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¿Por qué optar por prácticas innovadoras en agricultura?

Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)

Hace más de tres décadas (desde 1991) que en esta plataforma de investigación se evalúa el efecto del tipo de labranza, manejo de rastrojo y rotación de cultivos en condiciones de temporal. Específicamente “el sistema convencional de barbecho, monocultivo de maíz y remoción de rastrojo se compara con prácticas innovadoras como cero labranza, camas permanentes, retención de rastrojo y rotación con trigo, frijol o cebada con chícharo forrajero”, mencionan los responsables de la plataforma de investigación Texcoco I, en el estado de México.

Hacer este tipo de evaluaciones es importante en un contexto donde la adopción de prácticas agrícolas sustentables sigue siendo baja y los desafíos que el cambio climático y diversos fenómenos socioeconómicos imponen a la producción global de alimentos van en aumento.

“Con una sequía inicial en mayo, junio y la primera quincena de julio que redujo el desarrollo de los cultivos, más una granizada que dañó al maíz a mediados de julio”, señalan los investigadores, es importante identificar los sistemas de producción más resilientes, es decir, aquellos que le permitan a los agricultores locales minimizar los daños por los distintos eventos climatológicos adversos.

La agricultura convencional de la zona, basada en un movimiento continuo y excesivo del suelo, así como en la remoción de los rastrojos, ya no es una opción: en el ciclo primavera-verano los rendimientos promedio del maíz con este tipo de labranza fueron de tan solo 3.8 toneladas por hectárea (t/ha). En contraste, aquellas parcelas donde se han aplicado una o varias prácticas de agricultura de conservación, o sus combinaciones, reportaron desde las 6.2 t/ha —rotación con trigo—, hasta las 7.6 t/ha —cero labranza o camas permanentes con rotación y suficiente rastrojo en la superficie—.

Con respecto al cultivo de trigo, con labranza convencional sus rendimientos fueron menores, contrario a los rendimientos obtenidos con cero labranza, donde el rendimiento fue más alto con alguna rotación y dejando todo o de manera parcial el rastrojo. Así, “con rotación de cultivo en cero labranza, el rendimiento es menor donde se remueve el rastrojo (1.6 t/ha) que cuando se deja todo sobre la parcela (5.2 t/ha) o de manera parcial (promedio de 4.6 t/ha)”, puntualizan los investigadores.

La plataforma de investigación Texcoco I forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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De la vista nace la sustentabilidad

Presentación del proyecto Agriba Sustentable en La Piedad, Michoacán, México. (Foto: Arturo Ortiz)
Presentación del proyecto Agriba Sustentable en La Piedad, Michoacán, México. (Foto: Arturo Ortíz)

“Ahora que miré cómo le hicieron ya voy a saber cómo hacerlo yo en mi parcela, porque no solo es por el ahorro económico, es la recuperación del suelo de las parcelas si no, ¿qué le vamos a dejar a las próximas generaciones a las que les tocará alimentar al mundo en el futuro?”, comenta Martín, productor de trigo de la comunidad de Cárdenas, en Salamanca, Guanajuato.

Como Martín, otros productores de trigo del Bajío mexicano han conocido e implementado la agricultura de conservación a partir de su asistencia a recorridos por las parcelas de otros productores que ya han adoptado ese sistema de producción sostenible en el marco del proyecto Agriba Sustentable, impulsado por PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Estos recorridos por las parcelas donde ya se han adoptado innovaciones sustentables son clave para que otros productores no solo conozcan las prácticas y estrategias promovidas por el proyecto, sino que puedan interactuar con ellas y conocer de viva voz la experiencia de los productores que ya realizan agricultura sustentable”, menciona Humberto Olvera, quien forma parte del equipo que brinda acompañamiento técnico a los productores participantes.

Gracias a estrategias como los recorridos por parcelas, y otras acciones de difusión, durante el primer año del proyecto Agriba Sustentable en la región del Bajío mexicano se benefició a 202 productores, impactando en más de dos mil hectáreas en las cuales se implementaron prácticas sustentables basadas en la agricultura de conservación, un sistema enfocado a la conservación del suelo, el uso eficiente del agua y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

La agricultura de conservación tiene como componentes tres prácticas básicas: no mover el suelo o moverlo lo menos posible —esto favorece su estructura—, cubrirlo con rastrojos —así se protege al suelo de la erosión y se le aporta materia orgánica—, y diversificar los cultivos —esto ayuda a romper ciclos de plagas y enfermedades, además de favorecer una diversificación productiva o comercial—.

