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De 10 a 15 mil pesos es el valor del rastrojo por hectárea

Representantes del CIMMYT, de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora y Club de Agricultores de Conservación de la Región del Évora (de izquierda a derecha) durante la presentación de la campaña Sinaloa No Quema. (Foto: colaborador del Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Representantes del CIMMYT, de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora y Club de Agricultores de Conservación de la Región del Évora (de izquierda a derecha) durante la presentación de la campaña Sinaloa No Quema. (Foto: colaborador del Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

La zona centro norte de Sinaloa unificará esfuerzos para disminuir la quema de rastrojo o soca que se da luego de las cosechas de garbanzo, maíz y trigo, tal como se realizó con éxito durante 2021.

En conferencia de prensa, Carlos Beltrán, presidente de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora informó que, con esta coordinación, se logró disminuir estas prácticas nocivas en hasta un 96% a través de una campaña de concientización en cuatro municipios: Angostura, Mocorito, Salvador Alvarado y Guasave.

Dijo que la quema de rastrojos afecta la fauna microbiana del suelo, así como a la capa de ozono, favoreciendo al cambio climático. Además, el suelo pierde fertilidad, productividad y nutrientes naturales como nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, entre otros.

Con presencia de representantes del Comité Estatal de Sanidad Vegetal del Estado de Sinaloa (Cesavesin), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), así como del Club de Agricultores de Conservación de la Región del Évora y la Fundación Produce Sinaloa, Beltrán Astorga señaló que de la misma forma se pretende promover prácticas agrícolas sustentables.

El líder agrícola pidió a la policía ambiental tener criterio en las acciones de los productores, esto con relación a las labores de control de malezas con fuego en regaderas que realizan alrededor de sus predios y, además, señaló que mayormente son pepenadores quienes queman los rastrojos después de las cosechas.

“La tierra es vida, tiene muchos insectos benéficos y al quemar los rastrojos empobrecemos nuestros suelos, el rastrojo representa nutrientes para nuestro suelo y, a medida que lo vayamos integrando, vamos a ir mejorando la calidad del terreno”, concluyó.

En ese sentido, destaca la labor del Club de Agricultores de Conservación de la Región del Évora que, desde hace mas de 30 años en Sinaloa, y principalmente en la región del Évora, promueve prácticas sustentables como el manejo de los rastrojos, la mínima labranza, el uso de abonos orgánicos, entre otras. 

En sintonía con la Agricultura Sustentable planteada en esta actividad, destaca la estrategia del CIMMYT para disminuir el uso de fertilizantes sintéticos. Esta se enfoca en dejar los residuos de la cosecha como cobertura, hacer análisis de suelos, diagnosticar las cantidades de nitrógeno que necesita por medio de sensores ópticos y prácticas de manejo de fertilizantes, entre otros.

Leonardo Lugo Gaxiola, representante del CIMMYT en Sinaloa, detalló que dicho organismo contribuye a la campaña de difusión #EnSinaloaElRastrojoVale enfocándose a darle valor al rastrojo, cuyos beneficios lo convierten en un insumo más que un residuo.

Recordó que, al atravesar una crisis por los altos precios de los fertilizantes, el sector agrícola debe integrar el rastrojo a sus tierras debido a la productividad que representa; “si le damos un valor al rastrojo, de un maíz que da 10 o 12 toneladas por hectárea, hablamos de 10 a 15 mil pesos por hectárea, mismos que se estaría ahorrando el productor”, consideró.

Agregó que, ante el alza en el costo de los combustibles, una opción es reducir sus trabajos de campo cuidando y conservando el rastrojo, también evitando afectar el medioambiente y, por último, señaló que con Agricultura de Conservación también es posible conservar y almacenar la humedad de las lluvias y aprovechar de mejor manera la humedad de los riegos.

