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Haciendo de la agricultura sustentable un negocio exitoso

Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Ocozocoautla, Chiapas, una familia campesina ha logrado un cambio notable en su forma de vida, convirtiendo la agricultura sustentable en un negocio próspero y sostenible. Los Abadías, quienes residen en Espinal de Morelos, compartieron su historia de éxito, marcada por la colaboración con CIMMYT y la iniciativa Agrilac Resiliente del CGIAR.

«Con las capacitaciones hemos hecho de la agricultura un negocio«, afirma la familia Abadías cuyo relato inicia en 2012, cuando un ingeniero de CIMMYT les propuso implementar un módulo de agricultura de conservación en su parcela. Este enfoque innovador les permitió mejorar sus cosechas y demostrar los beneficios a otros agricultores en eventos demostrativos.

La historia de los Abadías es un ejemplo de cómo iniciativas como Agrilac Resiliente, del CGIAR, pueden impactar positivamente en el campo. Este proyecto, por ejemplo, tiene como objetivo principal aumentar la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Busca responder a necesidades urgentes como la seguridad alimentaria, la reducción de riesgos climáticos y la estabilización de comunidades vulnerables.

“Somos una familia campesina que se dedicaba a la maquila (servicio de maquinaria). Luego de que establecimos el módulo hubo buenos resultados y organizamos algunos eventos demostrativos. A raíz de dichos eventos, a las personas a las que les maquilábamos les gustaron los resultados con agricultura sustentable y nos pidieron que hiciéramos el mismo trabajo en sus parcelas”, relatan los Abadías.

La implementación del módulo de agricultura de conservación marcó el comienzo de una serie de transformaciones. El éxito obtenido atrajo la atención de otros agricultores, generando una creciente demanda por los servicios de los Abadías. Para satisfacer esta demanda, invitaron a sus primos a unirse al proyecto, optimizando así las labores agrícolas y ampliando su capacidad de servicio.

«Vimos que la tecnología daba resultados», mencionan. Este impulso los llevó a rentar parcelas adicionales para aumentar su producción y adquirir una trilladora, diversificando sus servicios. Sin embargo, la comercialización era un desafío pendiente.

Con determinación, los Abadías buscaron alianzas con empresas locales, estableciendo convenios de compra-venta que garantizaron la salida de sus productos al mercado. La adquisición de un camión de transporte les permitió superar la última barrera logística, facilitando el traslado eficiente de sus cosechas.

La colaboración con CIMMYT y la participación en capacitaciones técnicas y organizativas de EDUCAMPO fueron fundamentales en este proceso. Estas instituciones no solo brindaron conocimientos prácticos, sino que también fortalecieron el espíritu empresarial de la familia Abadía.

“Gracias a ellos porque nos hicieron cambiar la forma de pensar, nos capacitaron, nos vincularon con otras instituciones y nos unieron como familia. Ahora participan nuestros hijos (incluso dos están estudiando agronomía), nuestras esposas en la administración y en el acopio de grano. Ahora vemos a la agricultura como negocio, y nuestra visión es ser empresarios. Hoy en día, somos una Sociedad de Producción Rural consolidada».

El legado de los Abadías va más allá de los logros económicos. Hoy son un ejemplo inspirador de cómo la colaboración, la capacitación y la visión empresarial pueden hacer de la agricultura sustentable un negocio exitoso.

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La agricultura de conservación en Sonora

Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación,  en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación, en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)

Sonora es un estado estratégico para la agricultura de México. Su aportación al valor de la producción lo posiciona en el cuarto lugar en el ranking nacional (SIAP, 2023), destacando por su producción de uva, espárrago y, sobre todo, de trigo, cultivo del que cosechó un poco más de dos millones de toneladas en 2023.

Con una agricultura de alta productividad, donde casi la totalidad de los cultivos se desarrollan mediante riego, Sonora enfrenta desafíos notables: cerca del 74% de las unidades de producción, por ejemplo, manifiesta que su principal problema son los costos de insumos y servicios.

Para brindar alternativas que permitan a los productores sonorenses disminuir sus costos de producción siendo además sustentables, el Hub Pacífico Norte de CIMMYT integró y publicó recientemente un Menú Tecnológico Sustentable para Sonora, mismo que recopila las prácticas y tecnologías validadas luego de varios años de investigación. Para Sonora, la agricultura de conservación destaca por sus notables beneficios.