Ahora que miré el trigo entre el rastrojo se ve mejor que antes”, manifiesta Candelario, otro productor que está implementando tecnologías innovadoras en sus parcelas, mismas que conoció recorriendo parcelas como la de Marcelino (La Piedad, Michoacán), la cual “tiene más de 10 ciclos ininterrumpidos en el sistema de agricultura de conservación, incluyendo veza (Vicia sativa) como cultivo de servicio en los tres ciclos recientes, dando como resultado una tonelada más de grano en la zona del cultivo de la veza”, puntualiza Arturo Ortiz, también del equipo técnico de Agriba.

Agricultura de conservación, curvas de nivel, fertilidad integral, manejo agroecológico de plagas, son algunas de las tecnologías y prácticas sustentables que los productores pueden conocer durante los recorridos.

“En el recorrido de La Piedad visitamos la parcela de Jesús, la cual está en el primer ciclo bajo el sistema de agricultura de conservación, pero en comparación con el resto de las parcelas del productor donde hace un manejo convencional —se retira el rastrojo y hay movimiento continuo del suelo—, se nota un desarrollo óptimo del cultivo. También visitamos las parcelas de otros productores, como la de Ignacio, quien ha mejorado notablemente sus suelos, ya que en su zona hay problemas de sodicidad, suelos delgados y degradados. De hecho, en su parcela había zonas donde no se desarrollaban los cultivos y ahora ni se notan”, comenta Arturo Ortiz.

Así, de la misma voz de los productores participantes, Agriba Sustentable es un proyecto que impacta positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano, para quienes la adopción de prácticas y tecnologías sustentables propuestas representa además la posibilidad de integrarse a una cadena de valor sostenible, rentable y resiliente ante los efectos del cambio climático y las coyunturas socioeconómicas que impactan a los sistemas agroalimentarios en todo el mundo.

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Glomalina, un bioindicador del efecto de la agricultura de conservación sobre la calidad del suelo

Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La materia orgánica tiene un papel fundamental en la calidad y la salud del suelo. Los niveles de carbono, la presencia de ácidos húmicos —sustancias que resultan de la descomposición de la materia orgánica y favorecen el crecimiento de las plantas—, y la glomalina, por ejemplo, son algunos indicadores del estado de los suelos que están relacionados con la presencia de materia orgánica.

La glomalina, específicamente, es una proteína implicada en la simbiosis entre las plantas y algunos hongos benéficos. La glomalina tiene efectos positivos sobre las propiedades físicas y químicas de los suelos, ya que esta sustancia pegajosa favorece la formación de conglomerados o agregados, una etapa fundamental en la creación del suelo.

El contenido de glomalina es un bioindicador del mejoramiento en la calidad del suelo que promueve la agricultura de conservación”, señalan los investigadores responsables de la plataforma de investigación Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí, donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Para evaluar el efecto de la agricultura de conservación en el contenido de glomalina en el suelo, los investigadores evaluaron siete tratamientos: barbecho más rastra, rastra, multiarado, labranza cero sin rastrojos, labranza cero con 33 % de rastrojo como cobertura, labranza cero con 66 % de rastrojo como cobertura y labranza cero con la totalidad de los rastrojos como cobertura del suelo.

El efecto acumulado de 25 años continuos con agricultura de conservación permitió incrementar en un 34 % la glomalina total con respecto al barbecho más rastra —práctica convencional que prevalece en la zona—. Al incrementarse la glomalina, se mejoró la estructura del suelo y se facilitó un mejor desarrollo de la raíz del cultivo para lograr rendimientos de maíz superiores a las 10 toneladas por hectárea contra 6.5 toneladas por hectárea que se obtuvieron con el método tradicional de barbecho más rastra”, puntualizan los responsables de la plataforma.