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Malezas, labranza y rendimiento de maíz

Las malezas son la limitación biológica número uno en los rendimientos de maíz en todo el mundo. Se estima que en Norte América pueden causar pérdidas de más del 50% y, de hecho, de acuerdo con un estudio reciente de un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en lugares como Oaxaca, donde hay agroecologías tan diversas, las malezas pueden reducir el rendimiento del maíz hasta en 63% en la región cálida y húmeda del Papaloapan; hasta en 65% en la región semiárida de Valles Centrales y hasta en 92% en región templada de la Mixteca. 

Aunque existe evidencia sólida de que es posible reducir la presión de malezas con Agricultura de Conservación, aún se desconoce mucho sobre los mejores métodos de manejo de malezas, particularmente si se considera que los cambios en la labranza podrían requerir cambios en el manejo de malezas. 

En este sentido, el estudio en mención evaluó la dinámica de las malezas y el rendimiento del maíz en temporal bajo cinco tratamientos de manejo de malezas ―herbicida de preemergencia, herbicida de postemergencia, herbicida de preemergencia más postemergencia, control manual de malezas y sin control― y tres métodos de labranza —convencional, mínima y labranza cero— en tres regiones agroecológicamente distintas de Oaxaca ―la Mixteca, Valles Centrales y el Papaloapan―.

El estudio, que se desarrolló en el marco de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT, señala que en la zona templada de la Mixteca las aplicaciones de herbicidas de postemergencia fueron muy importantes, en el cálido y húmedo Papaloapan las aplicaciones de preemergencia fueron cruciales y en los Valles Centrales semiáridos no hubo diferencia entre los métodos de manejo de malezas, ya que todos tuvieron efectos menores en el rendimiento del maíz. 

Si bien los resultados no son concluyentes y muestran que no hay una única o mejor opción para el manejo de malezas en los sitios o sistemas de labranza evaluados, sí señalan que el beneficio económico del manejo de malezas fue mayor con labranza reducida ―labranza mínima o cero―. Así, para obtener los beneficios a largo plazo de la Agricultura de Conservación, señala el estudio, es clave un manejo adecuado de malezas en los primeros años. 

Los científicos concluyen que se necesita más investigación para determinar el nivel óptimo de labranza en cada región ya que, dependiendo de las condiciones locales, la labranza cero o una forma de labranza mínima ―como la labranza vertical o camas elevadas permanentes― podría funcionar mejor, o podría ser necesario practicar labranza mínima en las primeras temporadas de crecimiento para preparar el terreno para la implementación exitosa de la Agricultura de Conservación. 

En Oaxaca, donde los agricultores con frecuencia manifiestan una falta de conocimiento sobre el manejo de malezas, especialmente bajo labranza reducida, se debe usar un enfoque flexible, aplicando herbicidas antes y después de la emergencia y controles manuales según sea más adecuado para cada caso porque las poblaciones de malezas y su dinámica cambian con sistemas como la Agricultura de Conservación ―a mediano y largo plazo, con un manejo adecuado, las poblaciones de malezas pueden disminuir con este sistema― y por eso los métodos de control deben ajustarse, concluye el estudio. 

Te invitamos a leer este estudio en el siguiente enlace:

Verhulst, N., Fonteyne, S., Leal González, A. J., Osorio Alcalá, L., Villa Alcántara, J., Santos Rodríguez, C., … & Singh, R. G. (2022). Weed management and tillage effect on rainfed maize production in three agro‐ecologies in Mexico. Weed Research. https://doi.org/10.1111/wre.12530

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Pionero de la Agricultura de Conservación

El señor José Antonio Hernández vive en la colonia Agrícola México, en Angostura, Sinaloa. Actualmente cultiva maíz, frijol y garbanzo con prácticas de Agricultura de Conservación, sistema de producción sustentable que conoció en su búsqueda por mantener rentable su actividad: “En el 94-95 mi hermano y yo empezamos a buscar una sembradora o formas para bajar los costos, disminuir la labranza, el trabajo, todo lo que se pudiera bajar, pero para que aumentara la producción al mismo tiempo”, relata el productor. 

