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Calidad contrastada: ¿Quiénes tienen acceso a los alimentos procesados más sanos?

En 2013, México se convirtió en el cuarto país con las ventas más altas de alimentos ultraprocesados en el mundo. Lo que indica uno de los cambios más importantes en los sistemas alimentarios en países con ingresos medios en años recientes, el cambio de comidas caseras con productos frescos o procesados al mínimo, a comidas que incluyen alimentos ultraprocesados.

“Normalmente, estos productos no contienen ningún ingrediente de alimentos completos, son alimentos listos para comer, son altos en grasas, sodio y azúcar, pero bajos en fibra, proteína y vitaminas.” Dijo Ana Gaxiola, consultora nutricional del Programa de Socioeconomía del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT. “Los riesgos de salud asociados con el consumo de estos productos tienen implicaciones a largo plazo para el estado de salud y nutrición de las personas, las familias y las comunidades.”

América Latina tiene un sector de procesamiento de maíz y trigo sofisticado con el potencial de segmentar los mercados urbanos de acuerdo a su ingreso, preferencias y conocimiento. Esto trae consigo implicaciones importantes para la equidad al acceso de comida con un alto valor nutricional.

En 2018, los investigadores del CIMMYT comenzaron un nuevo proyecto en colaboración con dos programas de investigación del CGIAR, el Programa de Investigación de Trigo y el Programa de Agricultura para la Nutrición y la Salud. (A4NH por sus siglas en inglés), para poder entender como los efectos de asequibilidad afectan el consumo alimenticio en diferentes áreas de la Ciudad de México. “Queremos entender mejor el acceso a alimentos a base de maíz y trigo más nutritivo a través de las diferencias de poder adquisitivo.” Explica el economista sénior del CIMMYT, Jason Donovan. “Parte de esto, incluye observar que productos procesados están disponibles y a qué precio en diferentes localidades y las implicaciones alimenticias que traen consigo.»

A researcher captures nutritional information from a packet of tortillas. (Photo: Emma Orchardson/CIMMYT)
Una investigadora captura información nutricional de un paquete de tortillas. (Foto: Emma Orchardson/CIMMYT)

Este es un territorio relativamente nuevo para aquellos que están involucrados. “Es el tipo de investigación que se ha hecho antes,” explica Gaxiola, “pero con la diferencia de que este se concentra en los supermercados en la Ciudad de México y sin diferenciar entre los niveles socioeconómicos.” Estudios previos han fallado al incluir datos de tiendas de abarrotes, tiendas pequeñas que se encuentran por toda la ciudad.

El estudio compara Polanco y San Vicente, dos vecindarios en la Ciudad de México elegidos para representar áreas con ingresos altos y bajos. Usando datos económicos en combinación con la información en etiquetas y empaquetado se analiza la variación en disponibilidad de productos a base de maíz y trigo procesados y ultraprocesados, tomando en cuenta los ingredientes, contenido nutricional, tamaño de la porción, precio y otros valores agregados. El estudio incluirá un elemento cualitativo, en el cual el equipo coordinará entrevistas con los gerentes de las tiendas para descubrir cómo es que deciden qué productos poner a la venta, y con los consumidores para discutir las decisiones que toman y los factores que influencian la toma de decisiones.

“También estamos interesados en cómo se promueven los productos,” dice Miriam Pérez, asistente de investigación involucrada en el estudio. “¿Las compañías implementan el apoyo de celebridades o caricaturas para atraer a los niños? ¿Cuentan con certificaciones especiales basadas en dónde y cómo se producen los productos? Esta información va a nuestra base de datos para poder examinar cómo es que los productos están siendo comercializados en las tiendas, en línea o a través de las redes sociales.”

In a small food shop in San Vicente, a low-income area, snacks high in salt and sugar line the shelves. (Photo: Emma Orchardson/CIMMYT)
Alimentos altos en sal y azúcar en los estantes de un pequeño supermercado en San Vicente, una zona de bajos recursos. (Foto: Emma Orchardson/CIMMYT)

Ahora, al final del periodo de colección de datos, Gaxiola y el equipo de investigadores han recolectado más de 20 000 imágenes de empaques, códigos de barra e información nutricional de una variedad de productos que incluyen galletas, pan, pastelillos, cereales, harinas, pastas, sopas y tortillas. Una vez que se limpien los datos, comenzarán a analizar los productos individualmente y crearán un índice sobre qué tan saludables son. Los resultados preliminares del estudio estarán disponibles a finales de año, pero el equipo está dispuesto a compartir sus observaciones iniciales.

El equipo no se sorprendió al encontrar que muchos de los productos eran más caros en la zona de Polanco, y las tiendas pequeñas tienden a cobrar más por ciertos productos en comparación con los supermercados.

Sin embargo, se encontró información imprevista. Por ejemplo, muchas de las discusiones acerca de la falta de acceso a opciones de alimentos nutritivos se enfocó en las dietas de la urbe de bajos recursos, pero existe la posibilidad de creer que los consumidores con mayores ingresos enfrentan los mismos desafíos. “Se sorprendería de escuchar que mucho de lo que encontramos en Polanco no era saludable, porque la mayoría de los productos son altamente procesados,” dice Gaxiola.

Basados en el Sistema de clasificación de la Organización Panamericana de la Salud, un producto que contiene más de un miligramo de sodio por caloría, 10 % de azúcar refinada y 30 % total de grasa es un alimento no saludable. “Necesitamos realizar un análisis, pero podría decir que, basados en este sistema de clasificación, más del 70 % de los productos que hemos analizado pueden categorizarse como no saludables.”

In a small supermarket in San Vicente, the research team found nearly 50 different types of biscuits and around 80 savory maize-based snacks like chips and tortillas. (Photo: Emma Orchardson/CIMMYT)
En un pequeño supermercado de San Vicente, un investigador del equipo encontró cerca de 50 tipos de galletas diferentes y alrededor de 80 bocadillos a base de maíz como frituras y tortillas. (Foto: Emma Orchardson/CIMMYT)

Las implicaciones de este estudio son significantes para un país como México, el cual enfrenta una epidemia de obesidad y sobrepeso. “Hay más promoción respecto a la información nutricional, pero en ocasiones, puede ser difícil de entender, incluso para mí,” dice Gaxiola. “Se tiene que convertir en algo que todos podamos comprender y utilizar para tomar decisiones más saludables.”

Para que esto suceda es importante cerrar la brecha de datos sobre como los consumidores urbanos interactúan con los ambientes alimentarios. Al entender cómo elegir entre los distintos tipos de productos a base de maíz y trigo y cuántos de estos son adecuados de manera socioeconómica es clave para dar paso a la participación de sectores públicos y privados sobre opiniones para promover productos a base de maíz y trigo más saludables en los sistemas alimentarios que evolucionan de manera rápida.

Este estudio ha sido coordinado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT y es apoyado por el Programa de Agricultura para la Nutrición y la Salud (A4NH) y el Programa de investigación de Trigo del CGIAR.

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Abriendo Camino: Jelle Van Loon, experto en mecanización, llega hasta donde la creatividad lo permite

En noviembre de 2015, Jelle Van Loon partió hacia Zimbabue, con un plan en su mochila. Pasó dos semanas trabajando con un grupo de herreros, buscando piezas y ensamblando máquinas en Harare para probar si los planes de construcción desarrollados por su equipo estaban diseñados para ser construidos en cualquier lugar. «Tuvimos que cambiar algunas cosas, pero se construyeron tres máquinas en funcionamiento, lo que demuestra la accesibilidad de los planos de construcción y la replicabilidad inherente de los diseños».

Jelle Van Loon, que estudió ingeniería agronómica y modelos de cultivos en Bélgica y trabajó en temas de cadena de suministro en Perú, acumuló una amplia experiencia antes de unirse al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en 2012. Poco después de unirse, comenzó a perfilar un equipo para trabajar en temas de mecanización.