El incremento de la glomalina como resultado de los efectos acumulados de la agricultura de conservación es relevante porque, además de lo descrito, esta proteína está asociada al almacenamiento de carbono en el suelo. De hecho, existen programas de investigación que la estudian como una opción para indicar la cantidad del elemento en programas de comercio de créditos de carbono.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Soledad de Graciano Sánchez— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Alternativas para una agricultura sustentable en el Valle del Mezquital

Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)

El Valle del Mezquital es considerado el granero de Hidalgo. A pesar de ser una zona árida tiene una importante producción agrícola debido a la presencia de canales de riego de aguas residuales provenientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.

En esta región alrededor de 60% de la población —con notable presencia de la comunidad otomí— se dedica a la agricultura. Los productores, sin embargo, enfrentan numerosos problemas, como la poca rentabilidad, la pérdida de la calidad de los suelos y la consecuente disminución del tonelaje de producción.

“La agricultura en el Valle del Mezquital se basa en la labranza convencional donde se utiliza una cantidad excesiva de maquinaria debido a la escasez de mano de obra en la región. Esto ha provocado la compactación de los suelos y el incremento en los costos de producción por hectárea cultivada”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Francisco I. Madero, en el estado mexicano de Hidalgo, donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Además de la compactación del suelo, el riego en la zona es por inundación —una de las formas de riego donde más agua se desaprovecha— y se utilizan aguas residuales provenientes del Valle de México —lo cual implica riesgos sanitarios potenciales—, así que se unen varios efectos adversos que hacen necesario impulsar una agricultura sustentable para mantener o incrementar el rendimiento, generar el bienestar en la región y conservar los recursos naturales”, enfatizan los responsables de la plataforma.

Para brindar alternativas a los productores a fin de que adopten las prácticas sustentables más adecuadas para sus sistemas productivos, en la plataforma se validan distintas tecnologías. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el efecto de la rotación de los cultivos, la práctica de labranza y el manejo del rastrojo.

En el año 2021 el tratamiento que reportó el mayor rendimiento de maíz —16.6 toneladas por hectárea (t/ha)— fue el de la rotación de maíz en primavera-verano y avena en otoño-invierno, con cero labranza y dejando la totalidad de rastrojos sobre la superficie como cobertura; el tratamiento con el menor rendimiento (14 t/ha) fue el de maíz en primavera-verano y un cultivo de cobertura en otoño-invierno, con labranza convencional y removiendo todos los rastrojos.

En el año 2022 los resultados fueron similares, observándose que el tratamiento con la rotación de maíz-avena con cero labranza y cobertura del suelo con rastrojos tuvo un rendimiento de alrededor de dos toneladas por hectárea superior al del tratamiento de maíz con cultivo de cobertura, labranza convencional y sin rastrojos —21.1 y 18.8 t/ha, respectivamente—.

Con estos resultados, los responsables de la plataforma señalan que “la implementación de la agricultura de conservación permite incrementar y mantener el rendimiento del maíz. Dejar los cultivos de cobertura sobre el suelo permite que año con año el rendimiento se mantenga”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Francisco I. Madero— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Cultivos alternativos para mejorar la fertilidad de los suelos

Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)
Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)

La Meseta Comiteca es una región en el estado mexicano de Chiapas que destaca por su diversidad cultural y riqueza natural —allí se encuentra, por ejemplo, la Reserva de la Biosfera Lagunas de Montebello—. En esta región, la agricultura se desarrolla en condiciones de temporal, siendo el maíz y el frijol los cultivos principales cuyos esquilmos o rastrojos suelen quemarse o removerse total o parcialmente, o bien, sirven de alimento para ganado. 

Además de la poca diversidad de cultivos —el maíz y el frijol se establecen regularmente como unicultivos o intercalados—, el hecho de quemar o remover los residuos de cosecha contribuye a la disminución de contenido de la materia orgánica del suelo y, a largo plazo, repercute en la disminución de la fertilidad y la productividad. De hecho, este agotamiento de los suelos constituye actualmente una de las limitantes para la agricultura de la región. 

Para ofrecer soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Comitán —donde colabora el Instituto Tecnológico de Comitán y el CIMMYT— se evalúan diversos sistemas de producción y tecnologías agrícolas. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el aporte de biomasa seca (residuos de cosecha) de distintos cultivos alternativos a fin de identificar aquellos que representen opciones viables para incrementar el contenido de materia orgánica de las parcelas de forma natural.  