“Entonces una compañía de ahí de Guamúchil nos invitó a un viaje para los Estados Unidos, al estado de Nebraska, y pues nos trajimos algunas ideas y las empezamos a adaptar. Los implementos que nosotros ya teníamos aquí empezamos a adaptarlos y también compramos algunos que ya son para Agricultura de Conservación”, comenta el señor José, don Pepe como lo conocen en su localidad, donde es pionero en la implementación de la Agricultura de Conservación. 

“Entre don Silvano —un vecino de don Pepe— y yo empezamos en las mismas fechas, de hecho, fuimos juntos al viaje. Don Silvano ha ido a Argentina, yo fui a Brasil. Y así hemos ido aprendiendo porque todos los años son diferentes. Este año la sequía es la que nos está dañando, estamos batallando con el agua. De hecho, aquí ya tenemos dos ciclos, el pasado y este, que hemos tenido muy restringida el agua y las presas están muy bajas”, comenta el productor. 

Debido a las variaciones climáticas, don Pepe ha optado por cultivos de menor demanda hídrica como el garbanzo, el cártamo y el ajonjolí. Además, con Agricultura de Conservación señala que “sí se nota la diferencia porque la soca (rastrojos) sobre el suelo incrementa la materia orgánica y retiene más la humedad. Mucha gente en la agricultura convencional hace todo el laboreo precisamente para eso, para que supuestamente capte más agua el suelo, pero no es así, yo lo noto porque yo no muevo el suelo y tengo la misma producción que ellos. Sí, la soca siempre retiene el agua y no se erosiona tanto el suelo”.

En los lotes de don Pepe se puede ver la diferencia entre la labranza convencional y la Agricultura de Conservación. De hecho, recibe a otros agricultores que sienten curiosidad por las prácticas que ha implementado: “Sí, han venido de otras partes a ver la siembra. Y los mismos vecinos de aquí. Porque yo tengo una tierra que le doy más seguimiento que a todas, es un lote de 11 hectáreas que tiene 15 años que no se ha movido el suelo, entonces la gente que pasa por ahí ve que se pone muy bonito el maíz, el garbanzo y todo, sin mover nada del suelo, nada más fertilizar, sembrar y la desmenuzada de la paja (rastrojos)”.

Sobre la reacción de los otros productores don Pepe comenta que “se sorprenden, nada más que mucha gente tiene el temor de que como es grande la inversión que se hace a veces y no tienen los equipos adaptados para eso, pues no le quieren entrar muy bien por el temor de perder la inversión. Algunos sí han hecho como yo, pero poco a poquito porque los agricultores así somos, somos muy desconfiados, hasta no ver bien bien al vecino es que nos animamos; hasta para cambiar de cultivo o de variedad necesitamos verlo. No porque llegue alguien y nos diga, cambiamos. Necesitamos ver físicamente”. 

Don Pepe, en ese sentido, juega un rol muy importante para difundir con otros productores prácticas sustentables, pero también para validar nuevas prácticas: “Con el ingeniero Leonardo Lugo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) hemos hecho unas pruebas para mejorar la fertilización con nitrógeno. Trajeron un sensor y ahí anduvimos viendo eso. Yo de vez en cuando le hablo para preguntarle cosas y opiniones porque ya hay confianza. De hecho, el año pasado me entregaron un reconocimiento como productor innovador”, comenta don Pepe.

Finalmente, don Pepe se dirige a otros agricultores, a quienes invita a implementar prácticas sustentables para cuidar recursos como el suelo y el agua: “Es importante para seguir sembrando. En primer lugar, no tenemos nada seguro en la cuestión del clima. Necesitamos cuidar el agua porque no sabemos cómo venga el clima en el futuro. Poco a poco tienen que ir cambiando. Yo les digo que ahora casi va a ser de a fuerzas que le entren, así como están de caro todo, como los fertilizantes. Así que va a ser casi de a fuerzas entrarle a la Agricultura de Conservación”. 