«En primer lugar, soy ingeniero agrícola; solo que tengo una gran afinidad con la mecánica», dice. «Creo que mi ventaja es tener un amplio conocimiento, poder entender la agronomía y la ingeniería mecánica, y haber estudiado economía agrícola en países en vías de desarrollo».

Estos antecedentes le han servido en un papel en el que un enfoque práctico y multidisciplinario es fundamental.

«Mecanización no significa necesariamente construir o crear más máquinas», explica Van Loon, «sino introducir tecnología y equipos agrícolas a los agricultores para facilitar su trabajo y apoyarlos en cómo y cuándo usarlos para aumentar la eficiencia de la producción». Muchas personas asumen también que la mecanización solo involucra equipos motorizados, como tractores, agrega, cuando en realidad cualquier herramienta entra en este concepto, incluso las herramientas manuales simples, que facilitan el trabajo de los agricultores y aligerar el trabajo pesado.

El equipo de mecanización del CIMMYT realiza investigación y desarrollo en una variedad de equipos agrícolas, dibujando y diseñando prototipos, probándolos en el campo y desarrollando protocolos experimentales. Al unir agronomía y mecánica, el equipo trabaja para desarrollar maquinaria que apoye a los agricultores en su trabajo diario en cada etapa del ciclo de cultivo, desde la preparación de la tierra, la plantación y la fertilización, hasta la cosecha y el desgrane. También apoyan la generación de nuevos modelos de negocios que pueden entregar maquinaria adecuada a los agricultores que trabajan dentro de sistemas agroalimentarios resilientes.

Bienvenido a la maquina

Uno de los mayores desafíos que enfrentan los agricultores puede ser cambiar su forma de trabajar, y muchos se resisten a invertir en maquinaria nueva porque no están seguros de cómo usarla y simplemente no pueden permitirse el riesgo de fallar. Como tal, el equipo también pone énfasis en el trabajo de extensión. Han establecido centros de maquinaria donde la gente puede ir y aprender sobre el equipo apropiado y puede alquilar algunas máquinas modelo y desarrollar las capacidades de los proveedores de servicios de maquinaria a través de la capacitación en ingeniería funcional para herreros, fabricantes e inteligencia de mercado para pequeños empresarios del sector.

«Esto va más allá de simplemente diseñar la máquina. Realmente se trata de llevar productos al campo, ver qué es lo que funciona bien y dónde, y después, pensar cómo podemos hacer que estos productos lleguen a las manos de esos agricultores».

Sobre la base del trabajo que se está llevando a cabo en México, Van Loon siempre busca cómo otras regiones también pueden beneficiarse de la unidad de mecanización y las oportunidades para colaborar con colegas y socios en África y Asia. El equipo desarrollado para agricultores en América Latina o África podría adaptarse para su uso en el sur de Asia o viceversa, pero esto requiere una comprensión sólida de las oportunidades y desafíos únicos de cada región.

Van Loon señala el ejemplo del tractor de dos ruedas, desarrollado en China y popularizado en Asia durante la década de 1980, cuando la hambruna y la pérdida de animales de tiro llevaron a los gobiernos a subsidiar ese equipo en particular en el momento adecuado. El tractor predomina en países como Bangladesh, pero no está claro si el mismo éxito es replicable en África y América Latina, ninguno de los cuales se encuentra bajo las mismas condiciones, mercados de segunda mano o instalaciones de importación. «Estamos tratando de aprender de los esfuerzos interregionales para escalarlos. Ser capaces de comprender diferentes áreas nos ayuda a encontrar los enlaces más débiles y crear más ambientes propicios».

Van Loon y su equipo están desarrollando y evaluando continuamente nuevas ideas, probando formas de integrar la tecnología mecatrónica o sensorial en sus máquinas para ayudar a capturar datos y facilitar las cargas de trabajo de los agricultores. Encontrar una manera de mantener estos costos bajos y convenientes para el uso de los agricultores puede ser un desafío, pero los testimonios positivos de los agricultores lo mantienen entusiasmado con las posibilidades. «Creo que vale la pena seguir adelante con nuevas ideas y ver qué pasa porque cuando funciona, el impacto positivo y el cambio que ayudamos a crear es todo lo que importa», señala.

«Y, además, lo bueno de trabajar en mecanización es que podemos llegar hasta donde nuestra creatividad nos permita».

Jelle Van Loon demonstrates machinery for visitors at CIMMYT's global headquarters in Mexico. (Photo: Gerardo Mejía/CIMMYT)
Jelle Van Loon demostrando maquinaria a visitantes en la sede internacional del CIMMYT en Mexico. (Foto: Gerardo Mejía/CIMMYT)
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Tras los pasos del maíz criollo, 50 años después

El maíz es más que un cultivo en México. Si bien proporciona alimentos, forraje y materias primas, también es un legado que se transmite de generación en generación y conecta a las personas de México con su pasado.

La fascinante diversidad del maíz en México está arraigada en su legado cultural y biológico como el centro del origen del maíz. Las variedades de maíz criollo, que son variedades que han sido cultivadas y sometidas a selección por los agricultores durante generaciones, conservando una identidad distinta y careciendo de mejoras formales en los cultivos, constituyen la base de esta diversidad.

Al igual que con cualquier legado cultural, el cultivo de variedades de maíz criollo puede perderse con el paso del tiempo a medida que los agricultores se adaptan a los mercados cambiantes y se producen cambios generacionales.

La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez, de la Escuela de Estudios Avanzados de Sant’Anna en Italia, e investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han emprendido un nuevo estudio que rastrea la conservación y el abandono de las variedades de maíz criollo en los últimos 50 años en Morelos, el segundo estado más pequeño de México.

El estudio se basa en una colección de 93 muestras de variedades de maíz criollo, recolectadas y almacenadas en el banco de germoplasma de maíz del CIMMYT por Ángel Kato, asistente de investigación, en 1966-67. Los investigadores rastrearon a las 66 familias en Morelos que donaron las muestras y exploraron las razones por las que abandonaron o conservaron sus variedades.

Doctoral candidate Denisse McLean-Rodríguez (left) interviews maize farmer Roque Juarez Ramirez at his family home in Morelos to explore his opinions on landrace conservation. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez (a la izquierda) entrevista al agricultor de maíz Roque Juárez Ramírez en su casa, en el estado de Morelos para explorar sus opiniones sobre la conservación de las tierras. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Tras los pasos del abandono de las variedades criollas

En seis casos, los investigadores pudieron entrevistar a los agricultores originales que donaron las muestras al CIMMYT. En otros casos, entrevistaron a los miembros de su familia, con mayor frecuencia a los hijos o hijas, o alternativamente a sus nietos, hermanos, sobrinos o viudas.

El estudio revela que el cultivo de maíz ha disminuido significativamente en las familias. Solo 13 de las 66 familias siguen cultivando los mismos lotes de semillas de maíz que en 1966-67 y hubo consenso en que los entornos sociales, económicos y físicos actuales son desfavorables para el cultivo de variedades de maíz criollo.

Entre las razones del abandono se encuentran los cambios en las tecnologías de cultivo de maíz, los mercados cambiantes para el maíz y otros cultivos, los cambios de políticas, las preferencias culturales, la urbanización y el cambio climático.

«Al descubrir la continuidad de las variedades de maíz criollo en los campos de los agricultores y los factores que impulsan el cambio, pudimos entender mejor el contexto en el que se cultivan actualmente estas variedades», dijo McLean-Rodríguez. «Nuestro estudio también nos permitió evaluar la importancia de la conservación ex situ en instalaciones como el banco de germoplasma del CIMMYT».

Juarez and Oliveros’s grandson shows the family’s heirloom maize: maíz colorado (left) and Ancho maize. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El nieto de Juárez y Oliveros muestra el maíz de la familia: maíz colorado (izquierda) y maíz Ancho. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Conservación de la biodiversidad del maíz

Las variedades de maíz criollo se pueden conservar «in situ» en los campos de los agricultores y «ex situ» en un espacio protegido, como un banco de germoplasma o un banco comunitario de semillas.

