a esta colaboración hoy los productores guanajuatenses disponen de tres máquinas específicas para Agricultura de Conservación de forma comercial: fertilizadora con discos, sembradora multiuso-multipropósito y el cincel roturador, mismas que han impactado positivamente en más de cuatro mil hectáreas en el estado de Guanajuato.

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Mexicali, con potencial para ser modelo de producción de trigo cristalino

Mexicali, B.C.- En el Valle de Mexicali se cultiva más de la mitad del trigo de Baja California, uno de los cuatro estados más importantes en la producción de este grano a nivel nacional. Sin embargo, la rentabilidad de la producción de trigo en el Valle de Mexicali ha disminuido en los últimos años por diferentes razones, entre ellas, por una reducción de los rendimientos (que puede ser atribuida al desgaste de las tierras de cultivo) y los altos costos de producción bajo el sistema de labranza convencional que predomina en la zona. 

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2019 el rendimiento promedio de trigo en Mexicali fue de 6.3 toneladas por hectárea (t/ha) y en 2020 fue de 6.1 t/ha. Aun con las variaciones entre cada año, se trata de uno de los rendimientos más altos a nivel nacional (el rendimiento promedio nacional en 2019 fue de 5.4 t/ha, y el mayor rendimiento lo obtuvo Hermosillo, Sonora, con 7.8 t/ha).

Aunque la producción de trigo del Valle de Mexicali se mantiene por arriba del promedio nacional, esta podría incrementarse notablemente si se adoptaran con mayor amplitud sistemas de producción sustentable como la Agricultura de Conservación. Así lo mostraron los resultados presentados por la representación en Baja California de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), instituciones que colaboran en la región para fomentar la producción sustentable de diversos cultivos. 

Mediante un evento demostrativo de la producción de trigos cristalinos bajo el sistema de Agricultura de Conservación (sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos), representantes de estas organizaciones presentaron este 13 de mayo los resultados de las investigaciones que en materia de producción sustentable y control de malezas se han obtenido en el Valle de Mexicali.

Con las debidas medidas sanitarias, productores, técnicos y representantes de instituciones se dieron cita en el Lote número 3, en el Ejido Piedras Negras del Valle de Mexicali para escuchar de la de voz de los especialistas, y de productores como Edgardo Alonso García Tapia quien ya implementó Agricultura de Conservación, los beneficios de este sistema de producción sustentable.

Entre los beneficios de implementar las tecnologías sustentables que la SADER, el INIFAP y el CIMMYT promueven en la región (entre ellas la Agricultura de Conservación, el Manejo Agroecológico de Plagas y la Fertilidad Integral) destacan la conservación de los recursos naturales, el incremento de la biodiversidad, la reducción de la mano de obra, la optimización del uso de agua, la reducción del estrés por el calor y la sequía, y el incremento de la salud del suelo. En conjunto, todo esto permite reducir costos de producción y mejorar la rentabilidad de las unidades de producción.  

José Luis Velasco, gerente del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, comento que “actualmente los consumidores están exigiendo alimentos más saludables y nutritivos, por lo que muchas empresas están pidiendo y promoviendo el cultivo sustentable de granos. Y esto se logra con tecnologías como las que promovemos, por eso es importante fomentar alianzas entre los sectores público y privado para proveer de maquinaria adecuada a los productores y para fomentar el desarrollo de capacidades porque la Agricultura Sustentable requiere de la guía de técnicos capacitados, productores experimentados e instituciones que apoyen con políticas públicas el desarrollo de la agricultura”. 

“Uno de los problemas fuertes que se tiene en Mexicali es la infestación de malezas, principalmente la resistencia a herbicidas. Una infestación de malezas puede reducir los rendimientos entre una y 1.5 toneladas, y lo que se ha observado es que con Agricultura de Conservación se ha bajado esa incidencia de malezas en las parcelas. Por lo tanto, este sistema ha permitido un mejor desarrollo del cultivo y un mejor rendimiento”, comentó el gerente haciendo énfasis en la necesidad de difundir más ampliamente estas prácticas con ayuda de un acompañamiento técnico adecuado. 