Los cultivos establecidos fueron dólicos, chícharo gandul rojo, chícharo gandul negro, girasol, grasss pea, garbanzo y veza. Durante el ciclo agrícola, las condiciones de precipitación que se presentaron en la región afectaron negativamente el crecimiento y desarrollo de las plantas, lo que se manifestó en bajos rendimientos de grano y de biomasa. No obstante, uno de los cultivos que sobresalió en producción de biomasa seca bajo las condiciones prevalecientes fueron los dólicos”, señalan los responsables de la plataforma.  

Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.  

De acuerdo con los resultados del ensayo, para la región el girasol también es una opción viable, seguido del chícharo gandul. No obstante, mencionan los investigadores, aún es necesario continuar con las evaluaciones de cultivos alternativos para la región.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. 

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La apropiación social de la ciencia en las plataformas de investigación agrícola

Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)
Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)

La agricultura en el municipio de Molcaxac, en el estado mexicano de Puebla, se caracteriza por la prevalencia de prácticas convencionales —principalmente una labranza excesiva— bajo condiciones de temporal en suelos con un alto índice de degradación. Como consecuencia, los productores de la zona obtienen bajos rendimientos.

Para brindar soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Molcaxac se buscan las mejores prácticas agrícolas para hacer frente a los efectos de la constante degradación del suelo. En esta plataforma, que cuenta con más de una década de promover sistemas sustentables, colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“En el ciclo primavera-verano 2021 se desarrolló un experimento bajo condiciones de temporal en el que se evaluó el efecto de la agricultura de conservación en comparación con la labranza convencional. Los 10 tratamientos establecidos incluyeron distintas combinaciones de estos sistemas: camas permanentes o labranza, cobertura del suelo o remoción del rastrojo, monocultivo de maíz o rotación con leguminosas, etcétera”, comentan los responsables de la plataforma.

“A pesar de las condiciones climáticas adversas, los tratamientos bajo agricultura de conservación mostraron los mejores resultados. El tratamiento bajo agricultura de conservación —camas permanentes, rotación de maíz criollo-frijol y cobertura del suelo con rastrojo—, en particular, mostró el rendimiento de maíz más alto en comparación con el tratamiento bajo labranza convencional en monocultivo”, puntualizan los investigadores.

Ensayos como el descrito confirman que la agricultura de conservación permite mejorar los rendimientos y hacer frente a los efectos del cambio climático en la producción de maíz. Además, reafirman el importante papel de las plataformas de investigación para brindar soluciones a las problemáticas de los productores locales.

Además de desarrollar y validar prácticas útiles que contribuyen a la solución de los problemas que los productores plantean, esta plataforma de investigación ha permitido desarrollar capacidades entre los jóvenes estudiantes de las carreras técnicas de Agricultura Sustentable y Producción Industrial de Alimentos que se imparten en el CBTA 305. Así, la plataforma impacta positivamente en la formación de los alumnos quienes contribuyen a difundir entre los productores locales (a veces sus propias familias) prácticas agrícolas sustentables e innovadoras.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Reducir costos sin sacrificar productividad

Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

“La plataforma de investigación Ahome tiene diez años trabajando en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Nuestro objetivo es desarrollar, validar y promover sistemas sustentables con base en agricultura de conservación, con la finalidad de mejorar la productividad, la sustentabilidad y la rentabilidad de la agricultura de la zona a través de un buen manejo del suelo, agua y de los recursos naturales”, comenta Diego de Jesús Herrera Eguino, de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS), quien es responsable de dicha plataforma de investigación.

En esta plataforma, que surgió de la apuesta de los agricultores sinaloenses por la ciencia aplicada al campo, se evalúan diversas prácticas sustentables con el fin de identificar aquellas que permitan disminuir los costos sin reducir la productividad. Durante el ciclo otoño-invierno 2021-2022, por ejemplo, se establecieron ensayos para comparar agricultura de conservación y labranza convencional, validar un programa de riego en tiempo real, observar el efecto de la liberación de controladores biológicos de plagas (Trichogramma pretiosum, Crisoperla carnea y Coleomegilla maculata), optimizar la fertilización nitrogenada mediante uso del sensor GreenSeeker®, entre otros.