“Estas estrategias de conservación son complementarias”, explicó McLean-Rodríguez. “La conservación ex situ ayuda a asegurar las variedades de maíz criollo en caso de condiciones impredecibles que amenazan su conservación en el campo, mientras que el cultivo in situ permite que continúen los procesos que generaron la diversidad del maíz, permitiendo la aparición de mutaciones y la evolución de nuevos rasgos potencialmente beneficiosos”.

La pérdida de variedades de maíces criollos en los campos de los agricultores durante más de 50 años destaca la importancia de la conservación ex situ. El banco de germoplasma de maíz del CIMMYT contiene 28 000 muestras de maíz y sus parientes silvestres de 88 países, que abarcan colecciones que datan de 1943. Las semillas almacenadas en el banco de germoplasma están protegidas ante crisis o desastres naturales, y están disponibles para el mejoramiento y la investigación. Los rasgos que se encuentran en las variedades de maíz criollo pueden incorporarse a nuevas variedades para abordar algunos de los desafíos agrícolas más apremiantes del mundo, como los cambios de clima, las plagas y enfermedades emergentes, y la desnutrición.

McLean-Rodríguez recuerda un aspecto del estudio que encontró particularmente gratificante: “Muchas de las familias que habían perdido su maíz criollo por una razón u otra estaban interesadas en recibir muestras de su maíz del banco de germoplasma del CIMMYT. Algunos estaban interesados en las muestras por su valor personal, mientras que otros estaban más interesados en el valor productivo. Estaban muy felices de recuperar su maíz del banco de germoplasma, y sería muy interesante saber si la semilla repatriada se cultivará en el futuro».

Ventura Oliveros Garcia holds a photograph of her father, Santos Oliveros, who was one of the maize farmers who donated seed to CIMMYT’s genebank in 1966-67. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
Ventura Oliveros García sostiene una fotografía de su padre, Santos Oliveros, quien fue uno de los productores de maíz que donó semillas al banco de germoplasma del CIMMYT en 1966-67. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

Una tradición familiar

Una de las familias que participaron en el estudio fue la del agricultor Roque Juárez Ramírez y su esposa, Ventura Oliveros García, cuyo padre era uno de los agricultores donantes de Morelos. «Me sentí muy feliz al escuchar el nombre de mi padre, [Santos Oliveros]», menciona Oliveros, recordando el momento en que McLean-Rodríguez la contactó. «Siempre fue un productor de maíz, ya que en sus tiempos no se cultivaba nada más. Sembraba en su tierra de cultivo [ejido] y siempre pudo cosechar mucho maíz, muchas mazorcas. Plantaba una variedad de maíz criollo que llamamos maíz arribeño, o marceño, porque se siembra siempre en marzo”.

Juárez percibe su responsabilidad como productor de maíz: “Siento que la importancia [del cultivo del maíz] no es pequeña, sino grande. No estamos hablando de mantener con vida a 10 o 20 personas; tenemos que alimentar a todo un país de personas que comen y beben, además de atender a nuestras familias. Nosotros, los agricultores, generamos los alimentos”.

Mientras llena recipientes con champurrado, una bebida dulce mexicana a base de maíz, y presenta muestras del maíz básico de la familia — maíz colorado y ancho — Oliveros describe lo que significa el maíz para ella: «El maíz es muy importante para mi familia y para mí porque es nuestra principal fuente de alimento, tanto para humanos como para animales. «Utilizamos nuestra variedad de maíz para hacer pozole, tortillas, tamales, atole, quesadillas, picadas y muchos otros alimentos».

La familia Juárez-Oliveros sustituyó el lote de semillas de maíz ancho del padre de Oliveros con otro lote de semillas de maíz ancho de la familia de su esposo. El maíz ancho se usa para hacer pozole, y continúa siendo ampliamente cultivado en algunos municipios de Morelos, incluyendo Totolapan, donde reside la familia. Sin embargo, los investigadores descubrieron que otras variedades de maíz criollo presentes en la colección de 1966-67, como Pepitilla, fueron más difíciles de rastrear 50 años después.

Maíz colorado (left), or red maize, is an important part of the family’s diet. The family’s Ancho maize (right) has characteristically wide and flat kernels, and is a key ingredient of the pozole stew. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El maíz colorado (a la izquierda), o maíz rojo, es una parte importante de la dieta de la familia. El maíz ancho de la familia (a la derecha) tiene granos característicamente anchos y planos, y es un ingrediente clave del pozole. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

El estudio muestra que el abandono de las variedades de maíz criollo es común cuando la agricultura pasa de una generación a la siguiente. Los agricultores de mayor edad están muy conectados con sus variedades de maíz criollo y continúan cultivándolas, incluso ante razones apremiantes para cambiarlos o reemplazarlos. Cuando las generaciones más jóvenes se hacen cargo de la gestión de las tierras de cultivo, estas variedades de maíz criollo suelen ser abandonadas.

No obstante, los jóvenes agricultores siguen valorando la importancia cultural y culinaria de las variedades de maíz criollo. «El maíz tiene un importante significado tradicional y cultural, y es fundamental para nuestra economía», dijo Isaac Juárez Oliveros, hijo de Roque y Ventura. “He plantado [variedades de maíz criollo] desde que tenía entre 15 y 20 años. Conseguí mi semilla de maíz de mis padres. Creo que es importante que las familias sigan plantando su maíz, ya que se ha convertido en una tradición que se ha pasado de generación en generación”.

The family’s son, Isaac Juarez Oliveros, stands outside the maize storage room where they store and dry their harvested maize for sale and consumption. (Photo: E. Orchardson/CIMMYT)
El hijo de la familia, Isaac Juárez Oliveros, afuera del almacén de maíz donde almacenan y secan el maíz cosechado para la venta y el consumo. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)

El legado para las generaciones futuras

La seguridad alimentaria mundial depende del mantenimiento de una alta biodiversidad genética en cultivos alimentarios básicos tan importantes como el maíz. Comprender las causas del abandono de las variedades de maíz criollo puede ayudar a desarrollar estrategias efectivas de conservación. Los autores sugieren que los nichos para la conservación de razas e incluso la expansión pueden apoyarse de la misma manera que se han creado nichos para mejorar el maíz y otros cultivos comerciales. Mientras tanto, el manejo de los recursos genéticos es vital, tanto en el campo como en los bancos de germoplasma, especialmente en los países en vías de desarrollo donde existe una diversidad más amplia.

Para Oliveros, es una cuestión de legado familiar: «Significa mucho para mí que [la semilla de mi familia] se haya conservado porque ha permitido que el maíz de mi familia y la memoria de mi padre sigan vivos».

«Los agricultores que cultivan variedades de maíz criollo están proporcionando un servicio público global invaluable», afirman los autores del estudio. “Fomentar el cultivo de maíz en los agricultores más jóvenes será clave. Aprovechar el potencial de conservación de la generación actual de agricultores es una oportunidad que no debemos dejar pasar».

 

Lea el estudio completo:

El abandono de las variedades de maíz criollo en los últimos 50 años en Morelos, México: un estudio de rastreo desde una perspectiva multinivel

Los fondos para esta investigación fueron proporcionados por el Programa de Investigación de Maíz del CGIAR, la Escuela de Estudios Avanzados Sant’Anna y la Universidad de Wageningen.

Un reconocimiento especial para las familias, los participantes de los grupos focales y las autoridades municipales del estado de Morelos que amablemente dedicaron tiempo para compartir sus experiencias con nosotros sobre los desafíos y recompensas de la conservación de las variedades de maíz criollo.

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Nuevo puesto en Nepal es “un sueño hecho realidad”

Cynthia Carmona siempre recordará la orden que su supervisora le dio a un investigador que entró en pánico ante el cúmulo de papeleo: Usted vaya y trabaje en la ciencia. Nosotros nos encargaremos de la parte administrativa.

“Ellos ya están muy ocupados con la investigación y la construcción de estrategias de asociación. No deberían tener que preocuparse por si se ha enviado o no una factura», dice Carmona.