“La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable basado en tres componentes: la mínima labranza, la cobertura permanente del suelo y la diversificación de cultivos. En la plataforma estos tres componentes se implementaron con camas permanentes, cobertura permanente del suelo usando el rastrojo del cultivo anterior y con la rotación trigo-cártamo”, señalan los responsables de la plataforma de investigación Navojoa.

“Comparando los resultados desde 2011 hasta 2019, tanto de la agricultura de conservación como del sistema convencional de labranza local —incorporar el rastrojo y monocultivo de trigo—, se observó que el sistema convencional tiene un rendimiento promedio de trigo de 6.2 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con agricultura de conservación este es de 7 t/ha, lo que representa un incremento promedio de 0.8 t/ha con el sistema sustentable”, enfatizan los responsables de la plataforma de Navojoa.

Esta misma comparación se hizo en la plataforma Cajeme II, utilizando datos desde 2014 y hasta 2021. “La agricultura de conservación —combinación de rotación trigo-cártamo, camas permanentes, dejar todos los residuos— rindió en promedio 1.3 t/ha más que el sistema convencional, que consiste en monocultivo de trigo, camas con labranza convencional, y remover residuos”, mencionaron los investigadores de esta plataforma.

La experiencia en Sonora con la agricultura de conservación subraya la importancia de adoptar enfoques innovadores y sostenibles en la producción agrícola. Al combinar tecnología, investigación y prácticas responsables, los agricultores de la región pueden no solo enfrentar los desafíos actuales, como los altos costos de producción, sino también establecer bases sólidas para un desarrollo agrícola más equitativo y resiliente en el largo plazo.

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Gracias a este curso, más de tres mil hectáreas en Zacatecas ahora implementan prácticas sustentables

Nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable para Zacatecas, México. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)
Nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable para Zacatecas, México. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)

En Zacatecas recientemente se graduaron 11 nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable que están impulsando innovaciones agronómicas en todo el estado. No obstante, y como muestra de la pertinencia y plasticidad de la certificación, durante su proceso formativo lograron impactar a más de 3 mil hectáreas gracias a una exitosa estrategia desarrollada entre la Secretaría del Campo de Zacatecas —institución con la que se gestionó el curso— y CIMMYT.

Normalmente en un curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable (TC en AS) los estudiantes tienen una parcela de entrenamiento donde implementan las innovaciones que van aprendiendo durante el curso; sin embargo, con la Secretaría del Campo de Zacatecas “el compromiso fue que los estudiantes iban a tener ese entrenamiento implementando un módulo demostrativo en el que establecerían las innovaciones aprendidas, comparándolas con lo que el agricultor convencionalmente realiza en su parcela”, comenta Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio de CIMMYT.

Así, el establecimiento de estos módulos, cinco áreas de extensión y 17 áreas de impacto, dio como resultado que este curso de TC en AS impactara en 3 039 hectáreas en el estado, implementándose alguna práctica sustentable “que los candidatos a técnicos certificado transmitieron a los agricultores atendidos. En total se atendieron 416 parcelas y se capacitaron a 354 productores”, puntualiza el gerente del hub.

La Secretaría del Campo de Zacatecas ha continuado con el acompañamiento técnico a los agricultores que facilitaron sus parcelas para el establecimiento de los módulos. Y ahora es requisito que los asesores que les brindan ese acompañamiento hayan tomado y acreditado el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable que imparte CIMMYT. Esto representa una exitosa estrategia para promover agricultura sustentable que además ha tenido un impacto positivo en las políticas públicas del estado.

Al respecto, Alberto Cabello enfatiza en que la sensibilidad de las autoridades fue fundamental para materializar la certificación, la cual representa una gran ventaja para el campo zacatecano, “porque esos técnicos certificados están en todas las zonas productoras de Zacatecas, un estado con muy baja precipitación, donde más del 90% de los suelos están deteriorados, con problemas muy fuertes de erosión y de sobreexplotación de acuíferos”, de manera que impulsar esta certificación es muy importante para el estado, enfatiza Cabello.

