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La soya es más rentable con Agricultura de Conservación

Etchojoa, Son.- David Rochín Ley es un productor sonorense que ha implementado la Agricultura de Conservación en el cultivo de soya. Anteriormente ya ha obtenido buenos resultados al establecer soya en seco con este sistema de producción (te invitamos a leer: Agricultura Sustentable al pie del cerro Tetakawi https://idp.cimmyt.org/agricultura-sustentable-al-pie-del-cerro-tetakawi/) y más recientemente lo ha hecho, pero con siembra en húmedo, estableciendo 100 hectáreas de soya sobre rastrojos de trigo durante el ciclo primavera-verano 2020. 

De acuerdo con la experiencia de este productor—socio de la Unión de Crédito Agrícola del Mayo (Ucamayo)—, la Agricultura de Conservación baja costos de producción, mejora sus rendimientos, baja la incidencia de plagas —como la mosca blanca y el gusano trozador—, optimiza el consumo de agua —regularmente ahorra de uno a dos riegos de auxilio y hasta tres cuando los años son lluviosos— y optimiza fechas de siembra, aspecto particularmente relevante para él porque una de sus grandes preocupaciones es evitar al máximo siembras tardías porque estas acarrean problemas de plagas, dan bajos rendimientos y además implica el riesgo de levantar la cosecha en la época de lluvias. 

David Rochín comenta que los ahorros que ha tenido al implementar Agricultura de Conservación oscilan entre los $2,800 y los $3,200 por hectárea. Además, en términos del desarrollo del cultivo la experiencia ha sido muy buena para el productor ya que el estrés hídrico de la soya se ha reducido considerablemente gracias a la cobertura de suelo con el rastrojo del cultivo anterior. 

Otro de los beneficios de haber implementado este sistema es que la incidencia de malezas se ha ido reduciendo ciclo tras ciclo. La combinación de cultivos, los deshierbes manuales y el uso racional de herbicidas adecuados le han permitido hacer un control más eficiente de las plagas. De hecho, la incidencia de mosquita blanca ha sido considerablemente baja con este esquema y, considerando además que la presencia de gusanos defoliadores ha sido normal con respecto a la labranza tradicional, la Agricultura de Conservación no ha ocasionado un gasto extra en el control de plagas, por el contrario, ha significado un ahorro.

El productor comenta que cada año se adaptan y mejoran los equipos de maquinaria agrícola tanto de siembra como de cultivo, lo que ha permitido obtener mejores siembras, con menores problemas de malezas y mejores rendimientos —los cuales han estado entre 2.0 y 2.7 toneladas por hectárea—. En conjunto, estas condiciones han motivado a David Rochín a destinar recursos para la compra de equipos agrícolas especializados para Agricultura de Conservación y también para comprar insumos, como biofertilizantes, para mejorar la microbiología de sus suelos.

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El cultivo de maíz frente a la sequía en México

Sinaloa.- Durante este 2021 y con el verano ya iniciado, México ha vivido bajo una gran incertidumbre a causa de la escasez de agua en lagos, presas, ríos y pozos profundos. Esto ha afectado directa e indirectamente a la agroindustria y a la población en general, particularmente del Noroeste de México. 

En la región Noroeste de México (Sinaloa), la mayor parte de la superficie dedicada a la agricultura es destinada al cultivo de maíz híbrido de alto rendimiento, que requiere de un gran volumen de agua proveniente de alguna de las 12 presas localizadas en el norte y centro-sur del estado —cabe mencionar que el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la entidad se desarrolló de una forma relativamente normal, salvo algunas excepciones donde hubo registro de limitaciones de agua para el campo—.

En Sinaloa, por lo general, se hacen de cuatro a cinco riegos para obtener una buena cosecha de maíz —el promedio estatal de rendimiento es de 11.5 toneladas por hectárea (t/ha)— y esto está determinado por el tipo de clima, suelo, época del año y forma de irrigación —predomina el riego por gravedad—. Hay algunas excepciones donde se hacen de 6 a 8 aplicaciones de agua en terrenos de textura más arenosa, permitiendo que haya productores que obtienen de 16 a 17 toneladas por hectárea, o más, en promedio.