Al respecto, José Luis Velasco mencionó que actualmente cuatro de técnicos originarios del Valle de Mexicali están tomando el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, con lo que se busca potenciar la implementación de prácticas sustentables en la región. Señaló también que en los estados donde trabaja el equipo del Hub Pacífico Norte se sigue trabajando para promover la adopción de tecnologías sostenibles: “en Sinaloa tenemos identificadas 15 mil hectáreas de maíz que se siembran con Agricultura de Conservación, en Sonora 9,700, en Chihuahua cinco mil y en Mexicali mil hectáreas con este sistema, más otras mil con otras tecnologías, haciendo que, en total, en el Valle de Mexicali sean dos mil las hectáreas que se cultivan con prácticas sustentables”, dijo. 

Finalmente, el representante del CIMMYT comentó que los registros históricos muestran que la Agricultura de Conservación permite mantener y, en varios casos, incrementar los rendimientos, pero disminuyendo los costos de producción y conservando los recursos naturales. Con un promedio de 6.2 t/ha de rendimiento en el Valle de Mexicali, y casos donde se alcanzan hasta las 8 t/ha (este ciclo productivo, por ejemplo, se proyecta tener rendimientos de hasta 9.2 t/ha), la Agricultura de Conservación permite ampliar las expectativas de producción de trigo cristalino en el Valle de Mexicali, brindando amplios beneficios a la economía de los productores, pero también con notables aspectos positivos para los suelos y el medioambiente. 

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Un suelo sano, el mejor aliado del productor

Texcoco, Edo. Méx.- En México, se estima que hay 5.8 millones de personas dedicadas al trabajo agrícola. Esto significa que, en términos generales, uno de cada 20 mexicanos se dedica al campo. Independientemente de su papel específico dentro de la amplia gama del trabajo agrícola, el suelo es su recurso fundamental y por ello es importante brindarles alternativas para que logren una agricultura sustentable y rentable. 

De todos los factores de la producción agrícola, el suelo es el más importante (y muchas veces también el más olvidado), pues solo con un suelo sano es posible que la agricultura sea efectivamente sustentable y rentable. Un suelo sano funciona como un ecosistema vivo que mantiene la productividad biológica, la calidad de aire y agua y promueve la salud de plantas, animales y humanos. Un suelo sano aporta gran cantidad de los nutrientes que las plantas necesitan, protege a la planta contra condiciones adversas como sequía, plagas o enfermedades y asegura la producción de alimentos.

Para lograr que los suelos estén sanos es importante asegurar que el sistema con que se manejan no los degrade (como  ocurre con muchos sistemas convencionales). Hay varias maneras de lograr un suelo sano, pero lo más importante es asegurar que el suelo tenga un alto contenido de materia orgánica pues así tendrá un buena estructura, buena infiltración, buena aireación, buena capacidad de almacenar agua, tendrá biodiversidad y tendrá un alto contenido de nutrientes. 

La materia orgánica se puede incrementar al añadir abonos orgánicos o al tener grandes cantidades de raíces vivas en el suelo; sin embargo, es muy fácil perderla por erosión, labranza excesiva, mala fertilización y otras prácticas agronómicas inadecuadas. ¿Cómo pueden entonces los agricultores mejorar la salud de sus suelos?, ¿qué prácticas pueden funcionar mejor en sus propias condiciones?

Para compartir con los agricultores las mejores prácticas el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha instalado, en colaboración con muchas instituciones a lo largo del país, plataformas de investigación y módulos de innovación para comprobar prácticas agrícolas sustentables y generar los datos sobre su competitividad y sustentabilidad en comparación con los sistemas convencionales. 

Gracias a esta experiencia de trabajar de forma conjunta con técnicos y productores de diversas zonas se ha comprobado que la Agricultura de Conservación es un camino efectivo para generar suelos sanos. La Agricultura de Conservación tiene tres componentes básicos: 

  1. reducir la labranza al mínimo para evitar erosión, compactación, pérdida de materia orgánica y costos excesivos por el laboreo; 
  2. cobertura permanente del suelo para protegerlo del viento, lluvia, Sol y para impedir evaporación y germinación de malezas y 
  3. diversificación de cultivos para aumentar la biodiversidad y reducir la incidencia de malezas, plagas y enfermedades. 