“En el comparativo por tipo de labranza se obtuvo un rendimiento de 18.4 toneladas por hectárea con labranza convencional y 18 toneladas por hectárea con agricultura de conservación. Aunque se observa una diferencia en favor de la labranza convencional, la mayor rentabilidad la obtenemos con la agricultura de conservación por el ahorro en costos en la preparación del suelo, principalmente. Además, el rendimiento es muy similar”, señala Diego.

Con una diferencia de más de 3 mil pesos por hectárea (3,443 MXN) y un menor impacto ambiental, el tratamiento con agricultura de conservación aporta evidencia de la viabilidad de este sistema de producción: “a través de varios ciclos agrícolas la plataforma ha demostrado las ventajas del manejo sustentable en el cultivo de maíz mediante la agricultura de conservación, sistema que nos permite reducir costos sin sacrificar productividad y, además, aplicando un manejo eficiente y racional de insumos y tecnologías en favor del medioambiente”, concluye el responsable de la plataforma.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Avena y ebo, una alternativa que brinda servicios al medioambiente

Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)
Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)

En las áreas de riego de Guanajuato, México, se demanda gran cantidad de forraje, particularmente durante el ciclo otoño-invierno. La alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros por excelencia en esta zona —se siembran un poco más de 44 mil hectáreas de alfalfa y cerca de nueve mil de avena (SIAP, 2021)—; no obstante, la alfalfa es perenne —su ciclo es muy largo, pudiendo crecer durante todo el año—, demanda gran cantidad de agua y reduce su producción en otoño-invierno. La avena, por su parte, a pesar de ser buena alternativa forrajera, es más nutritiva para los animales al mezclarse con ebo.

Ante este panorama en que se requieren alternativas de cultivo que puedan rotarse con el maíz y el sorgo producidos en primavera-verano, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cultivaron avena y ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación a fin de validar si dicho cultivo es una opción viable para la producción de forraje en el contexto de la zona.

Con camas anchas permanentes y el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie, la investigación se desarrolló durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato.

“Cuando el ebo llegó a floración y la avena a llenado de grano se realizó un corte a cuatro centímetros del suelo para inducir el rebrote de estos cultivos. Después del primer corte el rebrote de avena-ebo se utilizó como cultivo de cobertura y la siembra del maíz se realizó sobre el 100 % de dicho rebrote. Todos los datos sobre costos de producción, rentabilidad, producción de forraje y los asociados a los servicios ecosistémicos fueron registrados en una bitácora”, señalan los responsables de la plataforma de investigación.

“El costo total de producción hasta el empacado fue de cerca de 22 mil pesos (22 153 MXN), donde la fertilización y la cosecha corresponden al 42 y 25 %, respectivamente. Con respecto a la producción de forraje, el rendimiento de materia de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad fue de un poco más de 13 mil kilogramos por hectárea (13 089 kg/ha), lo cual, al empacarse en pacas de 40 kilogramos en promedio, resultó en 327 pacas por hectárea”.

Para los productores, la venta de las pacas significaría un beneficio económico, pero más allá de este, “el rebrote de avena-ebo contribuye a lograr la cobertura del suelo, lo cual impide la erosión y la emergencia de malezas. Además, al ser una leguminosa, el ebo ayuda a la fijación de nitrógeno, por lo que para el siguiente ciclo es posible obtener un mayor rendimiento de maíz”.

Cabe mencionar que en el ciclo primavera-verano 2019, en la misma plataforma, se sembró maíz sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo, entonces el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó 16 % el rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional (15.13 t/ha) y en 1,6 % al tratamiento con agricultura de conservación donde no se realizó la práctica de sembrar sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo.

