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Nuevos conocimientos para mejorar la producción de maíces nativos

En el continente americano se han contabilizado alrededor de 300 razas de maíz y 64 de ellas están en México. De estas, 59 se consideran nativas y 35 tienen presencia en Oaxaca. 

Cayetano Limón Sánchez, un productor de maíces nativos en Santa Ana Zegache, Oaxaca, siembra cuatro variedades: Negrito —que se cultiva en zonas altas de la Mixteca y en Valles Centrales—, Belatove —que se identifica por su color rojo—, así como una variedad amarilla y otra blanca. 

Además de la relevancia que los maíces nativos tienen para la biodiversidad mexicana y para la seguridad alimentaria, Cayetano se comienza a beneficiar del interés gastronómico que estos maíces están despertando. Actualmente, por ejemplo, cada vez más restaurantes incluyen en sus menús platillos hechos con maíces de colores. 

Hoy, Cayetano selecciona su semilla, utiliza abonos orgánicos e intercala cultivos que elevan la cantidad de nutrientes en el suelo, pero esto no siempre fue así: “No tenía la capacitación para preparar la tierra”, admite al mostrar su parcela y enlistar diversas prácticas que ha adoptado como participante del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Antes Cayetano sembraba el maíz junto con el frijol, pero ahora lo hace por separado, entre un ciclo y otro. “Cuando siembro el frijol se queda abono para cuando siembro maíz y una chulada que se da, estoy agarrando la experiencia de sembrar puro frijol y al otro año maíz”, describe.

La producción mejora si la tierra de su parcela la nutre con abono que obtiene de la composta, la gallinaza —esa mezcla de excremento de gallinas ponedoras junto con desperdicios de alimentos y a veces también plumas— o el biol que obtiene de la fermentación del estiércol.

“Me han enseñado a trabajar los abonos orgánicos o con estiércol de animal que requiere la milpa cuando está chica, sin necesidad de ponerle químico, como antes”, expresa con la claridad de que antes de la asesoría del proyecto sembraba el maíz sin saber cómo combatir las plagas.

Es un trabajo paciente, añade, pues desde que se siembra hay que “tirarle biol a la planta, después a la hoja, dos veces por semana, de preferencia temprano o por la tarde cuando abre sus poros”.

Así, de una hectárea sembrada puede obtener de dos a tres toneladas de maíz nativo, “pero bien dado”, lo que antes no lograba por falta de capacitación que ahora le permite “preparar la tierra bien y fortalecer el suelo” para que el rastrojo conserve la humedad, sobre todo cuando no llueva lo suficiente.

“Este año no llovió mucho y aguantó la milpa, por eso no se dieron muy bien las cosechas”, resalta Cayetano quien, además ha aprendido a guardar sus granos en silos herméticos que impiden que se piquen y puedan permanecer hasta tres años frescos.

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Diversificar cultivos les permitió pasar del autoconsumo a la comercialización de sus productos

Aceptar sembrar cultivos que antes no había probado ha hecho que Jacobo Tanislado Benítez González sea un productor innovador en su comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, Oaxaca, donde combina la siembra de cinco variedades de frijol, girasol de ornato y cuatro variedades de maíz nativo o criollo.

Cuando habla del trabajo con Jacobo, la colaboradora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Clara Santos Rodríguez —quien le ha brindado acompañamiento técnico al productor—, inevitablemente recuerda la resistencia que anteponía creyendo que los abonos que utilizaba eran suficientes.

Él se resistía mucho, decía que con sus abonos era suficiente. Pusimos un módulo o parcela demostrativa y vio la diferencia, cuánto rendía en forraje cada uno de los cultivos y él empezó a sembrar por su cuenta. Ahora siembra tres variedades de frijol, además de que otro cultivo que le gustó mucho es el girasol”, comenta Clara Santos. 

Diversificar los cultivos en una parcela permite a un productor como Jacobo tener alimento para autoconsumo, forraje para alimentar sus animales de traspatio y un ingreso extra al comercializar flores de ornato y granos que su esposa Francisca Cantón vende los jueves en el mercado de la Villa de Zaachila, a 15.5 kilómetros de la ciudad de Oaxaca.

El cambio es que ya salen más centavitos. Con su operación —de la próstata y luego del apéndice— Jacobo ya no puede trabajar más, nos ayudamos con lo de la flor y el frijol”, dice Francisca, cuya labor no se limita a vender y preparar los alimentos en la casa, pues lo mismo se encarga de la fertilización, de preparar el abono o limpiar el frijol, el cual pasa de un recipiente a otro tantas veces como sea posible —hasta que el viento se lleva toda la basura que se queda de su baya seca— antes de salir de casa a venderlo.