Estos tres compontes son bastante amplios y se tienen que adaptar a las necesidades de los productores y las realidades de los agroecosistemas. No son una receta, más bien una guía para el diseño de un sistema productivo sustentable. En otras palabras, la Agricultura de Conservación no es un remedio mágico, ni es la única solución para mejorar la salud del suelo, pero si es una alternativa comprobada para avanzar en esa vía. De hecho, se le pueden sumar otras prácticas (como el Manejo Agroecológico de Plagas, la fertilización integral, el diseño del riego, etcétera) para generar un sistema más integral y adecuado a cada necesidad (todo bajo un pensamiento sistémico en vez de un enfoque de tecnología por tecnología). 

En el Día del Trabajador Agrícola en México (15 de mayo), el CIMMYT y sus colaboradores extienen un amplio reconocimiento y agradecimiento a todos los agricultores que día día se esfuerzan para mantener productivo el campo mexicano. Las plataformas de investigación y módulos de innovación tienen el propósito de apoyarlos permanentemente. En todos esos espacios o a través de nuestros medios de contacto, siempre tienen las puertas abiertas. 

Nota: esta texto forma parte de las ponencias impartidas durante el simposio Diálogos para una Agricultura Sustentable, desarrollado en noviembre de 2020 por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y que se puede ver completo aquí.



Efecto de un suelo sano en la producción de maíz bajo condiciones adversas. La parcela de la izquierda se maneja bajo Agricultura de Conservación y la parcela de la derecha se manejo bajo agricultura convencional. Todos los otros factores son iguales, la diferencia es que el suelo sano de la izquierda almacena agua y permite que la planta sobreviva a fenómenos como la canícula, mientras que el suelo degradado de la derecha le genera estrés.

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Razones para no quemar el rastrojo

Villagrán, Gto.- La quema de residuos agrícolas (rastrojos) en el estado de Guanajuato está regulada por la Norma NTA-IEE-005/2007 que establece las especificaciones para su gestión integral así como la prevención y control de la contaminación generada por su manejo inadecuado. Entre sus disposiciones, de hecho, destaca que la Agricultura de Conservación es recomendable para reutilizar los residuos de cosecha y evitar así las quemas agrícolas. 

A pesar de los avances en términos normativos, las quemas siguen siendo una práctica común en municipios como Irapuato, Salvatierra, Salamanca, Pénjamo, Tarimoro y Abasolo (Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial de Guanajuato, 2020), donde los productores queman para preparar rápidamente el suelo —por más de 40 años ha predominado una labranza convencional que incluye quemas y el movimiento continuo del suelo, favoreciendo la compactación que afecta el drenaje de las parcelas y el crecimiento de las raíces—.

Las quemas agrícolas han contribuido al deterioro de la cubierta vegetal, han empobrecido las tierras de cultivo —se estima que el  contenido de materia orgánica de los suelos de la zona es menor al 2%— y han hecho que la dependencia a los fertilizantes químicos sea mayor.  Además, afectan la salud pública porque exponen a la población aledaña a los contaminantes e incluso llegan a afectar la visibilidad en las carreteras de la zona debido a la alta concentración de contaminantes en temporadas específicas del año. 

En el estado de Guanajuato la Agricultura de Conservación es una opción para reducir la quema de residuos de cosecha, ahorrar agua y disminuir los costos de producción —al dejar el rastrojo se crea una cobertura natural que protege al suelo de la erosión, reduce la pérdida de agua por evaporación, aumenta la capacidad de retención de humedad, disminuye la compactación, mejora la filtración de la humedad, promueve procesos biológicos y permite recuperar la productividad del suelo—. Además, en las parcelas con riego permite tener los dos cultivos anuales sin desfase en las fechas de siembra que pueden ocurrir por la preparación del terreno.

A pesar de sus amplios beneficios, entre algunos productores aún existe la creencia de que la producción disminuye al implementar Agricultura de Conservación. Para mostrar con resultados los verdaderos efectos de este sistema sustentable, en la plataforma de investigación Villagrán —instalada en 2014 y donde colaboran el Parque Agro tecnológico Xonotli, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el despacho Consultores y Asesores para la Sustentabilidad Agrícola (CyASA) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evalúan diferentes prácticas de labranza en maíz y trigo.

Al comparar el rendimiento en la plataforma entre 2017 y 2019 (figura 1), por tomar un ejemplo, se observó que los mejores rendimientos se obtuvieron con Agricultura de Conservación, tanto en maíz como en trigo. Esto es, la Agricultura de Conservación permitió obtener 1.92 toneladas por hectárea (t/ha) más en maíz y 0.43 t/ha más en trigo en comparación con la labranza convencional —también se comparó con un sistema híbrido que consiste en preparar de manera convencional en otoño-invierno y hacer siembra directa en primavera-verano—.