“Esta certificación es la oportunidad para demostrar que sí se puede revertir todo lo que está pasando en nuestros suelos, nuestra tierra y región porque si no hacemos nada, la situación será cada vez peor, entonces la transmisión del conocimiento y el desarrollo de las habilidades de los asesores que han sido certificados va a permitir que sigan implementando o impulsando prácticas sustentables”, finaliza el gerente del hub.

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Mediante investigación brindan alternativas para disminuir la erosión

Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Tlaltizapán de Zapata, al suroriente del estado de Morelos, la agricultura ocupa casi la mitad del uso del suelo (49%), y el maíz se siembra en el 62% de la superficie destinada a la siembra, obteniéndose rendimientos promedio de 2.9 toneladas por hectárea (t/ha) (SIAP, 2021).

Una de las principales problemáticas en la zona es la erosión, ya que los suelos ahí son propensos a este fenómeno. Además, el mal uso del riego y manejo del suelo incrementan el riesgo. “Se identificaron problemas de erosión del suelo provocados por el movimiento excesivo de la capa arable y los riegos. Al perderse parte de la capa fértil del suelo se siembra en la capa baja, lo cual genera otros problemas en los cultivos”, señalan los responsables de la plataforma.

En la búsqueda de soluciones, en la plataforma de investigación Tlaltizapán, que se encuentra en la estación del CIMMYT en dicho municipio, se ha estudiado la cantidad y ubicación de las diferentes formas de pérdida de suelos por la erosión causada por el agua y por carstificación (fenómeno que se produce en el suelo por la presencia de yeso y calizas, lo que puede dar lugar un efecto de disolución). Adicionalmente, en la plataforma se busca una alternativa para producir forraje y sustituir el uso de los residuos de maíz para evitar que estos sean removidos de las parcelas o quemados.

Entre los resultados obtenidos en la plataforma destaca que “dejar los residuos de cosecha en este tipo de suelos (vertisoles) propicia la formación de macro agregados (unidades de suelo de más de 2 mm) que mejoran la estructura del suelo, facilitando la infiltración del agua, aire y desarrollo de raíces; además, siendo menos susceptibles a la degradación física por los procesos de humedad y secado que expanden y contraen las arcillas de los suelos de la región”, puntualizan los investigadores.

Con respecto a las alternativas para la producción de forraje, los responsables de la plataforma comentan que las investigaciones continúan y son importantes porque “en la región los productores venden el rastrojo por 2 mil pesos por hectárea (2 000 MXN/ha), pero este precio es menor que el valor del rendimiento de grano perdido por la remoción de los residuos, entonces se deben buscar opciones de forraje para la zona y asegurar que se pueda dejar el rastrojo para mejorar la calidad del suelo”.

Adicionalmente, enfatizan, “es importante compartir con los productores de la región que al usar camas permanentes los costos de producción en la preparación del terreno disminuyen. En el caso de la plataforma, estos disminuyeron en promedio hasta 4 mil pesos por hectárea (4 000 MXN/ha) al evitar el barbecho, dos pasos de rastra y el surcado”.

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Hubs, una metodología que inspira

Acompañamiento técnico en áreas de extensión en Oaxaca, México, brindado por el equipo del Hub Pacífico Sur del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Acompañamiento técnico en áreas de extensión en Oaxaca, México, brindado por el equipo del Hub Pacífico Sur del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“Estoy aquí con mi equipo para estudiar la metodología del hub que CIMMYT y sus colaboradores han desarrollado en México. Estamos tratando de desarrollar un manual para guiar la aceleración de la ciencia agronómica en el Sur Global y nuestra experiencia aquí nos ha dado nuevas perspectivas”, comenta Henry Okonkwo, de Ernst & Young, organización que en el marco de Excelencia en Agronomía —una iniciativa de CGIAR— estudia cómo escalar en otras partes del mundo la innovación en agricultura.

En medio del creciente interés global por la agricultura sustentable, los hubs agrícolas, desarrollados y consolidados en México por CIMMYT y sus colaboradores, se han convertido en un punto focal para la innovación y el cambio.

Así, luego de visitar el Hub Pacífico Sur y el Hub Bajío de CIMMYT, Henry, quien viene desde Nigeria, comparte sus impresiones sobre esta metodología: “Mi experiencia aquí ha sido reveladora y he observado tres aspectos fundamentales: primero la estructura del hub, que es una estructura colaborativa. Segundo, la interacción entre el hub y las partes interesadas, que es participativa. Y por último está el impacto del hub que ha sido muy significativo entre los productores”.