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Acciones frente a la escasez de agua

La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente si no se adoptan medidas urgentes. En México, aunque la cobertura nacional de agua potable es de 96.1% (CONAGUA, 2021), cada vez más comunidades experimentan una disminución en el abasto y, de hecho, se estima que cerca del 30% de los que sí reciben el líquido no lo tienen en calidad ni cantidad suficiente (UNAM, 2019). 

De acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), México es uno de los 25 países del mundo que enfrenta un mayor estrés hídrico, situación que pone en el centro del debate al sector agropecuario porque a la vez que es uno de los más afectados por la escasez de agua, también es el que más utiliza el agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos (a nivel global el 70% del agua extraída se usa para riego. En México este porcentaje se estima entre 76 y 78%).

Ante este contexto, proyectos como Cultivando un México Mejor, impulsado por HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), contribuyen a la gestión sostenible del agua en la agricultura gracias a prácticas como la Agricultura de Conservación (sistema donde, a grandes rasgos, se hace mínima labranza y el suelo se cubre con rastrojo) y el riego por goteo. 

Con estas prácticas sustentables, durante 2020 (año particularmente seco de acuerdo con los registros históricos de CONAGUA) se notó un ahorro de más de un millón doscientos mil litros de agua (1,205 m³) en el volumen total aplicado por hectárea mediante riego en el cultivo de cebada. Esto representa un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional.

El potencial de las prácticas promovidas; sin embargo, puede ser todavía mayor: al comparar el uso de agua y el rendimiento de grano en la agricultura convencional y la Agricultura de Conservación promovida por el proyecto (tanto con riego por surcos como por goteo) se observó que, si bien los rendimientos no difirieron significativamente entre los sistemas de producción, el uso del agua de riego sí fue significativamente menor con prácticas sustentables. 

En promedio, el experimento de campo de cebada-maíz (desarrollado de 2016 a 2020 con comparaciones en paralelo en parcelas de agricultores) mostró que el uso del agua de riego fue 17% menor con Agricultura de Conservación que con labranza convencional; aproximadamente 36% menor con el riego por goteo que con el riego por surcos en la labranza convencional; y 40% menor con riego por goteo y Agricultura de Conservación combinados en comparación con la agricultura convencional con riego por surcos.

En un contexto de escasez de agua a nivel global, cada gota cuenta y proyectos como este, que acercan el conocimiento científico a los productores mediante prácticas simples y efectivas, contribuyen a cuidar los valiosos recursos naturales de los que depende la subsistencia de las sociedades. 

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Guanajuato, innovación agrícola continua

Ramón Ramírez Aguilar es un productor de trigo de Dolores de Purísima del Rincón, Guanajuato. Siempre en la búsqueda de innovar y de hacer más rentable su actividad agrícola, Ramón encontró en la Agricultura de Conservación una alternativa para disminuir costos de producción sin afectar rendimientos y, actualmente, ha hecho algunas adecuaciones al sistema de producción que le han funcionado bien. 

La Agricultura de Conservación es un sistema sustentable ya probado —tiene como componentes básicos la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos—. Se trata de un sistema con soporte científico que, por sus resultados competitivos, es el eje fundamental de las tecnologías promovidas por MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Fue precisamente en una plataforma de investigación de MasAgro Guanajuato donde Ramón observó una práctica que le llamó la atención: en lugar de tener una siembra de trigo con cobertura total como es común en la zona o con seis o siete hileras, se sembró a dos hileras. Un técnico del programa le explicó a Ramón que de esa manera las plantas compiten menos por la luz, los nutrientes y el agua, favoreciendo el rendimiento del trigo. 

A partir de sus propias observaciones, y en conjunto con las sugerencias del técnico, Ramón sembró a dos hileras en camas de 1.60 metros en el nuevo ciclo. De esta manera, además, la fertilización enterrada se puede hacer aún más eficiente —hecho muy conveniente ahora en que el costo de los fertilizantes es muy alto— y se favorece que el cultivo no se “acame” —cuando las plantas se “recuestan” o se “tienden” hacia el suelo— debido a que esta forma de sembrar permite la circulación del aire entre plantas.