Al crecer en el estado de Sonora, México, Carmona estaba al tanto de la estación experimental de Obregón del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desde una edad temprana. «Era una organización que sabía que existía, pero todo lo que sabía era que trabajaban en trigo».

Después de estudiar relaciones internacionales en el Tecnológico de Monterrey en la Ciudad de México, Carmona pasó un par de años trabajando en el gobierno y en el sector privado, pero siguió buscando oportunidades relacionadas con asuntos globales. Interesada en la oportunidad de trabajar con donantes, Carmona se unió a la Unidad de Gestión de Proyectos (PMU por sus siglas en inglés) del CIMMYT hace seis años.

“Cuando llegué, era más una unidad de gestión de subvenciones y estábamos divididos por el ciclo de subvenciones. Una persona trabajaría en propuestas, otra en contratos, etc., razón por la que realmente no se podía ver todo el proceso de principio a fin».

La unidad ha evolucionado desde entonces, y la creciente responsabilidad significa que el equipo ahora está dividido por especialidades, desde las relaciones con los donantes y la movilización de recursos hasta la gestión, el monitoreo y la evaluación de los subsidios. «La estructura que tenemos ahora definitivamente brinda una comprensión más amplia de cada proyecto».

Carmona enfatiza que a pesar de que el personal de PMU no trabaja en el campo o en los laboratorios, hacen contribuciones significativas a la implementación del proyecto al alentar procesos mejor organizados, resolver los problemas administrativos y «hablar un lenguaje común» entre los investigadores y la gerencia. Cuando Carmona asumió el papel de coordinadora de gestión de subvenciones, destacó en su equipo debido a la medida en que su acción o inacción podría afectar los proyectos que apoyan. «Hacer que las cosas sucedan fue mi parte favorita del cargo, y vi mi trabajo como el de una persona que “soluciona problemas».

Actualmente, Carmona reside en Katmandú, Nepal, donde se desempeña como gerente interina de proyecto de la Iniciativa de Sistemas de Cereales para el Sur de Asia (CSISA por sus siglas en inglés) del CIMMYT.

«Estoy muy entusiasmada con esta nueva oportunidad. CSISA siempre ha sido un proyecto emblemático para el CIMMYT, así que cuando me invitaron a ayudarles, fue como un sueño hecho realidad».

Carmona visitó Nepal por primera vez en diciembre de 2018, donde pasó un tiempo observando al gerente en turno que le proporcionó una introducción al país, a la región y al proyecto en sí.

«Fue como un entrenamiento militar de dos semanas. Pero a pesar de que fue intenso, no me sentí abrumada».

Trabajar en PMU, explica Carmona, proporciona un contexto sólido para la gestión de proyectos y la comprensión de cómo funcionan los proyectos del CIMMYT de principio a fin, así como la forma de comunicarse con los donantes y el desarrollo de conocimiento compartido al reunir a las personas, desde científicos e investigadores hasta al personal de programas y unidades de servicio.

Además de aprender sobre cómo se ejecuta un proyecto en el terreno, Carmona está ansiosa por obtener experiencia de campo mientras se encuentra en Nepal. «Hablar con los agricultores y los equipos de proyectos, escuchar sus experiencias y presenciar el trabajo del CIMMYT en el terreno realmente brinda un sentido de pertenencia y una conexión con nuestra misión».

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Estudio desafía mitos sobre el trabajo agrícola en África y sugiere cambios en la política de mecanización

Una nueva investigación agrícola sobre la mano de obra en el este y sur de África, encontró que la falta de energía agrícola está costando productividad a los pequeños agricultores, lo que demuestra una demanda de mecanización mucho mayor de lo que se piensa comúnmente.

El estudio identificó que los hogares agrícolas africanos dependen mucho más de los mercados laborales y que, contrario a lo que se suponía anteriormente, están más dispuestos a contratar servicios de mecanización. Los hallazgos piden a los gobiernos de la región crear un entorno propicio para promover la mecanización adecuada para los pequeños agricultores, dijo el investigador Frédéric Baudron, agrónomo de sistemas de cultivo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“La gran cantidad de hogares que ya está contratando la energía agrícola desafía los mitos comunes que sugieren que las granjas de los pequeños agricultores dependen casi completamente de la mano de obra, como la proporcionada por los miembros de la familia. La demanda de energía mecanizada está ahí, pero el abastecimiento no y ese es el problema», explicó.

A diferencia de los estudios anteriores, la investigación evitó los indicadores a nivel de país, como la proporción de tierras en barbecho o la densidad de población, para evaluar la necesidad de operaciones agrícolas mecanizadas. Reunió datos laborales detallados de hogares en ocho sitios dominados por pequeños agricultores en Etiopía, Kenia, Tanzania y Zimbabue.

El estudio demostró que los hogares que invierten en energía agrícola mejoran la producción de alimentos.

«Para aumentar la productividad agrícola, la rentabilidad y la sostenibilidad, los agricultores africanos necesitan un mayor acceso a maquinaria agrícola asequible para optimizar los procesos», dijo Baudron.

La mecanización adecuada a pequeña escala para las granjas pequeñas — como las tecnologías basadas en tractores de dos ruedas, incluidos los plantadores directos — representa un alejamiento de las estrategias de mecanización convencionales que dependen de máquinas grandes, lo que lleva a la consolidación de la tierra y la desaparición de granjas pequeñas que de lo contrario serían productivas, dijo Baudron.

«Los gobiernos de la región deben crear un entorno propicio para que se desarrollen las cadenas de suministro de mecanización», explicó. «Esto incluye la creación de instrumentos de política de mecanización, como subsidios y capacitación, que responden aún más a la demanda de los pequeños agricultores».

La capacitación y el apoyo a los proveedores de servicios contratados ha demostrado mejorar el acceso equitativo a la mecanización, lo que reduce el trabajo pesado y promueve prácticas de intensificación sostenibles.

La investigación también presentó un análisis más matizado de las interrelaciones entre el trabajo masculino y femenino que generalmente se presenta en los estudios académicos. Se descubrió que las mujeres proporcionan menos mano de obra que los hombres y la mano de obra contratada, y sugiere que la reducción del trabajo pesado de las mujeres depende de entender las tareas de los hombres y mejorarlas como un proceso de doble vía.

En todos los sitios donde se estudió a las mujeres rurales, se encontró que la prioridad para la mecanización debería darse al establecimiento de cultivos, lo que beneficiaría tanto a hombres como a mujeres. La preparación de la tierra y la siembra son tareas que suelen realizar los hombres, pero su optimización influye en las tareas de deshierbe y poscosecha, comúnmente realizadas por mujeres.

«Estas interconexiones entre las tareas de hombres y mujeres rara vez se han mencionado antes, y deberían aprovecharse para intervenciones de sensibilidad de género», dijo Baudron.

Florence Ochieng harvests green maize on her 105-acre family farm near Kitale, Kenya. (Photo: P. Lowe/CIMMYT)
Florence Ochieng cosecha maíz en su granja familiar de 105 acres cerca de Kitale, Kenia. (Foto: P. Lowe/CIMMYT)

Cinco mitos persistentes relacionados con el trabajo de los pequeños agricultores en África

Mito 1: El trabajo es abundante y barato; por tanto, la energía agrícola no limita la productividad

Realidad: Se cree que la energía agrícola no limita la productividad porque hay una cantidad abundante de opciones de mano de obra barata en el sur y el este de África. Sin embargo, el estudio mostró que la falta de energía agrícola está frenando la productividad e ilustró una demanda de mecanización mucho mayor que los análisis macroeconómicos, lo que apunta a un problema de acceso en lugar de una falta de demanda. Se reveló la importancia del trabajo u otras fuentes de energía agrícola para explicar la variabilidad de la productividad de la tierra. También se descubrió que las inversiones en energía agrícola en las granjas mejoraron la productividad de la tierra.