Henry, describe la estructura del hub como «una estructura colaborativa», destacando cómo esta característica tiene un impacto adicional: “Cuando miro la estructura del hub, veo que es algo integral y esto atrae e inspira confianza entre todas las partes interesadas que conforman el hub”, señala.

Con respecto a la interacción entre el centro y las partes interesadas, Henry señala que esa interacción permite que las partes interesadas, gobierno, alcaldes y la comunidad “trabajen todos juntos. Vimos a algunas ONG asociarse con CIMMYT, organizaciones del sector privado, y todos trabajando juntos para impulsar el impacto de la agricultura sustentable en la comunidad”, enfatizando que esta colaboración integral se traduce en un mayor alcance y efectividad de las soluciones implementadas.

Finalmente, sobre el impacto de los hubs en las comunidades, Henry comenta: “Vimos a ancianas, vimos a jóvenes participando y el testimonio de todos sobre el impacto que el hub ha tenido en ellos se manifiesta de muchas formas, desde ahorro de tiempo hasta nuevos aprendizajes sobre prácticas agronómicas. Creo que el hub, en términos de estructura, de interacción e impacto en la comunidad es asombroso”.

La experiencia de Henry y su equipo en los hubs agrícolas de México demuestra el impacto positivo y la eficacia de esta metodología en el impulso de la agricultura sustentable y el desarrollo comunitario, no solo en México, sino en muchos otros lugares alrededor del mundo.

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Con valentía, ellas son un ejemplo de innovación en el campo

Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)
Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)

Con su enfoque transversal en género e inclusión social, la iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, del CGIAR, muestra cómo a través de la agricultura sustentable las mujeres del campo latinoamericano son pieza fundamental para construir sistemas resilientes e incluyentes.

Uno de los ejemplos más inspiradores proviene del grupo de mujeres indígenas Tzotziles de Tzabaló, en Larráinzar, Chiapas. Estas mujeres han encontrado en el Hub Chiapas una plataforma que les ha permitido contribuir significativamente al desarrollo de sus hogares y entornos.

“Somos un grupo de mujeres que ya tenemos algunos años trabajado con la cría de puercos y de pollos. Desde el 2022 empezamos a trabajar con CIMMYT y con DAI (Desarrollo Alternativo e Investigación AC). Nos ha gustado mucho porque vemos que se interesan por las mujeres, antes no lo hacían y ahora nos dan la oportunidad de aprender, eso nos despierta el interés de trabajar en el campo porque queremos ayudar a nuestros esposos, pero con conocimientos”, relatan.

De acuerdo con sus testimonios, la oportunidad de capacitarse en agricultura sustentable ha sido transformadora. Antes, su participación en actividades agrícolas era limitada. Ahora, con nuevos conocimientos adquiridos, están produciendo alimentos sanos y nutritivos.

“Si solo nos quedamos en la casa no hacemos mucho, pero cuando salimos al campo nos sentimos en libertad, nos despejamos de tantas tareas que hay en la casa y traemos frijol tierno y verduras frescas para la olla. Ahora podemos producir nuestros alimentos libres de tóxicos y guardar nuestro maíz en recipientes herméticos sin productos químicos”, puntualizan.

La experiencia les ha brindado no solo autonomía en la toma de decisiones sobre sus alimentos, sino también un sentido de libertad y propósito al trabajar en el campo donde el poder del trabajo en grupo también ha sido un factor importante en su éxito.

“Siempre es mejor trabajar en grupo que individual, pero es necesario buscar a un buen dirigente o líder que te guie y te enseñé a trabajar. Como grupo hemos obtenido conocimientos que nos compartimos entre nosotras, aprendimos a podar los frutales, ya no quemamos el rastrojo para reciclar los nutrientes, hay más producción y el producto es más grande, y también esperamos una buena producción de frutas”.

Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)
Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)

Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos. La comunidad enfrenta un contexto sociopolítico que dificulta la colaboración entre grupos, aunque estas mujeres persisten y demuestran con sus logros que la participación femenina en la agricultura es fundamental para el progreso comunitario.