Al inicio, comenta Alejandro Bravo Cortés —el técnico que asesora a Ramón—, al productor le preocupaba que con dos hileras el rendimiento final del trigo disminuyera, pero esto no ocurrió. Por el contrario, los resultados le mostraron al productor que el rendimiento se incrementa y que adicionalmente ahorra en semilla pues, mientras que en la zona es muy común que se siembren 200 kilogramos de semilla por hectárea, con esta práctica solo se utilizan 120 kilogramos de semilla para la misma superficie.

Cabe mencionar que Ramón usa semillas evaluadas e identificadas con alto potencial productivo para El Bajío —Alondra (la que usa el productor), Faisán y Cisne han mostrado los mejores rendimientos— que además han mostrado resistencia a enfermedades como la roya. Este beneficio se suma a una menor incidencia de malezas debido a que el rastrojo que se deja como cobertura impide el desarrollo de las malas hierbas. Esto se traduce en que Ramón no aplicará herbicidas, beneficiando a su bolsillo y al medioambiente. 

También es importante señalar que la fertilización realizada en la parcela de Ramón corresponde a las necesidades que indica el mapeo de fertilidad de suelos de la zona elaborado a través de una estrategia de fertilidad integral a partir del programa. Además, una fertilización adecuada le ayuda a Ramón a lograr que el nivel de proteína del trigo que cultiva sea elevado y reciba así una bonificación por la calidad de su grano al momento de venderlo.

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Un muy buen primer año de innovación en familia

Comenzar a estudiar la ingeniería en Sistemas de Producción Agroecológica hizo que Marco Antonio Rodríguez Pedro facilitara a su familia —en San Miguel Figueroa, Pochutla, en la costa de Oaxaca— abrir la puerta a la innovación agrícola que le ofreció Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Él fue la pieza clave para que su padre Vicente Rodríguez Rodríguez, su madre Juana Pedro De la Rosa, su hermana Maribel de 17 años, e incluso su hermano Brian de nueve años, cambiaran la forma convencional de sembrar —la cual propiciaba la degradación de sus suelos— por fertilización fraccionada con dos aplicaciones, el manejo de cobertura del suelo y el control oportuno de malezas.

Es el primer año Marco Antonio y su familia implementan estas prácticas sustentables, las cuales incluyen la diversificación de cultivos. Anteriormente ellos sembraban solo cuatro cultivos. Hoy, siembran ocho distintos: frijol ejotero —conocido como blanco—, frijol caupí negro, canavalia, calabaza, ajonjolí, jícama, jamaica de cáliz rojo y maíz.

Vicente Rodríguez reconoce que, a pesar de trabajar las tierras desde “chiquillo”, ha sido su hijo Marco Antonio quien lo ha motivado a echarle ganas e implementar nuevas prácticas con la asesoría técnica que le brinda el proyecto. Juana Pedro, la mamá de Marco Antonio y responsable de la comercialización de la producción familiar, comenta en este sentido que: “a mí me gusta venir al campo y ahora que mi hijo está estudiando nos motiva”. 

Para el técnico y colaborador del CIMMYT, Omar Francisco Sánchez Ríos, “con la Agricultura de Conservación podemos tener sistemas que se adapten o tengan cierta tolerancia a la sequía”. Además, la inclusión de leguminosas permite mejorar la calidad nutricional de los alimentos, mejorar la estructura del suelo e interferir en los ciclos de vida de plagas y malezas, disminuyendo su incidencia en la parcela. 

Junto con la diversificación de cultivos, en la parcela de la familia Rodríguez Pedro se incluyó la asociatividad y la medición de las precipitaciones pluviales —ya que las condiciones climáticas han vuelto a las lluvias muy erráticas—, lo cual le permite a Marco Antonio afirmar que en la temporada de lluvias de este 2021 el agua fue muy escasa, a pesar de momentos nublados en los que aparentaban fuertes lluvias.