El problema de la escasez de agua en el Noroeste de México es cíclico. Si las lluvias anuales no son abundantes como para recuperar los niveles de las presas al mínimo requerido, se limitaría la superficie de maíz, aunque se podrían establecer otros cultivos de menor demanda hídrica como el garbanzo, frijol, sorgo, entre otros.

Otro efecto podría ser que solo se autoricen dos o tres riegos de auxilio en las superficies establecidas. Esto afecta el rendimiento de la cosecha y más en algunas zonas con suelos arenosos, poco profundos o con poca capacidad de retener la humedad de forma adecuada para el cultivo, especialmente si se considera que las etapas más críticas en el cultivo de maíz —y cuando se requiere una buena humedad en el suelo— son: al momento de la germinación y emergencia de las plantas, durante la floración y en la etapa de llenado de las mazorcas. No tener los niveles óptimos de humedad en estas etapas va en detrimento del rendimiento, que puede ser muy considerable.

En un panorama así, los productores tienen como opción seleccionar variedades que cumplan su ciclo más rápidamente o que tengan características de tolerancia a estas condiciones —aquellos agricultores que deseen asesoría en este sentido pueden contactar a Semillas Ceres, donde los orientarán—. Además, la Agricultura de Conservación les permitirá obtener mejores resultados, en buena medida porque al mantener el rastrojo como cobertura, se retiene mayor humedad en el suelo.  

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Hacia la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios

Oaxaca.- Los sistemas agroalimentarios en la actualidad deben dar respuesta a un mundo cambiante caracterizado por una población creciente, con fluctuaciones en la economía, variaciones climáticas y diversas problemáticas sociales. La Agricultura Sustentable puede contribuir a mejorar el panorama, pero la pregunta es cómo lograr la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios. 

El proceso para lograr la sustentabilidad no es lineal y sugiere que es necesario adoptar soluciones profundas y rediseñar los sistemas agroalimentarios.  Rediseñar significa buscar cambios en la composición y estructura de los sistemas para brindad sustentabilidad en todas las dimensiones (económicas, sociales y ambientales) y así facilitar alimento, fibras y combustibles a la velocidad que el mundo lo exige. 

Rediseñar significa aprovechar el control biológico, la depredación, el parasitismo, la alelopatía, la fijación de nitrógeno, la polinización y otros procesos ecológicos para desarrollar componentes que brinden beneficios para la producción de cultivos y ganado. 

Rediseñar, sin embargo, es un desafío tanto social e institucional como agrícola, ya que existe la necesidad de crear y hacer un uso productivo del capital humano en forma de conocimiento y capacidad para adaptarse e innovar, y capital social para promover paisajes comunes a diversas escalas. 

Entre los principales rediseños en los sistemas agrícolas en el mundo destacan la Agricultura de Conservación —sistema que permite prevenir la erosión del suelo—, el manejo integral de plagas, los cultivos integrados y manejo de la biodiversidad —un ejemplo podría ser el sistema arroz-pescado—, los sistemas mixtos de cultivos y forrajes —como los sistemas de pastoreo rotacional—, la incorporación de árboles en sistemas agrícolas —como los sistemas agroforestales—, el manejo del agua de riego —como las tecnologías de micro irrigación— y los pequeños sistemas intensivos —como la producción comunitaria y las asociaciones de compras grupales—.  

Si bien es cierto que estas prácticas pueden encaminar a la sustentabilidad de los agrosistemas, es necesario evaluarlos constantemente y considerar las dimensiones económica, social y ambiental con base en indicadores. De esta manera se puede determinar el avance del agrosistema hacia la sustentabilidad. 

Rediseñar es una etapa en la transición de los agrosistemas hacia la sustentabilidad, implica un trabajo continuo y colectivo que permitirá responder a un mundo cambiante y, quizá, sea un punto de inflexión importante para la sustentabilidad de los agrosistemas.   