“Lo que hacemos, la gente lo ve mal y nos preguntan que por qué nos vamos al campo a aprender algo que no es para nosotras, que nos vamos porque no tenemos quehacer en la casa, pero no nos desanimamos. Cuando ven los resultados del trabajo nos preguntan cómo le hicimos, y les decimos que es lo que aprendimos al no quedarnos solo en la casa y las invitamos a que se unan al grupo”, mencionan, enfatizando en que en el grupo no importa si se pertenece a uno u otro grupo político porque ahí solo importa el conocimiento y las ganas de superarse.

Así, su valentía y determinación no solo ha transformado sus propias vidas, sino que también está inspirando a otras mujeres a unirse y seguir este camino de empoderamiento a través de la agricultura sustentable.

Estos casos de éxito son testimonio del impacto positivo que puede tener la inclusión de las mujeres en el campo. Su voz y experiencia son fundamentales para construir sistemas alimentarios más resilientes y sostenibles, donde la equidad de género y la participación activa de todos los actores sean pilares para un futuro próspero en las zonas rurales de América Latina.

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Residuos agrícolas, una alternativa para proteger la estructura del suelo

A través de investigaciones extensivas, CIMMYT ha validado la importancia de los rastrojos como catalizadores esenciales para la conservación del suelo. Estos residuos agrícolas, una vez desechados o quemados, ahora son reconocidos por sus beneficios en la retención de humedad, protección contra la erosión, y la reducción de emisiones de CO2. Este enfoque no solo mejora la salud del suelo sino que también contribuye a una agricultura más resiliente frente al cambio climático, enfatizando la agricultura de conservación como un paso crucial hacia la sostenibilidad.

Lee la historia completa aquí.

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El universo bajo nuestros pies

Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)
Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)

El suelo es un recurso finito que alberga más del 25% de la biodiversidad del planeta. Por esto, desde CIMMYT se impulsa una Agricultura Sustentable para conservar este recurso del cual depende la alimentación humana y que, a pesar de lo que se pudiera pensar, es muy limitado: de los 15 mil millones de hectáreas de la superficie sólida del planeta, únicamente 29 % son aptas para la agricultura y, además, cerca del 60 % de esa superficie apta no está disponible para cultivarse porque ahí hay bosques, zonas protegidas o asentamientos humanos.

Concebir al suelo como un recurso vivo es fundamental. La concepción generalizada es que se trata de un material inerte; sin embargo, en un gramo de suelo hay millones de microorganismos que degradan la materia orgánica muerta, liberando sus nutrientes para que las plantas los aprovechen y crezcan. 

Estos microorganismos (bacterias, hongos microscópicos y algas, entre otros) constituyen la parte viva del suelo. Por eso, un suelo fértil contiene una población adecuada de estos diminutos seres vivos de los que, se estima, solo se conoce el 1% de sus especies (en comparación con el 80% de las especies de plantas que se calcula conocer actualmente). 

Lamentablemente, debido al excesivo laboreo y la poca materia orgánica que se reincorpora a su perfil el suelo va perdiendo su biodiversidad y, consecuentemente, su fertilidad natural. En el mundo, por ejemplo, 52% de la tierra utilizada para la agricultura está moderada o severamente degradada y en México se estima que la erosión afecta a cerca de la mitad de la superficie cultivable.

Diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar en 0.4% la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la creciente población mundial. En este sentido, para CIMMYT y sus colaboradores es fundamental mantener una permanente promoción de prácticas agrícolas sustentables —como la diversificación de cultivos con leguminosas para mejorar el suelo o la cobertura con residuos agrícolas para favorecer la estructura del suelo—.

Falta mucho por conocer del complejo ecosistema que es el suelo. Por eso, CIMMYT fomementa la ciencia colaborativa con diversas instituciones a fin de desarrollar investigaciones e impulsar campañas que promueven la conservación de dicho recurso porque el suelo es una causa común para asegurar que la sociedad disponga siempre de alimentos sanos, nutritivos, inocuos y suficientes.  

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La utilidad de un menú de tecnologías validadas

Colaboradores de CIMMYT analizando el menú tecnológico en las oficinas del Hub Pacífico Sur. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Colaboradores de CIMMYT analizando el menú tecnológico en las oficinas del Hub Pacífico Sur. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Oaxaca presenta una gran variedad de zonas agroecológicas con diferentes potenciales de producción agrícola determinados por factores como el clima y el tipo de suelo. La mayoría de las regiones del estado, sin embargo, se caracteriza por el incremento de la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los suelos.

