Parcelas demostrativas con cultivos diversificados que promueven la reducción de emisiones, el aumento de biodiversidad y la conservación del suelo como parte de prácticas de agricultura regenerativa. (Foto: CIMMYT)
Parcelas demostrativas con cultivos diversificados que promueven la reducción de emisiones, el aumento de biodiversidad y la conservación del suelo como parte de prácticas de agricultura regenerativa. (Foto: CIMMYT)
La agricultura regenerativa es una estrategia clave para mejorar la salud del suelo, aumentar la biodiversidad y mitigar los efectos del cambio climático. Al implementar prácticas sostenibles, derivadas de sistemas como la agricultura de conservación, puedes reducir la emisión de gases contaminantes, conservar suelo y agua, y mejorar la rentabilidad de tus cultivos. Aquí te compartimos estos tips para que implementes prácticas de agricultura regenerativa en tus parcelas y contribuyas a tener un medioambiente más sano.
Aprovecha los rastrojos como cobertura del suelo
Cultivo emerge entre rastrojos que protegen el suelo, ayudan a conservar humedad y reducen emisiones al evitar su quema, lo que promueve una agricultura más sustentable. (Foto: CIMMYT)
Evita la quema de rastrojo para proteger el suelo de la erosión, retener humedad y mejorar su fertilidad. Los rastrojos aportan nutrientes al descomponerse, lo que reduce el uso de fertilizantes químicos y fomenta una agricultura más sustentable.
Aplica mínimo movimiento del suelo
La labranza cero, uno de los pilares de las prácticas regenerativas, es una buena estrategia para la reducción de emisiones. (Foto: CIMMYT)
Adopta prácticas como la cero labranza o camas permanentes para mantener intacta la estructura del suelo, prevenir la compactación y reducir el uso de maquinaria. Esto no solo mejora las propiedades del suelo, sino que también disminuye las emisiones al ahorrar combustible.
Diversifica tus cultivos
Parcelas demostrativas con cultivos diversificados. (Foto: CIMMYT)
Rotaciones, asociaciones y relevos rompen ciclos de plagas, mejoran la biodiversidad del suelo y aumentan la captura de carbono. Además, diversificar ayuda a mantener la rentabilidad, incrementa la seguridad alimentaria y favorece dietas más variadas.
Mecanización a escala adecuada
Uso de maquinaria adaptada a la parcela para disminuir el uso de combustible. (Foto: CIMMYT)
Opta por una mecanización adecuada al tamaño y necesidades de tu parcela. Las máquinas multiuso-multicultivo, implementos como los cinceles roturadores, sembradoras manuales o de tiro animal, e incluso la adaptación de maquinaria ya existente pueden ser buenas alternativas. Con una mecanización a escala adecuada, no solo disminuye el gasto de combustible, sino que también bajan las emisiones de gases contaminantes.
Al implementar estas prácticas regenerativas, contribuyes a mitigar el cambio climático y mejoras la productividad de tus cultivos. Estas estrategias demuestran que es posible lograr una agricultura más rentable y sostenible. ¡Súmate al cambio!
Teresa Santos Cortés, técnica de la SEFADER, junto a Juliana, productora de Santa Lucía Miahuatlán. Juntas, comparten conocimientos y trabajan para transformar el campo oaxaqueño en un espacio de esperanza y aprendizaje colectivo. (Foto: Sarah Martínez)
Teresa Santos Cortés, técnica de la SEFADER, junto a Juliana, productora de Santa Lucía Miahuatlán. Juntas, comparten conocimientos y trabajan para transformar el campo oaxaqueño en un espacio de esperanza y aprendizaje colectivo. (Foto: Sarah Martínez)
Un brillo especial se nota en la mirada de Teresa Santos Cortés, técnica de la SEFADER, cuando habla de la plataforma de investigación en Santa Lucía Miahuatlán, Oaxaca. Para Teresa, este espacio no es solo una parcela, es su segunda casa. Es el lugar donde comparte su pasión por el campo y el conocimiento, además de transformar cada visita en una oportunidad para construir algo más grande. Con cada productor que cruza las puertas de la plataforma, Teresa forja, con paciencia y entrega, una familia unida por un mismo objetivo: aprender juntos para crecer juntos.