Fuentes

  • Barba, L., Reyna-Ramírez, C., López-Ridaura, S. (2020). Farm level modelling and protocols for the assessment of indicators – CLCA Systems (Mexico and Bolivia).
  • Pretty, J., Benton, T. G., Bharucha, Z. P., Dicks, L. V., Flora, C. B., Godfray, H. C. J., … & Wratten, S. (2018). Global assessment of agricultural system redesign for sustainable intensification. Nature Sustainability1(8), 441-446.
  • Reyna-Ramírez, C. A., Rodríguez-Sánchez, L. M., et al. (2018). Redesign of the traditional Mesoamerican agroecosystem based on participative ecological intensification: Evaluation of the soil and efficiency of the system. Agricultural Systems165, 177-186.
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Pachamama o la reconciliación con la Tierra

Texcoco, Edo. Méx.- El primero de agosto se celebra el Día de la Pachamama. Aunque se trata de una celebración regional de América del Sur —específicamente en donde hay influencia de la etnia quechua-aimara, en las áreas andinas de Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina—, recientemente ha llamado la atención del resto mundo porque está basada en una cosmovisión donde la naturaleza es personificada y demanda protección. 

Pachamama significa “Madre Tierra”, su culto tiene orígenes en la cultura inca y tiene paralelismos con Gaia de la mitología griega, Kali de la religión hindú y Coatlicue-Tonantzin de la cosmovisión mexica —de hecho, muchos pueblos originarios de México aún conservan prácticas culturales asociadas al culto a la Tierra, a la que también se le concibe como una madre—.

La relación de la humanidad con la naturaleza ha pasado por varias fases: primero fue el asombro (y el culto), después fue la dominación (el ser humano intentando dominar la naturaleza) y ahora es necesario una reconciliación con ella, protegerla, conservarla. 

Esta idea que sugiere la celebración de la Pachamama —la de la naturaleza como objeto de derechos—, está en el centro de gran parte de los análisis bioéticos actuales e incluso de los estudios en materia legislativa. De hecho, la Pachamama está reconocida por las constituciones de Ecuador y Bolivia. 

Independientemente de las connotaciones religiosas que pueda tener esta celebración y el culto en general por parte de los pueblos indígenas, la Pachamama es un recordatorio de la inevitable dependencia del ser humano hacia la naturaleza y por ello, muy probablemente son los agricultores los más próximos a entender esta concepción de la Pachamama. Ellos ven germinar los frutos de la Tierra y la conciben, muchas veces, también como esa madre a la que hay que respetar, cuidar y conservar. La cuestión para muchos agricultores aún sigue siendo cómo, pero para una creciente comunidad de productores que han apostado por la Agricultura de Conservación, la respuesta es simple. 

“Hay que tener amor a la tierra. Si nuestros padres la cuidaron para después heredárnosla, no se vale que hoy la sembremos nada más así; hay que cuidarla. ¿Cómo? Pues de una manera muy fácil: sembrar sin barbechar. Ya debemos hacer un cambio, uno que le sirva a la tierra y que nos sirva a nosotros”, señala María del Refugio Galván Linares, productora guanajuatense que ha implementado la Agricultura de Conservación para precisamente conservar la Tierra que alimenta a la humanidad —te invitamos a leer la historia completa de esta productora en: https://idp.cimmyt.org/sembrar-sin-barbechar-es-cuidar-la-tierra-que-nos-alimenta/ —.

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Agricultura y ganadería en la Mixteca de Oaxaca

Oaxaca.- De acuerdo con el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la actividad agrícola, ganadera y la gestión del sistema alimenticio actual generan el 23% de los gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global y contribuyen al cambio climático. Esta cifra ha hecho que a nivel global la transformación de este sector hacia sistemas más sostenibles se tenga como una acción prioritaria para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en materia ambiental. 