Mito 2: La mayor parte del trabajo es provisto por mujeres

Realidad: En los ocho sitios estudiados, se encontró que las mujeres aportaban solo del 7 al 35 % de la mano de obra invertida en la agricultura familiar, mucho menos que el porcentaje supuesto de 60 a 80 %. En general, el estudio agrícola encontró que las mujeres tendían a proporcionar menos mano de obra para la agricultura que los hombres y la mano de obra contratada. Incluso cuando solo se consideraban los hogares encabezados por mujeres, las mujeres eran solo las principales proveedoras de mano de obra en la mitad de los sitios — la mano de obra contratada o los niños eran los principales proveedores de trabajo.

La mayor parte de la mano de obra femenina solía invertirse en actividades caracterizadas particularmente por un alto nivel de pesadez, escarda y postcosecha, aunque esto variaba entre los sitios. El deshierbe también fue la tarea principal realizada por los hombres en cuatro de los sitios estudiados. De hecho, el estudio reveló que el deshierbe solía ser una tarea compartida entre hombres, mujeres, niños y mano de obra contratada, y no tan dominada por el trabajo femenino como comúnmente se piensa.

Mito 3: Las tareas agrícolas se realizan casi en su totalidad por el trabajo familiar

Realidad: El estudio mostró que la mayoría de los hogares agrícolas en la región contratan mano de obra para completar las tareas agrícolas. La energía contratada incluía mano de obra, animales de tiro y, en menor cantidad, tractores.

Esto desafía la opinión común de que África está dominada por granjas familiares que, según la FAO, «dependen principalmente del trabajo de los miembros de la familia» y, por tanto, están más interesados en contratar servicios de mecanización.

Mito 4: La consolidación, al permitir una mecanización «eficiente» tendría un impacto positivo en la productividad agrícola

Realidad: El estudio encontró que la productividad máxima de la tierra que una granja puede lograr disminuye con el aumento del área de la granja en la mayoría de los sitios. Esto respalda la llamada «relación negativa del tamaño de la granja – productividad» que se ha reportado en otros estudios en el este y sur de África.

La mecanización no debe ser una causa de consolidación, sino que debe ser impulsada por el desarrollo económico. El concepto de «mecanización apropiada» adoptado por el CIMMYT sostiene que las máquinas deben adaptarse al tamaño de la granja, y no a la inversa. Las iniciativas de investigación y desarrollo recientes que tiene lugar en la región apuntan a la posibilidad de utilizar tractores pequeños de un solo eje para la mecanización agrícola en áreas donde predominan los campos de cultivo pequeños y fragmentados.

Mito 5: La agricultura africana se caracteriza por una amplia brecha de género

Realidad: La investigación en los ocho sitios proporcionó poca evidencia de una brecha de género consistente. Se encontró que la productividad de la tierra no difiere significativamente entre los hogares encabezados por hombres y los hogares encabezados por mujeres.

La investigación sugiere que la evidencia limitada de cualquier brecha de género sustancial puede deberse al hecho de que los recursos son altamente inadecuados en todos los sitios, lo que limita la manifestación de grandes desigualdades. Esto no es para negar la utilidad de las intervenciones actuales dirigidas a hogares encabezados por mujeres, sino para resaltar la importancia de preservar, fortalecer y aprovechar los mecanismos sociales en las comunidades rurales.

Lea el estudio completo:

«Una evaluación agrícola del trabajo y la mecanización en el este y sur de África.»

Para obtener más información sobre la mecanización agrícola adecuada a pequeña escala en África

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Innovación agrícola para combatir el hambre oculta

El maíz proporciona del 15 al 16 % de la ingesta total de calorías en Asia, América Latina y el África subsahariana, mientras que el trigo proporciona el 18 % de nuestras calorías totales disponibles. El hambre oculta ocurre cuando estas calorías no proporcionan los micronutrientes esenciales, como el hierro, el zinc y la vitamina A, necesarios para el crecimiento saludable y la prevención de enfermedades.

En el Día Mundial de la Salud, compartimos cinco historias que muestran cómo el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) está combatiendo el hambre oculta y cómo la investigación y la innovación agrícola conducen a familias más saludables, mejores medios de vida y un planeta más saludable.

El impacto del cambio climático y la adaptación para la proteína de trigo

A menudo, el trabajo sobre la adaptación al cambio climático en la agricultura se enfoca en la productividad en lugar de la nutrición de los cultivos. Si no se abordan las implicaciones nutricionales del cambio climático, habrá consecuencias devastadoras para la salud y los medios de vida de las personas marginadas que dependen del trigo como una fuente de proteínas.

Un nuevo estudio examina por qué constantemente se pasa por alto la concentración de proteínas del grano de trigo en relación con la mejora de la producción mundial de cultivos ante los desafíos del cambio climático y concluye que no todas las adaptaciones al cambio climático tienen impactos positivos en la nutrición humana.

An improved wheat variety grows in the field in Islamabad, Pakistan. (Photo: A. Yaqub/CIMMYT)
Una variedad mejorada de trigo crece en el campo en Islamabad, Pakistán. (Foto: A. Yaqub/CIMMYT)

Maíz nutritivo con vitamina A mejora la salud y ingresos en Zimbabue

En Zimbabue, la desnutrición infantil alcanzó su punto máximo por encima de los umbrales internacionales para la respuesta de emergencia. La deficiencia de vitamina A es la principal causa de ceguera prevenible en niños y puede aumentar el riesgo de sarampión, diarrea e infecciones respiratorias. Sin embargo, la biofortificación del maíz es una solución sostenible para mejorar la salud y la nutrición en la región.

El CIMMYT y Harvest Plus trabajaron juntos para producir maíz con mayores cantidades de vitamina A nutritiva y están trabajando con agricultores, compañías de semillas, procesadores de alimentos y molineros para hacer que este maíz sea parte del sistema alimentario en Zimbabue.

Orange maize conventionally bred to contain high amounts of vitamin A is fighting child malnutrition in Zimbabwe. (Photo: Matthew O'Leary/ CIMMYT)
El maíz naranja que contiene altas cantidades de vitamina A fue mejorado convencionalmente y ahora está contrarrestando la malnutrición infantil en Zimbabue. (Foto: Matthew O’Leary/CIMMYT)

La renovación de las semillas de trigo de Pakistán: variedades más productivas y resistentes para miles de agricultores

En Pakistán, el CIMMYT está trabajando para desarrollar y difundir mejores sistemas de producción de trigo, al reemplazar las semillas obsoletas y susceptibles a la enfermedad, por nuevas variedades. Estas nuevas variedades también traen consigo un beneficio para la salud – el zinc.

Según una encuesta de nutrición de 2011, el 39 % de los niños en Pakistán y el 48 % de las mujeres embarazadas sufren de deficiencia de zinc, lo que lleva a tasas de retraso del crecimiento de más del 40 % y una alta tasa de mortalidad infantil. Estas nuevas semillas aumentarán el contenido nutricional del trigo, el cultivo alimentario número uno de Pakistán, y también resistirán enfermedades como la roya del trigo.

Mejor juntos: Alianza en torno al maíz enriquecido con zinc mejora la nutrición en Guatemala

Más del 46 % de los niños menores de cinco años en Guatemala sufren de desnutrición crónica. Más del 40 % de la población rural del país es deficiente en zinc, un micronutriente esencial que desempeña un papel fundamental en el desarrollo prenatal y posnatal y es clave para mantener un sistema inmunológico saludable.

El CIMMYT, HarvestPlus y Semilla Nueva están trabajando juntos para cambiar esto, a través del desarrollo e implementación del primer maíz biofortificado enriquecido con zinc del mundo. Llamado Fortaleza 3 por Semilla Nueva, lucha contra el hambre oculta, contiene 6-12 ppm más de zinc y 2.5 veces más proteína de calidad en comparación con las variedades de maíz convencionales.

“Con el ingreso extra que he recibido desde que me cambié a F3, he podido pagar para que mi hija vaya a la escuela. Fortaleza F3 no solo me dio una buena cosecha, sino también la capacidad de apoyar la educación de mi hija”, dijo Rómulo González, un agricultor de la costa sur de Guatemala.