Por lo anterior, los investigadores de la plataforma concluyen que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje, siendo una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. “De igual manera, la siembra de avena-ebo es una alternativa de cultivo de servicio que sirve como cobertura del suelo, impide la emergencia de maleza y contribuye a la fijación de nitrógeno atmosférico”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Ante el cambio climático apuestan por agricultura de conservación

Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“Aquí se realiza la comparación entre la labranza convencional y cero labranza; entre monocultivo de maíz y rotación maíz-arvejón; entre dejar el 100 % de los  residuos de cosecha, dejarlos parcialmente y retirarlos por completo; también se compara el efecto que tiene la sola fertilización nitrogenada y el que se logra aportando los tres macroelementos principales para los cultivos (nitrógeno, fósforo y potasio); se comparan los resultados al usar semilla de maíz híbrido y semilla de maíz criollo local; entre otros aspectos relevantes para los agricultores de la zona”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Cuautempan, en Puebla, México.

La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. Su intención es generar y validar prácticas y tecnologías sustentables que le permitan a los agricultores del mundo hacer frente a desafíos como los que impone el cambio climático.

Muchos agricultores no lo llaman cambio climático, pero lo reconocen: lluvias torrenciales o fuera de ciclo, inundaciones, sequías más prolongadas, etc. Aquí y allá estos fenómenos ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades, por eso es que para la red de plataformas que impulsa el CIMMYT la investigación colaborativa es esencial. En la plataforma Cuautempan, por ejemplo, colaboran el CIMMYT y la Unión Rural de Productores de Cuautempan y Tetela.

En un año con disminución de lluvia en los primeros cinco meses, como fue en el que se desarrolló el ciclo primavera-verano 2021, la agricultura de conservación confirmó su mejor margen de rendimiento y de utilidad, así como el cultivo invernal y la cobertura de rastrojos”, señalan los investigadores de la plataforma quienes puntualizan que “los tratamientos de agricultura de conservación fueron los que presentaron una mejor rentabilidad. El arvejón, uno de los cultivos de rotación, continúa siendo una alternativa para mejorar la rentabilidad pese a que ha disminuido su producción en la zona”.

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Milpa, frutales y cultivos diversificados en las zonas de ladera de Oaxaca

Sistema milpa intercalada con árboles frutales con cultivos de rotación en el ciclo otoño-invierno 2022 en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales con cultivos de rotación en el ciclo otoño-invierno 2022 en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, Oaxaca, México. (Foto: AMDSL)

La Sierra de Flores Magón, en el estado mexicano de Oaxaca, se caracteriza por su accidentado relieve. Allí se encuentra la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl, en la cual colaboran la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para identificar y validar las mejores prácticas para los agricultores de la región.

En la plataforma se están generando técnicas adaptativas bajo el sistema de milpa intercalada con arboles frutales (MIAF) y con prácticas agronómicas sustentables mediante la rotación de cultivos de invierno y diversificación de cultivos”, comentan los investigadores responsables de la plataforma.

El sistema MIAF es una práctica estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. En la base de este sistema están los saberes tradicionales de agricultores indígenas de Huejotzingo, Puebla, donde ha sido muy útil para la agricultura en laderas de ese estado y de varios más del sur-sureste mexicano, como en el caso de las zonas de ladera de Oaxaca.

“La parcela MIAF consiste en dos subparcelas: una, aguas arriba —para reducir la velocidad de los escurrimientos del agua de lluvia— y, otra, debajo de la línea de árboles. La preparación de suelo se realizó con el sistema roza, tumba y pica, que es una opción a la roza, tumba y quema y la cual consiste en incorporar materia orgánica al suelo en lugar de quemarla”, puntualizan los investigadores.

“Al ser una parcela en rehabilitación después de 10 años de producción, se tiene alto contenido de materia orgánica (5,54%) y muy baja fertilidad del suelo. En estas condiciones se produjeron 680 kilogramos por hectárea (kg/ha) de haba y 590 kg/ha de trigo con un costo de producción de $16 726 (MXN) y $15 150 (MXN), respectivamente”.

Con respecto a la validación de la canola como un cultivo melífero favorable para la producción de miel, los investigadores señalan que “El néctar abundante de la canola tiene un buen perfil de azúcar para la producción de miel, con una producción de 670 kg/ha a un costo de $12 560 (MXN)”.

Así, en la plataforma de investigación San Jerónimo Tecóatl se está generando conocimiento útil que es compartido con las comunidades a través de los distintos proyectos y acciones que impulsa el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y sus distintos colaboradores en el estado.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.