La Agricultura de Conservación permitió tener ahorros de $4,000 por hectárea en cada ciclo de producción: con este sistema se reducen las labores de labranza (solo se reforman camas), limitando el paso del tractor y reduciendo el tiempo de operación de la maquinaría. Además, el mínimo movimiento permite cambiar paulatinamente la estructura del suelo, favoreciendo la aireación, mejorando el control de malezas, el desarrollo y la productividad de los cultivos. 

La condición del suelo al comparar Agricultura de Conservación con labranza convencional es contrastante, ya que sin rastrojo el suelo se agrieta por la pérdida de agua y esto limita la aireación de las raíces —la presencia de grietas es una característica de los suelos tipo vertisol, pero con Agricultura de Conservación se puede disminuir—.

Con la adición de los residuos de cosecha, a mediano plazo, se pueden mejorar las reservas de nutrientes en el suelo. Ya que esto implica un mejoramiento de la fertilidad del suelo, se puede realizar un ajuste en la dosis de fertilización química, reduciendo aún más los costos de producción y disminuyendo la dependencia a estas fuentes.

Cabe mencionar que la Agricultura de Conservación no es exclusiva para grano; en la plataforma de investigación, por ejemplo, también se ha establecido calabacita con riego por goteo —un cultivo altamente rentable para la zona— y se han obtenido resultados muy favorables. 

Si algún productor de la zona está interesado en conocer más sobre los beneficios del manejo de rastrojos, puede acudir a la plataforma de investigación, ubicada en Parque Agro tecnológico Xonotli, carretera Mexicanos-Santa Rita Km. 2, Villagrán, Guanajuato. 

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Figura 1. Rendimiento promedio de maíz (PV 2017, 2018 y 2019) y trigo (OI 2017-2018) bajo diferentes prácticas de labranza. Plataforma de Villagrán, Guanajuato.

Fuentes

  • Arreola-Tostado, J. M., Hernández-MArtínez, M., García-Silva, R., Pons-Hernández, J. L., & Fregoso-Tirado, L. E. (2006). Labranza de conservación: alternativa tecnológica para darle sostenibilidad al sistema de producción de granos en Guanajuato. Ideas CONCYTEG, 1(15), 6. 
  • CCA. (2014). La quema de residuos agrícolas: fuente de dioxinas. Comisión para la Cooperación Ambiental.
  • Mandujano Bueno, A. (2015). Diagnóstico regional y técnico. Plataformas Experimentales MasAgro Guanajuato. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
  • PAOT presenta los primeros resultados de la campaña Quema de Esquilmos. (2020). Gobierno del Estado de Guanjuato.
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Cómo reducir el efecto de la sequía y mejorar la rentabilidad del maíz

Santo Domingo Yanhuitlán, Oax.- En Oaxaca, 90% de la superficie de maíz se cultiva en temporal y se utilizan variedades nativas de diferentes razas, colores, texturas y ciclos de cultivo. El rendimiento promedio, sin embargo, es de a penas 2.2 toneladas por hectárea en promedio (SIAP, 2017). La baja producción está relacionada con efectos de la variabilidad climática (sequía), baja fertilidad de los suelos, presencia de plagas y deficiente control de malezas, principalmente. 

Además de los bajos rendimientos, los costos de producción son elevados y contribuyen a que la siembra de maíz no sea rentable o que no satisfaga las necesidades de alimentación de las familias productoras. Por esta razón, en la plataforma de investigación de Santo Domingo Yanhuitlán —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evalúan diversas prácticas para reducir el riesgo de pérdidas por la sequía. 

La investigación inició en 2013 y consideró diversos tratamientos: desde donde no se movió el suelo en absoluto y se dejó todo el rastrojo, hasta donde se hizo movimiento continuo (barbecho y rastreo) y los residuos fueron retirados (tratamiento con labranza convencional que funcionó como área testigo), pasando por un sistema de mínima labranza (solo con roturación del suelo). Cabe mencionar que estos tratamientos permanecieron fijos en espacio y tiempo, es decir, que no se cambiaron de lugar de 2013 a 2017. 