Francisca y Jacobo son adultos mayores, las innovaciones que han incorporado han fortalecido sus aprendizajes sobre la producción en el campo, los cuales se asientan en la labor tradicional —incluyendo el arado “sobre puro caballo”—. Así, después de varios años de dejarse guiar por los conocimientos de la colaboradora del CIMMYT, se sienten orgullosos de cultivar maíz y, también, de hacerlo cuidando suelo y agua.

Como campesinos no nos dábamos cuenta de lo que pasaba con nuestro suelo. Teníamos la costumbre de sacar la hierba y echarle lumbre, ahora la dejamos y sirve como abono”, expresa el productor que ya puede mantenerse de los ingresos por la venta de frijol y, desde hace cuatro años, girasol dólico que en este 2021 logró vender como flor de ornato.

“La flor la estamos vendiendo a $80 o $90 la docena” —cuando el año anterior solo lograba que le pagaran $25 o $30 por docena—. Además de servir para ornato, el girasol le sirve a Jacobo como forraje y, con el maíz, “es mejor, todavía más nutritivo, porque les sirve a los animales”, comenta el productor. 

Los trabajos con Jacobo han servido para que otras personas comiencen también a sembrar el girasol en la Villa de Zaachila y otras comunidades aledañas donde la colaboradora del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Clara Santos Rodríguez, brinda también acompañamiento técnico.

Tlanichico es una comunidad rural en la que estamos implementando la diversificación de cultivos —uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación—, en este caso mediante la asociación de maíz con girasol, incorporación de leguminosas, semillas mejoradas y fertilización orgánica”,  comenta Clara Santos.

Estas acciones para promover la diversificación de cultivos forman parte del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. 

Normalmente en el ciclo primavera-verano en Tlanichico solo se cultivaba maíz con calabaza, pero con el proyecto se comenzó a impulsar el cultivo asociado con leguminosas, “para aprovechar al máximo las lluvias y que el productor tenga un poco más de forraje para su ganado”, comenta Clara, quien menciona que también se están utilizando bioinsecticidas elaborados con plantas de la región como el toloache, el chile y la higuerilla.

Así, entre ciclo y ciclo, en Tlanichico ahora se rotan cultivos, se siembran leguminosas que funcionan como abonos verdes o cultivos de cobertura para que el suelo no se quede desprotegido, sino para que se aproveche, fijando además nitrógeno atmosférico a un suelo pobre por encontrarse principalmente en lomeríos, muy susceptibles a la erosión.

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Vínculos comunitarios para fortalecer la milpa

Felipe Carrillo Puerto, Q. Roo.- En la Península de Yucatán la milpa es el sistema de producción predominante, el medio de sustento de miles de familias y una fuente de identidad comunitaria. Sin embargo, la pérdida de la biodiversidad, la disminución de la cobertura forestal y el cambio climático son fenómenos asociados a ese sistema productivo y representan importantes desafíos para cualquier iniciativa que busque fortalecerlo.

El proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán —de la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM), Fomento Social Banamex (FSB) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— ha asumido esos desafíos, obteniendo en pocos años logros importantes que han impactado positivamente en más de 11,000 personas y de 16,000 hectáreas.

Milpa Sustentable en la Península de Yucatán es un proyecto fundamentado en procesos participativos a través de los cuales las comunidades han definido los indicadores de sustentabilidad que consideran adecuados para el sistema milpa, entre ellos la materia orgánica del suelo. Para las comunidades mayas, el suelo no es simplemente un recurso, sino un elemento asociado a una cosmovisión particular, y por eso consideran fundamental disminuir el uso de fertilizantes químicos.

Para lograr este y otros objetivos, el Hub Península de Yucatán —del CIMMYT— ha brindado diversas capacitaciones, varias de ellas directamente en las parcelas de los productores. Recientemente, por ejemplo, en la parcela de don Paulino Poot Chulim —uno de los productores que participan en el proyecto— se realizó un taller para la elaboración de abono orgánico (composta) para fertilizar maíz y cultivos asociados, en el cual además se habló de los beneficios de este tipo de fertilizantes, la forma de aplicación y los momentos y las dosis adecuados.

El uso de abonos orgánicos permite reducir la dependencia de insumos externos, en este caso, de fertilizantes sintéticos. Se trata de una alternativa —económica y sin impactos negativos al medioambiente— que ayuda a mejorar la estructura y la fertilidad del suelo, favoreciendo así el incremento de los rendimientos.

Además de productores de Milpa Sustentable en la Península de Yucatán, en el taller participaron productores del programa Sembrando Vida y becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, ambos del Gobierno federal. En conjunto, los participantes aprendieron a elaborar una composta que aprovecha los recursos locales. Adicionalmente, el taller permitió formar nuevos vínculos comunitarios: los asistentes se organizaron para ir a mover la composta hasta que esté lista (proceso que toma de mes a mes y medio) y se comprometieron a replicar con otros productores lo aprendido.