El trabajo en la plataforma está cuidadosamente diseñado para garantizar imparcialidad y facilitar que los productores adopten prácticas como la agricultura de conservación, el manejo sostenible de la fertilidad del suelo y el uso de variedades mejor adaptadas a sus condiciones. Estas prácticas buscan no solo mejorar la productividad, sino también fortalecer los entornos en los que viven y trabajan los productores. Teresa supervisa ensayos con tres tratamientos distribuidos al azar, asegurándose de que factores como la pendiente o la disponibilidad de agua no influyan en los resultados. “Lo que buscamos aquí es descubrir qué realmente les sirve a los productores, bajo sus propias condiciones”, explica Teresa, mientras recorre el terreno. Es un enfoque práctico y directo, donde la ciencia se aplica para resolver los problemas cotidianos de quienes dependen de la tierra para vivir.
Más que una técnica, Teresa es una hermana mayor para la comunidad. Con dedicación, enseña a calibrar mochilas aspersoras, seleccionar semillas o probar nuevas técnicas agrícolas. No lo hace desde la teoría, sino desde la práctica, al mostrar resultados que los productores pueden ver con sus propios ojos. “De la vista nace el amor,” dice convencida de que esa conexión visual transforma las dudas en confianza, y las ideas en acción.
Pero la labor de Teresa va más allá de los números y las parcelas. En un municipio donde la pobreza, el alcoholismo y la migración marcan la vida de muchas familias, ella entiende que su papel es también social. Por eso, además de utilizar fertilizantes comerciales, trabaja con los productores en la promoción de la agricultura de conservación y otras prácticas sostenibles regenerativas. “Queremos que, cuando nos vayamos, ellos se queden con herramientas propias, que no dependan de recursos externos,” comenta Teresa, mientras muestra el rastrojo que se incorporará como materia orgánica para mejorar la calidad del suelo.
Teresa Santos Cortés transforma el campo oaxaqueño desde la plataforma de investigación, combinando ciencia, tradición y comunidad para sembrar esperanza y fortalecer lazos.
Teresa Santos Cortés, técnica de la SEFADER, conversa con Virgia, productora local, sobre las mejores prácticas para el cuidado del maíz criollo en Santa Lucía Miahuatlán. (Foto: Sarah Martínez)
La plataforma también es un refugio para las mujeres. De los 238 productores participantes, 177 son mujeres que han encontrado en este espacio algo más que un lugar de aprendizaje; es decir, para ellas, la plataforma es un punto de encuentro para compartir conocimientos, convivir y soñar con mejores condiciones de vida. Teresa, consciente del rol crucial que juegan, fomenta su participación a través de actividades que conectan ciencia y cultura, como la lectura de cuentos. La leyenda del maíz, que habla de la lucha por conservar un bien invaluable, resuena especialmente en estas mujeres, quienes trabajan para proteger su semilla criolla, un legado de generaciones. “Aquí no solo evaluamos qué sirve y qué no. Aquí fortalecemos el tejido social, porque en comunidad es como realmente podemos crecer,” afirma Teresa con una sonrisa.
En cada visita, Teresa cruza arroyos, sube montañas y trabaja hombro a hombro, mano a mano, con los productores. Su compromiso va más allá de las palabras, ya que se traduce en sudor, esfuerzo y cercanía. Gracias a esa dedicación, ha ganado la confianza de la comunidad, al demostrar que el liderazgo más efectivo es el que se construye desde la humildad y la empatía.
Para Teresa, la plataforma es como una vela encendida en medio de la oscuridad. Cada productor que llega prende su propia luz sin apagar la de los demás. Esa luz se multiplica e ilumina parcelas, módulos y corazones. Al final, el camino se llena de pequeñas llamas que no solo alumbran, sino que inspiran.
Este esfuerzo no sería posible sin la colaboración entre la SEFADER y el CIMMYT, que trabajan juntos para impulsar y empoderar a productores, técnicos y formadores, y generar grandes impactos en sus comunidades. De forma cercana y comprometida, ambos organismos llevan esperanza a las personas que más lo necesitan, iluminando el camino hacia un futuro sostenible y lleno de oportunidades.