Después de cinco ciclos se observó que el maíz nativo evaluado en el sistema de labranza mínima con 100% de residuos como cobertura logró obtener un rendimiento 18.3% superior al registrado en el testigo (labranza convencional con residuos retirados). Si se considera que la media de producción regional de maíz es de alrededor de1.1 t/ha, significa que haciendo mínimo movimiento del suelo y cubriendo el suelo con rastrojo en condiciones de temporal fue posible producir cuatro veces más grano por hectárea —con maíz híbrido se observó la misma tendencia—. 

Es importante destacar que al dejar el 100% del rastrojo como cobertura, el contenido de materia orgánica del suelo (en el nivel 0-5 cm de profundidad) fue de 1.99%, mientras que con labranza convencional sin residuos fue de 1.36%. Esto, debido a que las prácticas de Agricultura de Conservación promuevan una mayor cantidad de carbono en el suelo y permiten aumentar la actividad microbiana y mejorar el uso de micronutrientes.   

La diferencia en el rendimiento a favor de la labranza mínima y cobertura se relaciona con los efectos favorables en la descomposición de los residuos para la formación de materia orgánica, hecho que ayuda a conservar más humedad y a favorecer el desarrollo de las raíces. Este efecto también puede estar relacionado con la textura del suelo (arcillosa en el caso de la zona) que afecta la porosidad y el desarrollo radicular. Así, con la roturación se propician mejores condiciones de desarrollo de la planta y mayor producción de grano. 

Derivado de este estudio es posible recomendar que, bajo condiciones de temporal crítico como los que se presentan en la Mixteca, es mejor opción sembrar los maíces nativos que están plenamente adaptados a las condiciones de suelo y clima, pero es fundamental el manejo del suelo, la cobertura, así como la densidad de población, fertilización balanceada, control de malezas y plagas; es decir, para que favorezca una mayor producción de los maíces nativos sin necesidad de cambiar de variedades es necesario optar por prácticas de cultivo más sustentables. 

Fuentes:

  • Aragón-Cuevas, F.; S. Taba, J.M. Hernández Casillas, J. de D. Figueroa C., V. Serrano Altamirano y F.H. Castro García. 2006. Catálogo de maíces Criollos de Oaxaca. INIFAP-SAGARPA. Libro Técnico Núm. 6. Oaxaca, Oaxaca, México. 344 p.
  • González-Cossío F. 2006. Efecto de la estructura del suelo sobre el desarrollo radical del maíz con dos sistemas de labranza. Agrociencia 40: 27-38.
  • Ohep C., Marcano F., Pudzzar S. y Colmenares C. 2002. Efectos de la labranza conservacionista en los atributos físicos del suelo que influyen sobre el rendimiento del maíz. Bioagro 14(1):37-45.
  • Osuna-Cejeda E. S., Figueroa-Sandoval B., Oleschko K., Flores Delgadillo M. de L., Martínez – Menes M., y
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Un recorrido vale más que mil palabras

Valle de Santiago, Gto.- En el marco de la “Presentación de Resultados de las Parcelas Demostrativas de Cebada”, del Sistema Producto Cebada, productores que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor —que impulsa Heineken México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— brindaron su testimonio sobre trabajar cebada bajo Agricultura de Conservación, un sistema de producción sustentable con amplios beneficios para ese cultivo. 

María Eugenia Rico González, Ángel Pérez Medel y Armando González León, son productores de los municipios de Valle de Santiago, Villagrán y Abasolo, respectivamente. Ellos compartieron sus experiencias respondiendo a tres preguntas clave: ¿qué lo motivó a realizar Agricultura de Conservación?, ¿cuáles son los principales beneficios que han observado?, y ¿qué cree usted que se necesita para que más productores adopten la Agricultura de Conservación? 

“La necesidad de detener la erosión”, “la necesidad de ahorrar en costos de producción, agua y combustibles” y “el compromiso de pensar hacia el futuro”, fueron algunos de los motivos para adoptar la Agricultura de Conservación. Mientras que “la falta de acceso a maquinaria”, “la costumbre de seguir haciendo el manejo normal” y “la falta de acceso a la información” son factores por los que no hay mayor adopción del sistema por parte de otros productores, comentaron. 