Rómulo González’s daughter holds a corncob. (Photo: Sarah Caroline Mueller)
La hija de Rómulo González sostiene una mazorca. (Foto: Sarah Caroline Mueller)

El papel de los agricultores para cumplir con las recomendaciones del informe EAT-Lancet en México

El informe de la Comisión EAT-Lancet tiene como objetivo responder a la pregunta: ¿podemos alimentar a una futura población de 10 mil millones de personas con una dieta saludable dentro de los límites planetarios? El informe propone una «dieta de salud planetaria» que equilibra la nutrición con la producción sostenible de alimentos.

El CIMMYT participó en el lanzamiento del informe en México. “Si alguien es capaz de administrar los sistemas complejos que producirán de manera sostenible el volumen de alimentos nutritivos que el mundo necesita, es el agricultor”, dijo Bram Govaerts, Director Global de Innovación Estratégica y representante regional de las Américas en el CIMMYT. “En México, más de 500 mil agricultores ya innovan cada día y cultivan maíz, trigo y cultivos relacionados bajo prácticas de intensificación sostenible que el CIMMYT y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural promueven con MasAgro”.

Estas innovaciones mencionadas crean familias más sanas y un planeta más saludable.

CIMMYT's director of innovative business strategies, Bram Govaerts (left), explained that three changes are needed to reduce the environmental impact of food systems in Mexico: innovation in production practices, reduction of food waste, and change of diets. (Photo: CIMMYT)
Bram Govaerts, Director de Innovación Estratégica del CIMMYT (a la izquierda), explicó que se necesitan tres cambios para reducir el impacto ambiental en los sistemas alimentarios en México: la innovación en las prácticas de producción, la reducción del desperdicio de alimentos y el cambio en las dietas. (Foto: CIMMYT)
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Enlazando con el último eslabón de los sistemas de semillas de maíz

Philomena Muthoni Mwangi stands at the entrance of her agrodealer shop, Farm Care, in the village of Ngarariga. (Photo: Jerome Bossuet/CIMMYT)
Philomena Muthoni Mwangi posa en la entrada de su tienda de productos agrícolas, Farm Care, en el pueblo de Ngarariga. (Foto: Jerome Bossuet/CIMMYT)

Los distribuidores agrícolas desempeñan un papel fundamental en la entrega de los beneficios de la revolución verde a millones de pequeños agricultores en África. Llegando incluso a los rincones más remotos del continente, brindan a los agricultores acceso a insumos y servicios agrícolas.

Hasta ahora, la investigación sobre sistemas de semillas se ha centrado principalmente en los factores que influyen en la adopción de nuevas variedades por parte de agricultores o en la inversión de las empresas. Sin embargo, poco se sabe acerca de los distribuidores agrícolas independientes, quienes desempeñan un papel importante como “el último eslabón” de los sistemas de semillas, que además de distribuir semillas mejoradas de maíz y fertilizantes, brindan asesoramiento agronómico. Existe una brecha de conocimiento acerca de quiénes son, sus necesidades y limitaciones, y las formas en que aseguran y desarrollan sus negocios.

Es importante que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) comprenda cómo apoyar mejor a los distribuidores agrícolas para garantizar que las nuevas variedades lleguen al mayor número posible de agricultores. Bajo el proyecto de Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA por sus siglas en inglés), el CIMMYT lanzó un nuevo esfuerzo de investigación para comprender mejor a los distribuidores agrícolas en Kenia con un enfoque específico en la comercialización de semillas de maíz.

Los investigadores están probando ahora las herramientas y esperan comenzar el trabajo de campo en marzo de 2019, durante la próxima temporada de siembra de maíz. «Queremos recopilar datos cuantitativos y cualitativos detallados sobre la forma en que los distribuidores agrícolas delegan y eligen sus variedades de maíz y cómo comercializan estas semillas a los agricultores», explicó Pieter Rutsaert, científico asociado del CIMMYT, quien lidera el estudio. Esta investigación ayudará a las agencias gubernamentales, las ONG y los financiadores a diseñar mejores intervenciones relacionadas con los distribuidores agrícolas, para lograr un impacto mayor y más sostenible.

CIMMYT researchers Jason Donovan (left) and Pieter Rutsaert (right) discuss the research study questionnaire with consultant enumerator Victor Kitoto. (Photo: Jerome Bossuet/CIMMYT)
Los investigadores del CIMMYT, Jason Donovan (a la izquierda) y Pieter Rutsaert (a la derecha) discuten el cuestionario del estudio de investigación con el consultor enumerador Victor Kitoto. (Foto: Jerome Bossuet/CIMMYT)

La pregunta del millón

La forma en que se seleccionan y se formulan las preguntas y se recopilan los datos es crucial. «Descubrir cómo hacer la pregunta correcta a la persona correcta es algo difícil, especialmente cuando le pedimos a los distribuidores agrícolas que evalúen su propio desempeño», reconoció Rutsaert. Por ejemplo, puede ser difícil estimar la importancia de la venta de semillas de maíz si los propietarios dudan al proporcionar detalles sobre sus negocios a terceros. Anticipando los desafíos de recopilar datos confiables y comparables, el equipo de Rutsaert utilizará herramientas visuales, como tarjetas ilustradas, para facilitar las conversaciones con los entrevistados. También utilizarán ejercicios innovadores, como el juego de inversión en tiendas, donde se pregunta a los propietarios cómo invertirían un millón de chelines kenianos (USD 10 000 aproximadamente).

Philomena Muthoni Mwangi, quien se encontraba detrás del mostrador de su tienda, vendiendo bolsas de suplementos alimenticios para ganado lechero y pequeñas botellas de pesticidas en estantes polvorientos, explicó que se había quedado sin semillas de maíz para la venta. Esta pequeña distribuidora agrícola en el pueblo de Ngarariga, en el centro de Kenia, repondrá las semillas de maíz que necesita para vender de una gran tienda agrícola veterinaria al comienzo de la temporada de lluvias.

Esto es bastante común, ya que los distribuidores agrícolas no asumen riesgos cuando se trata de vender nuevas variedades. Al no conocer la demanda futura, las existencias de semillas sobrantes después de la temporada de siembra reducirían gravemente las ganancias potenciales de Mwangi, ya que los márgenes por bolsa son bajos. Para abordar este problema, los investigadores del CIMMYT llevarán a cabo una encuesta de interceptación de agricultores en las próximas semanas, para comprender mejor qué buscan los agricultores cuando compran semillas de maíz.

Los distribuidores agrícolas no son un grupo homogéneo. Los servicios que van desde grandes ventanillas hasta pequeñas chozas, sus modelos de negocios, la estrategia de comercialización de semillas y el tipo de clientes pueden diferir bastante. Este estudio proporcionará información útil para diseñar estrategias de escalamiento de semillas específicas que consideren todo tipo de distribuidores agrícolas, alejándose de un enfoque único para todos.

El proyecto Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA por sus siglas en inglés) está financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés).

The 70-year-old owner of a farm input shop in Kikuyu town, Kiambu County, answers the questions of CIMMYT researchers. (Photo: Jerome Bossuet/CIMMYT)
La dueña de una tienda de insumos agrícolas de 70 años de antigüedad en la ciudad de Kikuyu, condado de Kiambu, responde las preguntas de los investigadores del CIMMYT. (Foto: Jerome Bossuet/CIMMYT)
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Grupos de apoyo brindan acceso a tecnologías agrícolas a mujeres en el noreste de India

In Odisha and Bihar, CSISA has leveraged the social capital of women's self-help groups formed by the government and other civil society partners and which offer entry points for training and social mobilization, as well as access to credit. (Photo: CSISA)
En Odisha y Bihar, CSISA ha aprovechado el capital social de los grupos de autoayuda de mujeres formados por el gobierno y otros grupos de sociedad civil que ofrecen puntos de entrada para la capacitación, la movilización social y el acceso al crédito. (Foto: CSISA)

Los grupos de autoayuda en Bihar, India, ponen a miles de mujeres rurales en contacto con innovaciones agrícolas, incluida la mecanización y la intensificación sostenible, que ahorran tiempo, dinero y recursos como el suelo y el agua, que benefician a los hogares y al medio ambiente.