El compostaje es uno de los aprendizajes del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán y también una de las acciones que a mediano y largo plazo permitirán a las comunidades hacer más rentable la milpa y afianzar prácticas sustentables que aseguren la preservación funcional de la biodiversidad. Por esta razón, es importante apoyar y dar continuidad a los esfuerzos de todos los que hacen posible este proyecto.

¿Quieres elaborar esta composta especial para la milpa? Toma nota.

Se fabrica con restos de hojas de plátano; hojas de huaxim, jabin y tzalam —leguminosas de la región—; hojas de ox —árbol ramón—; hojarasca enriquecida con ceniza; estiércol de vaca; y tierra negra (color que indica que el suelo es rico en materia orgánica).

La composta se hace por capas, en el siguiente orden:

  • Primera: materia seca
  • Segunda: materia verde
  • Tercera: estiércol
  • Cuarta: tierra negra
  • Quinta: hojarasca enriquecida con ceniza

Se debe humedecer cada capa y repetir el orden hasta alcanzar una altura aproximada de un metro. Luego se cubre con bolsas de plástico negras, a las que se hacen orificios para permitir una aireación adecuada durante el periodo de compostaje.

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Elaboración de abonos orgánicos y biofertilizantes en Oaxaca

Alternativas de fertilización que ayudan a productores a disminuir los costos de producción.
Por: Katy Guadalupe Gutiérrez López, técnico certificado en Agricultura Sustentable.
9 de junio de 2017.

Santo Domingo Yanhuitlán, Oax.- Se realizó la capacitación “elaboración de abonos orgánicos y biofertilizantes” a técnicos en el Hub Maíz y Cultivos Asociados Pacífico Sur, en el sitio experimental INIFAP Santo Domingo Yanhuitlán, Oaxaca, con la participación del ingeniero Omar Núñez. El objetivo fue proporcionar alternativas de fertilización que ayuden a productores a disminuir los costos de producción, por medio de recursos locales, y así reducir el uso indiscriminado de fertilizantes químicos, los cuales traen consecuencias de erosión y desequilibrio ecológico.

La capacitación tuvo una audiencia de 20 participantes de Oaxaca, Chiapas y Veracruz, y se llevó a cabo en dos tiempos: sesión teórica y práctica. Los abonos orgánicos y biofertilizantes son sustancias constituidas por desechos de origen animal, vegetal o mixto que se añaden al suelo con el fin de mejorar sus características físicas, biológicas y químicas, todo esto mediante un proceso de descomposición anaeróbica de residuos orgánicos de poblaciones de microorganismos que existen en éstos bajo condiciones controladas y que producen un material parcialmente estable de lenta composición en condiciones favorables.

Los biofertilizantes fueron sometidos a un proceso de fermentación anaeróbica a través del estiércol de los animales, dando como resultado un fertilizante foliar que contiene principios hormonales vegetales (auxinas y giberelinas). Los abonos orgánicos líquidos son ricos en nitrógeno amoniacal, en hormonas, vitaminas y aminoácidos. Estas sustancias permiten regular el metabolismo vegetal y, además, son un buen complemento en la fertilización integral aplicada al suelo.

Entre las ventajas del uso de abonos orgánicos están que, debido a su alta porosidad, permiten la capacidad de retención de humedad, mejoran la circulación de agua y aire en el suelo, estimulan el desarrollo radicular de las plantas y la resistencia contra la erosión, dan color oscuro al suelo, aumentan la temperatura y fomentan las reacciones bioquímicas.

Durante la segunda etapa, los participantes elaboraron los abonos orgánicos y biofertilizantes con lo ya aprendido.

Al final de la capacitación, los participantes mencionaron que es necesario preparar a más técnicos con temas de elaboración de abonos orgánicos y proveer más opciones a los productores locales que les permitan adaptar y adoptar dichas tecnologías promovidas por la estrategia MasAgro.

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Capacitan a productores de la región Selva Lacandona en la elaboración de foliares orgánicos

En la capacitación participaron 27 productores líderes de esta región chiapaneca.
Por: José Elías Penagos Solórzano, Yesenia Ríos Camey y Víctor Manuel Morales López. Universidad Tecnológica de la Selva Ocosingo.
Diciembre 2016.

Chiapas.- Como parte de los trabajos que se desarrollan dentro del convenio colaborativo de la plataforma de investigación Ocosingo Chiapas del proyecto MasAgro, la Universidad Tecnológica de la Selva (UTS) de Ocosingo, Chiapas llevó a cabo en sus instalaciones el curso-taller Elaboración de Abonos Orgánicos Líquidos (Bioles).