Tenemos intervalos muy secos y aún con esa escasez de lluvia hemos tenido buena producción de maíz y productos en general porque trabajamos con la Agricultura de Conservación. Este sistema nos ha permitido optimizar el uso de fertilizante y reducir los gastos excesivos porque implica el mínimo movimiento del suelo, la incorporación de residuos de cosecha y la rotación de cultivos”, afirma Marco Antonio. 

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Cómo evitar los daños al suelo causados por quemas agrícolas

La agricultura, vista como el conjunto de técnicas agronómicas para cultivar la tierra y obtener cosechas, se ha convertido en la base de la alimentación y el desarrollo de la sociedad; sin embargo, con el paso del tiempo, de esta actividad se han derivado prácticas que generan un impacto no tan favorable al medioambiente, como la generación de gases de efecto invernadero derivados de la quema de residuos agrícolas —pastos, tallos, hojas, cáscaras, etcétera—.

Históricamente el fuego ha sido considerado una “herramienta” y aún en la actualidad es ampliamente usado en la preparación de las tierras para la siguiente siembra, aunque con consecuencias: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las miles de hectáreas quemadas anualmente no solo emiten contaminantes, sino que son en gran medida la causa de numerosos incendios forestales. 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México se registran en promedio 8 mil incendios forestales cada año, ocasionando pérdidas de flora, fauna, económicas, así como la erosión y daño del suelo. Además, esta práctica emite una gran cantidad de dioxinas a la atmósfera. Estas partículas derivadas de la presencia de cloro y agroquímicos, así como fertilizantes sintéticos, señala la organización Mundial de la Salud, tienen elevada toxicidad y se acumulan en la cadena alimentaria.

Para contrarrestar esto, actualmente organizaciones como Grupo Ceres y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan la migración de los agricultores hacia sistemas de producción sustentables como la Agricultura de Conservación. Esto, a fin de evitar daños a corto y mediano plazo en los suelos agrícolas como, por ejemplo: pérdida de nutrientes, muerte de organismos y microorganismos que descomponen materia orgánica, pérdida de producción de gases nitrogenados y carbonados, así como la falta de humedad.

A la par, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en coordinación con el Centro CIMMYT, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y otras organizaciones, fomentan la reducción de la quema de pajas o rastrojos en predios de cultivo posterior a las cosechas. 

Entre las recomendaciones que plantean seguir, están las siguientes:

  • Reincorporar el rastrojo en las parcelas como medio para reducir el uso de insumos como fertilizantes o herbicidas.
  • Emplear estos residuos como forraje para el ganado de modo que se disminuye el gasto en alimentos para animales.
  • Distribuir los remanentes de cosechas anteriores para así aumentar la fertilidad, el porcentaje de materia orgánica, proteger el suelo de rayos solares y mejorar el pH del suelo.
  • Complementar el aprovechamiento del rastrojo usándolo para hacer composta o como abono.

Es importante mencionar que, aunque hay especificaciones técnicas establecidas para realizar las quemas agrícolas, el aprovechamiento de los residuos agrícolas tiene mayores beneficios que su quema. Esto, por supuesto, requiere de capacitar a los agricultores en técnicas de manejo de los restos agrícolas, de tal manera que conozcan otras alternativas que no involucren usar fuego y, de esa manera generen valor agregado durante el levantamiento de sus cosechas y sobre todo cuando preparan el suelo para el siguiente ciclo agrícola.

Si tienes interés en el manejo de rastrojos y su aprovechamiento, los equipos técnicos de Grupo Ceres y del CIMMYT pueden asesorarte, contáctalos. 

Fuente:

Programa Mi parcela no se quema: https://www.gob.mx/agricultura/acciones-y-programas/miparcelanosequema 
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Cómo el trigo volvió a ser rentable en esta comunidad

Los fertilizantes son un elemento indispensable en la producción de granos, pero sus altos costos han sido un obstáculo para muchos agricultores que cultivan de forma convencional ya que, además del costo de los fertilizantes, su aplicación implica el pago de mano de obra y maquinaria. Estas condiciones han hecho que para muchos productores guanajuatenses la siembra para el ciclo otoño-invierno no fuera costeable y, de hecho, actualmente es posible observar muchas parcelas sin sembrar.