La Sociedad de Promoción de los Medios de Vida Rural de Bihar, conocida localmente como Jeevika, se ha asociado con la Iniciativa de Sistemas de Cereales para el Sur de Asia (CSISA por sus siglas en inglés) dirigida por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), para capacitar a grupos de autoayuda de mujeres y otras partes interesadas en prácticas como la labranza cero, la siembra temprana de trigo, la siembra directa de arroz y los viveros comunitarios.

Hasta la fecha, a través de sus esfuerzos, más de 35 000 hogares han sembrado trigo antes de lo acostumbrado, con la ventaja de que la cosecha se completa antes de que el clima cálido llegue a finales de la primavera. Además, alrededor de 18 000 hogares utilizan la labranza cero, una práctica que mejora la calidad del suelo y ahorra agua. Durante el período 2018-2019, alrededor de 5 000 hogares han evaluado el cultivo de arroz no inundado, lo que también ahorra agua y puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Un organismo autónomo del Departamento de Desarrollo Rural de Bihar, Jeevika, también está ayudando a las mujeres a obtener equipos especializados para la labranza cero y para el trasplante mecanizado de plántulas en arrozales, lo que reduce el arduo trabajo de trasplante a mano.

“La mecanización nos está ayudando a administrar nuestros costos y a usar de manera correcta nuestro tiempo en el campo”, dice Rekha Devi, una agricultora miembro del grupo de autoayuda Jeevika Gulab de la aldea Beniwal, en el distrito de Jamui. «Hemos aprendido muchas técnicas nuevas a través de nuestro grupo de autoayuda».

Con más de 100 millones de habitantes y más de 1 000 personas por kilómetro cuadrado, Bihar es el estado con más densidad de población de la India. Casi el 90 % de su población vive en áreas rurales y la agricultura es la ocupación principal. Las mujeres en Bihar desempeñan un papel clave en la agricultura; desyerban, cosechan, trillan y trituran los cultivos, y además de realizar sus tareas domésticas y dedicarse al cuidado de sus hijos, a menudo carecen de acceso a la capacitación, la información o la tecnología estratégica.

Al igual que todos los agricultores en el sur de Asia, también enfrentan riesgos por el aumento de las temperaturas, la precipitación variable, la degradación de los recursos y las restricciones financieras.

Jeevika ha formado más de 700 000 grupos de autoayuda en Bihar, movilizando a casi 8.4 millones de hogares de bajos recursos, 25 000 organizaciones de aldeas y 318 federaciones a nivel grupo en los 38 distritos de Bihar.

La organización también fomenta el acceso a las empresas de «contratación personalizada», ayudando a las mujeres a ser propietarias del implemento especializado para prácticas como la labranza cero y sembrar o realizar otros servicios mecanizados para los agricultores. «Los centros de contratación personalizados ayudan a los agricultores a ahorrar tiempo en la siembra, la cosecha y la trilla», dijo Anil Kumar, Gerente de Programa, Jeevika.

La capacitación del personal, el conocimiento y las herramientas compartidas por CSISA han sido de gran ayuda para fortalecer la capacidad de las agricultoras, según el Dr. D. Balamurugan, CEO de Jeevika. «Nuestro objetivo es fortalecer aún más nuestra asociación con CSISA y acelerar nuestro trabajo con las agricultoras, mejorando su productividad, ahorrando tiempo y costos», dijo Balamurugan.

La Iniciativa de Sistemas de Cereales para el Sur de Asia (CSISA por sus siglas en inglés) es implementado conjuntamente por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés) y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI por sus siglas en inglés). Es financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés).

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Abriendo Camino: Rahma Adam libera la productividad agrícola de mujeres y jóvenes en África

Breaking Ground Rahma Adam

A pesar de las grandes innovaciones en la agricultura africana en los últimos años, gran parte del continente aún lucha por alimentarse. Con el crecimiento inaudito de la población, evitar la fatal inseguridad alimentaria reside en la habilidad de maximizar la capacidad agrícola.

La socióloga Rahma Adam cree que hay un recurso vital que permanece sin ser aprovechado. Uno que, cuando se libere, no solo aumentará la seguridad alimentaria, sino que también aumentará los medios de vida: el capital humano de mujeres y jóvenes en África.

«La producción y los medios de vida de los pequeños agricultores se ven sofocados por el acceso desigual que tienen las mujeres y los jóvenes a la información y los recursos agrícolas, en comparación con los hombres», dijo Adam. «El acceso limitado a la tierra y los servicios técnicos inhibe su productividad agrícola y frena la seguridad alimentaria de todos».

Como especialista en género y desarrollo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Adam agrega una lente de inclusión social al diálogo de desarrollo de África. Su investigación hace preguntas como por qué las mujeres y los jóvenes están excesivamente representados entre los pobres y cómo mejorar su acceso a la capacitación agrícola y los mercados.

La interacción entre biología y antropología ha fascinado a Adam desde que estudiaba en Macalester College. Sin embargo, no fue hasta su investigación sobre mujeres y hombres en los mercados locales de alimentos de su nativa Dar es Salaam, Tanzania —como parte de un ejercicio para su maestría en políticas públicas en la Universidad de Harvard— que se dio cuenta de cómo la equidad social podría mejorar los medios de vida de todos los agricultores africanos.

“Trabajando junto a las mujeres agricultoras, vi de primera mano la cantidad desproporcionada de desafíos que enfrentan para superar la pobreza, reunir fondos para obtener insumos, producir alimentos suficientes para mantener a una familia y mejorar sus medios de vida. Sin embargo, también vi su potencial”, explicó Adam.

Inspirada para abordar estos problemas complejos, obtuvo su doctorado en sociología rural, con un enfoque en agricultura, género y desarrollo internacional, de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Después de una carrera temprana con organizaciones no lucrativas y el Banco Mundial, se unió al CIMMYT como especialista en género y desarrollo en 2015.

Desde entonces, Adam ha liderado investigaciones sobre la mejor manera de elevar la productividad agrícola de las mujeres y los jóvenes a su máximo potencial. Trabajando con el proyecto de Intensificación Sostenible de Sistemas de Leguminosas de Maíz en África Oriental y Austral (SIMLESA por sus siglas en inglés), analizó el papel del género y la inclusión social en las cadenas de valor de maíz y leguminosas en Etiopía, Kenia, Mozambique y Tanzania. También identificó los puntos de intervención para lograr la equidad de género y edad en varios nodos desde el campo hasta el plato entre productores, distribuidores agrícolas, comerciantes, procesadores y mejoradores.

«Promover la participación de las mujeres y los jóvenes en las cadenas de valor agrícolas mejora la seguridad alimentaria y los medios de vida», explicó Adam. «Permitir que estos grupos tengan voz y alentar su liderazgo en grupos agrícolas promueve su participación en la agricultura».

Alianzas para la inclusión social

En los sistemas de cultivo de maíz y leguminosas del este y sur de África, la investigación muestra que en la mayoría de los casos los hombres tienen la decisión final sobre la producción de maíz. Las mujeres tienen un mayor poder de decisión con respecto a ciertas leguminosas, como el caupí y el maní, ya que son principalmente para consumo doméstico.

El trabajo de Adam con SIMLESA encontró que promover la participación de las mujeres en la producción de leguminosas como cultivos comerciales es una oportunidad para empoderarlas, aumentar sus ingresos familiares y su seguridad alimentaria.

Adam explicó que la conexión de las mujeres y los jóvenes con las cadenas de valor a través de las Plataformas de Innovación Agrícola mejora su acceso a los mercados, el crédito, la información agrícola y el desarrollo de capacidades. Estas plataformas reúnen a los agricultores con trabajadores de extensión, investigadores, agrónomos y miembros de las ONG, para que puedan trabajar juntos y mejorar la conservación de maíz y leguminosas con agricultura de conservación.