Después del panel de productores, se organizó un recorrido en campo a través del cual los asistentes pudieron visualizar de forma más directa cómo la Agricultura Sustentable ofrece alternativas técnicamente validadas que permiten, por ejemplo, ahorrar aproximadamente $6,000 por hectárea con tan solo dejar de laborear el suelo (favoreciendo además su estructura y calidad). Con Agricultura de Conservación, además, hay un ahorro de entre 11y 28% en el consumo de agua (dependiendo del manejo, tipo de suelo y clima).

Con la participación de autoridades, organizaciones e instituciones, la Agricultura Sustentable que se promueve a través de proyectos como Cultivando un México Mejor y otros que impulsa el CIMMYT y sus colaboradores en Guanajuato y la región de El Bajío, es posible transitar más rápido hacia una Agricultura Sustentable que, además de beneficiar la economía de los productores, permite minimizar el impacto ambiental de la agricultura.

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Con un poco de constancia ha obtenido grandes cosechas

En San Andrés, ejido de Ocotlán, Jalisco, el moncultivo de maíz y trigo ha traído como consecuencia una pérdida de la fertilidad de los suelos, de manera que para los productores de esta zona cada ciclo productivo es más difícil sostener los rendimientos del ciclo anterior.

En el ciclo agrícola primavera-verano 2017, dos productores de ese ejido decidieron comenzar prácticas de Agricultura Sustentable promovidas por MasAgro —metodología impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que actualmente contribuye a la estrategia nacional Cultivos para México del Gobierno Federal—.

Una de las primeras acciones que se realizó junto con estos dos productores fue la nivelación de sus parcelas usando una niveladora láser. Posteriormente, en el ciclo 2018, se implementó Agricultura de Conservación; no obstante, se tuvieron algunos altibajos —como una mayor presencia de insectos plaga y malezas— que se pudieron corregir, pero que derivaron en menores rendimientos en ese ciclo. Este hecho desalentó a uno de los dos productores, quien optó por regresar a una agricultura convencional con base en barbechos y con aplicación de agroquímicos en exceso.

Debido a las condiciones agroclimáticas particulares y al estado de salud del suelo, la implementación de prácticas sustentables puede surtir efecto en distintos momentos —se ha observado, por ejemplo, que la Agricultura de Conservación tiene efectos acumulativos, por lo que a mayor tiempo de su práctica, mayores son los beneficios—, por eso es importante que los productores que deciden adoptar prácticas de Agricultura Sustentable sean constantes, como fue el caso del señor Óscar Maldonado Gómez, quien decidió continuir trabajando su parcela con Agricultura de Conservación.

Además de la Agricultura de Conservación, el señor Óscar Maldonado adoptó otras prácticas sustentables, como la aplicación de organismos benéficos para un mejor desarrollo del sistema de raíces y para el control de plagas y enfermedades que afectan al cultivo del maíz. Se apoyó en productos que dan resistencia vegetal e instaló trampas con feromonas para el control del gusano cogollero. 

A tres años de haber implementado prácticas sustentables, el señor Óscar obtuvo rendimientos de 8.5 toneladas por hectárea (t/ha) en el reciente ciclo productivo, un incremento notable si se considera que otros productores de la zona que no practican Agricultura Sustentable tan solo obtuvieron 6.3 t/ha en ese mismo ciclo. Es decir, con prácticas sustentables el productor obtuvo 2.2 t/ha más que con prácticas convencionales, además de una reducción significativa de los costos de producción derivados de no remover el suelo.

Los resultados del señor Óscar Maldonado han motivado a otros productores del ejido a adoptar prácticas de Agricultura Sustentable, particularmente porque les permite incrementar sus rendimientos a la vez que conservar los recursos con los que cuentan, reducir la aplicación de agentes químicos para el control de plagas y evitar así daños al medioambiente.

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Con Agricultura de Conservación mejoran sus fechas de siembra

Juan Enrique Habermann Gastélum es un agricultor sinaloense reconocido en la zona de Culiacán por su producción de frijol ejotero. Desde hace cuatro años ha adaptado su sistema de producción de frijol ejotero en el ciclo otoño-invierno para compartirlo con maíz blanco en primavera-verano bajo el sistema de Agricultura de Conservación.