La Agricultura de Conservación que promueve el equipo técnico de MasAgro Guanajuato es una alternativa para reducir costos de producción y, adicionalmente, cuidar el ambiente al hacer mejor uso de los recursos naturales, particularmente suelo y agua. Se trata de un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la diversificación de cultivos y la mínima labranza. 

Este sistema está siendo promovido en diversas localidades, como en Providencia de Pérez, Colonia Morelos, Guadalupe de Rivera y Purísima de Covarrubias, en Irapuato, donde se desarrollan acciones formativas directas con 15 productores que trabajan en terrenos con régimen de riego con pozo profundo. 

Aunque podría parecer un número pequeño, estos 15 productores de Irapuato que han decidido darle una oportunidad a las innovaciones agrícolas son clave para que un mayor número de productores de ese municipio adopte el sistema.

En la comunidad de Valencianita, por ejemplo, se establecieron parcelas demostrativas de la mano de los productores Enrique Bernal y Margarito Gutiérrez, quienes son ya una referencia local de que el trigo con Agricultura de Conservación sí puede volver a ser una actividad económicamente rentable y atractiva.

Lo anterior es relevante porque, años atrás, el cultivo de trigo era una actividad prioritaria en Valencianita; sin embargo, al hacerlo de forma convencional, con prácticas poco adecuadas, los costos de producción y la baja productividad la volvieron poco rentable. Afortunadamente esto puede cambiar si un mayor número de productores le brinda una oportunidad a la Agricultura de Conservación. 

De acuerdo con Arturo Buenavista, agente técnico de MasAgro Guanajuato, “el que los productores dejen el 100% del rastrojo como cobertura del suelo favorece la retención de humedad y reduce de manera significativa la presencia de malezas. Así, el productor evita el gasto en la compra y aplicación de herbicidas y, de paso, cuida el medioambiente y eso beneficia a toda la sociedad”. 

Los productores que deseen reducir sus costos de producción sin afectar los rendimientos y probar, en general, los diversos beneficios de la Agricultura Sustentable, pueden ponerse en contacto con los agentes técnicos del programa, quienes además les podrán asesorar para realizar adecuadamente una fertilización enterrada que les permitirá alcanzar hasta un 60% de aprovechamiento del fertilizante, hecho que debido a los costos actuales resulta una práctica estratégica.

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La importancia del valor nutricional del maíz para ensilaje

La actual y creciente demanda de alimentos ha causado que los sistemas tanto agrícolas como pecuarios se intensifiquen, esto ha exigido que los cultivos se vuelvan más eficientes, intensivos y sustentables. En el caso del maíz forrajero, se requieren los más altos estándares para mejorar su calidad nutricional, favorecer al ganado y la producción de carne y lácteos.

La generación de forrajes óptimos depende en gran medida tanto de la selección de la semilla adecuada para cultivar, como el proceso de ensilaje, el cual consiste en conservar los forrajes mediante fermentación para mantenerlos en un estado semejante al que poseen cuando están frescos. Estos factores son fundamentales y determinan su valor nutricional. Hay cuatro factores esenciales que deben contemplarse:

  • Energía: un buen maíz para ensilaje va definido por su alto contenido energético y proporciona energía a partir de dos fuentes: el rastrojo, compuesto principalmente por fibra y una energía digestible de entre 40-80%; y la mazorca, compuesta por almidón y con una energía digestible casi al 100%.
  • Almidón: es la fuente principal de energía del maíz y procede exclusivamente del grano. Durante el ensilado sus niveles deben ser de 27-35% y, a partir de eso, se definen la raciones para el ganado.
  • Composición de fibra: la pared de las células de las plantas están formadas por componentes como hemicelulosa, celulosa y lignina, juntas conforman la fibra mediante la cual los rumiantes, como las vacas, obtienen energía adicional. 
  • Digestibilidad de las paredes celulares: solo una parte de la fibra logra ser digerida por el ganado, por eso es importante medir la proporción que puede ser asimilada. Generalmente esto se mide en laboratorio y el valor ideal debe rondar entre 50-60%.