Para transitar, de manera efectiva, de prácticas agrícolas que agravan esos problemas a prácticas agrícolas sustentables, es necesario realizar estudios locales de evaluación y validación de las prácticas a ser promovidas. “Por eso los colaboradores de CIMMYT establecieron plataformas de investigación, módulos y áreas de extensión en varias regiones del estado”, señala la coordinación de plataformas del Hub Pacífico Sur de CIMMYT.

En las plataformas de investigación se han estudiado por años diversas prácticas a fin de identificar las más útiles y viables para atender las necesidades de los productores de la región. Así, los resultados de las plataformas conforman el menú de tecnologías validadas que fue presentado recientemente a los colaboradores del Hub Pacífico Sur.

“En el taller organizado para este propósito se exploraron opciones para mejorar el menú tecnológico y hacer que la información científica esté disponible para los productores de la manera más útil y práctica posible. También, se expusieron los desafíos que se han tenido que superar para integrar el documento, así como el impacto positivo del menú en territorio oaxaqueño”, enfatiza la coordinación de plataformas del Hub Pacífico Sur.

Y es que integrar un menú de tecnologías validadas científicamente no es una tarea sencilla. “Uno de los principales desafíos es la continuidad en la investigación. El tema de que podamos validar en un mediano y largo plazo la tecnología para dar resultados más confiables hacia los productores es un gran desafío”, señala Jonatan Villa Alcántara, colaborador responsable de la plataforma de investigación San Juan Cotzocón.

“Otro de los desafíos ha sido cómo coordinarnos los diferentes investigadores en Oaxaca para tener un documento en común. Coordinar la investigación e integrar un solo documento solamente nosotros sería algo complicado por las diferentes actividades que tenemos, pero ahí entra la labor del hub, ayudándonos para que superemos ese desafío y tener un documento que integre las diferentes tecnologías validadas para los ambientes de Oaxaca”, enfatiza Jonatan.

Un ejemplo de cómo este menú de tecnologías ha contribuido a generar cambios positivos está en el Itsmo, una zona donde se ocupa mucha maquinaria para la preparación del suelo: el arado, las rastras, el surcado.

“Una de las cosas que se detectó en el Itsmo fue la compactación del suelo. Ahí, en colaboración con el gobierno del estado, se ha capacitado a los técnicos sobre diferentes innovaciones tecnológicas, una de ellas la labranza vertical para eliminar zonas compactadas en predios que han sido manejados con maquinaria durante muchos años”.

Ante el problema de la compactación, “se sugirió a los técnicos que aplicaran la labranza vertical; y con resultados muy positivos en la productividad: hay predios de Zapalote Chico que en promedio tenían una tonelada, tonelada y media, y a través de esta práctica de labranza vertical tienen ahora rendimientos de dos y media hasta tres y media toneladas por hectárea”, concluye Jonatan.

La labranza vertical forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultar el documento completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Plataforma de investigación en Puebla, referente en agricultura sustentable con perspectiva de género

Grupo de mujeres conversando sobre su participación en las actividades y toma de decisiones agrícolas del sistema de producción de maíz en Cuautempan, Puebla el 20 de marzo de 2024. (Foto: CIMMYT)
Grupo de mujeres conversando sobre su participación en las actividades y toma de decisiones agrícolas del sistema de producción de maíz en Cuautempan, Puebla el 20 de marzo de 2024. (Foto: CIMMYT)

Del 19 al 21 de marzo de 2024 en el CIMMYT se desarrolló el taller regional sobre género y sanidad vegetal: El poder de la investigación interdisciplinaria, en el marco de la iniciativa Plant Health —iniciativa del CGIAR para reducir las pérdidas de cultivos causadas por plagas y enfermedades utilizando enfoques ecológicos— con el objetivo de compartir experiencias y planes de trabajo que consideren intervenciones con enfoque de género que deriven en soluciones científicas y técnicas más equitativas e inclusivas.