“Inmediatamente acabando el cultivo del ejote entramos con sembradoras con disco cortador enfrente; siembra directa totalmente. No se hace ningún movimiento y así tenemos un ahorro significativo. Además, ganamos mucho tiempo porque antes teníamos que sacar la manguera, rastrear, volver a marcar, etcétera. También estamos dejando el rastrojo que es muy importante, porque año con año va incrementando el porcentaje de la materia orgánica en el terreno; ayuda a controlar malezas también”, comenta Juan Enrique refiriéndose a la Agricultura de Conservación que ha implementado.

Además de que reduce los costos de preparación del terreno y evita la extracción e instalación de las cintas de riego (riego por goteo) al sembrar directo, la Agricultura de Conservación le ha permitido a Juan Enrique optimizar la fecha de siembra para el cultivo de maíz y obtener rendimientos más altos mejorando las condiciones del suelo: “hemos tenido rendimientos superiores al promedio de otros años y podemos tener cultivos dentro del ciclo otoño-invierno”, comenta. 

Como comenta el productor Juan Enrique Habermann, el uso de la maquinaria adecuada es muy útil para implementar la Agricultura de Conservación; sin embargo, también es posible hacer adapataciones para aprovechar la maquinaria con la que ya se cuenta. Ese es el caso de José Antonio Hernández, un agricultor pionero en la Agricultura de Conservación en Angostura quien, bajo el lema “cada quien puede adaptar sus propios fierros”, ha hecho modificaciones muy simples y económicas a la maquinaria convencional que posee y así realizar las prácticas de la Agricultura de Conservación. 

Para José Antonio, “Pepe” Hernández como es conocido, no hay necesidad de comprar maquinaria nueva o equipo especializado para cultivar de forma sustentable. Dentro de sus logros comparte que tiene un lote con 14 cultivos consecutivos en Agricultura de Conservación, en los cuales cultiva sorgo y garbanzo, pero mayoritariamente maíz, cultivo en el que sus rendimientos han aumentado de 10 a 14 toneladas por hectárea. 

Ya sea con maquinaria especializada o adaptando la disponible, estos dos productores sinaloenses quienes colaboran con el Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) son un ejemplo de que con prácticas sustentables es posible transitar hacia una agricultura de alta productividad sostenible ambientalmente. 

https://www.youtube.com/watch?v=EQGRXL8Z3I4

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En Pénjamo aumentan el rendimiento del trigo con prácticas sustentables

En Guanajuato, el municipio de Pénjamo ocupa el primer lugar en producción agrícola, tanto por superficie como por producción total —los cultivos principales son maíz, trigo y cebada, que ocupan más del 90% de la superficie—. No obstante, el municipio se encuentra en una región con erosión hídrica extrema y se estima que su tasa de pérdida de suelo es mayor a las 250 toneladas por hectárea por año. La quema de los residuos de cosecha, el excesivo laboreo de la tierra y el constante tráfico de maquinaría también incrementan la degradación del suelo —el sistema de producción predominante en la zona es comercial, mecanizado e intensivo—. 

El daño al suelo va de la mano con una mayor dependencia de fertilizantes químicos, mayor presencia de malezas y reducción de la productividad. En Pénjamo, por ejemplo, se utilizan grandes cantidades de agroquímicos para el control de malezas, plagas y enfermedades, siendo la “secadera” o “fusariosis” la más relevante —esta enfermedad es ocasionada por un complejo de hongos del género Fusarium y se manifiesta con el marchitamiento de la planta, lo cual provoca una reducción del rendimiento—.

Para ofrecer a los productores locales alternativas que permitan mantener o incrementar los rendimientos, pero conservando los recursos naturales y evitando el uso excesivo de plaguicidas sintéticos, en la plataforma de investigación Pénjamo se ha sembrado —desde 2015— trigo en los ciclos otoño-invierno (OI) y maíz en los ciclos primavera-verano (PV) para evaluar dos sistemas de labranza: un sistema híbrido —con movimiento del suelo en OI y siembra directa con 100% de rastrojo en la superficie en PV— y el sistema de Agricultura de Conservación —con camas permanentes anchas y 100% de rastrojo en la superficie—. 

También se ha evaluado el uso de un insecticida químico y un hongo benéfico (Trichoderma harzianum) para el control de enfermedades en el suelo, principalmente por Fusarium sp. —estos se inocularon, es decir, se aplicaron junto con la semilla—, así como el uso o no uso de un regulador de crecimiento químico en la etapa de llenado de grano. 