Todas estas características, cuando son vigiladas rigurosamente, se traducen en un mayor éxito y rentabilidad de la producción tanto agrícola como ganadera y, por ende, impacta al crecimiento económico.

Organizaciones como Semillas Ceres cuentan con rigurosos procesos de investigación y mejoramiento para ofrecer insumos que permiten cumplir con las exigencias nutricionales de los establos. Junto con prácticas sustentables como la Agricultura de Conservación —que permite reducir costos de producción sin afectar los rendimientos—, los insumos de calidad contribuyen a mejorar significativamente los sistemas de producción. 

Fuente:

Jiménez, M. C., Bourrillón, A. R., & WingChing-Jones, R. (2009). Valor nutricional del ensilaje de maíz cultivado en asocio con vigna (Vigna radiata). Agronomía costarricense: Revista de ciencias agrícolas33(1), 133-146.

 

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Hacia la reactivación de la agricultura en los Valles Altos

Los Valles Altos son una región en la Mesa Central que abarca parte del Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Se encuentra entre los 2,200 y los 2,600 metros sobre el nivel del mar (msnm), lo que la hace una de las regiones de mayor altitud del país y de Norteamérica. Además, la región ha jugado un papel fundamental en la evolución y domesticación del maíz. 

“En esta región se originaron dos de las cuatro razas indígenas antiguas: el Palomero Toluqueño y el Arrocillo Amarillo; a partir de ellas se originó el resto de las razas presentes en el centro de México, como el Chalqueño, el Cónico, los Elotes Cónicos y el Cacahuacintle, muy apreciadas en la actualidad como maíces de especialidad y como fuentes de genes de alto rendimiento”, señala la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que, a través del Colegio de Postgraduados (COLPOS), desarrolla trabajos para reactivar la agricultura en tierras ejidales de dicha región. 

Debido al acelerado proceso de urbanización, así como por la prevalencia de prácticas agrícolas poco sustentables, los rendimientos y la diversidad genética del maíz en los Valles Altos ha disminuido notablemente. Además, el dinamismo demográfico entre esta región y la Zona Metropolitana del Valle de México, también ha impactado al campo en los Valles Altos. 

Los trabajos para reactivar la vocación agrícola de las tierras ejidales de Atenco, Acuexcomac, Francisco I. Madero, Ixtapan y Nexquipayac, en el Estado de México —en donde se desarrollan inicialmente los trabajos— integra además los esfuerzos de instituciones como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el Comité Estatal de Sanidad Vegetal, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el Distrito de Desarrollo Rural Texcoco, Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Con 20 bolsas de insecticida ecológico Granim proporcionado por el COLPOS —producto por el cual el doctor Ángel Lagunes recientemente recibió el Premio Cargill-CIMMYT a la Seguridad Alimentaria y la Sustentabilidad en la categoría Investigador— el equipo técnico del CIMMYT ha establecido módulos demostrativos en los municipios de Teotihuacán, Apaxco, Jilotepec, San Jerónimo Amanalco, Acolman, Atenco y Lerma, en el Estado de México. 

Con prácticas de Agricultura de Conservación —sistema sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojo y la diversificación de cultivos— y opciones agroecológicas, el CIMMYT contribuye a estos esfuerzos por reactivar la actividad agrícola en los Valles Altos. Entre los objetivos de estos trabajos está incrementar gradualmente los rendimientos del maíz, los cuales, de acuerdo con datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), se encuentran estancados desde hace tiempo —4.3 toneladas por hectárea en riego y 3.8 en temporal— y están por debajo del promedio estatal.