Raúl Rodrigo M. en su parcela de maíz en San Vicente Cumpich, Campeche (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Raúl Rodrigo M. en su parcela de maíz en San Vicente Cumpich, Campeche (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
En la comunidad de San Vicente Cumpich, Campeche, un productor ha adoptado la agricultura de conservación como una forma de mejorar la rentabilidad y la sostenibilidad de sus cultivos. Raúl Rodrigo M., un joven agricultor de tan solo 25 años, lleva a cabo prácticas novedosas que han cambiado su forma de trabajar la tierra con resultados favorables.
En los últimos cinco años, ha implementado el uso de prácticas sustentables, ya que ha dejado de quemar la tierra después de la cosecha como lo hacía su abuelo, y en su lugar, ha incorporado el rastrojo (restos de tallos y hojas que quedan en el campo después de la cosecha) al suelo para aprovechar sus nutrientes. Este pequeño cambio ha disminuido notablemente la necesidad de utilizar fertilizantes químicos: “Al no quemar el rastrojo, se ha conservado la materia orgánica en el suelo, lo que ha reducido mis costos en fertilizantes y he mejorado los rendimientos, incluso en tiempos de sequía”, señaló el productor.
Durante una temporada de una sequía severa, el joven productor obtuvo un rendimiento de 4 toneladas por hectárea, un resultado relevante en comparación con las cosechas de cultivos llevadas a cabo con prácticas tradicionales, además de considerar las difíciles condiciones derivadas del cambio climático.
Asimismo, ha trabajado con instituciones gubernamentales y centros de investigación, como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que le han brindado conocimientos sobre fertilizantes orgánicos y semillas resistentes a las nuevas condiciones climáticas. Estas colaboraciones han permitido la creación de parcelas de demostración (conocidas como vitrinas) donde se prueba con diferentes variedades de maíz. “Estamos probando unas nuevas semillas y estamos muy contentos con los primeros resultados”, afirmó.
Al momento de tratar de realizar estas prácticas, uno de los mayores retos que enfrentó fue la resistencia de su padre, quien durante años trabajó los cultivos de manera convencional . Sin embargo, al ver los resultados positivos en los rendimientos de este tipo de prácticas, su padre ha aceptado la incorporación de las innovaciones en sus parcelas. “Al principio fue difícil convencerlo, pero cuando vio los resultados, cambió de opinión. Ahora trabajamos juntos y aplicamos estas técnicas en todas nuestras parcelas”, relató orgulloso.
Además, Raúl se dedica a compartir su conocimiento con otros agricultores de su comunidad al instruirlos cuando le preguntan cómo hacer para la producción de mazorcas tan grandes. Por medio de la venta de insumos agrícolas promueve la adopción de este tipo de agricultura, ya que recomienda no quemar el rastrojo y reducir el uso de fertilizantes químicos. “La base de todo es la conservación del suelo. Si no cuidamos nuestra tierra, llegará un momento en que no podremos producir más”, advierte.
Para quienes todavía dudan en implementar estas prácticas sustentables, su mensaje es claro: “Empiecen poco a poco, prueben en un pequeño espacio y vean los resultados. El cambio es posible, y los beneficios son muchos”. Sin importar su edad, Raúl está decidido a seguir aprendiendo y a mejorar en la implementación de este tipo de prácticas. Su entusiasmo por el campo lo motiva a seguir innovando.
La agricultura de conservación le ha permitido fortalecer los vínculos familiares y con su tierra, además de mejorar su productividad. “Si algo te gusta, lo vas a hacer con pasión, esa es la clave”, concluye.
Aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en parcelas de investigación de CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en parcelas de investigación de CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
En el oriente del Estado de México, la plataforma de investigación Texcoco II, ubicada en la estación experimental El Batán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), destaca como un espacio fundamental de investigación y desarrollo para enfrentar los desafíos agrícolas locales. Desde su establecimiento en 1999, esta plataforma ha sido clave en la búsqueda de soluciones innovadoras que mejoren la productividad y la sostenibilidad de los cultivos en una región caracterizada por sus temporales irregulares y una fertilidad del suelo limitada.
El oriente del Estado de México, junto con zonas colindantes en Tlaxcala e Hidalgo, se distingue por su producción de maíz y otros granos básicos como cebada, trigo y alfalfa. Sin embargo, los bajos rendimientos agrícolas debido a la irregularidad de los temporales y la baja fertilidad del suelo representan desafíos significativos para los agricultores locales. Además, la ganadería extensiva complementa esta actividad agrícola en pequeñas parcelas, aprovechando los residuos de cosecha y pastizales naturales para la alimentación del ganado.