Además del impacto ambiental, la relación entre agricultura y ganadería en términos de productividad y rentabilidad no siempre es la más adecuada: el sobrepastoreo propicia la compactación del suelo —y esto afecta sus funciones y el desarrollo de las plantas—, la alimentación del ganado no permite conservar el rastrojo como cobertura del suelo —dificultando la implementación de prácticas sustentables para incrementar la cantidad de materia orgánica y mejorar las propiedades del suelo—, etcétera. 

Aunque da la impresión de que combinar agricultura y ganadería no es lo más conveniente, esto no es necesariamente así. De hecho, es posible crear sinergias muy positivas entre ganadería y agricultura, específicamente si se trata de Agricultura de Conservación. 

El Hub Pacífico Sur, del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) documentó recientemente el sistema de producción agrícola-ganadero en la región Mixteca de Oaxaca y nos comparte una fotogalería que da cuenta de cómo se pueden aprovechar las sinergias entre los recursos naturales y la agrobiodiversidad. 

En Villa de Chilapa de Díaz, por ejemplo, la preparación de los terrenos sería muy complicada si no fuera por el uso adecuado de los animales de tiro. Allí mismo, el pastoreo controlado permite aprovechar las excretas del ganado para abonar la tierra.

En San Mateo Etlatongo, perteneciente al municipio de Nochixtlán, la producción de ovinos como actividad complementaria a las actividades agrícolas ha sido fundamental para la generación de ingresos para las familias productoras, particularmente aquellas encabezadas por mujeres. 

En otras comunidades de la Mixteca el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y sus colaboradores han trabajado para ampliar el menú de forrajes con intención de brindarle a los animales alimentos más adecuados y nutritivos, permitiendo a la vez aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo y, en otros casos, siendo los cultivos forrajeros la misma cobertura del suelo después de la cosecha del maíz o bien, estableciendo mezclas de forrajes intercaladas con maíz y sin disminuir la superficie de este que es el cultivo principal en la región. 

Canola, ebo, avena, triticale, cebada, sorgo, leguminosas y otros cultivos figuran en este menú extendido de forrajes que, además de alimentar al ganado, brindan otros beneficios a los suelos.  Esperamos que esta fotogalería les resulte ilustrativa:

Sistema agrícola-ganadero en la Mixteca

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Agricultura de Conservación, una opción ante la escasez de agua

Etchojoa, Son.- El trigo es el cultivo de mayor importancia económica en el sur de Sonora, donde se produce bajo un sistema convencional, con el 85% de la superficie en monocultivo (trigo-trigo) y uso intensivo de insumos y maquinaria. A través del tiempo, estas prácticas agronómicas inadecuadas han afectado la productividad de los suelos y el medioambiente. 

Existen otras dificultades. En el Valle del Mayo, por ejemplo, la recurrente falta de agua para riego en la presa de almacenamiento hace que la superficie de siembra para trigo y otros cultivos se reduzca constantemente. Sin embargo, la escasez de agua, el monocultivo de trigo y los altos costos de producción (principalmente en fertilizantes y laboreos de suelo), son problemas que se pueden contrarrestar mediante la implementación de prácticas sostenibles.

La Agricultura de Conservación es un conjunto de prácticas sustentables que brinda amplios beneficios. Con el propósito de mostrar cuáles han sido los resultados que el productor Germán Campoy Ibarra ha obtenido con más de ocho años de implementar este sistema, en abril de este año se desarrolló el evento demostrativo “Manejo Agronómico de trigo bajo componente de Agricultura de Conservación en el Sur de Sonora”, en el Predio Las Boras, en Etchojoa, Sonora. 

Al inicio de la actividad, José Luis Velasco —gerente del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— comentó que la promoción de la Agricultura de Conservación en el sur de Sonora ha sido posible gracias a la colaboración de instituciones como la Asociación de Organismos de Agricultores del Sur de Sonora (AOASS) y Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA). Asimismo, mencionó que este sistema sustentable se ha implementado ya en más de 9,700 hectáreas en el estado. 