Dicho evento se desarrolló en dos sesiones. La primera sesión, la cual abordó la parte teórica del curso, inició con la presentación por parte del Ing. José Moisés Rodríguez (colaborador de módulos de innovación MasAgro) con el tema «¿Qué es MasAgro?», en la que explicó cómo es el proceso de trabajo y la vinculación con los productores para atender y dar solución a la problemática existente (bajos rendimientos), y compartió algunas experiencias de éxito que han transformado la manera de ver la agricultura de autoconsumo versus la agricultura sustentable con los principios de la Agricultura de Conservación.

Posteriormente se dieron a conocer aspectos teóricos básicos para la elaboración de los bioles, donde el especialista explicó lo que son, los tipos de abonos orgánicos líquidos, las formas de elaboración y formulaciones. En este contexto hubo interacciones entre colaboradores, productores y técnicos.

En la segunda sesión se abordó la parte práctica, donde se elaboró un biol aeróbico a base de estiércol fresco y melaza llamado “te de compost” y un biol anaeróbico básico a base de estiércol fresco, melaza y suero de leche. En ambos procedimientos se realizó una retroalimentación y se destacó la importancia de la nutrición de los cultivos, así como las indicaciones que hay que tener en cuenta durante el proceso de elaboración y la aplicación acorde al tipo de cultivo.

Para concluir el evento de desarrollo de capacidades, los asistentes dieron a conocer sus opiniones con respecto a los bioles, sus expectativas de elaboración y uso en sus cultivos.

Se recomendó tener en cuenta las condiciones particulares de cada predio parea ajustar la formulación de tal manera que con la aplicación de este tipo de fertilizantes se cubran algunas necesidades nutritivas de los cultivos.

Al evento asistieron un total de 27 productores líderes de la Región Selva Ocosingo, que han adoptado el sistema de producción con base en la Agricultura de Conservación (AC); y quienes provienen de diferentes comunidades y organizaciones civiles que se dedican a la siembra de maíz de temporal y frijol asociado, así como al cultivo de frutales como plátano, café, cítricos entre otros.

En el curso también se contó con la asistencia de técnicos de diferentes dependencias que realizan extensionismo en las comunidades de la región.

Finalmente los productores agradecieron las intervenciones de los ingenieros; José Elías Penagos Solórzano, Yesenia Ríos Camey y Víctor Manuel Morales López, por parte de la UTS, y José Moisés Rodríguez, quien se desempeña como colaborador de módulos de innovación del proyecto MasAgro en la región Selva Ocosingo y como vínculo con productores.

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Taller de abonos orgánicos, biofertilizantes y fungicidas para maíz

Durante este taller de capacitación en el hub Yucatán se reflexionó sobre el uso inadecuado de agroquímicos y se dieron a conocer ingredientes para la elaboración de productos orgánicos.
Por: Rodolfo Dzul Mo, colaborador del Hub Península de Yucatán.
26 de julio de 2016.

Peto, Yucatán.- Para dar opciones de productos orgánicos para la agricultura, se llevó a cabo el taller «Elaboración de abonos orgánicos, biofertilizantes y fungicidas para su aplicación en el cultivo de maíz», en el módulo «Tumben Kuxtal» del productor José Valerio Aké, en el cual participaron productores de diversos municipios del estado, tales como Maxcanú, Chikindzonot, Yaxcaba y Peto.

En esta ocasión se reunieron para conocer y aprender a elaborar diversos preparados orgánicos como el «bocashi», biofertilizante a base de estiércol de vaca, el caldo sulfocálsico y el caldo bordelés, todos de suma importancia para aplicar en los cultivos de maíz ahora que ya se encuentran establecidos en las parcelas en donde se practica la agricultura de conservación.

Los productores participantes tuvieron la oportunidad de conocer para qué sirven, cómo funcionan, qué materiales e ingredientes son necesarios para su elaboración, el tiempo y los pasos para su preparación y/o maduración, la forma, la dosis y la frecuencia sugerida de aplicación, así como las ventajas y los resultados más visibles que se logran con ésta. Reflexionaron en torno al tema de los agroquímicos, sus efectos nocivos para el ambiente y la salud de las personas, así como en la urgencia de minimizar y/o evitar su uso, debido al peligro que representan, sobre todo cuando no son utilizados de manera correcta.

Este taller forma parte del programa Intensificación Sustentable que está trabajando el CIMMYT en colaboración con técnicos profesionales de la región en los municipios mencionados, en los cuales se están implementando módulos de agricultura de conservación. Al término de la actividad se establecieron algunos compromisos entre los productores participantes, entre ellos poner en práctica en sus respectivos módulos, con la ayuda del técnico facilitador, al menos uno de los preparados orgánicos, así como socializar lo aprendido con otros productores de sus comunidades, con la finalidad de que se interesen y se involucren en el fomento de una agricultura más amigable con el ambiente.