La plataforma Texcoco II se ha convertido en un campo de pruebas para diversas prácticas agronómicas destinadas a mejorar la productividad y la sostenibilidad local. Uno de los enfoques principales ha sido la adopción de la agricultura de conservación, destacando el uso de camas permanentes y la retención del rastrojo como métodos clave para conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura y reducir la erosión.
Desde su inicio, se han evaluado diferentes técnicas de labranza y manejo del rastrojo, como camas convencionales, camas permanentes angostas y anchas, etcétera. De acuerdo con los responsables de la plataforma, “de 2006 a 2019 el rendimiento promedio del maíz cultivado en camas permanentes angostas fue mayor donde se dejó todo el rastrojo en el terreno —siete toneladas por hectárea (t/ha) para maíz y cuatro para trigo— que donde se removió”, lo cual representa rendimientos superiores en comparación con las prácticas de labranza convencional que logran 5 y 3.1 t/ha, respectivamente.
Estos resultados han sido consistentes a través de los años, sumando evidencia de la enorme utilidad que tiene el aprovechamiento de los residuos de cosecha, o rastrojos, que regularmente son quemados o removidos en la agricultura convencional. Además, la retención total del rastrojo en las camas permanentes ha mostrado beneficios adicionales, como una mejor estructura del suelo y una tasa de infiltración de agua significativamente mayor (36.3 cm/h), en contraste con las camas sin rastrojo (12.4 cm/h).
Los resultados obtenidos en la plataforma Texcoco II no solo aportan soluciones para la agricultura local, sino que también tienen el potencial de influir en prácticas agrícolas a nivel global, especialmente en regiones con condiciones agroecológicas similares. La combinación de investigación rigurosa y colaboración multidisciplinaria con instituciones locales, universidades y organizaciones civiles es fundamental para ampliar el alcance y la aplicabilidad de estas innovaciones.
Así, la plataforma de investigación Texcoco II representa un ejemplo destacado de cómo la investigación aplicada puede abordar desafíos agrícolas complejos mediante soluciones innovadoras y sostenibles. Con un compromiso con la excelencia científica y el impacto positivo en las comunidades, CIMMYT y sus colaboradores continúan trabajando en la promoción de sistemas agrícolas resilientes y rentables en México y más allá.
Parcela de productor del bajío quien participa en Agriba Sustentable. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Parcela de productor del bajío quien participa en Agriba Sustentable. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable con muchos beneficios: «La agricultura de conservación es un enfoque en la producción agrícola que se centra en la conservación del suelo, el agua y la biodiversidad, así como en la reducción del uso de insumos químicos», explica el equipo técnico de Agriba Sustentable —una colaboración entre PepsiCo México, Grupo Trimex y CIMMYT—, el cual enfatiza en que este enfoque utiliza técnicas que maximizan el uso eficiente de los recursos naturales y minimizan el impacto ambiental.
En Irapuato, uno de los municipios de Guanajuato donde se desarrolla el proyecto, los productores han adoptado varias prácticas de agricultura de conservación, logrando una significativa reducción en los costos de producción. «Allí, las prácticas adoptadas por los productores han logrado disminuir los costos de producción hasta en 12 % solo en la preparación mecánica del suelo», puntualizan los técnicos del proyecto, agregando que ese ahorro se debe en gran parte a la reducción de la labranza y al mantenimiento de la cubierta del suelo.
La labranza reducida y el uso de cubiertas vegetales no solo disminuyen los costos de preparación del suelo, sino que también contribuyen a mantener los rendimientos al mismo nivel o incluso superiores al manejo convencional. «Al realizar labranza vertical en el fondo de la cama de siembra y mantener la cubierta vegetal del cultivo anterior se logra que la humedad del suelo se mantenga, previniendo que se presente estrés hídrico en el cultivo», mencionan.
Además de la reducción de costos, la agricultura de conservación ofrece varios beneficios adicionales:
Ahorro de tiempo y esfuerzo: Al no tener que preparar el suelo mediante el arado, se requiere menos trabajo y tiempo.
Ahorro de combustible: La mínima labranza reduce el consumo de combustible y la emisión de gases contaminantes.