Por su parte, Miguel Ángel Méndez Beltrán —representante estatal de FIRA— mencionó que actualmente FIRA tiene esquemas de financiamiento para la adquisición de maquinaria especializada en Agricultura de Conservación para que esto no sea una limitante en su implementación en el estado. 

Paullette Galaviz —en representación de AOASS— comentó que en el ciclo otoño-invierno 2020-2021 se gestionó para los asociados de la AOASS la adquisición de dos sembradoras para Agricultura de Conservación, invitando a los productores asistentes a tomar las diferentes capacitaciones que se promueven junto con FIRA y el CIMMYT. Asimismo, los animó a asesorarse con técnicos certificados en Agricultura Sustentable y a visitar a los productores que ya practican el sistema, como Germán Campoy. 

Finalmente, Germán Campoy mostró el avance de trilla (con un rendimiento de 6.2 toneladas por hectárea) y comentó que, desde su experiencia, la Agricultura de Conservación permite mantener e incrementar los rendimientos y, lo más importante, disminuir los costos de producción y mejorar el suelo: “la Agricultura de Conservación puede ayudar en mejorar la fertilidad natural del suelo al aumentar la materia orgánica y aprovechar mejor el agua, lo que es favorable porque en la actualidad el panorama se ve difícil para los productores de la región”. 

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Irapuato más allá del cultivo de fresas

Irapuato, Gto.- Irapuato es reconocido, entre otras cosas, por su notable producción de fresas y la amplia gama de productos hechos con esta fruta. No obstante, en años recientes ha habido una amplia diversificación de cultivos producidos en sus campos, incluyendo hortalizas de gran calidad para exportación, frutos rojos y granos básicos como maíz, trigo y sorgo.

Con grandes extensiones de tierra altamente propicia para la agricultura —debido al acceso al riego y a que se trata de suelos profundos, con alto contenido de arcilla y libres de pedregosidad (están clasificados como suelos tipo vertisol pélico)—, Irapuato es uno de los municipios más importantes de Guanajuato por su extensión agrícola. No obstante, la agricultura convencional que ahí predomina tiene efectos que deben ser atendidos. 

El manejo agronómico convencional en la zona consta de barbecho con arado de discos, uno o dos pasos de rastra, altas densidades de siembra y uso excesivo de fertilizantes de origen químico —principalmente fertilizantes nitrogenados y agroquímicos para el control de malezas, plagas y enfermedades—. Esto, debido a que la agricultura en la región se ha enfocado a la alta productividad —los rendimientos promedio son de 10 toneladas por hectárea de maíz y 6.8 toneladas por hectárea de trigo— sin considerar, o al menos muy poco, el daño que algunas de estas prácticas le han provocado al suelo.

Como consecuencia de las prácticas agrícolas no sustentables, los costos de producción en la zona se han elevado cada vez más, ya que se incrementa la dependencia a los potentes agroquímicos que se usan para el combate de enfermedades y plagas, las cuales, además, muestran una resistencia cada vez más alta a estos productos.

Como una alternativa que permite lograr una alta productividad, pero de forma sustentable, MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— ha propuesto a los productores tanto de riego como en temporal diversas innovaciones derivadas de la Agricultura de Conservación —un sistema de producción sustentable que forma parte de estrategias como “Reto Rastrojo” y “Cosechando Agua”—.

Para promover e implementar las prácticas de Agricultura de Conservación, el equipo técnico de MasAgro Guanajuato trabaja junto con productores quienes, convencidos de los beneficios de esta Agricultura Sustentable, apoyan en la difusión de las innovaciones permitiendo que otros productores vayan y observen sus parcelas y los resultados de las prácticas que han implementado.

Productores como el señor J. Rosario Mena Zavala, originario de la comunidad Colonia Morelos, son testigos de cómo la Agricultura de Conservación permite mejorar los sistemas de producción e incluso tiene un impacto positivo en la calidad de vida ya que les ha permitido disminuir las horas de trabajo y los costos de producción —con ahorros de hasta $6,000—. De igual forma, les ha permitido tener un incremento en sus cosechas de 10 a 14 toneladas por hectárea de maíz y de 6 a 6.5 en el caso del trigo.