Los rendimientos de maíz han sido similares en ambos sistemas, pero los costos de producción con el sistema híbrido han sido $3,000 por hectárea más elevados en comparación con la Agricultura de Conservación —por los costos de preparación del terreno—, de manera que este sistema sustentable es una alternativa con mayores beneficios.  

Con respecto al cultivo de trigo, los rendimientos han sido mayores en Agricultura de Conservación, con un promedio de 0.7 toneladas por hectárea más (figura 1). El mayor rendimiento y el menor costo de producción en trigo genera un incremento en la utilidad de $6,000 por hectárea, lo cual significa que la implementación de la Agricultura de Conservación en la producción de trigo en el ciclo otoño-invierno es rentable.

Con respecto al tratamiento de la semilla, no se observó una diferencia entre la semilla tratada con insecticida y fungicida y las tratadas con el hongo benéfico Trichoderma, por lo que se considera que el uso de este hongo puede ser una alternativa viable para reducir las enfermades en los cereales sin el uso de plaguicidas sintéticos. Además, ya que no hubo un efecto en la mayoría de los ciclos, tampoco es económicamente viable la aplicación del promotor de rendimiento.

En suma, los resultados de la plataforma de Pénjamo —que se encuentra en la localidad de Colorado de Herrar y forma parte de la red de plataformas de MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— confirman que la Agricultura de Conservación es una opción para reducir la quema de residuos de cosecha, ahorrar agua, disminuir los costos de producción e incrementar rendimientos. Además, en las parcelas con riego permite tener dos cultivos anuales sin desfase en las fechas de siembra, lo que sí ocurre cuando se prepara el terreno en los sistemas de labranza convencional. 

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Investigación a nivel nacional brinda esperanza al campo mexicano

Científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); de la Universidad Autónoma Chapingo; del Instituto Tecnológico de Roque; del Instituto Tecnológico de Comitán y otras 12 instituciones y organizaciones que desarrollan ciencia colaborativa con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), realizaron una investigación que aporta evidencia de primer orden de importancia para el campo mexicano. 

En un contexto generalizado de suelos degradados que afectan la productividad en gran parte del territorio nacional, este nuevo estudio sobre la salud del suelo realizado en 20 plataformas de investigación (de MasAgro Productor y MasAgro Guanajuato) de Campeche, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí confirma que con prácticas agrícolas sustentables se puede aumentar la materia orgánica del suelo, mejorar su estructura y aumentar 0.85 toneladas por hectárea el rendimiento del maíz de manera general. 

Si bien existen diversos estudios sobre suelos y la Agricultura de Conservación, sigue existiendo una falta de información acerca de los efectos de este sistema de labranza sobre la salud del suelo en diversas condiciones agroecológicas en México —la amplia geografía nacional y la falta de articulación entre iniciativas e instituciones lo había dificultado—. En este sentido, el estudio es particularmente relevante por el número de instituciones colaborando y por la gran diversidad de agroecologías que aborda y que van desde sistemas tradicionales de temporal sembrados a mano hasta sistemas intensivos con riego. 

Por supuesto, los resultados no quieren decir que la implementación de la Agricultura de Conservación deba ser igual para todas las zonas agroecológicas del país, sino que este sistema sustentable puede ser un marco común para la agricultura nacional, por lo que debe seguir siendo investigado, adaptado y complementado con otros sistemas integrados para brindar soluciones adecuadas para cada productor en su propio contexto. 

El estudio señala también que existen otros efectos benéficos de la Agricultura de Conservación en la calidad del suelo, pero precisa que los resultados varían dependiendo del sistema de producción, el clima, el tipo de suelo, etcétera. Esto demuestra el valor de la red de plataformas que el CIMMYT impulsa con iniciativas como Cultivos para México —liderada por la Secretaría de Agricultura y con el soporte científico del CIMMYT—, pues por un lado permite hacer estudios a nivel país —lo que no es posible con ensayos individuales—, y por otro reafirma que sigue siendo necesario hacer investigación bajo las condiciones locales para generar buenas recomendaciones para los productores. 

Los detalles del estudio, cuyo artículo ha sido incluido en el acervo de la plataforma Wiley Online Library, pueden ser consultados aquí: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/ldr.3894