Mayor conservación del suelo: Ayuda a mantener la estructura del suelo y a prevenir la erosión, mejorando también la vida del suelo al promover la actividad de microorganismos beneficiosos y la retención de humedad.
Mayor rendimiento: Se logran rendimientos más altos que con la siembra tradicional, debido a que el suelo se mantiene más húmedo y se reduce el crecimiento de malezas.
La agricultura de conservación no solo es económicamente ventajosa, sino que también es ambientalmente sostenible. Estas prácticas ayudan a preservar los recursos naturales y a reducir el impacto ambiental de la agricultura. Mantener la estructura del suelo y prevenir la erosión son fundamentales para la sostenibilidad a largo plazo.
A pesar de sus numerosos beneficios, la agricultura de conservación también presenta desafíos, como la necesidad de un mayor conocimiento y habilidades por parte de los agricultores. Por ello, «el equipo técnico de Agriba se enfoca en capacitar y asesorar a los productores de la región Bajío que estén dispuestos a colaborar y contribuir a la adopción de prácticas sostenibles».
Con el apoyo de PepsiCo México, Grupo Trimex y CIMMYT, los agricultores del Bajío están aprendiendo a implementar prácticas que no solo reducen los costos y mejoran los rendimientos, sino que también protegen el medioambiente. Esta combinación de beneficios económicos y ambientales hace de la agricultura de conservación una opción atractiva y viable para el futuro de la agricultura en México.
Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
En Ocozocoautla, Chiapas, una familia campesina ha logrado un cambio notable en su forma de vida, convirtiendo la agricultura sustentable en un negocio próspero y sostenible. Los Abadías, quienes residen en Espinal de Morelos, compartieron su historia de éxito, marcada por la colaboración con CIMMYT y la iniciativa Agrilac Resiliente del CGIAR.
«Con las capacitaciones hemos hecho de la agricultura un negocio«, afirma la familia Abadías cuyo relato inicia en 2012, cuando un ingeniero de CIMMYT les propuso implementar un módulo de agricultura de conservación en su parcela. Este enfoque innovador les permitió mejorar sus cosechas y demostrar los beneficios a otros agricultores en eventos demostrativos.
La historia de los Abadías es un ejemplo de cómo iniciativas como Agrilac Resiliente, del CGIAR, pueden impactar positivamente en el campo. Este proyecto, por ejemplo, tiene como objetivo principal aumentar la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Busca responder a necesidades urgentes como la seguridad alimentaria, la reducción de riesgos climáticos y la estabilización de comunidades vulnerables.
“Somos una familia campesina que se dedicaba a la maquila (servicio de maquinaria). Luego de que establecimos el módulo hubo buenos resultados y organizamos algunos eventos demostrativos. A raíz de dichos eventos, a las personas a las que les maquilábamos les gustaron los resultados con agricultura sustentable y nos pidieron que hiciéramos el mismo trabajo en sus parcelas”, relatan los Abadías.
La implementación del módulo de agricultura de conservación marcó el comienzo de una serie de transformaciones. El éxito obtenido atrajo la atención de otros agricultores, generando una creciente demanda por los servicios de los Abadías. Para satisfacer esta demanda, invitaron a sus primos a unirse al proyecto, optimizando así las labores agrícolas y ampliando su capacidad de servicio.
«Vimos que la tecnología daba resultados», mencionan. Este impulso los llevó a rentar parcelas adicionales para aumentar su producción y adquirir una trilladora, diversificando sus servicios. Sin embargo, la comercialización era un desafío pendiente.
Con determinación, los Abadías buscaron alianzas con empresas locales, estableciendo convenios de compra-venta que garantizaron la salida de sus productos al mercado. La adquisición de un camión de transporte les permitió superar la última barrera logística, facilitando el traslado eficiente de sus cosechas.
La colaboración con CIMMYT y la participación en capacitaciones técnicas y organizativas de EDUCAMPO fueron fundamentales en este proceso. Estas instituciones no solo brindaron conocimientos prácticos, sino que también fortalecieron el espíritu empresarial de la familia Abadía.