Cabe destacar que estos buenos resultados se han obtenido solo con la puesta en marcha del #RetoRastrojo —que consiste en dejar el 50% rastrojo del cultivo anterior en la parcela y realizar la nueva siembra sobre esta cubierta— y #CosechandoAgua —que promueve el uso de la rotura vertical para retener el agua de lluvia en la parcela—. Con estas medidas, los costos de producción han disminuido hasta $2,500 por hectárea y el rendimiento ha sido igual o mayor al de parcelas trabajadas con agricultura convencional.

Cada ciclo de cultivo se obtienen nuevos resultados de los diferentes ensayos de Agricultura de Conservación que se implementan en las parcelas de los productores guanajuatenses, gracias a estos, el equipo técnico de MasAgro Guanajuato puede apoyar a otros productores para reducir las brechas de aprendizaje en la implementación de prácticas sustentables. Si algún productor requiere apoyo o solventar alguna duda, puede contactar al equipo de MasAgro Guanajuato a través de estos medios:  Facebook – @masagro.guanajuato.

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10 años de innovación

Etchojoa, Son.- El trigo es el principal cultivo del estado de Sonora —en el ciclo otoño-invierno 2019-2020 se sembraron 230,087 hectáreas con un rendimiento promedio de 6.6 toneladas por hectárea (SIAP, 2020)— y una de las regiones agrícolas más productivas del estado es el Valle del Yaqui y Valle del Mayo, considerados un referente internacional en la producción de trigo por la aplicación de tecnología para su producción. 

Sin embargo, en años recientes la superficie de siembra de trigo ha disminuido a causa de los bajos precios internacionales. Esto ha despertado en los agricultores un mayor interés por la siembra de maíz. Así, en el ciclo otoño-invierno 2019-2020 se sembraron 51,008 hectáreas de maíz con un rendimiento promedio de 11.9 toneladas por hectárea. 

En ambos cultivos, trigo y maíz, predomina un sistema de producción intensivo mediante el uso de equipos de labranza, variedades mejoradas, fertilizantes sintéticos, riego y pesticidas que representan altos costos de producción —alrededor de $24,000 y $31,000 por hectárea, respectivamente—. El uso de los fertilizantes sintéticos, de hecho, representa entre el 20 y el 25 % de los costos de producción total en ambos cultivos. 

El uso de grandes cantidades de fertilizantes sintéticos y las prácticas convencionales que prevalecen han contribuido además a la degradación del suelo, modificando sus características físicas, químicas y biológicas. Por esta razón, a través de MasAgro-Cultivos para México —que impulsan la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se promueven diversas prácticas sustentables orientadas a fomentar una alta productividad, pero cuidando los recursos naturales, particularmente suelo y agua. 

Agricultura de Conservación, Fertilidad Integral, Manejo Agroecológico de Plagas, Manejo Integral de Malezas, biofertilizantes, tecnologías de riego y manejo de poscosecha son algunas de las prácticas sustentables que pueden ser alternativas para incrementar el rendimiento de los cultivos y la rentabilidad de los agricultores en la región. 

Germán Campoy Ibarra, por ejemplo, es un productor originario de Etchojoa, Sonora, quien practica la Agricultura de Conservación desde hace más de 10 años. En su constante búsqueda para optimizar su sistema de producción, Germán también ha incursionado en la aplicación de lixiviados de lombriz como una uso de biofertilizantes como una alternativa a los fertilizantes sintéticos y como complemento a la diversidad de prácticas que implementa, las cuales incluyen riego por aspersión (mediante pivote central) —ya que de esta manera logra mayor eficiencia en el consumo de agua y tiene la ventaja de aplicar los lixiviados de lombriz con el agua de riego—, la adaptación de una cosechadora para distribuir uniformemente los rastrojos y el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada —con el apoyo del ingeniero Juan Antonio Beltrán, quien le brinda acompañamiento técnico—.