El taller, que contó con la participación de científicos de Perú, México, Ecuador, Colombia, Vietnam y China, incluyó una visita a la plataforma de investigación de Cuautempan, Puebla, para implementar una herramienta que visibiliza la participación de las mujeres en el sistema de producción y conservación de maíz, particularmente en el control de las plagas. Además de un recorrido por la plataforma para mostrar los avances del proceso de investigación participativa que el CIMMYT desarrolla en conjunto con actores locales.

“Se visitó esta plataforma porque ahí se ha trabajado integrando la opinión de agricultoras y agricultores en los temas investigados.  Este proceso de inclusión participativa de actores clave fue detonado porque en la región norte de Puebla el objetivo principal de la agricultura es cubrir las necesidades de autoconsumo de las familias, donde las mujeres son actores clave para la producción agrícola y el desarrollo de las comunidades”, mencionaron los responsables de la plataforma.

Cuautempan, donde se encuentra la plataforma, está la Sierra Norte de Puebla, en una región con un relieve abrupto y una población conformada, mayoritariamente, por indígenas nahuas, siendo la agricultura su principal actividad económica (misma que se realiza de forma manual, con la participación familiar y contrato de jornales para actividades específicas) y el maíz nativo su cultivo más importante. No obstante, y aunque se le suele asociar con una gran diversidad de cultivos, los rendimientos del maíz son bajos (de alrededor de una tonelada por hectárea).

Entre las principales problemáticas que limitan la producción en Cuatempan están el efecto de sequía, las plagas (gallina ciega, gusano cogollero) y la falta de una mecanización adecuada que ayude a bajar los costos por jornales. Estas problemáticas son el principal objeto de la investigación de la plataforma de Cuautempan, donde el CIMMYT ha planeado y diseñado la investigación en la plataforma con perspectiva de género, pues esto influye en el potencial de impacto en el sistema agroalimentario local.

“Tengo la impresión de que las mujeres que forman parte de esta plataforma participan en las labores del maíz, quizá más que en el caso de la papa. Por ello tener tecnologías que incrementen el rendimiento puede ayudar para su consumo, pero también ingresos por la comercialización y por ello se debe incluir otros actores de la cadena de valor”, señaló uno de los participantes provenientes de Perú luego de conocer el trabajo de la plataforma.

“Aprendí que es necesario cambiar el foco hacia los agricultores porque es para ellos que nosotros trabajamos. La forma en que nosotros nos acercamos a los agricultores también es determinante”, comentó otro investigador peruano, seguido de otro compatriota suyo quien enfatizó: “Coincido en el sentido que la plataforma se haya instalado con base a la priorización de problemas que los propios agricultores definieron, tanto hombres como mujeres. Eso es importante para nosotros los investigadores porque obliga a tener una visión de lo que quieren los agricultores y no decidir con base en lo que quiere el investigador”.

“Estoy sorprendido de cómo la plataforma está abordando el tema de género para atender las necesidades tanto de hombres como de mujeres. Estoy sorprendido porque varias prácticas que se han implementado en la plataforma han surgido de esta forma de atender las necesidades, de ser inclusivos y tomar en cuenta las opiniones de todos”, comentó un investigador mexicano.

A pesar de los avances, en América Latina hay una amplia diversidad cultural y los contextos conllevan retos específicos, de manera que aún falta revisar cómo se puede implementar el enfoque de género en algunas regiones donde aún se considera que las mujeres no tienen roles en el sistema de producción de cultivos. En este sentido, señaló un investigador colombiano, es que “necesitamos el soporte de los científicos sociales para integrar en los proyectos el componente de género, porque demanda más tiempo y recursos económicos y de personas”.

El enfoque sobre género, coincidieron todos los participantes, debe ser considerado en todos los proyectos porque forma parte de una visión integral de mejorar los sistemas agroalimentarios más allá de solo incrementar la producción y la rentabilidad. En este sentido, la plataforma de Cuautempan, Puebla, lidereada por Fidelia González, responsable científica local, se ha convertido en un referente de los procesos para implementar acciones de investigación con enfoque sobre perspectiva de género.

Por supuesto, aún se requiere más investigación para evidenciar los impactos en el empoderamiento de las mujeres y asegurar que se contribuye en la mejora del sistema agroalimentario local. Es por ello por lo que el CIMMYT sigue colaborando en esta plataforma a través de los recursos de la iniciativa Excelencia en Agronomía donde el impacto y beneficios tienen énfasis en la participación de mujeres y jóvenes agricultores.