“Gracias a ellos porque nos hicieron cambiar la forma de pensar, nos capacitaron, nos vincularon con otras instituciones y nos unieron como familia. Ahora participan nuestros hijos (incluso dos están estudiando agronomía), nuestras esposas en la administración y en el acopio de grano. Ahora vemos a la agricultura como negocio, y nuestra visión es ser empresarios. Hoy en día, somos una Sociedad de Producción Rural consolidada».
El legado de los Abadías va más allá de los logros económicos. Hoy son un ejemplo inspirador de cómo la colaboración, la capacitación y la visión empresarial pueden hacer de la agricultura sustentable un negocio exitoso.
Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación, en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación, en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)
Sonora es un estado estratégico para la agricultura de México. Su aportación al valor de la producción lo posiciona en el cuarto lugar en el ranking nacional (SIAP, 2023), destacando por su producción de uva, espárrago y, sobre todo, de trigo, cultivo del que cosechó un poco más de dos millones de toneladas en 2023.
Con una agricultura de alta productividad, donde casi la totalidad de los cultivos se desarrollan mediante riego, Sonora enfrenta desafíos notables: cerca del 74% de las unidades de producción, por ejemplo, manifiesta que su principal problema son los costos de insumos y servicios.
Para brindar alternativas que permitan a los productores sonorenses disminuir sus costos de producción siendo además sustentables, el Hub Pacífico Norte de CIMMYT integró y publicó recientemente un Menú Tecnológico Sustentable para Sonora, mismo que recopila las prácticas y tecnologías validadas luego de varios años de investigación. Para Sonora, la agricultura de conservación destaca por sus notables beneficios.
“La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable basado en tres componentes: la mínima labranza, la cobertura permanente del suelo y la diversificación de cultivos. En la plataforma estos tres componentes se implementaron con camas permanentes, cobertura permanente del suelo usando el rastrojo del cultivo anterior y con la rotación trigo-cártamo”, señalan los responsables de la plataforma de investigación Navojoa.
“Comparando los resultados desde 2011 hasta 2019, tanto de la agricultura de conservación como del sistema convencional de labranza local —incorporar el rastrojo y monocultivo de trigo—, se observó que el sistema convencional tiene un rendimiento promedio de trigo de 6.2 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con agricultura de conservación este es de 7 t/ha, lo que representa un incremento promedio de 0.8 t/ha con el sistema sustentable”, enfatizan los responsables de la plataforma de Navojoa.
Esta misma comparación se hizo en la plataforma Cajeme II, utilizando datos desde 2014 y hasta 2021. “La agricultura de conservación —combinación de rotación trigo-cártamo, camas permanentes, dejar todos los residuos— rindió en promedio 1.3 t/ha más que el sistema convencional, que consiste en monocultivo de trigo, camas con labranza convencional, y remover residuos”, mencionaron los investigadores de esta plataforma.
La experiencia en Sonora con la agricultura de conservación subraya la importancia de adoptar enfoques innovadores y sostenibles en la producción agrícola. Al combinar tecnología, investigación y prácticas responsables, los agricultores de la región pueden no solo enfrentar los desafíos actuales, como los altos costos de producción, sino también establecer bases sólidas para un desarrollo agrícola más equitativo y resiliente en el largo plazo.
Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)
Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)
Los recursos de la Madre Tierra —término que hace referencia a la interdependencia existente entre todos los seres vivos (incluyendo a los seres humanos) y el planeta— se están agotando rápidamente por diversas acciones del hombre. La agricultura sustentable es una alternativa que aporta mucho para reestablecer el equilibrio natural que cada vez parece más lejano.
La agricultura ocupa el 36.8% de la superficie en el mundo (Banco Mundial, 2021) y se estima que, debido a prácticas inadecuadas, en la región de América Latina y el Caribe produce 26.7% de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático (Cepal, 2020). Sus efectos en el medioambiente incluyen la contaminación del agua, aire y suelo del planeta, por lo que es urgente transitar hacia una agricultura más sustentable que permita restaurar la Tierra.
Los rastrojos, que son los residuos agrícolas que normalmente se usan como forraje o se queman para “limpiar” la zona de cultivo, podrían convertirse en el catalizador de acciones en favor de la Madre Tierra, y es que dejar el suelo desnudo no es una buena idea y el CIMMYT explica por qué.