Con el uso de estas tecnologías, Germán Campoy ha observado mejoras en su terreno y también ha aumentado su rentabilidad. Actualmente, por hectárea, sus rendimientos van de las 5.7 a las 6.5 toneladas con un costo de producción de $27,350 y una utilidad de $7,500 a $8,000.00. En comparación con las prácticas convencionales —donde los rendimientos por hectárea han sido como máximo de 5.8 toneladas con un costo de producción de $34,900 y una utilidad de $4,300—, las prácticas sustentables que ha implementado el productor tienen beneficios evidentes. 

Otro de los beneficios por el tiempo que lleva aplicando prácticas sustentables en su terreno es que, con el paso de los años, Germán ha visto pasar de 0.8 de materia orgánica a 1.84 en el suelo de su parcela. Por esta razón, Germán recomienda a otros productores “evitar la introducción de ganado en la parcela para evitar compactación y contaminación con especies de malezas, realizar la siembra en fechas óptimas, basarse en el análisis de suelo y usar adecuadamente las herramientas para fertilizar y evitar así desperdicios de fertilizantes, principalmente nitrógeno”, concluye. 

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Alianzas favorecen la agricultura en el semidesierto de Guanajuato

Ocampo, Gto.- En el 43% de la superficie de Guanajuato presenta un clima de seco a semiseco, con un régimen de lluvias que oscilan un promedio anual de 433 milímetros —la precipitación media anual del país es de 777 milímetros—. Ubicada en el norte del estado, este territorio se compone de planicies y lomeríos, características que, sumadas a prácticas de cultivo no sustentables, han favorecido la degradación de los suelos agrícolas. 

Si bien tanto la ganadería como la agricultura son muy importantes para la economía del estado, al desarrollarse en el mismo espacio con prácticas usualmente inadecuadas han tenido efectos sumamente dañinos para la de por sí, reducida fertilidad de los suelos.

A través de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han validado tecnologías sustentables que les ayudan a los productores de la zona a contrarrestar las principales limitaciones productivas que se tienen en el lugar y, particularmente, para recuperar la fertilidad del suelo y cosechar agua.

Entre las prácticas y tecnologías promovidas están la definición y trazado de curvas a nivel —líneas perpendiculares a la pendiente— y la construcción de terrazas que permiten, por ejemplo, la formación de barreras que reducen la posibilidad de deslaves del suelo. Esto, además de evitar la erosión, facilita que los cultivos se desarrollen de manera homogénea en la parcela.

La rotura vertical, otra de las prácticas fomentadas, permite sustituir la dañina práctica del barbecho a la vez que permite que el agua de lluvia se infiltre —acción que en esta zona semidesértica se vuelve completamente estratégica—. Con el agua de la lluvia cosechada, los cultivos pueden tener mejores condiciones para su desarrollo y una mejor respuesta ante la presencia de plagas y enfermedades características de las zonas semidesérticas.

Aunado a las prácticas ya descritas, las innovaciones implementadas incluyen prácticas de fertilidad integral con base en los resultados de análisis de suelo, en donde se definen las fuentes y cantidades adecuadas en función de las necesidades del suelo y del cultivo a establecer.

Ya que muchos productores primero desean “ver si funciona”, las prácticas y tecnologías primero son validadas en plataformas de investigación, luego trasladadas a módulos comparativos —en donde la mitad de la parcela se cultiva de forma convencional y la otra mitad se trabaja con innovaciones MasAgro— y, finalmente, a las áreas de extensión, que son parcelas de productores que ya conocieron las innovaciones y sus resultados y desean probarlas en sus parcelas. Estos productores son llamados cooperantes y son fundamentales para que las innovaciones MasAgro tengan mayor difusión.