«Es importante que en la toma de decisiones sobre políticas y desarrollo sea visible que la investigación demuestra puntos de entrada para alentar a mujeres y jóvenes a tomar un papel activo en las cadenas de valor y mejorar la productividad», dijo Adam.

«No quieres que tu investigación se quede estancada. Es por eso que los diálogos sobre políticas científicas —como los foros de políticas locales, nacionales y regionales de SIMLESA que tendrán lugar este año— son importantes para garantizar que la investigación se introduzca en el panorama político «.

Un enfoque inclusivo en la investigación

La investigación debe diseñarse e implementarse de manera que mujeres, hombres y jóvenes puedan participar y obtener beneficios, explicó Adam. Deben ser considerados en el proceso de investigación, para que puedan aumentar su control de bienes productivos, participar en la toma de decisiones y disminuir sus cargas laborales.

Adam se unió recientemente al proyecto Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA por sus siglas en inglés) para resolver cuestiones de género en el sector formal de semillas de maíz. Adam examinará la relación entre el género y la adopción de variedades de maíz tolerantes a la sequía y otras variedades mejoradas. También analizará y categorizará las diferencias en las preferencias de rasgos de maíz entre agricultores masculinos y femeninos, y desarrollará materiales para integrar las consideraciones de género en el desarrollo formal del sector de semillas de maíz.

«Esta información será utilizada por los mejoradores para desarrollar nuevas variedades de maíz que son valiosas para los agricultores y por lo tanto tienen una mayor posibilidad de adopción», explicó la socióloga. “Además, ayudará a las partes interesadas a tener una idea del porcentaje de mujeres y hombres que adoptan variedades mejoradas y cómo contribuyen a la evolución y el desempeño del sector de semillas en África oriental y meridional».

Proporcionar capacitación y consultas sobre género e inclusión social a sus colegas es otro componente importante del trabajo de Adam en el CIMMYT. En junio, ofrecerá un seminario web para los centros del CGIAR sobre el género en la investigación y a finales del año, participará en un taller regional sobre el sector de semillas con otros expertos del CGIAR, compañías de semillas y organizaciones no gubernamentales para asegurar que los socios utilicen la investigación de género e inclusión social.

Financiado por el Centro Australiano para la Investigación Agrícola Internacional (ACIAR por sus siglas en inglés), el programa SIMLESA fue dirigido por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en colaboración con la Junta Agrícola de Ruanda (RAB por sus siglas en inglés), los centros CGIAR e institutos nacionales de investigación agrícola en Etiopía, Kenia, Malawi, Mozambique, Tanzania y Uganda. Otros socios colaboradores regionales e internacionales incluyen a la Alianza de Queensland para la Agricultura y la Innovación Alimentaria (QAAFI por sus siglas en inglés) en la Universidad de Queensland, Australia, y la Asociación para el Fortalecimiento de la Investigación Agrícola en África Oriental y Central (ASARECA por sus siglas en inglés).

El proyecto Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA) es implementado por el CIMMYT y es financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés).

 

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Conoce las nuevas herramientas de imagen digital que están revolucionando el mejoramiento de maíz

Mainassara Zaman-Allah conducts a demonstration of the use of unmanned aerial vehicles (UAV) at the Chiredzi research station in Zimbabwe.
Mainassara Zaman-Allah realiza una demostración del uso de vehículos aéreos no tripulados (VANT) en la estación de investigación Chiredzi en Zimbabue.

Para mantenerse al día con la creciente demanda de maíz, los mejoradores buscan optimizar el rendimiento anual en diversas condiciones de estrés, como la sequía o los suelos de baja fertilidad. Para esto, identifican el mérito genético de cada planta, para que puedan seleccionar las mejores y destinarlas al mejoramiento.

Para mejorar ese proceso, los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están buscando formas rentables de evaluar una mayor cantidad de plantas de maíz y recopilar datos más precisos relacionados con sus características clave. El fenotipado de las plantas analiza la interacción entre la composición genética de una planta y el medio ambiente, que produce ciertas características o rasgos. En el maíz, por ejemplo, esto puede manifestarse en los diferentes ángulos de las hojas o en la altura de las mazorcas.

Las innovaciones recientes en imágenes digitales y sensores ahorran dinero y tiempo en la recopilación de datos relacionados con la fenotipificación. Estas tecnologías, conocidas como plataformas de fenotipado de alto rendimiento, reemplazan las largas observaciones visuales en papel de las pruebas de cultivos.

Los autores de un estudio de revisión reciente sobre herramientas de fenotipado de alto rendimiento observan que obtener estimaciones precisas y baratas del valor genético es fundamental para el mejoramiento. Mainassara Zaman-Allah, especialista en fenotipado de estrés abiótico en el CIMMYT en Zimbabue y uno de los coautores del estudio, destaca la importancia de mejorar las herramientas existentes y desarrollar otras nuevas. «El fitomejoramiento es un campo en constante evolución en el que se utilizan nuevas herramientas y métodos para desarrollar nuevas variedades de manera más precisa y rápida, a veces con menos recursos financieros que antes», dijo. «Todo esto sucede para mejorar la eficiencia en el mejoramiento, para abordar la necesidad de una ganancia genética más rápida y la reducción del costo del mejoramiento».

«En el proyecto de Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA por sus siglas en inglés) estamos trabajando en la implementación del uso de sensores basados en drones, entre otras innovaciones de mejoramiento, para reducir el tiempo y el costo de la fenotipificación, de modo que el desarrollo de variedades nuevas cueste menos». dijo Zaman-Allah. «El uso de drones reduce el tiempo y el costo de la recopilación de datos de 25 a 75 % en comparación con los métodos convencionales, ya que permite recopilar datos sobre varios rasgos simultáneamente — por ejemplo, la senescencia del dosel y el conteo de plantas», explicó.

Otra gran innovación desarrollada bajo este proyecto del CIMMYT es lo que Zaman-Allah llama el analizador de mazorcas. Esta aplicación de imágenes digitales de bajo costo permite recopilar datos de las características de la mazorca y el grano del maíz con una rapidez del 90 %. Esto implica mayor productividad y rigor, ya que se dedica más tiempo al análisis de datos en lugar de dedicarlo a la recopilación. Mediante el procesamiento digital de imágenes, el analizador de mazorcas proporciona datos simultáneos de más de ocho rasgos, incluidos el tamaño y número de mazorcas, y el tamaño y el peso de los granos.

Measuring maize attributes such as ear size, kernel number and kernel weight is becoming faster and simpler through digital imaging technologies.
La medición de los atributos del maíz, como el tamaño de la mazorca, el número de granos y su peso, resulta cada vez más rápida y sencilla a través de las tecnologías de imagen digital.

Algunos sistemas nacionales de investigación agrícola y las ONG han adoptado esta herramienta de imágenes digitales para evaluar mejor los rendimientos de maíz en los campos de los agricultores. Por ejemplo, el CIMMYT y GOAL han utilizado esta herramienta para evaluar el alcance del impacto del gusano cogollero en el rendimiento de los cultivos de maíz en el oriente de Zimbabue.

Los científicos están explorando el uso de diferentes sensores para el fenotipado, como los dispositivos de imágenes digitales en rojo, verde y azul (RGB) o los dispositivos de detección de luz y rango (LIDAR por sus siglas en inglés). Las cámaras infrarrojas térmicas y espectrales podrían ayudar a progresar en la aceleración del proceso de mejoramiento del maíz.

Tales sensores pueden ayudar a recopilar numerosos datos proxy relacionados con rasgos fisiológicos importantes de la planta o del entorno de la planta, como su altura y arquitectura, la humedad del suelo y las características de las raíces. Estos datos pueden utilizarse para evaluar el potencial de rendimiento de los cultivos de maíz y la tolerancia al estrés.

Estas innovaciones en mejoramiento genético también están haciendo que la investigación sobre el maíz sea más sensible al cambio climático y a las plagas y enfermedades emergentes.