Con casi seis décadas de investigación científica, el CIMMYT ha estudiado las prácticas más adecuadas para la conservación de los recursos. Desde 1992 ha investigado el efecto de las quemas agrícolas, documentando ampliamente los beneficios de dejar el rastrojo sobre el suelo: ayuda a conservar la humedad, protege de la erosión, mejora la estructura del suelo e incrementa la cantidad de materia orgánica, entre muchos otros beneficios.
¿Cómo puede el rastrojo, considerado muchas veces basura, ayudar a cuidar a la Madre Tierra? Para iniciar, al aprovecharlo para nutrir el suelo se evita que su combustión genere CO2 —uno de los principales gases de efecto invernadero— y otros gases contaminantes, pero también se evita que el suelo pierda importantes funciones ambientales, como equilibrar el clima, repartir las lluvias y capturar CO2. Además, el manejo de los rastrojos y la mínima labranza mejoran la calidad del suelo y requieren un menor número de pasos de maquinaria, lo que redunda en menos emisiones de gases contaminantes.
Con la participación de gobiernos, empresas, universidades y sociedad civil, el CIMMYT ha impulsado campañas en diversos puntos del país para evitar las quemas agrícolas y fomentar el aprovechamiento del rastrojo.
Dejar el rastrojo sobre el suelo ha permitido que muchos agricultores mejoren su producción, restauren la funcionalidad de sus suelos y optimicen su consumo de agua. Los beneficios de esta pequeña acción, sin embargo, pueden ser potencializados cuando se combinan con otras prácticas sustentables o cuando se integran a sistemas de producción como la agricultura de conservación, que además de la cobertura del suelo tiene a la diversificación de cultivos y la mínima labranza como componentes básicos.
Este Día de la Madre Tierra te invitamos a conocer historias sobre cómo estos infravalorados residuos agrícolas pueden hacer la diferencia en un mundo más cálido y seco. CIMMYT, a través de iniciativas como AgriLAC Resiliente y Excelencia en Agronomía —entre otros proyectos innovadores con distintos colaboradores—, promueve el aprovechamiento de los rastrojos por ser una de las prácticas con sólida evidencia científica para mejorar la salud de los suelos:
El Niño, la sequía y el rastrojo: El fenómeno de El Niño se está presentando en México y Centroamérica con sequías severas. Prácticas de agricultura de conservación, como la cobertura del suelo con rastrojo, ofrecen una vía para que los agricultores de la región no pierdan sus cultivos.
El rastrojo hace la diferencia:Conservar los rastrojos sobre la superficie de las parcelas aporta muchos beneficios, y por eso esta práctica es uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.
La importancia del rastrojo en tu parcela: Ante el aumento del costo de fertilizantes el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo permite reducir la dependencia de la fertilización inorgánica.
Riego eficiente, fundamental para no sobreexplotar acuíferos: En las zonas áridas y semiáridas de México el agua subterránea es clave para la agricultura. A través del proyecto Aguas Firmes se promueve la optimización de los sistemas de riego y el tránsito a sistemas de producción sustentables para cuidar este valioso recurso.
Soluciones ambientales desde la agricultura: Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT que está impactando positivamente en la producción de trigo del Bajío mexicano mediante prácticas que suman al cuidado del medioambiente.
Productor de cebada participante en el proyecto Cultivando un México Mejor. (Foto: CIMMYT)
Productor de cebada participante en el proyecto Cultivando un México Mejor. (Foto: CIMMYT)
“La agricultura de conservación y el manejo eficiente del agua pueden ayudar a los productores agrícolas a reducir su consumo de agua. Estas prácticas se están implementando en parcelas de productores del Bajío con el apoyo del proyecto Cultivando un México Mejor, que impulsan HEINEKEN México y CIMMYT”, comenta el equipo técnico de este proyecto en Guanajuato.
La agricultura de conservación es un conjunto de prácticas que ayudan a conservar el suelo y el agua. “Estas prácticas incluyen el uso de coberturas vegetales, la rotación de cultivos y la labranza mínima. Las coberturas vegetales ayudan a proteger el suelo de la erosión y a retener la humedad. La rotación de cultivos ayuda a mantener la fertilidad del suelo. La labranza mínima ayuda a conservar la estructura del suelo y a reducir la pérdida de agua”, detallan.