La participación de los gobiernos y las asociaciones agropecuarias también ha sido muy importante. El Ayuntamiento de Ocampo, por ejemplo, ha sido determinante para la consecución de acciones y actualmente su alcaldesa apoya a productores con las semillas ya probadas en plataforma o módulos. También destaca la vinculación con el Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Guanajuato (CESAVEG), así como con otras asociaciones y con proveedores de insumos agrícolas. 

La suma de esfuerzos ha permitido impulsar la Agricultura de Conservación en la región y, en medio de las condiciones adversas del semidesierto guanajuatense, se han tenido importantes logros. Por ejemplo, cuando la producción normal de frijol en la zona es de 800 kilogramos por hectárea, con las innovaciones de MasAgro se ha logrado producciones récord de hasta 2.5 toneladas por hectárea. Esto muestra no solo la pertinencia del programa, sino la importancia de su permanencia y de su continua suma de esfuerzos de todos los sectores. 

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Salamanca, un municipio donde la Agricultura de Conservación es tendencia

Salamanca, Gto.- Históricamente, la región de El Bajío fue conocida como el granero de México. Hoy sigue siendo una zona muy importante para la agricultura estatal y nacional. El municipio de Salamanca, con una superficie agrícola de al menos 50 mil hectáreas, contribuye en buena medida a la notable producción agrícola de la región —destacan los cultivos de maíz y sorgo en el ciclo primavera-verano y los de trigo y cebada en el ciclo otoño-invierno, además de la considerable superficie destinada a la producción de hortalizas y berries—. 

La producción intensiva con sistemas convencionales y prácticas inadecuadas, sin embargo, ha ocasionado la degradación física, química y biológica de los suelos. Esto, debido a que en general se realizan sin asesoramiento técnico apropiado o con el desconocimiento de los efectos negativos de algunas prácticas que han pasado de generación en generación y que no siempre resultan convenientes para los recursos naturales —como el movimiento intensivo y continuo del suelo—.

Actualmente, los suelos agrícolas de Salamanca presentan fuertes problemas de malezas, plagas, enfermedades, uso ineficiente del agua para riego y altos costos por la aplicación inadecuada de fertilizantes. Ante este contexto, recuperar el suelo agrícola sin dejar de producir es el reto y el propósito de MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

En el municipio, organizaciones como el Centro de Desarrollo Tecnológico Villadiego de FIRA-Banco de México, la Asociación para la Agricultura Sostenible en Base a Siembra Directa (ASOSID) y algunos módulos de riego han promovido la Agricultura de Conservación como un sistema viable para recuperar los suelos degradados. Actualmente, a través de MasAgro Guanajuato se han coordinado acciones conjuntas involucrando además a organizaciones de productores —Productores Unidos de Cárdenas es una de ellas y se ha convertido en una referencia para que otras organizaciones adopten y repliquen prácticas sustentables—.

Actualmente, la adopción de la Agricultura de Conservación en el ciclo de otoño invierno ha ido en aumento, mientras que en el ciclo primavera-verano aproximadamente el 90% de los productores ya la adoptaron. A través del acompañamiento técnico de MasAgro Guanajuato, este sistema se trabaja en conjunto con productores de las localidades de Loma de Flores, La Hilacha, el Gallo, Cárdenas, Sauz de Cruces, Loma de Ancón, Las Adjuntas, Santa Rita y Valtierrilla.   

En estas localidades se trabaja directamente con 15 productores distribuidos de forma estratégica. Ellos se han convertido en líderes en la promoción de prácticas sustentables —como la Agricultura de Conservación, el trazo de curvas a nivel, la rotura vertical, la fertilidad integral y el Manejo Agroecológico de Plagas— y a través de ellos se ha impactado positivamente en al menos 400 hectáreas, donde otros productores han replicado las prácticas que han observado y comprobado que funcionan. 

Además de la participación de estos productores líderes y organizaciones de productores, ha sido importante la vinculación con el Ayuntamiento de Salamanca, el Módulo de Riego local, la Secretaría de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial de Guanajuato, así como las empresas Semillas, agroquímicos y fertilizantes del Bajío y Fertilizantes y plaguicidas Salamanca, que también han participado.