Por su parte, “el manejo eficiente del agua es un conjunto de prácticas que ayudan a utilizar este recurso de mejor manera; incluyen la medición del consumo de agua, la optimización de los sistemas de riego y la selección de cultivos adecuados para las condiciones climáticas”.
Cultivando un México Mejor es una iniciativa diseñada para garantizar la gestión sostenible del agua en el cultivo de cebada, donde “la medición del consumo de agua ayuda a identificar las áreas donde se puede mejorar la eficiencia y la optimización de los sistemas de riego ayuda a asegurar que el agua se aplique de manera uniforme y eficiente”.
El proyecto conjunto de HEINEKEN México y CIMMYT contempla un importante trabajo de capacitación dirigido a los productores. Al respecto, la coordinación de uso eficiente del agua del Hub Bajío de CIMMYT comenta: “los productores están aprendiendo sobre la importancia de cuidar el agua y cómo optimizar sus sistemas de riego. El acompañamiento de los técnicos está siendo muy valioso para ellos, ya que les está brindando las herramientas y conocimientos necesarios para implementar estas prácticas de manera exitosa en sus parcelas”.
“Estas prácticas son importantes para la sostenibilidad de la agricultura en el Bajío. El agua es un recurso limitado, y es importante que los productores agrícolas encuentren formas de usarla de manera más eficiente. La agricultura de conservación y el manejo eficiente del agua son dos prácticas que pueden ayudar a los productores agrícolas a reducir su consumo de agua y proteger este recurso vital”, concluye el Hub Bajío de CIMMYT.
Manejo de residuos en cultivo de trigo. (Foto: CIMMYT)
Manejo de residuos en cultivo de trigo. (Foto: CIMMYT)
La agricultura sustentable se ha convertido en un imperativo global para garantizar la seguridad alimentaria y preservar el medioambiente. En este contexto, el manejo adecuado de los rastrojos, los residuos de cosecha que suelen ser pasados por alto, desempeña un papel crucial en la promoción de prácticas agrícolas respetuosas con el entorno.
Los rastrojos o socas son los residuos de cultivos que quedan en el campo después de la cosecha. Estos pueden incluir tallos, hojas y otros restos vegetales. Aunque la quema de rastrojos ha sido una práctica común, esta contribuye al cambio climático y afecta negativamente a los organismos microscópicos en el suelo. Esto es relevante porque la vida microscópica, incluyendo bacterias y hongos, desempeña un papel crucial en la degradación de la materia orgánica y en los ciclos de elementos esenciales para la fertilidad del suelo.
En este sentido, conservar los rastrojos ayuda a mantener la vida microbiana del suelo y contribuye a mejorar su estructura física: por un lado, dejar los rastrojos en la superficie del suelo actúa como una barrera natural que previene la erosión. Esto es fundamental para mantener la salud del suelo y la sostenibilidad a largo plazo de la tierra de cultivo. Además, durante la descomposición de los rastrojos se liberan nutrientes esenciales en el suelo, como nitrógeno, fósforo, potasio y calcio, reduciendo así la dependencia de fertilizantes inorgánicos.
Aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo no solo reduce el impacto ambiental de las quemas agrícolas, sino que también tiene un valor económico, por lo que esta práctica es una alternativa viable y rentable que ayuda a mejorar la fertilidad y la productividad del suelo.
En Sonora, en la plataforma de investigación Cajeme I, por ejemplo, se ha investigado el uso de residuos como cobertura en camas permanentes desde el año 2006, confirmándose que “los rendimientos de camas permanentes con retención total o parcial de rastrojo tienen mayor valor —promedio de 7.4 toneladas por hectárea (t/ha)— que cuando el rastrojo es quemado o incorporado con la labranza, esto lo vemos en rotación con cultivo de maíz en verano”, señalan los responsables de la plataforma.
“Por su parte, en la plataforma Cajeme II la siembra en camas permanentes con cobertura con rastrojo ha tenido, desde el ciclo otoño-invierno 2014-15, un mayor rendimiento que las camas permanentes sin cobertura, con una diferencia promedio de 0.3 t/ha”, apuntan los investigadores de esta plataforma.
Evidencia como la generada en estas plataformas sonorenses confirman entonces la pertinencia de aprovechar los rastrojos. Por esta razón, este enfoque para el manejo de residuos forma parte del Menú de tecnologías validadas – Trigo de riego en Sonora. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.